La Peste que Faltaba

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La peste bubónica o peste negra es tristemente célebre por dejar sin vida a millones de personas en Europa durante la Edad Media. Hoy en día, mucha gente cree que la plaga ya no existe, pero ocasionalmente se encuentra en animales con pulgas que cargan la bacteria.

En la actualidad, las infecciones por esta plaga continúan ocurriendo. La mayoría de los casos humanos en Estados Unidos ocurren en las regiones del norte de Nuevo México, norte de Arizona, sur de Colorado, California, el sur de Oregón y el extremo oeste de Nevada, pero se producen muchos más casos en partes de África Asia y el Sur América.

En este caso, una ardilla es el centro de atención de los funcionarios de salud, pero podría haber más animales infectados con la plaga, por lo que piden precaución. La ardilla dio positivo en Morrison, Denver, y es el primer caso confirmado de peste en el condado de Jefferson este año. Los perros, gatos y ratas también pueden cargar pulgas infectadas.

Los antibióticos modernos son efectivos en el tratamiento de la peste. Sin un tratamiento rápido, la enfermedad puede causar enfermedades graves o la muerte.

La peste negra o bubónica se puede transmitir a los humanos u otros animales a través del contacto directo, incluidas las picaduras de pulgas infectadas.

La enfermedad causada por una bacteria llamada Yersinia pestis, causa síntomas de la peste en humanos que incluyen la aparición repentina de fiebre alta, escalofríos, dolor de cabeza, náuseas y dolor extremo e hinchazón de los ganglios linfáticos, que ocurren dentro de dos a siete días después de la exposición.

El riesgo de contraer peste es extremadamente bajo siempre que se tomen precauciones:

  • Reduzca el hábitat de roedores alrededor de su hogar, lugar de trabajo y áreas recreativas. Retire la maleza, las pilas de rocas, la basura, la leña desordenada y los posibles suministros de alimentos para roedores, como alimentos para mascotas y animales salvajes. Haga su hogar y dependencias a prueba de roedores.
  • Use guantes si está manipulando o desollando animales potencialmente infectados para evitar el contacto entre su piel y la bacteria de la peste. Póngase en contacto con su departamento de salud local si tiene preguntas sobre la eliminación de animales muertos.
  • Use repelente si cree que podría estar expuesto a las pulgas de roedores durante actividades como acampar, caminar o trabajar al aire libre.
  • Mantenga las pulgas fuera de sus mascotas mediante la aplicación de productos para el control de pulgas. Es más probable que los animales que deambulan libremente entren en contacto con pulgas o animales infectados con la peste y puedan llevarlos a sus hogares. Si su mascota se enferma, busque atención de un veterinario lo antes posible.No permita que los perros o gatos que deambulan libremente en áreas endémicas duerman en su cama.

La vacuna no está disponible en los Estados Unidos en este momento. Se están desarrollando nuevas vacunas contra la peste, pero no se espera que estén disponibles comercialmente en el futuro inmediato.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 12, 2020


 

EL RÍO

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  Por Flannery O’Connor

El niño estaba triste y lánguido en medio de la oscura sala de estar, mientras su padre le ponía un abrigo de cuadros escoceses. Aunque todavía no había sacado la mano derecha por la manga, su padre le abrochó el abrigo y le empujó hacia una pálida mano con pecas que lo esperaba en la puerta medio abierta.

—No está bien arreglado —dijo en voz alta alguien en el vestíbulo.

—Bueno, entonces, por el amor de Dios, arréglelo —dijo el padre—. Son las seis de la mañana.

Estaba en bata de dormir y descalzo. Cuando llevó al niño a la puerta e intentó cerrarla, un esqueleto pecoso con un abrigo largo verde y un sombrero de fieltro le dijo:

—¿Y el billete del niño y el mío? Tendremos que tomar el tranvía dos veces —dijo ella.

Él fue otra vez al dormitorio a traer dinero y, cuando volvió, el chico y ella estaban en mitad de la habitación. Ella estaba mirándolo todo.

—Si tuviera que venir alguna vez a quedarme contigo, no soportaría el olor de esas colillas mucho rato —dijo sacudiendo el abrigo del chico.

—Aquí tiene el dinero —dijo el padre.

Se dirigió hacia la puerta, la abrió del todo y se quedó allí esperando.

Después de contar el dinero, se lo metió en algún sitio del abrigo y se acercó a una acuarela que estaba colgada cerca del tocadiscos.

—Sé la hora que es —dijo ella mirando las líneas negras que cruzaban manchas de colores violentos—. Tengo que saberlo. Mi turno empieza a las diez de la noche y no acaba hasta las cinco de la mañana y tardo una hora en venir en el tranvía hasta la calle Vine.

—Oh, ya veo —dijo él—. Bueno, lo esperamos de vuelta esta noche, ¿sobre las ocho o las nueve?

—Quizás más tarde —dijo ella—. Vamos a ir al río a una curación. Este predicador no viene por aquí a menudo. Yo no hubiera pagado por esto —dijo señalando con la cabeza el cuadro—. Yo misma podría haberlo pintado.

—De acuerdo, señora Connin. La veremos luego —dijo dando unos golpecitos en la puerta.

Una voz apagada dijo desde el dormitorio:

—Tráeme una bolsa de hielo.

—¡Qué pena que la mamá esté enferma! —dijo la señora Connin—. ¿Qué le pasa?

—No lo sabemos —contestó él en voz baja.

—Le pediremos al predicador que rece por ella. Ha curado a mucha gente. El Reverendo Bevel Summers. Quizás ella debiera verlo algún día.

—Tal vez —dijo él—. Hasta esta noche.

Y se metió en el dormitorio y dejó que se marcharan ellos solos.

El niño pequeño la miró en silencio, con la nariz y los ojos húmedos. Tenía cuatro o cinco años. Su cara era alargada, con la barbilla prominente y los ojos, medio cerrados; estaban a gran distancia uno del otro. Parecía mudo y paciente, como una oveja vieja que espera que la saquen.

—Te gustará este predicador —dijo ella—, el Reverendo Bevel Summers. Tienes que oírlo cantar.

La puerta del dormitorio se abrió de pronto y el padre asomó la cabeza y dijo:

—Adiós, chico. ¡Que te diviertas!

—Adiós —dijo el niño pequeño, y saltó como si le hubieran disparado.

La señora Connin le echó otra mirada a la acuarela. Luego salieron al vestíbulo y llamaron al ascensor.

—Yo misma podría haberlo pintado —dijo ella.

Fuera, la mañana gris estaba bloqueada a ambos lados por los edificios vacíos y oscuros.

—El día va a aclarar más tarde dijo ella—. Ésta es la última vez que podremos tener una predicación en el río este año. Límpiate la nariz, cariño.

El niño empezó a restregarse la nariz con la manga, pero ella lo detuvo.

—Eso no está bien —le dijo—. ¿Dónde tienes el pañuelo?

El chico se metió las manos en los bolsillos y fingió buscarlo mientras que ella esperaba.

—Algunas personas no se preocupan de cómo te mandan a la calle —murmuró a su propia imagen que se reflejaba en el espejo de la ventana de una cafetería.

Se sacó del bolsillo un pañuelo de flores rojas y azules, se inclinó y empezó a limpiarle la nariz.

—Ahora sopla —dijo.

Y el niño sopló.

—Te lo dejo prestado. Guárdatelo en el bolsillo.

El chico lo dobló y lo guardó en su bolsillo cuidadosamente. Caminaron hasta la esquina y se apoyaron en la pared de una farmacia para esperar el tranvía. La señora Connin se subió el cuello del abrigo, de manera que rozaba con la parte de atrás de su sombrero. Sus párpados empezaron a bajar y parecía que se podía quedar dormida contra la pared. El niño pequeño le apretó un poco la mano.

—¿Cómo te llamas? —preguntó ella con voz soñolienta—. Sólo sé tu apellido. Tenía que haber preguntado cómo te llamas.

El chico se llamaba Harry Ashfield y nunca antes se le había ocurrido cambiarse el nombre.

—Bevel —dijo.

La señora Connin se separó de la pared.

—¡Qué coincidencia! —dijo—. ¡Ya te he dicho que así es como se llama también ese predicador!

—Bevel —repitió el chico.

Se quedó mirando al niño como si se hubiera convertido en una maravilla para ella.

—Ya verás cuando te lo presente —dijo—. No es un predicador normal. Es un curandero. Sin embargo, no pudo hacer nada por el señor Connin. El señor Connin no tenía fe, pero dijo que por una vez iba a probar cualquier cosa. Tenía retortijones en la barriga.

El tranvía apareció como un punto amarillo al final de la calle desierta.

—Ahora está en el hospital —dijo ella—. Le han quitado un tercio del estómago. Yo le digo que le tiene que dar gracias a Jesús por lo que le han dejado, pero él dice que no le tiene que dar gracias a nadie. ¡Dios mío! —murmuró ella—. ¡Bevel!

Se acercaron a las vías del tranvía.

—¿Me curará? —preguntó el niño.

—¿Qué te ocurre?

—Tengo hambre.

—¿No has desayunado?

—No tuve tiempo de tener hambre —dijo el chico.

—Bueno, cuando lleguemos a casa nos tomaremos algo los dos —dijo ella—.

Yo también tengo hambre.

Se montaron en el tranvía y se sentaron unos pocos asientos detrás del conductor. La señora Connin puso a Bevel sobre sus rodillas.

—Ahora sé un buen chico y déjame dormir un poco. No te muevas de aquí.

Echó la cabeza hacia atrás y, mientras el niño la miraba, fue cerrando gradualmente los ojos y abriendo la boca. Se le veían unos pocos dientes largos y dispersos, algunos de oro y otros más oscuros que su cara; empezó a silbar y a soplar como un esqueleto musical. No había nadie más en el tranvía, sólo ellos y el conductor, y, cuando el niño vio que ella estaba dormida, sacó el pañuelo de flores, lo desdobló y lo examinó cuidadosamente. Luego lo volvió a doblar, se desabrochó una cremallera del forro del abrigo y lo escondió allí. Poco después se quedó dormido.

Su casa estaba a unos ochocientos metros de donde los dejaba el tranvía, un poco detrás de la carretera. La casa era de cartón alquitranado, con un porche delante y el tejado de chapa. En el porche había tres niños pequeños de distinta estatura con las mismas caras pecosas y una niña alta, que tenía en el pelo tantos rulos de aluminio, que su cabeza brillaba como el tejado. Los tres niños los siguieron dentro y rodearon a Bevel. Lo miraban en silencio, sin sonreír.

—Éste es Bevel —dijo la señora Connin quitándose el abrigo—. Es una casualidad que se llame igual que el predicador. Estos niños son J. C., Spivey y Sinclair, y la chica del porche es Sarah Mildred. Quítate el abrigo y cuélgalo en la perilla de la cama, Bevel.

Los tres chicos lo miraban mientras el niño se desabrochaba el abrigo y se lo quitaba. Observaron cómo lo colgaba en la perrilla de la cama y luego se quedaron mirando el abrigo. Dieron la vuelta bruscamente, salieron por la puerta y tuvieron una reunión en el porche.

Bevel echó una mirada a la habitación. Era parte cocina y parte dormitorio. La casa tenía dos habitaciones y dos porches. Cerca de su pie, el rabo de un perro de color claro se movía arriba y abajo entre dos tablas del suelo, mientras se rascaba la espalda con la pared. Bevel saltó sobre él, pero el perro tenía experiencia. Y se retiró antes de que los pies del niño lo pudieran alcanzar.

Las paredes estaban llenas de fotografías y de almanaques. Había dos fotografías redondas de un hombre y una mujer viejos, con las bocas caídas, y otra fotografía de un hombre cuyas cejas eran dos matas de pelo enormes que se juntaban encima del caballete de su nariz; el resto de la cara sobresalía como un acantilado desnudo del que uno podía caerse.

—Ése es el señor Connin —dijo la señora Connin apartándose un momento de la hornilla para mirar su cara con él—. Pero no está muy favorecido.

