El 2 de junio de 1919, un anarquista militante llamado Carlo Valdinoci hizo estallar la fachada de la casa del recién nombrado Fiscal General A. Mitchell Palmer en Washington, D.C., y se hizo volar a sí mismo en el proceso cuando la bomba explotó demasiado pronto.
Un joven Franklin y Eleanor Roosevelt, que vivían al otro lado de la calle, también se vieron afectados por la explosión. El atentado con bomba fue solo uno de una serie de ataques coordinados ese día contra jueces, políticos, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y otras personas en ocho ciudades de todo el país. Un mes antes, los radicales también habían enviado bombas al alcalde de Seattle y a un senador de los Estados Unidos, y habían volado las manos de la empleada doméstica del senador.Al día siguiente, un empleado de correos de la ciudad de Nueva York interceptó 16 paquetes más dirigidos a líderes políticos y empresariales, incluido John D. Rockefeller.
Ya era una época de gran ansiedad en Estados Unidos, impulsada por una ola mortal de gripe pandémica, la revolución bolchevique en Rusia y la subsiguiente y exagerada “pánico rojo”, y huelgas laborales a veces violentas en todo el país. La nación exigía una respuesta a los atentados, y el Fiscal General, que tenía la mirada puesta en la Casa Blanca en 1920, estaba dispuesto a complacerla. Palmer creó una pequeña división para reunir información sobre la amenaza radical y puso a cargo a un joven abogado del Departamento de Justicia llamado J. Edgar Hoover.Hoover recopiló y organizó cada fragmento de información recopilada por la Oficina de Investigación (el predecesor del FBI) y por otras agencias para identificar a los anarquistas con más probabilidades de estar involucrados en actividades violentas.
Mientras tanto, el joven Buró siguió investigando a los responsables de los atentados. Más tarde, ese mismo otoño, el Departamento de Justicia comenzó a arrestar, en virtud de leyes recientemente aprobadas como la Ley de Sedición, a presuntos radicales y extranjeros identificados por el grupo de Hoover, incluidos los conocidos líderes Emma Goldman y Alexander Berkman.En diciembre, con gran fanfarria pública, varios radicales fueron embarcados en un barco apodado por la prensa el “Arca Roja” o “Arca Soviética” y deportados a Rusia. En ese momento, sin embargo, la política, la inexperiencia y la reacción exagerada pudieron con el Fiscal General Palmer y su departamento.
Hoover, con el apoyo de Palmer y la ayuda del Departamento de Trabajo, comenzó a planificar una redada masiva de radicales. A principios de enero de 1920, los planes estaban listos.El departamento organizó redadas simultáneas en las principales ciudades, y se pidió a la policía local que arrestara a miles de presuntos anarquistas.Pero las “redadas Palmer” que siguieron se convirtieron en una pesadilla, caracterizada por la mala comunicación, la mala planificación y la falta de información sobre quiénes debían ser los objetivos y cuántas órdenes de arresto serían necesarias.Se cuestionó la constitucionalidad de toda la operación, y Palmer y Hoover fueron duramente criticados por el plan y por sus esfuerzos excesivamente entusiastas en materia de seguridad interna. Las “redadas Palmer” ciertamente no fueron un punto positivo para el joven FBI, pero sí le permitieron adquirir una valiosa experiencia en investigaciones sobre terrorismo y trabajo de inteligencia y aprender lecciones importantes sobre la necesidad de proteger las libertades civiles y los derechos constitucionales.
El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, reaccionó este viernes a las palabras de Joe Biden, que comparó su propio reciente discurso del Estado de la Unión con el que pronunció en enero de 1941 el entonces presidente Franklin Roosevelt.
“Esa es una comparación regular. Evidentemente no a su favor”, escribió Medvédev en su cuenta oficial de X. “En primer lugar, pese a que Roosevelt era un hombre enfermo en silla de ruedas, sacó a Estados Unidos de la Depresión; Biden, por otro lado, es un individuo loco y con discapacidad mental que se propuso arrastrar a la humanidad al infierno”, afirmó.
“En segundo lugar, Roosevelt, junto con sus aliados, incluida la URSS, luchó por la paz; sin embargo, Biden está intentando activa y persistentemente iniciar la Tercera Guerra Mundial. En tercer lugar, Roosevelt luchó contra los fascistas, pero Biden está luchando por ellos”, sigue la comparación de Medvédev.R
“¡Él es la desgracia de Estados Unidos!”, concluyó el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia.
En su discurso, Joe Biden recordó que, “en enero de 1941, el presidente Franklin Roosevelt vino a esta cámara para hablarle a la nación”. “Dijo: ‘Me dirijo a ustedes en un momento sin precedentes en la historia de la Unión'”, explicó el mandatario.
Según sus palabras, “el propósito del presidente Roosevelt era despertar al Congreso y alertar al pueblo estadounidense de que ese no era un momento cualquiera”.
“Esta noche vengo a la misma cámara para dirigirme a la nación. Ahora somos nosotros quienes afrontamos un momento sin precedentes en la historia de la Unión. Y sí, mi propósito esta noche es despertar a este Congreso y alertar al pueblo estadounidense de que este tampoco es un momento cualquiera”, concluyó.
Cuando Frances Perkins era niña, preguntó a sus padres por qué la gente buena podía ser pobre. Su padre le dijo que no se preocupara por esas cosas y que los pobres eran pobres porque eran holgazanes y bebían. Finalmente, fue al Mount Holyoke College y se especializó en física. En su último semestre, tomó una clase de historia económica estadounidense y recorrió las fábricas a lo largo del río Connecticut para ver las condiciones laborales. Ella estaba horrorizada. Finalmente, en lugar de enseñar hasta casarse, obtuvo una maestría en trabajo social de la Universidad de Columbia. En 1910, Perkins se convirtió en secretario ejecutivo de la Liga de Consumidores de la ciudad de Nueva York. Hizo campaña a favor de normas sanitarias para las panaderías, protección contra incendios para las fábricas y legislación para limitar la jornada laboral de mujeres y niños en las fábricas a 54 horas semanales. Trabajó principalmente en Albany, la capital del estado de Nueva York. Aquí se hizo amiga de políticos y aprendió a hacer lobby.
El 25 de marzo de 1911, Frances estaba tomando el té con unos amigos cuando oyeron camiones de bomberos. Corrieron para ver qué estaba pasando y fueron testigos de uno de los peores desastres laborales en la historia de Estados Unidos. El incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist fue devastador y mató a 146 personas, en su mayoría mujeres jóvenes y niñas. Frances observó cómo las escaleras de incendios se derrumbaban y las escaleras de los bomberos no podían llegar a las mujeres atrapadas por las llamas. Vio a 47 trabajadores saltar a la muerte desde los pisos 8 y 9.
Es conmovedor que apenas un año antes estas mismas mujeres y niñas habían luchado y ganado la semana laboral de 54 horas y otros beneficios que Frances había defendido. Estas mujeres no fueron sólo víctimas trágicas, sino también heroínas de la fuerza laboral. Frances en ese momento decidió asegurarse de que sus muertes significaran algo.
Se formó un comité para estudiar reformas en materia de seguridad en las fábricas y Perkins se convirtió en secretario. El grupo se ocupó no sólo de la seguridad contra incendios, sino también de todos los demás problemas de salud que se les ocurrieron. Perkins, en ese momento un respetado perito, ayudó a redactar el conjunto de leyes más completo sobre salud y seguridad en el lugar de trabajo del país. Otros estados comenzaron a copiar las nuevas leyes de Nueva York para proteger a los trabajadores.
Perkins continuó trabajando en Nueva York durante décadas, hasta que el presidente electo Franklin D. Roosevelt en 1933 le pidió que se desempeñara como Secretaria de Trabajo. Ella se lo dijo sólo si él estaba de acuerdo con sus objetivos: semana laboral de 40 horas, salario mínimo, desempleo y compensación laboral, abolición del trabajo infantil, ayuda federal a los estados para el desempleo, Seguridad Social, un servicio federal de empleo revitalizado y salud universal. seguro. El acepto. De manera similar a lo que había trabajado en Nueva York, sus éxitos se convirtieron en el New Deal y cambiaron el país y a sus trabajadores para siempre.
Entonces, si bien es posible que no sepas su nombre, ciertamente conoces su legado.
En el Pacífico, a una invasión aliada de Filipinas en 1944 le siguieron la victoriosa batalla del golfo de Leyte y las costosas batallas de Iwo Jima y Okinawa en 1945. Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, y Japón se rindió el 2 de septiembre, fin de la guerra.
Estados Unidos salió de la guerra con compromisos militares globales que incluían la ocupación de Alemania y Japón y la supervisión de los intereses aliados en las zonas liberadas. Casi 13 millones de estadounidenses vestían uniforme al final de la guerra; más de ocho millones eran soldados. Pero el impulso de seguir patrones pasados y desmantelar esta fuerza era fuerte. Las familias presionaron al gobierno para que “traiga a los niños a casa” y los soldados en el extranjero exigieron que se acelerara el proceso de separación. El monopolio estadounidense de la bomba atómica parecía proporcionar todo el poder que necesitaban los intereses de seguridad estadounidenses. Algunos defensores del poder aéreo incluso argumentaron que la bomba hizo que los ejércitos y las armadas quedaran obsoletos.
