“El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un fin para la humanidad”.
John F. Kennedy -1917/1963-
La situación internacional se agrava y ello nos afecta.
¿Qué “especie” de guerra pelean los eslavos rusos y ucranianos?
¿Cómo salir del grave error estratégico europeo?
La situación internacional se agrava y ello nos afecta.
La situación internacional en desarrollo se complica progresivamente -particularmente para los actores centrales- con la reciente “demostración de fuerza” del régimen teocrático de Irán y de la eventual y condigna respuesta israelí -de consecuencias aún no dimensionadas- que afectan al curso de la guerra ruso-ucraniana y otorgan renovado valor a las palabras del malogrado expresidente Kennedy.
En ambos conflictos armados existe la probabilidad de “riesgo nuclear” y si esta dramática probabilidad no encuentra las vías de entendimiento y equilibrio -a través de la diplomacia-, se “establecerá un fin para la humanidad”, como Kennedy advertía hace décadas. En el Gran Medio Oriente -israelíes e iraníes- tienen graves problemas políticos internos y estos se complejizan -exponencialmente- con la firma de un acuerdo de paz israelí-saudita -por un lado- y la proximidad de obtención de la bomba N, por parte de Teherán, -por el otro-.
De este modo, la antigua confrontación por la hegemonía regional ha sacudido -en estos días- al tablero estratégico mundial y ello alcanza a nuestro país en un particular y álgido (a) momento de su historia política. La Argentina ha tenido una larga tradición de “neutralidad”como consecuencia de la ausencia secular de una Gran Política. En las cátedras de Relaciones Internacionales se comentó siempre la intrascendencia de ser “un país amigo de todos y aliado de nadie”. Pero -desde hace solo unos meses- la irrupción sorpresiva de un “outsider” político en el Poder Ejecutivo Nacional, terminó abruptamente con el antiguo “sambenito” (b).
Hoy la Argentina -en el breve lapso de cuatro meses- tiene una declaratoria y hechos de adscripción internacional firmes como aliada estratégica del mundo Occidental, al que naturalmente pertenece, -representado particularmente por EEUU, la UE e Israel-. Hasta el 10 Dic 23 los gobiernos kk -de hecho y con hipocresía- revistaban en el “Socialismo Siglo XXI”, pues se alineaban con las dictaduras “revolucionarias” iberoamericanas y con los regímenes autocráticos asiáticos. Ella buscaba -por este camino- eludir las sentencias judiciales que aún le aguardan y de la queno está cumpliendo a pesar de la perdida sus fueros, desde hace cuatro meses. ¿Tendrá esta situación alguna relación con la propuesta que lleva a la Corte al cuestionado Juez Lijo? El “Mono” rafaelino sería el más indicado para responder esta pregunta.
Es importante diferenciar en las Relaciones Internacionales lo que es una “alianza estratégica”, de lo que es una mera “asociación comercial o económica”. La “alianza”siempre involucra a lo más político del Estado Nacional: la Seguridad Nacional. Hay quienes homologan lo diferente.
Quienes conocen el “abc” de la naturaleza de las relaciones de poder saben que una “diplomacia desarmada”es estéril. Por ello el nuevo discurso presidencial -y en particular el expresado por el Ministro Petri- a la par de los “hechos” producidos, cobran una significativa importancia política y estratégica. Entre ellos citemos a los “recientes acuerdos verbales” con la Grl Richardson, las adendas a la legislación de Seguridad vigentes, la solicitud de ingreso a la OTAN como “socio global” o la decisión de compra de los F16.
PERO, a pesar de todo lo señalado -realizado por “necesidad y urgencia” es imperioso legitimar -luego del extravío ideológico que sufrimos desde Dic 83 hasta Dic 23- a través del planeamiento estratégico militar (1) que considere las verdaderas amenazas y riesgos estratégicos que padecemos-. Dicha imperiosa exigencia fue impedida -desde 1988- por la acción colusiva de nuestros enemigos -ingleses y terroristas revolucionarios- en las posguerras, induciendo al país a su autodestrucción por vía de una estrategia de aproximación indirecta, de carácter parlamentario.
Por ello debemos reemplazar a la perversa legislación de Seguridad Nacional, cuanto antes.
Nuestra querida Patria vive -en el 2024- una transición acelerada de un régimen socialista fracasado, a un capitalismo incipiente -socialmente desconocido por los argentinos-, como consecuencia de una situación de prolongada crisis cultural y política, con severas consecuencias socioeconómicas. Hay esperanzas de un futuro mejor, en un ambiente social de escasez, inseguridad y alta ansiedad provocada por la extrema debilidad de nuestras instituciones y con la presencia en el país del sigiloso (c) enemigo revolucionario y de su actual apoyo financiero: el “narcoterrorismo” y el “globalismo”, causante singular este último del absurdo conflicto entre eslavos rusos y ucranianos y de la centenaria crisis de identidad en Occidente, que produce variada gama de “idiotas útiles”.
¿Qué “especie” de guerra pelean los eslavos rusos y ucranianos?
Quien clasificó a las guerras en “especies” fue el Grl. Karl Clausewitz, cuando al terminar los últimos capítulos de su tratado “Vom Kriege” descubrió que había omitido considerar a las “guerras de la segunda especie”, e inició la revisión total de su monumental obra. Había corregido el Tomo I cuando lo sorprendió la muerte. Desde entonces, las categorías clasificatorias de las guerras son variadas, según los autores que traten este tema.
Cuando la acelerada etapa de la civilización que vivimos nos trajo -hace dos años- la guerra ruso-ucraniana, nuestro Instituto la clasificó como “guerra civil (d), limitada (e), híbrida (f), con probable derivación nuclear” (2), (3) y (4). “Civil”, pues se desarrolla dentro de una misma etnia eslava, de origen común: los Rus. “Limitada”, por la autolimitación de objetivos y la apertura de negociaciones del agresor, como lo veremos de inmediato y “con probable derivación nuclear”, por el temprano alistamiento del arsenal nuclear ruso, cuando Putin se sintió amenazado por intervención directa de la OTAN y los actuales consecuencias internas del “atlantismo”.
Ocurre que los franceses creen que Ucrania es “la base de asalto” de Moscú para su expansión hacia el Oeste e inversamente, los rusos perciben que la maniobra de la UE sobre Ucrania es la aproximación de la OTAN sobre San Petersburgo. Y como ni la OTAN ni Rusia “pueden” soportar a esta derrota militar, el “riesgo nuclear” existe. He ahí el “nudo gordiano” (g) por ahora irresuelto y hoy afectado por la sorpresa persa en el Gran Medio Oriente.
Así como la incursión aérea masiva iraní sobre Israel -“Promesa Verdadera”- del 13 Abr 24 puso en evidencia que Teherán actuaba con fuerza por primera vez -sin emplear proxis o “apoderados”- alguna bibliografía hace notar que la OTAN también acciona “por poder”, pues entienden que esta guerra en verdad la están peleando Rusia y EE.UU. y que este emplea para ello a la obediente OTAN (5) y ésta, a Ucrania. El Cnl español Calvo Sotelo ha expresado con meridiana sencillez y claridad cómo se observa a esta irracional situación: “La UE no se prepara bien para la guerra, ni apuesta con convicción y realismo por la Paz”.
