ALERTA TEMPRANA PARA LOS ARGENTINOS

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 por Enrique Guillermo Avogadro

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“Quien controla el miedo de los individuos,

se convierte en dueño de sus almas”.

Nicola Machiavelo

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El kirchnerismo ha aprovechado el confinamiento extremo para avanzar con prisa y sin pausa sobre los derechos constitucionales y las instituciones, sobre todo aquéllas vinculadas a la disposición de fondos y al control del proceder del Ejecutivo y de las personas que ocupan cargos públicos. La ciudadanía, aún sometida a la campaña de terror iniciada por la prensa internacional y aprovechada por los populismos de todo signo, ha reaccionado a esas movidas con tolerancia bovina. Sin embargo, la semana deparó una luz de esperanza frente a la degradación que este anómalo presente ha permitido: el jueves, la bancada opositora en el Senado, indignada por una arbitraria modificación de las reglas pactadas para las sesiones virtuales, hizo valer su número y evitó que Cristina Kirchner obtuviera la aprobación del anacrónico proyecto de ley de alquileres que, al imponer nuevas regulaciones estatales, paralizaría al mercado inmobiliario y lo haría retroceder casi siete décadas. Lo relevante fue que esa actitud contó con el apoyo de los veintinueve senadores que integran el bloque encabezado por Luis Petcoff Naidenoff. Ese número, de mantenerse, constituiría una insuperable barrera para la intención de designar Procurador General de la Nación, es decir, jefe de todos los fiscales federales, al Juez Daniel Rafecas. Ya que será extendida a todo el país la vigencia del nuevo Código Procesal Penal, los subordinados del Procurador pasarán a decidir la apertura –o no- de las causas judiciales por corrupción y otros delitos federales y a conducir la etapa de instrucción de las mismas, limitando a los jueces a controlar la legalidad de los procedimientos. Si recordamos que Rafecas fue quien dispuso, sin investigación, el archivo de la denuncia que costó la vida al Fiscal Alberto Nisman contra la actual Vicepresidente por la firma del memorándum con Irán, podremos tener una verdadera dimensión acerca del triunfo que ese nombramiento significaría para Cristina Fernández en su bastarda guerra contra la Justicia. Basta sumarla a la que ya obtuvo con la designación de Carlos “Chino” Zaninni como Procurador del Tesoro, aun cuando se encuentra procesado por corrupción. Este caso es aún más grave, desde el punto de vista económico, porque se ha convertido en una enorme piedra en el zapato de la Juez Loretta Prieska, que tiene a su cargo el monumental juicio que inició en 2015 el fondo Burford Capital (¿estará Cristina Fernández detrás?) contra la Argentina por el incumplimiento del contrato social de YPF cuando se estatizó el 51% de la empresa ignorando al 25% de los Eskenazy/Kirchner, cuyos derechos compró; la magistrada rechazó ayer la posibilidad de que la acción fuera juzgada en nuestro país precisamente porque Zaninni, jefe de los abogados del Estado, podía influir en nuestra Justicia. La sociedad entera debiera estar alerta y vigilante frente a la probabilidad de que algunos de los senadores que esta semana obedecieron la decisión colectiva del bloque opositor acompañe el proyecto kirchnerista, sea votando a favor de esa cuestionada designación, sea ausentándose de la sesión. Porque algunos gobernadores de Cambiemos, de quienes dependen los legisladores, pueden sentirse obligados por sus necesidades a acompañar la propuesta, dado que sus provincias dependen mucho de los dineros que llegan desde la Casa Rosada. El otro punto destacable de lo sucedido esta semana está vinculada a la publicación, en el sitio “Cohete a la luna”, de Horacio “Perro” Verbitsky, de la lista de quienes sacaron dólares –calificado como “fuga” por el oficialismo, pese a ser legal- del circuito bancario. La pretensión era demostrar que los empresarios vinculados a Mauricio Macri eran los malos de la película, pero, sorprendentemente, el listado estuvo encabezado por testaferros y amigos de los Kirchner, en especial por los miembros de la familia Eskenazy, quienes prestaron su nombre para la costosísima apropiación del 25% de YPF. Puede adjudicarse ese tiro en el pie a una de dos razones: a) una nueva demostración de la torpeza con que se maneja el kirchnerismo, algo que se confirma con sólo mirar a las formas en que ha negociado la deuda y en que ha conducido las relaciones internacionales, o b) a una complicada movida interna dentro del oficialismo, también habitual como lo demuestran las contradicciones entre los ministros y sus subordinados, debidos al “loteo” que Alberto Fernández ha implementado para dar cabida a los fieles del Instituto Patria y de la Cámpora y a los jerarcas de los movimientos sociales, que se han adueñado de los fondos de ayuda a los necesitados. Por ahora, nos mantendrán encerrados otras tres semanas. Mientras tanto, la economía continuará hundiéndose en una miseria sin fondo.

 

Bs.As., 6 Jun 20

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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Junio 6, 2020


 

WINCHELL

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Walter Winchell nació, el 7 de abril de 1897, en una familia judía pobre en el Upper East Side de la ciudad de Nueva York. Entre 1909 y 1920, trabajó como compositor e intérprete de canciones en el vodevil, uno de sus primeros intérpretes fue George Jessel. En 1920, Winchell comenzó a escribir una columna para The Vaudeville News; En 1924, ingresó al mundo de los periódicos sensacionalistas como columnista diario del New York Evening Graphic. El 10 de junio de 1929, escribió su primera columna diaria para el New York Daily Mirror, una publicación de Hearst que King Features distribuyó en aproximadamente 1000 periódicos.

Winchell

A finales de la década de 1920, Walter Winchell era famoso a nivel nacional. El inventor de la columna moderna de chismes, Winchell mezcló juegos de palabras, hechos oscuros, observaciones filosóficas y cositas sobre negocios, finanzas y el inframundo con su material central de noticias íntimas sobre celebridades. Como maestro del “lenguaje” hablado por periodistas, espectadores de Broadway, contrabandistas y jugadores, “W.W.” diseñó un estilo vernáculo rápido, impetuoso y atrevido en el que cada elemento de la columna estaba separado por una puntuación de tres puntos. Su talento para inventar o popularizar nuevas palabras y frases pegadizas era un secreto de su gran atractivo para el lector: las parejas casadas eran “Lohengrinned” o “selladas”, las parejas divorciadas eran “Renovated” o “decírselo a un juez”, la gente en el amor fue “Cupido” o “hacer whoopie”, y el nacimiento de un bebé fue un “evento bendecido”.

La carrera de radio de Winchell comenzó en 1930. En 1932, presentó un programa de radio semanal (patrocinado por Jergen’s Lotion) en el que tradujo con éxito su dinámico estilo periodístico a un nuevo medio: habló con una entrega de ametralladora acompañada por el sonido de una llave de telégrafo, y las palabras que finalmente decidió para la apertura de cada transmisión – “Buenas tardes, Sr. y Sra. América del Norte, y todos los barcos en el mar” – se hicieron mundialmente famosas. En las décadas de 1930 y 1940, en su doble papel como “La Voz de América” ​​y autor de “La Columna”, Walter Winchell fue posiblemente el periodista más popular e influyente del mundo: el “rey de los medios”..

Roosevelt
Hitler
Hoover

El pico de su influencia fue durante la presidencia de Franklin Delano Roosevelt, a quien admiraba mucho. Se ofrendaba  como un canal privado a la administración de FDR, Winchell se veía a sí mismo como un populista que defendía a los desvalidos; También fue uno de los primeros vilipendiadores de Adolf Hitler, a quien detestaba por su antisemitismo. Simultáneamente con sus conexiones liberales-demócratas, Winchell tenía vínculos con el inframundo y era un confidente cercano de J. Edgar Hoover. Escribió el guión, actuó o hizo una voz en off para varias películas y cortometrajes de Hollywood, incluyendo Broadway Thru a Keyhole, Wake Up and Live y Love and Hisses. Fue un reportero infatigable en el juicio de Bruno Hauptmann (Secuestro del bebé de Charles Linderberg) en 1935, y participó en la captura del escurridizo archirrictivo Louis Buchalterin en 1939.

Winchell fue cortejado constantemente por agentes de prensa y celebridades hambrientas de publicidad. Si creía que lo insultaban o le dieron información falsa (“wrongos”), terminarían en su temida DDL (Drop Dead List, una especie de lista negra personal). Winchell también fue capaz de peleas vitriólicas con editores, editores, colegas columnistas, por ejemplo .: James A. Wechsler, Dorothy Schiff, Westbrook Pegler, Drew Pearson, Leonard Lyons, Ed Sullivan y los hermanos Shubert estaban entre sus antagonistas más notables.

Baker
Sullivan
Hauptmann

1951 fue un año decisivo en la carrera de Winchell: el primer año importante en un proceso gradual pero irreversible de disminución de su poder y popularidad. El punto de vista impopular de Winchell fue un catalizador en su pérdida de popularidad. Su entrevista con la figura del inframundo Frank Costellowas fue ampliamente ridiculizada. Su ardiente respaldo del general MacArthur después de que MacArthur fuera despedido por Truman alejó a Winchell de muchos de sus admiradores de la izquierda. El asunto de Josephine Baker en el Stork Club hizo que Winchell pareciera un hipócrita egoísta, tal vez racista; y su programa de radio semanal cayó fuera de entre los diez primeros del rating por primera vez.

El abrazo de Winchell al movimiento anticomunista, en particular, sus estrechos vínculos con Joseph McCarthy y Roy Cohn, selló su destino con la izquierda.

McCarthy
Cohn

Su intento de hacer la transición de la radio a la televisión a mediados de los años cincuenta fue infortunado: su forma de hablar rápida y disparatada y su presencia física rebotante y nerviosa no funcionaron bien en este nuevo medio de comunicaciones.

Su único éxito real en la televisión fue como el narrador invisible de la serie “The Untouchables” de 1959 a 1963. 1963 fue también el año en que el diario New York Daily Mirror se declaró en bancarrota, un duro golpe para su columnista más famoso.

Con mala salud crónica y tenso por muchas tragedias en su vida familiar (incluidos divorcios y suicidios), Winchell logró durante varios años continuar escribiendo para otros periódicos, y terminó reconciliándose con varios de sus enemigos. El 20 de febrero de 1972, Walter Winchell murió de cáncer en el Centro Médico de UCLA.

Parálisis de ‘ensueño’

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“Las figuras se me acercaban y si bien yo no sabía que estaba durmiendo, hice un enorme esfuerzo por despertar, El medo se apoderó de mi, mientras los ahora hombres verdes y de grandes cabezas se aproximaban. Grité, pero ni yo logré escucharme. Las agujas estaban a pulgadas de mis ojos. Otros hombres ya se preparaban a sujetarme. Intenté incorporarme y gritar hasta que mis pulmones explotaran. No lo logré…”

Los investigadores del sueño concluyen que, en la mayoría de los casos, la parálisis del sueño es simplemente una señal de que su cuerpo no se mueve suavemente a través de las etapas del sueño. Raramente la parálisis del sueño está relacionada con problemas psiquiátricos subyacentes profundos.

A lo largo de los siglos, los síntomas de la parálisis del sueño se han descrito de muchas maneras y a menudo se atribuyen a una presencia “malvada”: demonios nocturnos invisibles en la antigüedad, la vieja bruja en Romeo y Julieta de Shakespeare, y secuestradores alienígenas. Casi todas las culturas a lo largo de la historia han tenido historias de criaturas malvadas sombrías que aterrorizan a los humanos indefensos por la noche. La gente siempre ha buscado explicaciones para esta misteriosa parálisis del tiempo de sueño y los sentimientos de terror que la acompañan.

