A los habitantes de las Provincias del Río de la Plata
Compatriotas: se acerca el momento en que debo seguir el destino que me llama; voy a emprender la grande obra de dar la libertad al Perú. Mas antes de mi partida, quiero deciros algunas verdades, que sentiría las acabéis de conocer por experiencia. También os manifestaré las quejas que tengo, no de los hombres imparciales y bien intencionados, cuya opinión me ha consolado siempre, sino de algunos que conocen poco sus propios intereses y los de su país, porque al fin la calumnia, como todos los crímenes, no es sino obra de la ignorancia y del discernimiento pervertido (1).
Vuestra situación no admite disimulo. Diez años de constantes sacrificios sirven hoy de trofeo a la anarquía; la gloria de haberlos hecho es mi pesar actual, cuando se considera su poco fruto. Habéis trabajado un precipicio con vuestras propias manos y, acostumbrados a su vista, ninguna sensación de horror es capaz de deteneros.
El genio del mal os ha inspirado el delirio de la federación: esta palabra está llena de muertes, y no significa sino ruina y devastación. Yo apelo sobre esto a vuestra propia experiencia y os ruego que escuchéis con franqueza de ánimo la opinión de un general que os ama, y que nada espera de vosotros. Yo tengo motivos para conocer vuestra situación, porque en los dos ejércitos que he mandado me ha sido preciso averiguar el estado político de las provincias que dependían de mí. Pensar en establecer el gobierno federativo en un país casi desierto, lleno de celos y de antipatías locales, escaso de saber y de experiencia en los negocios públicos, desprovisto de rentas para hacer frente a los gastos del Gobierno General, fuera de los que demanda la lista civil de cada Estado: es un plan cuyos peligros no permiten infatuarse, ni aun con el placer efímero que causan siempre las ilusiones de la novedad.
Compatriotas, yo os hablo con la franqueza de un soldado. Si dóciles a la experiencia de diez años de conflictos no dais a vuestros deseos una dirección más prudente, temo que, cansados de la anarquía, suspiréis al fin por la opresión y recibáis el yugo del primer aventurero feliz que se presente, quien, lejos de fijar vuestros destinos, no hará más que prolongar vuestra incertidumbre.
Voy ahora a manifestar las quejas que tengo, no porque el silencio sea una prueba difícil para mis sentimientos, sino porque yo no debo dejar en perplejidad a los hombres de bien, ni puedo abandonar eternamente a la posteridad el juicio de mi conducta, calumniada por hombres en quienes la gratitud algún día recobrará sus derechos.
Yo servía en el ejército español en 1811. Veinte años de honrados servicios me habían traído alguna consideración, sin embargo de ser americano; supe la revolución de mi país y, al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía no tener más que sacrificar al deseo de contribuir a la libertad de mi patria. Llegué a Buenos Aires a principios de 1812 y desde entonces me consagré a la causa de América: sus enemigos podrán decir si mis servicios han sido útiles.
En 1814 me hallaba de gobernador en Mendoza; la pérdida de este país dejaba en peligro la provincia de mi mando. Yo la puse luego en estado de defensa, hasta que llegase el tiempo de tomar la ofensiva. Mis recursos eran escasos y apenas tenía un embrión de ejército, pero conocía la buena voluntad de los cuyanos y emprendí formarlo bajo un plan que hiciese ver hasta qué grado puede apurarse la economía para llevar al cabo las grandes empresas.
En 1817, el Ejército de los Andes está ya organizado. Abrí la campaña de Chile y el 12 de febrero mis soldados recibieron el premio de su constancia. Yo conocí que desde este momento excitaría celos mi fortuna y me esforcé, aunque sin fruto, a calmarlos con moderación y desinterés.
Todos saben que, después de la batalla de Chacabuco, me hallé dueño de cuanto puede dar el entusiasmo a un vencedor. El pueblo chileno quiso acreditarme su generosidad ofreciéndome todo lo que es capaz de lisonjear al hombre; el mismo es testigo del aprecio con que recibí sus ofertas y de la firma con que rehusé admitirlas.