Varios analistas europeos señalan la “imprudencia” occidental de dejarse arrastrar a una guerra contra Rusia, que era su principal proveedor de energía a bajo costo, cuestión que hoy ha puesto en crisis económica/financiera a su locomotora: Alemania. Los mismos autores se preguntan si no era conveniente -para Ucrania- mantener su neutralidad geopolítica ante el riesgo de ser destruida, como está ocurriendo. A su vez, si EE.UU. pensó en una guerra de desgaste que anulara a Rusia como aliada de China -con quien disputa la hegemonía mundial- pareciera que no consideró que Beijíng no abandonaría al arsenal nuclear ruso.
“Si soplasa una chispa, se enciende, si escupes en ella, se apaga; ¡y tanto el soplo como la saliva salen de tu boca!”. Eclesiástico 28 – La Santa Biblia.
Es difícil pensar que Putin esté por ocupar Ucrania en su totalidad, cuando su objetivo declarado es retener un glacis (h) estratégico en la frontera occidental de Rusia. Sin embargo una acumulación de errores estratégicos occidentales pueden llevar a una escalada de impredecibles consecuencias. Armas electrónicas, ciberguerra, inteligencia artificial ingresan a experimentación operacional en Ucrania, permanentemente, buscando un nivel de disuasión que conduzca hacia una mesa de negociación inevitable. Esta situación estratégica internacional, que va tomando una mayor temperatura constantemente, ha motivado a la socióloga Marita Carballo para publicar un breve e interesante artículo, titulado “Conciencia de vivir en un mundo más peligroso” -Clarín, 22Mar24-. En él se concluye:
“Una reciente encuesta global revela que solo la mitad de los adultos a nivel mundial esta dispuesta a participar en un conflicto armado por su país. Uno de los datos más significativos muestra que existe una división marcada entre regiones, siendo notablemente más baja la disposición de lucharen países de la UE, EE.UUy Canadá, en contraste con la alta disposición encontrada en Asía y Oriente Medio. En Argentina, la predisposición a ir a la guerra es menor que en el total global, reflejando una tendencia aún más pacifista que la que existía tres décadas atrás. Esto podría ser un indicador de una sociedad con una mayor conciencia de las consecuencias negativas de un conflicto armado y más predispuesta a alternativas diplomáticas en la resolución de las disputas internacionales”.
Quien suscribe no comparte que lo expresado por Carballo sea el más importante “indicador” de la actual actitud cultural contractiva de nuestra sociedad. Su “enorme egoísmo” –ante un acto de amor a la Patria- se fundamenta en elproceso de transculturaciónimpulsada desde el Estado en los últimos cuarenta añospor la solapada revolución castro comunista que la mayoría de nuestrosintelectuales no registran. Miran, pero no ven.
¿Cómo salir del grave error estratégico europeo?
En primer término es conveniente señalar que, con referencia a los dos Acuerdos de Minsk -2014 y 2015- sectores importantes de la UE y EE.UU hoy reconocen que fueron firmados de “mala fe”,buscando “hacer tiempo”. Este antecedente agregó impulso a la agresión rusa –“Operación Militar Especial”- y más tarde afectó a las intensas negociaciones de Paz.
El primer Acuerdo -el “Protocolo de Minsk”- pretendía detener la contienda en el Donbás de forma inmediata, mientras que el “Minsk II” surgió como respuesta a ese fracaso. Este segundo pacto contó con la mediación de Francia y Alemania y la ratificación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Además del alto al fuego el acuerdo promulgaba la concesión de un estatus especial a las regiones de Donetsk y Lugansk y establecía la retirada de las tropas y del armamento ruso. Las discrepanciasen las interpretaciones del acuerdo dificultaron su cumplimiento y ello desembocó en la invasión rusade Ucrania, iniciada el 24 Feb 22, como escalada final de los sucesos del Euromaidán (i), en 2014.
En la madrugada del 24 Feb 22 la Fuerza Aérea rusa atacó objetivos en toda Ucrania. Al mismo tiempo la infantería mecanizada y los blindados de Moscú entraron en el país desde el norte, el este y el sur. En los días siguientes los rusos intentaron rodear Kiev. Lo que sucedió en el campo de batalla se entiende relativamente bien. Pero queremos resaltar laintensa y casi desconocida diplomacia simultánea que involucró a Moscú, Kiev y una serie de otros actores, de la que podría haber resultado un acuerdo a solo unas semanas de que comenzara la guerra.
A fines de Mar 22 una serie de reuniones presenciales en Bielorrusia y Turquía y de compromisos virtuales por videoconferencia, habían dado lugar al llamado “Comunicado de Estambul”, en el que se describía un marco para una solución de la guerra. Los negociadores ucranianos y rusos comenzaron entonces a trabajar en el texto de un acuerdo, logrando avances sustanciales hacia un tratado. Pero en mayolas conversaciones se interrumpieron. La guerra continuó y desde entonces ha costado decenas de miles de vida en ambos bandos. ¿Qué tan cerca estuvieron las partes de poner fin a la guerra? ¿Y por qué nunca cerraron un trato? Cuando reunimos todas las piezas necesarias para abarcar al porqué, nos encontramos con algo que es sorprendente y que podría tener implicaciones significativas para los futuros esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra.
Hoy, cuando las perspectivas de negociación parecen poco claras y las relaciones entre las partes son casi inexistentes, la historia de las conversaciones de la primavera de 2022 pueden parecer una distracción, inaplicable a las circunstancias actuales. Pero Putin y Zelensky sorprendieron a todos con su disposición mutua a considerar concesiones de gran alcance, para poner fin a la guerra. ¿Será posible que vuelvan a sorprender a todos en el futuro?
No está del todo claro cuándo Kiev planteó por primera vez dicha cuestión en conversaciones con los rusos o los países occidentales. Pero el 10 Mar el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, entonces en Antalya -Turquía- para una reunión con su homólogo ruso, Sergey Lavrov, habló de una “solución sistemática y sostenible” para Ucrania y agregó que los ucranianos estaban “listos para discutir” las garantías que esperaba recibir de los estados miembros de la OTAN y Rusia. Lo que Kuleba parecía tener en mente era una garantía de seguridadmultilateral, un acuerdo por el cual las potencias competidoras se comprometen a la seguridad de un tercer Estado, con la condición de que no esté alineado con ninguno de los garantes. Tales acuerdos habían caído en desgracia después de la Guerra Fría. Mientras que alianzas como la OTAN pretenden mantener la defensa colectiva, contra un enemigo común, las garantías multilaterales de seguridad están diseñadas para evitar conflictos entre los garantes sobre la alineación del Estado garantizado y, por extensión, para garantizar la seguridad de ese Estado.
La posición de Kiev era que Rusia también sería un garante, lo que significaría que Moscú estaba de acuerdo en que los otros garantes estarían obligados a intervenir, si volvía a atacar. En otras palabras, Moscú aceptaba que cualquier agresión futura contra Ucrania significaría una guerra entre Rusia y EE.UU. A lo largo de Marzo continuaron los intensos combates en todos los frentes. Los rusos intentaron tomar Chernihiv, Kharkiv y Sumy pero fracasaron espectacularmente, aunque las tres ciudades sufrieron graves daños. A mediados de Marzo el avance del ejército ruso hacia Kiev se había estancado y estaba sufriendo muchas bajas. Las dos delegaciones mantuvieron las conversaciones por videoconferencia y volvieron a reunirse en persona el 29 Mar, esta vez en Estambul, Turquía.