El presidente Roosevelt murió en abril de 1945, en vísperas de la victoria. El nuevo presidente, Harry S. Truman, y sus asesores intentaron resistir las presiones políticas para una desmovilización apresurada. Truman quería conservar un ejército de posguerra de 1,5 millones, una armada de 600.000 y una fuerza aérea de 400.000. Pero ni el Congreso ni el público estadounidense estaban dispuestos a sostener semejante fuerza. A los cinco meses de la victoria sobre Japón, se habían reclutado 8,5 millones de hombres y mujeres en servicio. En junio del año siguiente, sólo dos divisiones completas del ejército estaban disponibles para su despliegue en caso de emergencia. En 1947, el ejército contaba con apenas 700.000 efectivos, el sexto en tamaño entre los ejércitos del mundo.
Sin embargo, habían cambiado demasiado para que el Ejército volviera a su condición de pequeño e insular antes de la guerra. Millones de veteranos recuerdan ahora su servicio con orgullo. El comienzo de la Guerra Fría, especialmente el bloqueo de Berlín de 1948, enfatizó dramáticamente la necesidad de permanecer fuertes. El ejército se había entrelazado demasiado profundamente con la vida y la seguridad estadounidenses como para volver a reducirlo a una fuerza policial. Además, no estaba lejano el momento en que nuevos conflictos demostrarían los límites del poder atómico y probarían que las fuerzas terrestres eran tan necesarias como lo habían sido en el pasado.
La Segunda Guerra Mundial mató a más personas, involucró a más naciones y costó más dinero que cualquier otra guerra en la historia. Un total de 70 millones de personas sirvieron en las fuerzas armadas durante la guerra y 17 millones de combatientes murieron. Las muertes de civiles fueron aún más significativas. Al menos 19 millones de civiles soviéticos, 10 millones de chinos y 6 millones de judíos europeos murieron durante la guerra. La guerra le costó a Estados Unidos un millón de bajas y casi 400.000 muertes. Tanto en los asuntos internos como en los exteriores, sus consecuencias fueron de gran alcance. La guerra puso fin a la Gran Depresión y al desempleo y amplió dramáticamente la presencia del gobierno en la vida estadounidense.
En los Estados Unidos, el presidente actúa como jefe de estado y jefe de gobierno. Aunque el cargo otorga a su titular una enorme cantidad de poder, no le otorga la capacidad de promulgar leyes. A diferencia del primer ministro en un sistema parlamentario, el presidente estadounidense no necesita contar con una mayoría en la legislatura; de hecho, es común que una o ambas cámaras del Congreso estén controladas por el partido contrario. El Artículo I de la Constitución de los Estados Unidos especifica que “Todos los poderes legislativos aquí otorgados recaerán en el Congreso de los Estados Unidos”, y esta separación de poderes fue uno de los principios rectores de los redactores de la Constitución. Los poderes de la presidencia se definieron de manera mucho menos explícita, dejando a los titulares individuales la tarea de dar forma (y con frecuencia ampliar) el alcance de la autoridad presidencial.
En lugar de capacidades legislativas, los presidentes históricamente han utilizado órdenes ejecutivas para promover sus agendas políticas. Junto con las proclamaciones y los memorandos, las órdenes ejecutivas son las principales herramientas del presidente para la gestión y movilización de los vastos recursos del gobierno federal. En términos generales, las órdenes ejecutivas tienden a tener efectos más dramáticos y duraderos que las proclamaciones o los memorandos (las excepciones obvias son la Proclamación de Emancipación, la Proclamación de Neutralidad que efectivamente puso fin a la Alianza Franco-Americana y la Proclamación 4311, en la que Gerald Ford perdonó a Richard Nixon). ).
En la práctica, hay poca diferencia entre órdenes ejecutivas y proclamaciones más allá de las convenciones de estilo particulares de cada documento. Según la tradición, las órdenes ejecutivas cierran con el nombre del presidente, seguido de “La Casa Blanca” y la fecha en formato mes, día y año. Las proclamaciones concluyen con las palabras “En fe de ello, firmo la presente”, seguidas de la fecha y el año “de la Independencia de los Estados Unidos de América”, medido por el número de años transcurridos desde 1776.
Los críticos de las órdenes ejecutivas (típicamente miembros del partido contrario) a menudo caracterizan su uso como una elusión del proceso legislativo. En verdad, muchas de las miles de órdenes emitidas por presidentes desde George Washington se han referido a operaciones mundanas del poder ejecutivo. El uso de órdenes ejecutivas como instrumento político realmente despegó con Theodore Roosevelt, quien emitió más de 1.000 durante sus dos mandatos. Al asumir el cargo en los años más desesperados de la Gran Depresión, Franklin D. Roosevelt (FDR) emitió más de 3.700 órdenes ejecutivas, un total que excedía el de los siguientes 10 presidentes combinados. Entre las órdenes de FDR se encontraba la famosa Orden Ejecutiva 9066, que autorizó la reubicación forzosa y el internamiento de 120.000 estadounidenses de origen japonés.
El virulento antisemitismo del régimen nazi asomó su fea cabeza pocas semanas después de que Hitler se convirtiera en canciller en enero de 1933. En abril, el gobierno orquestó boicots a nivel nacional de las empresas judías. Los 600.000 judíos de Alemania comenzaron a considerar la posibilidad de emigrar, al igual que los judíos de los países vecinos que temían los objetivos expansionistas de Hitler. Las famosas Leyes de Nuremberg de 1935 despojaron a los judíos de su ciudadanía alemana. En 1938, la opresión era intensa, pero no fue fácil para los judíos salir. Y, por supuesto, lo peor del Holocausto no estaba lejos.
Un británico llamado Sir Nicholas Winton, un corredor de bolsa de Londres, logró que 669 niños judíos escaparan de Checoslovaquia antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939.
Cuando se asiste a conferencias sobre la Alemania Nazi, los miembros de la audiencia a menudo preguntan: “¿Por qué fue tan difícil para los judíos salir de la Europa de antes de la guerra cuando la opresión nazi era innegable?” Muchos factores influyeron: el antisemitismo en otras partes del mundo; ingenuidad sobre los objetivos finales de Hitler y los peligros reales que enfrentaban los judíos; y temores de lo que una gran afluencia de refugiados podría representar para las economías ya muy afectadas por la Gran Depresión, etc. Otro factor más fue el resultado de una reunión internacional conocida como la Conferencia de Evian.
Como iniciativa poco entusiasta del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt (FDR), representantes de 32 naciones se reunieron en un centro turístico en Evian, Francia, a principios de julio de 1938. ¿El único tema sobre la mesa? Qué hacer con cientos de miles de judíos que querían huir de los nazis. Desafortunadamente, FDR parecía más interesado en desviar la atención de las muy restrictivas políticas de inmigración de Estados Unidos que en resolver el problema.
Antes de la conferencia, el Departamento de Estado de FDR y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Neville Chamberlain en Gran Bretaña acordaron que no se abordarían dos cuestiones: una era el incumplimiento por parte de Estados Unidos de las cuotas de inmigración existentes. La otra era cualquier idea de que Palestina, entonces bajo administración británica, pudiera ser un destino para refugiados judíos. Los británicos no querían irritar a los árabes en Medio Oriente. FDR socavó aún más el potencial de la conferencia al enviar a un amigo de negocios como delegado de Estados Unidos en lugar de un funcionario gubernamental con credenciales diplomáticas. Mientras tanto, desde Berlín, Hitler hizo saber que si otros países aceptaran judíos, él los dejaría ir con gusto.
Durante nueve días en el Hotel Royal, los representantes en Evian expresaron su simpatía por la difícil situación de los refugiados, pero finalmente no llegaron a ningún acuerdo ni propuesta. De la Enciclopedia del Holocausto en línea del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos aprendemos esto:
En respuesta a Evian, el gobierno alemán pudo afirmar con gran placer lo “sorprendente” que era que países extranjeros criticaran a Alemania por su trato a los judíos, pero ninguno de ellos quiso abrirles las puertas cuando se le presentó la oportunidad.
En todo el mundo, un año antes incluso de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, las puertas se estaban cerrando a los refugiados judíos. Uno de los peores ejemplos fue la Unión Soviética de Stalin, cuya complicidad con Hitler para dividir Polonia resultó ser el catalizador de la guerra. Se negó a enviar delegados a la conferencia y también ordenó que todos los refugiados que huyeran de Alemania a la URSS fueran arrestados por espionaje.
Un rayo de esperanza que surgió durante el fiasco de Evian provino de una fuente improbable e inesperada: el gobierno del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana, una nación de sólo 1,6 millones de habitantes. Anunció que aceptaría hasta 100.000 refugiados judíos. Australia dijo que podría albergar 15.000 en un período de tres años. Pero eso fue todo.
