Las elecciones presidenciales en EE.UU., que se celebran cada cuatro años, implican un proceso complejo que incluye varias etapas y dura casi dos años, según la descripción del sitio web del Gobierno estadounidense. El día de la votación para elegir al próximo mandatario del país se realiza el primer martes posterior al primer lunes de noviembre y este año será el 5 de noviembre.
El proceso para elegir al presidente de EE.UU. empieza en la primavera del año anterior al de las elecciones, cuando los aspirantes hacen públicas sus intenciones de postularse o registran su candidatura en la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en inglés).
Según la Constitución de EE.UU., los requisitos para convertirse en candidato a la presidencia son siguientes:
ser ciudadano de EE.UU. por nacimiento,
haber cumplido los 35 años,
haber vivido en el territorio nacional 14 años.
Desde el verano anterior y hasta la primavera del año electoral, se celebran los debates de las elecciones primarias y las reuniones privadas de los partidos políticos, también conocidas como caucus. Luego, se realizan las primarias en los estados y las asambleas de partido.
En las elecciones primarias, que tienen lugar entre seis y nueve meses antes de las presidenciales, los votantes eligen a su candidato de forma anónima y secreta. Las primarias se rigen por los gobiernos estatales y locales, de manera que el estado toma en cuenta sus resultados para otorgar una determinada cantidad de delegados a los ganadores.
El caucus de nominación presidencial se organiza a nivel de condado o distrito electoral, y también con el fin de elegir al candidato del partido, solo que los asistentes lo hacen tras formar grupos según el aspirante al que apoyan, y tratan de que sus oponentes se unan a ellos. Como resultado, el número de votantes en cada grupo determina cuántos delegados ganó cada contendiente. Estos eventos tienen lugar en los meses previos a las elecciones presidenciales en varios estados.
Los delegados pueden ser miembros activos del partido, líderes y personas que apoyan al candidato del partido. Además, hay superdelegados (delegados no comprometidos). El número de los delegados en las elecciones primarias o caucus depende del estado y de las reglas del partido.
Al terminar las elecciones primarias y los caucus, se determina cuántos delegados ganó cada postulante y estos se dirigen a la convención nacional del partido, que se celebra entre julio y principios de septiembre del año electoral.
En las convenciones nacionales, los delegados comprometidos deben apoyar al candidato que se les asigna en las primarias o caucus, mientras los superdelegados pueden apoyar al candidato presidencial de su preferencia.
Así, los partidos políticos finalizan el proceso de selección de su candidato presidencial, que es el que ganó la mayoría de los delegados por votación durante las primarias estatales y caucus.
Si ninguno de los aspirantes logra la mayoría de los delegados, la convención nacional se considera ‘disputada’. Entonces, los delegados realizan una o más rondas de votación hasta que un postulante obtiene la mayoría.
El candidato del partido ratificado en la convención nacional anuncia quién será su compañero de fórmula para el cargo de vicepresidente.
Los nombres de los candidatos de los principales partidos políticos se incluyen en la boleta electoral de las elecciones generales. Los candidatos independientes o de formaciones más pequeñas también pueden participar si cumplen con los requisitos de cada estado.
Una vez confirmados en la convención nacional, los candidatos siguen con su campaña electoral y participan en los debates: un acontecimiento a gran escala para ganar el apoyo de los votantes indecisos, argumentar sus líneas políticas ante todo el país, así como competir en elocuencia.
La importancia de los debates presidenciales quedó en evidencia este año, cuando el excandidato demócrata y actual presidente de EE.UU., Joe Biden, se enfrentó en un duelo verbal con su rival republicano, Donald Trump, y perdió el apoyo de demócratas clave. Así, después de ese cara a cara, se escucharon llamamientos para que se retirara de la carrera presidencial, lo que finalmente hizo, al respaldar la candidatura de su vicepresidenta, Kamala Harris.
Los ciudadanos estadounidenses inscritos para votar acuden a las urnas para votar en las elecciones presidenciales generales el día designado. Sin embargo, el período se amplía para incluir otras categorías, como voto en ausencia, por correo y anticipado.
Con ello, los electores tienen derecho a:
expresar su voto, aunque no hayan votado en las elecciones primarias de su estado;
votar por cualquier candidato presidencial, sin relación con el partido que eligieron al registrarse para votar o al que apoyaron en votaciones anteriores.
El resultado final de las elecciones presidenciales en EE.UU. no depende directamente del sufragio ciudadano, ya que la fórmula ganadora se determina por el voto de los electores: parte de un proceso —no un lugar— llamado Colegio Electoral, que fue establecido en la Constitución de EE.UU. con el fin de “encontrar un punto medio entre el voto popular del ciudadano y la votación del Congreso”, explica el Gobierno.
El proceso del Colegio Electoral incluye:
selección de los electores,
reunión de los electores para votar por el presidente y vicepresidente,
conteo de los votos de los electores por parte del Congreso de EE.UU.
Cada estado tiene tantos electores como miembros en la Cámara de Representantes y Senado: existen 538 electores en total, incluyendo los tres del distrito de Columbia (Washington D.C.). Se eligen por partido político, pero los requisitos de quién, cómo y cuándo participa como elector varían en cada estado.
Después de que los ciudadanos estadounidenses participan en la elección presidencial, su voto pasa al conteo estatal. Con ello, “en 48 estados y el distrito federal de Washington, el ganador consigue todos los votos electorales de ese estado. Maine y Nebraska asignan a sus electores con un sistema proporcional”, se detalla.
Al mismo tiempo, para ganar, el candidato debe obtener el voto de al menos 270 electores (más de la mitad). El triunfador de las presidenciales, generalmente, se proyecta cuando termina el conteo de los votos de los ciudadanos en la noche del mismo día de las elecciones.
No obstante, el resultado final se conoce a mediados de diciembre con los votos del Colegio Electoral, cuando los electores se reúnen en sus estados. Así, puede resultar que un candidato gana el voto popular, pero pierde la elección, o al revés.
“Es importante recordar que el presidente no se elige mediante el voto popular nacional. El total de votos del Colegio Electoral determina al ganador, no la pluralidad estadística o la mayoría que un candidato pueda tener en el total de votos populares nacionales. Los votos por elector se otorgan en función d+el voto popular en cada estado”, explican desde el Gobierno de EE.UU.
En 2016, 2000 y un par de veces en el siglo XIX, se registraron situaciones en las que el candidato que obtuvo la mayor cantidad de votos a nivel nacional no ganó las elecciones presidenciales.
Así, en las elecciones presidenciales de 2000, George W. Bush recibió menos votos populares que Albert Gore Jr., pero obtuvo la mayoría de los votos de los electores, de modo que se convirtió en presidente. En las elecciones de 2016, el candidato republicano, Donald Trump, logró menos sufragios ciudadanos que su rival demócrata, Hillary Clinton, pero como alcanzó la mayoría entre los electores, ganó.
Si ninguno obtiene la mayoría de los sufragios de los electores, el ganador es elegido por la Cámara de Representantes entre los tres candidatos más votados por los propios electores. Luego, el Senado elige al vicepresidente de entre los dos candidatos a la vicepresidencia con más votos electorales.
Generalmente, a principios de enero del año siguiente al de las elecciones, el Congreso cuenta los votos de los electores, determina quién es el ganador y el 20 de enero el presidente electo se convierte en el nuevo mandatario de EE.UU., en el Día de la Inauguración Presidencial.
Al Gore debería haber sido elegido presidente de los Estados Unidos en 2000, pero le robaron la victoria las acciones estúpidas de un tipo que jugó un papel importante en su campaña ese año.
Así era el villano que le costó la presidencia a Al:
Si ese tipo hubiera tomado mejores decisiones al dirigir la campaña de Al, entonces se habría convertido en el 43.º presidente, en lugar de George W. Bush.
Al Gore estaba en una excelente posición cuando buscaba convertirse en presidente en las elecciones de 2000. Había sido vicepresidente durante ocho años de un hombre que dejaba el cargo con un índice de aprobación del 66 por ciento, comparable al de Ronald Reagan cuando dejó el cargo una docena de años antes. Reagan, como Bill Clinton, había superado un escándalo en su segundo mandato que sus oponentes políticos no pudieron hacer que el pueblo estadounidense se preocupara por él. El vicepresidente de Reagan había ganado fácilmente en las elecciones de 1988, simplemente presentándose para el “tercer mandato” de su jefe, prometiendo simplemente seguir haciendo las mismas cosas.
