Con 8 mil millones de personas en la Tierra, es fácil sentir que somos apenas una mota en un mar de humanidad. ¿Alguien se da cuenta? ¿Importan nuestras acciones? Nuestras historias, pensamientos y vidas personales pueden parecer desaparecer en el ruido de fondo de miles de millones de otras personas. Pero esa es solo una forma de verlo.
He aquí otra: cada uno de nosotros es el centro de su propio universo. Piénselo. Para las personas cercanas a nosotros (nuestros amigos, familia y comunidad) somos cruciales. No somos solo una cara más en la multitud. Nos conocen, se preocupan por nosotros y sentirían nuestra ausencia si no estuviéramos allí. ¿Y qué pasa con los extraños? Incluso una pequeña interacción (una sonrisa, una breve conversación) puede afectar el día de alguien. La idea de que somos insignificantes solo funciona si pensamos que el valor se mide por meros números. Pero ¿lo es?
También hay una forma científica de verlo. En cada una de esas 8 mil millones de mentes, solo hay un “tú”. Nadie más tiene tus experiencias, recuerdos o pensamientos exactos. Eso te hace irreemplazable. Claro, 8 mil millones suena mucho, pero no hace que la realidad de ninguna persona sea menos significativa.
¿Y qué pasa con el impacto? ¿Podría una persona realmente marcar la diferencia? Absolutamente. Pensemos en inventores, artistas o activistas que han cambiado el curso de la historia. Si bien no todos tendrán un impacto tan amplio, cada persona aún contribuye a la historia humana más grande a su manera.
Los filósofos también han lidiado con esto. Jean-Paul Sartre sostuvo que nuestra existencia precede a nuestra esencia, lo que significa que definimos nuestra propia importancia a través de nuestras elecciones. Entonces, ¿realmente importa cuántas personas hay? Los filósofos estoicos sugieren que nuestra importancia no tiene que ver con nuestro alcance global, sino que radica en nuestro sentido de propósito y las vidas que afectamos directamente.
Entonces, ¿qué significa todo esto? Puede que seamos pequeñas partes de un rompecabezas enorme, pero eso no hace que nuestra pieza sea menos esencial. Nuestras experiencias, relaciones y contribuciones individuales son todas importantes. Se trata de encontrar el sentido y el propósito de nuestra propia vida y, al mismo tiempo, reconocer nuestro lugar en el panorama general.
¿Te sientes insignificante? Todo es cuestión de perspectiva. En la gran escala cósmica, podemos parecer pequeños, pero en la red de conexiones humanas, cada uno de nosotros es único e irreemplazable. Nuestra importancia no se define por los números, sino por las vidas que tocamos y las decisiones que tomamos.
Diógenes fue un filósofo griego antiguo conocido por burlarse de la gente.
Después de observar a un arquero errar su objetivo una y otra vez con sus flechas, Diógenes fue y se sentó junto a él, afirmando que era el lugar más seguro para sentarse.
En otra ocasión, Diógenes vio al hijo de una prostituta arrojando piedras a la multitud. Se acercó al niño y le susurró: “Cuidado hijo, no le pegues a tu padre”.
Tenemos dos oídos y una lengua para escuchar más y hablar menos.
En otro caso, cuando Diógenes pidió monedas de limosna, un hombre que pasaba dijo: “Sí, si puedes persuadirme”. Diógenes respondió: “Si hubiera podido persuadirte, te habría persuadido de que te ahorcaras”.
Diógenes tampoco era un gran admirador de Sócrates y Platón, llegando incluso a llevar comida a sus conferencias , comer y hablar en voz alta para distraer a los oyentes. Cuando Alejandro Magno preguntó a Diógenes por qué estaba hurgando en la basura, él respondió: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los huesos de sus esclavos”.
Diógenes despreciaba la superficialidad y la hipocresía de los humanos y prefería la compañía de los perros. A menudo se le describía (de forma poco halagadora) como “el perro Diógenes”, pero lo tomaba como un cumplido y decía: “Soy el perro Diógenes. Acaricio a los que son amables, ladro a los codiciosos y muerdo a los sinvergüenzas”.
Un día del año 399 a. C., el filósofo Sócrates se presentó ante un jurado de 500 atenienses. Fue acusado de “negarse a reconocer a los dioses reconocidos por el Estado” y de “corromper a la juventud”.
El veredicto de culpabilidad podría significar la muerte. Después de seis horas de argumentos de Sócrates y sus acusadores, el jurado votó colocando discos de “culpable” o “no culpable” en una urna. El veredicto: culpable por 280 a 220.
Se pidió al jurado que decidiera sobre la pena de Sócrates, que según sus acusadores debería ser la pena de muerte. Cuando se le preguntó su opinión, Sócrates sugirió descaradamente que recibiera un salario del gobierno y cenas gratis por el resto de su vida. Su segunda sugerencia fue que pagara una pequeña multa.
Los atenienses no esperaban menos de Sócrates, un hombre ampliamente odiado por la ciudad-estado. Según Platón, su alumno y biógrafo, Sócrates se había convertido en el “tábano” de Atenas cuando el oráculo de Delfos supuestamente dijo que nadie era más sabio que él. Sócrates molestaba regularmente a sus conciudadanos: enfurecía a la polis, la comunidad política, al criticar la democracia, un sistema político inventado en Atenas; y avergonzaba a la gente con su método socrático de interrogatorio, que invariablemente exponía la ignorancia. Sócrates también estuvo asociado con los Treinta Tiranos, que habían derrocado brevemente al gobierno ateniense.
Pero ahora Sócrates estaba a punto de recibir su merecido.
Su sentencia fue la ejecución, que sería administrada bebiendo una copa de cicuta. Platón no estuvo presente en la ejecución, pero su Fedón la recuerda por los relatos de testigos presenciales que le contaron.
Esto es lo que sucedió después de que Sócrates bebiera el veneno:
“Sócrates caminó hasta que dijo que sus piernas se estaban volviendo pesadas, cuando se acostó boca arriba, como le indicó el asistente. Este tipo lo palpó y luego, un momento después, volvió a examinar sus pies y piernas. Apretando un pie con fuerza, preguntó. él si sentía algo. Sócrates dijo que no. Hizo lo mismo con sus pantorrillas y, subiendo más arriba, nos mostró que se estaba poniendo frío y rígido. Luego lo palpó por última vez y dijo eso cuando el veneno alcanzó el corazón, se habría ido. Cuando la sensación de frío le llegó a la cintura, Sócrates se descubrió la cabeza (se había puesto algo encima) y dijo sus últimas palabras: “Critón, debemos un gallo a Asclepio. No te olvides de pagar la deuda” (1) al cabo de un rato dio un ligero revuelo, y el celador lo descubrió y le examinó los ojos. Entonces Critón vio que estaba muerto, le cerró la boca y los párpados.
Así termina el relato de uno de los envenenamientos más famosos de la historia, y con él de Sócrates, el padre de la filosofía occidental.
(1) Estas palabras pueden parecer extrañas, pero en realidad son una referencia a una tradición griega en la que se ofrecía un gallo en sacrificio como agradecimiento por la curación de una enfermedad.