¿Qué es la parálisis del sueño?
La parálisis del sueño es una sensación de estar consciente pero incapaz de moverse. Ocurre cuando una persona pasa entre las etapas de vigilia y sueño. Durante estas transiciones, es posible que no pueda moverse o hablar durante unos segundos hasta unos minutos. Algunas personas también pueden sentir presión o sensación de asfixia. La parálisis del sueño puede acompañar a otros trastornos del sueño, como la narcolepsia. La narcolepsia es una necesidad abrumadora de dormir causada por un problema con la capacidad del cerebro para regular el sueño.

“Hombres y mujeres danzaban desnudos alrededor de mi cama amenazandome con tirar cuchilos hacia mi cuerpo. No me podía mover. No podía gritar. Pensaba que moriría”
Paciente 1

¿Cuándo ocurre generalmente la parálisis del sueño?
La parálisis del sueño generalmente ocurre una o dos veces. Si ocurre mientras te estás quedando dormido, se llama parálisis del sueño hipnagógico o predormital. Si sucede cuando te estás despertando, se llama parálisis del sueño hipnopómpico o posdormital.

¿Qué sucede con la parálisis hipnagógica del sueño?
A medida que te duermes, tu cuerpo se relaja lentamente. Por lo general, te vuelves menos consciente, por lo que no notas el cambio. Sin embargo, si permanece o se da cuenta mientras se queda dormido, puede notar que no puede moverse ni hablar.

¿Qué sucede con la parálisis del sueño hipnopómpico?
Durante el sueño, su cuerpo alterna entre el sueño REM (movimiento ocular rápido) y NREM (movimiento ocular no rápido). Un ciclo de sueño REM y NREM dura aproximadamente 90 minutos. El sueño NREM ocurre primero y toma hasta el 75% de su tiempo total de sueño. Durante el sueño NREM, su cuerpo se relaja y se restaura. Al final de NREM, su sueño cambia a REM. Sus ojos se mueven rápidamente y se producen sueños, pero el resto de su cuerpo permanece muy relajado. Sus músculos se “apagan” durante el sueño REM. Si se da cuenta antes de que finalice el ciclo REM, puede notar que no puede moverse ni hablar.

Hasta cuatro de cada 10 personas pueden tener parálisis del sueño. Esta condición común a menudo se nota por primera vez en la adolescencia. Pero hombres y mujeres de cualquier edad pueden tenerlo. La parálisis del sueño puede darse en familias. Otros factores que pueden estar relacionados con la parálisis del sueño incluyen:

La falta de sueño
Horario de sueño que cambia
Condiciones mentales como el estrés o el trastorno bipolar.
Durmiendo en la espalda
Otros problemas para dormir, como narcolepsia o calambres nocturnos en las piernas
Uso de ciertos medicamentos, como los del TDAH
Abuso de sustancias

Si no puede moverse o hablar durante unos segundos o minutos al quedarse dormido o al despertar, es probable que haya aislado parálisis recurrente del sueño. A menudo no hay necesidad de tratar esta afección.

“Era real… estaba congelado. Estos seres se aproximaban a mi con jeringas y equipo médico, Quise gritar y no pude”
Paciente 2

Consulte con su médico si tiene alguna de estas preocupaciones:

Te sientes ansioso por tus síntomas
Sus síntomas lo dejan muy cansado durante el día.
Sus síntomas lo mantienen despierto durante la noche
Es posible que su médico quiera recopilar más información sobre su salud del sueño haciendo lo siguiente:

Pídale que describa sus síntomas y mantenga un diario de sueño durante algunas semanas.
Discuta su historial de salud, incluidos los trastornos del sueño conocidos o cualquier historial familiar de trastornos del sueño.
Referirlo a un especialista en sueño para una evaluación adicional.
Realice estudios de sueño durante la noche o estudios de siesta durante el día para asegurarse de que no tenga otro trastorno del sueño.
¿Cómo se trata la parálisis del sueño?
La mayoría de las personas no necesitan tratamiento para la parálisis del sueño. El tratamiento de cualquier afección subyacente, como la narcolepsia, puede ayudar si está ansioso o no puede dormir bien. Estos tratamientos pueden incluir lo siguiente:

Mejora de los hábitos de sueño, como asegurarse de dormir entre seis y ocho horas cada noche.
Usar medicamentos antidepresivos si se prescribe para ayudar a regular los ciclos de sueño.
Tratamiento de cualquier problema de salud mental que pueda contribuir a la parálisis del sueño.
Tratamiento de otros trastornos del sueño, como narcolepsia o calambres en las piernas.
¿Qué puedo hacer sobre la parálisis del sueño?
No hay necesidad de temer a los demonios nocturnos ni a los secuestradores alienígenas. Si tiene parálisis ocasional del sueño, puede tomar medidas en el hogar para controlar este trastorno. Comience asegurándose de dormir lo suficiente. Haga lo que pueda para aliviar el estrés en su vida, especialmente justo antes de acostarse. Pruebe nuevas posiciones para dormir si duerme boca arriba. Y asegúrese de ver a su médico si la parálisis del sueño le impide dormir bien por la noche.


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Junio 5, 2020


 

El Schadenfreude Chino

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Los periódicos en China han informado sobre saqueos y disturbios, y los editoriales han criticado al gobierno de Estados Unidos por no abordar la desigualdad racial de Estados Unidos. En las redes sociales, funcionarios y propagandistas han trolleado a Estados Unidos con schadenfreude (placer derivado por alguien de la desgracia de otra persona).

Schell

“Creo que el aparato de propaganda comunista chino está muy agradecido de tener algunas ciudades en llamas en los Estados Unidos en este momento, habiendo tenido que sufrir y sentirse profundamente humillado por el espectro de Hong Kong en un estado de caos”, dice Orville Schell, director del Centro de la Sociedad de Asia para las Relaciones entre Estados Unidos y China.

Los analistas dicen que el partido quiere desviar las críticas sobre el historial de derechos humanos de China y pintar una imagen de Estados Unidos en desorden para que China se vea bien en comparación.

El apoyo de Estados Unidos a las protestas contra China en Hong Kong, que a veces han sido grandes y violentas, también se encuentra en la mira de los funcionarios chinos.

Zhao

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, dijo en una conferencia de prensa esta semana que los “dobles estándares” eran típicos de Estados Unidos.

“Muchas personas pueden querer hacer esta pregunta: ¿Por qué los Estados Unidos se refieren a esos ‘independencia de Hong Kong’ y a los manifestantes vestidos de negro como ‘héroes’ y ‘luchadores’, pero etiquetan a sus personas que protestan contra la discriminación racial como ‘matones’?” él dijo. “¿Por qué EE. UU. Tuvo tantos problemas con la forma restringida y civilizada de aplicación de la ley por parte de la policía de Hong Kong, pero no tuvo ningún problema con amenazar con disparar y movilizar a la Guardia Nacional contra sus manifestantes nacionales?”

El tema del uso de la fuerza militar para sofocar las manifestaciones es particularmente relevante esta semana, ya que los críticos del Partido Comunista celebran el 31 aniversario de la sangrienta represión de las protestas en favor de la democracia en la Plaza Tiananmen de Beijing. Estados Unidos impuso sanciones duraderas a China después.

Kokas

Pekín ha rechazado las críticas de Estados Unidos a su historial de derechos humanos, calificándolo de un asunto interno. A medida que las relaciones entre los dos países se han deteriorado, Beijing se ha envalentonado, dicen analistas políticos y de medios.

Aynne Kokas, miembro de Kluge en la Biblioteca del Congreso que se especializa en medios chinos, dice que la propaganda que representa a Estados Unidos en un estado de caos tiene un impacto significativo en China.

“A nivel nacional, es una táctica increíblemente efectiva”, dice ella. “Para los televidentes casuales que recogen un periódico o los medios estatales, esto determinará cómo ven las cosas”. El gobierno chino controla estrictamente los informes y mensajes en los medios de comunicación, y las noticias extranjeras son regularmente censuradas y restringidas por un sistema de filtros de Internet que bloquea muchos sitios web externos.

Y Schell dice que los problemas de Estados Unidos podrían beneficiar a China a medida que se intensifica la competencia entre los dos.

“Creo que es más difícil para Estados Unidos sostenerse como un modelo funcional cuando no solo tiene una pandemia que se está volviendo loca y no puede controlar, sino cuando sus ciudades están en llamas con disturbios raciales”. Creo que es una especie de victoria neta para China “, dice.

Qiang

Con la economía severamente debilitada por la pandemia de COVID-19, el Partido Comunista se está apoyando más fuertemente en el nacionalismo para impulsar su imagen doméstica, dice Xiao Qiang, de la Escuela de Información de la Universidad de California en Berkeley.

“En este momento en particular, necesitan desesperadamente este apoyo nacionalista patriótico del gobierno”, dice. “En este momento, el gobierno chino está particularmente en necesidad de este tipo de propaganda que tiene impacto entre el público chino”.

Aun así, algunos de los intentos de China por sumar puntos no siempre fueron planeados.

El sábado, la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, envió un tweet instando a las “personas amantes de la libertad” a exigir al Partido Comunista que rinda cuentas por sus planes de imponer legislación de seguridad nacional en Hong Kong.

Ortagus
Hua
Floyd

Su contraparte en China, el jefe del departamento de información del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, tuiteó: “No puedo respirar”, una referencia a algunas de las últimas palabras de George Floyd con la rodilla de un policía en el cuello.

Los medios de comunicación controlados por el estado recurrieron a las redes sociales chinas para regodearse con la réplica de Hua, dice Xiao, pero algunos lectores respondieron: “No puedo twittear”.

El Gran Firewall (1) de China bloquea Twitter y muchos otros sitios web extranjeros, dice.

Sin embargo, los propagandistas chinos no perdieron el ritmo, dice. Simplemente eliminaron esas quejas.

 

(1) Firewall es un sistema de seguridad de red que monitorea y controla el tráfico de red entrante y saliente basado en reglas de seguridad predeterminadas. Un firewall generalmente establece una barrera entre una red interna confiable y una red externa no confiable, como Internet.

 


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Junio 5, 2020


 

“A JETA”… UNA FORMA DE COMER ASADO

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Por CLAUDIO VALERIO

A Buenos Aires, Capital de la República Argentina, podemos describirla como una ciudad monumental e histórica que, para disfrutarla,  requiere de caminarla despacio observando sus auténticas joyas de la arquitectura;  y pasearla disfrutando de sus encantadoras calles típicas (históricas) y modernas. Es que Buenos Aires (CABA, Ciudad Autónoma de Buenos Aires), ofrece al que la visita la posibilidad de hacer un alto en su tour turístico,  de manera que pueda reponer fuerzas en alguna de sus muchas distracciones yendo por bares, restaurantes, “fondas”, shows de tango Porteño, una buena opción de cena-show.

A Buenos Aires, también la podemos caracterizar por el gran ambiente de camaradería y la animación que dan los habitantes a la ciudad y donde las reuniones de toda la vida se combinan con cenas y asados; para ambos casos siempre de muy buena calidad. Comer un asado en alguna parrilla típica de la ciudad permite que el visitante pueda deleitarse con esa comida típica de Argentina e introducirse en la naturaleza y origen del tango y el asado. Por donde se los mire, experiencias éstas inolvidable.

A Buenos Aires, el turismo local e internacional tiene múltiples vertientes y maneras de disfrutar, desde el turismo citadino a los paseos clásicos  por lugares situados a escasos minutos de la ciudad de Buenos Aires, en donde se mezclan alimentos,  antiguos y tradicionales sitios donde está presente el folclore​ (del inglés folk, ‘pueblo’, y lore, ‘acervo’, ‘saber’)​ del país. En estos lugares, para comer un asado a la parrilla  no necesariamente se necesitan cubiertos para disfrutar de la carne y dejar contentos a los comensales. Hay una opción, ya sea amante del mantel o no, con la que también se puede disfrutar de la fina selección parrillera… El asado “a jeta”.