Allí parecían haber logrado un gran avance. Después de la reunión las partes anunciaron que habían acordado un comunicado conjunto. Los términos fueron ampliamente descritos durante las declaraciones de prensa de las dos partes en Estambul. Según una copia del texto completo del borrador del comunicado “Disposiciones clave del Tratado sobre las garantías de seguridad de Ucrania”, los ucranianos habían redactado en gran medida el comunicado y los rusos aceptaron provisionalmente la idea de utilizarlo como marco para un tratado.
Aunque Ucrania sería permanentemente neutral bajo el marco propuesto, el camino de Kiev hacia la adhesión a la UE quedaría abierto y los Estados garantes -incluida Rusia- “confirmarían explícitamente su intención de facilitar la adhesión de Ucrania a la Unión Europea”. Esto fue nada menos que extraordinario: en 2013, Putin había ejercido una intensa presión sobre el presidente ucraniano Viktor Yanukovych para que se retirara de un mero acuerdo de asociación con la UE. Ahora, Rusia estaba aceptando “facilitar” la plena adhesión de Ucrania a la UE.
En declaraciones del 29 Mar, inmediatamente después de la conclusión de las conversaciones, Medinsky -jefe de la delegación rusa- se mostró decididamente optimista, explicando que las discusiones sobre el tratado sobre la neutralidad de Ucrania estaban entrando en la fase práctica y que, teniendo en cuenta todas las complejidades que presenta el hecho de que el tratado tenga muchos garantes potenciales, era posible que Putin y Zelensky lo firmaran en una cumbre, en un futuro previsible. Al día siguiente, dijo a los periodistas: “Ayer, la parte ucraniana, por primera vez, fijó por escrito su disposición a llevar a cabo una serie de condiciones muy importantes para la construcción de futuras relaciones normales y de buena vecindad con Rusia”. Y continuó: “Nos entregaron los principios de un posible acuerdo futuro, fijados por escrito”.
Las dos partes continuaron trabajando las 24 horas del día en un tratado que se suponía que Putin y Zelensky firmarían durante una cumbre que se celebraría en un futuro no muy lejano. Las partes intercambiaban activamente borradores entre sí y, al parecer, comenzaban a compartirlos con otras partes. -En su entrevista de Feb 23, Bennett informó haber visto 17/18 borradores de trabajo del acuerdo. Lukashenko también informó haber visto, al menos uno.
Al final, no está claro que disposiciones habrían sido un factor decisivo del fracaso de las negociaciones. El principal negociador ucraniano -Arakhamia- minimizó más tarde su importancia. En una entrevista en Nov 23, dijo que Rusia había “esperado hasta el último momento que [pudieran] presionarnos para que firmáramos un acuerdo de este tipo, que [adoptáramos] la neutralidad. Esto fue lo más importante para ellos. Estaban dispuestos a terminar la guerra si nosotros, como Finlandia [durante la Guerra Fría], adoptábamos la neutralidad y nos comprometíamos a no unirnos a la OTAN”. Las conversaciones habían eludido deliberadamente la cuestión de las fronteras y del territorio.
A pesar de estos desacuerdos sustanciales, el borrador del 15 Abr sugiere que el tratado se firmaría dentro de dos semanas. Por supuesto, esa fecha podría haber cambiado, pero muestra que los dos equipos planeaban moverse rápido. “Estuvimos muy cerca a mediados de abril de 2022 de finalizar la guerra con un acuerdo de paz”, relató Oleksandr Chalyi en una comparecencia pública, en Dic 23. Expresó: “Una semana después de que Putin comenzara su agresión, llegó a la conclusión de que había cometido un gran error y trató de hacer todo lo posible para concluir un acuerdo con Ucrania”.
Entonces, ¿por qué se interrumpieron las conversaciones? Putin ha afirmado que las potencias occidentales intervinieron y aumentaron las exigencias del acuerdo, porque estaban más interesadas en debilitar a Rusia que en poner fin a la guerra. Alegó que Boris Johnson, primer ministro británico, había transmitido un mensaje a los ucranianos en nombre del “mundo anglosajón”, de que deben “luchar contra Rusia hasta que se logre la victoria y Rusia sufra una derrota estratégica”. La respuesta occidental a estas negociaciones fue ciertamente tibia. Washington y sus aliados se mostraron profundamente escépticos sobre las perspectivas de la vía diplomática que surgiera de Estambul. El comunicado eludía la cuestión del territorio y las fronteras, las partes se mantenían muy alejadas en otras cuestiones cruciales. No parecía una negociación que fuera a tener éxito.
Un exfuncionario estadounidense que trabajó en la política de Ucrania en ese momento dijo que los ucranianos no consultaron con Washington hasta después de que se emitiera el comunicado, a pesar de que el tratado habría creado nuevos compromisos legales para Estados Unidos, incluida la obligación de ir a la guerra con Rusia si volvía a invadir Ucrania. Esa estipulación -por sí sola- habría hecho que el tratado fuera un fracaso para Washington. Consecuentemente, en lugar de aceptar el “Comunicado de Estambul” y el posterior proceso diplomático, Occidente aumentó la ayuda militar a Kiev y aumentó la presión sobre Rusia, incluso a través de un régimen de sanciones cada vez más estricto.
El R. U. tomó la delantera. Ya el 30 Mar Johnson parecía poco inclinado hacia la diplomacia, afirmando que, en cambio, “deberíamos seguir intensificando las sanciones con un programa continuo hasta que todas y cada una de las tropas [de Putin] estén fuera de Ucrania”. El 9 Abr Johnson se presentó en Kiev, el primer líder extranjero en visitar la capital tras la retirada rusa de la capital. Según los informes, le dijo a Zelensky que pensaba que “cualquier acuerdo con Putin iba a ser bastante sórdido”. Cualquier acuerdo, recordó haber dicho, “sería una victoria para él: si les das algo, simplemente se lo quedará, lo depositará y luego se preparará para su próximo asalto”. En la entrevista de 2023, Arakhamia alborotó algunas plumas al responsabilizar a Johnson del resultado: “Cuando regresamos de Estambul Boris Johnson vino a Kiev y dijo que no firmaríamos nada en absoluto con [los rusos], y que siguiéramos luchando”.
Desde entonces, Putin ha utilizado repetidamente los comentarios de Arakhamia para culpar a Occidente por el colapso de las conversaciones y demostrar la subordinación de Ucrania a sus partidarios. A pesar del giro manipulador de Putin, Arakhamia estaba señalando un problema real: el comunicado describía un marco multilateral que requeriría la voluntad de Occidente de comprometerse diplomáticamente con Rusia y considerar una garantía de seguridad genuina para Ucrania. Ninguno de los dos era una prioridad para Estados Unidos y sus aliados en ese momento.