Bevel se apartó del señor Connin para mirar una fotografía en color que había encima de la cama de un hombre que llevaba puesta una sábana blanca. Tenía el pelo largo y un círculo de oro alrededor de la cabeza. Estaba serrando una tabla mientras algunos niños lo miraban. Iba a preguntar quién era, cuando los tres niños entraron otra vez y le hicieron una señal para que los siguiera. Pensó arrastrarse debajo de la cama y agarrarse a una de las patas, pero los tres niños permanecían allí esperando, pecosos y callados, y un momento después los siguió a cierta distancia fuera, al porche, y luego a los alrededores de la casa. Empezaron a andar por un campo amarillo de maleza hasta que llegaron a la pocilga, un cuadrado de tablas de alrededor de un metro y medio, lleno de cochinitos, donde tenían la intención de meterlo. Cuando llegaron allí, se dieron la vuelta y lo esperaron en silencio, apoyándose en la valla de la pocilga.

Venía muy despacio, chocando deliberadamente los pies como si tuviera problemas para andar. Una vez le pegaron en el parque unos chicos desconocidos cuando su niñera se olvidó de él, pero no sabía que le iba a pasar algo esta vez, hasta que no terminó todo. Empezó a percibir un fuerte olor a basura y a oír los ruidos de un animal salvaje. Se paró cerca de la pocilga y esperó, pálido pero obstinado.

Los tres chicos no se movieron. Parecía que les había pasado algo. Miraban por encima de su cabeza como si estuvieran viendo venir algo detrás de él, pero el niño tuvo miedo de volver la cabeza. Las caras pecosas de los chicos estaban pálidas y sus ojos estaban inmóviles y grises, como vidrio. Sólo sus orejas se movían un poco nerviosamente. No pasó nada. Finalmente, el chico que estaba en medio dijo:

—Nos podría haber matado.

Y se dio la vuelta, abatido y destrozado, y se sentó en las tablas de la pocilga, con las piernas colgándole y mirando al interior.

Bevel se sentó en el suelo, aturdido pero con alivio, y les sonreía a los chicos.

El que estaba sentado en la pocilga lo miró severamente.

—¡Eh, tú! —dijo al momento—. Si no quieres subir a ver estos cerdos puedes levantar esa tabla de abajo y mirarlos por ahí.

Parecía que al decirle eso le estaba haciendo un favor al niño.

Bevel no había visto nunca un cerdo de verdad, pero los había visto en un libro y sabía que eran animales pequeños y gordos de color rosa, con rabitos rizados, las caras redondas y sonrientes y corbatas de lazo.

Se inclinó hacia delante y tiró de la tabla impacientemente.

—Tira más fuerte —dijo el niño más pequeño—. Está podrida. Sólo tienes que quitar ese clavo.

Arrancó un clavo largo y rojizo de la madera blanda.

—Ahora puedes levantar la tabla y meter la cara en… —empezó a decir una voz tranquila.

Ya lo había hecho, y otra cara gris, húmeda y poco afable le estaba empujando. Lo derribó y arremetió contra él mientras arrastraba la cara bajo la tabla. Le dio un bufido y volvió a embestirlo de nuevo haciendo que rodara. Lo empujó por detrás enviándole hacia delante y él comenzó a correr chillando por el campo amarillo, mientras el animal le seguía.

Los tres Connin observaban lo que estaba ocurriendo sin hacer nada. El que estaba sentado en la pocilga colocó con el pie que le colgaba el tablón en su sitio. No desapareció de sus caras la expresión severa que tenían, pero se suavizaron un poco, como si parte de su maligna necesidad se hubiera visto satisfecha.

—A mamá no le va a gustar que el cerdo se haya escapado —dijo el niño más pequeño.

La señora Connin estaba en el porche de detrás de la casa y cogió a Bevel en brazos cuando llegó a las escaleras. El cerdo corrió bajo la casa y se calmó, aunque seguía jadeando. El niño gritó durante cinco minutos. Cuando por fin se calmó, ella le dio el desayuno y dejó que se sentara en sus rodillas mientras se lo comía. El cerdo subió los dos escalones del porche trasero y se quedó fuera, mirando el interior, con la cabeza gacha y hosca, a través de la puerta de tela metálica. Tenía las patas largas y joroba y le faltaba un pedazo de oreja.

—¡Fuera de aquí! —gritó la señora Connin—. Ese cerdo se parece al señor Paradise, el dueño de la gasolinera —dijo—. Lo verás hoy en la curación. Tiene un cáncer en la oreja y siempre va allí para mostrar que no le han curado.

El cerdo se quedó mirando un rato más y luego se fue lentamente.

—No quiero verle —dijo Bevel.

Caminaron hacia el río. La señora Connin iba delante con él, los tres chicos detrás, y Sarah Mildred, la chica alta, detrás de todos para gritar si alguno de ellos se salía a la carretera. Parecían el esqueleto de un viejo barco con dos puntas puntiagudas, navegando lentamente por la orilla. El blanco sol del domingo les seguía a cierta distancia, subiendo rápidamente a través de una espuma de nube gris como si quisiera adelantarlos. Bevel caminaba en el lado de fuera, agarrado de la mano de la señora Connin y mirando un barranco naranja y violeta que bajaba del pavimento.

Se le ocurrió que había tenido suerte esta vez de haber encontrado a la señora Connin, que lo iba a sacar a pasar el día fuera en vez de hacer lo que hacían las niñeras normales, que sólo se sientan en tu casa o te llevan al parque. Se descubren más cosas cuando sale uno de su casa. Había descubierto esa mañana que lo había creado un carpintero que se llamaba Jesucristo. Antes, siempre había pensado que había sido un médico que se llamaba Sladewall, un hombre gordo con bigote amarillo que le ponía inyecciones y que se creía que se llamaba Herbert, pero esto debía ser una broma. Solían bromear mucho donde él vivía. Si hubiera pensado en eso antes, hubiera creído que Jesucristo era una palabra como “oh”, o “maldito”, o “Dios”, o quizás alguien que les había engañado en alguna ocasión. Cuando le preguntó a la señora Connin que quién era el hombre de la sábana blanca del cuadro que había encima de la cama, ella lo miró un rato con la boca abierta. Luego dijo:

—Es Jesús.

Y se quedó contemplándolo.

Después se levantó y cogió un libro de la otra habitación.

—Mira aquí —dijo abriendo el libro por la primera página—. Era de mi bisabuela. No me desharía de él por nada en el mundo.

Puso el dedo debajo de unas letras marrones de la página manchada.

—Emma Stevens Oakley, 1832 —dijo—. ¿No es algo que merece la pena conservar? Y todas las palabras son la verdad del evangelio.

Pasó una página y le leyó el título: “La Vida de Jesucristo para Niños Menores de Doce Años”. Luego le leyó el libro entero.

Era un libro pequeño, marrón claro por fuera y con los filos de oro, y con un olor como a masilla vieja. Estaba todo lleno de dibujos, uno era del carpintero haciendo salir una piara de cerdos de un hombre. Eran cerdos reales, grises y con apariencia poco afable, y la señora Connin dijo que Jesús los había sacado todos de ese hombre. Cuando ella acabó de leer, lo dejó que se sentara en el suelo para ver los dibujos otra vez.

Justo antes de irse a las curaciones, el niño se las había arreglado para meterse el libro dentro del forro del abrigo sin que ella lo viera. Esto hacía que el abrigo le colgara más de un lado que del otro. El niño iba distraído y tranquilo mientras caminaban y se salieron de la carretera para meterse en un largo camino sinuoso de arcilla roja que iba entre hileras de madreselvas.

Empezó a dar saltitos locos y a tirar de la mano de la señora, como si quisiera irse corriendo y agarrar el sol, que iba delante de ellos en ese momento.

Caminaron por el camino de tierra un rato, luego atravesaron un campo cubierto de hierbajos violetas y se adentraron en las sombras de un bosque donde la tierra estaba cubierta de gruesas agujas de pino. El niño nunca había estado antes en un bosque y caminaba con cuidado, mirando a un lado y a otro como si estuvieran entrando en un país extraño. Caminaron por un camino de herradura que se torcía cuesta abajo a través de hojas rojas que crujían, y una vez, cuando se agarró a una rama para no resbalarse, vio dos ojos helados de color verde dorado encerrados en la oscuridad del agujero de un árbol. Al pie de la colina, el bosque se abría de pronto y había un prado salpicado aquí y allí de vacas blancas y negras, y al final del prado, a un nivel un poco más bajo, había un río ancho y naranja, donde el reflejo del sol parecía un diamante.

Había mucha gente de pie en la orilla cantando. Detrás de ellos había mesas largas, y unos pocos coches y camiones estaban en el camino que llevaba al río. Cruzaron el prado rápidamente, porque la señora Connin, que usaba la mano para protegerse los ojos del sol, había visto al predicador en el agua. Dejó su cesta encima de una de las mesas y empujó a los tres chicos hacia delante, donde estaba la gente, para que no se quedaran cerca de la comida. Llevaba a Bevel de la mano y se fue abriendo paso.

El predicador estaba de pie, a unos tres metros de la orilla, donde el agua le llegaba por las rodillas. Era un joven alto y llevaba puestos unos pantalones color caqui, arremangados un poco por encima del nivel del agua. Vestía también una camisa azul y una bufanda roja alrededor del cuello, pero no llevaba sombrero, y tenía el pelo claro y cortado con patillas, que se curvaban sobre sus hundidas mejillas. Su cara era todo hueso y tenía un color rojizo del reflejo del río. Parecía tener diecinueve años. Cantaba con una voz alta y gangosa, que sobresalía de la de todos los que estaban en la orilla, y tenía las manos en la espalda y la cabeza echada hacia atrás.

Acabó el himno con una nota alta y permaneció en silencio, mirando el agua y moviendo los pies. Luego miró hacia la gente que estaba en la orilla. Ellos estaban muy juntos, esperando; sus caras tenían una expresión solemne, pero expectante, y todos los ojos estaban fijos en él. Volvió a mover los pies.

—Quizá sepa por qué han venido —dijo con su voz gangosa—, o quizá no. Si no han venido por Jesús, no vengan por mí. Si sólo vienen para ver si pueden dejar vuestro dolor en el río, no habéis venido por Jesús. No pueden dejar vuestro dolor en el río. Yo nunca le he dicho eso a nadie.

Paró un momento y se miró las rodillas.

—¡Yo le vi curar a una mujer una vez! —gritó de pronto una voz alta entre la gente—. ¡Vi a esa mujer levantarse y andar derecha por donde antes cojeaba!

El predicador levantó un pie y luego el otro. Dio la impresión de que iba a sonreír pero no llegó a hacerlo.

—¡Escuchen lo que tengo que decir! No hay nada más que un río, y ese es el Río de la Vida, hecho de la Sangre de Jesús. En ése es en el río que tienen que sumergir vuestro dolor, en el Río de la Fe, en el Río de la Vida, en el Río del Amor, en el rico y rojo río de la Sangre de Jesús.

Su voz se hizo dulce y musical.

—Todos los ríos vienen de aquel único Río y desembocan en él como si fuera el mar y, si creen, pueden sumergir vuestro dolor en ese Río y librarse de él, porque ése es el Río que fue hecho para llevarse el pecado. Es un Río lleno de dolor, dolor en sí mismo, que se mueve hacia el Reino de Cristo para ser lavado, lento, lentamente como este viejo río de aguas rojas de aquí se mueve alrededor de mis pies.

—Escuchen —cantó—, ¡leo en Marcos sobre un hombre impuro!, ¡leo en Lucas acerca de un hombre ciego!, ¡leo en Juan sobre un hombre muerto! ¡Escuchen! La misma sangre que hace a este Río rojo limpió al leproso, hizo que aquel hombre ciego viera y que aquel hombre muerto saltara. Ustedes los que tienen aflicción —gritó—, sumergidla en ese Río de Sangre, sumergidla en ese Río de Dolor, y vean cómo se mueve hacia el Reino de Cristo.

Mientras predicaba, los ojos de Bevel siguieron soñolientos los lentos círculos que hacían dos pájaros silenciosos dando vueltas muy alto en el cielo. Al otro lado del río había un bosquecillo de salsifíes rojo y dorado, y detrás había colinas con árboles color azul oscuro donde, de vez en cuando, se veía algún pino sobresaliendo en el horizonte. Detrás, a lo lejos, la ciudad se alzaba como un conjunto de verrugas en la falda de la montaña. Los pájaros fueron bajando dando vueltas y se posaron en la cima del pino más alto, y se sentaron con la cabeza metida entre los hombros como si estuvieran sujetando el cielo.