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Agosto 20, 1820 – El general don José de San Martín, junto a la expedición libertadora, partieron desde Valparaíso, rumbo al Perú
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Julio 28, 1821 – San Martín, desde un palco en la plaza mayor de Lima, declaro: “El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad de los pueblos y de la justicia de su causa que Dios defiende”, Levantando la bandera roja y blanca, fue aclamado por la multitud. Desde esa misma ciudad, San Martín le escribe a O´Higgins sus pensamientos: “Al fin, con paciencia y movimientos, hemos reducido á los enemigos á que abandonen la capital de los Pizarros : – al fin nuestros desvelos han sido recompensados con los santos fines de ver asegurada la independencia de la América del Sud. – El Perú es libre. – En conclusión, ya yo preveo el término de mi vida pública, y voy a tratar de entregar esta pesada carga a manos seguras, y retirarme a un rincón a vivir como hombre”.
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Sin embargo de esto, la calumnia trabajaba contra mí, con una perfecta actividad, pero buscaba las tinieblas porque no podía existir delante de la luz. Hasta el mes de enero próximo pasado, el general San Martín merecía el concepto público en las provincias que formaban la Unión y, sólo después de haber formado la anarquía, ha entrado en el cálculo de mis enemigos el calumniarme sin disfraz y recurrir sobre mi nombre los improperios más exagerados.
Pero yo tengo derecho a preguntarles: ¿qué misterio de iniquidad ha habido en esperar la época del desorden para denigrar mi opinión? ¿Cómo son conciliables las suposiciones de aquéllos con la conducta del Gobierno de Chile y la del Ejército de los Andes? El primero, de acuerdo con el Senado y voto del pueblo, me ha nombrado jefe de las fuerzas expedicionarias, y el segundo me reeligió por su general en el mes de marzo, cuando, trastornada en las Provincias Unidas la autoridad central, renuncié el mando que había recibido de ellas, para que el ejército, acantonado entonces en Rancagua, nombrase al jefe a quien quisiera voluntariamente obedecer.
Si tal ha sido la conducta de los que han observado de cerca mis acciones, no es posible explicar la de aquellos que me calumnian desde lejos sino corriendo el velo que oculta sus sentimientos y sus miras. Protesto que me aflige el pensar en ellas, no por lo que me toca a mi persona, sino por los males que amenazan a los pueblos que se hallan bajo su influencia.
Compatriotas, yo os dejo con el profundo sentimiento que causa la perspectiva de vuestras desgracias. Vosotros me habéis recriminado aun de no haber contribuido a aumentarlas, porque éste habría sido el resultado si yo hubiese tomado una parte activa en la guerra contra los federalistas. Mi ejército era el único que conservaba su moral, y lo exponía a perderla abriendo una campaña en que el ejemplo de la licencia armase mis tropas contra el orden. En tal caso, era preciso renunciar la empresa de libertar el Perú y, suponiendo que la suerte de las armas me hubiese sido favorable en la guerra civil, yo habría tenido que llorar la victoria con los mismos vencidos. No, el general San Martín jamás derramará la sangre de sus compatriotas y sólo desenvainará la espada contra los enemigos de la independencia de Sud América.
En fin, a nombre de vuestros propios intereses, os ruego que aprendáis a distinguir los que trabajan por vuestra salud de los que meditan vuestra ruina: no os expongáis a que los hombres de bien os abandonen al consejo de los ambiciosos. La firmeza de las almas virtuosas no llega hacia el extremo de sufrir que los malvados sean puestos a nivel con ellas y ¡desgraciado el pueblo donde se forma impunemente tan escandaloso paralelo!
¡Provincias del Río de la Plata! El día más célebre de nuestra revolución está próximo a amanecer. Voy a dar la última respuesta a mis calumniadores: yo no puedo hacer más que comprometer mi existencia y mi honor por la causa de mi país. Y sea cual fuere mi suerte en la campaña del Perú, probaré que, desde que volví a mi patria, su independencia ha sido el único pensamiento que me ha ocupado, y que no he tenido más ambición que la de merecer esl odio de los ingratos y el aprecio de los hombres virtuosos.
José de San Martín
Si alguno comenta que los gobernantes que hemos padecido hasta la fecha, han tenido esta característica, perdonen, “no les creo”.
PATRICIO ANDERSON
1) San Martín se refiere a las duras críticas, de las que fue objeto, por su sabia decisión de mantener al Ejército al margen del conflicto entre Buenos Aires y el Litoral.