Gore simplemente necesitaba hacer lo mismo. Simplemente decir “te gusta lo que hizo Bill Clinton, y voy a seguir haciendo lo que él estaba haciendo”. En cambio, Gore trató a Clinton como si fuera una combinación de ántrax y ébola, y se negó incluso a permitir que el presidente participara en la campaña electoral hasta la última semana de las elecciones, cuando de repente Al Gore se dio cuenta de que en realidad podía perder.
La persona más ofendida por lo que hizo Bill Clinton en el Gabinete Oral puede haber sido el propio Al Gore. No sé si estaba celoso porque estaba casado con una mojigata, o si realmente tiene una fuerte brújula moral y le repugnaba la conducta de Bill, o qué, pero fue su decisión de desvincularse de una administración muy exitosa en la que había desempeñado un papel importante durante ocho años.
En lugar de presentarse como “el tercer mandato de Bill”, sin las payasadas de Bill, Al Gore decidió presentarse como Al Gore, y como Al Gore no tenía lo necesario para ganar. De todos modos, estuvo cerca, porque el país iba bien, incluso con la crisis de las puntocom que había comenzado a fines de 2000, pero al separarse de Bill Clinton, se había cortado la nariz para fastidiarse a sí mismo.
Según todos los informes, Bill nunca se lo ha perdonado.
Bill Clinton es el presidente estadounidense más exitoso en más de tres décadas, y el demócrata más exitoso en siete décadas, pero dos candidatos demócratas que estaban en posición de ganar elecciones eligieron perder, porque no lo escucharon ni aprovecharon su apoyo en la campaña electoral.
Nunca subestime la capacidad de los demócratas para dispararse en el pie. Si hay una manera de sacar la derrota de las fauces de la victoria, la encontrarán.
El evento que esencialmente nombró a Bush como presidente, aunque perdió los votos populares y estuvo a punto de perder el voto del colegio electoral.
La decisión del 12 de diciembre de 2000, en la que la Corte Suprema de los Estados Unidos revocó una orden de la Corte Suprema de Florida para un recuento manual selectivo de las papeletas de las elecciones presidenciales de ese estado en los Estados Unidos. La decisión de 5 a 4 por curiam (sin firmar) otorgó efectivamente los 25 votos del Colegio Electoral de Florida al candidato republicano George W. Bush, asegurando así su victoria sobre el candidato demócrata Al Gore.
En la noche del día de las elecciones, el 7 de noviembre de 2000, aún no había surgido un claro ganador de las elecciones presidenciales. Los medios impresos y de radiodifusión citaron cifras de encuestas a pie de urna a menudo contradictorias, y las elecciones en Oregón y Nuevo México seguirían estando demasiado reñidas como para convocarlas durante algunos días. Al final, el concurso se centró en Florida. Inicialmente, las cadenas proyectaron a Gore como el ganador en ese estado, pero luego declararon que Bush había logrado una ventaja insuperable. Gore llamó a Bush para que concediera la elección, pero en las primeras horas de la mañana siguiente se hizo evidente que la carrera en Florida estaba mucho más reñida de lo que el personal de Gore había creído originalmente. Menos de 600 votos separaban a los candidatos y ese margen parecía estar estrechándose. Alrededor de las tres de la madrugada, Gore llamó a un atónito Bush para que se retractara de su concesión.
Según la ley electoral de Florida, se requería un recuento automático de todos los votos emitidos porque el margen de victoria era inferior al 0,5 por ciento. En esta carrera, la brecha parecía ser de aproximadamente el 0,01 por ciento. Ambas campañas enviaron inmediatamente equipos de abogados a Florida. Ambas partes formularon acusaciones de conflicto de intereses: el hermano de Bush, Jeb, era el gobernador del estado y la secretaria de Estado, Katherine Harris, era copresidenta de la campaña de Bush en Florida, mientras que el fiscal general de Florida, Bob Butterworth, encabezaba la campaña de Gore. El 10 de noviembre se completó el recuento automático y la ventaja de Bush era de 327 votos de los seis millones emitidos. A medida que se presentaron impugnaciones judiciales sobre la legalidad de los recuentos manuales en condados seleccionados, las noticias se llenaron del vocabulario arcano del juez electoral. Los funcionarios del condado intentaron discernir la intención de los votantes a través de una nube de “chads colgantes” (boletas de papel sin perforar completamente) y “chads embarazadas” (boletas de papel con hoyuelos, pero no perforadas, durante el proceso de votación), así como “votos excesivos” ( boletas que registraron múltiples votos para el mismo cargo) y “votos insuficientes” (boletas que no registraron ningún voto para un cargo determinado). También estaba en cuestión el llamado diseño de la boleta de mariposa utilizado en el condado de Palm Beach, que causó confusión entre algunos residentes que tenían la intención de votar por Gore, lo que los llevó a emitir sin darse cuenta unos 3.400 votos para un candidato ultraconservador de un tercer partido, Pat Buchanan. lo que representó alrededor del 20 por ciento de sus votos totales en todo el estado.
Se produjo un tira y afloja entre Harris, que inicialmente intentó certificar los resultados de las elecciones del estado el 14 de noviembre, y la Corte Suprema de Florida, que dictaminó que los recuentos manuales de votos cuestionables debían realizarse en cuatro condados y que los resultados debían incluirse en el recuento final del estado. En el mes siguiente a las elecciones, se presentaron unas 50 demandas individuales relacionadas con los distintos recuentos, recuentos y plazos de certificación. El 8 de diciembre, en una decisión de 4 a 3, la Corte Suprema de Florida ordenó recuentos manuales inmediatos de los votos insuficientes para el cargo de presidente en todos los condados donde dichos recuentos aún no se habían llevado a cabo.
La campaña de Bush inmediatamente solicitó a la Corte Suprema de Estados Unidos una suspensión de la orden de recuento, que fue concedida el 9 de diciembre. Al tratar la petición como un auto de certiorari (una solicitud formal de revisión), la Corte acordó hacerse cargo del caso, Bush contra sangre.
En los argumentos orales del 11 de diciembre, el equipo legal de Bush afirmó que la Corte Suprema de Florida se había excedido en su autoridad al ordenar el recuento manual de los votos insuficientes, mientras que el equipo de Gore sostuvo que el caso, que ya había sido decidido a nivel estatal, no era materia de consideración a nivel federal. En un fallo per curiam emitido al día siguiente, el Tribunal determinó (7-2) que, debido a inconsistencias en los métodos y estándares de recuento manual entre los condados de Florida, la orden del tribunal de Florida de un recuento manual equivalía a una violación de la cláusula de igual protección. de la Decimocuarta Enmienda. Por una mayoría menor (5 a 4), el Tribunal también dictaminó que no se podía llevar a cabo ningún nuevo recuento, porque ninguno podía finalizar antes de la fecha límite de “puerto seguro”, la fecha fijada por la ley federal (3 U.S.C. §5), por qué estados estaban obligados a resolver cualquier disputa relacionada con la selección de los electores presidenciales a fin de garantizar que su determinación final “será concluyente y regirá en el conteo de los votos electorales según lo dispuesto en la Constitución”. Aunque el incumplimiento del plazo, que cayó el 12 de diciembre (seis días antes de la reunión del Colegio Electoral del 18 de diciembre), no habría impedido que se contaran los votos electorales de Florida, la mayoría argumentó que cualquier orden judicial para una nueva “ Un recuento “constitucionalmente apropiado” violaría una disposición de la ley electoral de Florida que facultaba a los tribunales estatales para otorgar una reparación “apropiada” en respuesta a impugnaciones legítimas de los resultados electorales certificados. Y esa disposición sería violada, según la mayoría, porque al redactarla la legislatura del estado de Florida presumiblemente tenía la intención de que dicho alivio se completara antes de la fecha límite de puerto seguro. (La mayoría también argumentó que la propia Corte Suprema de Florida había reconocido esta intención cuando, en casos relacionados anteriores, se había referido a la “participación plena de los votantes en el proceso electoral federal” y a que los estatutos electorales eran “conscientes de la concesión federal de autoridad derivada de la Constitución de los Estados Unidos y derivada de 3 USC §5”).