Nuestra forma de actuar con los demás hace que, muy a menudo, seamos capaces de dañar y molestar a las personas que son parte de nuestro día a día, esas que nos rodean y mismo aquellas nos importan.
Los siguientes comportamientos, de naturaleza tóxica, son los que debemos evitar y, de así hacerlo, evitaremos que los demás se alejen de nuestra vida.
En primer lugar el que nos victimicemos es una postura tóxica que nos mantiene atados; la auto victimización hace que nos creamos ser una víctima de las circunstancias y, por ello, creer que no tenemos poder sobre nuestra vida. Debemos ser conscientes de esta toxicidad y darnos cuenta de que somos más poderosos de lo que inicialmente se pensaba.
Otro comportamiento tóxico es envidiar a los demás. Es mucha la gente que, en lugar centrarse en los logros personales, mira los logros de los demás. Nuestra vida es diferente a la de los demás; seamos conscientes de ello… No permitamos que la envidia se apodere de nosotros.
Los pensamientos negativos de aquellas personas que permanentemente traman y/o consideran ese tipo de pensamiento, y exclaman acerca de las terribles cosas que han sucedido, o que podrían suceder, es una actitud obsesiva. Son las que se niegan a ver las enseñanzas positivas que se puede aprender de lo acontecido y, obstinadamente, se niegan a ver el lado positivo de la vida. Ellas están enfrascadas en una mentalidad negativa, no queriendo dejar de lado la negatividad. Este tipo de personas son de las más duras que tenemos a nuestro alrededor.
Muy a menudo, nos tomamos las cosas demasiado en serio; las cosas nos las tomamos de manera muy personal y, con ello, la tristeza, la decepción y el dolor se presentan en nuestras vidas. Tengamos en cuenta que lo que se dice de nosotros, evidencian más a las personas que de nosotros. Que no nos falte de autocontrol emocional. No seamos como aquellas personas que en todo momento pierden la calma, que son emocionales en exceso y buscan alguna ayuda externa para obtener el control sobre las emociones, tratando de entender la angustia interior que les invade; la raíz del porqué escapan lágrimas o se estalla en ira sobre un pequeño problema.
Dejar ir lo que nos duele, lo que representa para nosotros alguna pérdida es, posiblemente, una de las lecciones más difíciles de la vida; pero, muchas veces, dejar ir es el camino más saludable para seguir adelante. El cambio nunca viene fácil y que retiremos esos pensamientos tóxicos del pasado ayudan, como también el poder liberarnos de esas cosas que alguna vez significaron mucho para nosotros. Dejar ir al dolor y a la pérdida es un trabajo duro, toma un tiempo; pero, al final, sí que vale la pena.
Es agotador estar rodeado de personas que necesita constantemente la validación de otros; es un tipo de gente que tienen la necesidad de validación constante. Las personas que necesitan de una aprobación constante nos quitan energía y son tóxicas.
Otro comportamiento tóxico que existe es la crueldad, siendo éste uno de los mayores; es debido a la falta de empatía, compasión o bien preocupación por los demás. La falta de compasión y empatía surge de la insensibilidad, del sólo hecho de hacer daño a la gente por el mero hecho de hacerlo… Encontremos la compasión en nuestro corazón.
Juzgar a las personas, emitir un juicio superficial acerca de los demás, si bien resulta fácil, nuestra percepción pudo basarse en lo que el individuo nos ha mostrado tal vez en función del dolor o de su tensión interior; o tal vez, por lo que se vieron obligados a mostrarnos. Seamos conscientes que cuando alguien trata de hacer sufrir a otra, por lo general esta actitud se deba a que las primeras sufren profundamente dentro de sí mismos… Es mejor dejarles, salvo que podamos ayudarles.
Evitemos el engaño; los atajos morales, o bien las trampas, son elecciones que a veces hacemos. La integridad es nuestro valor y es la esencia del éxito. Hagamos lo correcto… Luchemos por ser honesto con nosotros mismo y con los demás. Porque, si tenemos éxito por haber hecho una trampa a alguien que podría haberlo merecido con razón, estamos siendo deshonestos.
Por último; la perfección nos impide experimentar que la vida es una jornada continua en un cambio y evolución constante. Eliminemos el perfeccionismo en nuestra vida; porque ser un perfeccionista obstinado no es nada bueno. Dejemos de buscar el trabajo perfecto, la casa perfecta, el amante perfecto o el amigo.
Con mente abierta y paciencia, esa búsqueda, con el tiempo, puede hacer de ese trabajo imperfecto se convierta en uno gratificante, que una casa pueda reconvertirse en un hogar confortable; y, por qué no, ese amigo imperfecto llegue a convertirse en un hombro para nosotros en el que podamos apoyarnos constantemente.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
El mito parece existir en muchas culturas gracias a que muchas personas en todo el mundo vieron algo como esto.
Se puede ver una tortuga mordedora saliendo de su hibernación. Durante su sueño, se cubrió de barro del que luego comenzó a crecer vegetación. Desde el punto de vista de algún anciano transeúnte, hay un ambiente completamente diminuto simplemente caminando.
Se expande esa idea.
¿Saben los pequeños insectos que viven en la hierba que viven en el lomo de una tortuga gigante?
¿Será posible, entonces, que exista una tortuga tan grande que todo este mundo descanse sobre ella?
No se cree que la gente moderna es tan especial que sólo nosotros somos capaces de realizar una extrapolación creativa.
El mundo en el lomo de una tortuga parecía haber sido un mito plausible en ese momento para explicar muchos aspectos de cómo surgió nuestro mundo y su aparentemente lento movimiento bajo el sol, la luna y las estrellas.
Cuando queremos hablar sobre el perdón, es difícil comenzar a hacerlo sin definir a esta palabra que, posiblemente, la usamos al menos una vez en el día… Pero, ¿realmente sabemos perdonar?
Perdonar es un proceso personal, es una decisión consciente y voluntaria y, al tomarla, nos permite liberarnos de ésos sentimientos negativos tales como dolor, resentimiento, enojo, rencor. El perdón nos libera, por lo que, cuando perdonamos, nos beneficiamos enormemente.
No son pocos los que creen que la mayor dificultad o reto que una persona tiene que enfrentar, es la de perdonar a los que les ofenden, hieren, o bien les hacen pasar un mal rato. Pero, contrariamente a lo que se piensa, lo difícil es perdonarse a uno mismo; lo fácil es perdonar al otro. El perdonar es un proceso de comienza en nuestro corazón y, teniendo en claro esto, si se comienza a trabajar el perdón de uno, se puede perdonar a otros. Cuando nos hemos perdonado nosotros, no nos es difícil perdonar a los demás porque se puede ofrecer al otro ese mismo regalo para uno mismo; porque, si es posible ver nuestra propia alma limpia, también será posible ver la del otro. Y, contrariamente, si no nos es posible retirar la culpa de nuestro interior, y de la vergüenza de nuestro corazón, esto hará prácticamente complicado conseguir que perdonemos a los demás… El “yo te perdono, pero no olvido”, tiene muy poco que ver con este razonamiento. El querer perdonar a otros sin antes perdonarnos a nosotros mismos es un proceso contrario a la lógica ya que, la mayoría, no quieren ser perdonados; al punto que algunos se niegan a creer que sean culpables… Seguimos queriendo de acceder al perdón sin que esto sea causa del verdadero problema. Así como son muchas las personas que se sienten culpables de todo y que frecuentemente están pidiendo perdón por todo, están lo que se niegan. ¿Nos ha pasado que alguna vez hemos tratado de perdonar a alguien que no se siente ni cree culpable? Tarea difícil, orillando lo imposible, porque por más que uno intente de hacerle ver el hecho, no lo reconocerá, no aceptará su culpabilidad porque su ego no le dejará hacerlo.