♣ Por Cyd Ollack. Durante la Segunda Guerra Mundial, [...]
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Gerónimo Tabostrento
1 year ago
Aquí está un cartel que las orgas clavaron en un poste de iluminación. Son tal cual dice el artículo
Lo felicito Señor Salerno por recordarnos lo que padecimos con estas lacras zurdas que se están extinguiendo
En este sitio pueden ver detalles del escrache al Excelentísimo Teniente General Don Jorge Rafael Videla. Necesitamos muchos como él para que terminen la lista
Rarisimo es que se hagan llamar “derechos Humanos” y dejaron morir a este anciano como si nada.
Parece que los Derechos Humanos son Universales menos en Argenzuela.
Gerónimo Tabostrento
1 year ago
Acá está la imagen de la grúa que pusieron frente al departamento de Videla
Zurdos inmundos y resentidos
Gerónimo Tabostrento
1 year ago
Doy fe de lo escrito, yo vivo en la Avenida Cabildo al 400 y recuerdo la avenida colapsada porque Videla vivía en Cabildo al 700. Vi la grúa, esas que usan para reparar las jirafas de iluminación frente al edificio y como tiraban bombitas de agua llenas de pintura negra al departamento. Estaban descargando su odio, resentimiento y enojo por haber perdido la guerra revolucionaria.
Las orgas ideologizadas de derechos humanos son basura que algún día hay que limpiar.
A Videla el pueblo lo amaba
Last edited 1 year ago by Gerónimo Tabostrento
Marcela Copelli
1 year ago
la grieta se agrandaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Anónimo
1 year ago
¿Hay algún derecho que no sea humano? Porque si no es humano, no es derecho.
Excelente su nota Señor Alberto, estoy totalmente de acuerdo con Ud,lo lamentable es que van muriendo 836 personas en prisión,y nadie se interesa por éstas Almas, injustamente privados de la libertad
GRACIAS AL DISTINGUIDO CIUDADANO QUE EXPONE CON CLARIDAD Y DETALLES LAS ABERRACIONES INTELECTUALES, MORALES Y ESPIRITUALES QUE ENVENENARON LA MENTE DE MUCHÍSIMOS ARGENTINOS Y FAVORECIERON LA INSTALACIÓN Y OPERACIÓN ILIMITADA DE MULTITUD DE CURROS DIVERSOS Y SINIESTROS, MUCHOS DE ELLOS AUN EN VIGENCIA Y TODOS SIN RECIBIR EL CASTIGO QUE SE MERECEN POR SUS ATROCIDADES Y TRAICIÓN A LA PATRIA.
GRACIAS A ESTA VALIENTE PUBLICACIÓN SOSTENIDA E IMPULSADA POR EL GRAN ARGENTINO CLAUDIO KUSSMAN Y SU DIGNA Y MERITORIA FAMILIA, LA VERDAD SE ESTÁ ABRIENDO CAMINO.
ROGUEMOS A DIOS Y NUESTRA SANTA MADRE NOS AYUDEN A RENACER.
YA ESTAMOS PERCIBIENDO UN LIGERO REFLEJO QUE DEBEMOS LUCHAR PARA QUE SE TRANSFORME EN UNA LUZ RESPLANDECIENTE, QUE NOS ILUMINE A TODOS POR IGUAL.
Señor FRAJNCISCO CERVO , agradezco su elogioso comentario, en el cual solo es cierto lo referente a mi familia. Por mi parte en cierta forma yo he sido un aportante más a nuestros victimarios. En especial de mi esposa quien a través de todos estos años de penurias se ha marchitado afectadas por diferentes dolencias producto de un permanente estrés, agravado al quedarse a mi lado asistiéndome lejos de nuestros seres queridos, radicados en el exterior. Esto por supuesto, en menor o mayor grado pasa con todas las esposas de los imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, muchas de las cuales ya han fallecido. Hago llegar a Ud. mi reconocimiento y agradecimiento por sus valientes y desinteresadas notas y sus permanentes comentarios. Con afecto CLAUDIO KUSSMAN
Santiago Raliengber
1 year ago
Que buena descripción de una realidad que no se dice mucho pero que todos sospechamos.
Hay que exponerlos a estos hijos de la izquierda revolucionaria.