En una opinión concurrente a la que se unieron los jueces asociados Antonin Scalia y Clarence Thomas, el presidente del Tribunal Supremo, William Rehnquist, estuvo de acuerdo con la mayoría respecto de las intenciones de la legislatura del estado de Florida (“Seguramente cuando la Legislatura de Florida autorizó a los tribunales del estado a conceder una reparación ‘apropiada’, debe haber significado un alivio que habría sido definitivo en la fecha límite del 3 U.S.C. §5”), pero también sugirió que la propia disposición de puerto seguro imponía un plazo estricto más allá del cual no se podían llevar a cabo recuentos (“En las elecciones presidenciales, la contienda El período termina necesariamente en la fecha establecida por 3 USC §5 para concluir la ‘determinación final’ del Estado sobre las controversias electorales”). Rehnquist argumentó además que la orden de recuento era inválida porque efectivamente creaba una nueva ley electoral en violación del Artículo II, Sección 1 de la Constitución de los Estados Unidos, que reserva ese poder a las legislaturas estatales.
La decisión de la mayoría fue duramente criticada por la minoría, cada uno de los cuales escribió una opinión disidente. Todos los jueces disidentes sostuvieron que la mayoría se equivocó al impedir que se llevara a cabo cualquier recuento manual correctivo. En su disidencia, el juez John Paul Stevens argumentó que la orden de recuento manual no había violado la cláusula de igual protección y que la revocación de la orden por parte de la mayoría contradecía los principios del federalismo y la tradición de la Corte de ceder a los tribunales estatales la interpretación de los derechos de sus propios estados. leyes. También cuestionó la interpretación más estricta de la disposición de puerto seguro que prohíbe el recuento de votos más allá de la fecha límite: “esas disposiciones [del Título 3 del Código de los Estados Unidos] simplemente proporcionan reglas de decisión que el Congreso debe seguir al seleccionar entre listas de electores en conflicto… No prohíben a los Estados contar… votos legales hasta que se determine un ganador de buena fe”. El juez David Souter afirmó que la suspensión inicial de la orden de recuento de la Corte Suprema de Florida era innecesaria (“Si esta Corte hubiera permitido que el Estado siguiera el curso indicado por las opiniones de su propia Corte Suprema, es muy posible que en última instancia no hubiera habido No ha habido ningún problema que requiera nuestra revisión”) y defendió la interpretación del tribunal de Florida sobre la reparación adecuada según la ley electoral estatal. El juez Stephen Breyer sostuvo que la Corte Suprema de Florida habría estado en una posición mucho mejor que la mayoría para juzgar si se podría haber completado un recuento correctivo antes de la reunión del Colegio Electoral el 18 de diciembre, y observó claramente:
Al detener el recuento manual y garantizar así que los votos legales no contados no se cuenten según ningún estándar, este Tribunal elabora un remedio desproporcionado con respecto al daño alegado. Y ese remedio perjudica los propios intereses de equidad que la Corte intenta proteger.
Finalmente, la jueza Ruth Bader Ginsburg ofreció una refutación detallada del argumento de Rehnquist de que la Corte Suprema de Florida había creado su propia ley electoral; Estuvo de acuerdo con Stevens en que la orden de recuento no había privado a los votantes de Florida de igual protección (“No puedo aceptar que el recuento adoptado por el tribunal de Florida, por defectuoso que sea, arrojaría un resultado menos justo o preciso que la certificación que precedió a ese recuento”) y que la mayoría había descartado el antiguo compromiso de la Corte con el federalismo y la deferencia hacia los tribunales estatales; y estuvo de acuerdo con Breyer en que, en palabras de Ginsburg, “la ‘fecha límite’ del 12 de diciembre para llevar los votos electorales de Florida a 3 U.S.C. El puerto seguro del artículo 5 carece de la importancia que le asigna la Corte” (“si esa fecha pasara”, continuó, “Florida todavía tendría derecho a emitir votos electorales [que] el Congreso debe contar”). Su decisión de concluir su opinión con un “disiento”, en lugar del tradicional “disiento respetuosamente”, fue ampliamente notada.
Esta decisión política corrupta permitió todos los desastres de los que Bush fue responsable, incluidos: No actuar activamente para prevenir el ataque del 11 de septiembre, Comenzando la ilegal guerra de Irak basándose en sus mentiras, Permitir el colapso económico mundial al impedir una regulación adecuada de los mercados financieros. Guantánamo.
La opinión mayoritaria fue criticada por el profesor de derecho de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, quien escribió: La decisión en el caso electoral de Florida puede clasificarse como la decisión más corrupta en la historia de la Corte Suprema, porque es la única que yo sepa en la que los jueces mayoritarios decidieron como lo hicieron debido a la identidad personal y la afiliación política de los litigantes. . Esto fue una trampa y una violación del juramento judicial.
Los Log Cabin Republicanos, que se autodenomina la “organización original y más grande de la nación que representa a los conservadores LGBT”, anunciaron su respaldo al presidente Donald Trump para las elecciones presidenciales de 2020 después de negarse a respaldarlo en 2016.
Robert Kabel, presidente del grupo, y Jill Homan, la vicepresidente, declararon que “los republicanos de Log Cabin (Cabaña de Troncos) respaldan a Donald J. Trump para la reelección como presidente”.
“Ser tratados equitativamente y justamente bajo la ley es nuestro objetivo, y sabemos que ‘Inclusion Triunfa’ es un mantra que compartimos con el presidente”, agregó el grupo.
Kabel y Homan notaron el progreso del partido en la representación LGBTQ.
Destacaron cómo Peter Thiel, el empresario multimillonario que cofundó PayPal y Palantir, pudo subir al escenario en la convención republicana de 2016 y declarar que era gay, republicano y estadounidense, muy lejos de la convención de 1992, cuando Pat Buchanan denunció el matrimonio homosexual y criticó la plataforma “pro-lesbiana” y “pro-gay” de Bill Clinton y Al Gore.
La administración Trump se había enfrentado con una reacción violenta por acciones anteriores que los grupos de defensa vieron como revocar los derechos LGBTQ, como las restricciones a las personas transgénero que sirven en el ejército y la prohibición de las banderas del orgullo en las embajadas de los EE. UU.
La plataforma del Partido Republicano de 2016 abogó por el reconocimiento del “matrimonio como la unión de un hombre y una mujer”, aunque Trump ha hablado favorablemente del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Jon Cooper, presidente de la Coalición Democrática contra Trump, calificó el respaldo como “verdaderamente despreciable y vergonzoso”, y agregó que “no hablan por el 99% de los estadounidenses LGBTQ que son plenamente conscientes de todo lo que Trump ha hecho para revertir los pasos hacia la Igualdad LGBTQ “.
Mientras en Argentina el número de afiliados al Partido Comunista es de 22.523 (De los cuales 12.485 son hombres) en un país de 330 millones como Estados Unidos, los guarismos -se cree- que rondan entre los 3.000 y 3.500 miembros, llegando -en su época dorada- a ser unos 25.000.
El pasado 29 de noviembre, un interesante número de personas -para Estados Unidos- asistieron a una celebración sobre la vida de Fidel Castro en Los Ángeles, California. Allí se destacó la contribución del fallecido líder cubano a la unidad del mundo socialista y el mundo comunista, así como los actos prácticos que este llevara a cabo desde Cuba para solidarizar a los pueblos y países necesitados de asistencia. Los participantes en el programa ofrecieron tandas de música, poesía, comedia y testimonios personales sobre el impacto de Fidel en el movimiento por el socialismo y el progreso mundial. Rosalía Muñoz, líder del Partido Comunista desde hace mucho tiempo, habló de la huella que dejara Fidel Castro en los acontecimientos mundiales, la importancia de los esfuerzos solidarios de Cuba y su escuela de medicina que ha entrenado a cientos de médicos estadounidenses.
Entre los patrocinadores de la celebración estuvieron los grupos locales del FMLN (Farabundo Martí National Liberation Front), MORENA (Movimiento Nacional de Regeneración), LA Sandinistas y el distrito del Partido Comunista del Sur de California.
En sus estatutos, el Partido Comunista de América representa los intereses de la clase obrera y del pueblo. Representa los intereses tanto en el presente como en el futuro. La solidaridad con los trabajadores de otros países también es parte del trabajo del partido. La asociación ejecuta sus acciones en coalición con el movimiento obrero, el movimiento por la paz, el movimiento estudiantil, las organizaciones que luchan por la igualdad y la justicia social, el movimiento ambiental, los grupos de derechos de los inmigrantes y la campaña de salud para todos.