Si nos damos cuenta de que somos nosotros los que necesitan el perdón, podremos pedir a otros que nos perdonen, ya que “hemos puesto los caballos delante el carro” y así poder seguir avanzando. Podremos ser perdonados por cientos de personas, inclusos por rabinos y sacerdotes; pero esto muy poco importa si antes no nos hemos perdonado. El perdón, como proceso en nosotros mismos, es algo que funciona y nos trae grandes beneficios.
Entendamos que perdonar significa saber que hay otras opciones diferentes a mantener el dolor y el resentimiento y que ambas, juntas o separadas, nos provoca daño. En el proceso de perdonar, cuando elegimos la opción de hacerlo, lo haremos estando perdonados nosotros mismos, poniendo a Dios mismo como sanador.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
La vida, esa vieja prostituta que se vende al mejor postor, hoy no puede vanagloriarse con el precio de su paquete de venta libre al público. Las circunstancias cambiaron, un proxeneta sin raza, idioma, ni religión le salió al cruce de sus caprichos y le complicó su negocio. Él, llegó un día muy callado, no sé si la vida lo vio venir, cuando se dio cuenta ya se había instalado en su territorio, un cabaret asociado con otra vieja buscona de fría osamenta vestida de negro, pero, esta no vendía placeres sino tristezas. Sin embargo, nadie podía impedir que hiciera su trabajo. La humanidad debió aceptar verlas imponiendo su profesión, hasta que un día un grupo de humanos decidió luchar por su derecho de elegir con cuál de las dos hacer mejores migas. Se reunieron en territorio neutral, sólo invitaron a los duendes de la sabiduría, le plantearon el propósito que los guiaba y les pidieron ayuda. Quedaron sorprendidos, los duendes sabios, venían vestidos como astronautas, traían en sus espaldas mochilas que entregaron a los humanos, y les dijeron: antes de comenzar deben vestirse para la ocasión – obedecieron silenciosamente -. Se sentaron haciendo un círculo y comenzó la tertulia. Luego de horas de conceptos, exposiciones, intercambios científicos, humanitarios, psicológicos, decidieron que a quién debían combatir era al proxeneta, y hacer que se retirara del ruedo. Llegaron a un acuerdo y comenzaron la búsqueda del susodicho mientras se posesionaban en los frentes de batalla que esparcieron por el mundo. Grupos de espionaje, detectives secretos y todos los preparados para el caso comenzaron a buscarlo, mientras en los seminarios de los duendes de la sabiduría, la ciencia y la tecnología realizaban intercambios científicos, conocimientos, experiencias, conclusiones, en busca de la pócima que lo obligara a fracasar en su misión. Decidieron que las dos mujeres eran necesarias, por lo que trataron de llegar a un acuerdo con ellas y permitirles hacer su tarea sin interrumpir la faena del otro. Aceptaron por unanimidad. El proxeneta aún sigue agazapado en su escondite dando batalla desde las sombras, porfiado, asesino y cambiando como el camaleón según la ocasión. Por si alguien lo ve, lleva en vestimenta invisible escrito su sobrenombre, “COVID”, avisen inmediatamente a los que están vestidos de astronautas. Se lo recompensará con vacunas en todo el mundo. Y no se olviden, que el malvado tiene poca vida ya que el dueño de la vida, siempre nos está regalando una esperanza.Despleguemos las ventanas y dejemos entrar al futuro que en poco tiempo va a blanquear la escarcha de la salvación sobre los pastos de todo el orbe. Y aún en la soledad de un retiro obligado, en medio de la oscuridad, del yermo y del silencio, siempre brotara algo nuevo. Busquemos a la Mujer de la luz, en la oración permanente, sin temer la adversidad que al proxeneta le queda poca vida y será capturado sin recompensa alguna.
Un notable grupo de personas, caminaban por la Ruta 666, hacia el Norte, me acerqué a uno de ellos y le pregunté, hacia dónde van? No sé, – me contestó -, va uno adelante y nosotros lo seguimos. Bueno, le dije, difícil que lleguen al destino, si no conocen la meta de llegada. La Ruta 666, se corta en un bosque y hay que atravesarlo, para seguir, bueno les digo, aquí tienen un hacha, para cortar leña, hace frío a la noche en el bosque. Me respondieron, no gracias, veremos si hay leña cortada… Entonces decidí seguirlos para ver que hacían. A la salida del bosque, y continuando con la Ruta 666, a un costado, corría un río. Les dije, aquí tienen unas cañas, creo que hay muchos peces en este río, si tienen hambre, pueden pescarlos y comerlos. Preferimos el pescado, a las cañas, bueno está bien, les contesté y por ahí se escuchó una voz, que decía: sí, pero el pescado que nos dan es “pescado podrido”, no importa, le contestaron, lo lavamos con lavandina y se le va el olor. Bueno, siguieron caminando y llegaron a una pradera, el que iba adelante, era JUAN GRABOIS, que les dijo, “aquí tienen la tierra, las herramientas y las semillas, lo que cosechen es para Uds. Se reunieron y al rato dijeron, “ya está, hagamos el loteo y vendemos la nueva Villa”.
En ese momento hice la siguiente reflexión, que razón tuvo mi hermano el psicólogo, que me dijo: Walter eres un Buenudo, mezcla de Bueno y Boludo, fueron tantos años de poner esfuerzos, tiempo, dinero y sobre todo expectativas para que la gente viva mejor y se ubique en una Sociedad más Justa y Solidaria, al divino gas, para quien o quienes?
Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y su esposa abriendo un paquete. Pensó luego, qué tipo de comida podía haber allí. Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera (Trampa para Ratones). Fue corriendo al patio de la Granja a advertir a todos:
“¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!” La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo: “Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en nada, no me incomoda”.
El ratón fue hasta el cordero y le dice: “¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!” … “Discúlpeme Sr. Ratón, más no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.”
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo ¿Pero acaso, estoy en peligro? Pienso que no, concluyó la vaca.
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una cobra venenosa. La cobra picó a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre.
Todo el mundo sabe que para alimentar alguien con fiebre, nada mejor que una sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral
“La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo si no le prestas atención … piénsalo dos veces”
Colaboración: MARCO ACUÑA De: Lic. Francisco Scolaro
Esta historia la leí y la copié para todos los Presos Políticos, espero que sirva de algo
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Por ARIEL VALDIVIEZO
Un orador popular comenzó seminario con un billete de $ 50. Una multitud de 200 personas se había reunido para escucharlo hablar. Él preguntó: “¿a quién le gustaría este billete de $ 50?” Las 200 manos subieron.