En los giros de Argentina y glosario de lunfardo,  “jeta”  se refiere al rostro, la boca y, por extensión, el rostro,  la cara.

Desde hace mucho tiempo, el lunfardo fue el dialecto típico de los porteños. Es una jerga nacida de las zonas portuarias del Río de la Plata y, si bien en un comienzo era un lenguaje propio de delincuentes, con el tiempo su uso se popularizo entre los habitantes antiguos de de Buenos Aires, “los porteños”. El lunfardo, como todo lenguaje vivo, se renueva y re-adapta. Aquí no trataremos sobre esta lengua pero, y a modo de ejemplo, se indican algunas viejas palabras que aún hoy en día se conservan este nuevo lunfardo: Chirola, Acovachar, Chorear, Atorrante , Chorizo, Joda, Chamuyero, Jeta; etc., etc… (5 de Septiembre Día del Lunfardo (http://www.lunfardo.org.ar/2015/08/dia-del-lunfardo)

Comer asado “de jeta”, “a jeta” o “al pan” es una forma de ingerir (que suena más fino) el trozo de carne, que se encuentra entre medio de un pan, sosteniéndolo en la mano y con el cuchillo (facón para el paisano). A esa porción de carne  se le practica un corte parcial y se la lleva a la boca, se la toma entre dientes y se termina el corte para desprenderlo. La clave para tener éxito con esta técnica es la forma de sostener y manejar el facón: se ubica el pulgar sobre el lomo y a la carne se la corta  de abajo hacia arriba tratando de no hacer movimientos bruscos y no equivocarse  yendo  a la nariz). Generalmente, al trozo que se va a introducir en la boca se le da un corte previo dejando un pequeño y último corte para poder desprenderlo del resto de la pieza. Como plato y para evitar quemarse,  se usa un poco de pan y cuando no hay, galleta de campo. Para cortar en el plato se usa el dedo índice y el paisano al comer carne “a jeta” apoya el pulgar sobre el lomo, que es la posición clásica. Cuando se come  el asado, el comensal selecciona y corta una presa de carne sobre la parrilla, más bien chica, la sostiene con la mano y se retira del fuego;  puede comer de pie, sentado un poco retirado del fuego, o quizás apenas apoyado en algún lado, pero siempre con su facón en su mano  y el pedazo de pan y la carne en la otra mano.

El origen de esta forma de comer asado se remonta a los tiempos del gaucho**: El único utensilio, que a la vez servía de arma, que utilizaba al atravesar la inmensa y solitaria Pampa, era el facón (cuchilla, cuchillo). Obviamente se valía del facón para cortar  sostener la carne con la mano y cuando la carne asada estaba bien jugosa, le chorreaba sobre los dedos. De esto viene la frase “chuparse los dedos” y que se refiere, expresa, que el asado está muy sabroso.

** La palabra “gaucho” tiene distintas procedencias. La más difundida es aquella que dice que es de origen quechua (idioma originario de los Andes peruanos que se extiende por América del Sur) “huachu”, que significa huérfano, vagabundo. Así, a principios del siglo XVII, estos fueron los primeros gauchos. En el sur argentino los gauchos recorrían las pampas argentinas.

Disfrutar de un buen asado con amigos será mucho más fácil gracias a que la buena calidad de los productos puestos sobre la parrilla; de esta manera se elaborará comida sana y casera al más puro argento (argentino). Una buena comida con amigos presentará un estilo propio y con identidad que, precisamente, se la confieren estos últimos.

ASAO A JETA

¡’Taba lindo el costiyar!                      

¡A punto pa’hincarle el diente!

hablando sinceramente

no era cosa’e dispreciar.

Jué un solo arremoliniar

coronando el asador.

Unos pedían tenedor,

otros platos, serviyetas…

¡Yo ansina nomás, a jeta,

me acomodaba mejor!

Al oservarme un siñor

-hombre trajiao a lo inglés-

me dijo sonriéndosé,

entre educao y ladino:

-“¡Oiga, amigo!… Me imagino

que se sentirá feliz

comiendo el “asado” así,

a la costumbre paisana!”-

…Yo le vide muchas ganas

de bromitas al pueblero…

-“¡Ansina es, cabayero!”-

contesté medio picao,

-“Usté “asado” lo ha nuembrao,

¡palabra pa’usar el plato!

…en cambio yo nunca me ato

a lenguaje refinao,

pa’mi el “asado” es “asao”

y perdone, compañero,

¡sinceramente prefiero-

comer como lo he yamao!”[ /b]

Julio Gutiérrez Martín,  “El Negro”

(cantautor santafesino apasionado del tango, las copas y amigos)

 


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Junio 6, 2020


 

MI HIJO EL ASESINO

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 Por Bernard Malamud

Se despierta sintiendo que su padre está en el pasillo, escuchando. Le escucha cuando duerme y sueña. Le escucha cuando se levanta y busca a tientas los pantalones. Cuando no se pone los zapatos. Cuando no va a la cocina para comer algo. Cuando se mira al espejo con los ojos cerrados. Cuando está sentado una hora en el retrete. Cuando hojea las páginas de un libro que no puede leer. Escucha su angustia, su sole­dad. El padre se queda plantado en el pasillo. El hijo oye que está escuchando.

Mi hijo, el desconocido; no me dirá nada.

Abro la puerta y veo a mi padre en el pasillo. ¿Qué estás haciendo ahí? ¿Por qué no vas a trabajar?

Porque he tomado las vacaciones en invierno, en vez de en verano, como antes.

¿Por qué diablos lo has hecho, si te pasas todo el tiempo en este oscuro y maloliente pasillo, observando todos mis movimientos? Tra­tando de adivinar lo que no puedes ver. ¿Por qué estás siempre espián­dome?

Mi padre se va a su cuarto y, al cabo de un rato, vuelve sigilosamente al pasillo, a escuchar.

Yo le oigo a veces en su habitación, pero él no me habla y yo no sé lo que pasa. Es terrible para un padre. Tal vez un día me escriba una carta: Querido padre…

 Querido hijo Harry, abre la puerta. Mi hijo, el prisionero.

Mi mujer se marcha por la mañana para pasar el día con mi hija casada, que está esperando el cuarto hijo. La madre cocina, hace la limpieza y cuida de los tres pequeños. Mi hija tiene un embarazo malo, tiene la tensión alta, y se pasa casi todo el tiempo en la cama. Es por consejo del médico. Mi mujer está ausente todo el día. Está preocupada porque cree que algo le pasa a Harry. Desde que se graduó, el invierno pasado, está siempre solo, nervioso, sumido en sus propios sentimientos. Si le hablas, la mayoría de las veces te responde gritando. Lee los perió­dicos, fuma, no se mueve de su habitación. Sólo de vez en cuando sale a la calle a dar un paseo.

¿Qué tal el paseo, Harry?

Un paseo.

Mi mujer le aconsejó que buscase trabajo y él salió un par de veces a buscarlo, pero cuando tuvo alguna oferta, no la aceptó.

No es que no quiera trabajar. Es que me siento mal.

¿Y por qué te sientes mal?

Yo siento lo que siento. Siento lo que es.

¿Es tu salud, hijito? Tal vez tendrías que ir al médico.

Te pedí que no volvieses a llamarme hijito. No es mi salud. Sea lo que fuere, no quiero hablar de ello. No es la clase de trabajo que me interesa.

Pero mientras tanto, acepta algún empleo temporal, le dijo mi esposa.

Él se puso a chillar. Todo es temporal. ¿Por qué tengo que sumar más cosas a lo que es temporal? Mi estómago siente de modo temporal. El maldito mundo es temporal. No quiero añadir a esto un trabajo temporal. Quiero todo lo contrario, pero, ¿en dónde está? ¿Dónde puedo encontrarlo?

Mi padre escucha en la cocina.

Mi hijo temporal.

Ella dice que me sentiría mejor si trabajase. Yo digo que no. Cumplí veintidós años en diciembre, me gradué en la Universidad y ya sabéis para qué sirve eso. Por la noche, veo los programas de noticias. Sigo la guerra día a día. Es una guerra ardiente y enorme en una pantalla pequeña. Llueven bombas y las llamas son cada vez más altas. A veces me inclino hacia delante y toco la guerra con la palma de la mano. Pienso que se me va a morir la mano.

Mi hijo, el de la mano muerta.

Espero que me llamen a filas el día menos pensado, pero esto ya no me preocupa tanto como antes. No pienso ir. Me marcharé al Canadá o a cualquier otro sitio adonde pueda llegar.

Su forma de ser espanta tanto a mi mujer, que ésta se alegra de ir a casa de mi hija temprano por la mañana para cuidar de los tres niños. Yo me quedo con él en casa, pero él no me habla.

Tendrías que llamar a Harry y hablar con él, dice mi esposa a mi hija. .

Lo haré algún día, pero no olvides que hay nueve años de diferencia entre los dos. Creo que él me considera como otra madre, y con una es bastante. Yo le quería cuando era pequeño, pero ahora es difícil tratar con una persona que no te corresponde.

Tiene la tensión alta. Creo que le da miedo llamar.

Me he tomado dos semanas de vacaciones. Trabajo en la ventanilla de venta de sellos de la oficina de Correos. Le dije al jefe de mi sección que no me encontraba muy bien, lo cual no es ninguna mentira, y él me dijo que debía pedir la baja por enfermedad. Le respondí que mi mal no era tan grave, que sólo necesitaba unas vacaciones cortas. Pero a mi amigo Moe Berkman le dije que dejaba de trabajar unos días porque Harry me tenía preocupado.

Comprendo lo que quieres decir, Leo. Yo también tuve preocupa­ciones y angustias a causa de mis hijos. Cuando tienes dos hijas en edad de crecer, estás en manos de la fortuna. Pero a pesar de todo, tenemos que vivir. ¿Por qué no vienes a jugar al póquer este viernes por la noche?

Tenemos una buena partida. Es una buena forma de entretenimiento.

Ya veré cómo marchan las cosas el viernes. No puedo prometértelo.

Procura venir. Estas cosas pasan con el tiempo. Si te parece que van mejor, ven. Si te parece que no, ven igualmente, porque te relajará y aliviará la preocupación que te abruma. A tu edad, demasiadas preocu­paciones son malas para el corazón.

Esta es la peor clase de preocupación que existe. Si me preocupo por mí mismo, sé de qué preocupación se trata. Quiero decir que no hay misterio. Puedo decirme: Leo, eres un estúpido; no debes preocuparte por nada. ¿Por qué, por unos cuantos pavos? ¿Por la salud, que siempre ha sido bastante buena, aunque tengo mis altibajos? ¿Porque pronto cumpliré sesenta años y la juventud no vuelve? Todos los que no se mueren a los cincuenta y nueve llegan a los sesenta. Se puede vencer al tiempo cuando éste corre contigo. Pero cuando la preocupación es por otra persona, no hay nada peor. Esta es la verdadera preocupación porque, si no nos la cuentan, no podemos metemos dentro de la otra persona y averiguar la causa. No sabemos en dónde está el interruptor que hay que pulsar. Lo único que hacemos es preocupamos más.

Por eso, yo espero en el pasillo.

Harry, no te preocupes demasiado por la guerra.

Por favor, no me digas de qué tengo que preocuparme o despreocuparme.

Harry, tu padre te quiere. Cuando eras un chiquillo, solías correr a mi encuentro cuando volvía a casa por la noche. Yo te cogía en brazos y te levantaba hasta el techo. Te gustaba tocarlo con tu manita.