Pero para obtener una vida mejor para las familias trabajadoras, el partido cree que deben ir más allá. Creen que el pueblo estadounidense puede reemplazar al capitalismo con un sistema que pone a las personas antes de las ganancias: el socialismo.
Los comunistas americanos se manifiestan arraigados en la historia revolucionaria del país y en su lucha por la democracia. Hacen un llamado al socialismo de la “Declaración de Derechos”, garantizando las libertades individuales.
No hay muchas variaciones de este movimiento, desde su creación. Fundado en 1919, el Partido Comunista de los Estados Unidos manifiesta que ha defendido las luchas por la democracia, los derechos laborales, la igualdad de las mujeres, la justicia racial y la paz durante 97 años. El Partido Comunista tiene una historia inigualable en el movimiento progresista de los Estados Unidos, desde la lucha contra la segregación de Jim Crow, la organización de los sindicatos industriales, de las fábricas de conservas de California, hasta las fábricas de Nueva York.
El Comunismo americano no presenta un candidato presidencial desde 1988. Sin exigir, las autoridades deslizan apoyar a ciertos aspirantes. Ese año fue el senador Lloyd Bentsen Jr. -candidato a vicepresidente, siendo Michael Dukakis el máximo representante. Bill Clinton fue el seleccionado en el ’92 y ’96. En el año 2.000 Al Gore recibió el favoritismo mientras que, en el año 2004, la predilección recayó en John Kerry. Por dos términos Barack Obama fue avalado para finalmente, en las últimas elecciones, ese honor indicó una preferencia hacia Hillary Clinton. Todos demócratas, aunque el nivel de influencia del Partido Comunista raramente llega a más del 0.07%
Hoy en día, No muy lejos de Wall Street, en el séptimo piso de un elegante edificio de ocho plantas en la calle 23, hacia el oeste de Nueva York, funciona la sede de un improbable sobreviviente político: el Partido Comunista USA (CPUSA). La oficina es iluminada y moderna. En un muro hay fotografías en blanco y negro de las mayores figuras de la historia del partido. Las obras de Marx, Engels y Lenin sobresalen entre las que descansan sobre las estanterías.
El edificio fue comprado para albergar al partido en la década de 1970, antes de que Chelsea – el barrio en donde se localiza- se volviera una región de moda. Además de esta oficina central, el partido posee oficinas, representantes y organizadores en varios puntos del país, desde Maine o Minnesota hasta Texas o Florida.
Para conocer un poco más de lo que llamo una rareza en estas tierras, tuve la oportunidad de dialogar con Rick Nagin, el organizador del distrito de Ohio para el Partido Comunista de América. El señor Nagin fue precisamente -de acuerdo a las políticas del partido- líder de equipo en la última campaña de la señora Clinton, en la carrera presidencial. Rick Nagin ha escrito para la publicación People’s World y sus predecesores desde 1970. Ha estado activo durante muchos años en la política de Cleveland y el movimiento obrero. Es, como mencioné, el Organizador del Distrito de Ohio del Partido Comunista de EE. UU., pero admás, Miembro de The Newspaper Guild y delegado a la Federación de Trabajadores de North Shore AFL-CIO (La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales), sirviendo en sus Coordinadores Políticos y Comités de Justicia Racial. Es co-coordinador del Comité de Justicia de Tamir Rice, un pre-adolescente muerto en más que extrañas circunstancias.
PrisioneroEnArgentina.com: Es mi parecer que ideológicamente, tradicionalmente, históricamente, y hasta geográficamente, los Estados Unidos de América sería el país menos propenso en convertirse en un Estado comunista.
Rick Nagin: No estoy tan seguro. Es el país más capitalista más representativo, es cierto. Por ello y pese a ello, las condiciones para transformarse en una forma socialista de sociedad, están latentes.
PEA: Como es su historia personal. ¿Cómo llega un ciudadano americano como usted a ser un comunista en América?
Rick Nagin: En mi caso personal, comencé a actuar en los sesentas, debido a la guerra de Vietnam.
PEA: Las protestas en contra de esa guerra.
Rick Nagin: Si, estuve muy activo en aquel movimiento de protestas y en el curso de las mismas, tomé contacto con gente que pertenecía al partido. Marxistas, que hicieron que me decantara y me uniera al Partido Comunista.
PEA: Cuando se refiere al Capitalismo, el Partido Comunista se refiere a este con palabras como “Explotación” y “Opresión” del hombre. ¿Hay algún país en el que esto no se vea, incluyendo al Mundo Comunista?
Rick Nagin: Explotación y opresión son muy prominentes en los Estados Unidos. Existe en todos los países capitalistas, incluyendo a la Argentina.
PEA: ¿Usted diría que esto no sucede en Cuba, en Corea del Norte, Vietnam… no sucedía en la ex Unión Soviética?
Rick Nagin: El bienestar social era producido por la clase trabajadora en los países socialistas. La riqueza que los trabajadores producen les es devuelta al pueblo, por ejemplo, en la forma de educación, mejores salarios y otros beneficios.
PEA: ¿Usted cree que eso sucedía en la Unión Soviética o pasa en Cuba? ¿En China? ¿O China después de los experimentos fracasados de Mao, ahora es un país capitalsta?
Rick Nagin: Bueno, probablemente China sea una mezcla. Tiene elementos de ambos.
PEA: Comunismo y religión. El Partido Comunista de Estados Unidos declara en sus escritos que no hay un conflicto entre ser comunista y ser creyente.
Rick Nagin: Eso es correcto. Nosotros consideramos que la religión es una elección personal. No tiene relevancia en nuestro programa político.
PEA: Un punto de diferencia en lo que fue recibida la religión en la Unión Soviética. O Cuba, por ejemplo.
Rick Nagin: No. Creo que en esos países también elijen… es concebida como un tema de conciencia personal. Siempre ha habido muchas religiones en China. La gente es libre de creer en lo que deseen creer. Edificar Iglesias, asistir a servicios religiosos. Si ha habido diferentes etapas en las que ha sido un tanto diferente a Estados Unidos. La Iglesia siempre estuvo del lado de los zares, y en determinados momentos se tuvo que expropiar esos terrenos. Para expulsar a los zares, y desterrar el capitalismo, se tuvo que expropiar las iglesias, la riqueza de la Iglesia y sus terrenos. Sobre todo, el poder de la Iglesia para con los ciudadanos, pero las creencias de esas personas siempre fueron respetadas. Es un derecho ejercitar las creencias personales. De allí en más, no hubo influencia o educación impartida por la Iglesia. Eso se convirtió en tarea del gobierno, no por la Iglesia o por instituciones privadas, como pasa en Los Estados Unidos hoy en día.
PEA: Hay escuelas y colegios del gobierno hoy en día en Estados Unidos.
Rick Nagin: Si…
PEA: El Partido Comunista de América, mediante presentaciones y eventos, guía a personas… no es mi intención decir guía… informa a los ciudadanos locales acerca de que es comunismo en América.
Rick Nagin: Si, tenemos una publicación y una página web. Explicamos a los ciudadanos sobre los problemas con los que nos enfrentamos en Estados Unidos hoy. No solo los defectos que encontramos en el sistema capitalista, pueden ser los resultados magros del sistema capitalista que pueden ser resueltos si culminamos con la explotación y opresión del Hombre.
PEA: Para ser totalmente honesto, esto es algo que durante la Guerra Fría o antes, hubiera sido imposible de hacer para ustedes.
Rick Nagin: Era mucho más duro durante esos tiempos. Especialmente en los años cincuenta. El Partido nunca fue oficialmente prohibido por la ley, pese a que trataron de hacerlo. Incluso en aquellos años seguíamos siendo una organización legal participando de eventos y diversas funciones, comunicando las ideas. Quienes fueron encarcelados, sufrieron estas medidas con falsas acusaciones de que querían hacer un golpe de estado. Una conspiración.
PEA: ¿En el futuro, ve usted a los Estados Unidos de América como un Estado bajo una administración comunista?