Debido a las dificultades y los gastos que suponían los refugiados europeos, a menudo sin un centavo, para encontrar su camino a través del mundo hasta la República Dominicana, menos de mil terminaron estableciéndose allí antes de que estallara la guerra. Y no es probable que los motivos de Trujillo fueran estrictamente humanitarios (era uno de los tiranos más sanguinarios de la región); tal vez el gesto fue una medida de relaciones públicas o un intento de atraer dinero judío a la empobrecida isla.
En cualquier caso, es un homenaje al pueblo de República Dominicana que acogió a los judíos que llegaron allí. La mayoría se estableció en Sosúa, un pueblo costero en la costa norte. Casi de inmediato, formaron empresas productivas (una importante empresa de lácteos, en particular), algunas de las cuales todavía existen hoy. Apenas se percibía un olor a antisemitismo en la República Dominicana.
En octubre de 1941, informa el Museo del Holocausto de Estados Unidos, la población judía de Alemania ascendía a unas 163.000 personas y la mayoría de ellas fueron finalmente asesinadas en los años siguientes del régimen nazi.
La historia registra la conferencia de Evian como otro ejemplo de algo que los políticos cobardes y sin principios hacen todo el tiempo. Ante un problema grave, forman un comité, pronuncian discursos y, de lo contrario, se ponen a cubierto. Gracias a la República Dominicana, se salvaron cientos de vidas que de otro modo casi con seguridad se habrían perdido.
Conferencia del Grl Heriberto Justo Auel en el Círculo Militar.
Agosto de 2012
La valoración del Atlántico Sur a través del tiempo.
Los espacios geográficos particulares -en tanto y cuanto su posición relativa- cambian la valoración estratégica lo largo del tiempo según la evolución de la situación política internacional-regional que ocurre normalmente en las posguerras mundiales o imperiales, al ritmo de la evolución tecnológica -que siempre las acompaña- en un proceso de realineamientos y búsquedas de nuevos equilibrios, conducidos por el núcleo de poder triunfante.
El área del Atlántico Sur -y en particular las Is. Malvinas- ha tenido -alternativamente- valores diferenciados según las necesidades de las potencias hegemónicas emergentes que moderaron y moderan a las posguerras -a la nueva “Pax” durante el lapso de su dominio/influencia. Veamos:
En 1833, cuando Londres produce la usurpación de las Islas a través de un acto de violencia lo hace con una embarcación de bandera estadounidense, desplazando por la fuerza al gobierno y a la población argentinos hacia el continente y reemplazándolos por “ocupantes ingleses”, que hoy aspiran a su “autodeterminación”. En esa oportunidad el valor prioritario del área era “económico“: consolidar un punto de apoyo logístico para la flota comercial inglesa. La necesidad que impulsó la expansiva agresión respondía a un proyecto imperial, en tiempos de la talasocrática “Pax- Británica”. El Canal de Panamá recién se abriría en 1914.
En 1982, cuando el RU produce el “detonante de crisis” en las Is. Georgias -con un “incidente provocado”- comete una nueva agresión que -por un escalamiento imponderable- nos lleva a una “guerra limitada”, sorprendiendo al gobierno argentino que carecía de estructuras institucionales para enfrentar una negociación diplomática acompañada con una prueba de fuerza en el espacio delimitado por el agresor. En esa oportunidad los objetivos británicos en juego eran eminentemente “político-estratégicos“ en el escenario internacional de la lógica bipolar E-O. En 1982 EUA estaba en curso de reemplazo del concepto estratégico de la “mutuadestrucción asegurada” por el correspondiente a la “iniciativa de defensa estratégica” -IDE- y Malvinas cobraba en él un valor estratégico militar singular. El cierre de la base naval de EUA en Sud África, la necesidad de mantener los controles electrónicos en la “yugular del petróleo” y en el paso interoceánico austral -espacio llave éste último para lograr el seguimiento de la dispersión de los submarinos nucleares estratégicos- así lo exigía. Además, el presidente Reagan había resuelto redesplegar en Europa los misiles de corto y mediano alcance y M. Thatcher era la única líder europea que los admitía, desde una posición pre-electoral muy desfavorable. Era necesario un hecho socio-político trascendente -una victoria militar-, para sostenerla en el gobierno. Para ello se pensó en una provocación que escaló a una guerra limitada. Ésta que no resultó fácil, pero cumplió con su finalidad.
Era necesario desarrollar -dentro de la nueva opción estratégica IDE- en el área oceánica austral, pistas de aterrizaje alternativas para los servicios logísticos de las bases tácticas espaciales del nuevo sistema lasérico antimisiles. Ellas fueron establecidas en Mount Pleasant -en las Is. Malvinas- y en varias Islas del Atlántico y del Pacífico Sud, terminadas las operaciones en Puerto Argentino. Con anterioridad a estos hechos una Argentina autista presionaba en la Asamblea General de la ONU impulsada por “el silencio” británico, con su constante reclamo de soberanía sobre el Archipiélago Austral. En el ámbito de estos escenarios -internos y externos- el RU inicia la nueva agresión, como aliado privilegiado y “confiable” de EUA en el Atlántico Sur, impulsado y auxiliado desde Washington por un Grl de Cuatro Estrellas Haig -ex Cte de la NATO- en la Secretaria de Estado, en el período álgido que dio comienzo al abrupto final de la URSS que ocurrirá en 1989/91, por implosión.
En el año 2000 la situación estratégica mundial era otra, totalmente distinta. La guerra mundial -guerra fría- que duró cuarenta y tres años, había terminado hacía diez años. Aquella, como guerra imperial “diferente” -era la primera de la “era nuclear”-producía una posguerra también “muy diferente” e inauguraba la “Pax Global”, más conocida como “globalización planetaria”.Éste es un dato esencial para retener. En los primeros años de la posguerra fría -1989/91-2001- la valoración estratégica-militar del extremo sud-atlántico cayó verticalmente, al desaparecer la pugna E-O.
EUA ya no sufragaba el sostenimiento de su aliado privilegiado en la “colonia” austral. El Atlántico Sur cambia nuevamente de valoración: se revalúa económicamente y vuelve a ser una base logística antártica. Londres busca, en éste lapso -a partir de los recursos económicos vivos y mineros de la zona- una alternativa para sostenerse en éste espacio a un costo presupuestario aceptable. Actuó -en estos años- unilateralmente, para ampliar sus derechos en el mar, mientras la Argentina se alejaba de sus reclamos en la Asamblea General de la ONU, dejaba de lado los votos de los No Alineados, buscaba estérilmente una mejor relación con los “kelpers” y ahondaba las “relaciones carnales” con Washington.
Consecuentemente, la Argentina y el RU aumentaron el nivel de conflictos periféricos al de soberanía en razón de abusos de hecho y jurídicos unilaterales, de ingleses y de otros, observables en las contrataciones pesqueras y petroleras. Las primeras han traído gran perjuicio a los intereses argentinos en el mar y han satisfecho las preocupaciones presupuestarias de los isleños. Las segundas, que despertaban un interés económico mayor, quedaron relegadas momentáneamente por los descubrimientos de inmensas reservas petroleras en el Mar Caspio, a mucho menor costo. Londres inició la búsqueda -en la acelerada evolución de los acontecimientos- de una alternativa al petróleo que le permitiera permanecer en el área, continuar ignorando las resoluciones de la ONU -negándose a negociar con la Argentina y con ello manteniendo el “estado de guerra”- y preservar así sus aspiraciones geopolíticas, económicas y antárticas.
Para ello volvió a cabalgar las necesidades de Washington. El posicionamiento de China sobre el Canal de Panamá, en el Caribe y en la Orinoquia y la fuerte tendencia al desarrollo de los “carriers” para el transporte marítimo, volvieron a valorizar a las Is. Malvinas desde el punto de vista del apoyo económico-logístico frente al paso interoceánico y a las Is. Georgias, frente a sus intereses en la Antártida. La Base Aérea de Mount Pleasant en la posguerra de 1982, es un indudable instrumento asignado a estos nuevos valores. Es así como llegamos a la situación que analizaremos en el próximo punto.
En el 2012: terminada la posguerra fría el 11S01 -con los ataques terroristas dentro de EUA- se inicia una nueva guerra mundial. Termina el tiempo de la “estrategia de ladisuasión” y regresa el de la “estrategia de la acción”. Un enemigo “no estatal”, “sin rostro”, demuestra que no es disuadible: se inmola. Ya ha transcurrido una década y los focos de ésta guerra -que ha tomado el nombre de “guerra contraterrorista global” – han evolucionado en su naturaleza, en sus formas y sobre la geografía.
