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Por JORGE BERNABE LOBO ARAGON.

Si se educa los chicos sin religión, al margen de la religión, ignorando la religión y prescindiendo de ella, entonces en la sociedad cundirá la inmoralidad.

 

Desde que nuestro padre “Adán” comenzó a pecar, rápidamente sus hijos y nietos inventaron todos los pecados habidos y por haber. No podemos cometer ninguna barbaridad con pretensión de originalidad. Todo ya se ha perpetrado alguna vez. Así es que cuando se menciona la atroz corrupción del mundo de hoy, y en especial en nuestro país, algunos recuerdan que no la ha creado esta sociedad actual, no se ha ideado una nueva sino que se aplican las corrupciones ya conocidas por las generaciones a través de los siglos. Parece una disculpa. ¿Por qué no va a haber corrupción hoy si siempre la hubo? ¿Por qué la democracia no va a ser corrupta si las dictaduras militares también lo fueron? Sí, es verdad siempre la hubo, pero con diferencias notables: la proliferación y la impunidad. Actualmente la decencia parece ser la excepción difícil de hallar. Antes el corrupto se escondía porque en caso de descubrírselo sufría, por lo menos, una sanción social. Hoy puede exhibir altanero los frutos de sus latrocinios ya que la justicia es incapaz de condenarlo y la sociedad lo ve con indiferencia o con envidia. La moral es sin duda una consecuencia de la religión. A cada religión le corresponde una, y al ateísmo la inmoralidad que nos rodea. Esto ya fue advertido hace más de un siglo: si se educa los chicos sin religión, al margen de la religión, ignorando la religión y prescindiendo de ella, entonces en la sociedad cundirá la inmoralidad. Todos los pueblos tuvieron sus religiones. Durante siglos interesó la religión, y lo que al hombre le interese obviamente causa adhesiones y conflictos. La historia de las religiones y es especial del cristianismo forma la medula de nuestro mundo. Es parte de la historia, de la cultura y los colegios deben enseñarlo. Hasta ahora discutimos si el descubrimiento de América es bueno, porque trajo el Evangelio, o si es malo, porque el Evangelio impidió que continuaran los credos paganos. La escuela no debiera ser indiferente a esta discusión, sino explicarla. Pueden enseñarse las guerras de religión, pero no qué es la religión; puede argüirse a favor o en contra de la evangelización, pero no mostrarse qué es el Evangelio. Existe convencimiento de que explicar la religión en las escuelas es antidemocrático, retrógrado, obscurantista. Se pueden exponer sus guerras, pero no sus creencias. Si se educa los chicos sin religión, al margen de la religión, ignorando la religión y prescindiendo de ella, entonces en la sociedad cundirá la inmoralidad. La moral es sin duda una consecuencia de la religión. A cada religión le corresponde una, y al ateísmo la inmoralidad que nos rodea. Esto ya fue advertido hace más de un siglo. No existe la enseñanza “neutra” en religión. “El verdadero calificativo del Estado que prescinde de la religión es la palabra ateo”. Debe por lo tanto reconocerse que detrás del ateísmo en la enseñanza creció la inmoralidad en la sociedad. Sería insensato que aquellos que se golpean el pecho y hablen en sus discurso del Padre que está en los cielos, lo celebre y le rinda homenaje de adoración, luego degrade esta palabra tan noble, tan alta, tan aquilatada, tan remontada, que es la idea del padre, y hable despectivamente del paternalismo y de las formas paternalistas de gobernar, de enseñar o de conducir a los hombres. Hemos caído en la aberración de confundir la sabiduría práctica, que es la política, y hemos substituido la soberanía de Dios por lo que se supone es la soberanía popular.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 10, 2017


 

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