Last edited 1 year ago by Santiago Raliengber
Lucio Sanchez
1 year ago
Algún dia ira alguien preso ,en este bendito pais donde todo es joda ??
Nunca, por aquello de que mañana me puede tocar a mi, si ligo un carguito. Cristina, SIN FUEROS, no fue tocada y ahora, dudo que Casación le suba la condena.
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A los habitantes de las Provincias del Río de la Plata
Compatriotas: se acerca el momento en que debo seguir el destino que me llama; voy a emprender la grande obra de dar la libertad al Perú. Mas antes de mi partida, quiero deciros algunas verdades, que sentiría las acabéis de conocer por experiencia. También os manifestaré las quejas que tengo, no de los hombres imparciales y bien intencionados, cuya opinión me ha consolado siempre, sino de algunos que conocen poco sus propios intereses y los de su país, porque al fin la calumnia, como todos los crímenes, no es sino obra de la ignorancia y del discernimiento pervertido (1).
Vuestra situación no admite disimulo. Diez años de constantes sacrificios sirven hoy de trofeo a la anarquía; la gloria de haberlos hecho es mi pesar actual, cuando se considera su poco fruto. Habéis trabajado un precipicio con vuestras propias manos y, acostumbrados a su vista, ninguna sensación de horror es capaz de deteneros.
El genio del mal os ha inspirado el delirio de la federación: esta palabra está llena de muertes, y no significa sino ruina y devastación. Yo apelo sobre esto a vuestra propia experiencia y os ruego que escuchéis con franqueza de ánimo la opinión de un general que os ama, y que nada espera de vosotros. Yo tengo motivos para conocer vuestra situación, porque en los dos ejércitos que he mandado me ha sido preciso averiguar el estado político de las provincias que dependían de mí. Pensar en establecer el gobierno federativo en un país casi desierto, lleno de celos y de antipatías locales, escaso de saber y de experiencia en los negocios públicos, desprovisto de rentas para hacer frente a los gastos del Gobierno General, fuera de los que demanda la lista civil de cada Estado: es un plan cuyos peligros no permiten infatuarse, ni aun con el placer efímero que causan siempre las ilusiones de la novedad.
Compatriotas, yo os hablo con la franqueza de un soldado. Si dóciles a la experiencia de diez años de conflictos no dais a vuestros deseos una dirección más prudente, temo que, cansados de la anarquía, suspiréis al fin por la opresión y recibáis el yugo del primer aventurero feliz que se presente, quien, lejos de fijar vuestros destinos, no hará más que prolongar vuestra incertidumbre.
Voy ahora a manifestar las quejas que tengo, no porque el silencio sea una prueba difícil para mis sentimientos, sino porque yo no debo dejar en perplejidad a los hombres de bien, ni puedo abandonar eternamente a la posteridad el juicio de mi conducta, calumniada por hombres en quienes la gratitud algún día recobrará sus derechos.
Yo servía en el ejército español en 1811. Veinte años de honrados servicios me habían traído alguna consideración, sin embargo de ser americano; supe la revolución de mi país y, al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía no tener más que sacrificar al deseo de contribuir a la libertad de mi patria. Llegué a Buenos Aires a principios de 1812 y desde entonces me consagré a la causa de América: sus enemigos podrán decir si mis servicios han sido útiles.
En 1814 me hallaba de gobernador en Mendoza; la pérdida de este país dejaba en peligro la provincia de mi mando. Yo la puse luego en estado de defensa, hasta que llegase el tiempo de tomar la ofensiva. Mis recursos eran escasos y apenas tenía un embrión de ejército, pero conocía la buena voluntad de los cuyanos y emprendí formarlo bajo un plan que hiciese ver hasta qué grado puede apurarse la economía para llevar al cabo las grandes empresas.
En 1817, el Ejército de los Andes está ya organizado. Abrí la campaña de Chile y el 12 de febrero mis soldados recibieron el premio de su constancia. Yo conocí que desde este momento excitaría celos mi fortuna y me esforcé, aunque sin fruto, a calmarlos con moderación y desinterés.
Todos saben que, después de la batalla de Chacabuco, me hallé dueño de cuanto puede dar el entusiasmo a un vencedor. El pueblo chileno quiso acreditarme su generosidad ofreciéndome todo lo que es capaz de lisonjear al hombre; el mismo es testigo del aprecio con que recibí sus ofertas y de la firma con que rehusé admitirlas.