Los estrategas teóricos la califican como guerras de “Cuarta y Quinta Generación” y para Iberoamérica Holsty las designa “dela tercera especie”, por sus particularidades. Su epicentro geográfico, hasta hoy, ha sido el Gran Medio Oriente. Sin embargo abarca al planeta y sorprende permanentemente, por sus dinámicas redes. A la crisis cultural del Occidente Cristiano en su núcleo fundacional europeo, se le ha sumado -como una de sus consecuencias- la crisis financiera del 2008 que está afectando a la economía internacional. Éste último fenómeno se constituye, en los días que corren, en un verdadero catalizador de la guerra contraterrorista global.
El RU, abarcado por los graves problemas que transita la UE, particularmente en su integración, ha resuelto apartarse de la Europa continental. Como ha sido su actitud histórica, se siente hoy nuevamente “fuera y sobre Europa” y como viene ocurriendo desde la GMI -1914/1918- se apoya en el “cachorro anglo-sajón americano”. Como lo hizo en tiempos de nuestra independencia, a puesto sus ojos en Iberoamérica como espacio de expansión de sus negocios. Además de las visitas del primer ministro inglés a Brasil y a Chile, recientemente, tiene en el Atlántico Sur un espacio que puede aprovechar con mucha mayor autonomía, pues las circunstancias internacionales en curso le otorgan otra vez, al Atlántico Sur, una singular importancia Estratégica y Económica, ahora combinadas.
El terrorismo y si su intervención aumentara en el Gran Medio Oriente -como ya lo hizo en Libia- es consciente de que se constituirá nuevamente en un blanco fácil de las facciones enfrentadas en los fundamentalismos musulmanes, presentes en gran número en las más importantes ciudades británicas a través de la inmigración de las últimas décadas. El comercio con el continente se resiente progresivamente, por varias razones. Al liderazgo político se le hace necesario exhibir una bandera que llame a la unidad nacional. No es extraño que Cameron y algunos de sus almirantes “faroleen” con destructores, submarinos y príncipes, desafiando a la Argentina, un país desarmado, que fue tildado de “colonialista” en la Cámara de los Comunes. Grave error sería tomar en serio a ese faroleo. Es el momento adecuado para que los argentinos -también en crisis interna- reflexionen que no se puede desarrollar una política exterior sin FFAA. El desarme argentino lleva casi treinta años. Una eventual recuperación de la Defensa Nacional tardará años. Pareciera que nuestros dirigentes ignoran que la principal misión de las FFAA es la de dar soporte a la Política Exterior y a la vez promocionar a la economía y si se nos impone la guerra: ganarla. En su actual estadio la Argentina, además de prudencia, tendría que demostrar alguna cuota de inteligencia.
Buenos Aires ha rechazado recientemente en Mar del Plata el ingreso al ALCA. EUA -consecuentemente- ha resuelto llamar a los países del Pacífico y conformar con ellos un importante mercado. Esos pasos están en plena ejecución. La maniobra está acompañada por el Pentágono, que ha trasladado un importante poder de fuego hacia el Oeste pues se prevén allí a los nuevos conflictos. La importancia de la confluencia oceánica, al Sur del Cabo de Hornos, cobra nuevamente valor estratégico. En estos días, al recalentarse la situación en el Estrecho de Ormuz, estamos observando la fluidez de movimientos navales entre el Pacífico, el Atlántico y el Índico.
Los Actores Interactuantes en el Atlántico Sur en el 2012.
UU. -como única superpotencia militar actual- en función de sus intereses globales y regionales declarados, es el principal actor internacional en el Atlántico Sur. Retiene el absoluto control electrónico del área. Su histórica relación con el RU se renueva hoy por las razones ya anotadas, recobrando el Atlántico Sur la importancia de los tiempos de la bipolaridad. La actividad financiera ilegal, en particular el lavado de dinero en los “paraísos fiscales” del Caribe que controla el RU, constituía un elemento de perturbación que está hoy cada vez más controlada internacionalmente, luego de la caída de Lehmann Brothers. La necesidad de trasladar el centro de gravedad de las preocupaciones estratégicas estadounidenses al Asia-Pacífico revaloriza al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. Esa es la razón del espaldarazo de la Secretaría de Estado al “aliado” RU, al negar la “militarización” del área que la Argentina esgrime ante el CS y la AG ONU. Simultáneamente Washington apela al latiguillo de que el conflicto por la soberanía es “un tema bilateral” y, como veremos más abajo, no es así. Hay una responsabilidad estadounidense que Washington no asume, en éste caso. Recordemos que en el derecho internacional “Pacta sunt servanda”.
Brasil mantiene aspiraciones de presencia hegemónica en el Atlántico Sur que debieran ser encauzadas en un “Acuerdo de Seguridad Colectiva y Defensa Común” con Buenos Aires, relacionando estrechamente los “nuevos riesgos y amenazas” posguerra fría y considerando también a la “Nueva Alianza Inter-Oceánica” (NAIO), propuesta por el Grl Div D. Carlos de Meira Mattos en función de la evolución estratégica en el Asia-Pacífico y en el dominio naval del Atlántico Sur, del Índico y del Pacífico Sur. Brasil es un “socio comercial” de la Argentina en el Mercosur, pero un “socio comercial” no es un “aliado estratégico”. Brasil, hoy “el único país emergente iberoamericano”, revistando con los “BRICS”, cuidará muy especialmente sus relaciones diplomáticas y comerciales con el mundo.
Chile ha logrado, merced a la resolución del conflicto por el Canal de Beagle, presencia en el Atlántico Sur, con la cooperación de los EEUU. Ocupa el Cabo de Hornos. En el proceso de integración económico-comercial Mercosur ha ingresado tibiamente, sin comprometerse, como mero observador. Su secular e histórica relación con el RU se transformó en colusión comprobada durante la Guerra del Atlántico Sur -1982- y ello le otorga la categoría de “aliado” del RU en la región. San Martín es considerado “Libertador” en Lima, pero no es así en Santiago. Con referencia a su actitud frente a EUA, su inserción está sufragada por el ingreso al ALCA, de la mano del gobierno socialista del presidente Lagos. En Ago 12, un Oficial Superior chileno comanda un ejercicio naval gigantesco en el Pacífico, el RIMPAC 2012, con su puesto de mando en el portaviones NIMITZ, de EUA.
El RU, en su repliegue pos imperial hacia las Islas Británicas, ha negociado con los países ocupados por su expansión colonial canjeando soberanía por todo aquello que le fue posible, en orden a paliar su decadencia y obtener las máximas ventajas que la situación actual le admite, ya sean económicas, financieras, estratégicas o políticas. En el caso de las Is. del Atlántico Sur se ha negado permanentemente a negociar, a pesar de las Resoluciones de la AG ONU. Esa actitud evidencia una firme voluntad de mantener un “estado de guerra” con la Argentina, que queda demostrado en los hechos. Frente al agravamiento de la crisis económica que padece desde el año 2008, ha resuelto expandir sus negocios petroleros sobre los espacios marítimos que se ha auto-asignado como propios, para lo cual ha reformulado recientemente el status de autonomía de los pobladores implantados en las Is., asumiendo su representación internacional y su defensa. En los próximos meses veremos las respuestas que el esfuerzo diplomático argentino puede lograr en la región, buscando una “solidaridad ideológica” que no hemos visto funcionar en los casos de Botnia o del gas boliviano. Creemos que en éste caso esa “lealtad” será exclusivamente retórica.
La Argentina mantiene con el RU una disputa -más que centenaria- de soberanía por las Islas usurpadas en 1833. Su permanente inestabilidad y discontinuidad política no ha logrado hacer cumplir las Resoluciones de la ONU, que obliga a los ingleses a negociar la soberanía. Su prolongada crisis interna, sus guerras recientes aun abiertas y una indisimulable decadencia institucional le han impedido el control de sus derechos en el mar. En los últimos 30 años el PBI chileno creció 15 veces, el brasileño diez y el argentino solo el 3,3. Estos datos se traducen en una realidad regional que contiene aquella frase final que Ferns nos dedica en su libro “La Argentina”: … “la Argentina seguirá siendo amiga de todos y aliada de nadie”. Hoy nuestro país debería entender que está solo, en dramática soledad estratégica, en el Atlántico Sur.
En síntesis, la difícil situación que enfrenta Occidente en el curso de la actual guerra mundial, ha revalorizado estratégicamente al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. EUA necesita en el área “aliados” confiables para el comando naval permanente del área. Chile ha avanzado desde el Canal de Beagle hacia el Oeste en los últimos tiempos y tiene ahora presencia en el Atlántico. El RU -desde 1982- ha avanzado desde las Is. Malvinas hacia el Este y el Oeste y la Argentina carece de poder naval para controlar su soberanía marítima y la proyección antártica. Nuestra zigzagueante Política Exterior, además de improvisada, carece de soporte de fuerza. Consecuentemente la debilidad estratégica nacional en el Atlántico Sur coloca a la Argentina en una posición significativamente desfavorable en el frente diplomático, agravado por el apoyo recibido desde algunos países sudamericanos adheridos a dictaduras enemigas de Occidente -por razones ideológicas- y a la presencia -en el área austral- de los “aliados” regionales del RU.
