Las pequeñas batallas que gana el terrorismo

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fabian11 Por Fabian Kussman.

A mediados de este año el dirigente belga Laurent Louis -una figura muy controvertida dentro y fuera del parlamento de su país- emitió un discurso en el cual, como un protagonista de una comedia salvaje, se preguntaba cómo no podían fomentar el combate contra musulmanes radicalizados dentro de su propio ejército y no poder darles de baja por falta de instrumentos legales para esos casos, pero ofrecían su ayuda al gobierno francés para combatir fuera de sus confines este mismo terrorismo.

Alumnos de la Universidad de Londres, prestigiosa productora de periodistas en el Reino Unido, votaron en contra de la distribución de tres periódicos en sus instalaciones por contener información acerca de extrañas creencias musulmanas y comportamientos de grupos terroristas. Los estudiantes consideraron estos artículos como de orientación “racista” e “islamofóbica”. Esta universidad -supuestamente abierta a la amplitud de criterios- se ha convertido en un ente censor.

Tras la masacre perpetrada por un simpatizante de ISIS en el bar Pulse, en Orlando, Facebook bloqueó la página de la revista Gaystream luego de que sus editores publicaran un artículo crítico hacia el islam (Si encuentras un infiel, puedes cortar su cabeza. Si dice que se ha convertido al islam y no le crees, aún puedes cortar su cabeza).

La banda de rock que ofrecía un recital en el salón Bataclan cuando terroristas de Isis mataron a más de cien personas, Eagles of Death Metal, vieron recortadas sus actuaciones (Rock en Serne y Cabaret Vert, entre otras) ya que su líder, Jesse Hughes fue un vehemente crítico de los terroristas.

El miedo siempre ha devorado importantes sectores de la cultura. Es llamado autocensura. Han desaparecido las famosas viñetas danesas y su humor sobre Mohamed. Se esfumó un episodio entero de la serie South Park y sus humoradas contra el profeta. Hubo que cubrir esculturas en Europa para ocultar desnudos y no ofender a prestigiosos visitantes musulmanes. Ahora es Charlie Hebdo, la revista que sufrió en carne propia la ira de fanáticos musulmanes. Estamos en presencia de sus últimas portadas. Lo curioso que, en las mismas, en esta ronda de despedida, no satirizan a ningún personaje del Corán. Ningún Imán o creencia. Ningún terrorista u organismo defensor de terroristas. No, las portadas critican a Eric Zemmour, un periodista francés que tuvo la desfachatez de señalar que el islam es incompatible con la democracia.

Un tribunal alemán ha arribado a la conclusión que siete musulmanes integrantes de un comando de vigilancia predispuesto a hacer cumplir la ley de la sharia en el territorio de Wuppertal, no vulneraron la ley alemana ejerciendo su derecho a la libertad de expresión. Estos musulmanes pretendían impartir justicia con una ley distante a la ley germana.

En octubre pasado, en Hamburgo, un grupo de adolescentes serbo-musulmanes vieron suspendidas sus penas por violar a una joven de catorce años, dejándola a la intemperie para que las bajas temperaturas acabaran con su vida. El juez sostuvo que las penas pueden parecer blandas, pero todos los adolescentes habían confesado, estaban arrepentidos y ya no representaban un peligro para la sociedad. Claro, la muchacha muerta ya no podría ofrecer su opinión.

Francia elegirá nuevo presidente en mayo del año entrante. Los partidos políticos ya han empezado con los debates y a explicar cómo van a solucionar sus problemas. ¿Sus problemas? La violencia. Una violencia que no solo se centra en los atentados vividos en los últimos tiempos en ese territorio. La violencia está en las calles, donde grupos de jóvenes musulmanes se han convertido en nuevas mafias y donde pareciera que la religión o ideología no tienen demasiada importancia. Aunque religión e ideología se adaptan a conveniencias. La misma posición del presidente Hollande, quien entrecierra sus cejas para criticar al terrorismo dentro de sus fronteras, pero lo homenajea fuera de ellas.

En Argentina la victoria (O derrota) está más aceptada. Castro y sus asesinos fueron homicidas buenos. La juventud maravillosa ejecutaba mujeres y niños con respeto. Al Qaeda ultimó a más de tres mil personas -entre los que había porteros, gente de mantenimiento y personal de limpieza- porque eran capitalistas.

Ya décadas atrás, Oriana Fallaci señalaba que Europa se estaba adaptando a los musulmanes, pero los musulmanes no ofrecían la misma retribución al pisar el viejo continente. Eurabia. El derecho a ejercitar sus creencias iba más allá, entorpeciendo la de sus vecinos. La gran periodista italiana ya señalaba la intransigencia de Khomeini en los setentas, el abuso y peligrosidad de los “trapitos italianos” (De padres musulmanes que obligaban a estos niños a trabajar) y los acampes de islamitas somalíes, que con sus carpas de protesta entorpecían la visión y acceso del público a museos y catedrales antiguas en Italia.

En definitiva, pareciera no haber mejor aliado del terrorismo que nuestras propias concesiones.

 

Bibliografia

Gatestone Institute

Mapping terrorism (Autores varios)

The State of Terror (Jessica Stein & JM Burger)


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 20, 2016


 

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