Rick Nagin: Primero debemos atravesar un período socialista. Cuando el sistema capitalista cae, quiere decir que la clase trabajadora se convierte en la que hace las reglas. Ese es el lapso en que la clase trabajadora manejará al país. Luego vendrá el comunismo donde todos seremos clase trabajadora. No habrá más diferencias de clases. Es un paso más, evolucionando desde el socialismo. Es esencial atravesar ese periodo socialista antes de arribar al comunismo.
Cómo se elige al presidente de EE.UU.
○
Las elecciones presidenciales en EE.UU., que se celebran cada cuatro años, implican un proceso complejo que incluye varias etapas y dura casi dos años, según la descripción del sitio web del Gobierno estadounidense. El día de la votación para elegir al próximo mandatario del país se realiza el primer martes posterior al primer lunes de noviembre y este año será el 5 de noviembre.
El proceso para elegir al presidente de EE.UU. empieza en la primavera del año anterior al de las elecciones, cuando los aspirantes hacen públicas sus intenciones de postularse o registran su candidatura en la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en inglés).
Según la Constitución de EE.UU., los requisitos para convertirse en candidato a la presidencia son siguientes:
Desde el verano anterior y hasta la primavera del año electoral, se celebran los debates de las elecciones primarias y las reuniones privadas de los partidos políticos, también conocidas como caucus. Luego, se realizan las primarias en los estados y las asambleas de partido.
En las elecciones primarias, que tienen lugar entre seis y nueve meses antes de las presidenciales, los votantes eligen a su candidato de forma anónima y secreta. Las primarias se rigen por los gobiernos estatales y locales, de manera que el estado toma en cuenta sus resultados para otorgar una determinada cantidad de delegados a los ganadores.
El caucus de nominación presidencial se organiza a nivel de condado o distrito electoral, y también con el fin de elegir al candidato del partido, solo que los asistentes lo hacen tras formar grupos según el aspirante al que apoyan, y tratan de que sus oponentes se unan a ellos. Como resultado, el número de votantes en cada grupo determina cuántos delegados ganó cada contendiente. Estos eventos tienen lugar en los meses previos a las elecciones presidenciales en varios estados.
Los delegados pueden ser miembros activos del partido, líderes y personas que apoyan al candidato del partido. Además, hay superdelegados (delegados no comprometidos). El número de los delegados en las elecciones primarias o caucus depende del estado y de las reglas del partido.
Al terminar las elecciones primarias y los caucus, se determina cuántos delegados ganó cada postulante y estos se dirigen a la convención nacional del partido, que se celebra entre julio y principios de septiembre del año electoral.
En las convenciones nacionales, los delegados comprometidos deben apoyar al candidato que se les asigna en las primarias o caucus, mientras los superdelegados pueden apoyar al candidato presidencial de su preferencia.
Así, los partidos políticos finalizan el proceso de selección de su candidato presidencial, que es el que ganó la mayoría de los delegados por votación durante las primarias estatales y caucus.
Si ninguno de los aspirantes logra la mayoría de los delegados, la convención nacional se considera ‘disputada’. Entonces, los delegados realizan una o más rondas de votación hasta que un postulante obtiene la mayoría.
El candidato del partido ratificado en la convención nacional anuncia quién será su compañero de fórmula para el cargo de vicepresidente.
Los nombres de los candidatos de los principales partidos políticos se incluyen en la boleta electoral de las elecciones generales. Los candidatos independientes o de formaciones más pequeñas también pueden participar si cumplen con los requisitos de cada estado.
Una vez confirmados en la convención nacional, los candidatos siguen con su campaña electoral y participan en los debates: un acontecimiento a gran escala para ganar el apoyo de los votantes indecisos, argumentar sus líneas políticas ante todo el país, así como competir en elocuencia.
La importancia de los debates presidenciales quedó en evidencia este año, cuando el excandidato demócrata y actual presidente de EE.UU., Joe Biden, se enfrentó en un duelo verbal con su rival republicano, Donald Trump, y perdió el apoyo de demócratas clave. Así, después de ese cara a cara, se escucharon llamamientos para que se retirara de la carrera presidencial, lo que finalmente hizo, al respaldar la candidatura de su vicepresidenta, Kamala Harris.
Los ciudadanos estadounidenses inscritos para votar acuden a las urnas para votar en las elecciones presidenciales generales el día designado. Sin embargo, el período se amplía para incluir otras categorías, como voto en ausencia, por correo y anticipado.
Con ello, los electores tienen derecho a:
El resultado final de las elecciones presidenciales en EE.UU. no depende directamente del sufragio ciudadano, ya que la fórmula ganadora se determina por el voto de los electores: parte de un proceso —no un lugar— llamado Colegio Electoral, que fue establecido en la Constitución de EE.UU. con el fin de “encontrar un punto medio entre el voto popular del ciudadano y la votación del Congreso”, explica el Gobierno.
El proceso del Colegio Electoral incluye:
Cada estado tiene tantos electores como miembros en la Cámara de Representantes y Senado: existen 538 electores en total, incluyendo los tres del distrito de Columbia (Washington D.C.). Se eligen por partido político, pero los requisitos de quién, cómo y cuándo participa como elector varían en cada estado.
Después de que los ciudadanos estadounidenses participan en la elección presidencial, su voto pasa al conteo estatal. Con ello, “en 48 estados y el distrito federal de Washington, el ganador consigue todos los votos electorales de ese estado. Maine y Nebraska asignan a sus electores con un sistema proporcional”, se detalla.
Al mismo tiempo, para ganar, el candidato debe obtener el voto de al menos 270 electores (más de la mitad). El triunfador de las presidenciales, generalmente, se proyecta cuando termina el conteo de los votos de los ciudadanos en la noche del mismo día de las elecciones.
No obstante, el resultado final se conoce a mediados de diciembre con los votos del Colegio Electoral, cuando los electores se reúnen en sus estados. Así, puede resultar que un candidato gana el voto popular, pero pierde la elección, o al revés.
“Es importante recordar que el presidente no se elige mediante el voto popular nacional. El total de votos del Colegio Electoral determina al ganador, no la pluralidad estadística o la mayoría que un candidato pueda tener en el total de votos populares nacionales. Los votos por elector se otorgan en función d+el voto popular en cada estado”, explican desde el Gobierno de EE.UU.
En 2016, 2000 y un par de veces en el siglo XIX, se registraron situaciones en las que el candidato que obtuvo la mayor cantidad de votos a nivel nacional no ganó las elecciones presidenciales.
Así, en las elecciones presidenciales de 2000, George W. Bush recibió menos votos populares que Albert Gore Jr., pero obtuvo la mayoría de los votos de los electores, de modo que se convirtió en presidente. En las elecciones de 2016, el candidato republicano, Donald Trump, logró menos sufragios ciudadanos que su rival demócrata, Hillary Clinton, pero como alcanzó la mayoría entre los electores, ganó.
Si ninguno obtiene la mayoría de los sufragios de los electores, el ganador es elegido por la Cámara de Representantes entre los tres candidatos más votados por los propios electores. Luego, el Senado elige al vicepresidente de entre los dos candidatos a la vicepresidencia con más votos electorales.
Generalmente, a principios de enero del año siguiente al de las elecciones, el Congreso cuenta los votos de los electores, determina quién es el ganador y el 20 de enero el presidente electo se convierte en el nuevo mandatario de EE.UU., en el Día de la Inauguración Presidencial.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 29, 2024
Presidente Gore
◘
Por Karen Boyd.
Al Gore debería haber sido elegido presidente de los Estados Unidos en 2000, pero le robaron la victoria las acciones estúpidas de un tipo que jugó un papel importante en su campaña ese año.
Así era el villano que le costó la presidencia a Al:
Si ese tipo hubiera tomado mejores decisiones al dirigir la campaña de Al, entonces se habría convertido en el 43.º presidente, en lugar de George W. Bush.
Al Gore estaba en una excelente posición cuando buscaba convertirse en presidente en las elecciones de 2000. Había sido vicepresidente durante ocho años de un hombre que dejaba el cargo con un índice de aprobación del 66 por ciento, comparable al de Ronald Reagan cuando dejó el cargo una docena de años antes. Reagan, como Bill Clinton, había superado un escándalo en su segundo mandato que sus oponentes políticos no pudieron hacer que el pueblo estadounidense se preocupara por él. El vicepresidente de Reagan había ganado fácilmente en las elecciones de 1988, simplemente presentándose para el “tercer mandato” de su jefe, prometiendo simplemente seguir haciendo las mismas cosas.