La Descolonización y la Islas Malvinas.
El 16 de Agosto de 1941, embarcados frente a las costas de Terranova, Roosevelt y Churchill firmaron la “Carta del Atlántico” cuyo tercer párrafo transcribimos a continuación:
“3. Estos países (EE.UU y RU) reconocen el derecho de todos los pueblos a elegir las formas de gobierno bajo las cuales han de vivir y formulan su firme propósito de devolver la autodeterminación de los derechos de soberanía a todas aquellas naciones a las que les hubieran sido arrebatados.”
En la “Carta del Atlántico” Roosevelt condicionaba su ingreso a la Segunda Guerra Mundial al cumplimiento de fuertes imposiciones al entonces vigente Imperio Británico y al status colonial europeo. Con éstos condicionamientos Churchill logrará “ganar la guerra y perderáel Imperio”, como lo señaló el Grl. Fuller en su conocida obra histórica. Se le exigía al RU la liberación de las colonias y ello se cumplirá a partir de 1945. Sin embargo, para algunas naciones -entre ellas la Argentina- quedó pendiente la “devolución de los derechos de soberanía…. que les hubieran sido arrebatadas”. Y, como ya señaláramos: “pacta sunt servanda”. EUA no debería seguir mirando hacia un costado. La embarcación que sirvió para el arrebato, tenía bandera estadounidense.
La “Carta del Atlántico” fue ratificada entre 1942 y 1945 por diecinueve países. Entre ellos, diez fueron Iberoamericanos. Luego la cláusula de marras ingresará al derecho internacional de posguerra, al incorporarse a la Carta de las Naciones Unidas y dará lugar a la existencia del Comité de Descolonización, hoy a punto de desactivarse. La República Argentina presentó constantemente en la ONU su reclamo por el caso “colonial”, que afecta a su soberanía en el Atlántico Sur y la comunidad internacional, por amplísima mayoría respondió, haciendo justicia en la Asamblea General, reconociendo el hecho de la usurpación y exigiendo al ex-imperio iniciar las negociaciones por la soberanía de las Islas. En esas votaciones EE.UU. -verdadero motor de la descolonización- normalmente se abstuvo. Los intereses estratégicos de EEUU en el Atlántico Sur durante la guerra fría eran superiores a sus principios liberales anticoloniales. El país reclamante de soberanía “no les era confiable”, frente a un “aliado comprobado”. Paradójicamente esta calificación de la posición de la Argentina no era la que correspondía a esa etapa de la GMII, en la que nuestro país se mantuvo más ligado a Londres que a Washington, como lo prueban las memorias de Churchill y de C. Hull. Pero la situación -desde 1947- había cambiado y los “intereses” también, mientras la Argentina continuaba siendo -en el 2012- “no confiable”.
La Situación Argentina desde la Posguerra Fría.
En la posguerra fría -1989/91-2001- nuestro país “por estado de necesidad” –como la realidad sufragó- luego de la derrota militar en el Atlántico Sur y de las hiperinflaciones, cerró el ciclo de su economía socialista -con constitución liberal- y de los golpes de estado cívico-militares -en el futuro estos fueron y probablemente seguirán siendo exclusivamente “cívicos”- Se “insertó” en el subcontinente sudamericano. Para ello “sobreactuó” y alcanzó -en breve plazo- un Acuerdo Regional Comercial, el “Mercosur” y el status de “Aliado Especial Extra-NATO” otorgado por Washington en reconocimiento al giro copernicano de su Política Exterior. En el año 2000 la Argentina había alcanzado una difícil situación política institucional que potenciaba la crisis socioeconómica de arrastre, ponía en serias dificultades la gobernabilidad y evidenciaba graves incongruencias y contradicciones en la coalición gobernante, que llegó a una irremediable caída. La Argentina ingresó a un retro populismo neo-marxista autodenominado “progresista” que, al enfrentar la dura realidad posterior al 2008 se encuentra -nuevamente- en proceso de autodestrucción. En esa situación el riesgo de tomar a la “causa nacional Malvinas” como tabla de salvación o cortina de humo, existe. En consideración a su actual aislamiento en el extremo austral, los daños que puede producir una falsa maniobra política pueden ser muy graves para el futuro sostenimiento de nuestros derechos de soberanía en el Atlántico Sur-Antártida.
Un posible modo de acción emergente de la crítica situación político-estratégica nacional, en el Año 2012.
La Argentina deberá reencontrar el curso de desarrollo que emprendió con éxito en el siglo XIX. Para ello será necesaria la recuperación de su identidad, plantear su reproyección enellargo plazo y entender la naturaleza de las circunstancias críticas que nos presenta el escenario internacional y regional, en las primeras décadas del siglo XXI.
No existen indicios de que algunas de las tres condiciones enunciadas estén siendo planteadas, discutidas o elaboradas por nuestras dirigencias. El “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” hace años que difunde su Plan Estratégico Nacional “La Segunda ArgentinaPosindustrial”, como base de un debate imprescindible que aun no se ha logrado. La alternativa al rumbo que llevamos no ha sido enunciada públicamente, no la conocemos. Esa es la raíz de la ansiedad que nos abarca.
Las redadas de Palmer
Ya era una época de gran ansiedad en Estados Unidos, impulsada por una ola mortal de gripe pandémica, la revolución bolchevique en Rusia y la subsiguiente y exagerada “pánico rojo”, y huelgas laborales a veces violentas en todo el país. La nación exigía una respuesta a los atentados, y el Fiscal General, que tenía la mirada puesta en la Casa Blanca en 1920, estaba dispuesto a complacerla. Palmer creó una pequeña división para reunir información sobre la amenaza radical y puso a cargo a un joven abogado del Departamento de Justicia llamado J. Edgar Hoover. Hoover recopiló y organizó cada fragmento de información recopilada por la Oficina de Investigación (el predecesor del FBI) y por otras agencias para identificar a los anarquistas con más probabilidades de estar involucrados en actividades violentas.
Mientras tanto, el joven Buró siguió investigando a los responsables de los atentados. Más tarde, ese mismo otoño, el Departamento de Justicia comenzó a arrestar, en virtud de leyes recientemente aprobadas como la Ley de Sedición, a presuntos radicales y extranjeros identificados por el grupo de Hoover, incluidos los conocidos líderes Emma Goldman y Alexander Berkman. En diciembre, con gran fanfarria pública, varios radicales fueron embarcados en un barco apodado por la prensa el “Arca Roja” o “Arca Soviética” y deportados a Rusia. En ese momento, sin embargo, la política, la inexperiencia y la reacción exagerada pudieron con el Fiscal General Palmer y su departamento.
PrisioneroEnArgentina.com
“Un individuo loco que se propuso arrastrar a la humanidad al infierno”
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El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, reaccionó este viernes a las palabras de Joe Biden, que comparó su propio reciente discurso del Estado de la Unión con el que pronunció en enero de 1941 el entonces presidente Franklin Roosevelt.
“Esa es una comparación regular. Evidentemente no a su favor”, escribió Medvédev en su cuenta oficial de X. “En primer lugar, pese a que Roosevelt era un hombre enfermo en silla de ruedas, sacó a Estados Unidos de la Depresión; Biden, por otro lado, es un individuo loco y con discapacidad mental que se propuso arrastrar a la humanidad al infierno”, afirmó.
“En segundo lugar, Roosevelt, junto con sus aliados, incluida la URSS, luchó por la paz; sin embargo, Biden está intentando activa y persistentemente iniciar la Tercera Guerra Mundial. En tercer lugar, Roosevelt luchó contra los fascistas, pero Biden está luchando por ellos”, sigue la comparación de Medvédev.R
“¡Él es la desgracia de Estados Unidos!”, concluyó el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia.
En su discurso, Joe Biden recordó que, “en enero de 1941, el presidente Franklin Roosevelt vino a esta cámara para hablarle a la nación”. “Dijo: ‘Me dirijo a ustedes en un momento sin precedentes en la historia de la Unión'”, explicó el mandatario.
Según sus palabras, “el propósito del presidente Roosevelt era despertar al Congreso y alertar al pueblo estadounidense de que ese no era un momento cualquiera”.
“Esta noche vengo a la misma cámara para dirigirme a la nación. Ahora somos nosotros quienes afrontamos un momento sin precedentes en la historia de la Unión. Y sí, mi propósito esta noche es despertar a este Congreso y alertar al pueblo estadounidense de que este tampoco es un momento cualquiera”, concluyó.
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Marzo 9, 2024
Un guerrero llamada Francis
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Por Rebecca Geronimo.