—Si es en este Río de Vida donde quieren sumergir vuestro dolor, entonces acérquense —dijo el predicador— y sumerjan aquí sus dolores. Pero no piensen que éste es el final, porque este viejo río rojo no acaba aquí. Este viejo río rojo de sufrimiento continúa lentamente hasta el Reino de Cristo. Este viejo río rojo es bueno para bautizarse en él, bueno para sumergir en él vuestra fe, bueno para sumergir en él vuestro dolor. Pero lo que les salva no es esta agua turbia de aquí. He recorrido este río de arriba abajo esta semana. El martes estuve en el lago de la Fortuna, al día siguiente en Ideal, el viernes mi esposa y yo fuimos a Lulawillow, a ver allí a un hombre enfermo. Y esa gente no ha visto curaciones —dijo, y su cara se enrojeció por un momento—. Nunca dije que las verían.

Mientras hablaba, una figura agitada había empezado a avanzar hacia delante con un movimiento como de mariposa. Era una mujer anciana que agitaba los brazos y cuya cabeza se tambaleaba como si se fuera a caer en cualquier momento. Consiguió agacharse en la orilla del río, y dejó que los brazos se agitaran en el agua. Luego se inclinó más y metió también la cara en el agua. Finalmente se levantó mojada; y, todavía agitando los brazos, se dio la vuelta una o dos veces haciendo un círculo ciego hasta que alguien alargó la mano y la llevó de nuevo al grupo.

—Esta mujer está así desde hace trece años —gritó una voz bronca—. Pasen el sombrero y denle el dinero a ese chico. Para eso es para lo que ha venido.

El grito, dirigido al chico del río, venía de un enorme hombre anciano que, sentado sobre el parachoques de un antiguo y largo coche gris, parecía un montecillo de piedra. Llevaba puesto un sombrero gris, que estaba torcido cubriéndole una oreja y por encima de la otra, para mostrar una protuberancia de color morado en su sien izquierda. Estaba sentado inclinado hacia delante, con las manos colgándole entre las rodillas y con sus pequeños ojos medio cerrados.

Bevel lo miró una vez y luego se metió entre los pliegues del abrigo de la señora Connin y se escondió allí.

El chico del río echó una rápida ojeada al viejo y levantó el puño.

—¡Crean en Jesús o en el demonio! —gritó—. ¡Den testimonio de uno o de otro!

—Sé por experiencia propia —dijo una voz misteriosa de mujer—, que el predicador puede curar. ¡Ha abierto mis ojos! ¡Yo doy testimonio de Jesús!

El predicador levantó los brazos rápidamente y empezó a repetir todo lo que había dicho sobre el Río y el Reino de Cristo, y el viejo que estaba sentado sobre el parachoques lo miraba fijamente de reojo. De vez en cuando, Bevel miraba de nuevo al viejo desde detrás de la señora Connin.

Un hombre que llevaba puesto un mono de trabajo y un abrigo marrón se inclinó hacia delante, metió la mano en el agua rápidamente, la agitó y retrocedió. Una mujer llevó a un bebé a la orilla y le salpicó agua en los pies. Un hombre se alejó un poco, se sentó, se quitó los zapatos y se metió en el río; se quedó allí unos minutos con la cabeza inclinada hacia atrás todo lo que podía. Luego salió del agua y se volvió a poner los zapatos. Mientras tanto el predicador cantaba como si no se diera cuenta de lo que pasaba.

Tan pronto como dejó de cantar, la señora Connin cogió al niño en brazos y dijo:

—Escuche, predicador, tengo aquí un chico de la ciudad al que estoy cuidando. Su madre está enferma y quiere que rece por ella. Y, vaya casualidad, ¡se llama Bevel! ¡Bevel! —dijo volviéndose a mirar a la gente que tenía detrás de ella—. Lo mismo que él. ¿No es una casualidad?

Hubo algunos murmullos y Bevel se dio la vuelta y sonrió sobre los hombros de la señora a las caras que lo estaban mirando.

—¡Bevel! —dijo el niño con una voz alta y desenvuelta.

—Escucha —dijo la señora Connin—, ¿te han bautizado, Bevel?

El niño sólo sonrió.

—Sospecho que no lo han bautizado —dijo la señora Connin levantándole las cejas al predicador.

—Tráigalo aquí —dijo el predicador.

Y dio un paso adelante y lo cogió. Lo sentó sobre su brazo y miró la cara sonriente del niño. Bevel puso los ojos en blanco de una forma muy cómica y echó la cara hacia delante, acercando su cara a la del predicador.

—Me llamo Bevvvuuuuul —dijo con una voz fuerte y profunda, y dejó que la punta de la lengua se deslizara por su boca.

El predicador no sonrió. Su cara huesuda era rígida, y en sus pequeños ojos grises se reflejaba el casi incoloro cielo. El viejo que estaba sentado en el parachoques del coche se rió ruidosamente y Bevel se agarró a la parte de atrás del cuello del predicador y lo sujetó con fuerza. La sonrisa había desaparecido ya de su cara. Tuvo la repentina sensación de que eso no era una broma. Donde él vivía todo era una broma. Dedujo inmediatamente de la cara del predicador que nada de lo que el predicador decía o hacía lo era.

—Mi madre me puso ese nombre —dijo rápidamente.

—¿Te han bautizado? —preguntó el predicador.

—¿Qué es eso? —murmuró el niño.

—Si yo te bautizo —dijo el predicador—, podrás ir al Reino de Cristo. Serás lavado en el río del sufrimiento, hijo, y podrás caminar por el profundo río de la vida. ¿Quieres eso?

—Sí —dijo el niño, y pensó que entonces no tendría que volver al apartamento y que iría por el río.

—Ya no volverás a ser el mismo —dijo el predicador—. Se te tendrá en cuenta.

Luego volvió la cara hacia la gente y empezó a rezar, y Bevel miraba sobre sus hombros los pedazos de sol blancos que estaban dispersos por el río. De repente, el predicador dijo:

—De acuerdo, te voy a bautizar ahora mismo.

Y sin más aviso lo agarró fuerte, le dio la vuelta y le metió la cabeza en el agua. Lo mantuvo bajo el agua mientras pronunciaba las palabras del bautismo y luego lo sacó y miró severamente al niño, que respiraba con dificultad. Los ojos de Bevel estaban oscuros y dilatados.

—Ahora ya cuentas —dijo el predicador—. Antes ni siquiera contabas.

El niño pequeño estaba demasiado asustado para llorar. Escupía el agua fangosa y se restregaba los ojos y la cara con la manga mojada.

—No se olvide de su madre —dijo la señora Connin—. El niño quiere que rece formal por su madre que está enferma.

—Señor —dijo el predicador—, te pedimos por alguien que está sufriendo que no está aquí para testimoniar. ¿Está tu madre en el hospital? —le preguntó—. ¿Tiene dolores?

El niño lo miró.

—Mi madre no se ha levantado todavía —dijo en voz alta y aturdida—. Tiene resaca.

El aire estaba tan silencioso que podían oírse los pedazos rotos del sol golpeando en el agua.

El predicador parecía asombrado y enfadado. El color se le había ido de la cara y el cielo parecía oscurecer sus ojos. Hubo una fuerte risotada en la orilla y el señor Paradise gritó:

—¡Vamos! ¡Cure a esa mujer que sufre de resaca!

Y empezó a golpearse la rodilla con el puño.

—Ha tenido un día muy largo —dijo la señora Connin.

Se quedó con el niño en la puerta del apartamento, mirando con severidad la habitación donde estaba teniendo lugar la fiesta, y añadió:

—Imagino que ya se habrá pasado su hora normal de irse a la cama.

Bevel tenía un ojo cerrado y el otro medio cerrado. La nariz le moqueaba y tenía la boca abierta y respiraba por ella. El abrigo de cuadros húmedo le colgaba de un lado.

Esa debe de ser ella, pensó la señora Connin. La que lleva puestos unos pantalones negros largos de raso, unas sandalias y las uñas de los pies pintadas de rojo. Estaba tumbada en la mitad del sofá con las rodillas cruzadas en el aire y la cabeza apoyada en el brazo. No se levantó.

—¡Hola, Harry! —dijo—. ¿Has tenido un buen día?

Tenía una cara pálida y larga, suave e inexpresiva, y el pelo lacio, de color boniato, peinado hacia atrás.

El padre se marchó a coger el dinero. Había dos parejas más. Uno de los hombres, rubio y con unos pequeños ojos azul violeta, se enderezó en su sillón y dijo:

—Bueno, Harry, ¿has tenido un buen día?

—No se llama Harry. Se llama Bevel —dijo la señora Connin.

—Se llama Harry —dijo ella desde el sofá—. ¿Quién podría llamarse Bevel?

El niño pequeño parecía que se iba a dormir de pie, la cabeza se le caía cada vez más hacia delante; de pronto la echó hacia atrás y abrió un ojo; el otro seguía cerrado.

—Me dijo esta mañana que se llamaba Bevel —dijo la señora Connin con voz sorprendida—. Lo mismo que nuestro predicador. Hemos estado todo el día en una predicación y curación en el río. Dijo que se llamaba Bevel, igual que el predicador. Eso es lo que me dijo.

—¡Bevel! —dijo la madre—. ¡Dios mío! ¡Qué nombre!

—Este predicador se llama Bevel y no hay otro predicador mejor que él —dijo la señora Connin—. Y, además —añadió en un tono desafiante—, ¡ha bautizado a este niño esta mañana!

La madre se sentó derecha.

—¡Qué descaro! —murmuró.

—Además —dijo la señora Connin—, es un curandero, y ha rezado para que usted se cure.

—¡Curarme! —casi gritó—. ¿Curarme de qué, por el amor de Dios?

—De su aflicción —dijo la señora Connin fríamente.

El padre había vuelto con el dinero y estaba de pie junto a la señora Connin esperando para dárselo. Tenía en los ojos muchas rayitas rojas.

—Continúe, continúe —dijo él—. Quiero oír más cosas sobre su aflicción. Su naturaleza exacta se me ha escapado…

Agitó un billete y su voz se apagó.

—Curar rezando es muy barato —murmuró él.

La señora Connin se quedó allí un momento, mirando el interior de la habitación con el aspecto de un esqueleto que ve todo. Luego, sin coger el dinero, se dio la vuelta y cerró la puerta. El padre se volvió, sonrió vagamente y se encogió de hombros. Los demás miraban a Harry. El niño pequeño empezó a andar arrastrando los pies hacia su dormitorio.

—Ven aquí, Harry —dijo la madre.

El niño se fue hacia ella cambiando de dirección automáticamente, sin abrir más el ojo.

—Cuéntame lo que ha pasado hoy —dijo cuando el niño llegó a su lado.

Ella empezó a quitarle el abrigo.

—No lo sé —murmuró el niño.

—Sí lo sabes —dijo ella dándose cuenta de que el abrigo pesaba más por un lado que por el otro.

Le bajó el cierre del forro y cogió el libro y un pañuelo sucio que se iban a caer al suelo.

—¿De dónde has sacado estas cosas?

—No lo sé —dijo, tratando de agarrarlas—. Son mías. La señora Connin me las ha dado.

Ella tiró el pañuelo al suelo, levantó el libro lo suficiente para que él no pudiera alcanzarlo y comenzó a leerlo. Al momento su cara adoptó una exagerada expresión cómica. Los otros la rodearon y miraron el libro por encima de sus hombros.

—¡Dios mío! —dijo alguien.

Uno de los hombres lo miraba fijamente tras sus anteojos.

—Esto es muy valioso —dijo—. Es una pieza de coleccionista. —Y lo cogió y se fue a la silla de al lado para poder examinarlo él solo.

—No dejen que George se lo lleve —dijo la chica.

—Les digo que es muy valioso —dijo George—. Es de 1832.

Bevel cambió otra vez de dirección y se dirigió a la habitación donde dormía. Cerró la puerta al entrar y se movió lentamente hacia la cama en la oscuridad. Se sentó, se quitó los zapatos y se metió en la cama.

Al momento, un rayo de luz iluminó la alta silueta de su madre. Atravesó la habitación andando de puntillas y se sentó en el borde de la cama.

—¿Qué dijo de mí ese tonto predicador? —susurró ella—. ¿Qué mentiras has estado contando hoy, cariño?