¿Estaban dispuestos Putin y Zelensky a considerar compromisos extraordinarios para poner fin a la guerra? En sus comentarios públicos los estadounidenses nunca fueron tan desdeñosos con la diplomacia como lo había sido Johnson. Pero no parecieron considerarlo central, para su respuesta a la invasión rusa. El secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de Defensa Lloyd Austin, visitaron Kiev dos semanas después de Johnson, principalmente para coordinar un mayor apoyo militar. Como dijo Blinken en una conferencia de prensa posterior: “La estrategia que hemos puesto en marcha -apoyo masivo a Ucrania, presión masiva contra Rusia, solidaridad con más de 30 países comprometidos con estos esfuerzos- está teniendo resultados reales”. Aun así, la afirmación de que Occidente obligó a Ucrania a retirarse de las conversaciones con Rusia carece de fundamento. Sugiere que Kiev no tuvo voz en el asunto.
Es cierto que las ofertas de apoyo de Occidente deben haber fortalecido la determinación de Zelensky y que la falta de entusiasmo occidental parece haber disminuido su interés en la diplomacia. Sin embargo, en sus discusiones con los líderes occidentales Zelensky no priorizó la búsqueda de la diplomacia con Rusia para poner fin a la guerra. Ni Estados Unidos ni sus aliados percibieron una fuerte demanda de su parte para que se comprometieran en la vía diplomática. En ese momento, dada la efusión de simpatía pública en Occidente, tal impulso bien podría haber afectado la política occidental. Zelensky también estaba indudablemente indignado por las atrocidades rusas en Bucha e Irpin y probablemente entendió que lo que comenzó a llamar el “genocidio” de Rusia en Ucrania haría que la diplomacia con Moscú fuera aún más tensa políticamente. Aun así, el trabajo entre bastidores sobre el borrador del tratado continuó e incluso se intensificó en los días y semanas posteriores al descubrimiento de los crímenes de guerra de Rusia, lo que sugiere que las atrocidades de Bucha e Irpin fueron un factor secundario en la toma de decisiones de Kiev.
La nueva confianza de los ucranianos en que podían ganar la guerra también jugó un papel importante. La retirada rusa de Kiev y otras ciudades importantes del noreste y la perspectiva de más armas de Occidente -con las carreteras hacia Kiev ahora bajo control ucraniano- cambiaron el equilibrio militar. El optimismo sobre las posibles ganancias en el campo de batalla a menudo reduce el interés de un beligerante en hacer concesiones en la mesa de negociaciones. A finales de Abril Ucrania había endurecido su posición, exigiendo la retirada rusa del Donbás como condición previa a cualquier tratado. Como lo expresó Oleksii Danilov -Pte del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania- el 02 May: “Un tratado con Rusia es imposible, solo se puede aceptar la capitulación”.
Y luego está el lado ruso de la historia, que es difícil de evaluar. ¿Fue toda la negociación una farsa bien orquestada o Moscú estaba seriamente interesado en un acuerdo? ¿Putin se asustó cuando entendió que Occidente no firmaría los acuerdos o que la posición ucraniana se había endurecido? Incluso si Rusia y Ucrania hubieran superado sus desacuerdos, el marco que negociaron en Estambul habría requerido la aceptación de Estados Unidos y sus aliados. Y esas potencias occidentales habrían tenido que asumir un riesgo político al entablar negociaciones con Rusia y Ucrania y arriesgar su credibilidad garantizando la seguridad de Ucrania. En ese momento y en los dos años transcurridos, la voluntad de emprender una diplomacia de alto riesgo o de comprometerse verdaderamente a defender a Ucrania en el futuro, ha estado notablemente ausente en Washington y en las capitales europeas.
Una última razón por la que fracasaron las conversaciones es que los negociadores pusieron al orden de seguridad de posguerra, antes que el fin de la guerra. Las dos partes se saltaron cuestiones esenciales de gestión y mitigación de conflictos -la creación de corredores humanitarios, un alto el fuego, la retirada de tropas- y, en cambio, trataron de elaborar algo parecido a un tratado de paz a largo plazo, que resolviera las disputas de seguridad que habían sido fuente de tensiones geopolíticas durante décadas. Fue un esfuerzo admirablemente ambicioso, pero resultó demasiado ambicioso. Para ser justos Rusia, Ucrania y Occidente lo habían intentado al revés y también fracasaron estrepitosamente. Los acuerdos de Minsk firmados en 2014 y 2015, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y la invasión del Donbás, cubrían minucias como la fecha y hora del cese de las hostilidades y qué sistema de armas debía retirarse y a qué distancia.
Las principales preocupaciones de seguridad de ambas partes se abordaron secundariamente, si es que se abordaron. Esta historia sugiere que las conversaciones futurasdeberían avanzar por vías paralelas, en las que los aspectos prácticos de poner fin a la guerra se abordarán en una vía, mientras que en otra se tratarán cuestiones más amplias. El 11 Abr 24, hace solo unos días, Lukashenko, el primer intermediario de las conversaciones de paz ruso-ucranianas pidió que se volviera al borrador del tratado a partir de la primavera de 2022. “Es una posición razonable”, dijo en una conversación con Putin en el Kremlin. “También era una posición aceptable para Ucrania. Estuvieron de acuerdo con esta posición”. Putin intervino. “Estuvieron de acuerdo, por supuesto”, dijo.
En realidad los rusos y los ucranianos nunca llegaron a un texto de compromiso final. Pero fueron más allá de lo que se había entendido anteriormente, llegando a un marco general para un posible acuerdo. Después de los últimos dos años de carnicería, todo esto puede ser. Corrió mucha agua bajo el puente. Pero es un recordatorio de que Putin y Zelensky estaban dispuestos a considerar compromisos extraordinarios para poner fin a la guerra. Por lo tanto, cuando Kiev y Moscú regresen a la mesa de negociaciones la encontrarán plagada de ideas que aún podrían resultar útiles para construir una paz duradera.
Cuando estamos finalizando el presente ensayo, tomamos conocimiento que el Primer Ministro inglés -Rishi Sunak- viaja a Polonia para hacer llegar ayuda militar a Ucrania por seiscientos millones de U$S, manteniéndose en la misma posición que su predecesor y que el Presidente Biden consiguió destrabar sesenta mil millones de U$S, que retenía el Congreso con el mismo fin, siguiendo los pasos de Obama. Es la “progresía guerrerista” en retirada. La probabilidad de un inmediato “Acuerdo de Paz” se aleja, dando lugar a una muy probable imposición y garantía de Paz, a ser acordada en el 2025 por Trump y Xi Jinping. Los pueblos están superando los desatinos de sus dirigentes “progres”.
“El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un fin para la humanidad”.
Aclaraciones y citas:
(a) Álgido: período crítico o culminante, especialmente en algunos procesos orgánicos, físicos, políticos, sociales, etcétera.
(d) Guerra Civil: Conflicto armado entre ciudadanos de una misma etnia o país.
(e) Guerra Limitada: Conflicto armado limitado en violencia, espacio y tiempo, que se desarrolla con negociaciones abiertas.
(f) Guerra Híbrida: Conflicto armado en el que se emplean FFAA y otros medios no convencionales.
(g)Nudo Gordiano: se refiere a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo difícil de salvar o de difícil solución o desenlace, especialmente cuando esta situación solo admite soluciones creativas o propias del pensamiento lateral.
(h)Glacis: En terminología militar es una pendiente suave y despejada que precede al foso de una fortaleza, dominada por los baluartes y otras fortificaciones, desde los que se puede hacer fuego sobre él.
(i) El Euromaidán o“Europlaza”: fueron una serie de manifestaciones y disturbios heterogéneos de índole europeísta, independentista y nacionalista de Ucrania, que comenzaron el 21 Nov 13, con grandes protestas en la Plaza de la Independencia, en Kiev.
