El ícono reticente que redefinió el estrellato de Hollywood

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  Por Bella watts.

El ascenso de Dustin Hoffman a la grandeza cinematográfica es una historia de desafío: contra las convenciones, contra el encasillamiento y contra las probabilidades. Nacido el 8 de agosto de 1937 en Los Ángeles, en el seno de una familia judía de ascendencia ucraniana y rumana, Hoffman distaba mucho del arquetipo hollywoodense. De baja estatura, modesto y autocrítico, bromeó una vez diciendo que su tía Pearl le había dicho que no podía ser actor porque no era lo suficientemente guapo. Sin embargo, fue precisamente esta cualidad de hombre común y corriente la que lo ayudó a revolucionar el cine estadounidense.

El gran salto de Hoffman llegó en 1967 con El graduado, donde interpretó a Benjamin Braddock, un graduado universitario desilusionado seducido por una mujer mayor. El papel le valió su primera nominación al Oscar y lo convirtió en el rostro de una nueva generación de actores, una que valoraba la profundidad emocional por encima de la apariencia de ídolo de matiné. A esto le siguió Cowboy de Medianoche (1969), donde interpretó al estafador enfermo “Ratso” Rizzo en una actuación tan cruda como desgarradora. La película ganó el premio a la Mejor Película, y la transformación de Hoffman asombró al público.

A lo largo de las décadas de 1970 y 1980, Hoffman consolidó su reputación de camaleón. Ganó su primer Óscar por Kramer contra Kramer (1979), un conmovedor drama sobre el divorcio y la paternidad, y un segundo por Rain Man (1988), donde interpretó a un erudito autista con meticulosa sensibilidad. Entretanto, deslumbró en Lenny, Todos los Hombres del Presidente, Tootsie y Marathon Man, cada papel una clase magistral de inmersión en el personaje.

Pero la carrera de Hoffman no estuvo exenta de turbulencias. Conocido por su intensa interpretación de método, a veces chocaba con directores y coprotagonistas. Su perfeccionismo, si bien le permitió actuaciones inolvidables, también le valió la reputación de ser difícil en el set. Años después, enfrentó serias acusaciones de conducta sexual inapropiada, y varias mujeres lo acusaron de comportamiento inapropiado que se remontaban a décadas atrás. Las acusaciones, que Hoffman ha negado o por las que se ha disculpado parcialmente, ensombrecieron su legado y generaron un debate público sobre la responsabilidad en Hollywood.

A pesar de la controversia, la influencia de Hoffman en la actuación es innegable. Ayudó a marcar el comienzo de la era del “Nuevo Hollywood”, junto a colegas como Al Pacino y Robert De Niro, donde personajes complejos y con defectos ocuparon un lugar central. Sus actuaciones nunca se centraron en el glamour, sino en la verdad, la vulnerabilidad y las crudezas de la experiencia humana.

En los últimos años, Hoffman ha interpretado menos papeles, pero se mantiene activo. Prestó su voz al Maestro Shifu en la serie Kung Fu Panda y debutó como director con Quartet en 2012. Sus trabajos posteriores, que incluyen The Meyerowitz Stories y Megalopolis (2024), muestran a un artista que aún está dispuesto a asumir riesgos. Puede que Dustin Hoffman no encajara en el molde, pero lo transformó. Su legado es de valentía artística y autenticidad emocional, un recordatorio de que la grandeza a menudo proviene de quienes se atreven a ser diferentes.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 1, 2025


 

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