El niño cerró el ojo. Oía la voz de su madre como muy lejana, como si él estuviera bajo el agua en el río y ella fuera. Ella le cogió el hombro.

—Harry —dijo inclinándose hacia delante y poniendo la boca junto a la oreja del niño—, cuéntame qué le has dicho.

Incorporó al niño hasta dejarlo sentado y él sintió como si lo hubieran sacado del agua.

—Cuéntamelo —le susurró.

Y su aliento a alcohol cubrió la cara del niño.

Vio la pálida cara ovalada de su madre junto a la suya en la oscuridad.

—Dijo que yo no soy lo mismo ahora —murmuró—. Ya cuento.

Al momento, lo agarró de la camisa y lo dejó caer de nuevo en la almohada. Se inclinó sobre él un momento y rozó la frente del niño con sus labios. Luego se levantó y a través del rayo de luz se pudo ver el ligero balanceo de sus caderas al salir de la habitación.

El niño no se despertó temprano, pero el apartamento estaba todavía oscuro y cerrado cuando lo hizo. Se quedó allí acostado un rato, hurgándose la nariz y tocándose los ojos. Luego se sentó en la cama y miró por la ventana. El sol entraba pálidamente y se veía gris a través del cristal. Al otro lado de la calle, en el hotel Empire, una afanadora de color estaba mirando hacia abajo desde una ventana más alta, con la cabeza apoyada en sus brazos cruzados.

El niño se levantó y se puso los zapatos. Fue al cuarto de baño y luego a la sala. Se comió dos galletas untadas de pasta de anchoa que se encontró encima de la mesa y bebió un poco de ginger ale que quedaba en una botella. Miró a su alrededor buscando su libro, pero no estaba allí.

El apartamento estaba totalmente en silencio, sólo se oía el leve zumbido del refrigerador. El niño fue a la cocina, encontró unos pedazos de pan de pasas y les untó medio tarro de mantequilla de cacahuete. Se subió en un taburete alto de la cocina y se sentó, masticando tranquilamente el bocadillo y limpiándose la nariz de vez en cuando en la manga. Cuando acabó, encontró batido de chocolate y se lo bebió. Hubiera preferido beberse una botella de ginger ale, pero habían dejado los abridores donde él no podía alcanzarlos. Estudió durante un rato lo que quedaba en el frigorífico, algunas verduras marchitas que su madre había olvidado que estaban y muchas naranjas marrones que había comprado y que no había exprimido. Había tres o cuatro tipos de queso y algo de pescado en una bolsa de papel. El resto era hueso de cerdo. Dejó abierta la puerta del refrigerador, volvió a la oscura sala de estar y se sentó en el sofá.

Pensó que ellos no se iban a levantar hasta la una y que se irían todos a un restaurante a comer. Todavía no era lo suficientemente alto para llegar a la mesa: el camarero le traería una silla alta para niños, pero él era demasiado grande para esas sillas. Se sentó en mitad del sofá y empezó a darle patadas con los talones. Luego se levantó, vagó por la habitación y miró las colillas que había en los ceniceros, como si eso fuera un hábito suyo. En su habitación tenía libros con dibujos y piezas de construcción, pero estaban casi todas rotas. Había descubierto que la forma de conseguir unas nuevas era rompiendo las que tenía. Siempre tenía muy pocas cosas que hacer, excepto comer; sin embargo no era un niño gordo.

Decidió vaciar unos pocos ceniceros en el suelo. Si vaciaba sólo unos pocos, ella pensaría que se habían caído. Vació dos, frotando cuidadosamente con su dedo la ceniza sobre la alfombra. Luego se tumbó en el suelo un rato, estudiándose los pies mientras los mantenía en el aire. Sus zapatos estaban todavía húmedos y empezó a pensar en el río.

Su expresión fue cambiando muy lentamente, como si estuviera viendo aparecer gradualmente lo que sabía que había estado buscando. Luego de pronto supo lo que quería hacer.

Se levantó y entró de puntillas al dormitorio de sus padres. Se quedó allí casi a oscuras, buscando el bolso de su madre. Su mirada pasó por el largo brazo pálido de ella, que colgaba al borde de la cama y llegaba hasta el suelo, por el blanco montículo que formaba su padre y por la cómoda que estaba atestada de cosas, hasta que se detuvo en el bolso, que colgaba del respaldo de una silla. Sacó un billete de tranvía y medio paquete de Salvavidas. Luego salió del apartamento y cogió el tranvía en la esquina. No traía maleta porque allí no había nada que quisiera llevarse.

Se bajó del tranvía en la última parada y empezó a andar por el camino que habían cogido el día anterior él y la señora Connin. Sabía que no habría nadie en su casa, porque los tres chicos y la chica iban al colegio y la señora Connin le había dicho que se iba hacer limpiezas. Pasó por su casa y continuó por el camino que les había llevado al río. Las casas de cartón alquitranado estaban alejadas, y después de un rato el camino de piedra se terminó y tuvo que andar por el borde de la carretera. El sol estaba alto y de color amarillo pálido.

Pasó por una cabaña con un surtidor de gasolina naranja delante, pero no vio al viejo que estaba en la puerta con la mirada perdida. El señor Paradise se estaba tomando una bebida anaranjada. La terminó tranquilamente, mirando por encima de la botella, de reojo, la pequeña figura con el abrigo de cuadros que desaparecía en el camino. Luego puso la botella vacía en un banco y, mirando todavía de reojo, se limpió la boca con la manga. Se metió en la chabola y cogió del lugar donde tenía los caramelos un palillo de menta de unos treinta centímetros de largo y cinco de ancho, y se lo metió en el bolsillo. Luego se metió en el coche y fue conduciendo lentamente por el camino detrás del chico.

Cuando Bevel llegó al campo cubierto de hierbajos violeta, estaba sudoroso y lleno de polvo. Lo atravesó rápidamente para llegar al bosque lo antes posible. Una vez en el bosque, vagó de un árbol a otro intentando encontrar el camino que habían seguido el día anterior. Finalmente, encontró una senda clara entre las agujas de pinos y la siguió hasta que vio el camino empinado que serpenteaba entre los árboles.

El señor Paradise había dejado su coche en el camino y había ido caminando al lugar donde solía sentarse casi todos los días sosteniendo una caña de pescar a la que no ponía cebo, mientras miraba pasar el agua del río delante de él. Cualquiera que lo hubiera mirado desde lejos hubiera visto un viejo canto rodado medio escondido entre los arbustos.

Bevel no lo vio. Sólo veía el río, brillando de un color amarillo rojizo, y se metió de un salto con los zapatos y el abrigo puestos y bebió un trago.

Se tragó un poco y escupió el resto, y luego se quedó allí, con el agua llegándole por el pecho y mirando a su alrededor. El cielo estaba de color azul claro pálido, formando una pieza única, a excepción del agujero que hacía el sol, y bordeado por debajo por las copas de los árboles. Su abrigo flotaba en la superficie y lo rodeaba como una extraña hoja de nenúfar gris.

Y se quedó allí sonriendo bajo el sol. No quería bromear más con predicadores, lo que quería era bautizarse a sí mismo y continuar esta vez hasta encontrar el Reino de Cristo en el río. No tenía intención de perder más tiempo. Metió la cabeza bajo el agua enseguida y avanzó hacia delante.

Al momento empezó a respirar con dificultad y a balbucear y su cabeza reapareció en la superficie; se sumergió de nuevo y volvió a ocurrir lo mismo. El río no quería quedárselo. Lo intentó de nuevo y volvió a salir a la superficie asfixiándose. Así es como se sintió cuando el predicador lo metió bajo el agua; había tenido que luchar con algo que le empujaba en la cara. De pronto se paró y pensó: ¡es otra broma! ¡Es sólo otra broma! Pensó lo lejos que había ido para nada y comenzó a golpear, a chapotear y a darle patadas al asqueroso río. Sus pies ya no rozaban con nada. Dio un pequeño grito de dolor y de indignación. Luego oyó un grito, volvió la cabeza y vio algo como un cerdo gigante avanzando detrás de él, agitando un palo rojo y blanco y gritando. Se sumergió una vez más y esta vez la corriente lo cogió como una larga y amable mano y lo empujó rápidamente hacia delante y hacia abajo. Por un instante se quedó muy sorprendido, pero como se movía rápidamente y sabía que iba a llegar a algún lugar, toda su furia y su miedo desaparecieron.

La cabeza del señor Paradise aparecía de vez en cuando en la superficie del agua. Finalmente, a bastante distancia río abajo, el viejo se levantó como un antiguo monstruo marino y, con las manos vacías, se quedó mirando con sus ojos tristes río abajo, tan lejos como su vista podía alcanzar.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 12, 2020


 

LO MÁS LEÍDO ♣ Agosto 11, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Agosto 10, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Agosto 11, 2020 23.23 HORAS

 


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Agosto 11, 2020


 

La Elegida

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Joe Biden seleccionó a la senadora Kamala Devi Harris, oriunda de Oakland California, como compañera de fórmula para elección presidencial del próximo noviembre en Estados Unidos.

Harris
Biden

Harris, que centró su infructuosa candidatura a la Casa Blanca el año pasado en la promesa de “llevar adelante el caso” contra el presidente Trump, fue ampliamente considerada como una de las principales candidatas a la vicepresidencia por Biden.

Con su experiencia en todo el estado como fiscal general de California y cuatro años en el Senado de Estados Unidos, Harris se encontraba entre las más convencionalmente calificadas de la media docena de mujeres que se estaban considerando en el grupo de contendientes más diverso de la historia.

“Necesito a alguien que trabaje a mi lado, que sea inteligente, fuerte y que esté listo para liderar. Kamala es esa persona”, escribió Biden en un correo electrónico a sus seguidores el martes por la tarde. La pareja aparecerá por primera vez juntos como candidato presidencial en Wilmington, Delaware, el miércoles.

En muchos sentidos, Harris de 55 años, es una elección segura – ampliamente popular en el Partido Demócrata y familiarizada con los rigores de una campaña nacional. Pero su elección también tiene un peso simbólico en este momento en que las relaciones entre las razas están en primer plano para los votantes, en particular porque Harris, que es de ascendencia india y jamaicana, tuvo su propio enfrentamiento muy publicitado con Biden por la raza durante las primarias.

 


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Agosto 11, 2020


 

Diputados solicitan informes por Policías, Militares y Agentes del Estado en situación de carcel debido al Coronavirus

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El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos deberá presentar un informe solicitado por diutados argentinos con respecto a la situación de los detenidos por delitos de lesa humanidad sin prisión domiciliaria, debido a la pandemia del COVID-19. Políticos procesados por corrupción obtuvieron el beneficio, al igual que otros delincuentes.

 

FUNDAMENTOS

Sr. presidente:

Alberto Asseff

El Servicio Penitenciario Federal es una fuerza de seguridad de la Nación destinada a la custodia y guarda de los procesados, y a la ejecución de las sanciones penales privativas de libertad. Asimismo, la Dirección Nacional es el organismo técnico responsable de la conducción del Servicio Penitenciario Federal, el que tiene a su cargo los institutos y servicios destinados a la custodia y guarda de los procesados y a la readaptación social de los condenados a sanciones penales privativas y restrictivas de libertad en el territorio de la Capital Federal y de las provincias, dentro de la Jurisdicción del Gobierno de la Nación, y el traslado de los internos.

En el Servicio Penitenciario Federal permanecen los condenados por delitos federales. Los mismos son: narcotráfico, delitos de lesa humanidad, evasión fiscal, contaminación ambiental, trata de personas, secuestros extorsivos, contrabando, delincuencia organizada, delitos contra la libertad de expresión, delitos en materia de derechos de autor y propiedad industrial, tráfico de piezas arqueológicas, delitos electorales, ley de marcas, falsificación de moneda, delitos contra la administración pública, lavados de activos de origen ilícito.

En esta instancia compete tratar la situación, en el marco de la pandemia del COVID-19, de las personas mayores detenidas por delitos de lesa humanidad.