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[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]Sin embargo de esto, la calumnia trabajaba contra mí, con una perfecta actividad, pero buscaba las tinieblas porque no podía existir delante de la luz. Hasta el mes de enero próximo pasado, el general San Martín merecía el concepto público en las provincias que formaban la Unión y, sólo después de haber formado la anarquía, ha entrado en el cálculo de mis enemigos el calumniarme sin disfraz y recurrir sobre mi nombre los improperios más exagerados.
Pero yo tengo derecho a preguntarles: ¿qué misterio de iniquidad ha habido en esperar la época del desorden para denigrar mi opinión? ¿Cómo son conciliables las suposiciones de aquéllos con la conducta del Gobierno de Chile y la del Ejército de los Andes? El primero, de acuerdo con el Senado y voto del pueblo, me ha nombrado jefe de las fuerzas expedicionarias, y el segundo me reeligió por su general en el mes de marzo, cuando, trastornada en las Provincias Unidas la autoridad central, renuncié el mando que había recibido de ellas, para que el ejército, acantonado entonces en Rancagua, nombrase al jefe a quien quisiera voluntariamente obedecer.
Si tal ha sido la conducta de los que han observado de cerca mis acciones, no es posible explicar la de aquellos que me calumnian desde lejos sino corriendo el velo que oculta sus sentimientos y sus miras. Protesto que me aflige el pensar en ellas, no por lo que me toca a mi persona, sino por los males que amenazan a los pueblos que se hallan bajo su influencia.
Compatriotas, yo os dejo con el profundo sentimiento que causa la perspectiva de vuestras desgracias. Vosotros me habéis recriminado aun de no haber contribuido a aumentarlas, porque éste habría sido el resultado si yo hubiese tomado una parte activa en la guerra contra los federalistas. Mi ejército era el único que conservaba su moral, y lo exponía a perderla abriendo una campaña en que el ejemplo de la licencia armase mis tropas contra el orden. En tal caso, era preciso renunciar la empresa de libertar el Perú y, suponiendo que la suerte de las armas me hubiese sido favorable en la guerra civil, yo habría tenido que llorar la victoria con los mismos vencidos. No, el general San Martín jamás derramará la sangre de sus compatriotas y sólo desenvainará la espada contra los enemigos de la independencia de Sud América.
En fin, a nombre de vuestros propios intereses, os ruego que aprendáis a distinguir los que trabajan por vuestra salud de los que meditan vuestra ruina: no os expongáis a que los hombres de bien os abandonen al consejo de los ambiciosos. La firmeza de las almas virtuosas no llega hacia el extremo de sufrir que los malvados sean puestos a nivel con ellas y ¡desgraciado el pueblo donde se forma impunemente tan escandaloso paralelo!
¡Provincias del Río de la Plata! El día más célebre de nuestra revolución está próximo a amanecer. Voy a dar la última respuesta a mis calumniadores: yo no puedo hacer más que comprometer mi existencia y mi honor por la causa de mi país. Y sea cual fuere mi suerte en la campaña del Perú, probaré que, desde que volví a mi patria, su independencia ha sido el único pensamiento que me ha ocupado, y que no he tenido más ambición que la de merecer esl odio de los ingratos y el aprecio de los hombres virtuosos.
José de San Martín
Si alguno comenta que los gobernantes que hemos padecido hasta la fecha, han tenido esta característica, perdonen, “no les creo”.
PATRICIO ANDERSON
1) San Martín se refiere a las duras críticas, de las que fue objeto, por su sabia decisión de mantener al Ejército al margen del conflicto entre Buenos Aires y el Litoral.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 11, 2021
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Aquí está un cartel que las orgas clavaron en un poste de iluminación. Son tal cual dice el artículo
Lo felicito Señor Salerno por recordarnos lo que padecimos con estas lacras zurdas que se están extinguiendo
En este sitio pueden ver detalles del escrache al Excelentísimo Teniente General Don Jorge Rafael Videla. Necesitamos muchos como él para que terminen la lista
https://www.anred.org/2006/03/18/a-vos-rata-inmunda-te-vinimos-a-escrachar/
Rarisimo es que se hagan llamar “derechos Humanos” y dejaron morir a este anciano como si nada.
