“Los personajes y hechos retratados en esta película son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia”.
Muy utilizada en el séptimo arte, al final se trata de una expresión que hemos adoptado con normalidad. Sabemos que no es cierto. En algún lugar de Asia y de Sudamérica principalmente, las coincidencias no existen.
Shakil Afridi, el médico paquistaní que ayudó a los Estados Unidos a localizar a Osama bin Laden, ha estado preso en Pakistán desde que fue arrestado días después del ataque al complejo donde Bin Laden se escondía en 2011. Dos años más tarde se le concedió un nuevo juicio, con un nuevo cargo que parece motivado políticamente: acusado de homicidio en relación con la muerte, ocho años antes, de un paciente que había tratado. Afridi se ha utilizado huelgas de hambre para protestar por sus indescriptibles condiciones en la prisión, incluida la aplicación de torturas. Su exabogado, Samiullah Khan Afridi, fue asesinado por los talibanes en marzo de 2015. La administración de Barack Obama fue acusada en oportunidades de haberlo abandonado.
Afridi no ha visto a quien es su abogado en la actualidad, Qamar Nadeem Afridi, desde 2012. Su esposa y sus hijos son sus únicos visitantes. Durante dos años, su archivo “desapareció”, retrasando su apelación ante el tribunal. Los tribunales ahora dicen que no hay fiscales disponibles.
Nadeem dice que los abogados que trabajan o trabajaron con Afridi han sido amenazados con violencia. El bufete de abogados de Nadeem tiene agujeros de bala por un tiroteo hace varios años. Como se mencionó, uno de los abogados de Afridi fue asesinado afuera de su casa de Peshawar. Además, un administrador de la cárcel que apoyó a Afridi fue asesinado a tiros. Un par de guarda cárceles, sancionados por la acusación de haberle facilitado un teléfono celular para comunicarse con un periodista.
En su búsqueda para localizar a Bin Laden, Afridi utilizó un programa falso de vacunación contra la hepatitis para tratar de obtener muestras de ADN de la familia del terrorista. Sin embargo, no ha sido acusado de ayudar a los EE. UU. a encontrar a Bin Laden.
El abogado Nadeem dijo que Afridi fue acusado bajo la ley tribal por ayudar a militantes en la cercana región tribal de Khyber. En un tribunal tribal, la ley les permite operar con las cortes cerradas al público, no requiere que el acusado esté presente en el tribunal y limita el número de apelaciones.
Si Afridi fuera acusado de traición, tendría derecho a audiencias públicas y apelaciones, incluso ante el Tribunal Supremo. Esto permitiría que los detalles de la operación Bin Laden sean discutidos públicamente, algo que el gobierno no quiere. No desea. No es conveniente.
Es por ello de que allí y en otros países poco civilizados, la ley se dobla de manera impropia. Expedientes se pierden, juicios se dilatan, medidas legales se pisotean.
La subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Alice Wells, se reunió recientemente con las autoridades pakistaníes. No hay información sobre si el caso de Afridi fue discutido en la reunión.
En una declaración, el Departamento de Estado de Estados Unidos de América aseguró que Afridi no ha sido olvidado. “Creemos que el Dr. Afridi ha sido injustamente encarcelado y hemos comunicado claramente nuestra posición a Pakistán sobre este caso, tanto en público como en privado”.
Hay rumores, hay deseos de cambio. Un par de meses, el abogado de Afridi había señalado que “en el mes próximo” su defendido podría recobrar su libertad. Ese mes próximo ya ha sido olvidado y no hay novedades de Afridi. Estados Unidos mira hacia un costado y ha dejado de lado su famosa frase Ningún hombre es dejado atrás.
“Los personajes y hechos retratados en esta película son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia”.
Muy utilizada en el séptimo arte, al final se trata de una expresión que hemos adoptado con normalidad. Sabemos que no es cierto. En algún lugar de Asia y de Sudamérica principalmente, las coincidencias no existen.
Shakil Afridi, el médico paquistaní que ayudó a los Estados Unidos a localizar a Osama bin Laden, ha estado preso en Pakistán desde que fue arrestado días después del ataque al complejo donde Bin Laden se escondía en 2011. Dos años más tarde se le concedió un nuevo juicio, con un nuevo cargo que parece motivado políticamente: acusado de homicidio en relación con la muerte, ocho años antes, de un paciente que había tratado. Afridi se ha utilizado huelgas de hambre para protestar por sus indescriptibles condiciones en la prisión, incluida la aplicación de torturas. Su exabogado, Samiullah Khan Afridi, fue asesinado por los talibanes en marzo de 2015. La administración de Barack Obama fue acusada en oportunidades de haberlo abandonado.
Afridi no ha visto a quien es su abogado en la actualidad, Qamar Nadeem Afridi, desde 2012. Su esposa y sus hijos son sus únicos visitantes. Durante dos años, su archivo “desapareció”, retrasando su apelación ante el tribunal. Los tribunales ahora dicen que no hay fiscales disponibles.
Nadeem dice que los abogados que trabajan o trabajaron con Afridi han sido amenazados con violencia. El bufete de abogados de Nadeem tiene agujeros de bala por un tiroteo hace varios años. Como se mencionó, uno de los abogados de Afridi fue asesinado afuera de su casa de Peshawar. Además, un administrador de la cárcel que apoyó a Afridi fue asesinado a tiros. Un par de guarda cárceles, sancionados por la acusación de haberle facilitado un teléfono celular para comunicarse con un periodista.
En su búsqueda para localizar a Bin Laden, Afridi utilizó un programa falso de vacunación contra la hepatitis para tratar de obtener muestras de ADN de la familia del terrorista. Sin embargo, no ha sido acusado de ayudar a los EE. UU. a encontrar a Bin Laden.
El abogado Nadeem dijo que Afridi fue acusado bajo la ley tribal por ayudar a militantes en la cercana región tribal de Khyber. En un tribunal tribal, la ley les permite operar con las cortes cerradas al público, no requiere que el acusado esté presente en el tribunal y limita el número de apelaciones.
Si Afridi fuera acusado de traición, tendría derecho a audiencias públicas y apelaciones, incluso ante el Tribunal Supremo. Esto permitiría que los detalles de la operación Bin Laden sean discutidos públicamente, algo que el gobierno no quiere. No desea. No es conveniente.
Es por ello de que allí y en otros países poco civilizados, la ley se dobla de manera impropia. Expedientes se pierden, juicios se dilatan, medidas legales se pisotean.
La subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Alice Wells, se reunió recientemente con las autoridades pakistaníes. No hay información sobre si el caso de Afridi fue discutido en la reunión.
En una declaración, el Departamento de Estado de Estados Unidos de América aseguró que Afridi no ha sido olvidado. “Creemos que el Dr. Afridi ha sido injustamente encarcelado y hemos comunicado claramente nuestra posición a Pakistán sobre este caso, tanto en público como en privado”.
Hay rumores, hay deseos de cambio. Un par de meses, el abogado de Afridi había señalado que “en el mes próximo” su defendido podría recobrar su libertad. Ese mes próximo ya ha sido olvidado y no hay novedades de Afridi. Estados Unidos mira hacia un costado y ha dejado de lado su famosa frase Ningún hombre es dejado atrás.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 10, 2018
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