Gore simplemente necesitaba hacer lo mismo. Simplemente decir “te gusta lo que hizo Bill Clinton, y voy a seguir haciendo lo que él estaba haciendo”. En cambio, Gore trató a Clinton como si fuera una combinación de ántrax y ébola, y se negó incluso a permitir que el presidente participara en la campaña electoral hasta la última semana de las elecciones, cuando de repente Al Gore se dio cuenta de que en realidad podía perder.
La persona más ofendida por lo que hizo Bill Clinton en el Gabinete Oral puede haber sido el propio Al Gore. No sé si estaba celoso porque estaba casado con una mojigata, o si realmente tiene una fuerte brújula moral y le repugnaba la conducta de Bill, o qué, pero fue su decisión de desvincularse de una administración muy exitosa en la que había desempeñado un papel importante durante ocho años.
En lugar de presentarse como “el tercer mandato de Bill”, sin las payasadas de Bill, Al Gore decidió presentarse como Al Gore, y como Al Gore no tenía lo necesario para ganar. De todos modos, estuvo cerca, porque el país iba bien, incluso con la crisis de las puntocom que había comenzado a fines de 2000, pero al separarse de Bill Clinton, se había cortado la nariz para fastidiarse a sí mismo.
Según todos los informes, Bill nunca se lo ha perdonado.
Bill Clinton es el presidente estadounidense más exitoso en más de tres décadas, y el demócrata más exitoso en siete décadas, pero dos candidatos demócratas que estaban en posición de ganar elecciones eligieron perder, porque no lo escucharon ni aprovecharon su apoyo en la campaña electoral.
Nunca subestime la capacidad de los demócratas para dispararse en el pie. Si hay una manera de sacar la derrota de las fauces de la victoria, la encontrarán.
PrisioneroEmArgentina.com
Agosto 29, 2024
Bush Vs. Gore, lo que podría haber sido y no fue
♦
Por Jill MacLean.
El evento que esencialmente nombró a Bush como presidente, aunque perdió los votos populares y estuvo a punto de perder el voto del colegio electoral.
La decisión del 12 de diciembre de 2000, en la que la Corte Suprema de los Estados Unidos revocó una orden de la Corte Suprema de Florida para un recuento manual selectivo de las papeletas de las elecciones presidenciales de ese estado en los Estados Unidos. La decisión de 5 a 4 por curiam (sin firmar) otorgó efectivamente los 25 votos del Colegio Electoral de Florida al candidato republicano George W. Bush, asegurando así su victoria sobre el candidato demócrata Al Gore.
En la noche del día de las elecciones, el 7 de noviembre de 2000, aún no había surgido un claro ganador de las elecciones presidenciales. Los medios impresos y de radiodifusión citaron cifras de encuestas a pie de urna a menudo contradictorias, y las elecciones en Oregón y Nuevo México seguirían estando demasiado reñidas como para convocarlas durante algunos días. Al final, el concurso se centró en Florida. Inicialmente, las cadenas proyectaron a Gore como el ganador en ese estado, pero luego declararon que Bush había logrado una ventaja insuperable. Gore llamó a Bush para que concediera la elección, pero en las primeras horas de la mañana siguiente se hizo evidente que la carrera en Florida estaba mucho más reñida de lo que el personal de Gore había creído originalmente. Menos de 600 votos separaban a los candidatos y ese margen parecía estar estrechándose. Alrededor de las tres de la madrugada, Gore llamó a un atónito Bush para que se retractara de su concesión.
Según la ley electoral de Florida, se requería un recuento automático de todos los votos emitidos porque el margen de victoria era inferior al 0,5 por ciento. En esta carrera, la brecha parecía ser de aproximadamente el 0,01 por ciento. Ambas campañas enviaron inmediatamente equipos de abogados a Florida. Ambas partes formularon acusaciones de conflicto de intereses: el hermano de Bush, Jeb, era el gobernador del estado y la secretaria de Estado, Katherine Harris, era copresidenta de la campaña de Bush en Florida, mientras que el fiscal general de Florida, Bob Butterworth, encabezaba la campaña de Gore. El 10 de noviembre se completó el recuento automático y la ventaja de Bush era de 327 votos de los seis millones emitidos. A medida que se presentaron impugnaciones judiciales sobre la legalidad de los recuentos manuales en condados seleccionados, las noticias se llenaron del vocabulario arcano del juez electoral. Los funcionarios del condado intentaron discernir la intención de los votantes a través de una nube de “chads colgantes” (boletas de papel sin perforar completamente) y “chads embarazadas” (boletas de papel con hoyuelos, pero no perforadas, durante el proceso de votación), así como “votos excesivos” ( boletas que registraron múltiples votos para el mismo cargo) y “votos insuficientes” (boletas que no registraron ningún voto para un cargo determinado). También estaba en cuestión el llamado diseño de la boleta de mariposa utilizado en el condado de Palm Beach, que causó confusión entre algunos residentes que tenían la intención de votar por Gore, lo que los llevó a emitir sin darse cuenta unos 3.400 votos para un candidato ultraconservador de un tercer partido, Pat Buchanan. lo que representó alrededor del 20 por ciento de sus votos totales en todo el estado.
Se produjo un tira y afloja entre Harris, que inicialmente intentó certificar los resultados de las elecciones del estado el 14 de noviembre, y la Corte Suprema de Florida, que dictaminó que los recuentos manuales de votos cuestionables debían realizarse en cuatro condados y que los resultados debían incluirse en el recuento final del estado. En el mes siguiente a las elecciones, se presentaron unas 50 demandas individuales relacionadas con los distintos recuentos, recuentos y plazos de certificación. El 8 de diciembre, en una decisión de 4 a 3, la Corte Suprema de Florida ordenó recuentos manuales inmediatos de los votos insuficientes para el cargo de presidente en todos los condados donde dichos recuentos aún no se habían llevado a cabo.
La campaña de Bush inmediatamente solicitó a la Corte Suprema de Estados Unidos una suspensión de la orden de recuento, que fue concedida el 9 de diciembre. Al tratar la petición como un auto de certiorari (una solicitud formal de revisión), la Corte acordó hacerse cargo del caso, Bush contra sangre.
En los argumentos orales del 11 de diciembre, el equipo legal de Bush afirmó que la Corte Suprema de Florida se había excedido en su autoridad al ordenar el recuento manual de los votos insuficientes, mientras que el equipo de Gore sostuvo que el caso, que ya había sido decidido a nivel estatal, no era materia de consideración a nivel federal. En un fallo per curiam emitido al día siguiente, el Tribunal determinó (7-2) que, debido a inconsistencias en los métodos y estándares de recuento manual entre los condados de Florida, la orden del tribunal de Florida de un recuento manual equivalía a una violación de la cláusula de igual protección. de la Decimocuarta Enmienda. Por una mayoría menor (5 a 4), el Tribunal también dictaminó que no se podía llevar a cabo ningún nuevo recuento, porque ninguno podía finalizar antes de la fecha límite de “puerto seguro”, la fecha fijada por la ley federal (3 U.S.C. §5), por qué estados estaban obligados a resolver cualquier disputa relacionada con la selección de los electores presidenciales a fin de garantizar que su determinación final “será concluyente y regirá en el conteo de los votos electorales según lo dispuesto en la Constitución”. Aunque el incumplimiento del plazo, que cayó el 12 de diciembre (seis días antes de la reunión del Colegio Electoral del 18 de diciembre), no habría impedido que se contaran los votos electorales de Florida, la mayoría argumentó que cualquier orden judicial para una nueva “ Un recuento “constitucionalmente apropiado” violaría una disposición de la ley electoral de Florida que facultaba a los tribunales estatales para otorgar una reparación “apropiada” en respuesta a impugnaciones legítimas de los resultados electorales certificados. Y esa disposición sería violada, según la mayoría, porque al redactarla la legislatura del estado de Florida presumiblemente tenía la intención de que dicho alivio se completara antes de la fecha límite de puerto seguro. (La mayoría también argumentó que la propia Corte Suprema de Florida había reconocido esta intención cuando, en casos relacionados anteriores, se había referido a la “participación plena de los votantes en el proceso electoral federal” y a que los estatutos electorales eran “conscientes de la concesión federal de autoridad derivada de la Constitución de los Estados Unidos y derivada de 3 USC §5”).