Presos, en riesgo. Hasta cuándo. Presos desde hace 17 años, ya son adultos mayores, con enfermedades de riesgo. Los militares de los penales federales hace cinco meses que no ven a sus familias y no reciben la ayuda en alimentos y abrigo, por lo que su salud empeoró. Además, los peligros están cada vez más cerca, porque entre el personal penitenciario hay casos de Covid-19 y tres compañeros fueron llevados a distintos hospitales y murieron. Comparten instalaciones: baño, enfermería, cocina, teléfono, etc. Pedimos solo humanidad.” (Horacio Agustín de la Villa).

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Ante la supuesta recomendación sanitaria que los presos deberían alojarse en sus casas para evitar contagios, que acarreo una liberación masiva de forma arbitraria, no controlada e indiscriminada, se planteó la indiferencia que se tuvo y se sigue sosteniendo para con las personas mayores detenidas por delitos de lesa humanidad. “En el Servicio Penitenciario Federal hay 132 detenidos por estos crímenes. La mayoría pertenecen a grupos de riesgos por su edad o por su salud. Más de un centenar de detenidos por crímenes de lesa humanidad presentaron en los tribunales sus pedidos de libertad en el medio de la pandemia del coronavirus. La mayoría pertenece a grupos de riesgo por su edad o por su salud y pide irse a sus casas para cumplir allí sus condenas.” (Blanco, P. “Coronavirus en la Argentina: más de un centenar de detenidos por crímenes de lesa humanidad pidieron irse a sus casas” 7/4/20. Infobae).

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El vacío que el informe deberá llenar

  1. En el Servicio Penitenciario Federal hay 132 detenidos por delitos de lesa humanidad. La mayoría pertenecen a grupos de riesgos por su edad o por su salud. ¿Cuáles son las acciones realizadas para garantizar el buen estado de salud de estos detenidos?
  2. La Unidad Penal Federal 34 de Campo de Mayo, alberga a 70 presos en dos pabellones, todos por delitos de lesa humanidad, con un promedio de edad de 74 años. Se realizaron 48 hisopados, 28 de ellos resultaron positivos y habría, además, 16 guardia cárceles aislados. ¿Qué medidas se adoptaron en dicha unidad para evitar mayores contagios?
  3. La fiscalía de crímenes de lesa humanidad como algunas organizaciones de derechos humanos se oponen a que estos detenidos puedan beneficiarse con la prisión domiciliara en este contexto, argumentando “cómo se verificará que los detenidos en sus casas podrán ser cuidados frente a sus problemas de salud en medio de una emergencia sanitaria como la que vive la Argentina y cómo se acreditará que estos represores cumplirán con su condena en sus casas”. Cuando se liberaron detenidos por otros tipos de delitos, ¿Se evaluaron estos interrogantes para acudir a la justicia?
  4. A mediados de abril, uno de los argumentos para negar la prisión domiciliara, era que el virus no había ingresado a las unidades penitenciarias. Habiendo pasado cuatros meses y existiendo infectados con riesgo de vida. ¿Se ha instado a la justicia para que revea esta decisión?
  5. Ante la liberación masiva de presos, donde muchos no tienen control judicial ni administrativo sobre el paradero ni del cumplimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio. ¿Cuál es la postura de la Secretaría de Derechos Humanos ante la negativa que presos por lesa humanidad, con edad avanzada y factores de riesgo, no se les conceda el beneficio?
  6. Condenados por delitos de lesa humanidad, algunos de ellos contagiados de coronavirus, la mayoría en silla de ruedas, son trasladado de un pabellón a otro. Requieren atención permanente y se agudiza el peligro de contagio ya que comparten patios, baños, enfermerías, teléfonos, etc., con otros internos. ¿Por qué no se presenta ante la justicia un programa de cuidados domiciliarios con cumplimiento de la sentencia?
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La diferencia que se plante aquí es que ante una sospechada medida sanitaria que recomendaría trasladar presos con factores de riesgo a sus domicilios, se ideo un plan sistemático de liberación de condenados con pena privativa de libertad, sin distinción real de las medidas preventivas. Así es como personas realmente necesitadas de un cuidado especial ante la presencia del virus, no fueron beneficiadas con la prisión domiciliaria e incluso han sido contagiados dentro de los pabellones. Tal es el caso de las personas condenadas por delitos de lesa humanidad, que, en su mayoría, rondan entre los 70 y 80 años. Cuando por otro lado, miles de condenados han sido puestos en libertad sin control alguno de su paradero y/o actuación social.

El bloque de Juntos por el Cambio sostuvo que: “Cada juez debe decidir con total independencia, pilar indiscutible de la Constitución Nacional y de la República, es por ello que no son admisibles las presiones a los jueces para que liberen masivamente detenidos y tampoco son admisibles las recomendaciones, ya que expresan un paternalismo jurídico que banaliza el principio de independencia y, por ende, ofende la Constitución Nacional. (…) También denunciaron el ambiguo discurso oficial, en relación al sistema carcelario y el COVID-10. “No entendemos la posición del Ejecutivo frente a esto. Por un lado, generan todos los protocolos epidemiológicos para abordar la pandemia en el ámbito carcelario (SPF) y dicen que van a perseguir a los jueces que no cumplan con la ley de víctimas (Sergio Massa), pero por el otro, se avala la estrategia que auspician funcionarios y propician libertades masivas y presiones a los jueces. (…) “El Presidente Alberto Fernández ratifica la liberación indiscriminada de los presos, generando una indebida presión sobre la justicia, que no corresponde al Poder Ejecutivo que ejerza.”

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación asiste al Presidente de la Nación, y al Jefe de Gabinete de Ministros en orden a sus competencias, en las relaciones con el PODER JUDICIAL, con el MINISTERIO PÚBLICO, con el Defensor del Pueblo y con el CONSEJO DE LA MAGISTRATURA, en la actualización de la legislación nacional, y a requerimiento del Presidente de la Nación en el asesoramiento jurídico y en la coordinación de las actividades del Estado referidas a dicho asesoramiento.

En particular la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación diseña e implementa políticas de Protección y Asistencia a las víctimas de delitos, formula y aplica políticas y programas de promoción y fortalecimiento de los Derechos Humanos, diseña, implementa y desarrolla iniciativas de creación o modificación de normas o programas que tiendan a preservar y garantizar la plena protección de los Derechos Humanos.

Este proyecto no busca una injerencia en el Poder Judicial. Se respeta la República y las decisiones judiciales independientes e imparciales basadas en la sana critica. Ahora bien, desde la óptica ejecutiva como autoridad de aplicación del sistema penitenciario como así también de las normas sobre Derechos Humanos, es de suma relevancia que se accione sobre los mismos. Por ello, se insta este pedido de informes para analizar y conocer las políticas implementadas en esta materia.

Desde ya, que no se busca la impunidad de los condenados como así tampoco la disminución ni quita de penas. Si no, simplemente, que, en el marco de una pandemia, donde muchísimas personas condenadas obtuvieron el beneficio de la prisión domiciliara -con criterios amplios y arbitrarios-, dar cuenta con la discrecionalidad con la cual se otorgó dicho instituto jurídico para algunos sin sentido y para otros se negó sin razón.

Por todo lo expuesto, solicito el acompañamiento de mis pares.

Alberto Asseff

Diputado Nacional

 


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Agosto 11, 2020


 

Lazos de Acero

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El hombre yacía solo en su habitación presurizada en el Hospital Dr. P. Phillips en Orlando, Florida. Tenía un caso severo de Covid-19 y estaba perdiendo la lenta y dolorosa batalla.

Un sacerdote católico vino a administrar los últimos ritos. El paciente, Jason Denney, se despidió de su familia a través de FaceTime.

Pero Rosaura Quinteros, un ama de llaves del hospital, instó a Denney a no perder la esperanza.

Ella le dijo que su vida estaba en buenas manos, tanto de los médicos como de Dios. Ella dijo que no era el momento final de Denney y lo animó a seguir luchando.

A medida que la pandemia de coronavirus ha obligado a los hospitales a imponer restricciones estrictas a los visitantes y al clero, el trabajo de personas como Quinteros se han vuelto aún más importante, dicen los expertos en atención médica.

No solo mantienen las habitaciones limpias de gérmenes dañinos. Muchos también tratan de alegrar el estado de ánimo con sonrisas o bromas, dar ánimo cuando los pacientes pierden la esperanza y ofrecer un oído atento cuando los pacientes necesitan procesar sus emociones.

Y así fue como una humilde ama de llaves oriunda de Guatemala y un agonizante coronel retirado de la Fuerza Aérea se encontraron en una habitación de hospital en Florida. Y poco a poco, uno comenzó a curar al otro.

“No creo que se diera cuenta en ese momento de lo que estaba haciendo por mí”, dijo Denney. “Ella me estaba salvando la vida”.

Al principio, Quinteros y Denney solo hablaron sobre el clima. Una pequeña charla para dejar de pensar en el sufrimiento.

Denney
Quinteros

Denney, que no quería ser sedado o intubado, dijo que tenía un dolor indescriptible y se concentraba en sobrevivir cinco minutos a la vez.

“Fue muy agradable hablar de algo más que de mi enfermedad”, dijo. “Estaba harto y cansado de oír hablar de lo mal que estaba”.

Aunque se apresura a dar crédito a sus médicos y enfermeras, Denney también comenzó a esperar las breves visitas de Quinteros todas las mañanas mientras ella limpiaba su habitación.

“Ella no tenía miedo de estar cerca de mí”, dijo.

A los pocos días empezaron a hablar de temas más serios, como sus hijos y sus preferencias. Quinteros tiene dos hijos. Denney tiene tres, incluido un hijo de 16 años que también contrajo coronavirus.

“Me sentí muy culpable de que mi hijo cotrajera Covid”, dijo Denney, quien pensó que podría haberle transmitido la enfermedad a su hijo.

Quinteros, en una entrevista facilitada por un traductor, dijo que notó el miedo y la culpa de Denney de inmediato.

“Me sentí mal por él”, dijo, “y quería asegurarme de que supiera que no estaba solo”.

Aunque el inglés no es su primer idioma, Quinteros dijo que ella y Denney rápidamente formaron un vínculo. Durante seis días, se convirtió en un rayo de luz en su oscuridad sofocante.

“Cuando un paciente es tratado con compasión y amor”, dijo la mujer, “el idioma no es una barrera”.

Aunque las amas de llaves de los hospitales a menudo se miden según los estándares de productividad (cuántas habitaciones limpian), los ejecutivos de los hospitales están comenzando a darse cuenta de su mayor importancia.

Denney, por su parte, sabe lo importante que puede ser un ama de llaves de un hospital. Luego de estar al límite de perder su vida, el ex militar comenzó a dar pequeños pasos de mejoría, para luego de unas semanas, derrotar al virus.

Unos días después de dejar el hospital Dr. Phillips, Denney le pidió al hospital el número de Quinteros y le envió un mensaje de texto agradeciéndole. Espera conocer a su familia y invitarlos a cenar.

“Me encantaría volver a verla y darle las gracias”, dijo. “La gente no se da cuenta de que en sus breves compromisos con otras personas, las palabras que dices importan. Y en la situación en la que me encontraba, realmente importan”.

 


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Agosto 11, 2020


 

Record de hospitalizaciones por COVID-19 en Florida

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Unas 3.355 personas fueron ingresadas en hospitales de Florida en estado delicado. Este número pertenece a la porción que comienza desde el martes 4 de agosto hasta el domingo 9 del corriente, según mostró el panel de control COVID-19 del estado.

Solo el miércoles pasado, 621 personas fueron ingresadas en hospitales de Orlando. Y en total, 30,785 personas han sido hospitalizadas en el estado con COVID-19 desde fines de abril.

Khan

“Estos son números devastadores”, dijo el Dr. Sadiya Khan, epidemiólogo y profesor asistente de medicina preventiva en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern.

Khan dijo que la culpa debe recaer en los líderes de Florida que minimizaron el peligro desde el principio y que han tardado en imponer mandatos de máscaras y otras medidas de salud pública.

“En Florida ha habido una controversia en curso sobre la gravedad de la crisis del coronavirus”, dijo Khan. “Ha habido una politización del tema del uso de máscaras. Esto nunca debería haber sucedido, y ahora estamos viendo los resultados “.

De la noche a la mañana, Florida informó 4.155 nuevos casos y 91 muertes. El número total de casos hasta el lunes fue de 532,806, y el número de muertos en todo el estado fue de 8,314 y está aumentando.