(1). El “planeamiento estratégico militar” -a desarrollar por el EMCFFAA- a partir de las verdaderas amenazas y riesgos estratégicos de la Argentina de hoy. Solo él puede determinar QUÉ MEDIOS son necesarios para las amenazas y riesgos retenidos. Es el “fin” el que requiere qué “medios”, como lo expresaba Maquiavelo hace siglos. De ninguna manera las oportunidades comerciales del mercado. Si queremos LA PAZ, debemos prever y conocer a la guerra. De lo contrario iremos nuevamente al Polo Sur, con equipos de verano…¿les “suena”?…
(2). H. J. Auel. “¡Es imperativo conocer a las guerras del siglo XXI!” . 25 Sep 23. www.ieeba.org
(4). Infobae. “Rafael Grossi advirtió sobre una escalada nuclear mundial en medio de la invasión rusa y los avances de Irán”. 07 Mar 24. www.infobae.com
(5). F. Calvo Sotelo. “Apariencia y Realidad en Ucrania”. 08 Mar 24. Postaporteñ q
♦
Grl Heriberto Justo Auel
24 de Abril de 2024
“El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un fin para la humanidad”.
John F. Kennedy -1917/1963-
La situación internacional en desarrollo se complica progresivamente -particularmente para los actores centrales- con la reciente “demostración de fuerza” del régimen teocrático de Irán y de la eventual y condigna respuesta israelí -de consecuencias aún no dimensionadas- que afectan al curso de la guerra ruso-ucraniana y otorgan renovado valor a las palabras del malogrado expresidente Kennedy.
En ambos conflictos armados existe la probabilidad de “riesgo nuclear” y si esta dramática probabilidad no encuentra las vías de entendimiento y equilibrio -a través de la diplomacia-, se “establecerá un fin para la humanidad”, como Kennedy advertía hace décadas. En el Gran Medio Oriente -israelíes e iraníes- tienen graves problemas políticos internos y estos se complejizan -exponencialmente- con la firma de un acuerdo de paz israelí-saudita -por un lado- y la proximidad de obtención de la bomba N, por parte de Teherán, -por el otro-.
De este modo, la antigua confrontación por la hegemonía regional ha sacudido -en estos días- al tablero estratégico mundial y ello alcanza a nuestro país en un particular y álgido (a) momento de su historia política. La Argentina ha tenido una larga tradición de “neutralidad” como consecuencia de la ausencia secular de una Gran Política. En las cátedras de Relaciones Internacionales se comentó siempre la intrascendencia de ser “un país amigo de todos y aliado de nadie”. Pero -desde hace solo unos meses- la irrupción sorpresiva de un “outsider” político en el Poder Ejecutivo Nacional, terminó abruptamente con el antiguo “sambenito” (b).
Hoy la Argentina -en el breve lapso de cuatro meses- tiene una declaratoria y hechos de adscripción internacional firmes como aliada estratégica del mundo Occidental, al que naturalmente pertenece, -representado particularmente por EEUU, la UE e Israel-. Hasta el 10 Dic 23 los gobiernos kk -de hecho y con hipocresía- revistaban en el “Socialismo Siglo XXI”, pues se alineaban con las dictaduras “revolucionarias” iberoamericanas y con los regímenes autocráticos asiáticos. Ella buscaba -por este camino- eludir las sentencias judiciales que aún le aguardan y de la que no está cumpliendo a pesar de la perdida sus fueros, desde hace cuatro meses. ¿Tendrá esta situación alguna relación con la propuesta que lleva a la Corte al cuestionado Juez Lijo? El “Mono” rafaelino sería el más indicado para responder esta pregunta.
Es importante diferenciar en las Relaciones Internacionales lo que es una “alianza estratégica”, de lo que es una mera “asociación comercial o económica”. La “alianza” siempre involucra a lo más político del Estado Nacional: la Seguridad Nacional. Hay quienes homologan lo diferente.
Quienes conocen el “abc” de la naturaleza de las relaciones de poder saben que una “diplomacia desarmada” es estéril. Por ello el nuevo discurso presidencial -y en particular el expresado por el Ministro Petri- a la par de los “hechos” producidos, cobran una significativa importancia política y estratégica. Entre ellos citemos a los “recientes acuerdos verbales” con la Grl Richardson, las adendas a la legislación de Seguridad vigentes, la solicitud de ingreso a la OTAN como “socio global” o la decisión de compra de los F16.
PERO, a pesar de todo lo señalado -realizado por “necesidad y urgencia” es imperioso legitimar -luego del extravío ideológico que sufrimos desde Dic 83 hasta Dic 23- a través del planeamiento estratégico militar (1) que considere las verdaderas amenazas y riesgos estratégicos que padecemos-. Dicha imperiosa exigencia fue impedida -desde 1988- por la acción colusiva de nuestros enemigos -ingleses y terroristas revolucionarios- en las posguerras, induciendo al país a su autodestrucción por vía de una estrategia de aproximación indirecta, de carácter parlamentario.
Por ello debemos reemplazar a la perversa legislación de Seguridad Nacional, cuanto antes.
Nuestra querida Patria vive -en el 2024- una transición acelerada de un régimen socialista fracasado, a un capitalismo incipiente -socialmente desconocido por los argentinos-, como consecuencia de una situación de prolongada crisis cultural y política, con severas consecuencias socioeconómicas. Hay esperanzas de un futuro mejor, en un ambiente social de escasez, inseguridad y alta ansiedad provocada por la extrema debilidad de nuestras instituciones y con la presencia en el país del sigiloso (c) enemigo revolucionario y de su actual apoyo financiero: el “narcoterrorismo” y el “globalismo”, causante singular este último del absurdo conflicto entre eslavos rusos y ucranianos y de la centenaria crisis de identidad en Occidente, que produce variada gama de “idiotas útiles”.
Quien clasificó a las guerras en “especies” fue el Grl. Karl Clausewitz, cuando al terminar los últimos capítulos de su tratado “Vom Kriege” descubrió que había omitido considerar a las “guerras de la segunda especie”, e inició la revisión total de su monumental obra. Había corregido el Tomo I cuando lo sorprendió la muerte. Desde entonces, las categorías clasificatorias de las guerras son variadas, según los autores que traten este tema.
Cuando la acelerada etapa de la civilización que vivimos nos trajo -hace dos años- la guerra ruso-ucraniana, nuestro Instituto la clasificó como “guerra civil (d), limitada (e), híbrida (f), con probable derivación nuclear” (2), (3) y (4). “Civil”, pues se desarrolla dentro de una misma etnia eslava, de origen común: los Rus. “Limitada”, por la autolimitación de objetivos y la apertura de negociaciones del agresor, como lo veremos de inmediato y “con probable derivación nuclear”, por el temprano alistamiento del arsenal nuclear ruso, cuando Putin se sintió amenazado por intervención directa de la OTAN y los actuales consecuencias internas del “atlantismo”.
Ocurre que los franceses creen que Ucrania es “la base de asalto” de Moscú para su expansión hacia el Oeste e inversamente, los rusos perciben que la maniobra de la UE sobre Ucrania es la aproximación de la OTAN sobre San Petersburgo. Y como ni la OTAN ni Rusia “pueden” soportar a esta derrota militar, el “riesgo nuclear” existe. He ahí el “nudo gordiano” (g) por ahora irresuelto y hoy afectado por la sorpresa persa en el Gran Medio Oriente.