No quiero que vuelvas a hablarme de eso. No quiero oírlo. No quiero oír nada de cuando era pequeño.

Harry, vivimos como extraños. Lo único que te digo es que recuerdo días mejores. Recuerdo los tiempos en que no nos daba miedo mostrar que nos queríamos.

Él no dice nada.

Deja que te cueza un huevo.

Un huevo es lo que menos deseo en el mundo.

Entonces, ¿qué quieres?

Él se puso el abrigo. Cogió su sombrero del perchero y bajó a la calle.

Harry caminó a lo largo de Ocean Parkway, con su abrigo largo y su raído sombrero marrón. Su padre le seguía y eso le enfurecía enor­memente.

Caminaba a paso ligero por la ancha avenida. En los viejos tiempos, había un camino de herradura a un lado del paseo, en donde está ahora la pista de cemento para las bicicletas. Y había menos árboles, con sus negras ramas cortando el cielo sin sol. En la esquina de Avenue X, en el punto desde donde se huele Coney Island, cruzó la calle y echó a andar de vuelta a casa. Aunque estaba furioso, fingió no ver a su padre que cruzaba también la calzada. El padre cruzó la calle y siguió a su hijo hasta casa. Cuando llegó a ésta, pensó que Harry ya estaba arriba. Se hallaba en su habitación, con la puerta cerrada. Fuera lo que fuese lo que hacía en su habitación, lo estaba haciendo ya.

Leo sacó la llave pequeña y abrió el buzón de la correspondencia. Había tres cartas. Las miró para ver si por casualidad alguna de ellas era de su hijo, dirigida a él. Querido padre, deja que te explique. La razón de que actúe como lo hago… No había tal carta. Una de ellas era de la Mutualidad de Empleados de Correos; se la metió en el bolsillo del abrigo. Las otras dos eran para Harry. Una era de la oficina de reclu­tamiento. La llevó a la habitación de su hijo, llamó a la puerta y esperó.

Esperó un rato.

Cuando oyó gruñir al muchacho, dijo: Hay una carta para ti de la oficina de reclutamiento. Giró el pomo de la puerta y entró en la habi­tación. Su hijo estaba tumbado en la cama, con los ojos cerrados.

Déjala encima de la mesa.

¿Quieres que la abra, Harry?

No, no quiero que la abras. Déjala en la mesa. Ya sé lo que dice.

¿Les escribiste otra carta?

Eso es cosa mía.

El padre dejó la carta en la mesa.

La otra carta para su hijo la llevó a la cocina; cerró la puerta y puso a hervir un poco de agua en una olla. Pensó leerla rápidamente, cerrar cuidadosamente el sobre con un poco de pasta y echarla de nuevo en el buzón. Su mujer la recogería cuando volviese de casa de su hija y se la subiría a Harry.

El padre leyó la carta. Era muy corta y la enviaba una chica. Decía que había prestado dos libros a Harry hacía más de seis meses y que, como los tenía en gran aprecio, le pedía que se los devolviera. Le rogaba que lo hiciera lo antes posible, para no tener que escribirle otra vez.

Cuando Leo leía la carta de la chica, Harry entró en la cocina y, al ver la expresión sorprendida y culpable de su padre, le arrancó la carta de las manos.

Debería asesinarte por espiarme de esta manera.

Leo se volvió y miró por la pequeña ventana de la cocina al oscuro patio de la casa de vecindad. Le ardía el rostro y se sintió mareado.

Harry leyó la carta de un vistazo y la rasgó. Después rasgó el sobre con la indicación de “Particular”.

Si vuelves a hacer esto, no te sorprendas de que te mate. Estoy harto de que me espíes.

Harry, estás hablando con tu padre.

Harry salió de la casa.

Leo entró en la habitación del hijo y miró a su alrededor.

Registró los cajones del tocador y no encontró nada fuera de lo normal. Sobre la mesa, junto a la ventana, había un trozo de papel escrito por Harry. Decía: “Querida Edith, ¿por qué no te jodes? Si vuelves a escribirme otra carta estúpida, te mataré.”

El padre se puso el sombrero y el abrigo y salió de casa. Corrió, no muy de prisa, durante un rato y después caminó al paso hasta que vio a Harry al otro lado de la calle. Le siguió, a una distancia de media manzana.

Siguió a Harry hasta Caney Island Avenue y llegó a tiempo de ver que tomaba un trolebús que iba a la isla. Leo tuvo que esperar al siguiente. Pensó en tomar un taxi y seguir al trolebús, pero no pasó ninguno. El siguiente trolebús llegó quince minutos más tarde, y Leo lo tomó. Era febrero y Caney Island estaba húmeda, fría y desierta. Había pocos coches en Surf Avenue y muy poca gente en la calle. Parecía que iba a nevar, Leo avanzó por el paseo de tablas, entre ráfagas de nieve, buscando a su hijo. Las playas grises, sin sol, estaban vacías. Los puestos de perritos calientes, de tiro al blanco y los establecimientos de baños estaban cerrados. El océano, de un gris metálico, oscilaba como plomo fundido y parecía que iba a congelarse. Soplaba viento del mar y se introducía por debajo de la ropa de Leo, haciéndole temblar mientras andaba. El viento coronaba de blanco las olas plomizas, que rompían lentamente, con un suave rugido, en las playas desiertas.

Caminó bajo las ráfagas casi hasta llegar a Sea Gate, buscando a su hijo, y entonces volvió atrás. Cuando se dirigía a Brighton Beach, vio a un hombre en la playa, de pie, ante la espumosa rompiente. Leo bajó corriendo la escalera de madera y avanzó por la arena. El hombre plan­tado en la playa rugiente era Harry; el agua le cubría los zapatos.

Leo corrió hacia su hijo. Perdóname, Harry; hice mal, siento haberte abierto la carta.

Harry no se movió. Siguió plantado en el agua, fija la mirada en las hinchadas olas de plomo.

Tengo miedo, Harry, dime qué te pasa. Hijo mío, compadécete de mí.

Yo le tengo miedo al mundo, pensó Harry. Me espanta.

Pero no dijo nada.

Una ráfaga de viento levantó el sombrero del padre y lo llevó lejos, por la playa. Pareció que iba a volar hasta el agua, pero entonces el viento sopló hacia el paseo de tablas y lo hizo rodar sobre la arena mojada. Leo corrió en pos de su sombrero. Fue tras él en una dirección, después en otra y luego hacia el agua. El viento arrojó el sombrero contra sus piernas y él lo agarró. Ahora estaba llorando. Sin aliento, se enjugó los ojos con los dedos helados y volvió hacia su hijo, que seguía en la orilla del mar.

Es un hombre solitario. Él es así. Siempre estará solo.

Mi hijo se convirtió a sí mismo en un hombre solitario.

¿Qué puedo decirte, Harry? Lo único que puedo preguntarte es: ¿Quién dijo que la vida es fácil? ¿Desde cuándo? No lo fue para mí y no lo es para ti. La vida es así…, ¿qué más puedo decirte? Pero si una persona no quiere vivir, ¿qué va a hacer si está muerta? La nada es la nada; es mejor vivir.

Ven a casa, Harry, dijo. Aquí hace frío. Si sigues con los pies en el agua pillarás un resfriado.

Harry permaneció inmóvil en el agua y, al cabo de un rato, el padre se marchó. Cuando se alejaba, el viento le arrancó el sombrero de la cabeza y éste salió rodando por la arena. Leo se quedó quieto mirando cómo se alejaba.

Mi padre escucha en el pasillo. Me sigue por la calle. Nos encontramos a la orilla del mar.

Corre detrás de su sombrero.

Mi hijo se queda en la playa con los pies en el océano.

 


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Junio 6, 2020


 

Cuando Estados Unidos le dijo adiós al patrón oro

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El 5 de junio de 1933, Estados Unidos abandonó el patrón oro, un sistema monetario en el que la moneda está respaldada por oro, cuando el Congreso promulgó una resolución conjunta que anula el derecho de los acreedores a exigir el pago en oro. Estados Unidos había estado en un patrón oro desde 1879, excepto por un embargo a las exportaciones de oro durante la Primera Guerra Mundial, pero las quiebras bancarias durante la Gran Depresión de la década de 1930 asustaron al público a acaparar el oro, haciendo que la política fuera insostenible.

Roosevelt

Poco después de asumir el cargo en marzo de 1933, el presidente Roosevelt declaró una moratoria bancaria a nivel nacional con el fin de evitar una fuga en los bancos por parte de los consumidores que carecen de confianza en la economía. También prohibió a los bancos pagar oro o exportarlo.

Según la teoría económica keynesiana, una de las mejores formas de luchar contra una recesión económica es inflar la oferta monetaria. Y aumentar la cantidad de oro en poder de la Reserva Federal a su vez aumentaría su poder para inflar la oferta monetaria. Enfrentando presiones similares, Gran Bretaña había caído el patrón oro en 1931, y Roosevelt había tomado nota.

El 5 de abril de 1933, Roosevelt ordenó todas las monedas de oro y certificados de oro en denominaciones de más de $ 100 entregados por otro dinero. Exigía que todas las personas entregaran todas las monedas de oro, lingotes de oro y certificados de oro de su propiedad a la Reserva Federal antes del 1 de mayo por el precio establecido de $ 20.67 por onza. Para el 10 de mayo, el gobierno había recibido $ 300 millones en monedas de oro y $ 470 millones en certificados de oro.

                      Nixon

Dos meses después, una resolución conjunta del Congreso derogó las cláusulas de oro en muchas obligaciones públicas y privadas que requerían que el deudor reembolsara al acreedor en dólares de oro del mismo peso y finura que los prestados.

En 1934, el precio del oro por parte del gobierno aumentó a $ 35 por onza, aumentando efectivamente el oro en los balances de la Reserva Federal en un 69 por ciento. Este aumento en los activos permitió que la Reserva Federal inflara aún más la oferta monetaria.

El gobierno mantuvo el precio de $ 35 por onza hasta el 15 de agosto de 1971, cuando el presidente Richard Nixon anunció que Estados Unidos ya no convertiría dólares a oro a un valor fijo, abandonando por completo el patrón oro. En 1974, el presidente Gerald Ford firmó una legislación que permitía a los estadounidenses nuevamente poseer lingotes de oro.

 


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Junio 5, 2020


 

LO MÁS VISTO ♦♦♦ Junio 5, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Junio 1, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Junio 5, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Junio 5, 2020


 

Fallecimiento de un Preso Político

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La Unión de Promociones expresa su más profundo pesar confirmando el fallecimiento el día Miércoles 03 dJunio de 2020, del Comisario (R) Eduardo Bautista BAUDANO (Policía de la Provincia de Santiago del Estero), Preso Político en cautiverio de 87 años de edad.

Consecuentemente, ya son 566 (quinientos sesenta y seis) los fallecidos, pertenecientes a todas las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales, Fuerzas Penitenciarias y Civiles; en el marco de este proceso de persecución, venganza y exterminio, donde SE CONTINÚAN REPITIENDO en forma sistemática infinidad de irregularidades jurídicas, instrumentadas en el ámbito de una justicia prevaricadora. 

El grave cuadro de situación, obliga a destacar y considerar los siguientes aspectos:

Edad promedio a nivel nacional

  • En Penales70 años.
  • En Prisión Domiciliaria78 años.

Períodos donde se produjeron los 566 fallecimientos

  • Fallecidos entre el 10 Dic 83 / 25 May 0320.
  • Fallecidos entre el 25 May 03 / 10 Dic 0755.
  • Fallecidos entre el 10 Dic 07 / 10 Dic 15274.
  • Fallecidos entre el 10 Dic 15 / 10 Dic 19201.
  • Fallecidos desde el 10 Dic 1916 (dieciseis) decesos se han producido desde el día 10 de Diciembre de 2019.