Él dijo: “Voy a dar estos $ 50 a uno de ustedes, pero primero déjenme hacer esto”. Arrugó el billete.
Luego preguntó si alguien todavía lo quería y todas las 200 manos se dispararon nuevamente.
“Bueno, ¿y si hago esto?”, Respondió. Luego dejó caer el billete en el suelo y lo pisoteó con sus zapatos. Lo levantó y mostró a la multitud. El billete estaba arrugado y sucio.
“¿Ahora quién todavía lo quiere?” Todas las manos todavía se levantaron.
“Amigos, acabo de mostrarles una lección muy importante. Sin importar lo que le hice a este dinero, todavía lo querían porque no disminuía en valor. Todavía eran $ 50. Muchas veces en nuestras vidas, la vida nos arruina y nos clava en la tierra. Tomamos malas decisiones o tenemos que enfrentar circunstancias desafortunadas. Nos sentimos completamente sin valor. Pero no importa lo que haya sucedido o lo que sucederá, nunca perderás tu valor. ¡Nunca olvides eso!”
Es común conciliar la actitud de las personas con su contenido existencial, y eso suele ser el más trágico de los errores, ya que si desde la teoría del conocimiento, somos al mismo tiempo sujeto cognoscente y objeto conocido, o sea aprehendido en la línea del mensaje y los sentidos en un efecto material, nuestra diatriba se escabulle en torno a una entelequia disléxica.
En buen romance, no todo lo que brilla es oro, ni tampoco el barro es fango, ni el rango un medio calibrador del valor y garantías del continente especulativo del hombre, dispuesto para la acción.
La falla, suele presentarse, precisamente en la observación, o desmedida, por aquello de imprudente como por ajena a los sentidos más serios de la correcta cosmovisión de la realidad y el entorno en el que este parado el observador y el observado.
Y entramos en la muy kantiana duda, que de su método hirsuto que sin complejos ni pelos en la lengua, genera presupuestos a defender cual tesis doctoral ante la enjundia de la Asamblea de Catedráticos de la muy Sublime Academia de la Lengua Docta y Castellana, pues los hombres son en sí mismo , todo duda y ausencia de lógica.
Ello pues acuden presurosos a la más rancia y putrefacta crítica mal parida, de engendros descreídos de los grandes del pensamiento, hasta llegar al docto Tomas de Aquino (1225-1274) que inmortaliza en la Summa Theologicae (las 5 vías del conocimiento de Dios) un atrevimiento, tan lúdico como impresionantemente científico contra gentiles y agnósticos de desafortunada ventura, pero en franco convite al Conocimiento del Alfa y Omega.
Y ese es el camino del meollo de la cuestión, el aislamiento del hombre frente al conocimiento, frente a la cultura del descubrimiento de su esencia es decir su SER, y la proyección finisecular para sí y para su prójimo, mas allá de toda creencia religiosa, filosófica o histórica. Esta la auténtica presencia de lo trascendente en la interioridad, para curar su propia naturaleza mezquina y encubierta por boatos y carcazas espurias.
El SER, es un patrimonio intrínseco de cada uno, es univoco, trascendente, inmaterial y cultivable, pero no confundible, ni con el temperamento, el carácter ni la personalidad. Esta más allá incluso del “demiurgo de cada uno”. Pero el SER no asumido, es consumido, por la inercia del despropósito eufemístico del disvalor mundano y material. Fuegos fatuos de honores y entorchados, símbolos de la exterioridad, iluminarias de la quejumbrosa oscuridad interior del pensamiento y la conciencia, embrutecida por el paganismo de la banalidad.
La ausencia de esencia producida, trabajada y aquilatada en consistencia, es motivo doloroso de permanente incertidumbre, en el insolvente y depresivo hombre que virtualizó un aparente SER, que al término de sus días, siempre le reclama la falta de decoro introspectivo y mucho apego por lucimiento externo y no sobre su señorío sino sobre el conjunto externo, sobre “los demás” , de los que además “reclama” el mérito de la hazaña del desvelo de su entrega.
Es más grave el autoconvencimiento de las bondades personales, alimentadas por los juegos oníricos intrínsecamente enancados en fantasías de complejos infantiles no resueltos o ignoradas travesuras pretendidamente, ocultadas en compulsas en la soledad imaginativa del tomo o me voy o tomo y dejo. Y en la insalubre decisión de la ventaja personal por sobre la del prójimo cercano conocido o lejano no conocido, pero que la megalomanía lo llevan a ejercer su influjo mesiánico y depredador.
Nada de lo que expresa es factor de propiedad exclusiva de unos y no de otros, el baluarte del SER, es recóndito, complejo y sustantivo. Es el UNO, quizás más que el Yo y el Ello.
Metafísicamente hablando el SER es en tanto ES. Y en esta escuálida frase desde Parménides a Aristóteles batallaron para dar sentido al hombre Real, con un Ética, en materia de forma de vida, costumbre y relación acorde a pautas de convivencia.
Es decir, que la cultura básica, del respeto en nuestra interioridad y en la relación no impositiva en el contexto grupal. Puede ser altamente positivo, formativo, y fortalecedor del vínculo del mensaje a la hora del Conocimiento, o sea de la relación entre Sujeto y Objeto y en la mutación vía “feedback”- estableciéndose el necesario mensaje que es el factor ineludible de la comunicación.
De allí al buen entendimiento, y la buena convivencia, es vale; lo duro, como de lo sublime a lo ridículo…un paso. O sea, es posible concluir que si consolidamos el SER, podemos CONOCER y desalojar la negatividad, la agresividad, el resentimiento anodino, la bravuconada jerárquica, el endiosamiento de las fantasías celosas o nacidas del chisme o la envidia. Es decir malogrando aquello que se puede anidar NO BUENO, para HACER CRECER LO REALMENTE BUENO y contagioso.
Los tiempos, parecen enseñorearse, en reclamarnos, un paso más allá del tiempo recorrido, pues siempre existe un momento para la reflexión, y la comunicación interactiva y profunda con el propio SER, mucho más allá de la verdad metafísica que es donde está la VERDAD, camino de la PAZ, EL AMOR Y LA LIBERTAD.
¿Somos realmente tan importantes?
◘
Por Mara Souto.
Con 8 mil millones de personas en la Tierra, es fácil sentir que somos apenas una mota en un mar de humanidad. ¿Alguien se da cuenta? ¿Importan nuestras acciones? Nuestras historias, pensamientos y vidas personales pueden parecer desaparecer en el ruido de fondo de miles de millones de otras personas. Pero esa es solo una forma de verlo.