En términos de la gran cantidad de casos de COVID-19, Florida estaba justo detrás de California, que lidera la nación con 560,159.

Cinco estados sueran a Florida en el número total de muertes relacionadas directamente con COVID-19: Nueva York (33,592), Nueva Jersey (15,872), California (10,351), Texas (8,800) y Massachusetts (8,735).

 


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Agosto 11, 2020


 

La vacuna que viene del frio

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Rusia se convirtió hoy martes en el primer país en registrar oficialmente una vacuna contra el coronavirus y declararla lista para su uso, a pesar del escepticismo internacional. El presidente Vladimir Putin dijo que una de sus hijas ya fue vacunada.

Putin enfatizó que la vacuna se sometió a las pruebas necesarias y ha demostrado ser eficaz, ofreciendo una inmunidad duradera frente al coronavirus. Sin embargo, los científicos nacionales y extranjeros han hecho sonar la alarma de que la prisa por comenzar a usar la vacuna antes de los ensayos de fase 3, que normalmente duran meses e involucran a miles de personas, podría ser contraproducente.

Putin enfatizó que la vacuna ha sido sometida a las pruebas adecuadas y ha demostrado ser segura de usar.

“Me gustaría repetir que ha pasado todas las pruebas necesarias”, dijo. “Lo más importante es garantizar la total seguridad del uso de la vacuna y su eficacia”.

El líder ruso agregó que una de sus dos hijas recibió dos inyecciones de la vacuna y se encuentra bien. “Ella participó en el experimento”, dijo Putin.

Putin dijo que su hija tenía una temperatura de 100,4 grados Fahrenheit (38 c) el día de la primera inyección de la vacuna, y luego bajó a poco más de 98,6 grados (37 c) al día siguiente. Después del segundo disparo, volvió a tener un ligero aumento de temperatura, pero luego se disipó.

“Se siente bien y tiene una gran cantidad de anticuerpos”, agregó Putin. No especificó cuál de sus dos hijas, María o Katerina, recibió la vacuna.

Las autoridades rusas han dicho que los trabajadores médicos, maestros y otros grupos de riesgo serán los primeros en ser vacunados.

Putin enfatizó que la vacunación será voluntaria,

Los funcionarios rusos han dicho que la producción a gran escala de la vacuna comenzará en septiembre y que la vacunación masiva puede comenzar ya en octubre.

 


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Agosto 11, 2020


 

A los tiros cerca de la Casa Blanca

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El presidente estaba en medio de su declaración de apertura cuando un asistente que parecía ser miembro del Servicio Secreto se acercó a su lado y lo escoltó fuera del podio. Trump regresó a la habitación después de unos momentos e informó que había habido un tiroteo afuera de la Casa Blanca.

“La policía le disparó a alguien, parece ser el sospechoso. Y el sospechoso ahora está de camino al hospital”, dijo Trump.

El Servicio Secreto disparó al sospechoso fuera de la cerca, cerca de la Casa Blanca, dijo. Washington, D.C., los funcionarios dijeron que los socorristas llevaron a un hombre con una herida de bala a un hospital del área. La persona se encontraba en estado grave, si no crítico.

El Servicio Secreto de Estados Unidos dijo que uno de sus oficiales también fue trasladado a un hospital.

“Ustedes se sorprendieron, yo también me sorprendí”, dijo Trump al volver ante los periodistas.

Trump, quien dijo que lo llevaron a la Oficina Oval durante el incidente, dijo que no estaba al tanto del motivo del tiroteo, que tuvo lugar en 17th Street y Pennsylvania Avenue.

“Puede que no haya tenido nada que ver conmigo”, dijo Trump. “Podría haber sido otra cosa”.

 


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Agosto 11, 2020


 

LOS MEJORES Y MÁS BARATOS ESBIRROS* DE UNIFORME… PARA DETENER REPRESORES

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  Por CLAUDIO KUSSMAN.

POLICÍA FEDERAL, GENDARMERÍA, PREFECTURA Y POLICÍA DE SEGURIDAD AEROPORTUARIA (PSA)

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En el tema de los adultos mayores, imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, mucho hemos escrito sobre los abusos de los jueces prevaricadores y sus encubridores, la clase política en su totalidad, los medios de difusión y la misma iglesia católica, apostólica romana. Para estos septuagenarios, octogenarios, nonagenarios y familiares, su odisea comienza cuando un honorable togado federal emite una orden de detención, aún por inferencias y la remite a alguna de las fuerzas de seguridad, llámese POLICÍA FEDERAL, GENDARMERÍA, PREFECTURA o POLICÍA DE SEGURIDAD AEROPORTUARIA (PSA). De inmediato estas “nobles” instituciones movilizan a alguno de sus  equipos operativos, quienes como si fueran a apresar a un famoso y sanguinario narcotraficante,  llegan hasta el domicilio del “peligroso anciano a detener”, quien también por décadas llevó un uniforme. Bien pertrechados toman los recaudos del caso por si este intentara fugarse “saltando por los fondos del inmueble”, acto por edad, imposible de llevar a cabo. Luego labran un acta de la cual no dejan copia alguna a la confundida cónyuge del imputado, lo esposan delante de ella, ¿Cómo van a tener la “delicadeza” de hacerlo cuando ya están en alguno de los vehículos con los que se movilizan  y se retiran del lugar, con la satisfacción del deber cumplido? Generalmente la afligida señora de la casa, quien también es una adulta mayor tiene varias horas por delante, para tratar de averiguar donde fue llevado su marido, “el represor”. Si por casualidad este está ausente de su hogar porque con anticipación trata de ser un prófugo de la “justicia”, entonces se despliega una sofisticada inteligencia electrónica y se intervienen TODOS los teléfonos de sus familiares y amigos, hasta que alguno da la pista y allá va la partida tras su preciado e importante objetivo a capturar. Lo llamativo es que estos sabuesos uniformados, tan implacables en la detención de ancianos uniformados, también ofician de custodios de miembros del poder judicial y políticos, que como se sabe en Argentina, no pocos son corruptos. 

Como consecuencia, les conocen amantes, les escuchan conversaciones indiscretas, vicios, relaciones “non sanctas” y ritmo de vida y propiedades fuera del alcance adquisitivo de quien protegen. En ese caso dejan de ser “implacables” y se transforman en muy discretos ciegos, sordos y mudos lacayos. Guste o no guste, sí, hay quienes ejercen un verdadero espíritu de cuerpo, protegiendo al caído y estos son los miembros del poder judicial, que en el peor de los casos son “castigados” con una jubilación de privilegio, libre de tributos,  luego de ser parte de escandalosos casos de corrupción. También hace lo propio el poder político que para ello tienen el Congreso de la Nación y la custodia de uniformados que nacieron y fueron educados para ser baratos esbirros a quienes se conforman con un grado jerárquico o un cargo, que, por supuesto pagamos entre todos, con nuestros impuestos.

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Diciembre 17, 2019
Abril 24, 2016
Mayo 09, 2019


 

“Esto es una telenovela de la mafia Magnetto y de sus esbirros judiciales”

Amado Boudou, 57 años de edad, ex Vicepresidente de la Nación, en arresto domiciliario por el riesgo de que contrajera Covid 19 en prisión.

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Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Agosto 08, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

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*ESBIRRO: Persona pagada por otra para que lleve a cabo acciones violentas en su lugar. El que se dedica profesionalmente a ejecutar las órdenes violentas de una autoridad.

 


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Agosto 11, 2020


 

María Delicia de Giachino y Sandro Rojas Filártiga en DE ESO NO SE HABLA

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En DE ESO NO SE HABLA, este martes a las 19 horas, sus conductores ANA BARREIRO, INES HANSEN, ANDREA PALOMAS ALARCÓN y GUILLERMO CESAR VIOLA estarán hablando con el cineasta y escritor SANDRO ROJAS FILÁRTIGA, el editor CLAUDIO DÍAZ Y como ivitada especial, la señora MARÍA DELICIA DE GIACHINO, Madre de Pedro Giachino Heroe de Malvinas primer caido en combate el 2de abril 1982.

 

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María Delicia Giachino
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Sandro Rojas Filártiga
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Agosto 11, 2020


 

JORGE CRAVERO-ROSA MONTESINO Y LOS SOLDADOS DEL OPERATIVO INDEPENDENCIA

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TUCUMÁN, “EL VIETNAM ARGENTINO”

El día 11 de julio pasado, tuvo lugar en el país una reunión virtual coordinada por el señor JORGE CRAVERO, soldado conscripto clase 1975, quien se encuentra al frente del movimiento “SOLDADOS OPERATIVO INDEPENDENCIA”. En la misma participaron el senador Julio Cobos, ex vicepresidente de la Nación y las diputadas Ximena Sola, Lorena Matzen y Gisela Scaglia. También los diputados Federico Angelini, Juan Martín, Alberto Asseff, Omar De Marchi, Jose Luis Ramos, José Nuñez, Alfredo Cornejo, Diputado, ex gobernador de la Provincia de Mendoza y el exdiputado Agustín Portela. El fin de la videoconferencia, fue debatir sobre la situación de los soldados que cumplieron con el servicio militar obligatorio, destinados en Tucumán, durante el año 1975 cuando se llevó a cabo   el Operativo Independencia, ordenado por la presidente MARIA ESTELA MARTÍNEZ DE PERÓN. En la misma, si bien por problemas técnicos, no pudo participar en forma directa, la historiadora militar ROSA MONTESINO, como invitada especial, esta les hizo llegar un audio, con su dura y veraz exposición, que fue escuchado por todos los participantes. Como conclusión de este primer encuentro, se acordó que no bien terminen los impedimentos impuestos por la pandemia del Covid 19, se realizará una reunión de sala en el congreso. Entonces la historiadora MONTESINO deberá volver a exponer sobre la problemática existente hasta nuestros días, con esos soldados que, cumpliendo con el servicio militar obligatorio, debieron participar en los enfrentamientos armados contra el terrorismo de los años 70, en los peligrosos montes tucumanos.

www.prisioneroenargentina.com

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Coordinador de la reunión
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Julio Cobos, Senador
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Ximena Sola, Diputada
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Gisela Scaglia, Diputada
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Rosa Montesino, historiadora
Federico Angelini, diputado
Juan Martín, Diputado
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Alberto Asseff, Diputado
Omar De Marchi, Diputado
Luis Ramos, Diputado
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José Nuñez, Diputado
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Alfredo Cornejo, Diputado
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Agustín Portela, ex Diputado
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Lorena Matzen, diputada
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Material audiovisual enviado por la Profesora Rosa Montesino

 


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Agosto 11, 2020


 

Los disturbios y saqueos de Chicago provocan 100 arrestos y 13 oficiales heridos

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Más de 100 personas fueron arrestadas el lunes luego de una noche de saqueos y disturbios que dejaron a 13 oficiales heridos y causaron daños en el exclusivo distrito comercial Magnificent Mile y otras partes de la ciudad, dijeron las autoridades. El superintendente de policía David Brown dijo que fue “un incidente de pura criminalidad” que fue provocado por el tiroteo de una persona contra la policía el día anterior en el vecindario de Englewood de la ciudad.

En un momento, la madrugada del lunes, los violentos dispararon contra la policía y los oficiales respondieron al fuegos. Brown dijo que se espera una fuerte presencia policial en el centro de la ciudad hasta nuevo aviso.

Mannelly
Brown
Lightfoot

Se esperaba que los arrestados enfrentaran cargos que incluían saqueos, alteración del orden público y agresión contra la policía.

La alcadesa de Chicago Lori Lightfoot dijo que la ciudad ha activado un programa de protección de vecindarios que estará constantemente presente en lugar “durante días previsibles mientras sea necesario hasta que sepamos que nuestros vecindarios son seguros”.

Las empresas de Chicago informaron a la policía un costo superior a los 66 millones de dólares en propiedades dañadas o robadas durante el saqueo y los disturbios.

El exjugador de football americano de los Bears, Patrick Mannelly, presenció el saqueo de su condominio de gran altura y vio individuos que se acercaban a un camión de U-Haul y colocaban bienes robados en el remolque.

Los disturbios comenzaron poco después de la medianoche en Magnificent Mile, que es una de las atracciones turísticas más visitadas de Chicago. Horas antes, decenas de personas se habían enfrentado a la policía después de que los agentes dispararan e hirieran a una persona el domingo en el vecindario de Englewood, ubicado a unas 10 millas de distancia.