Así como la incursión aérea masiva iraní sobre Israel -“Promesa Verdadera”- del 13 Abr 24 puso en evidencia que Teherán actuaba con fuerza por primera vez -sin emplear proxis o “apoderados”- alguna bibliografía hace notar que la OTAN también acciona “por poder”, pues entienden que esta guerra en verdad la están peleando Rusia y EE.UU. y que este emplea para ello a la obediente OTAN (5) y ésta, a Ucrania. El Cnl español Calvo Sotelo ha expresado con meridiana sencillez y claridad cómo se observa a esta irracional situación: “La UE no se prepara bien para la guerra, ni apuesta con convicción y realismo por la Paz”.
Varios analistas europeos señalan la “imprudencia” occidental de dejarse arrastrar a una guerra contra Rusia, que era su principal proveedor de energía a bajo costo, cuestión que hoy ha puesto en crisis económica/financiera a su locomotora: Alemania. Los mismos autores se preguntan si no era conveniente -para Ucrania- mantener su neutralidad geopolítica ante el riesgo de ser destruida, como está ocurriendo. A su vez, si EE.UU. pensó en una guerra de desgaste que anulara a Rusia como aliada de China -con quien disputa la hegemonía mundial- pareciera que no consideró que Beijíng no abandonaría al arsenal nuclear ruso.
Es difícil pensar que Putin esté por ocupar Ucrania en su totalidad, cuando su objetivo declarado es retener un glacis (h) estratégico en la frontera occidental de Rusia. Sin embargo una acumulación de errores estratégicos occidentales pueden llevar a una escalada de impredecibles consecuencias. Armas electrónicas, ciberguerra, inteligencia artificial ingresan a experimentación operacional en Ucrania, permanentemente, buscando un nivel de disuasión que conduzca hacia una mesa de negociación inevitable. Esta situación estratégica internacional, que va tomando una mayor temperatura constantemente, ha motivado a la socióloga Marita Carballo para publicar un breve e interesante artículo, titulado “Conciencia de vivir en un mundo más peligroso” -Clarín, 22Mar24-. En él se concluye:
“Una reciente encuesta global revela que solo la mitad de los adultos a nivel mundial esta dispuesta a participar en un conflicto armado por su país. Uno de los datos más significativos muestra que existe una división marcada entre regiones, siendo notablemente más baja la disposición de luchar en países de la UE, EE.UU y Canadá, en contraste con la alta disposición encontrada en Asía y Oriente Medio. En Argentina, la predisposición a ir a la guerra es menor que en el total global, reflejando una tendencia aún más pacifista que la que existía tres décadas atrás. Esto podría ser un indicador de una sociedad con una mayor conciencia de las consecuencias negativas de un conflicto armado y más predispuesta a alternativas diplomáticas en la resolución de las disputas internacionales”.
Quien suscribe no comparte que lo expresado por Carballo sea el más importante “indicador” de la actual actitud cultural contractiva de nuestra sociedad. Su “enorme egoísmo” –ante un acto de amor a la Patria- se fundamenta en el proceso de transculturación impulsada desde el Estado en los últimos cuarenta años por la solapada revolución castro comunista que la mayoría de nuestros intelectuales no registran. Miran, pero no ven.
En primer término es conveniente señalar que, con referencia a los dos Acuerdos de Minsk -2014 y 2015- sectores importantes de la UE y EE.UU hoy reconocen que fueron firmados de “mala fe”, buscando “hacer tiempo”. Este antecedente agregó impulso a la agresión rusa –“Operación Militar Especial”- y más tarde afectó a las intensas negociaciones de Paz.
El primer Acuerdo -el “Protocolo de Minsk”- pretendía detener la contienda en el Donbás de forma inmediata, mientras que el “Minsk II” surgió como respuesta a ese fracaso. Este segundo pacto contó con la mediación de Francia y Alemania y la ratificación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Además del alto al fuego el acuerdo promulgaba la concesión de un estatus especial a las regiones de Donetsk y Lugansk y establecía la retirada de las tropas y del armamento ruso. Las discrepancias en las interpretaciones del acuerdo dificultaron su cumplimiento y ello desembocó en la invasión rusa de Ucrania, iniciada el 24 Feb 22, como escalada final de los sucesos del Euromaidán (i), en 2014.
En la madrugada del 24 Feb 22 la Fuerza Aérea rusa atacó objetivos en toda Ucrania. Al mismo tiempo la infantería mecanizada y los blindados de Moscú entraron en el país desde el norte, el este y el sur. En los días siguientes los rusos intentaron rodear Kiev. Lo que sucedió en el campo de batalla se entiende relativamente bien. Pero queremos resaltar la intensa y casi desconocida diplomacia simultánea que involucró a Moscú, Kiev y una serie de otros actores, de la que podría haber resultado un acuerdo a solo unas semanas de que comenzara la guerra.
A fines de Mar 22 una serie de reuniones presenciales en Bielorrusia y Turquía y de compromisos virtuales por videoconferencia, habían dado lugar al llamado “Comunicado de Estambul”, en el que se describía un marco para una solución de la guerra. Los negociadores ucranianos y rusos comenzaron entonces a trabajar en el texto de un acuerdo, logrando avances sustanciales hacia un tratado. Pero en mayo las conversaciones se interrumpieron. La guerra continuó y desde entonces ha costado decenas de miles de vida en ambos bandos. ¿Qué tan cerca estuvieron las partes de poner fin a la guerra? ¿Y por qué nunca cerraron un trato? Cuando reunimos todas las piezas necesarias para abarcar al porqué, nos encontramos con algo que es sorprendente y que podría tener implicaciones significativas para los futuros esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra.
Hoy, cuando las perspectivas de negociación parecen poco claras y las relaciones entre las partes son casi inexistentes, la historia de las conversaciones de la primavera de 2022 pueden parecer una distracción, inaplicable a las circunstancias actuales. Pero Putin y Zelensky sorprendieron a todos con su disposición mutua a considerar concesiones de gran alcance, para poner fin a la guerra. ¿Será posible que vuelvan a sorprender a todos en el futuro?
No está del todo claro cuándo Kiev planteó por primera vez dicha cuestión en conversaciones con los rusos o los países occidentales. Pero el 10 Mar el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, entonces en Antalya -Turquía- para una reunión con su homólogo ruso, Sergey Lavrov, habló de una “solución sistemática y sostenible” para Ucrania y agregó que los ucranianos estaban “listos para discutir” las garantías que esperaba recibir de los estados miembros de la OTAN y Rusia. Lo que Kuleba parecía tener en mente era una garantía de seguridad multilateral, un acuerdo por el cual las potencias competidoras se comprometen a la seguridad de un tercer Estado, con la condición de que no esté alineado con ninguno de los garantes. Tales acuerdos habían caído en desgracia después de la Guerra Fría. Mientras que alianzas como la OTAN pretenden mantener la defensa colectiva, contra un enemigo común, las garantías multilaterales de seguridad están diseñadas para evitar conflictos entre los garantes sobre la alineación del Estado garantizado y, por extensión, para garantizar la seguridad de ese Estado.