Parece que los Derechos Humanos son Universales menos en Argenzuela.
Acá está la imagen de la grúa que pusieron frente al departamento de Videla
Zurdos inmundos y resentidos
Doy fe de lo escrito, yo vivo en la Avenida Cabildo al 400 y recuerdo la avenida colapsada porque Videla vivía en Cabildo al 700. Vi la grúa, esas que usan para reparar las jirafas de iluminación frente al edificio y como tiraban bombitas de agua llenas de pintura negra al departamento. Estaban descargando su odio, resentimiento y enojo por haber perdido la guerra revolucionaria.
Las orgas ideologizadas de derechos humanos son basura que algún día hay que limpiar.
A Videla el pueblo lo amaba
la grieta se agrandaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
¿Hay algún derecho que no sea humano? Porque si no es humano, no es derecho.
Sí, el Derecho Animal.
De taquito
Excelente su nota Señor Alberto, estoy totalmente de acuerdo con Ud,lo lamentable es que van muriendo 836 personas en prisión,y nadie se interesa por éstas Almas, injustamente privados de la libertad
Si, los dejaron abandonados.
Las orgas de DDHH son asociaciones ilícitas
Juicio, castigo y Karcel ya, con Cristina y toda su banda
En un todo de acuerdo
Brillamte. Sintéticamente, espectacularrrrrr
SUSCRIBO EN TODA SU EXTENSIÓN LA NOTA.
GRACIAS AL DISTINGUIDO CIUDADANO QUE EXPONE CON CLARIDAD Y DETALLES LAS ABERRACIONES INTELECTUALES, MORALES Y ESPIRITUALES QUE ENVENENARON LA MENTE DE MUCHÍSIMOS ARGENTINOS Y FAVORECIERON LA INSTALACIÓN Y OPERACIÓN ILIMITADA DE MULTITUD DE CURROS DIVERSOS Y SINIESTROS, MUCHOS DE ELLOS AUN EN VIGENCIA Y TODOS SIN RECIBIR EL CASTIGO QUE SE MERECEN POR SUS ATROCIDADES Y TRAICIÓN A LA PATRIA.
GRACIAS A ESTA VALIENTE PUBLICACIÓN SOSTENIDA E IMPULSADA POR EL GRAN ARGENTINO CLAUDIO KUSSMAN Y SU DIGNA Y MERITORIA FAMILIA, LA VERDAD SE ESTÁ ABRIENDO CAMINO.
ROGUEMOS A DIOS Y NUESTRA SANTA MADRE NOS AYUDEN A RENACER.
YA ESTAMOS PERCIBIENDO UN LIGERO REFLEJO QUE DEBEMOS LUCHAR PARA QUE SE TRANSFORME EN UNA LUZ RESPLANDECIENTE, QUE NOS ILUMINE A TODOS POR IGUAL.
Señor FRAJNCISCO CERVO , agradezco su elogioso comentario, en el cual solo es cierto lo referente a mi familia. Por mi parte en cierta forma yo he sido un aportante más a nuestros victimarios. En especial de mi esposa quien a través de todos estos años de penurias se ha marchitado afectadas por diferentes dolencias producto de un permanente estrés, agravado al quedarse a mi lado asistiéndome lejos de nuestros seres queridos, radicados en el exterior. Esto por supuesto, en menor o mayor grado pasa con todas las esposas de los imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, muchas de las cuales ya han fallecido. Hago llegar a Ud. mi reconocimiento y agradecimiento por sus valientes y desinteresadas notas y sus permanentes comentarios. Con afecto CLAUDIO KUSSMAN
Que buena descripción de una realidad que no se dice mucho pero que todos sospechamos.
Hay que exponerlos a estos hijos de la izquierda revolucionaria.
Algún dia ira alguien preso ,en este bendito pais donde todo es joda ??
NO !!! Porque venimos robándonos unos a otros desde la época de la colonia.
Los argentinos tienen el ADN ladrón viajando por sus venas.
Nunca, por aquello de que mañana me puede tocar a mi, si ligo un carguito. Cristina, SIN FUEROS, no fue tocada y ahora, dudo que Casación le suba la condena.
Mientras tanto, Alperovich preso
DÉJENME DE JODER CON QUE SOMOS TODOS IGUALES ANTE LA LEY.