Ayer 17 de septiembre sobre las 6.30 AM, en el Hospital Militar Central donde estaba internado, desde hace varias semanas ARIEL VALDIVIEZO, Teniente Coronel del Ejército Argentino, de 79 años de edad, recuperó definitivamente su libertad a través de la muerte. Lo hizo acompañado por su familia, en forma calma y digna, como fue su vida. Increíble estar escribiendo estas tristes líneas. Nos conocimos en la Unidad Penitenciaria Federal 31 de Ezeiza, en diciembre del año 2014, donde corruptos miembros del poder judicial federal argentino, nos robaron tiempo y vida. Si bien ocupábamos pabellones distintos, a partir de febrero de 2015 cuando con mi familia iniciamos este portal, todas las tardes nos reuníamos en mi pabellón, dispuestos a no callar dando la cara. Allí conversábamos, y tratábamos lo que cada uno escribiría gritando verdades. Todas sus notas son valientes y sumamente contundentes llamando a las cosas y a las personas, fuera quien fuera, civil o uniformado, por su nombre. Estos materiales, luego de eludir los controles penitenciarios, llegaban a Orlando en el estado de La Florida para hacerse públicos. Sus escritos demuestran que estábamos ante un soldado y un hombre excepcional que, sin temor alguno, vivió y murió dignamente de pie. Para quienes no lo saben, VALDIVIEZO, aparte de ser un guerrero que solo se arrodillaba por su fe cristiana, como lo demuestra en sus notas, además era maestro de escuela. Fue la inspiración y la condición que le trasmitió su madre, también maestra, en la lejana Quebrada de Humahuaca de su infancia primero y en San Salvador de Jujuy después. Debía tener un título honorable para posteriormente poder ir al Colegio Militar, por otro título también honorable. Con el transcurrir de los años, continuamos nuestra amistad, y trabajo, él en arresto domiciliario y yo en libertad, hasta que últimamente su salud comenzó a declinar rápidamente. 12 horas antes de su fallecimiento nos comunicamos por última vez en una breve videoconferencia. Se lo veía agotado, al punto que pidió disculpas por no seguir hablando, su barba se la veía más blanca que nunca. Sinceramente no me di cuenta o inconscientemente no quise ver que el fin estaba tan próximo y en consecuencia sinceros sentimientos quedaron sin pronunciar. De cualquier forma, amigo Ariel, si existe un más allá con toda seguridad nos volveremos a encontrar.
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Por Claudio Kussman.
Ayer 17 de septiembre sobre las 6.30 AM, en el Hospital Militar Central donde estaba internado, desde hace varias semanas ARIEL VALDIVIEZO, Teniente Coronel del Ejército Argentino, de 79 años de edad, recuperó definitivamente su libertad a través de la muerte. Lo hizo acompañado por su familia, en forma calma y digna, como fue su vida. Increíble estar escribiendo estas tristes líneas. Nos conocimos en la Unidad Penitenciaria Federal 31 de Ezeiza, en diciembre del año 2014, donde corruptos miembros del poder judicial federal argentino, nos robaron tiempo y vida. Si bien ocupábamos pabellones distintos, a partir de febrero de 2015 cuando con mi familia iniciamos este portal, todas las tardes nos reuníamos en mi pabellón, dispuestos a no callar dando la cara. Allí conversábamos, y tratábamos lo que cada uno escribiría gritando verdades. Todas sus notas son valientes y sumamente contundentes llamando a las cosas y a las personas, fuera quien fuera, civil o uniformado, por su nombre. Estos materiales, luego de eludir los controles penitenciarios, llegaban a Orlando en el estado de La Florida para hacerse públicos. Sus escritos demuestran que estábamos ante un soldado y un hombre excepcional que, sin temor alguno, vivió y murió dignamente de pie. Para quienes no lo saben, VALDIVIEZO, aparte de ser un guerrero que solo se arrodillaba por su fe cristiana, como lo demuestra en sus notas, además era maestro de escuela. Fue la inspiración y la condición que le trasmitió su madre, también maestra, en la lejana Quebrada de Humahuaca de su infancia primero y en San Salvador de Jujuy después. Debía tener un título honorable para posteriormente poder ir al Colegio Militar, por otro título también honorable. Con el transcurrir de los años, continuamos nuestra amistad, y trabajo, él en arresto domiciliario y yo en libertad, hasta que últimamente su salud comenzó a declinar rápidamente. 12 horas antes de su fallecimiento nos comunicamos por última vez en una breve videoconferencia. Se lo veía agotado, al punto que pidió disculpas por no seguir hablando, su barba se la veía más blanca que nunca. Sinceramente no me di cuenta o inconscientemente no quise ver que el fin estaba tan próximo y en consecuencia sinceros sentimientos quedaron sin pronunciar. De cualquier forma, amigo Ariel, si existe un más allá con toda seguridad nos volveremos a encontrar.
Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Prov. Buenos Aires
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
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LAS IMÁGENES DE ESTA NOTA FUERON OBTENIDAS MEDIANTE UNA CÁMARA ESPÍA
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Setiembre 19, 2023