He aquí otra: cada uno de nosotros es el centro de su propio universo. Piénselo. Para las personas cercanas a nosotros (nuestros amigos, familia y comunidad) somos cruciales. No somos solo una cara más en la multitud. Nos conocen, se preocupan por nosotros y sentirían nuestra ausencia si no estuviéramos allí. ¿Y qué pasa con los extraños? Incluso una pequeña interacción (una sonrisa, una breve conversación) puede afectar el día de alguien. La idea de que somos insignificantes solo funciona si pensamos que el valor se mide por meros números. Pero ¿lo es?
También hay una forma científica de verlo. En cada una de esas 8 mil millones de mentes, solo hay un “tú”. Nadie más tiene tus experiencias, recuerdos o pensamientos exactos. Eso te hace irreemplazable. Claro, 8 mil millones suena mucho, pero no hace que la realidad de ninguna persona sea menos significativa.
¿Y qué pasa con el impacto? ¿Podría una persona realmente marcar la diferencia? Absolutamente. Pensemos en inventores, artistas o activistas que han cambiado el curso de la historia. Si bien no todos tendrán un impacto tan amplio, cada persona aún contribuye a la historia humana más grande a su manera.
Los filósofos también han lidiado con esto. Jean-Paul Sartre sostuvo que nuestra existencia precede a nuestra esencia, lo que significa que definimos nuestra propia importancia a través de nuestras elecciones. Entonces, ¿realmente importa cuántas personas hay? Los filósofos estoicos sugieren que nuestra importancia no tiene que ver con nuestro alcance global, sino que radica en nuestro sentido de propósito y las vidas que afectamos directamente.
Entonces, ¿qué significa todo esto? Puede que seamos pequeñas partes de un rompecabezas enorme, pero eso no hace que nuestra pieza sea menos esencial. Nuestras experiencias, relaciones y contribuciones individuales son todas importantes. Se trata de encontrar el sentido y el propósito de nuestra propia vida y, al mismo tiempo, reconocer nuestro lugar en el panorama general.
¿Te sientes insignificante? Todo es cuestión de perspectiva. En la gran escala cósmica, podemos parecer pequeños, pero en la red de conexiones humanas, cada uno de nosotros es único e irreemplazable. Nuestra importancia no se define por los números, sino por las vidas que tocamos y las decisiones que tomamos.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 3, 2024
El filósofo sarcástico
♣
Por Julie Moncada.
Diógenes fue un filósofo griego antiguo conocido por burlarse de la gente.
Después de observar a un arquero errar su objetivo una y otra vez con sus flechas, Diógenes fue y se sentó junto a él, afirmando que era el lugar más seguro para sentarse.
En otra ocasión, Diógenes vio al hijo de una prostituta arrojando piedras a la multitud. Se acercó al niño y le susurró: “Cuidado hijo, no le pegues a tu padre”.
En otro caso, cuando Diógenes pidió monedas de limosna, un hombre que pasaba dijo: “Sí, si puedes persuadirme”. Diógenes respondió: “Si hubiera podido persuadirte, te habría persuadido de que te ahorcaras”.
Diógenes tampoco era un gran admirador de Sócrates y Platón, llegando incluso a llevar comida a sus conferencias , comer y hablar en voz alta para distraer a los oyentes. Cuando Alejandro Magno preguntó a Diógenes por qué estaba hurgando en la basura, él respondió: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los huesos de sus esclavos”.
Diógenes despreciaba la superficialidad y la hipocresía de los humanos y prefería la compañía de los perros. A menudo se le describía (de forma poco halagadora) como “el perro Diógenes”, pero lo tomaba como un cumplido y decía: “Soy el perro Diógenes. Acaricio a los que son amables, ladro a los codiciosos y muerdo a los sinvergüenzas”.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 15, 2024
SENTENCIANDO A SÓCRATES
♦
Por Darcy O’Brien.
Un día del año 399 a. C., el filósofo Sócrates se presentó ante un jurado de 500 atenienses. Fue acusado de “negarse a reconocer a los dioses reconocidos por el Estado” y de “corromper a la juventud”.
El veredicto de culpabilidad podría significar la muerte. Después de seis horas de argumentos de Sócrates y sus acusadores, el jurado votó colocando discos de “culpable” o “no culpable” en una urna. El veredicto: culpable por 280 a 220.
Se pidió al jurado que decidiera sobre la pena de Sócrates, que según sus acusadores debería ser la pena de muerte. Cuando se le preguntó su opinión, Sócrates sugirió descaradamente que recibiera un salario del gobierno y cenas gratis por el resto de su vida. Su segunda sugerencia fue que pagara una pequeña multa.
Los atenienses no esperaban menos de Sócrates, un hombre ampliamente odiado por la ciudad-estado. Según Platón, su alumno y biógrafo, Sócrates se había convertido en el “tábano” de Atenas cuando el oráculo de Delfos supuestamente dijo que nadie era más sabio que él. Sócrates molestaba regularmente a sus conciudadanos: enfurecía a la polis, la comunidad política, al criticar la democracia, un sistema político inventado en Atenas; y avergonzaba a la gente con su método socrático de interrogatorio, que invariablemente exponía la ignorancia. Sócrates también estuvo asociado con los Treinta Tiranos, que habían derrocado brevemente al gobierno ateniense.
Pero ahora Sócrates estaba a punto de recibir su merecido.
Su sentencia fue la ejecución, que sería administrada bebiendo una copa de cicuta. Platón no estuvo presente en la ejecución, pero su Fedón la recuerda por los relatos de testigos presenciales que le contaron.
Esto es lo que sucedió después de que Sócrates bebiera el veneno:
“Sócrates caminó hasta que dijo que sus piernas se estaban volviendo pesadas, cuando se acostó boca arriba, como le indicó el asistente. Este tipo lo palpó y luego, un momento después, volvió a examinar sus pies y piernas. Apretando un pie con fuerza, preguntó. él si sentía algo. Sócrates dijo que no. Hizo lo mismo con sus pantorrillas y, subiendo más arriba, nos mostró que se estaba poniendo frío y rígido. Luego lo palpó por última vez y dijo eso cuando el veneno alcanzó el corazón, se habría ido. Cuando la sensación de frío le llegó a la cintura, Sócrates se descubrió la cabeza (se había puesto algo encima) y dijo sus últimas palabras: “Critón, debemos un gallo a Asclepio. No te olvides de pagar la deuda” (1) al cabo de un rato dio un ligero revuelo, y el celador lo descubrió y le examinó los ojos. Entonces Critón vio que estaba muerto, le cerró la boca y los párpados.
Así termina el relato de uno de los envenenamientos más famosos de la historia, y con él de Sócrates, el padre de la filosofía occidental.
(1) Estas palabras pueden parecer extrañas, pero en realidad son una referencia a una tradición griega en la que se ofrecía un gallo en sacrificio como agradecimiento por la curación de una enfermedad.
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Junio 5, 2024
HAY QUE APARTARSE DE ESTOS COMPORTAMIENTOS TÓXICOS QUE DAÑOS NOS HACEN
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Por Claudio Valerio.
Nuestra forma de actuar con los demás hace que, muy a menudo, seamos capaces de dañar y molestar a las personas que son parte de nuestro día a día, esas que nos rodean y mismo aquellas nos importan.
