Javier Milei, el controvertido presidente argentino y autoproclamado “anarcocapitalista”, ha sido comparado a menudo con el expresidente estadounidense Donald Trump, no solo por su estilo político combativo, sino también por su abierta admiración por la personalidad y las políticas de Trump. La fascinación de Milei por Trump es emblemática de una tendencia global en la que los líderes populistas de derecha se imitan mutuamente, particularmente en su uso del espectáculo mediático, la retórica antisistema y los llamados al nacionalismo.
El ascenso político de Milei refleja el de Trump en varios aspectos clave. Al igual que Trump, Milei entró en la política desde fuera del establishment tradicional. Originalmente era economista y personalidad televisiva, ganando popularidad gracias a sus explosivas diatribas contra la clase política argentina, la intervención estatal y el sistema bancario central. Trump, magnate inmobiliario y estrella de telerrealidad, también aprovechó su fama mediática y su estatus de outsider para lanzar una campaña presidencial inesperada y exitosa. Ambos hombres cultivaron una clientela casi de culto presentándose como valientes defensores de la verdad que desafiaban a las élites corruptas.
Una de las señales más evidentes de la admiración de Milei es su mimetismo estilístico. Milei ha adoptado una personalidad extravagante y confrontativa, similar a la de Trump, utilizando lenguaje vulgar, insultos y declaraciones incendiarias como herramienta política. Ha calificado a sus oponentes de “parásitos de izquierda”, en un gesto que evoca el lenguaje despectivo de Trump hacia los demócratas y los medios de comunicación. Este estilo retórico está diseñado no solo para movilizar a su base, sino también para dominar los ciclos mediáticos y desviar el discurso político hacia los extremos.
Ideológicamente, ambos líderes comparten una desconfianza fundamental hacia las instituciones gubernamentales tradicionales. Milei ha atacado abiertamente al Banco Central de Argentina, calificándolo de “estafa”, y se ha comprometido a abolirlo, una medida que resuena con los sentimientos antiglobalización y anti-Reserva Federal de Trump. También coinciden en temas como la desregulación, las rebajas de impuestos y la retórica antisocialista. Milei ha advertido repetidamente sobre los peligros del socialismo en América Latina, al igual que los mensajes alarmistas de Trump sobre la izquierda en la esfera política estadounidense.
La fascinación de Milei por Trump también se extiende a la política internacional. Ha expresado admiración por la doctrina “América Primero” de Trump, lo que indica un cambio en la política exterior argentina hacia vínculos más estrechos con Estados Unidos e Israel y un alejamiento de las alianzas latinoamericanas tradicionales como el Mercosur o los vínculos con China. Esta reorientación refleja una alineación ideológica más amplia con la ola nacionalista-populista que Trump contribuyó a impulsar a nivel mundial.
Sin embargo, existen diferencias importantes. Mientras que Trump basó gran parte de su apoyo en valores conservadores como la religión, prteccionismo económico y las restricciones migratorias, la plataforma de Milei es libertaria e incluso antiestatista. Sus propuestas económicas son más radicales que las de Trump, incluyendo la dolarización de la economía argentina y el desmantelamiento de numerosos organismos estatales.
En definitiva, la fascinación de Milei por Trump revela una tendencia más profunda: la globalización de la política populista. En la era de las redes sociales y el branding político, líderes como Trump se han convertido en modelos a seguir para aspirantes a políticos de todo el mundo. Para Milei, Trump representa tanto un ídolo político como un símbolo de lo que es posible cuando se rompen las reglas de la política convencional. Queda por ver si esta admiración se traduce en una gobernanza eficaz, pero su poder simbólico en la configuración de la identidad política es innegable. Y queda por ver como queda ante los mundo Estados Unidos luego del paso de la administración Trump, que pueda afectar el futuro de Argentina, hoy aliado del país de Norte America.
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Javier Milei, el controvertido presidente argentino y autoproclamado “anarcocapitalista”, ha sido comparado a menudo con el expresidente estadounidense Donald Trump, no solo por su estilo político combativo, sino también por su abierta admiración por la personalidad y las políticas de Trump. La fascinación de Milei por Trump es emblemática de una tendencia global en la que los líderes populistas de derecha se imitan mutuamente, particularmente en su uso del espectáculo mediático, la retórica antisistema y los llamados al nacionalismo.
Una de las señales más evidentes de la admiración de Milei es su mimetismo estilístico. Milei ha adoptado una personalidad extravagante y confrontativa, similar a la de Trump, utilizando lenguaje vulgar, insultos y declaraciones incendiarias como herramienta política. Ha calificado a sus oponentes de “parásitos de izquierda”, en un gesto que evoca el lenguaje despectivo de Trump hacia los demócratas y los medios de comunicación. Este estilo retórico está diseñado no solo para movilizar a su base, sino también para dominar los ciclos mediáticos y desviar el discurso político hacia los extremos.
Ideológicamente, ambos líderes comparten una desconfianza fundamental hacia las instituciones gubernamentales tradicionales. Milei ha atacado abiertamente al Banco Central de Argentina, calificándolo de “estafa”, y se ha comprometido a abolirlo, una medida que resuena con los sentimientos antiglobalización y anti-Reserva Federal de Trump. También coinciden en temas como la desregulación, las rebajas de impuestos y la retórica antisocialista. Milei ha advertido repetidamente sobre los peligros del socialismo en América Latina, al igual que los mensajes alarmistas de Trump sobre la izquierda en la esfera política estadounidense.
La fascinación de Milei por Trump también se extiende a la política internacional. Ha expresado admiración por la doctrina “América Primero” de Trump, lo que indica un cambio en la política exterior argentina hacia vínculos más estrechos con Estados Unidos e Israel y un alejamiento de las alianzas latinoamericanas tradicionales como el Mercosur o los vínculos con China. Esta reorientación refleja una alineación ideológica más amplia con la ola nacionalista-populista que Trump contribuyó a impulsar a nivel mundial.
En definitiva, la fascinación de Milei por Trump revela una tendencia más profunda: la globalización de la política populista. En la era de las redes sociales y el branding político, líderes como Trump se han convertido en modelos a seguir para aspirantes a políticos de todo el mundo. Para Milei, Trump representa tanto un ídolo político como un símbolo de lo que es posible cuando se rompen las reglas de la política convencional. Queda por ver si esta admiración se traduce en una gobernanza eficaz, pero su poder simbólico en la configuración de la identidad política es innegable. Y queda por ver como queda ante los mundo Estados Unidos luego del paso de la administración Trump, que pueda afectar el futuro de Argentina, hoy aliado del país de Norte America.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 18, 2025
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