Cuando Frances Perkins era niña, preguntó a sus padres por qué la gente buena podía ser pobre. Su padre le dijo que no se preocupara por esas cosas y que los pobres eran pobres porque eran holgazanes y bebían. Finalmente, fue al Mount Holyoke College y se especializó en física. En su último semestre, tomó una clase de historia económica estadounidense y recorrió las fábricas a lo largo del río Connecticut para ver las condiciones laborales. Ella estaba horrorizada. Finalmente, en lugar de enseñar hasta casarse, obtuvo una maestría en trabajo social de la Universidad de Columbia. En 1910, Perkins se convirtió en secretario ejecutivo de la Liga de Consumidores de la ciudad de Nueva York. Hizo campaña a favor de normas sanitarias para las panaderías, protección contra incendios para las fábricas y legislación para limitar la jornada laboral de mujeres y niños en las fábricas a 54 horas semanales. Trabajó principalmente en Albany, la capital del estado de Nueva York. Aquí se hizo amiga de políticos y aprendió a hacer lobby.
El 25 de marzo de 1911, Frances estaba tomando el té con unos amigos cuando oyeron camiones de bomberos. Corrieron para ver qué estaba pasando y fueron testigos de uno de los peores desastres laborales en la historia de Estados Unidos. El incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist fue devastador y mató a 146 personas, en su mayoría mujeres jóvenes y niñas. Frances observó cómo las escaleras de incendios se derrumbaban y las escaleras de los bomberos no podían llegar a las mujeres atrapadas por las llamas. Vio a 47 trabajadores saltar a la muerte desde los pisos 8 y 9.
Es conmovedor que apenas un año antes estas mismas mujeres y niñas habían luchado y ganado la semana laboral de 54 horas y otros beneficios que Frances había defendido. Estas mujeres no fueron sólo víctimas trágicas, sino también heroínas de la fuerza laboral. Frances en ese momento decidió asegurarse de que sus muertes significaran algo.
Se formó un comité para estudiar reformas en materia de seguridad en las fábricas y Perkins se convirtió en secretario. El grupo se ocupó no sólo de la seguridad contra incendios, sino también de todos los demás problemas de salud que se les ocurrieron. Perkins, en ese momento un respetado perito, ayudó a redactar el conjunto de leyes más completo sobre salud y seguridad en el lugar de trabajo del país. Otros estados comenzaron a copiar las nuevas leyes de Nueva York para proteger a los trabajadores.
Perkins continuó trabajando en Nueva York durante décadas, hasta que el presidente electo Franklin D. Roosevelt en 1933 le pidió que se desempeñara como Secretaria de Trabajo. Ella se lo dijo sólo si él estaba de acuerdo con sus objetivos: semana laboral de 40 horas, salario mínimo, desempleo y compensación laboral, abolición del trabajo infantil, ayuda federal a los estados para el desempleo, Seguridad Social, un servicio federal de empleo revitalizado y salud universal. seguro. El acepto. De manera similar a lo que había trabajado en Nueva York, sus éxitos se convirtieron en el New Deal y cambiaron el país y a sus trabajadores para siempre.
Entonces, si bien es posible que no sepas su nombre, ciertamente conoces su legado.
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Marzo 3, 2024
Después de la Segunda Guerra Mundial
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Por Darcy O’Brien.
En el Pacífico, a una invasión aliada de Filipinas en 1944 le siguieron la victoriosa batalla del golfo de Leyte y las costosas batallas de Iwo Jima y Okinawa en 1945. Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, y Japón se rindió el 2 de septiembre, fin de la guerra.
Estados Unidos salió de la guerra con compromisos militares globales que incluían la ocupación de Alemania y Japón y la supervisión de los intereses aliados en las zonas liberadas. Casi 13 millones de estadounidenses vestían uniforme al final de la guerra; más de ocho millones eran soldados. Pero el impulso de seguir patrones pasados y desmantelar esta fuerza era fuerte. Las familias presionaron al gobierno para que “traiga a los niños a casa” y los soldados en el extranjero exigieron que se acelerara el proceso de separación. El monopolio estadounidense de la bomba atómica parecía proporcionar todo el poder que necesitaban los intereses de seguridad estadounidenses. Algunos defensores del poder aéreo incluso argumentaron que la bomba hizo que los ejércitos y las armadas quedaran obsoletos.
El presidente Roosevelt murió en abril de 1945, en vísperas de la victoria. El nuevo presidente, Harry S. Truman, y sus asesores intentaron resistir las presiones políticas para una desmovilización apresurada. Truman quería conservar un ejército de posguerra de 1,5 millones, una armada de 600.000 y una fuerza aérea de 400.000. Pero ni el Congreso ni el público estadounidense estaban dispuestos a sostener semejante fuerza. A los cinco meses de la victoria sobre Japón, se habían reclutado 8,5 millones de hombres y mujeres en servicio. En junio del año siguiente, sólo dos divisiones completas del ejército estaban disponibles para su despliegue en caso de emergencia. En 1947, el ejército contaba con apenas 700.000 efectivos, el sexto en tamaño entre los ejércitos del mundo.
Sin embargo, habían cambiado demasiado para que el Ejército volviera a su condición de pequeño e insular antes de la guerra. Millones de veteranos recuerdan ahora su servicio con orgullo. El comienzo de la Guerra Fría, especialmente el bloqueo de Berlín de 1948, enfatizó dramáticamente la necesidad de permanecer fuertes. El ejército se había entrelazado demasiado profundamente con la vida y la seguridad estadounidenses como para volver a reducirlo a una fuerza policial. Además, no estaba lejano el momento en que nuevos conflictos demostrarían los límites del poder atómico y probarían que las fuerzas terrestres eran tan necesarias como lo habían sido en el pasado.
La Segunda Guerra Mundial mató a más personas, involucró a más naciones y costó más dinero que cualquier otra guerra en la historia. Un total de 70 millones de personas sirvieron en las fuerzas armadas durante la guerra y 17 millones de combatientes murieron. Las muertes de civiles fueron aún más significativas. Al menos 19 millones de civiles soviéticos, 10 millones de chinos y 6 millones de judíos europeos murieron durante la guerra. La guerra le costó a Estados Unidos un millón de bajas y casi 400.000 muertes. Tanto en los asuntos internos como en los exteriores, sus consecuencias fueron de gran alcance. La guerra puso fin a la Gran Depresión y al desempleo y amplió dramáticamente la presencia del gobierno en la vida estadounidense.
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Enero 2, 2023
Ordenes Ejecutivas
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Por Massie Bugarnik.
En los Estados Unidos, el presidente actúa como jefe de estado y jefe de gobierno. Aunque el cargo otorga a su titular una enorme cantidad de poder, no le otorga la capacidad de promulgar leyes. A diferencia del primer ministro en un sistema parlamentario, el presidente estadounidense no necesita contar con una mayoría en la legislatura; de hecho, es común que una o ambas cámaras del Congreso estén controladas por el partido contrario. El Artículo I de la Constitución de los Estados Unidos especifica que “Todos los poderes legislativos aquí otorgados recaerán en el Congreso de los Estados Unidos”, y esta separación de poderes fue uno de los principios rectores de los redactores de la Constitución. Los poderes de la presidencia se definieron de manera mucho menos explícita, dejando a los titulares individuales la tarea de dar forma (y con frecuencia ampliar) el alcance de la autoridad presidencial.
En lugar de capacidades legislativas, los presidentes históricamente han utilizado órdenes ejecutivas para promover sus agendas políticas. Junto con las proclamaciones y los memorandos, las órdenes ejecutivas son las principales herramientas del presidente para la gestión y movilización de los vastos recursos del gobierno federal. En términos generales, las órdenes ejecutivas tienden a tener efectos más dramáticos y duraderos que las proclamaciones o los memorandos (las excepciones obvias son la Proclamación de Emancipación, la Proclamación de Neutralidad que efectivamente puso fin a la Alianza Franco-Americana y la Proclamación 4311, en la que Gerald Ford perdonó a Richard Nixon). ).
En la práctica, hay poca diferencia entre órdenes ejecutivas y proclamaciones más allá de las convenciones de estilo particulares de cada documento. Según la tradición, las órdenes ejecutivas cierran con el nombre del presidente, seguido de “La Casa Blanca” y la fecha en formato mes, día y año. Las proclamaciones concluyen con las palabras “En fe de ello, firmo la presente”, seguidas de la fecha y el año “de la Independencia de los Estados Unidos de América”, medido por el número de años transcurridos desde 1776.
Los críticos de las órdenes ejecutivas (típicamente miembros del partido contrario) a menudo caracterizan su uso como una elusión del proceso legislativo. En verdad, muchas de las miles de órdenes emitidas por presidentes desde George Washington se han referido a operaciones mundanas del poder ejecutivo. El uso de órdenes ejecutivas como instrumento político realmente despegó con Theodore Roosevelt, quien emitió más de 1.000 durante sus dos mandatos. Al asumir el cargo en los años más desesperados de la Gran Depresión, Franklin D. Roosevelt (FDR) emitió más de 3.700 órdenes ejecutivas, un total que excedía el de los siguientes 10 presidentes combinados. Entre las órdenes de FDR se encontraba la famosa Orden Ejecutiva 9066, que autorizó la reubicación forzosa y el internamiento de 120.000 estadounidenses de origen japonés.