 


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Agosto 11, 2020


 

AGUAFUERTE

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  Por RUBÉN DARÍO

De una casa cercana salía un ruido metálico y acompasado. En un recinto estrecho, entre paredes llenas de hollín, negras, muy negras, trabajaban unos hombres en la forja. Uno movía el fuelle que resoplaba, haciendo crepitar el carbón, lanzando torbellinos de chispas y llamas como lenguas pálidas, áureas, azulejas, resplandecientes. Al brillo del fuego en que se enrojecían largas barras de hierro, se miraban los rostros de los obreros con un reflejo trémulo.

Tres yunques ensamblados en toscas armazones resistían el batir de los machos que aplastaban el metal candente, haciendo saltar una lluvia enrojecida. Los forjadores vestían camisas de lana de cuellos abiertos y largos delantales de cuero. Acanzábaseles a ver el pescuezo gordo y el principio del pecho velludo, y salían de las mangas holgadas los brazos gigantescos, donde, como en los de Anteo, parecían los músculos redondas piedras de las que deslavan y pulen los torrentes.

En aquella negrura de caverna, al resplandor de las llamaradas, tenían tallas de cíclopes. A un lado, una ventanilla dejaba pasar apenas un haz de rayos de sol. A la entrada de la forja, como en un marco oscuro, una muchacha blanca comía uvas. Y sobre aquel fondo de hollín y de carbón, sus hombros delicados y tersos que estaban desnudos hacían resaltar su bello color de lis, con un casi imperceptible tono dorado.

 


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Agosto 11, 2020


 

LO MÁS VISTO ♣ Agosto 10, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Agosto 10, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Agosto 10, 2020 23.23 HORAS

 


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Agosto 10, 2020


 

Una persona muerta debido a una explosión de gas en el noroeste de Baltimore

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Una persona murió luego de que varias casas colapsaran en un vecindario del noroeste de Baltimore el lunes por la mañana a lo largo de Reisterstown Road después de una explosión de gas.

La explosión ocurrió en la cuadra 4200 de Brookhill Road cerca de Reisterstown Road Plaza antes de las 10 a.m. Al menos tres casas colapsaron y los escombros volaron por las ventanas de las casas cercanas.

Los bomberos de la ciudad de Baltimore dijeron que una mujer murió y que al menos otras cuatro personas fueron trasladadas a hospitales del área en estado grave. Están tratando de rescatar al menos a una persona más y están buscando entre los escombros más posibles víctimas.

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Un hombre dijo a la prensa que cuando escuchó la explosión salió corriendo de su casa sin zapatos. Cuando llegó al lugar de la explosión, pudo escuchar a alguien diciendo “ayuda” desde debajo de los escombros.

Fue catastrófico. Fue como una bomba, como ver cosas en otros países donde hay bombardeos y cosas así. Fue como ver eso en la vida real. Los postes telefónicos se partieron, quiero decir, casas al final de la cuadra, vidrios rotos. Cuando llegué allí por primera vez, podía escuchar una voz que simplemente decía “Ayuda”, es una locura. Es algo que no quiero volver a ver nunca más; No quiero volver a vivirlo nunca más “.

Dijo que hizo todo lo posible para ayudar hasta que llegaron los primeros en responder. Dijo que olía humo y gas.

 


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Agosto 10, 2020


 

Casa ‘flaca’ a la venta

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La propiedad fue erguida en Deerfield, Illinois, se encuentra actualmente en el mercado por poco menos de U$ 270,000.

Los usuarios de las redes sociales estaban desconcertados por la extraña casa debido a su pequeño tamaño y muchos no podían entender cómo alguien podría vivir en ella.

Una persona dijo que la casa era “profundamente perturbadora”, otra escribió: “Eso no es una casa, es un pasillo”.

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Después de echar un vistazo a la lista de agentes inmobiliarios, parece que la propiedad no es tan pequeña como parece inicialmente.

Se llama ‘Pie House’, porque como una rebanada de pastel, es más pequeña en un extremo y gradualmente se ensancha hacia el otro lado.

“Esta casa icónica es más grande de lo que parece, con más de 1600 pies cuadrados (149 m2) de espacio habitable, incluido el sótano terminado”.

También se dice que la propiedad tiene dos dormitorios, uno de ellos en el sótano, y dos “baños y medio”.

 


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Agosto 10, 2020


 

Caos en Chicago

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La locura estalló en el centro de Chicago temprano  hoy por la mañana, con saqueos generalizados en innumerables negocios, daños a la propiedad y disparos contra la policía.

Los disturbios comenzaron alrededor de las 00.20 AM, cuando se llamó a la policía para informar de una escena de vandalismo en Michigan Avenue. Grandes multitudes se reunieron afuera de las tiendas Saks Fifth Avenue y Coach, con cientos de personas gritando y arrojando cosas a los oficiales.

Los saqueadores fueron capturados vistos en múltiples ubicaciones, con mercadería robada y escaparates destrozados. Se les dijo a los oficiales que respondieran a los saqueos y hubo múltiples informes de disparos.

Justo antes de las 5 a.m., un portavoz de la policía de Chicago tuiteó que se habían realizado disparos contra agentes que respondieron al fuego cerca de la intersección de Michigan Avenue y Lake Street. Ningún oficial resultó herido, y hasta el momento no se sabía si los agresores recibieron disparos.

Parecía que el saqueo comenzó inicialmente en el centro de la ciudad, pero se extendió a varios vecindarios de Chicago, con informes de negocios atacados en River North, Streeterville, Lincoln Park, Gold Coast y South Loop también.

La Autoridad de Tránsito de Chicago cerró todos los servicios de trenes y autobuses en el centro “a petición de los funcionarios de seguridad pública”. Los autobuses no circularán en el área delimitada por Fullerton, Cermak y Ashland Avenue hasta nuevo aviso, con todos los servicios de trenes suspendidos temporalmente hasta nueva información.

Los puentes sobre el río Chicago se levantaron alrededor de las 4:30 a.m., lo que impidió la entrada y salida del centro de la ciudad. Los motivos de esta revuelta son aún desconocidos.

Estos desmanes se producen en medio de una exigencia de grupos radicalizados de eliminar o debilitar a la policía.

 


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Agosto 10, 2020


 

NO SE ENGAÑE: VIVIMOS BAJO UNA TIRANÍA

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  Por COSME BECCAR VARELA

Invito a los lectores a que traten de recordar o de entrarse a través de la Historia si hubo un momento más absurdamente tiránico que el que estamos viviendo. Absurdo porque es aceptado mansamente, sin límite de tiempo y sin que los tiranos ejerzan una violencia capaz de quebrar la voluntad de un pueblo medianamente celoso de sus derechos más elementales, sino apenas basada en mentiras sin pretensión de probar la veracidad de ninguna de ellas, tal es la credulidad con que las toman las víctimas de ellas a pesar de que la única fuente de información para sustentar la interminable cuarentena en la que se basa la tiranía es la impresentable “medusa” que funge de “secretaria de acceso a la salud de la nación”, Carla Vizzotti. Esta audaz joven despeinada y con aspecto de drogada es la dueña de la libertad de 44.000.000 de habitantes y la correveidile de Fernandez y del asesino abortista ministro de salud. Es ella la voz oficial que se usa  para mantener este engaño del número de muertos y contagiados sin que nadie le pida pruebas de las causas verdaderas de las muertes atribuidas al coronavirus ni se indignan cuando dice que hay muchos de esos enfermos que en realidad no lo están porque no presentan los síntomas de la enfermedad, lo que en lenguaje llano signfica que no la tienen, (dos más dos cuatro) y parecen ignorar que desde 1810 se muere gente en el país todos los años por distintas causas en números proporcionalmente iguales o mayores que los de este virus pero de varias enfermedades.    

Esta tirania es el resultado de varios factores.

Primero, el que ya dije, o sea, la cobarde, estúpida y crédula resignación de los habitantes que se dejan someter sin resistencia digna de ser considerada como tal. A esto contribuye el reparto de plata a casi 20.000.000 de habitantes impedidos de trabajar, plata que por falta de recursos genuinos proviene de una desbocada emisión monetaria que provoca una inflación gigantesca no revelada pero cuyos efectos  nos explotarán en la cara en cualquier momento.

Segundo, la vil sumisión a un poder internacional que procede de la misma manera avasallando la soberanía de las naciones mediante el terror inducido de un discutido virus sobre el cual innumerables científicos silenciados han desmentido sus origenes, sus efectos y su carácter de “pandemia” que justifique las medidas catastróficas que casi todos los gobiernos han tomado, siendo el de este país uno de los más serviles ejecutores de esa orden destructiva.

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Vizzotti

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Alberto Fernández

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Kicillof

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Tercero, la audacia descarada del gobierno peronista, ávido de poder y despectivo de todo derecho, siempre integrado por ladrones desde los tiempos de su infame fundador y para el cual la tiranía en manos propias es el gobierno ideal. Y los “opositores”, participan de ella en efectivo, con sueldos y prebendas de todo tipo, mientras el “kerensky” macri, responsable del regreso al poder de esta banda de corruptos, se pasea por Europa y su cómplice máximo, el monstruoso y abortista Intendente de Buenos Aires, es un aliado a ojos vista de la tiranía, actuando como un desvergozado furgón de cola de Fernandez y del marchando del brazo con el marxista Kicilloff.

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Voy a dar la lista -no exhaustiva- de los derechos que están abandondo los argentinos en su cobardía:

1) El de profesar libremente su culto que se funda no sólo ni principalmente en el (art. 14 CN sino en la autoridad divina). En esto colaboran los Obispos (que actúan como apóstatas por que parecen no creer en el poder de Dios para auxiliarnos). Hace casi cinco meses que está prohibidas las misas públicas y cerradas casi todas las iglesias. Si los Obispos no fueran apóstatas, por el contrario, invocarían a Dios  exhortando al clero a decir misas y a todos los católicos a rezar para que cese la tiranía y su aparente causa.

2) El de mantener el sistema republicano de gobierno con tres poderes separados e independientes (art. 1CN). Hoy han desaparecido el Judicial y el Legislativo (que, dicho sea de paso, hace rato que son cuevas de maleantes que desprecian el Derecho cobrando sueldos de sultanes).

3) El de trabajar y ejercer toda industria lícita (art.14CN). Hace casi cinco meses que innumerables personas no pueden trabajar y muchas empresas medianas y pequeñas y aún grandes desaparecen  a causa de las arbitrarias medidas de la tiranía que les impide trabajar a pesar de lo cual deben seguir pagando impuestos y a sus empleados.

4) De usar y disponer de su propiedad (art.14CN). Sus automóviles están inmovilizados con  riesgo de que les sean confiscados si los usan sin un permiso especial de la tiranía.

5) El de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino (art. 14CN).La cuarentena   impide la libertad de movimientos incluyendo una pena de dos años de prisión para quien la viole.

6) El de no ser admitida la exigencia servicios personales (art.17CN).Sin  embargo se exige el uso de unas máscaras llamadas “barbijos” bajo pena de $80.000 a quien no lo hiciere. Eso es un servicio personal porque se alega que es en beneficio de los otros para impedir que los contagiemos de una peste nadie puede afirmar que padecemos.
  
7) Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso Es inviolable el derecho de defensa (art.18CN). Sin embargo, la tiranía ha impuesto una prisión domiciliaria (eso es la “cuarentena”) sin acusación de delito alguno y sin dar derecho de defensa. Por ejemplo, el de proponer peritos médicos para desmentir las falsedades del gobierno acerca del verdadero peligro del virus y su modo de contenerlo. Según los científicos silenciados, esa pericia da por tierra esa tramoya y caería la .tiranía.

8) A.Fernandez A. ha usurpado la suma del poder público convertido en un infame traidor a la patria y sus actos son nulos (art.29CN)

9) El derecho de asociarse y el aún más esencial de tener una vida social con la familia y los  amigos. Para eso la tiranía cierra los lugares de encuentro como los restaurantes, cafés, clubes y hasta prohibe las reuniones familiares alentando la delación de los vecinos contra quienes las hacen. Por ese motivo hay infinidad de casamientos que se han postergado indefinidamente.