Solicitamos a todos los integrantes de las FFAA, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales y Fuerzas Penitenciarias, a las distintas ONG e Instituciones, a familiares, amigos y allegados en general, a continuar sumándose en apoyo de todos quienes deben enfrentar esta injusta situación, a fin de afirmar, fortalecer e incrementar el planteo de los justos reclamos por acceder a una justicia verdaderamente independiente, imparcial y objetiva, a través del irrestricto respeto por la Constitución Nacional. La continuación de la ardua lucha en su apoyo, por la recuperación plena del estado de derecho y por la reparación del respeto y la credibilidad de las Instituciones de la República, así lo exige. 

Expresamos nuestras sentidas condolencias a todos sus familiares, compañeros de Promoción, camaradas y amigos, rogándole al Señor, les conceda pronta y cristiana resignación.

Coronel (R) Guillermo César Viola.

Unión de Promociones

 


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Junio 5, 2020


 

GEORGE FLOYD – POLICE – POLICÍA

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 Por CLAUDIO KUSSMAN

 

El video donde el policía DEREK CHAUVIN de Minneápolis, Minesota, con su rodilla presionando el cuello de GEORGE FLOYD, un afroamericano de 2 metros de estatura y 46 años de edad, al que le provoca la muerte recorrió el mundo y fue motivo de lógico rechazo.  En EEUU primeramente se produjeron numerosas marchas pacíficas de protesta en cada una de las cuales grupos de indeseables aprovecharon para hacer estallar la violencia de costa a costa, a través de incendios, saqueos y agresiones a policías Todos actos delictuales injustificables que merecen el mismo repudio que la muerte de FLOYD. Existiendo sobre él la intención de embanderarlo como símbolo heroico, debemos decir que: entre 1997 y 2007 registraba NUEVE antecedentes penales lo cual no lo hace el candidato ideal para poner de ejemplo, más allá de la brutalidad de un policía y la pasividad de los otros 3 que lo acompañaban (Thomas Lane, J.A. Kueng y Tou Thoa).   

En el colmo de lo absurdo, autoridades chinas, quienes no se destacan por el respeto de los derechos civiles, sostuvieron que el racismo es una enfermedad crónica en Estados Unidos y las iraníes “denunciaron la opresión del pueblo norteamericano”.

Entre las protestas ocurridas en diferentes países por este hecho, Argentina no podía estar ausente y así el día 2 del corriente violando la cuarentena el FRENTE DE IZQUIERDA UNIDA, bajo la consigna:  “Derrotemos a Trump y al Estado racista, represor e imperialista” realizó una movilización.  con la participación e IMPUNIDAD Y MAL EJEMPLO del diputado nacional NICOLÁS DEL CAÑO y GABRIEL SOLANO (legislador porteño-PO) entre otros, que, partiendo desde el Congreso, pasaron por el Obelisco y marcharon hasta la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.

Estadística, por etnias, de abatidos por la policía de los EEUU.

Ahora bien, viendo un informe publicado por el FBI (Buró Federal de Investigaciones) con policías asesinados en actos de servicio durante el año 2016 en U.S.A. podemos ver que 64 fueron muertos con armas de fuego, 75 en accidentes, caídas, o ahogamientos y 57.180 sufrieron agresiones en las cuales un 30 % o sea unos 17.000 oficiales resultaron heridos. ¿Se produjo alguna protesta, alguien salió a sembrar el caos? ¿Los organismos de Derechos Humanos emitieron algún comunicado? ¿DEL CAÑO se expresó o lamentó? Es evidente que la hipocresía de la sociedad en mayor o menor grado, según el país, es generalizada y da como “normal” que el policía muera o quede lisiado en defensa de la sociedad. Esto es aceptado no solo por un funcionario como DEL CAÑO, también por todos los políticos e inclusive por intelectuales que desde cómodas poltronas y sin haber hecho ni arriesgado su integridad física nunca por nadie, verborrean como debe ser un policía, sobre lo cual parecen ser grandes especialistas. Eso sí, sin preocuparle que esté mal remunerado, que no tenga leyes laborales que lo protejan o que su lugar de trabajo este medianamente próximo a su domicilio. Tampoco saber que pasa con su cónyuge e hijos cuando es asesinado.

En Argentina a las instituciones policiales no les permiten tener un sindicato y entonces las autoridades gubernamentales de turno, abusan a más y mejor. Imponen protocolos que perjudican al hombre-mujer policía, no se cansan de desprestigiarlos o como en estos momentos los obligan a actuar de “malos” con quienes quebranten la cuarentena por el coronavirus.  Ante todo, diré que este uniformado es un ser humano, que también tiene familia y afectos, días buenos y días malos y generalmente cansancio por los horarios extremos, por tener que ver y tratar el lado oscuro de la sociedad y por no ser reconocido en su labor de riesgo en donde las decisiones debe tomarlas en segundos y en terreno hostil, con gente también hostil. Que en un enfrentamiento armado no solo arriesga su vida, sino también su libertad, lo cual por supuesto no le interesa absolutamente a nadie. Llegado el fin de año, en algunos casos, recibirá una medalla barata o una cartulina (diploma) destacando sus méritos que no le servirá absolutamente para nada. Horas después de recibido “su premio”, tendrá que volver a rendir examen con otros damnificados de algún hecho calamitoso y la posibilidad de fracaso, siempre estará a la vuelta de la esquina. A una víctima no le podrá mostrar el premio recibido por lo ya hecho, lo único que interesa es el resultado a partir de ese momento. Tiene que volver a empezar. Así año tras año la ÚNICA FUERZA que PERMANENTEMENTE y más frecuentemente en todos los terrenos, con mayor o menor eficiencia, seguirá sirviendo y protegiendo aun a costa de la sangre de su gente  SIN RECONOCIMIENTO es la policía. Siempre tratando de mantener intacta la delgada línea azul que separa a la buena gente, de aquellos que nacieron para ser sus depredadores. El día que esta se rompa la sociedad civilizada o medianamente civilizada, habrá desaparecido.

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Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Junio  05, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

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“Los polis como yo nos matamos aquí abajo para que la mierda no suba allá arriba”

Álex González – Morey (1980-       )

 

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George Floyd – Records Policiales

Robo agravado con un arma mortal

El robo agravado implica el uso de un arma, la víctima sufre lesiones o circunstancias que hacen que el crimen sea más atroz. Los fiscales deben probar que una persona acusada de robo agravado es culpable más allá de una duda razonable. Los fiscales casi siempre buscan penas de prisión en casos de robo con agravantes.

Posesión con intención de entregar

Foto de prontuario policial GEORGE FLOYD

Según la ley federal, la posesión de una sustancia controlada con la intención de venderla o distribuirla es un delito grave. … Ambos elementos deben cumplirse simultáneamente para cometer el delito de “posesión con la intención de distribuir”. La mayoría de los estados también han adoptado la definición federal.

Man Del CS PG (Intento de entrega de barbitúricos)

Significa fabricar o entregar a sabiendas o poseer con intención entregar drogas en una cantidad superior a 1 gramo y menos de 4 gramos y la droga está en el grupo de Penalización 1. Esto significa que el rango de castigo es de 2-20 años

Traspaso propiedad privada

El cargo por delito menor en la mayoría de los estados, a menos que haya un segundo o tercer cargo por la misma propiedad en el pasado. Todos los delitos menores solo pueden pasar hasta un año en la cárcel. Si se encuentra en mi jurisdicción y con un registro bastante limpio tras la condena condicional por 6 meses. Si la declaración negocia 3 meses de libertad condicional.

Fallo al tratar de ser identificado con intento de huida

La falta de identificación con un oficial de policía suele ser un delito menor. Alguien condenado por este delito puede estar sujeto a cualquiera o todas las siguientes penas: Encarcelamiento. El agravante es el intento de huida.

Robo de 50 a 500 dólares

El robo menor se cobra cuando el valor del artículo tomado es inferior a una cantidad especificada, como $ 500. Cuando se toman artículos de una tienda o tienda, el robo se conoce comúnmente como “robo en tiendas”, que es simplemente un tipo de robo menor.

Hurto a persona física

El robo es un delito que a veces se llama “hurto”. En general, el delito ocurre cuando alguien toma y se lleva la propiedad de otra persona sin permiso y con la intención de privarla permanentemente del propietario. Los estatutos establecen diferentes tipos de delitos de robo.


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Junio 2, 2020, Argentina

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Junio 2, 2020, el legislador porteño Gabriel Solano arengando bajo el lema: “Derrotemos a Trump y al Estado racista, represor e imperialista”
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Junio 5, 2020


 

CONFERENCIA ONLINE – Martes 9 de Junio 18 hrs. “El Futuro Económico de la Argentina”

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Ferreres
Videla

La Academia del Plata en asociación con el Centro de Estudios Cruz del Sur tienen el agrado de invitarlo a participar de la conferencia online “El Futuro de la economía argentina” a cargo de los economistas Orlando Ferreres y Ludovico Videla, a llevarse a cabo el próximo martes 9 de Junio a las 18:00 horas.

Se hará un profundo análisis de la situación económica actual y un diagnóstico a futuro.

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Junio 5, 2020

El hombre más raro de la historia

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Tarrare nació en la campiña francesa de Lyon en 1772. Si bien su nacimiento no fue notable, cuando Tarrare era un adolescente, ya eran evidentes signos de su poderío gastronómico. Con solo 17 años, podía guardar su propio peso corporal en la comida … en un solo día. Se comía un cuarto de vaca solo. En cierto momento, los padres de Tarrare simplemente no podían manejar el enorme apetito de su hijo. Literalmente se los comía gastando fuertes sumas de dinero para satisfacer su apetito, por lo tanto, en un desgarrador acontecimiento, desterraron a su propio hijo. Abandonado por sus padres, el joven Tarrare se encontró con un grupo de nuevos amigos: ladrones y trabajadoras sexuales.

Tarrare se ganó su poder entre estos nuevos amigos al convertirse en parte de un acto en un circo itinerante. Tarrare entretenía a la multitud con su insaciable apetito. Comenzaba tragando corchos y piedras, y terminaba deglutiendo una bolsa entera de manzanas. Pero sus travesuras ocultaban un oscuro secreto: el apetito extravagante de Tarrare distraería a la multitud cuando la compañía de teatro se colaba entre ellos y vaciaba sus bolsillos.

Después de pasar un tiempo con la compañía de charlatanes, Tarrare decidió atacar por su cuenta. Transformó su problemático apetito en un espectáculo. Después de mudarse a París, se reinventó a sí mismo como un artista callejero, exhibiendo su habilidad para ingerir cuanta comida llegara a sus manos ante los espectadores atónitos.

Pero Tarrare solo parecía normal a primera vista. Cuanto más lo miraban, más extraño se veía. Sus dientes estaban manchados y sus labios eran extrañamente delgados. Si levantaba su camisa un día en que no había comido lo suficiente, vería una asombrosa cantidad de piel suelta. Había tanto que Tarrare podía recogerlo y atarlo alrededor de su cintura como un cinturón.

La extraña apariencia de Tarrare no tenía nada que envidiarle a su aroma. El hombre tenía un olor corporal tan poderoso que la gente luchaba por estar a veinte pasos de él. Distanciamiento social no hibiera sido un problema para el. Después de que Tarrare comía, los espectadores decían que el olor empeoraba e incluso aseguraban ver los vapores surgir de su cuerpo hinchado. 

No debería sorprender saber que Tarrare sufrió problemas de por vida con sus viajes diarios al baño, especialmente por sus propósito números dos. No para entrar en detalles, pero una fuente describió su olor como positivamente “fétido más allá de toda concepción”. 

