Un nuevo año está a punto de comenzar y como dicen los abuelos “el pescado sin vender”.
En este 2024 quien escribe cumplirá veinte (20) largos años en la defensa de militares, policías y civiles en los denominados juicios de lesa humanidad. Mucho tiempo no?, y como viene la mano parecería que serán varios años más.
Reiteradas proclamas de “viva la liberad carajo” y “la libertad avanza”, pero de la libertad de quienes combatieron al terrorismo en los años 70, nada. Ni una palabra. Ni tan siguiera una simple mención.
Pero bueno, a horas de que comience un nuevo año, no creo que sea tiempo de complicados análisis políticos ni de evaluaciones sobre que nos deparará en el futuro, será lo que irremediablemente tenga que ser. Ya habrá tiempo para volver a ellos en las próximas columnas, ahora es tiempo de sinceros agradecimientos.
En primer lugar, a la página PRISIONERO EN ARGENTINA, no solo por haber confiado en este simple abogado como su columnista, sino por la absoluta libertad que me da para expresarse abiertamente y sin reparo alguno, respetando férreamente los contenidos de los escritos, los cuales en su gran mayoría comparte las opiniones vertidas, aunque a veces no tanto. Gracias miles.
A los lectores, que han convertido a esta columna en una de las leídas del sitio. Un gran agradecimiento de corazón. Sobre todo a los que se toman unos minutos para expresar un comentario, sea favorable o en disidencia. A los que apoyan y felicitan los contenidos de esta columna, porque me dan la fuerza y el estímulo necesario para seguir escribiendo; a los que discrepan porque me permite reevaluar algunos conceptos sea para confirmarlos, sea para repensarlos desde otra óptica. Aunque muchas veces no los conteste, les aseguro que los leo a todos, en mis permitidos entre tiempos de mis obligaciones legales.
A los familiares de los detenidos en las causas llamadas de lesa, porque siempre trato de ponerme en su lugar, no pudiendo dejar de pensar en las penurias y angustias que sobrellevan estoicamente desde hace tanto tiempo, pero más que nada en la fortaleza y el vigor que demuestran día tras día, para sobreponerse a la arbitrariedad y la injusticia.
A mis queridos detenidos, “mi leitmotiv”. A los que tengo el honor de representar legalmente y a los que no, sean que estén en una cárcel, en detención domiciliaria o tengan una fechada libertad; sin olvidar a lo que ya no están con nosotros. De todos algo he aprendido y eso es un valor que se guarda en lo más profundo del corazón, logrando un sentimiento de afecto que ya los equipara a miembros de mi familia. A ellos va dedicada cada columna de cada semana, con la humilde intención de trasmitir lo que ellos quisieran decir y no tienen la oportunidad de poder hacerlo. Ojalá este cumpliendo con ese modesto propósito.
Como dije nadie sabe, a ciencia cierta, que traerá este nuevo año a los que habitamos el “MUNDO LESA”. Sea lo que sea, tengan las más plena seguridad que, por lo menos a mi respecto, me traerá la renovación del más firme y tenaz compromiso de seguir peleando por la VERDAD y la LIBERTAD de los que aún siguen prisioneros del odio y la venganza, como de todo aquel que corra la misma desdichada suerte; tal como representativamente señala el dominio de esta página.
Hace mucho escuché a una descendiente de incas contar una maravillosa historia. La misma dice que en algún tiempo un magnífico payaso pisó estas tierras. Cuentan que era tal su prodigio para hacer reír, que su sola presencia hacia destornillar de risa a sus espectadores. De todos partes del mundo venían a verlo. Pero un día, su eterna sonrisa se transmutó en una atribulada tristeza. Un mal incurable acechaba a su pequeño y único hijo. Había recurrido a los mejores médicos, pero ninguno encontraba una cura al mal. Incluso había visitado curanderos y brujos, quienes tampoco le daban ni siquiera un alivio a su sufriente hijo. Un día, agotado y sin esperanzas, un compañero de circo le dijo: “y si le pedís a Dios, dicen que El todo lo puede”. Sin mucho ánimo, concurrió a la Iglesia más cercana. Entró. En frente vio a un señor clavado en una cruz, a su derecha miró y vio personas que parecieran santos, a su izquierda vio una mujer con un bebe en brazos, que parecía una virgen. No sabía qué hacer, jamás había ido a misa, ni siquiera era creyente. Entonces hizo lo único que sabía hacer, su rutina del circo. Comenzó a deambular por la Iglesia. Iba y venía haciendo su monigotadas. Cuando terminó, miró al frente, y vio que el señor en la cruz reía. Miró a su derecha y vio que los santos también reían. Miro a su izquierda, la mujer y el niño también reían.
Por eso querido lector, desde esta columna les dejo modestamente mis mejores payadas.
Simplemente gracias por acompañarme y acompañar a este portal en esta épica cruzada, con el sincero anhelo de que lo sigan haciendo en este 2024 que está por comenzar. Como dijo el gran Gustavo Ceratti: “No sólo no hubiéramos sido nada sin ustedes, sino con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo. Algunos siguen hasta hoy… ¡Gracias totales!”.
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Por Dr. Gonzalo P. Miño.
