Como ya le conté, estoy colaborando para lograr la unidad de las fuerzas opositoras con vistas a las elecciones legislativas de octubre de 2021, en las cuales es altamente probable que el oficialismo pierda las cómodas mayorías de las que hoy dispone. Sin embargo, ante la constancia de la aceleración del kirchnerismo aprovechando el confinamiento, y con la certeza de que el “largo plazo” en la Argentina es sólo la semana que viene, también debemos actuar para impedir que, finalmente, esas elecciones no se produzcan o que sean amañadas, como tantas veces hicieron los criminales regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Las luces rojas están ya todas encendidas en el tablero de control nacional, no sólo por el manotazo a Vicentín o por el hartazgo de Latam ante la prepotencia de La Cámpora y los gremios, sino por los trascendidos que hablan de la intención de suprimir las primarias y, más que nada, por la generalizada convicción de que el kirchnerismo recurrirá a cualquier ardid para perpetuarse en el poder, como única forma de garantizar la impunidad de su jefa pero, en especial, por la vocación de ésta por convertirse en la líder latinoamericana del socialismo del siglo XXI. El fracaso de Nicolás Maduro y la asfixia económica de la gerontocracia cubana habilitan esas ensoñaciones, sobre todo si a ese escenario se incorpora un “dinero-ducto” proveniente de China; detrás del ya previsible default y la extensión indefinida de la cuarentena -con su falsa opción “vida o economía”- que destruye la moneda y el futuro, está la voluntad revanchista de Cristina para cerrar todos los caminos alternativos y llevarnos a ese brete. Enrique de la Torre me propuso una brillante idea; para llevarla a la práctica necesitamos la ayuda de todos los ciudadanos de bien de la Argentina. Se trata de nuclear, en todo el país, en cada pueblo, barrio y ciudad, grupos de ciudadanos que, con banderas y consignas aceptadas por aquellos que nada queremos de este ladri-populismo gobernante, se transformen en una verdadera red para defender la Constitución Nacional. Bajo esos pabellones esenciales –libertad, democracia, república- los ciudadanos de a pie exigiremos a nuestros representantes de todos los colores que se pongan a la cabeza de ese combate contra el proyecto del Foro de San Pablo se llevará puesta a la Argentina, confirmando que ésta ha dejado de ser un país independiente y viable. Cuando digo ‘todos’ me refiero a Pro, Coalición Cívica, UCR, MID, NUC, Uni2, Recrear, Peronismo Federal, a Milei, Lavagna, Espert, Gómez Centurión, etc., pero también a las entidades del campo, a los empresarios, intelectuales, economistas, educadores, periodistas y organizaciones no gubernamentales que bregan por la transparencia y contra la corrupción reinante.
Ya habrá tiempo de contar los porotos de cada partido político de cara a esas elecciones tan lejanas. Sólo con una red capilar única así podremos eludir el colapso definitivo de la democracia y de la república en nuestro país. Tenemos que gritar, en cada rincón de la Patria, “NO PASARÁN” ante cada avance del kirchnerismo sobre las instituciones, ante toda negociación espuria entre los legisladores de distintos partidos, ante toda tentativa de trucar las normas electorales para permitir la eternización del castro-chavismo en la Argentina, ante cualquier pretensión de desconocer la propiedad privada, ante todo intento de sojuzgar a la prensa independiente, ante la renovada genuflexión de los jueces frente a los corruptos, ante el renovado saqueo a las cajas del Estado, ante la tentativa de adoptar el “garantismo” a favor de los delincuentes, ante la pretensión de “democratizar” al Poder Judicial, ante la utilización de los recursos del Estado para domesticar a la población. Si lo logramos, si conseguimos frenar a esta banda de delincuentes a la que hemos permitido –con nuestro imbécil voto- hacerse con el poder, podremos avanzar hacia una Justicia independiente, seria y veloz, modificar el sistema tributario para hacerlo más simple y efectivo, impulsar la transparencia y la competitividad de nuestra economía, volver a confiar en nuestra moneda, recuperar la educación y la salud pública, dotar a nuestras fuerzas de la capacidad de defender nuestras fronteras y recursos naturales; podremos, en definitiva, presentarnos ante la faz de la tierra como una nueva y gloriosa nación, tal como soñaba nuestro Himno original. Hoy, precisamente, se cumplen doscientos años de la muerte del General Manuel Belgrano, tal vez el más indiscutido de nuestros próceres y de cuya memoria pretende arteramente apropiarse el Instituto Patria, quien sacrificó vida y hacienda en el altar de la libertad. ¿Qué mejor que forma de honrarlo que salir esta tarde, a las 16:00 horas, en caravanas con banderas por todo el país para reclamar por esas mismas libertades que vemos asfixiadas por las maníacas aspiraciones de la jefa de la asociación corrupta más grande que haya conocido la Argentina? Porque terminó la ficción: Alberto Fernández, es nada más que un Presidente delegado y el vocero, disfrazado de contemporizador, del siniestro relato kirchnerista.
por Enrique Guillermo Avogadro
“Si ganamos, ¡qué importa morir!;
y si perdemos, ¡qué importa vivir!”.