Tarrare gobernó la escena de los artistas callejeros de París, pero su acto arriesgado no siempre se desarrolló sin problemas. En 1788, una sustancia desconocida finalmente dominó a Tarrare: había comido algo, pero a diferencia de todas sus otras comidas extrañas, esta era una que simplemente no podía expulsar. Cuando los espectadores de Tarrare se dieron cuenta de que algo andaba muy, muy mal, saltaron a la acción y llevaron a su apestoso y sudoroso artista callejero a un hospital local.

Tomó una poderosa dosis de laxantes, pero Tarrare logró expulsar la misteriosa comida que había puesto al artista casi fuera de carrera. Siempre un showman, Tarrare inmediatamente se sentó y reinició su acto. Quería demostrar que se había recuperado siendo un paciente modelo. Ahora amenazaba con comer el reloj y la cadena de su médico. Su médico respondió secamente que si Tarrare se atrevía a hacerlo, abriría el estómago de Tarrare para recuperar los artículos él mismo.

En muchos sentidos, Tarrare era diferente a la mayoría de los hombres de su edad y rango social, pero cuando la Guerra de la Primera Coalición vio a Francia atacar a la formidable monarquía de los Habsburgo, finalmente abrazó una causa común con sus hermanos. Como muchos otros veinteañeros, Tarrare decidió luchar por su país y se unió al ejército francés en 1792. Solo había un problema… las raciones del ejército del siglo XVIII no eran exactamente comidas tipo tenedor libre, y el estómago de Tarrare definitivamente podía notar la diferencia. La maravilla médica intentó sobrevivir con el plan de comidas del ejército, pero Tarrare se volvió increíblemente débil e incluso tuvo que ser ingresado en el hospital del ejército. Incluso cuando sus doctores, el Dr. Courville y George Didier, le dieron raciones para cuatro hombres, ni siquiera era suficiente.

Como Tarrare no estaba obteniendo suficiente comida con sus cuádruples raciones, tuvo que ser creativo con lo que consideraba comestible. Desesperado, se comía los restos de los platos de sus compañeros soldados, se abría paso entre la basura e incluso comería cataplasmas, con suerte antes de que se usaran, pero con Tarrare, sinceramente, ¿quién puede decirlo?

Tarrare podría comer una cantidad aparentemente ilimitada de, bueno, cualquier cosa. Mientras los profesionales médicos investigaban a su paciente estrella, su confusión se transformó en emoción. Los médicos franceses comenzaron a investigar los límites del apetito teóricamente infinito de Tarrare. Primero, le sirvieron una comida que normalmente alimentaría a 15 personas, probablemente esperando que Tarrare no estuviera cerca de terminar. En cambio, Tarrare terminó los 15 platos, se lamió los labios e inmediatamente entró en el coma alimentario más intenso del siglo XVIII.

Después de la prueba del buffet, los médicos decidieron probar algunos experimentos mucho más extraños y perturbadores en su conejillo de indias hambriento. Le dieron un plato que a los amantes de las mascotas no les va a gustar: un gato vivo. Tal vez endurecido por su vida en las calles sucias de Francia, Tarrare no parpadeó. Se comió todo el animal, y luego vomitó el pelaje y la piel.

Los doctores decidieron subir la apuesta: serpientes, lagartijas, ratas. Los terminó a todos sin pensarlo dos veces. Los médicos estaban decididos a redoblar los esfuerzos… El equipo médico decretó ir hacia la opción del asco y le presentó a Tarrare una anguila viva. Tarrare lo recogió, miró a los médicos a los ojos y bajó todo el animal por la garganta hasta que se lo guardó en la barriga. Sí, Tarrare se comió la anguila entera sin masticar.

Una vez que los médicos se dieron cuenta de que Tarrare realmente podía comer cualquier cosa, decidieron apartar su atención de los animales y dirigirse a la Guerra de la Primera Coalición, que estaba asolando Francia. El general Alexandre de Beauharnais se dio cuenta de que las fuerzas francesas podían usar los extraños talentos de Tarrare para el bien del país y convertir el pozo sin fondo del ejército en un mensajero de alto secreto. Pero la forma en que lo hicieron es completamente desagradable. Este era el plan: los médicos le darían a Tarrare una caja con una nota crucial en su interior. Una vez que el expediente secreto estuviera a salvo en su estómago, Tarrare cruzaría las fronteras sin que los agentes enemigos lo detectaran. Llegaría al destinatario, luego, usaría el baño y les daría la nota, con suerte después de limpiar su “sobre”. Tarrare estaba encantado de escuchar sobre su nueva misión. Ansiosamente engulló los documentos militares de alto secreto frente a los comandantes del Ejército del Rin. Como recompensa por tragarse la caja, el general Beauharnais le dio a Tarrare una escalofriante comida de agradecimiento. Consistía en 30 libras de pulmones e hígados de toro y para hacer las cosas aún más refinadas, se servían crudas en una carretilla. Tarrare se los comió de inmediato, por supuesto.

Después de disfrutar de su recompensa, Tarrare viajó rápidamente a Prusia para entregar su expediente crucial a su legítimo propietario. Como el agente secreto más nuevo del ejército francés, Tarrare sentía que estaba en la cima del mundo, pero todo se descarrilaría de la manera más aterradora posible. Tarrare puede haber sido excelente para comer, pero el hombre no estaba destinado al espionaje. Se suponía que iba a ir encubierto como un campesino alemán, pero no había pulido su alemán. Cuando los prusianos se dieron cuenta de la carencia del idioma llevando a las autoridades a encarcelar a Tarrare.

Dirigidos por el siniestro general Zoegli, los prusianos eran despiadados. Despojaron a Tarrare y lo sometieron a un tormento físico brutal. El espía aficionado lo intentó, pero no pudo resistir el trato. Duró 24 horas antes de quebrarse y contarles a los prusianos todo sobre su misión “secreta”. Furiosos y extrañamente obligados, decidieron ver si Tarrare decía la verdad. Lo encadenaron a un baño y esperaron pacientemente a que apareciera la carta. La naturaleza llamó as las puertas del baño y Tarrare hizo sus negocios. Después de que los soldados prusianos limpiaron la caja y extrajeron la carta, estaban listos para una buena recompensa, especialmente teniendo en cuenta el desagradable camino que habían tomado para llegar a esos dulces secretos militares. Desafortunadamente para ellos, las cosas no fueron así. Cuando los soldados leyeron la nota, sus mandíbulas casi cayeron al piso.

Resulta que el ejército francés estaba guardando algunos secretos propios. Toda la misión de Prusia no era lo que parecía: era solo una elaborada prueba para probar las habilidades de espionaje de Tarrare. ¡Los documentos supuestamente cruciales que llevaba en el estómago eran simples pedazos de papel! Cuando los prusianos leyeron la carta y se dieron cuenta de que habían sido engañados, estaban furiosos. Golpearon brutalmente a Tarrare, pero poco sabía él, su castigo apenas comenzaba. Los prusianos guardaron su castigo más cruel para el final: la ejecución. Se burlaron de Tarrare mientras lo llevaban a la horca, bajando lentamente la soga sobre su tembloroso cuello. Mientras Tarrare sollozaba, aceptó su destino, solo para que todo cambiara. En el último momento, el general Zoegli se compadeció de Tarrare y decidió no ejecutarlo. Envió a su prisionero de regreso a la frontera francesa, confiando en que le diría a su ejército que no se meta con Prusia. Como si esa historia no fuera lo suficientemente aterradora, otra fuente insiste en que el tormento de Tarrare fue aún más inquietante. Aparentemente, toda la “ejecución” fue un teatro. Las fuerzas prusianas nunca quisieron matar a Tarrare. En cambio, querían traumatizarlo tan a fondo que -cuando contara sus peripecias- los tenientes franceses temblarían en sus botas.

La primera misión de Tarrare no podría haber ido peor. Estaba profundamente marcado por todo el proceso, especialmente el asalto vicioso y la imitación. Una vez que regresó a Francia, les dijo a los médicos que se sometería a cualquier experimento, cualquier ensayo, cualquier idea para curar su alimentación sin fin. Tarrare estaba decidido a no ser más un bicho raro. Los médicos probaron numerosos medicamentos para detener el apetito insaciable de Tarrare. El Dr. Percy le dio tratamientos de vinagre de vino, pastillas de tabaco e incluso láudano. Luego, por un extraño capricho, intentaron alimentar a Tarrare con una dieta que solo consistía en huevos pasados por agua. Nada de eso funcionó.

A medida que los días se convirtieron en semanas, quedó claro que Tarrare nunca iba a cambiar. Todas las noches, se escabullía de las instalaciones y recogía montones de basura y asechaba carnes fuera de las carnicerías. Incluso iría a callejones y pelearía con perros callejeros por restos de comida. Y si esas opciones de comida suenan oscuras, no es nada en comparación con los hábitos alimenticios posteriores de Tarrare. Tarrare era insaciable. No estaba recibiendo suficiente comida del centro médico e incluso sus escapadas nocturnas no lo satisfacían, por lo que recurrió a una opción realmente escalofriante. Cada vez que le tomaban sangre a otros pacientes, se apresuraba a sorberla de sus pulsantes venas. Y eso ni siquiera es la peor parte.

Muy pronto, el vampirismo discreto ni siquiera fue suficiente para Tarrare. Necesitaba más, por lo que lo llevó al siguiente nivel. La maravilla médica comenzó a colarse en la morgue de la instalación hospitalaria y a devorar cadáveres. Tarrare se había graduado oficialmente de un glotón extraño a un caníbal absoluto.

El comportamiento de Tarrare se estaba volviendo cada vez más siniestro. El personal del hospital trató de convencer a su médico, el Dr. Percy, de que considerara colocar a Tarrare en un manicomio. El médico se negó, insistiendo en que Tarrare no estaba bien fisicamente, no mentalmente. Percy no lo sabía en ese momento, pero lamentaría sus negativas …

Hasta este momento, Tarrare había logrado controlar su apetito por los animales, los objetos inanimados y los cadáveres. No era la mejor opción, pero al menos no lastimaba a la gente. Sin embargo, con el paso del tiempo, Tarrare comenzó a desear aún más. En 1794, sucedió lo peor posible: un bebé de 14 meses desapareció del hospital donde Tarrare estaba siendo tratado.

Cuando llegó el momento de identificar a los sospechosos responsables del bebé desaparecido, todos los ojos se volvieron hacia Tarrare. Si había lastimado a un bebé inocente, estaba oficialmente fuera de toda esperanza. Incluso el Dr. Percy, el hombre que había estado junto a Tarrare durante tantos años, se quedó sin palabras. Una multitud furiosa persiguió a Tarrare fuera de la ciudad hasta que finalmente perdieron el rastro del supuesto asesino de niños. Después de eso, nadie supo de Tarrare durante cuatro largos años.

Nadie sabe lo que hizo Tarrare durante sus cuatro largos años de exilio, no quería ser parte de la sociedad normal. Solo resurgió por una razón desgarradora. Tarrare estaba increíblemente enfermo de tuberculosis y solo se aventuró a llegar a la ciudad de Versalles para ver a un médico y rezar para recibir ayuda. Tarrare logró aferrarse a la vida durante un mes después de llegar al hospital, durante el cual su antiguo médico, el Dr. Percy, fue a visitarlo. Lamentablemente, Tarrare no duró en este mundo. Después de ser devastado por un ataque brutal de diarrea, Tarrare falleció con solo 26 años. Pero la extraña historia de Tarrare no termina con su muerte …

Percy sabía que tenía que realizar una autopsia en Tarrare y tratar de comprender qué factores habían contribuido a su apetito horrible. El equipo médico no tenía idea de qué esperar, pero nada podría haberlos preparado para lo que encontraron. Cuando abrieron a Tarrare, vieron que su cadáver estaba lleno de pus. Y eso no es todo.

