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 Por Claudio Kussman.

 

 

DE HONOR, GLORIA, DIGNIDAD, HEROES Y LA SOCIEDAD RURAL DE SAN PEDRO

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“Nos usaron para enfrentarnos con toda la sociedad en los últimos años y ahora pretenden usarnos nuevamente. Que ella lo intente no sorprende, e indigna. Que nosotros lo permitamos es INACEPTABLE”.

Si ustedes al leer estos  renglones que anteceden espera encontrar en su texto original la firma con un sello aclaratorio de algún uniformado, o ex uniformado, con dorados entorchados y medallas en su pecho, henchido de gloria y viejas heridas de bala, está equivocado.

Esto es el final de un comunicado emitido por LA SOCIEDAD RURAL DE SAN PEDRO, cuya presidencia ocupa el señor RAUL VICTORES. En él se repudia   la recepción que los miembros de la misma entidad, pero en este caso de LINCOLN le dieron a Cristina Fernández de Kirchner, quien los visitara en campaña por las próximas elecciones.

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Debo decir que a los  dirigentes sampedrinos, los felicito por su visión, valor y ética. Demuestran ser hombres de bien. A todos los que usaron o usan uniforme, SEA DEL COLOR QUE SEA, yo les pregunto:

 

CUANDO LAS ESPOSAS ENFERMAN Y MUEREN Y LOS HIJOS SON COPTADOS

¿Que nos pasó? Estamos siendo sometidos a la estigmatización, destrucción, desmoralización, y aniquilamiento más cruel y artero de la historia. Nuestras esposas enferman y mueren. Los hijos son coptados volviéndose los enemigos más crueles que pueda tener un ser viviente, lo cual no es mi caso. Hoy exitosa  e inteligentemente, se lleva a cabo con nosotros una  siniestra,  maquiavélica e injusta acción, más peligrosa y continua que cualquier enfrenamiento armado o guerra  que haya habido  en este territorio llamado Argentina. “Nos usaron para enfrentarnos con toda la sociedad” como bien expresaran, a su nivel, los dignos y visionarios ruralistas.

Cristina Fernández viuda de Kirchner en Lincoln.

DIGAN ¡BASTA! CARAJO

No callen más. No sirve contar las injusticias o falsas acusaciones de las que son víctimas en el pasillo de una prisión y luego hacer silencio. Cuando reiteradamente los tenía que escuchar,  llegué a sentir que por dentro, me tenían podrido.  Ello porque se negaban a que  publicara el hecho.  En uno de los tantos casos, alguien, hoy ya silenciosamente fallecido en prisión, me contó de imputaciones en las que él demostraría su inocencia ya que su pasaporte certificaba fehacientemente haber estado en EEUU. Evidentemente no me dejó mostrarlo y la indigna muerte, lo liberó de toda acción ante una justicia bastarda, ciega y sorda.

 

ANCIANOS, LAS PELOTAS

Quienes de afuera nos quieren ayudar nos dicen ancianos. Demostremos que solo lo somos  por estar próximos a la muerte. Que interiormente todavía fluye sangre de la buena, y que también podemos producir hormona de adrenalina, como en el pasado. Los actos heroicos, si realmente se llevaron a cabo,  ya fueron, fenecieron. Quien supo dominar el miedo, tiene la obligación de seguir haciéndolo hasta el último día de su vida. El valor de verdad, se lleva adentro de siempre y para siempre.  Solo es una condición que se tiene o no se tiene. Demostrémoslo. Ahora por disposición de las autoridades gubernamentales, están compartiendo celdas con policías detenidos por narcotráfico. Ellos usaron uniforme pero no los consideren camaradas. Un policía no puede estar  al mismo tiempo hermanado con el narcotráfico, el más grande y criminal desafío que enfrenta la humanidad. Esa convivencia obligatoria es indigna y también lo están aceptando en silencio. Es la muestra de la consideración que tienen de nosotros, los imputados por los mal llamados delitos de lesa humanidad.  ¿Que les pasa con el amor propio? Cuando detuvieron a Milani, lo blindaron para que no hubiera información que lo denostara. Él u otros como él, al igual que los policías narcos, no merecen respeto. Ellos, por ambición, de ser necesario, nos matan.  Pongámonos de pie, nunca más de rodillas.  Morir así, en la cárcel no es digno, ese lugar es para los que depredan y delinquen. Morir en silencio es aún más indigno.

 

 

“La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos”.

Concepción Arenal (1820-1893)

 


Claudio Kussman

PrisioneroEnArgentina.com

Claudio@PrisioneroEnArgentina.com

@PrisioneroA

Julio 21, 2017


 


Colaboración Doctora Andrea Palomas Alarcón


 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 21, 2017


 

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