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Diciembre 21, 2023
República Dominicana y los refugiados judíos
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Por Cyd Ollack.
El virulento antisemitismo del régimen nazi asomó su fea cabeza pocas semanas después de que Hitler se convirtiera en canciller en enero de 1933. En abril, el gobierno orquestó boicots a nivel nacional de las empresas judías. Los 600.000 judíos de Alemania comenzaron a considerar la posibilidad de emigrar, al igual que los judíos de los países vecinos que temían los objetivos expansionistas de Hitler. Las famosas Leyes de Nuremberg de 1935 despojaron a los judíos de su ciudadanía alemana. En 1938, la opresión era intensa, pero no fue fácil para los judíos salir. Y, por supuesto, lo peor del Holocausto no estaba lejos.
Un británico llamado Sir Nicholas Winton, un corredor de bolsa de Londres, logró que 669 niños judíos escaparan de Checoslovaquia antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939.
Cuando se asiste a conferencias sobre la Alemania Nazi, los miembros de la audiencia a menudo preguntan: “¿Por qué fue tan difícil para los judíos salir de la Europa de antes de la guerra cuando la opresión nazi era innegable?” Muchos factores influyeron: el antisemitismo en otras partes del mundo; ingenuidad sobre los objetivos finales de Hitler y los peligros reales que enfrentaban los judíos; y temores de lo que una gran afluencia de refugiados podría representar para las economías ya muy afectadas por la Gran Depresión, etc. Otro factor más fue el resultado de una reunión internacional conocida como la Conferencia de Evian.
Como iniciativa poco entusiasta del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt (FDR), representantes de 32 naciones se reunieron en un centro turístico en Evian, Francia, a principios de julio de 1938. ¿El único tema sobre la mesa? Qué hacer con cientos de miles de judíos que querían huir de los nazis. Desafortunadamente, FDR parecía más interesado en desviar la atención de las muy restrictivas políticas de inmigración de Estados Unidos que en resolver el problema.
Antes de la conferencia, el Departamento de Estado de FDR y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Neville Chamberlain en Gran Bretaña acordaron que no se abordarían dos cuestiones: una era el incumplimiento por parte de Estados Unidos de las cuotas de inmigración existentes. La otra era cualquier idea de que Palestina, entonces bajo administración británica, pudiera ser un destino para refugiados judíos. Los británicos no querían irritar a los árabes en Medio Oriente. FDR socavó aún más el potencial de la conferencia al enviar a un amigo de negocios como delegado de Estados Unidos en lugar de un funcionario gubernamental con credenciales diplomáticas. Mientras tanto, desde Berlín, Hitler hizo saber que si otros países aceptaran judíos, él los dejaría ir con gusto.
Durante nueve días en el Hotel Royal, los representantes en Evian expresaron su simpatía por la difícil situación de los refugiados, pero finalmente no llegaron a ningún acuerdo ni propuesta. De la Enciclopedia del Holocausto en línea del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos aprendemos esto:
En respuesta a Evian, el gobierno alemán pudo afirmar con gran placer lo “sorprendente” que era que países extranjeros criticaran a Alemania por su trato a los judíos, pero ninguno de ellos quiso abrirles las puertas cuando se le presentó la oportunidad.
En todo el mundo, un año antes incluso de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, las puertas se estaban cerrando a los refugiados judíos. Uno de los peores ejemplos fue la Unión Soviética de Stalin, cuya complicidad con Hitler para dividir Polonia resultó ser el catalizador de la guerra. Se negó a enviar delegados a la conferencia y también ordenó que todos los refugiados que huyeran de Alemania a la URSS fueran arrestados por espionaje.
Un rayo de esperanza que surgió durante el fiasco de Evian provino de una fuente improbable e inesperada: el gobierno del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana, una nación de sólo 1,6 millones de habitantes. Anunció que aceptaría hasta 100.000 refugiados judíos. Australia dijo que podría albergar 15.000 en un período de tres años. Pero eso fue todo.
Debido a las dificultades y los gastos que suponían los refugiados europeos, a menudo sin un centavo, para encontrar su camino a través del mundo hasta la República Dominicana, menos de mil terminaron estableciéndose allí antes de que estallara la guerra. Y no es probable que los motivos de Trujillo fueran estrictamente humanitarios (era uno de los tiranos más sanguinarios de la región); tal vez el gesto fue una medida de relaciones públicas o un intento de atraer dinero judío a la empobrecida isla.
En cualquier caso, es un homenaje al pueblo de República Dominicana que acogió a los judíos que llegaron allí. La mayoría se estableció en Sosúa, un pueblo costero en la costa norte. Casi de inmediato, formaron empresas productivas (una importante empresa de lácteos, en particular), algunas de las cuales todavía existen hoy. Apenas se percibía un olor a antisemitismo en la República Dominicana.
En octubre de 1941, informa el Museo del Holocausto de Estados Unidos, la población judía de Alemania ascendía a unas 163.000 personas y la mayoría de ellas fueron finalmente asesinadas en los años siguientes del régimen nazi.
La historia registra la conferencia de Evian como otro ejemplo de algo que los políticos cobardes y sin principios hacen todo el tiempo. Ante un problema grave, forman un comité, pronuncian discursos y, de lo contrario, se ponen a cubierto. Gracias a la República Dominicana, se salvaron cientos de vidas que de otro modo casi con seguridad se habrían perdido.
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Diciembre 9, 2023
La Situación Estratégica del Atlántico Sur en el año 2012
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Conferencia del Grl Heriberto Justo Auel en el Círculo Militar.
Agosto de 2012
Los espacios geográficos particulares -en tanto y cuanto su posición relativa- cambian la valoración estratégica lo largo del tiempo según la evolución de la situación política internacional-regional que ocurre normalmente en las posguerras mundiales o imperiales, al ritmo de la evolución tecnológica -que siempre las acompaña- en un proceso de realineamientos y búsquedas de nuevos equilibrios, conducidos por el núcleo de poder triunfante.
El área del Atlántico Sur -y en particular las Is. Malvinas- ha tenido -alternativamente- valores diferenciados según las necesidades de las potencias hegemónicas emergentes que moderaron y moderan a las posguerras -a la nueva “Pax” durante el lapso de su dominio/influencia. Veamos:
Era necesario desarrollar -dentro de la nueva opción estratégica IDE- en el área oceánica austral, pistas de aterrizaje alternativas para los servicios logísticos de las bases tácticas espaciales del nuevo sistema lasérico antimisiles. Ellas fueron establecidas en Mount Pleasant -en las Is. Malvinas- y en varias Islas del Atlántico y del Pacífico Sud, terminadas las operaciones en Puerto Argentino. Con anterioridad a estos hechos una Argentina autista presionaba en la Asamblea General de la ONU impulsada por “el silencio” británico, con su constante reclamo de soberanía sobre el Archipiélago Austral. En el ámbito de estos escenarios -internos y externos- el RU inicia la nueva agresión, como aliado privilegiado y “confiable” de EUA en el Atlántico Sur, impulsado y auxiliado desde Washington por un Grl de Cuatro Estrellas Haig -ex Cte de la NATO- en la Secretaria de Estado, en el período álgido que dio comienzo al abrupto final de la URSS que ocurrirá en 1989/91, por implosión.
En el año 2000 la situación estratégica mundial era otra, totalmente distinta. La guerra mundial -guerra fría- que duró cuarenta y tres años, había terminado hacía diez años. Aquella, como guerra imperial “diferente” -era la primera de la “era nuclear”- producía una posguerra también “muy diferente” e inauguraba la “Pax Global”, más conocida como “globalización planetaria”. Éste es un dato esencial para retener. En los primeros años de la posguerra fría -1989/91-2001- la valoración estratégica-militar del extremo sud-atlántico cayó verticalmente, al desaparecer la pugna E-O.
EUA ya no sufragaba el sostenimiento de su aliado privilegiado en la “colonia” austral. El Atlántico Sur cambia nuevamente de valoración: se revalúa económicamente y vuelve a ser una base logística antártica. Londres busca, en éste lapso -a partir de los recursos económicos vivos y mineros de la zona- una alternativa para sostenerse en éste espacio a un costo presupuestario aceptable. Actuó -en estos años- unilateralmente, para ampliar sus derechos en el mar, mientras la Argentina se alejaba de sus reclamos en la Asamblea General de la ONU, dejaba de lado los votos de los No Alineados, buscaba estérilmente una mejor relación con los “kelpers” y ahondaba las “relaciones carnales” con Washington.
Consecuentemente, la Argentina y el RU aumentaron el nivel de conflictos periféricos al de soberanía en razón de abusos de hecho y jurídicos unilaterales, de ingleses y de otros, observables en las contrataciones pesqueras y petroleras. Las primeras han traído gran perjuicio a los intereses argentinos en el mar y han satisfecho las preocupaciones presupuestarias de los isleños. Las segundas, que despertaban un interés económico mayor, quedaron relegadas momentáneamente por los descubrimientos de inmensas reservas petroleras en el Mar Caspio, a mucho menor costo. Londres inició la búsqueda -en la acelerada evolución de los acontecimientos- de una alternativa al petróleo que le permitiera permanecer en el área, continuar ignorando las resoluciones de la ONU -negándose a negociar con la Argentina y con ello manteniendo el “estado de guerra”- y preservar así sus aspiraciones geopolíticas, económicas y antárticas.