En una opinión concurrente a la que se unieron los jueces asociados Antonin Scalia y Clarence Thomas, el presidente del Tribunal Supremo, William Rehnquist, estuvo de acuerdo con la mayoría respecto de las intenciones de la legislatura del estado de Florida (“Seguramente cuando la Legislatura de Florida autorizó a los tribunales del estado a conceder una reparación ‘apropiada’, debe haber significado un alivio que habría sido definitivo en la fecha límite del 3 U.S.C. §5”), pero también sugirió que la propia disposición de puerto seguro imponía un plazo estricto más allá del cual no se podían llevar a cabo recuentos (“En las elecciones presidenciales, la contienda El período termina necesariamente en la fecha establecida por 3 USC §5 para concluir la ‘determinación final’ del Estado sobre las controversias electorales”). Rehnquist argumentó además que la orden de recuento era inválida porque efectivamente creaba una nueva ley electoral en violación del Artículo II, Sección 1 de la Constitución de los Estados Unidos, que reserva ese poder a las legislaturas estatales.
La decisión de la mayoría fue duramente criticada por la minoría, cada uno de los cuales escribió una opinión disidente. Todos los jueces disidentes sostuvieron que la mayoría se equivocó al impedir que se llevara a cabo cualquier recuento manual correctivo. En su disidencia, el juez John Paul Stevens argumentó que la orden de recuento manual no había violado la cláusula de igual protección y que la revocación de la orden por parte de la mayoría contradecía los principios del federalismo y la tradición de la Corte de ceder a los tribunales estatales la interpretación de los derechos de sus propios estados. leyes. También cuestionó la interpretación más estricta de la disposición de puerto seguro que prohíbe el recuento de votos más allá de la fecha límite: “esas disposiciones [del Título 3 del Código de los Estados Unidos] simplemente proporcionan reglas de decisión que el Congreso debe seguir al seleccionar entre listas de electores en conflicto… No prohíben a los Estados contar… votos legales hasta que se determine un ganador de buena fe”. El juez David Souter afirmó que la suspensión inicial de la orden de recuento de la Corte Suprema de Florida era innecesaria (“Si esta Corte hubiera permitido que el Estado siguiera el curso indicado por las opiniones de su propia Corte Suprema, es muy posible que en última instancia no hubiera habido No ha habido ningún problema que requiera nuestra revisión”) y defendió la interpretación del tribunal de Florida sobre la reparación adecuada según la ley electoral estatal. El juez Stephen Breyer sostuvo que la Corte Suprema de Florida habría estado en una posición mucho mejor que la mayoría para juzgar si se podría haber completado un recuento correctivo antes de la reunión del Colegio Electoral el 18 de diciembre, y observó claramente:
Finalmente, la jueza Ruth Bader Ginsburg ofreció una refutación detallada del argumento de Rehnquist de que la Corte Suprema de Florida había creado su propia ley electoral; Estuvo de acuerdo con Stevens en que la orden de recuento no había privado a los votantes de Florida de igual protección (“No puedo aceptar que el recuento adoptado por el tribunal de Florida, por defectuoso que sea, arrojaría un resultado menos justo o preciso que la certificación que precedió a ese recuento”) y que la mayoría había descartado el antiguo compromiso de la Corte con el federalismo y la deferencia hacia los tribunales estatales; y estuvo de acuerdo con Breyer en que, en palabras de Ginsburg, “la ‘fecha límite’ del 12 de diciembre para llevar los votos electorales de Florida a 3 U.S.C. El puerto seguro del artículo 5 carece de la importancia que le asigna la Corte” (“si esa fecha pasara”, continuó, “Florida todavía tendría derecho a emitir votos electorales [que] el Congreso debe contar”). Su decisión de concluir su opinión con un “disiento”, en lugar del tradicional “disiento respetuosamente”, fue ampliamente notada.
La opinión mayoritaria fue criticada por el profesor de derecho de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, quien escribió:
La decisión en el caso electoral de Florida puede clasificarse como la decisión más corrupta en la historia de la Corte Suprema, porque es la única que yo sepa en la que los jueces mayoritarios decidieron como lo hicieron debido a la identidad personal y la afiliación política de los litigantes. . Esto fue una trampa y una violación del juramento judicial.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 22, 2024
Grupo republicano LGBT respalda a Donald Trump para la elección del 2020
Los Log Cabin Republicanos, que se autodenomina la “organización original y más grande de la nación que representa a los conservadores LGBT”, anunciaron su respaldo al presidente Donald Trump para las elecciones presidenciales de 2020 después de negarse a respaldarlo en 2016.
Robert Kabel, presidente del grupo, y Jill Homan, la vicepresidente, declararon que “los republicanos de Log Cabin (Cabaña de Troncos) respaldan a Donald J. Trump para la reelección como presidente”.
“Ser tratados equitativamente y justamente bajo la ley es nuestro objetivo, y sabemos que ‘Inclusion Triunfa’ es un mantra que compartimos con el presidente”, agregó el grupo.
Kabel y Homan notaron el progreso del partido en la representación LGBTQ.
Destacaron cómo Peter Thiel, el empresario multimillonario que cofundó PayPal y Palantir, pudo subir al escenario en la convención republicana de 2016 y declarar que era gay, republicano y estadounidense, muy lejos de la convención de 1992, cuando Pat Buchanan denunció el matrimonio homosexual y criticó la plataforma “pro-lesbiana” y “pro-gay” de Bill Clinton y Al Gore.
La administración Trump se había enfrentado con una reacción violenta por acciones anteriores que los grupos de defensa vieron como revocar los derechos LGBTQ, como las restricciones a las personas transgénero que sirven en el ejército y la prohibición de las banderas del orgullo en las embajadas de los EE. UU.
La plataforma del Partido Republicano de 2016 abogó por el reconocimiento del “matrimonio como la unión de un hombre y una mujer”, aunque Trump ha hablado favorablemente del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Jon Cooper, presidente de la Coalición Democrática contra Trump, calificó el respaldo como “verdaderamente despreciable y vergonzoso”, y agregó que “no hablan por el 99% de los estadounidenses LGBTQ que son plenamente conscientes de todo lo que Trump ha hecho para revertir los pasos hacia la Igualdad LGBTQ “.
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 20, 2019
YO, COMUNISTA
Por Fabian Kussman.
El Partido Comunista de Estados Unidos de América
Mientras en Argentina el número de afiliados al Partido Comunista es de 22.523 (De los cuales 12.485 son hombres) en un país de 330 millones como Estados Unidos, los guarismos -se cree- que rondan entre los 3.000 y 3.500 miembros, llegando -en su época dorada- a ser unos 25.000.
El pasado 29 de noviembre, un interesante número de personas -para Estados Unidos- asistieron a una celebración sobre la vida de Fidel Castro en Los Ángeles, California. Allí se destacó la contribución del fallecido líder cubano a la unidad del mundo socialista y el mundo comunista, así como los actos prácticos que este llevara a cabo desde Cuba para solidarizar a los pueblos y países necesitados de asistencia. Los participantes en el programa ofrecieron tandas de música, poesía, comedia y testimonios personales sobre el impacto de Fidel en el movimiento por el socialismo y el progreso mundial. Rosalía Muñoz, líder del Partido Comunista desde hace mucho tiempo, habló de la huella que dejara Fidel Castro en los acontecimientos mundiales, la importancia de los esfuerzos solidarios de Cuba y su escuela de medicina que ha entrenado a cientos de médicos estadounidenses.
Entre los patrocinadores de la celebración estuvieron los grupos locales del FMLN (Farabundo Martí National Liberation Front), MORENA (Movimiento Nacional de Regeneración), LA Sandinistas y el distrito del Partido Comunista del Sur de California.
En sus estatutos, el Partido Comunista de América representa los intereses de la clase obrera y del pueblo. Representa los intereses tanto en el presente como en el futuro. La solidaridad con los trabajadores de otros países también es parte del trabajo del partido. La asociación ejecuta sus acciones en coalición con el movimiento obrero, el movimiento por la paz, el movimiento estudiantil, las organizaciones que luchan por la igualdad y la justicia social, el movimiento ambiental, los grupos de derechos de los inmigrantes y la campaña de salud para todos.