Los siguientes comportamientos, de naturaleza tóxica, son los que debemos evitar y, de así hacerlo, evitaremos que los demás se alejen de nuestra vida.
En primer lugar el que nos victimicemos es una postura tóxica que nos mantiene atados; la auto victimización hace que nos creamos ser una víctima de las circunstancias y, por ello, creer que no tenemos poder sobre nuestra vida. Debemos ser conscientes de esta toxicidad y darnos cuenta de que somos más poderosos de lo que inicialmente se pensaba.
Otro comportamiento tóxico es envidiar a los demás. Es mucha la gente que, en lugar centrarse en los logros personales, mira los logros de los demás. Nuestra vida es diferente a la de los demás; seamos conscientes de ello… No permitamos que la envidia se apodere de nosotros.
Los pensamientos negativos de aquellas personas que permanentemente traman y/o consideran ese tipo de pensamiento, y exclaman acerca de las terribles cosas que han sucedido, o que podrían suceder, es una actitud obsesiva. Son las que se niegan a ver las enseñanzas positivas que se puede aprender de lo acontecido y, obstinadamente, se niegan a ver el lado positivo de la vida. Ellas están enfrascadas en una mentalidad negativa, no queriendo dejar de lado la negatividad. Este tipo de personas son de las más duras que tenemos a nuestro alrededor.
Muy a menudo, nos tomamos las cosas demasiado en serio; las cosas nos las tomamos de manera muy personal y, con ello, la tristeza, la decepción y el dolor se presentan en nuestras vidas. Tengamos en cuenta que lo que se dice de nosotros, evidencian más a las personas que de nosotros. Que no nos falte de autocontrol emocional. No seamos como aquellas personas que en todo momento pierden la calma, que son emocionales en exceso y buscan alguna ayuda externa para obtener el control sobre las emociones, tratando de entender la angustia interior que les invade; la raíz del porqué escapan lágrimas o se estalla en ira sobre un pequeño problema.
Dejar ir lo que nos duele, lo que representa para nosotros alguna pérdida es, posiblemente, una de las lecciones más difíciles de la vida; pero, muchas veces, dejar ir es el camino más saludable para seguir adelante. El cambio nunca viene fácil y que retiremos esos pensamientos tóxicos del pasado ayudan, como también el poder liberarnos de esas cosas que alguna vez significaron mucho para nosotros. Dejar ir al dolor y a la pérdida es un trabajo duro, toma un tiempo; pero, al final, sí que vale la pena.
Es agotador estar rodeado de personas que necesita constantemente la validación de otros; es un tipo de gente que tienen la necesidad de validación constante. Las personas que necesitan de una aprobación constante nos quitan energía y son tóxicas.
Otro comportamiento tóxico que existe es la crueldad, siendo éste uno de los mayores; es debido a la falta de empatía, compasión o bien preocupación por los demás. La falta de compasión y empatía surge de la insensibilidad, del sólo hecho de hacer daño a la gente por el mero hecho de hacerlo… Encontremos la compasión en nuestro corazón.
Juzgar a las personas, emitir un juicio superficial acerca de los demás, si bien resulta fácil, nuestra percepción pudo basarse en lo que el individuo nos ha mostrado tal vez en función del dolor o de su tensión interior; o tal vez, por lo que se vieron obligados a mostrarnos. Seamos conscientes que cuando alguien trata de hacer sufrir a otra, por lo general esta actitud se deba a que las primeras sufren profundamente dentro de sí mismos… Es mejor dejarles, salvo que podamos ayudarles.
Evitemos el engaño; los atajos morales, o bien las trampas, son elecciones que a veces hacemos. La integridad es nuestro valor y es la esencia del éxito. Hagamos lo correcto… Luchemos por ser honesto con nosotros mismo y con los demás. Porque, si tenemos éxito por haber hecho una trampa a alguien que podría haberlo merecido con razón, estamos siendo deshonestos.
Por último; la perfección nos impide experimentar que la vida es una jornada continua en un cambio y evolución constante. Eliminemos el perfeccionismo en nuestra vida; porque ser un perfeccionista obstinado no es nada bueno. Dejemos de buscar el trabajo perfecto, la casa perfecta, el amante perfecto o el amigo.
Con mente abierta y paciencia, esa búsqueda, con el tiempo, puede hacer de ese trabajo imperfecto se convierta en uno gratificante, que una casa pueda reconvertirse en un hogar confortable; y, por qué no, ese amigo imperfecto llegue a convertirse en un hombro para nosotros en el que podamos apoyarnos constantemente.
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Mayo 28, 2024
El mundo en el lomo de una tortuga
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Por Tully Chapman.
El mito parece existir en muchas culturas gracias a que muchas personas en todo el mundo vieron algo como esto.
Se puede ver una tortuga mordedora saliendo de su hibernación. Durante su sueño, se cubrió de barro del que luego comenzó a crecer vegetación. Desde el punto de vista de algún anciano transeúnte, hay un ambiente completamente diminuto simplemente caminando.
Se expande esa idea.
¿Saben los pequeños insectos que viven en la hierba que viven en el lomo de una tortuga gigante?
¿Será posible, entonces, que exista una tortuga tan grande que todo este mundo descanse sobre ella?
No se cree que la gente moderna es tan especial que sólo nosotros somos capaces de realizar una extrapolación creativa.
El mundo en el lomo de una tortuga parecía haber sido un mito plausible en ese momento para explicar muchos aspectos de cómo surgió nuestro mundo y su aparentemente lento movimiento bajo el sol, la luna y las estrellas.
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Mayo 24, 2024
APRENDIENDO A PERDONAR
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Por Claudio Valerio.
Cuando queremos hablar sobre el perdón, es difícil comenzar a hacerlo sin definir a esta palabra que, posiblemente, la usamos al menos una vez en el día… Pero, ¿realmente sabemos perdonar?
Perdonar es un proceso personal, es una decisión consciente y voluntaria y, al tomarla, nos permite liberarnos de ésos sentimientos negativos tales como dolor, resentimiento, enojo, rencor. El perdón nos libera, por lo que, cuando perdonamos, nos beneficiamos enormemente.
No son pocos los que creen que la mayor dificultad o reto que una persona tiene que enfrentar, es la de perdonar a los que les ofenden, hieren, o bien les hacen pasar un mal rato. Pero, contrariamente a lo que se piensa, lo difícil es perdonarse a uno mismo; lo fácil es perdonar al otro.
El perdonar es un proceso de comienza en nuestro corazón y, teniendo en claro esto, si se comienza a trabajar el perdón de uno, se puede perdonar a otros. Cuando nos hemos perdonado nosotros, no nos es difícil perdonar a los demás porque se puede ofrecer al otro ese mismo regalo para uno mismo; porque, si es posible ver nuestra propia alma limpia, también será posible ver la del otro. Y, contrariamente, si no nos es posible retirar la culpa de nuestro interior, y de la vergüenza de nuestro corazón, esto hará prácticamente complicado conseguir que perdonemos a los demás… El “yo te perdono, pero no olvido”, tiene muy poco que ver con este razonamiento.