La posición de Kiev era que Rusia también sería un garante, lo que significaría que Moscú estaba de acuerdo en que los otros garantes estarían obligados a intervenir, si volvía a atacar. En otras palabras, Moscú aceptaba que cualquier agresión futura contra Ucrania significaría una guerra entre Rusia y EE.UU. A lo largo de Marzo continuaron los intensos combates en todos los frentes. Los rusos intentaron tomar Chernihiv, Kharkiv y Sumy pero fracasaron espectacularmente, aunque las tres ciudades sufrieron graves daños. A mediados de Marzo el avance del ejército ruso hacia Kiev se había estancado y estaba sufriendo muchas bajas. Las dos delegaciones mantuvieron las conversaciones por videoconferencia y volvieron a reunirse en persona el 29 Mar, esta vez en Estambul, Turquía.
Allí parecían haber logrado un gran avance. Después de la reunión las partes anunciaron que habían acordado un comunicado conjunto. Los términos fueron ampliamente descritos durante las declaraciones de prensa de las dos partes en Estambul. Según una copia del texto completo del borrador del comunicado “Disposiciones clave del Tratado sobre las garantías de seguridad de Ucrania”, los ucranianos habían redactado en gran medida el comunicado y los rusos aceptaron provisionalmente la idea de utilizarlo como marco para un tratado.
Aunque Ucrania sería permanentemente neutral bajo el marco propuesto, el camino de Kiev hacia la adhesión a la UE quedaría abierto y los Estados garantes -incluida Rusia- “confirmarían explícitamente su intención de facilitar la adhesión de Ucrania a la Unión Europea”. Esto fue nada menos que extraordinario: en 2013, Putin había ejercido una intensa presión sobre el presidente ucraniano Viktor Yanukovych para que se retirara de un mero acuerdo de asociación con la UE. Ahora, Rusia estaba aceptando “facilitar” la plena adhesión de Ucrania a la UE.
En declaraciones del 29 Mar, inmediatamente después de la conclusión de las conversaciones, Medinsky -jefe de la delegación rusa- se mostró decididamente optimista, explicando que las discusiones sobre el tratado sobre la neutralidad de Ucrania estaban entrando en la fase práctica y que, teniendo en cuenta todas las complejidades que presenta el hecho de que el tratado tenga muchos garantes potenciales, era posible que Putin y Zelensky lo firmaran en una cumbre, en un futuro previsible. Al día siguiente, dijo a los periodistas: “Ayer, la parte ucraniana, por primera vez, fijó por escrito su disposición a llevar a cabo una serie de condiciones muy importantes para la construcción de futuras relaciones normales y de buena vecindad con Rusia”. Y continuó: “Nos entregaron los principios de un posible acuerdo futuro, fijados por escrito”.
Las dos partes continuaron trabajando las 24 horas del día en un tratado que se suponía que Putin y Zelensky firmarían durante una cumbre que se celebraría en un futuro no muy lejano. Las partes intercambiaban activamente borradores entre sí y, al parecer, comenzaban a compartirlos con otras partes. -En su entrevista de Feb 23, Bennett informó haber visto 17/18 borradores de trabajo del acuerdo. Lukashenko también informó haber visto, al menos uno.
Al final, no está claro que disposiciones habrían sido un factor decisivo del fracaso de las negociaciones. El principal negociador ucraniano -Arakhamia- minimizó más tarde su importancia. En una entrevista en Nov 23, dijo que Rusia había “esperado hasta el último momento que [pudieran] presionarnos para que firmáramos un acuerdo de este tipo, que [adoptáramos] la neutralidad. Esto fue lo más importante para ellos. Estaban dispuestos a terminar la guerra si nosotros, como Finlandia [durante la Guerra Fría], adoptábamos la neutralidad y nos comprometíamos a no unirnos a la OTAN”. Las conversaciones habían eludido deliberadamente la cuestión de las fronteras y del territorio.
A pesar de estos desacuerdos sustanciales, el borrador del 15 Abr sugiere que el tratado se firmaría dentro de dos semanas. Por supuesto, esa fecha podría haber cambiado, pero muestra que los dos equipos planeaban moverse rápido. “Estuvimos muy cerca a mediados de abril de 2022 de finalizar la guerra con un acuerdo de paz”, relató Oleksandr Chalyi en una comparecencia pública, en Dic 23. Expresó: “Una semana después de que Putin comenzara su agresión, llegó a la conclusión de que había cometido un gran error y trató de hacer todo lo posible para concluir un acuerdo con Ucrania”.
Entonces, ¿por qué se interrumpieron las conversaciones? Putin ha afirmado que las potencias occidentales intervinieron y aumentaron las exigencias del acuerdo, porque estaban más interesadas en debilitar a Rusia que en poner fin a la guerra. Alegó que Boris Johnson, primer ministro británico, había transmitido un mensaje a los ucranianos en nombre del “mundo anglosajón”, de que deben “luchar contra Rusia hasta que se logre la victoria y Rusia sufra una derrota estratégica”. La respuesta occidental a estas negociaciones fue ciertamente tibia. Washington y sus aliados se mostraron profundamente escépticos sobre las perspectivas de la vía diplomática que surgiera de Estambul. El comunicado eludía la cuestión del territorio y las fronteras, las partes se mantenían muy alejadas en otras cuestiones cruciales. No parecía una negociación que fuera a tener éxito.
Un exfuncionario estadounidense que trabajó en la política de Ucrania en ese momento dijo que los ucranianos no consultaron con Washington hasta después de que se emitiera el comunicado, a pesar de que el tratado habría creado nuevos compromisos legales para Estados Unidos, incluida la obligación de ir a la guerra con Rusia si volvía a invadir Ucrania. Esa estipulación -por sí sola- habría hecho que el tratado fuera un fracaso para Washington. Consecuentemente, en lugar de aceptar el “Comunicado de Estambul” y el posterior proceso diplomático, Occidente aumentó la ayuda militar a Kiev y aumentó la presión sobre Rusia, incluso a través de un régimen de sanciones cada vez más estricto.
El R. U. tomó la delantera. Ya el 30 Mar Johnson parecía poco inclinado hacia la diplomacia, afirmando que, en cambio, “deberíamos seguir intensificando las sanciones con un programa continuo hasta que todas y cada una de las tropas [de Putin] estén fuera de Ucrania”. El 9 Abr Johnson se presentó en Kiev, el primer líder extranjero en visitar la capital tras la retirada rusa de la capital. Según los informes, le dijo a Zelensky que pensaba que “cualquier acuerdo con Putin iba a ser bastante sórdido”. Cualquier acuerdo, recordó haber dicho, “sería una victoria para él: si les das algo, simplemente se lo quedará, lo depositará y luego se preparará para su próximo asalto”. En la entrevista de 2023, Arakhamia alborotó algunas plumas al responsabilizar a Johnson del resultado: “Cuando regresamos de Estambul Boris Johnson vino a Kiev y dijo que no firmaríamos nada en absoluto con [los rusos], y que siguiéramos luchando”.
Desde entonces, Putin ha utilizado repetidamente los comentarios de Arakhamia para culpar a Occidente por el colapso de las conversaciones y demostrar la subordinación de Ucrania a sus partidarios. A pesar del giro manipulador de Putin, Arakhamia estaba señalando un problema real: el comunicado describía un marco multilateral que requeriría la voluntad de Occidente de comprometerse diplomáticamente con Rusia y considerar una garantía de seguridad genuina para Ucrania. Ninguno de los dos era una prioridad para Estados Unidos y sus aliados en ese momento.