Esta es otra de las utilidades de la cuarentena para la consolidación de la tirania. Los tiranos “se esfuerzan para procurar que su sus súbditos no sean gente de virtud ni tengan pensamientos magnánimos para que no dejen de sufrir su mal gobierno y que entre ellos no haya conciertos, ni amistades, ni gocen de la correspondencia de la paz, porque así, no fiándose unos de otros no puedan intentar nada contra ellos (Santo Tomás de Aquino, “El gobierno de los príncipes” Tomo I, cap III)

10) Se impide el derecho de viajar llegando al extremo de prohibir los vuelos con lo  que muchas Compañías aéreas quebrarán. Hay miles de personas que por esa causa fueron impedidas de volver a sus casas, sin plata y durmiendo en el suelo de los aeropuertos extranjeros. No se puede usar el transporte público   sin una especie de “pasaporte” expedido voluntad por lo tiranía. Por ese motivo los colectivos suelen pasar con un solo pasajero o con ninguno.

No hay duda de que esta tiranía tiene una ideología que es la del estatismo marxista. Y no se quedará en esto sino que avanzará hasta imponer un sistema como el de Venezuela.

Esta es la situación en breve síntesis. Y que me digan sino da vergüenza ser argentino en “peronlandia” y qué se puede esperar de un pueblo acobardado y sin inteligencia.

Sólo Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen María nos puede salvar.

Cosme Beccar Varela

 


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Agosto 10, 2020


 

Las inundaciones en China arruinan a los agricultores

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Las fuertes inundaciones se han apoderado de grandes extensiones del sur de China, incluidos más miles de acres de campos de arroz cerca del lago Poyang.

Los cultivos se han fracasado por completo. Las familias de agricultores ya han perdido aproximadamente 200.000 yuanes (28.000 dólares) en productos agrícolas por cabeza justo cuando el arroz estaba casi maduro y listo para cosechar antes de las inundaciones. Las crecientes inundaciones desbordaron las orillas del lago Poyang en la provincia de Jiangxi el mes pasado, destruyendo miles de acres de tierras agrícolas en lo que se conoce como la “tierra de los peces y el arroz”. La cuenca más amplia del río Yangtze, que incluye el lago Poyang y se extiende a más de 3.900 millas desde Shanghai en el este hasta la frontera tibetana en el oeste, representa el 70% de la producción de arroz del país.

El desastre es una pésima noticia para la segunda economía más grande del mundo, que ya se encuentra en un estado frágil debido a la pandemia de coronavirus. Beijing hasta ahora ha podido asegurar el suministro de alimentos importando grandes cantidades de productos de otros países y liberando decenas de millones de toneladas de reservas estratégicas.

Pero los analistas advierten que tales medidas solo pueden ser útiles durante un tiempo. Las tensas relaciones entre China y gran parte del mundo occidental, y la pandemia del coronavirus, pueden dificultar la importación de muchos alimentos en el futuro. Mientras tanto, las inundaciones en China podrían empeorar pronto: se esperan fuertes lluvias durante gran parte de este mes, y los funcionarios chinos han advertido que las inundaciones podrían avanzar más al norte, amenazando las cosechas de trigo y maíz del país.

 


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Agosto 10, 2020


 

La Jirafa

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  Por JUAN JOSÉ ARREOLA

 

Al darse cuenta de que había puesto demasiado altos los frutos de un árbol predilecto, Dios no tuvo más remedio que alargar el cuello de la jirafa.

Cuadrúpedos de cabeza volátil, las jirafas quisieron ir por encima de su realidad corporal y entraron resueltamente al reino de las desproporciones. Hubo que resolver para ellas algunos problemas biológicos que más parecen de ingeniería y de mecánica: un circuito nervioso de doce metros de largo; una sangre que se eleva contra la ley de la gravedad mediante un corazón que funciona como bomba de pozo profundo; y todavía, a estas alturas, una lengua eyéctil que va más arriba, sobrepasando con veinte centímetros el alcance de los belfos para roer los pimpollos como una lima de acero.

Con todos sus derroches de técnica, que complican extraordinariamente su galope y sus amores, la jirafa representa mejor que nadie los devaneos del espíritu: busca en las alturas lo que otros encuentran al ras del suelo.

Pero como finalmente tiene que inclinarse de vez en cuando para beber el agua común, se ve obligada a desarrollar su acrobacia al revés. Y se pone entonces al nivel de los burros.

 


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Agosto 10, 2020


 

LA NOCHE Y EL BUENOS AIRES DE LOS INDIGENTES

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  Por FRANCISCO BÉNARD

SOLO POBRES, SOMBRAS Y TRISTEZA.

Serían las tres de la mañana, sentí apetito y salí a comprarme algo. Ocurre  que adquirimos  lo justo para el día para no engordar con estas cuarentenas en cadena. El panorama es desolador, son muchos los indigentes durmiendo en las calles, algunos de ellos se los ve con un plato de comida fría, lo miran a uno como pidiéndole ayuda y la tristeza invade los corazones de la buena gente que hay. Los pobres hacen cola en la puerta de los supermercados no para comprar nada sino para recibir la ayuda posible de quienes van allí a hacer sus compras. Nuestros clientes diarios son esos pobres que nos sonríen todos los días casi como para recordarnos que no nos olvidemos de ellos. Forman parte de un nuevo presupuesto, se han transformado en otros hijos más que hemos llegado a tener como fruto de esta pandemia. Con quienes he logrado hablar me manifiestan que en los “paradores oficiales” es imposible alojarse por la cantidad de insectos por un lado y por el otro porque  les roban sus pertenecías personales. Esto, según la policía es cierto. Muchos se cobijan y duermen los unos con los otros bien “pegaditos” para brindarse el calor humano, muchas veces ante la falta de frazadas suficientes. Entre ellos reina la solidaridad. Uno les deja un paquete de comida y enseguida les dan a entender que será repartido entre todos los allí presentes. De regreso a mi domicilio, a la pasada le dejo un paquete a una familia. Estar durmiendo en las calles con frío, con la comida fría y sin estar bien abrigado es muy triste. Estas escenas se repiten en muchas ciudades del país, quizás mucho más duras de las que vivimos en la ciudad de Buenos Aires donde falta de todo. ¿Y un baño de agua caliente? Al amanecer se los ve haciendo cola en la Iglesia del Socorro es horrible sentirse “sucio” y usando la misma ropa.  He vuelto a casa, son las cuatro de la mañana,   miro mi cama y mi mujer durmiendo bien, con “aire-calor” y me invade  un momento de reflexión, de meditación y agradecimiento a Dios por todo lo que nos da materialmente. Escribo estas líneas para desahogarme de toda la tristeza que me dio mi salida a la calle en una noche muy  fría y con decenas de hombres, mujeres y niños acurrucados en los pasillos de los edificios. Que Dios los bendiga.

Francisco Benard

 


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Agosto 10, 2020


 

LO MÁS VISTO DE LA SEMANA ♠ Agosto 9, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Agosto 3, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Agosto 9, 2020 23.23 HORAS

 


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Agosto 9, 2020


 

Gates, el terrible

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Mucha gente está prestando atención a todas las declaraciones de Bill Gates, el multimillonario con conciencia de Estados Unidos en la era del coronavirus, sobre la respuesta de este país a la pandemia. Pero se presta mucha menos atención a lo que Gates realmente está invirtiendo su fortuna: preparar al resto del mundo para la vacuna contra el coronavirus que necesitarán el próximo año.

Gates dijo el viernes que él y su fundación gastarían 150 millones de dólares para distribuir vacunas, si las encuentran, a algunas de las personas más pobres del mundo. Es uno de los mayores compromisos financieros para la respuesta al coronavirus hasta la fecha de Gates, la segunda persona más rica del mundo. La Fundación Gates está entregando el dinero al Serum Institute, el mayor fabricante de vacunas a nivel mundial por volumen, para producir 100 millones de dosis que costarían como máximo solo U$ 3 cada una.

Gates ha estado entre los principales líderes en la producción de vacunas durante las últimas dos décadas, gastando $ 4 mil millones en el esfuerzo mundial de desarrollo de vacunas conocido como Gavi. Y durante meses, el multimillonario ha expresado su profunda preocupación de que, si bien los países ricos pueden sobrevivir bien al coronavirus, la pandemia devastará a los países pobres que no pueden permitirse administrar el tratamiento, cuando llegue.

“Estamos tratando de asegurarnos de que podemos acabar con esto no solo en los países ricos”, dijo Gates en una entrevista con Bloomberg esta semana, y enfatizó que se está enfocando en las vacunas en desarrollo que serían asequibles en el mundo en desarrollo, como como los perseguidos por las empresas farmacéuticas AstraZeneca y Novavax. “Esos son los más escalables y de bajo costo”.

Lo que Gates está haciendo esencialmente es desplegar su cuenta bancaria para establecer un “precio máximo” para las vacunas que están desarrollando esas dos empresas. Serum se está preparando para fabricar esas vacunas para la India, donde tiene su sede Serum, y hasta otros 91 países pobres o de ingresos medios.

La Fundación Gates ahora ha prometido alrededor de U$ 500 millones en total para responder a la pandemia, aunque los U$ 150 millones anunciados el viernes son técnicamente un préstamo condonable sin intereses. La mayor parte de esos U$ 500 millones se concentra en este trabajo de tuerca y tornillos de expansión de vacunas.

Parte del plan de la fundación para inocular el mundo depende de qué vacuna termine demostrando ser la más eficaz para protegernos de la enfermedad. Veintiocho posibles vacunas diferentes han progresado a ensayos en humanos, cada uno de los cuales tiene diferentes costos de fabricación y requiere diferentes materiales y precisión. Es probable que algunas de las principales vacunas candidatas, como las que persiguen Moderna y Pfizer, sean más caras de producir porque son vacunas de ARN que son fundamentalmente más caras.

“Debido a la forma en que los fabrica y la dificultad de ampliarlos, es más probable que, si son útiles, ayuden en los países ricos. No serán la solución escalable y de bajo costo para el mundo en general ”, dijo Gates en una entrevista.

Luego está el margen de beneficio. La industria de las vacunas se ha comprometido a mantener bajas sus propias ganancias de las vacunas Covid-19, aunque no necesariamente para vender las dosis al costo.

Entonces, el impacto de Gates depende de lo que suceda en los laboratorios de investigación. Si las vacunas más baratas, como las que fabrica Serum, son las que demuestran ser más fuertes, será más fácil y barato proteger a las personas en los países pobres. Gates ya está trabajando con otros investigadores de vacunas, como Johnson & Johnson, que también está buscando una vacuna de bajo costo, para asegurar dosis para el mundo en desarrollo.

Trabajar a favor de Gates es que su fundación tiene mucha experiencia en la distribución de vacunas baratas en todo el mundo. Gates ha invertido más de U$ 4 mil millones en las últimas dos décadas en Gavi, que según la Fundación Gates ha inmunizado a 750 millones de niños y salvado 13 millones de vidas.

Antes del anuncio del viernes, Gates había comprometido U$ 100 millones a Gavi específicamente para comprar y entregar una vacuna Covid-19. En junio, Gates había prometido enviar U$ 1.6 mil millones a Gavi durante los próximos cinco años para su trabajo más amplio en vacunas.

Entonces, aunque Gates no puede controlar cuánto cuesta la vacuna, sí aporta una enorme credibilidad y un historial de poner sus miles de millones a trabajar para distribuirla de la manera más barata posible y a través de una cadena de suministro probada.

La otra cosa que Gates puede controlar es su voz. Y aunque ha tenido una fuerte presencia en el circuito de entrevistas desde el comienzo de la pandemia en los Estados Unidos en marzo, ha renovado sus esfuerzos durante los últimos días, apareciendo en varios programas periodísticos tocando la problemática en cuestión.

¿Su mensaje? El gobierno estadounidense necesita no solo pensar en los estadounidenses. Así que Gates está presionando a los legisladores en el próximo proyecto de ley de ayuda para que asignen más dinero a Gavi y no sucumban al “nacionalismo de las vacunas”.

“He hablado con Pence, he hablado con Mnuchin, Pompeo, en particular sobre el tema de ‘¿Estados Unidos está apareciendo en términos de proporcionar dinero para adquirir la vacuna para los países en desarrollo?'”, Dijo Gates. “Ha habido muchas reuniones, pero no hemos podido hacer que Estados Unidos se presente”.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 10, 2020