Pero para obtener una vida mejor para las familias trabajadoras, el partido cree que deben ir más allá. Creen que el pueblo estadounidense puede reemplazar al capitalismo con un sistema que pone a las personas antes de las ganancias: el socialismo.
Los comunistas americanos se manifiestan arraigados en la historia revolucionaria del país y en su lucha por la democracia. Hacen un llamado al socialismo de la “Declaración de Derechos”, garantizando las libertades individuales.
No hay muchas variaciones de este movimiento, desde su creación. Fundado en 1919, el Partido Comunista de los Estados Unidos manifiesta que ha defendido las luchas por la democracia, los derechos laborales, la igualdad de las mujeres, la justicia racial y la paz durante 97 años. El Partido Comunista tiene una historia inigualable en el movimiento progresista de los Estados Unidos, desde la lucha contra la segregación de Jim Crow, la organización de los sindicatos industriales, de las fábricas de conservas de California, hasta las fábricas de Nueva York.
El Comunismo americano no presenta un candidato presidencial desde 1988. Sin exigir, las autoridades deslizan apoyar a ciertos aspirantes. Ese año fue el senador Lloyd Bentsen Jr. -candidato a vicepresidente, siendo Michael Dukakis el máximo representante. Bill Clinton fue el seleccionado en el ’92 y ’96. En el año 2.000 Al Gore recibió el favoritismo mientras que, en el año 2004, la predilección recayó en John Kerry. Por dos términos Barack Obama fue avalado para finalmente, en las últimas elecciones, ese honor indicó una preferencia hacia Hillary Clinton. Todos demócratas, aunque el nivel de influencia del Partido Comunista raramente llega a más del 0.07%
Hoy en día, No muy lejos de Wall Street, en el séptimo piso de un elegante edificio de ocho plantas en la calle 23, hacia el oeste de Nueva York, funciona la sede de un improbable sobreviviente político: el Partido Comunista USA (CPUSA). La oficina es iluminada y moderna. En un muro hay fotografías en blanco y negro de las mayores figuras de la historia del partido. Las obras de Marx, Engels y Lenin sobresalen entre las que descansan sobre las estanterías.
El edificio fue comprado para albergar al partido en la década de 1970, antes de que Chelsea – el barrio en donde se localiza- se volviera una región de moda. Además de esta oficina central, el partido posee oficinas, representantes y organizadores en varios puntos del país, desde Maine o Minnesota hasta Texas o Florida.
Para conocer un poco más de lo que llamo una rareza en estas tierras, tuve la oportunidad de dialogar con Rick Nagin, el organizador del distrito de Ohio para el Partido Comunista de América. El señor Nagin fue precisamente -de acuerdo a las políticas del partido- líder de equipo en la última campaña de la señora Clinton, en la carrera presidencial. Rick Nagin ha escrito para la publicación People’s World y sus predecesores desde 1970. Ha estado activo durante muchos años en la política de Cleveland y el movimiento obrero. Es, como mencioné, el Organizador del Distrito de Ohio del Partido Comunista de EE. UU., pero admás, Miembro de The Newspaper Guild y delegado a la Federación de Trabajadores de North Shore AFL-CIO (La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales), sirviendo en sus Coordinadores Políticos y Comités de Justicia Racial. Es co-coordinador del Comité de Justicia de Tamir Rice, un pre-adolescente muerto en más que extrañas circunstancias.
PrisioneroEnArgentina.com: Es mi parecer que ideológicamente, tradicionalmente, históricamente, y hasta geográficamente, los Estados Unidos de América sería el país menos propenso en convertirse en un Estado comunista.
Rick Nagin: No estoy tan seguro. Es el país más capitalista más representativo, es cierto. Por ello y pese a ello, las condiciones para transformarse en una forma socialista de sociedad, están latentes.
PEA: Como es su historia personal. ¿Cómo llega un ciudadano americano como usted a ser un comunista en América?
Rick Nagin: En mi caso personal, comencé a actuar en los sesentas, debido a la guerra de Vietnam.
PEA: Las protestas en contra de esa guerra.
Rick Nagin: Si, estuve muy activo en aquel movimiento de protestas y en el curso de las mismas, tomé contacto con gente que pertenecía al partido. Marxistas, que hicieron que me decantara y me uniera al Partido Comunista.
PEA: Cuando se refiere al Capitalismo, el Partido Comunista se refiere a este con palabras como “Explotación” y “Opresión” del hombre. ¿Hay algún país en el que esto no se vea, incluyendo al Mundo Comunista?
Rick Nagin: Explotación y opresión son muy prominentes en los Estados Unidos. Existe en todos los países capitalistas, incluyendo a la Argentina.
PEA: ¿Usted diría que esto no sucede en Cuba, en Corea del Norte, Vietnam… no sucedía en la ex Unión Soviética?
Rick Nagin: El bienestar social era producido por la clase trabajadora en los países socialistas. La riqueza que los trabajadores producen les es devuelta al pueblo, por ejemplo, en la forma de educación, mejores salarios y otros beneficios.
PEA: ¿Usted cree que eso sucedía en la Unión Soviética o pasa en Cuba? ¿En China? ¿O China después de los experimentos fracasados de Mao, ahora es un país capitalsta?
Rick Nagin: Bueno, probablemente China sea una mezcla. Tiene elementos de ambos.
PEA: Comunismo y religión. El Partido Comunista de Estados Unidos declara en sus escritos que no hay un conflicto entre ser comunista y ser creyente.
Rick Nagin: Eso es correcto. Nosotros consideramos que la religión es una elección personal. No tiene relevancia en nuestro programa político.
PEA: Un punto de diferencia en lo que fue recibida la religión en la Unión Soviética. O Cuba, por ejemplo.
Rick Nagin: No. Creo que en esos países también elijen… es concebida como un tema de conciencia personal. Siempre ha habido muchas religiones en China. La gente es libre de creer en lo que deseen creer. Edificar Iglesias, asistir a servicios religiosos. Si ha habido diferentes etapas en las que ha sido un tanto diferente a Estados Unidos. La Iglesia siempre estuvo del lado de los zares, y en determinados momentos se tuvo que expropiar esos terrenos. Para expulsar a los zares, y desterrar el capitalismo, se tuvo que expropiar las iglesias, la riqueza de la Iglesia y sus terrenos. Sobre todo, el poder de la Iglesia para con los ciudadanos, pero las creencias de esas personas siempre fueron respetadas. Es un derecho ejercitar las creencias personales. De allí en más, no hubo influencia o educación impartida por la Iglesia. Eso se convirtió en tarea del gobierno, no por la Iglesia o por instituciones privadas, como pasa en Los Estados Unidos hoy en día.
PEA: Hay escuelas y colegios del gobierno hoy en día en Estados Unidos.
Rick Nagin: Si…
PEA: El Partido Comunista de América, mediante presentaciones y eventos, guía a personas… no es mi intención decir guía… informa a los ciudadanos locales acerca de que es comunismo en América.
Rick Nagin: Si, tenemos una publicación y una página web. Explicamos a los ciudadanos sobre los problemas con los que nos enfrentamos en Estados Unidos hoy. No solo los defectos que encontramos en el sistema capitalista, pueden ser los resultados magros del sistema capitalista que pueden ser resueltos si culminamos con la explotación y opresión del Hombre.
PEA: Para ser totalmente honesto, esto es algo que durante la Guerra Fría o antes, hubiera sido imposible de hacer para ustedes.
Rick Nagin: Era mucho más duro durante esos tiempos. Especialmente en los años cincuenta. El Partido nunca fue oficialmente prohibido por la ley, pese a que trataron de hacerlo. Incluso en aquellos años seguíamos siendo una organización legal participando de eventos y diversas funciones, comunicando las ideas. Quienes fueron encarcelados, sufrieron estas medidas con falsas acusaciones de que querían hacer un golpe de estado. Una conspiración.
PEA: ¿En el futuro, ve usted a los Estados Unidos de América como un Estado bajo una administración comunista?
Rick Nagin: Primero debemos atravesar un período socialista. Cuando el sistema capitalista cae, quiere decir que la clase trabajadora se convierte en la que hace las reglas. Ese es el lapso en que la clase trabajadora manejará al país. Luego vendrá el comunismo donde todos seremos clase trabajadora. No habrá más diferencias de clases. Es un paso más, evolucionando desde el socialismo. Es esencial atravesar ese periodo socialista antes de arribar al comunismo.
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 27, 2016