El querer perdonar a otros sin antes perdonarnos a nosotros mismos es un proceso contrario a la lógica ya que, la mayoría, no quieren ser perdonados; al punto que algunos se niegan a creer que sean culpables… Seguimos queriendo de acceder al perdón sin que esto sea causa del verdadero problema. Así como son muchas las personas que se sienten culpables de todo y que frecuentemente están pidiendo perdón por todo, están lo que se niegan. ¿Nos ha pasado que alguna vez hemos tratado de perdonar a alguien que no se siente ni cree culpable? Tarea difícil, orillando lo imposible, porque por más que uno intente de hacerle ver el hecho, no lo reconocerá, no aceptará su culpabilidad porque su ego no le dejará hacerlo.
Si nos damos cuenta de que somos nosotros los que necesitan el perdón, podremos pedir a otros que nos perdonen, ya que “hemos puesto los caballos delante el carro” y así poder seguir avanzando. Podremos ser perdonados por cientos de personas, inclusos por rabinos y sacerdotes; pero esto muy poco importa si antes no nos hemos perdonado.
El perdón, como proceso en nosotros mismos, es algo que funciona y nos trae grandes beneficios.
Entendamos que perdonar significa saber que hay otras opciones diferentes a mantener el dolor y el resentimiento y que ambas, juntas o separadas, nos provoca daño. En el proceso de perdonar, cuando elegimos la opción de hacerlo, lo haremos estando perdonados nosotros mismos, poniendo a Dios mismo como sanador.
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Mayo 20, 2024
EL PROXENETA BUSCADO
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La vida, esa vieja prostituta que se vende al mejor postor, hoy no puede vanagloriarse con el precio de su paquete de venta libre al público. Las circunstancias cambiaron, un proxeneta sin raza, idioma, ni religión le salió al cruce de sus caprichos y le complicó su negocio. Él, llegó un día muy callado, no sé si la vida lo vio venir, cuando se dio cuenta ya se había instalado en su territorio, un cabaret asociado con otra vieja buscona de fría osamenta vestida de negro, pero, esta no vendía placeres sino tristezas. Sin embargo, nadie podía impedir que hiciera su trabajo. La humanidad debió aceptar verlas imponiendo su profesión, hasta que un día un grupo de humanos decidió luchar por su derecho de elegir con cuál de las dos hacer mejores migas. Se reunieron en territorio neutral, sólo invitaron a los duendes de la sabiduría, le plantearon el propósito que los guiaba y les pidieron ayuda. Quedaron sorprendidos, los duendes sabios, venían vestidos como astronautas, traían en sus espaldas mochilas que entregaron a los humanos, y les dijeron: antes de comenzar deben vestirse para la ocasión – obedecieron silenciosamente -. Se sentaron haciendo un círculo y comenzó la tertulia. Luego de horas de conceptos, exposiciones, intercambios científicos, humanitarios, psicológicos, decidieron que a quién debían combatir era al proxeneta, y hacer que se retirara del ruedo. Llegaron a un acuerdo y comenzaron la búsqueda del susodicho mientras se posesionaban en los frentes de batalla que esparcieron por el mundo. Grupos de espionaje, detectives secretos y todos los preparados para el caso comenzaron a buscarlo, mientras en los seminarios de los duendes de la sabiduría, la ciencia y la tecnología realizaban intercambios científicos, conocimientos, experiencias, conclusiones, en busca de la pócima que lo obligara a fracasar en su misión. Decidieron que las dos mujeres eran necesarias, por lo que trataron de llegar a un acuerdo con ellas y permitirles hacer su tarea sin interrumpir la faena del otro. Aceptaron por unanimidad. El proxeneta aún sigue agazapado en su escondite dando batalla desde las sombras, porfiado, asesino y cambiando como el camaleón según la ocasión. Por si alguien lo ve, lleva en vestimenta invisible escrito su sobrenombre, “COVID”, avisen inmediatamente a los que están vestidos de astronautas. Se lo recompensará con vacunas en todo el mundo. Y no se olviden, que el malvado tiene poca vida ya que el dueño de la vida, siempre nos está regalando una esperanza. Despleguemos las ventanas y dejemos entrar al futuro que en poco tiempo va a blanquear la escarcha de la salvación sobre los pastos de todo el orbe. Y aún en la soledad de un retiro obligado, en medio de la oscuridad, del yermo y del silencio, siempre brotara algo nuevo. Busquemos a la Mujer de la luz, en la oración permanente, sin temer la adversidad que al proxeneta le queda poca vida y será capturado sin recompensa alguna.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
María Isabel Clausen – Escritora Argentina
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Mayo 14, 2024
REFLEXIONES DE UN BUENUDO*
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Un notable grupo de personas, caminaban por la Ruta 666, hacia el Norte, me acerqué a uno de ellos y le pregunté, hacia dónde van? No sé, – me contestó -, va uno adelante y nosotros lo seguimos. Bueno, le dije, difícil que lleguen al destino, si no conocen la meta de llegada. La Ruta 666, se corta en un bosque y hay que atravesarlo, para seguir, bueno les digo, aquí tienen un hacha, para cortar leña, hace frío a la noche en el bosque. Me respondieron, no gracias, veremos si hay leña cortada… Entonces decidí seguirlos para ver que hacían. A la salida del bosque, y continuando con la Ruta 666, a un costado, corría un río. Les dije, aquí tienen unas cañas, creo que hay muchos peces en este río, si tienen hambre, pueden pescarlos y comerlos. Preferimos el pescado, a las cañas, bueno está bien, les contesté y por ahí se escuchó una voz, que decía: sí, pero el pescado que nos dan es “pescado podrido”, no importa, le contestaron, lo lavamos con lavandina y se le va el olor. Bueno, siguieron caminando y llegaron a una pradera, el que iba adelante, era JUAN GRABOIS, que les dijo, “aquí tienen la tierra, las herramientas y las semillas, lo que cosechen es para Uds. Se reunieron y al rato dijeron, “ya está, hagamos el loteo y vendemos la nueva Villa”.
En ese momento hice la siguiente reflexión, que razón tuvo mi hermano el psicólogo, que me dijo: Walter eres un Buenudo, mezcla de Bueno y Boludo, fueron tantos años de poner esfuerzos, tiempo, dinero y sobre todo expectativas para que la gente viva mejor y se ubique en una Sociedad más Justa y Solidaria, al divino gas, para quien o quienes?
Cordialmente
Walter A. Gazza
www.intercambiolibretei.com.ar
*BUENUDO: Dícese de la persona que tiene una bondad extrema, la cual lo lleva a convertirse en un poco tonto a los ojos de otros.
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Septiembre 11, 2019
EL RATÓN Y LA RATONERA
REFLEXIÓN DE LA VIDA REAL
Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y su esposa abriendo un paquete. Pensó luego, qué tipo de comida podía haber allí. Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera (Trampa para Ratones). Fue corriendo al patio de la Granja a advertir a todos:
“¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!” La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo: “Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en nada, no me incomoda”.
El ratón fue hasta el cordero y le dice: “¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!” … “Discúlpeme Sr. Ratón, más no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.”