Consigna en la guerra civil española
Como ya le conté, estoy colaborando para lograr la unidad de las fuerzas opositoras con vistas a las elecciones legislativas de octubre de 2021, en las cuales es altamente probable que el oficialismo pierda las cómodas mayorías de las que hoy dispone. Sin embargo, ante la constancia de la aceleración del kirchnerismo aprovechando el confinamiento, y con la certeza de que el “largo plazo” en la Argentina es sólo la semana que viene, también debemos actuar para impedir que, finalmente, esas elecciones no se produzcan o que sean amañadas, como tantas veces hicieron los criminales regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Las luces rojas están ya todas encendidas en el tablero de control nacional, no sólo por el manotazo a Vicentín o por el hartazgo de Latam ante la prepotencia de La Cámpora y los gremios, sino por los trascendidos que hablan de la intención de suprimir las primarias y, más que nada, por la generalizada convicción de que el kirchnerismo recurrirá a cualquier ardid para perpetuarse en el poder, como única forma de garantizar la impunidad de su jefa pero, en especial, por la vocación de ésta por convertirse en la líder latinoamericana del socialismo del siglo XXI. El fracaso de Nicolás Maduro y la asfixia económica de la gerontocracia cubana habilitan esas ensoñaciones, sobre todo si a ese escenario se incorpora un “dinero-ducto” proveniente de China; detrás del ya previsible default y la extensión indefinida de la cuarentena -con su falsa opción “vida o economía”- que destruye la moneda y el futuro, está la voluntad revanchista de Cristina para cerrar todos los caminos alternativos y llevarnos a ese brete. Enrique de la Torre me propuso una brillante idea; para llevarla a la práctica necesitamos la ayuda de todos los ciudadanos de bien de la Argentina. Se trata de nuclear, en todo el país, en cada pueblo, barrio y ciudad, grupos de ciudadanos que, con banderas y consignas aceptadas por aquellos que nada queremos de este ladri-populismo gobernante, se transformen en una verdadera red para defender la Constitución Nacional. Bajo esos pabellones esenciales –libertad, democracia, república- los ciudadanos de a pie exigiremos a nuestros representantes de todos los colores que se pongan a la cabeza de ese combate contra el proyecto del Foro de San Pablo se llevará puesta a la Argentina, confirmando que ésta ha dejado de ser un país independiente y viable. Cuando digo ‘todos’ me refiero a Pro, Coalición Cívica, UCR, MID, NUC, Uni2, Recrear, Peronismo Federal, a Milei, Lavagna, Espert, Gómez Centurión, etc., pero también a las entidades del campo, a los empresarios, intelectuales, economistas, educadores, periodistas y organizaciones no gubernamentales que bregan por la transparencia y contra la corrupción reinante.
Ya habrá tiempo de contar los porotos de cada partido político de cara a esas elecciones tan lejanas. Sólo con una red capilar única así podremos eludir el colapso definitivo de la democracia y de la república en nuestro país. Tenemos que gritar, en cada rincón de la Patria, “NO PASARÁN” ante cada avance del kirchnerismo sobre las instituciones, ante toda negociación espuria entre los legisladores de distintos partidos, ante toda tentativa de trucar las normas electorales para permitir la eternización del castro-chavismo en la Argentina, ante cualquier pretensión de desconocer la propiedad privada, ante todo intento de sojuzgar a la prensa independiente, ante la renovada genuflexión de los jueces frente a los corruptos, ante el renovado saqueo a las cajas del Estado, ante la tentativa de adoptar el “garantismo” a favor de los delincuentes, ante la pretensión de “democratizar” al Poder Judicial, ante la utilización de los recursos del Estado para domesticar a la población. Si lo logramos, si conseguimos frenar a esta banda de delincuentes a la que hemos permitido –con nuestro imbécil voto- hacerse con el poder, podremos avanzar hacia una Justicia independiente, seria y veloz, modificar el sistema tributario para hacerlo más simple y efectivo, impulsar la transparencia y la competitividad de nuestra economía, volver a confiar en nuestra moneda, recuperar la educación y la salud pública, dotar a nuestras fuerzas de la capacidad de defender nuestras fronteras y recursos naturales; podremos, en definitiva, presentarnos ante la faz de la tierra como una nueva y gloriosa nación, tal como soñaba nuestro Himno original. Hoy, precisamente, se cumplen doscientos años de la muerte del General Manuel Belgrano, tal vez el más indiscutido de nuestros próceres y de cuya memoria pretende arteramente apropiarse el Instituto Patria, quien sacrificó vida y hacienda en el altar de la libertad. ¿Qué mejor que forma de honrarlo que salir esta tarde, a las 16:00 horas, en caravanas con banderas por todo el país para reclamar por esas mismas libertades que vemos asfixiadas por las maníacas aspiraciones de la jefa de la asociación corrupta más grande que haya conocido la Argentina? Porque terminó la ficción: Alberto Fernández, es nada más que un Presidente delegado y el vocero, disfrazado de contemporizador, del siniestro relato kirchnerista.
Bs.As., 20 Jun 20
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Junio 20, 2020
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