Un nuevo año está a punto de comenzar y como dicen los abuelos “el pescado sin vender”.
En este 2024 quien escribe cumplirá veinte (20) largos años en la defensa de militares, policías y civiles en los denominados juicios de lesa humanidad. Mucho tiempo no?, y como viene la mano parecería que serán varios años más.
Reiteradas proclamas de “viva la liberad carajo” y “la libertad avanza”, pero de la libertad de quienes combatieron al terrorismo en los años 70, nada. Ni una palabra. Ni tan siguiera una simple mención.
Pero bueno, a horas de que comience un nuevo año, no creo que sea tiempo de complicados análisis políticos ni de evaluaciones sobre que nos deparará en el futuro, será lo que irremediablemente tenga que ser. Ya habrá tiempo para volver a ellos en las próximas columnas, ahora es tiempo de sinceros agradecimientos.
En primer lugar, a la página PRISIONERO EN ARGENTINA, no solo por haber confiado en este simple abogado como su columnista, sino por la absoluta libertad que me da para expresarse abiertamente y sin reparo alguno, respetando férreamente los contenidos de los escritos, los cuales en su gran mayoría comparte las opiniones vertidas, aunque a veces no tanto. Gracias miles.
A los lectores, que han convertido a esta columna en una de las leídas del sitio. Un gran agradecimiento de corazón. Sobre todo a los que se toman unos minutos para expresar un comentario, sea favorable o en disidencia. A los que apoyan y felicitan los contenidos de esta columna, porque me dan la fuerza y el estímulo necesario para seguir escribiendo; a los que discrepan porque me permite reevaluar algunos conceptos sea para confirmarlos, sea para repensarlos desde otra óptica. Aunque muchas veces no los conteste, les aseguro que los leo a todos, en mis permitidos entre tiempos de mis obligaciones legales.
A los familiares de los detenidos en las causas llamadas de lesa, porque siempre trato de ponerme en su lugar, no pudiendo dejar de pensar en las penurias y angustias que sobrellevan estoicamente desde hace tanto tiempo, pero más que nada en la fortaleza y el vigor que demuestran día tras día, para sobreponerse a la arbitrariedad y la injusticia.
A mis queridos detenidos, “mi leitmotiv”. A los que tengo el honor de representar legalmente y a los que no, sean que estén en una cárcel, en detención domiciliaria o tengan una fechada libertad; sin olvidar a lo que ya no están con nosotros. De todos algo he aprendido y eso es un valor que se guarda en lo más profundo del corazón, logrando un sentimiento de afecto que ya los equipara a miembros de mi familia. A ellos va dedicada cada columna de cada semana, con la humilde intención de trasmitir lo que ellos quisieran decir y no tienen la oportunidad de poder hacerlo. Ojalá este cumpliendo con ese modesto propósito.
Como dije nadie sabe, a ciencia cierta, que traerá este nuevo año a los que habitamos el “MUNDO LESA”. Sea lo que sea, tengan las más plena seguridad que, por lo menos a mi respecto, me traerá la renovación del más firme y tenaz compromiso de seguir peleando por la VERDAD y la LIBERTAD de los que aún siguen prisioneros del odio y la venganza, como de todo aquel que corra la misma desdichada suerte; tal como representativamente señala el dominio de esta página.
Hace mucho escuché a una descendiente de incas contar una maravillosa historia. La misma dice que en algún tiempo un magnífico payaso pisó estas tierras. Cuentan que era tal su prodigio para hacer reír, que su sola presencia hacia destornillar de risa a sus espectadores. De todos partes del mundo venían a verlo. Pero un día, su eterna sonrisa se transmutó en una atribulada tristeza. Un mal incurable acechaba a su pequeño y único hijo. Había recurrido a los mejores médicos, pero ninguno encontraba una cura al mal. Incluso había visitado curanderos y brujos, quienes tampoco le daban ni siquiera un alivio a su sufriente hijo. Un día, agotado y sin esperanzas, un compañero de circo le dijo: “y si le pedís a Dios, dicen que El todo lo puede”. Sin mucho ánimo, concurrió a la Iglesia más cercana. Entró. En frente vio a un señor clavado en una cruz, a su derecha miró y vio personas que parecieran santos, a su izquierda vio una mujer con un bebe en brazos, que parecía una virgen. No sabía qué hacer, jamás había ido a misa, ni siquiera era creyente. Entonces hizo lo único que sabía hacer, su rutina del circo. Comenzó a deambular por la Iglesia. Iba y venía haciendo su monigotadas. Cuando terminó, miró al frente, y vio que el señor en la cruz reía. Miró a su derecha y vio que los santos también reían. Miro a su izquierda, la mujer y el niño también reían.
Por eso querido lector, desde esta columna les dejo modestamente mis mejores payadas.
Simplemente gracias por acompañarme y acompañar a este portal en esta épica cruzada, con el sincero anhelo de que lo sigan haciendo en este 2024 que está por comenzar. Como dijo el gran Gustavo Ceratti: “No sólo no hubiéramos sido nada sin ustedes, sino con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo. Algunos siguen hasta hoy… ¡Gracias totales!”.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 31, 2023
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