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo ¿Pero acaso, estoy en peligro? Pienso que no, concluyó la vaca.
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una cobra venenosa. La cobra picó a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre.
Todo el mundo sabe que para alimentar alguien con fiebre, nada mejor que una sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral
“La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo si no le prestas atención … piénsalo dos veces”
Colaboración: MARCO ACUÑA De: Lic. Francisco Scolaro
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Abril 8, 2019
El valor de una persona.
Esta historia la leí y la copié para todos los Presos Políticos, espero que sirva de algo
Por ARIEL VALDIVIEZO
Un orador popular comenzó seminario con un billete de $ 50. Una multitud de 200 personas se había reunido para escucharlo hablar. Él preguntó: “¿a quién le gustaría este billete de $ 50?” Las 200 manos subieron.
Él dijo: “Voy a dar estos $ 50 a uno de ustedes, pero primero déjenme hacer esto”. Arrugó el billete.
Luego preguntó si alguien todavía lo quería y todas las 200 manos se dispararon nuevamente.
“Bueno, ¿y si hago esto?”, Respondió. Luego dejó caer el billete en el suelo y lo pisoteó con sus zapatos. Lo levantó y mostró a la multitud. El billete estaba arrugado y sucio.
“¿Ahora quién todavía lo quiere?” Todas las manos todavía se levantaron.
“Amigos, acabo de mostrarles una lección muy importante. Sin importar lo que le hice a este dinero, todavía lo querían porque no disminuía en valor. Todavía eran $ 50. Muchas veces en nuestras vidas, la vida nos arruina y nos clava en la tierra. Tomamos malas decisiones o tenemos que enfrentar circunstancias desafortunadas. Nos sentimos completamente sin valor. Pero no importa lo que haya sucedido o lo que sucederá, nunca perderás tu valor. ¡Nunca olvides eso!”
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Septiembre 5, 2018
Ser
Por VGM Dr. Carlos del Señor Hidalgo Garzón
MÁS ALLÁ DE LA VERDAD METAFÍSICA
Es común conciliar la actitud de las personas con su contenido existencial, y eso suele ser el más trágico de los errores, ya que si desde la teoría del conocimiento, somos al mismo tiempo sujeto cognoscente y objeto conocido, o sea aprehendido en la línea del mensaje y los sentidos en un efecto material, nuestra diatriba se escabulle en torno a una entelequia disléxica.
En buen romance, no todo lo que brilla es oro, ni tampoco el barro es fango, ni el rango un medio calibrador del valor y garantías del continente especulativo del hombre, dispuesto para la acción.
La falla, suele presentarse, precisamente en la observación, o desmedida, por aquello de imprudente como por ajena a los sentidos más serios de la correcta cosmovisión de la realidad y el entorno en el que este parado el observador y el observado.
Y entramos en la muy kantiana duda, que de su método hirsuto que sin complejos ni pelos en la lengua, genera presupuestos a defender cual tesis doctoral ante la enjundia de la Asamblea de Catedráticos de la muy Sublime Academia de la Lengua Docta y Castellana, pues los hombres son en sí mismo , todo duda y ausencia de lógica.
Ello pues acuden presurosos a la más rancia y putrefacta crítica mal parida, de engendros descreídos de los grandes del pensamiento, hasta llegar al docto Tomas de Aquino (1225-1274) que inmortaliza en la Summa Theologicae (las 5 vías del conocimiento de Dios) un atrevimiento, tan lúdico como impresionantemente científico contra gentiles y agnósticos de desafortunada ventura, pero en franco convite al Conocimiento del Alfa y Omega.
Y ese es el camino del meollo de la cuestión, el aislamiento del hombre frente al conocimiento, frente a la cultura del descubrimiento de su esencia es decir su SER, y la proyección finisecular para sí y para su prójimo, mas allá de toda creencia religiosa, filosófica o histórica. Esta la auténtica presencia de lo trascendente en la interioridad, para curar su propia naturaleza mezquina y encubierta por boatos y carcazas espurias.
El SER, es un patrimonio intrínseco de cada uno, es univoco, trascendente, inmaterial y cultivable, pero no confundible, ni con el temperamento, el carácter ni la personalidad. Esta más allá incluso del “demiurgo de cada uno”. Pero el SER no asumido, es consumido, por la inercia del despropósito eufemístico del disvalor mundano y material. Fuegos fatuos de honores y entorchados, símbolos de la exterioridad, iluminarias de la quejumbrosa oscuridad interior del pensamiento y la conciencia, embrutecida por el paganismo de la banalidad.
La ausencia de esencia producida, trabajada y aquilatada en consistencia, es motivo doloroso de permanente incertidumbre, en el insolvente y depresivo hombre que virtualizó un aparente SER, que al término de sus días, siempre le reclama la falta de decoro introspectivo y mucho apego por lucimiento externo y no sobre su señorío sino sobre el conjunto externo, sobre “los demás” , de los que además “reclama” el mérito de la hazaña del desvelo de su entrega.
Es más grave el autoconvencimiento de las bondades personales, alimentadas por los juegos oníricos intrínsecamente enancados en fantasías de complejos infantiles no resueltos o ignoradas travesuras pretendidamente, ocultadas en compulsas en la soledad imaginativa del tomo o me voy o tomo y dejo. Y en la insalubre decisión de la ventaja personal por sobre la del prójimo cercano conocido o lejano no conocido, pero que la megalomanía lo llevan a ejercer su influjo mesiánico y depredador.
Nada de lo que expresa es factor de propiedad exclusiva de unos y no de otros, el baluarte del SER, es recóndito, complejo y sustantivo. Es el UNO, quizás más que el Yo y el Ello.
Metafísicamente hablando el SER es en tanto ES. Y en esta escuálida frase desde Parménides a Aristóteles batallaron para dar sentido al hombre Real, con un Ética, en materia de forma de vida, costumbre y relación acorde a pautas de convivencia.
Es decir, que la cultura básica, del respeto en nuestra interioridad y en la relación no impositiva en el contexto grupal. Puede ser altamente positivo, formativo, y fortalecedor del vínculo del mensaje a la hora del Conocimiento, o sea de la relación entre Sujeto y Objeto y en la mutación vía “feedback”- estableciéndose el necesario mensaje que es el factor ineludible de la comunicación.
De allí al buen entendimiento, y la buena convivencia, es vale; lo duro, como de lo sublime a lo ridículo…un paso. O sea, es posible concluir que si consolidamos el SER, podemos CONOCER y desalojar la negatividad, la agresividad, el resentimiento anodino, la bravuconada jerárquica, el endiosamiento de las fantasías celosas o nacidas del chisme o la envidia. Es decir malogrando aquello que se puede anidar NO BUENO, para HACER CRECER LO REALMENTE BUENO y contagioso.
Los tiempos, parecen enseñorearse, en reclamarnos, un paso más allá del tiempo recorrido, pues siempre existe un momento para la reflexión, y la comunicación interactiva y profunda con el propio SER, mucho más allá de la verdad metafísica que es donde está la VERDAD, camino de la PAZ, EL AMOR Y LA LIBERTAD.