Los médicos descubrieron que la garganta de Tarrare era extrañamente enorme, lo que ayudaba a explicar cómo podía bajar una anguila entera por el esófago. También vieron que si abrían las mandíbulas y miraban hacia abajo, podían ver directamente el estómago del hombre. No solo eso, sino que su hígado, vesícula biliar y estómago también eran mucho más grandes de lo habitual, sus entrañas estaban “putrefactas” y, lo peor de todo, su estómago estaba plagado de úlceras que habrían sido muy dolorosas. Percy y su equipo de médicos probablemente podrían haber aprendido más sobre el cuerpo loco de Tarrare, pero desafortunadamente para ellos, Tarrare no era alguien que permitiera que la muerte se interpusiera en un pasatiempo de toda su vida: apestar. El olor de las vísceras enfermas de Tarrare era tan insoportable que después de un corto tiempo, incluso el Dr. Percy renunció a la autopsia.

Los científicos e historiadores modernos no creen que Tarrare fuera un bicho raro, solo un hombre muy enfermo. Ellos plantean la hipótesis de que tuvo que comer cantidades tan extraordinarias porque sufría de una forma extrema de hipertiroidismo. 

 


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Junio 4, 2020


 

NACIDO DE HOMBRE Y MUJER

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 Por Richard B. MATHESON

 

X – Este día cuando había luz madre me llamó náusea. Me das náuseas, dijo. Vi la ira en sus ojos. Me pregunto qué es una náusea.

Este día caía agua desde arriba. La oí por todas partes. La vi. Miré al suelo de la parte trasera desde la ventanita: chupaba el agua igual que labios sedientos. Bebió demasiado y se puso enfermo y todo marrón y blando. No me gustó.

Madre es bonita lo sé. En mi sitio cama con paredes frías alrededor tengo un papel que estaba detrás del horno. Encima dice Estrellas de la Pantalla. En las imágenes veo caras como padre y madre. Padre dice que son bonitas. Lo dijo una vez.

Y madre también. Madre tan bonita y yo bastante decente. Mírate dijo él y no tenía el rostro agradable. Le toqué el brazo y respondí está bien padre. Se estremeció y se apartó hasta donde yo no llegaba. Hoy madre me ha soltado un poco de la cadena para que pudiera mirar por la ventanita. Así es como he visto caer el agua de arriba.

XX – Este día arriba estaba dorado. Cuando lo miraba los ojos me dolían, ya lo sé. Luego miro al sótano está rojo.

Creo que esto era iglesia. Dejan el arriba. La gran máquina se los traga y se va rodando y desaparece. En la parte de atrás va la madre pequeña. Es mucho más menuda que yo. Yo soy grande. Es un secreto pero he arrancado la cadena de la pared. Puedo mirar por la ventanita todo lo que quiera.

En este día cuando se puso oscuro había comido mi comida y unos bichos. Oigo risas arriba. Me gusta saber por qué hay risas. Cojo la cadena de la pared y me envuelvo con ella. Voy hacia la escalera haciendo ruidos. Cuando camino sobre ella cruje. Las piernas me resbalan porque no camino por la escalera. Mis pies se pegan a la madera.

Subí y abrí una puerta. Era un lugar blanco. Blanco como las joyas blancas que llegan de arriba algunas veces. Entré y me quedé quieto. Oigo un poco más de risa. Camino hacia el sonido y miro a la gente. Más gente de la que yo pensaba existía. Pensé que debería reírme con ellos.

Madre salió y empujó la puerta. Me dio y me hizo daño. Caí de espaldas sobre el suelo pulido y la cadena hizo ruido. Grité. Madre silbó por dentro y se puso la mano en la boca. Sus ojos se hicieron grandes.

Me miró. Oí a padre. Qué se había caído decía. Ella respondió que una plancha. Ven ayúdame a recogerla dijo. Él vino y dijo vamos tanto pesa eso que necesitas ayuda. Me vio y se enfadó mucho. La ira llenó sus ojos. Me pegó. Unas pocas de las gotas procedentes de mi brazo cayeron en el suelo. No resultaba nada agradable. Hacía muy feo. Verde a mis pies.

Padre me dijo que fuera al sótano. Tuve que ir. Ahora la luz me daba un poco los ojos. En el sótano no pasa igual.

Padre me ató los brazos y las piernas. Me puso en mi cama. Arriba oigo risas mientras que yo estoy callado mirando una araña negra que baja hacia mí. Me pareció oír que padre decía algo. Ohdios dijo. Y sólo tiene ocho años.

XXX – Este día padre volvió a clavar la cadena antes de que hubiera luz arriba. Tengo que probar a sacarla de nuevo. Dijo que yo era malo por subir. Dijo que nunca debía hacerlo otra vez o me pegaría mucho. Eso duele.

Me duele. Duermo el día y apoyo mi cabeza en la pared fría. Pensé en el lugar blanco de arriba.

XXXX – Saqué la cadena de la pared. Madre estaba arriba. Oí pequeñas risas muy agudas. Miré por la ventana. Vi pequeña gente como la pequeña madre y pequeños padres también. Son bonitos.

Hacían un ruido muy agradable y saltaban. Sus piernas se movían aprisa. Son como padre y madre. Madre dice que toda la gente que está bien se parece a ellos.

Uno de los pequeños padres me vio. Señaló hacia la ventana. Me solté y resbalé pared abajo hacia lo oscuro. Me enrosqué para que no vieran. Oí hablar junto a la ventana y pies corriendo. Una puerta sonó arriba. Oí a la pequeña madre decir algo arriba. Oí pasos fuertes y corrí a mi sitio de la cama. Puse la cadena en la pared y me tendí de cara.

Oí bajar madre. Has estado en la ventana dijo. Oí la ira. Apártate de la ventana. Has vuelto a sacar la cadena.

Cogió el palo y me pegó con él. No lloré. No puedo hacer eso. Pero el llanto corrió por toda la cama. Ella lo vio y se apartó haciendo un ruido. Oh diosmío diosmío dijo ¿por qué me has hecho esto? Oí que el palo rebotaba en el suelo de piedra. Ella corrió arriba. Dormí durante el día.

XXXXX – Este día tuvo agua otra vez. Cuando madre estaba arriba oí a la pequeña bajar despacio los peldaños. Me escondí en la carbonera porque madre tendría ira si la pequeña madre me veía.

Tenía una cosa pequeña viva con ella. Caminaba sobre los brazos y tenía orejas puntiagudas. Ella le decía cosas.

Todo estaba bien excepto que la cosa viva me olió. Corrió por el carbón arriba y me miró desde allí. Los pelos se le erizaron. Hizo un ruido de enfado con la garganta. Yo bufé pero saltó sobre mí.

Yo no quería hacerle daño. Tuve miedo porque me mordía más fuerte que la rata. Me dolió y la pequeña madre gritó. Yo cogí a la cosa viva apretando mucho. Hizo sonidos que yo nunca había oído. Apreté hasta aplastarla toda. Se quedó llena de bultos y roja sobre el negro carbón.

Cuando madre llamó me escondí aquí. Tenía miedo del palo. Se fue. Me arrastré por encima del carbón con la cosa. La escondí bajo mi almohada y me eché encima. Pongo otra vez la cadena en la pared.

X –Esta es otra vez. Padre me ha encadenado bien fuerte. Me duele porque me pegó. Esta vez le quité el palo de las manos e hice un ruido. Se fue y llevaba el rostro blanco. Salió corriendo de donde duermo y cerró la puerta.

No estoy tan contento. Todo el día aquí es frío. La cadena sale despacio de la pared. Y estoy muy enfermo con padre y madre. Les enseñaré. Haré lo que hice esa vez.

Gritaré y me reiré muy fuerte. Correré por las paredes. Al final me colgaré abajo con todas mis piernas y reiré y les dejaré caer gotas verdes encima hasta que sientan no haber sido buenos conmigo.

Si intentan pegarme de nuevo les haré daño. Lo haré.

 


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Junio 4, 2020


 

LO MÁS CONSULTADO ☺ Junio 4, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Junio 1, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Junio 4, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Junio 4, 2020


 

Un policía recibió un disparo en la cabeza en un tiroteo en protestas en Las Vegas

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El sheriff local informó que fueron dos tiroteos relacionados con protestas en Las Vegas el lunes por la noche que dejaron a un oficial de policía de Las Vegas en estado crítico.

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El alguacil del Departamento de Policía Metropolitana, Joe Lombardo, dijo a los periodistas en una sesión informativa durante la noche que las manifestaciones se tornaron violentas y señaló que sus oficiales intentaban dispersar a una gran multitud de manifestantes frente al Circus Circus Hotel and Casino en el Strip de Las Vegas y estaban siendo golpeados con rocas y botellas. Al tratar de detener a algunas personas, Lombado dijo: “sonó un disparo y nuestro oficial cayó”.

Un sospechoso está bajo custodia

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Mikalonis

Shay Mikalonis, el oficial herido, continuó luchando por su vida ayer miércoles después de ser sometido a una cirugía para extraer una bala de su cuello, según el presidente del sindicato de policía.

Si bien la condición es reservada, la intervención quirurjica se catalogó como exitosa.

Mientras tanto, en Nueva York, otro oficial de policía que respondía a una denuncia de robo en una casa de la zona del bronx fue atropellado por un sedán negro que siguió su rumbo.

No hay mayores novedades sobre el estado del oficial.

Las imágenes del video a la derecha son muy gráficas y pueden alterar al espectador. 

 


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Junio 4, 2020


 

Fallecimiento de otro Prisionero Político

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La Unión de Promociones expresa su más profundo pesar por fallecimiento el día Miércoles 03 dJunio de 2020, del Suboficial Mayor (R) JOSÉ ANTONIO ESCOBAR (Infantería – Ejército Argentino), Preso Político en cautiverio de 77 años de edad.

Consecuentemente, ya son 565 (quinientos sesenta y cinco) los fallecidos, pertenecientes a todas las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales, Fuerzas Penitenciarias y Civiles; en el marco de este proceso de persecución, venganza y exterminio, donde SE CONTINÚAN REPITIENDO en forma sistemática infinidad de irregularidades jurídicas, instrumentadas en el ámbito de una justicia prevaricadora. 

El grave cuadro de situación, obliga a destacar y considerar los siguientes aspectos:

Edad promedio a nivel nacional

  • En Penales70 años.
  • En Prisión Domiciliaria78 años.

Períodos donde se produjeron los 565 fallecimientos

  • Fallecidos entre el 10 Dic 83 / 25 May 0320.
  • Fallecidos entre el 25 May 03 / 10 Dic 0755.
  • Fallecidos entre el 10 Dic 07 / 10 Dic 15274.
  • Fallecidos entre el 10 Dic 15 / 10 Dic 19201.
  • Fallecidos desde el 10 Dic 1915 (quince) decesos se han producido desde el día 10 de Diciembre de 2019.

Solicitamos a todos los integrantes de las FFAA, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales y Fuerzas Penitenciarias, a las distintas ONG e Instituciones, a familiares, amigos y allegados en general, a continuar sumándose en apoyo de todos quienes deben enfrentar esta injusta situación, a fin de afirmar, fortalecer e incrementar el planteo de los justos reclamos por acceder a una justicia verdaderamente independiente, imparcial y objetiva, a través del irrestricto respeto por la Constitución Nacional. La continuación de la ardua lucha en su apoyo, por la recuperación plena del estado de derecho y por la reparación del respeto y la credibilidad de las Instituciones de la República, así lo exige.