¿Estaban dispuestos Putin y Zelensky a considerar compromisos extraordinarios para poner fin a la guerra? En sus comentarios públicos los estadounidenses nunca fueron tan desdeñosos con la diplomacia como lo había sido Johnson. Pero no parecieron considerarlo central, para su respuesta a la invasión rusa. El secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de Defensa Lloyd Austin, visitaron Kiev dos semanas después de Johnson, principalmente para coordinar un mayor apoyo militar. Como dijo Blinken en una conferencia de prensa posterior: “La estrategia que hemos puesto en marcha -apoyo masivo a Ucrania, presión masiva contra Rusia, solidaridad con más de 30 países comprometidos con estos esfuerzos- está teniendo resultados reales”. Aun así, la afirmación de que Occidente obligó a Ucrania a retirarse de las conversaciones con Rusia carece de fundamento. Sugiere que Kiev no tuvo voz en el asunto.
Es cierto que las ofertas de apoyo de Occidente deben haber fortalecido la determinación de Zelensky y que la falta de entusiasmo occidental parece haber disminuido su interés en la diplomacia. Sin embargo, en sus discusiones con los líderes occidentales Zelensky no priorizó la búsqueda de la diplomacia con Rusia para poner fin a la guerra. Ni Estados Unidos ni sus aliados percibieron una fuerte demanda de su parte para que se comprometieran en la vía diplomática. En ese momento, dada la efusión de simpatía pública en Occidente, tal impulso bien podría haber afectado la política occidental. Zelensky también estaba indudablemente indignado por las atrocidades rusas en Bucha e Irpin y probablemente entendió que lo que comenzó a llamar el “genocidio” de Rusia en Ucrania haría que la diplomacia con Moscú fuera aún más tensa políticamente. Aun así, el trabajo entre bastidores sobre el borrador del tratado continuó e incluso se intensificó en los días y semanas posteriores al descubrimiento de los crímenes de guerra de Rusia, lo que sugiere que las atrocidades de Bucha e Irpin fueron un factor secundario en la toma de decisiones de Kiev.
La nueva confianza de los ucranianos en que podían ganar la guerra también jugó un papel importante. La retirada rusa de Kiev y otras ciudades importantes del noreste y la perspectiva de más armas de Occidente -con las carreteras hacia Kiev ahora bajo control ucraniano- cambiaron el equilibrio militar. El optimismo sobre las posibles ganancias en el campo de batalla a menudo reduce el interés de un beligerante en hacer concesiones en la mesa de negociaciones. A finales de Abril Ucrania había endurecido su posición, exigiendo la retirada rusa del Donbás como condición previa a cualquier tratado. Como lo expresó Oleksii Danilov -Pte del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania- el 02 May: “Un tratado con Rusia es imposible, solo se puede aceptar la capitulación”.
Y luego está el lado ruso de la historia, que es difícil de evaluar. ¿Fue toda la negociación una farsa bien orquestada o Moscú estaba seriamente interesado en un acuerdo? ¿Putin se asustó cuando entendió que Occidente no firmaría los acuerdos o que la posición ucraniana se había endurecido? Incluso si Rusia y Ucrania hubieran superado sus desacuerdos, el marco que negociaron en Estambul habría requerido la aceptación de Estados Unidos y sus aliados. Y esas potencias occidentales habrían tenido que asumir un riesgo político al entablar negociaciones con Rusia y Ucrania y arriesgar su credibilidad garantizando la seguridad de Ucrania. En ese momento y en los dos años transcurridos, la voluntad de emprender una diplomacia de alto riesgo o de comprometerse verdaderamente a defender a Ucrania en el futuro, ha estado notablemente ausente en Washington y en las capitales europeas.
Una última razón por la que fracasaron las conversaciones es que los negociadores pusieron al orden de seguridad de posguerra, antes que el fin de la guerra. Las dos partes se saltaron cuestiones esenciales de gestión y mitigación de conflictos -la creación de corredores humanitarios, un alto el fuego, la retirada de tropas- y, en cambio, trataron de elaborar algo parecido a un tratado de paz a largo plazo, que resolviera las disputas de seguridad que habían sido fuente de tensiones geopolíticas durante décadas. Fue un esfuerzo admirablemente ambicioso, pero resultó demasiado ambicioso. Para ser justos Rusia, Ucrania y Occidente lo habían intentado al revés y también fracasaron estrepitosamente. Los acuerdos de Minsk firmados en 2014 y 2015, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y la invasión del Donbás, cubrían minucias como la fecha y hora del cese de las hostilidades y qué sistema de armas debía retirarse y a qué distancia.
Las principales preocupaciones de seguridad de ambas partes se abordaron secundariamente, si es que se abordaron. Esta historia sugiere que las conversaciones futuras deberían avanzar por vías paralelas, en las que los aspectos prácticos de poner fin a la guerra se abordarán en una vía, mientras que en otra se tratarán cuestiones más amplias. El 11 Abr 24, hace solo unos días, Lukashenko, el primer intermediario de las conversaciones de paz ruso-ucranianas pidió que se volviera al borrador del tratado a partir de la primavera de 2022. “Es una posición razonable”, dijo en una conversación con Putin en el Kremlin. “También era una posición aceptable para Ucrania. Estuvieron de acuerdo con esta posición”. Putin intervino. “Estuvieron de acuerdo, por supuesto”, dijo.
En realidad los rusos y los ucranianos nunca llegaron a un texto de compromiso final. Pero fueron más allá de lo que se había entendido anteriormente, llegando a un marco general para un posible acuerdo. Después de los últimos dos años de carnicería, todo esto puede ser. Corrió mucha agua bajo el puente. Pero es un recordatorio de que Putin y Zelensky estaban dispuestos a considerar compromisos extraordinarios para poner fin a la guerra. Por lo tanto, cuando Kiev y Moscú regresen a la mesa de negociaciones la encontrarán plagada de ideas que aún podrían resultar útiles para construir una paz duradera.
Cuando estamos finalizando el presente ensayo, tomamos conocimiento que el Primer Ministro inglés -Rishi Sunak- viaja a Polonia para hacer llegar ayuda militar a Ucrania por seiscientos millones de U$S, manteniéndose en la misma posición que su predecesor y que el Presidente Biden consiguió destrabar sesenta mil millones de U$S, que retenía el Congreso con el mismo fin, siguiendo los pasos de Obama. Es la “progresía guerrerista” en retirada. La probabilidad de un inmediato “Acuerdo de Paz” se aleja, dando lugar a una muy probable imposición y garantía de Paz, a ser acordada en el 2025 por Trump y Xi Jinping. Los pueblos están superando los desatinos de sus dirigentes “progres”.
“El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un fin para la humanidad”.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 25, 2024
Related Posts
Los hijos de Rasputín
◘ Por Delia Crespo. De los siete hijos [...]
¿Qué podría llevar al colapso de la OTAN?
◘ Por Karen Boyd. Rusia ha invertido más [...]
La vida de Santa Olga de Kiev es muy diferente a la que se podría esperar de una santa
◘ Por Claudia Besone. Olga tiene una característica [...]