Para ello volvió a cabalgar las necesidades de Washington. El posicionamiento de China sobre el Canal de Panamá, en el Caribe y en la Orinoquia y la fuerte tendencia al desarrollo de los “carriers” para el transporte marítimo, volvieron a valorizar a las Is. Malvinas desde el punto de vista del apoyo económico-logístico frente al paso interoceánico y a las Is. Georgias, frente a sus intereses en la Antártida. La Base Aérea de Mount Pleasant en la posguerra de 1982, es un indudable instrumento asignado a estos nuevos valores. Es así como llegamos a la situación que analizaremos en el próximo punto.
El terrorismo y si su intervención aumentara en el Gran Medio Oriente -como ya lo hizo en Libia- es consciente de que se constituirá nuevamente en un blanco fácil de las facciones enfrentadas en los fundamentalismos musulmanes, presentes en gran número en las más importantes ciudades británicas a través de la inmigración de las últimas décadas. El comercio con el continente se resiente progresivamente, por varias razones. Al liderazgo político se le hace necesario exhibir una bandera que llame a la unidad nacional. No es extraño que Cameron y algunos de sus almirantes “faroleen” con destructores, submarinos y príncipes, desafiando a la Argentina, un país desarmado, que fue tildado de “colonialista” en la Cámara de los Comunes. Grave error sería tomar en serio a ese faroleo. Es el momento adecuado para que los argentinos -también en crisis interna- reflexionen que no se puede desarrollar una política exterior sin FFAA. El desarme argentino lleva casi treinta años. Una eventual recuperación de la Defensa Nacional tardará años. Pareciera que nuestros dirigentes ignoran que la principal misión de las FFAA es la de dar soporte a la Política Exterior y a la vez promocionar a la economía y si se nos impone la guerra: ganarla. En su actual estadio la Argentina, además de prudencia, tendría que demostrar alguna cuota de inteligencia.
Chile ha logrado, merced a la resolución del conflicto por el Canal de Beagle, presencia en el Atlántico Sur, con la cooperación de los EEUU. Ocupa el Cabo de Hornos. En el proceso de integración económico-comercial Mercosur ha ingresado tibiamente, sin comprometerse, como mero observador. Su secular e histórica relación con el RU se transformó en colusión comprobada durante la Guerra del Atlántico Sur -1982- y ello le otorga la categoría de “aliado” del RU en la región. San Martín es considerado “Libertador” en Lima, pero no es así en Santiago. Con referencia a su actitud frente a EUA, su inserción está sufragada por el ingreso al ALCA, de la mano del gobierno socialista del presidente Lagos. En Ago 12, un Oficial Superior chileno comanda un ejercicio naval gigantesco en el Pacífico, el RIMPAC 2012, con su puesto de mando en el portaviones NIMITZ, de EUA.
En síntesis, la difícil situación que enfrenta Occidente en el curso de la actual guerra mundial, ha revalorizado estratégicamente al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. EUA necesita en el área “aliados” confiables para el comando naval permanente del área. Chile ha avanzado desde el Canal de Beagle hacia el Oeste en los últimos tiempos y tiene ahora presencia en el Atlántico. El RU -desde 1982- ha avanzado desde las Is. Malvinas hacia el Este y el Oeste y la Argentina carece de poder naval para controlar su soberanía marítima y la proyección antártica. Nuestra zigzagueante Política Exterior, además de improvisada, carece de soporte de fuerza. Consecuentemente la debilidad estratégica nacional en el Atlántico Sur coloca a la Argentina en una posición significativamente desfavorable en el frente diplomático, agravado por el apoyo recibido desde algunos países sudamericanos adheridos a dictaduras enemigas de Occidente -por razones ideológicas- y a la presencia -en el área austral- de los “aliados” regionales del RU.
El 16 de Agosto de 1941, embarcados frente a las costas de Terranova, Roosevelt y Churchill firmaron la “Carta del Atlántico” cuyo tercer párrafo transcribimos a continuación:
“3. Estos países (EE.UU y RU) reconocen el derecho de todos los pueblos a elegir las formas de gobierno bajo las cuales han de vivir y formulan su firme propósito de devolver la autodeterminación de los derechos de soberanía a todas aquellas naciones a las que les hubieran sido arrebatados.”
En la “Carta del Atlántico” Roosevelt condicionaba su ingreso a la Segunda Guerra Mundial al cumplimiento de fuertes imposiciones al entonces vigente Imperio Británico y al status colonial europeo. Con éstos condicionamientos Churchill logrará “ganar la guerra y perderá el Imperio”, como lo señaló el Grl. Fuller en su conocida obra histórica. Se le exigía al RU la liberación de las colonias y ello se cumplirá a partir de 1945. Sin embargo, para algunas naciones -entre ellas la Argentina- quedó pendiente la “devolución de los derechos de soberanía…. que les hubieran sido arrebatadas”. Y, como ya señaláramos: “pacta sunt servanda”. EUA no debería seguir mirando hacia un costado. La embarcación que sirvió para el arrebato, tenía bandera estadounidense.
La “Carta del Atlántico” fue ratificada entre 1942 y 1945 por diecinueve países. Entre ellos, diez fueron Iberoamericanos. Luego la cláusula de marras ingresará al derecho internacional de posguerra, al incorporarse a la Carta de las Naciones Unidas y dará lugar a la existencia del Comité de Descolonización, hoy a punto de desactivarse. La República Argentina presentó constantemente en la ONU su reclamo por el caso “colonial”, que afecta a su soberanía en el Atlántico Sur y la comunidad internacional, por amplísima mayoría respondió, haciendo justicia en la Asamblea General, reconociendo el hecho de la usurpación y exigiendo al ex-imperio iniciar las negociaciones por la soberanía de las Islas. En esas votaciones EE.UU. -verdadero motor de la descolonización- normalmente se abstuvo. Los intereses estratégicos de EEUU en el Atlántico Sur durante la guerra fría eran superiores a sus principios liberales anticoloniales. El país reclamante de soberanía “no les era confiable”, frente a un “aliado comprobado”. Paradójicamente esta calificación de la posición de la Argentina no era la que correspondía a esa etapa de la GMII, en la que nuestro país se mantuvo más ligado a Londres que a Washington, como lo prueban las memorias de Churchill y de C. Hull. Pero la situación -desde 1947- había cambiado y los “intereses” también, mientras la Argentina continuaba siendo -en el 2012- “no confiable”.
En la posguerra fría -1989/91-2001- nuestro país “por estado de necesidad” –como la realidad sufragó- luego de la derrota militar en el Atlántico Sur y de las hiperinflaciones, cerró el ciclo de su economía socialista -con constitución liberal- y de los golpes de estado cívico-militares -en el futuro estos fueron y probablemente seguirán siendo exclusivamente “cívicos”- Se “insertó” en el subcontinente sudamericano. Para ello “sobreactuó” y alcanzó -en breve plazo- un Acuerdo Regional Comercial, el “Mercosur” y el status de “Aliado Especial Extra-NATO” otorgado por Washington en reconocimiento al giro copernicano de su Política Exterior. En el año 2000 la Argentina había alcanzado una difícil situación política institucional que potenciaba la crisis socioeconómica de arrastre, ponía en serias dificultades la gobernabilidad y evidenciaba graves incongruencias y contradicciones en la coalición gobernante, que llegó a una irremediable caída. La Argentina ingresó a un retro populismo neo-marxista autodenominado “progresista” que, al enfrentar la dura realidad posterior al 2008 se encuentra -nuevamente- en proceso de autodestrucción. En esa situación el riesgo de tomar a la “causa nacional Malvinas” como tabla de salvación o cortina de humo, existe. En consideración a su actual aislamiento en el extremo austral, los daños que puede producir una falsa maniobra política pueden ser muy graves para el futuro sostenimiento de nuestros derechos de soberanía en el Atlántico Sur-Antártida.
La Argentina deberá reencontrar el curso de desarrollo que emprendió con éxito en el siglo XIX. Para ello será necesaria la recuperación de su identidad, plantear su reproyección en el largo plazo y entender la naturaleza de las circunstancias críticas que nos presenta el escenario internacional y regional, en las primeras décadas del siglo XXI.
No existen indicios de que algunas de las tres condiciones enunciadas estén siendo planteadas, discutidas o elaboradas por nuestras dirigencias. El “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” hace años que difunde su Plan Estratégico Nacional “La Segunda Argentina Posindustrial”, como base de un debate imprescindible que aun no se ha logrado. La alternativa al rumbo que llevamos no ha sido enunciada públicamente, no la conocemos. Esa es la raíz de la ansiedad que nos abarca.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 1, 2021