Expresamos nuestras sentidas condolencias a todos sus familiares, compañeros de Promoción, camaradas y amigos, rogándole al Señor, les conceda pronta y cristiana resignación.

Coronel (R) Guillermo César Viola.

Unión de Promociones

 


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Junio 4, 2020


 

Luis Allegrini entrevista a Mario Sandoval

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Entrevista  por la emisora de radio FM de las Américas  89,5,  del periodista  LUIS ALLEGRINI a MARIO SANDOVAL, alojado en la Unidad Penitenciaria Federal 34 de Campo de Mayo. En la misma con  total razonabilidad se tocaron temas como la justicia argentina, los derechos humanos, Argentina y el mundo, la mentira,  el coronavirus, la legalidad de los juicios bien o mal llamados de lesa humanidad   y otros temas que hoy nos preocupan y afectan a todos.

www.prisioneroenargentina.com

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Entrevista Radial

Luis Allegrini 

FM de las Américas  89,5

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Junio 4, 2020


 

Su Gato… ¿Cómo se llama?

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Los gatos son conocidos por su indiferencia hacia los humanos cuando lo desean: casi cualquier hombre o mujer testificará cuán fácilmente estos animales nos ignoran cuando los llamamos. Pero un nuevo estudio indica que los gatos domésticos sí reconocen sus propios nombres, incluso si se alejan cuando los escuchan.

Científicos del Departamente de Comportamiento Animal de la Universidad de Sophia en Tokio, ha demostrado que los gatos pueden reconocer la voz de las personas. En otro estudio, que involucró a 78 gatos de hogares japoneses y un “café para gatos”, se centró en las respuestas a sus nombres.

Los científicos primero hicieron que los “padres humanos” dijeran repetidamente cuatro palabras que sonaban similares a los nombres de sus gatos hasta que los animales se acostumbraron a esas palabras y dejaron de responder.

Luego, los humanos dijeron los nombres reales, y los investigadores analizaron si los gatos individuales (cuando vivían entre otros gatos) parecían capaces de distinguir a sus apodos. Los gatos tenían respuestas más pronunciadas a sus propios nombres, maullando o moviendo sus orejas, cabezas o colas, que a palabras similares u otros nombres de gatos.

Los investigadores también hicieron que personas desconocidas pronunciaran los nombres de los gatos. Aunque las respuestas de los felinos fueron menos prominentes que cuando sus padres adoptivos los llamaron, todavía parecían reconocer sus nombres.

Este nuevo estudio muestra claramente que muchos gatos reaccionan a sus propios nombres cuando los hablan sus dueños. pero los investigadores están menos convencidos de que los gatos puedan reconocer sus nombres cuando alguien que no los conozca los mencionen.

Es completamente posible que algunos gatos puedan generalizar y optar ignorar entre una voz humana y otra, pero se requieren más ensayos antes de decir que la evidencia es convincente. Tampoco es una conclusión final, pero muchos expertos señalan la posibilidad que gatos adoptados luego de una cierta edad, estén acostumbrados a nombres por los cuales eran llamados en refugios de animales o previas casas donde hubiesen vivido y la transición es un poco más prolongada.

Al parecer, los gatos son tan buenos como los perros para aprender, simplemente no están tan interesados ​​en mostrar a sus amigos humanos lo que han aprendido.

 


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Junio 4, 2020


 

LA BATALLA DE MIDWAY

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El 4 de 1942, la Batalla de Midway, uno de los Estados Unidos más decisivos. victorias contra Japón durante la Segunda Guerra Mundial – comienza. Durante la batalla de cuatro días por mar y aire, los Estados Unidos superaron en número Pacific Fleet logró destruir cuatro portaaviones japoneses mientras que perdió solo uno propio, el Yorktown, ante la invencible armada japonesa.

El plan japonés era atraer a los portaaviones de Estados Unidos para hundirlos todos juntos y ocupar Midway en seguida con el objetivo de ampliar el perímetro defensivo de Japón en el Pacífico, alejándolo de las islas metropolitanas japonesas. Esta operación era considerada como un preparativo para invadir las islas Fiyi y Samoa, así como para una posible invasión de Hawái. La ocupación del atolón de Midway, al igual que había sucedido con el ataque sobre Pearl Harbor, no era parte de una campaña para conquistar Estados Unidos, sino que estaba orientada a eliminar el poder estratégico de los norteamericanos en el Océano Pacífico, dejándole a Japón las manos libres para establecer una gran esfera de influencia política y económica en el sudeste asiático. Los japoneses también esperaban que, con una nueva derrota, a Estados Unidos no le quedaría más remedio que negociar la paz en unas condiciones favorables para Japón. La principal preocupación estratégica del almirante Isoroku Yamamoto, comandante en jefe de la flota conjunta de la Marina Imperial japonesa, eran los portaaviones norteamericanos, especialmente tras el conocido como ataque Doolittle, del 18 de abril de 1942, en el que cuatro bombarderos B-25 Mitchell que habían despegado del USS Hornet habían atacado Tokio y otras ciudades japonesas.

A pesar de que la acción militarmente fue insignificante, la osadía fue un gran choque psicológico para toda la nación japonesa, al constatarse un agujero en las defensas en torno al territorio nacional japonés. Hundir los portaaviones estadounidenses y ocupar el atolón de Midway, la única posición estratégica aliada que quedaba, ubicada a solo 2000 km de Japón, en el medio del océano Pacífico, parecía ser la única manera de eliminar esta amenaza. El plan de batalla del almirante era complejo, tal y como era típico en los planes navales japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Además, partía de la suposición de disponer de informaciones precisas por los servicios de inteligencia de que los portaviones USS Enterprise y USS Hornet eran los únicos disponibles por aquel entonces en la flota norteamericana del Pacífico. El USS Lexington había sido hundido y el USS Yorktown había sufrido graves daños (y se consideraba hundido) en la Batalla del Mar del Coral, que había tenido lugar tan solo un mes antes. Más importante todavía era la creencia japonesa de que los norteamericanos se encontraban desmoralizados y desmotivados por sus frecuentes derrotas en los seis meses previos. Yamamoto sentía que la frustración podría ser fundamental para llevar a los americanos a caer en una trampa, motivados por la revancha a cualquier precio, y que de esta manera comprometerían definitivamente su poder naval y aéreo en el océano Pacífico.

Para que eso sucediese, Yamamoto dispersaría sus fuerzas de manera que no pudiesen ser descubiertas antes de la batalla y que cayesen sobre el enemigo con sorpresa, de manera concentrada, cuando la confrontación hubiese comenzado. Sin embargo, esta gran dispersión haría que sus unidades se viesen impedidas a la hora de protegerse mutuamente y, punto clave y desconocido por Yamamoto, cualquier beneficio que los japoneses pudiesen obtener de estos había quedado ya neutralizado por la quiebra de los códigos navales japoneses, conseguida en secreto por los expertos en criptografía de los servicios de inteligencia aliados. El punto crítico de toda la operación en Midway era que los acorazados y los cruceros de apoyo a la fuerza especial de portaviones del vicealmirante Chuichi Nagumo, comandante del ataque, deberían seguir a la fuerza principal a centenares de kilómetros de distancia. Su misión era hundir a cualquier embarcación americana que acudiese al auxilio en Midway después de la destrucción de las defensas del atolón o que estuviese debilitada por el ataque de la aviación de Nagumo, algo que era típico de la doctrina de batalla de la mayoría de las marinas de la época. El almirante Nagumo lanzó su ataque inicial contra Midway a las cuatro y media de la mañana del 4 de junio de 1942, con un total de 108 aeronaves. Al mismo tiempo, lanzó a seis aviones de reconocimiento para buscar a la flota enemiga, así como cazas Zero para patrullar el espacio aéreo en torno a la flota. Las misiones de reconocimiento japonesa serán muy débiles, al disponer de pocas aeronaves que abarcaban vastas zonas de búsqueda, en la inmensidad del océano, al este y al nordeste de la fuerza especial.

A las seis y vente, los aviones de Nagumo comenzaron el bombardeo de Midway, provocando grandes daños en las instalaciones militares aliadas de la isla. Pilotando obsoletos Brewster Buffalos y F4F Wildcats, algunos pilotos de la marina allí estacionados defendieron la isla, sufriendo graves bajas. En cambio, la artillería antiaérea aliada, estaba con puntería y logró derribar varios aviones atacantes. Los aviones de reconocimientos japoneses, enviados para evaluar el estado de las defensas del atolón de Midway después del ataque, transmitieron el mensaje al almirante avisando de que otra misión de bombardeo sería necesaria para neutralizar las defensas antes de que las tropas japonesas pudiesen desembarcar en el día siete como estaba previsto. Los bombarderos norteamericanos estacionados en la isla de Midway que lograron levantar el vuelo antes del ataque nipón lograron hacer varios ataques contra la flota atacante. Ahora bien, al ser principalmente aviones torpederos TBF Avengers, lentos y pesados, fueron pronto prácticamente destruidos por las defensas antiaéreas de los navíos japoneses y por los veloces cazas Zero, sin causarle daños a la flota atacante. De hecho, solo tres consiguieron regresar de nuevo a su base en Midway.

Según las tácticas de batalla de la época, Nagumo conservó a la mitad de sus aviones como reserva, dos escuadrones formados por bombarderos en picado y aviones torpederos.  Nagumo tenía la opción de armar a los bombarderos con torpedos (para hundir embarcaciones) o con bombas terrestres (para ataques a instalaciones). En el primer ataque en Midway optó por equipar a los aviones con torpedos, temiendo encontrar embarcaciones estadounidenses. Con esta decisión, hubo por consiguiente la necesidad de un segundo ataque, puesto que la pista de despegue y de aterrizaje del atolón no había sido destruida debido a la falta de bombas terrestres. Los aviones de la segunda oleada recibieron entonces instrucciones de ir todos armados con bombas para uso contra instalaciones terrestres. A los treinta minutos del inicio de este ataque, un avión de reconocimiento de largo alcance nipón, que había salido al amanecer, dio parte de la existencia  de una flota enemiga de tamaño considerable al este. Nagumo detuvo de inmediato la operación y esperó a recibir información sobre la composición de la flota localizada. Fueron necesarios más de cuarenta minutos para que el avión de reconocimiento enviase por radio el aviso de la presencia de un portaaviones en la flota enemiga.

El almirante entonces se vio ante un dilema. Sus subordinados insistían para que Nagumo lanzase un ataque contra el portaaviones enemigo con lo que tenía todavía de reserva. Pero el problema es que las operaciones de preparación y despegue de aviones tardaban entre 30 y 45 minutos, y además los pilotos de la primera oleada que habían salido para atacar Midway estaban regresando. Muchos de ellos estaban casi sin combustible, dañados o con la tripulación herida, y necesitaban aterrizar inmediatamente o perecerían estrellados en el mar. Los cálculos decían que había muy pocas opciones de que los aviones de reserva pudiesen todos despegar antes de la llegada de los primeros. De esta manera, sin tener todavía confirmación de la composición de la flota norteamericana avistada, Nagumo fue cauteloso y prefirió esperar antes de decidir la clase de armamento que iba a usarse para la segunda oleada, si torpedos para atacar a la flota o si bombas para arrasar las instalaciones enemigas en tierra. Aparte, otro ataque sufrido por parte de la aviación aliada estacionada en Midway, también rechazado sin pérdidas por los japoneses, reforzó todavía más la necesidad de un segundo ataque sobre el atolón. Preso de la indecisión y razonando estrictamente conforme a la doctrina japonesa de tácticas de batallas aeronavales, siguiendo el manual y sin osadías, el almirante terminó optando por esperar que los aviones de la primera oleada regresasen a los portaviones para lanzar entonces, con el armamento más apropiado, la segunda oleada del ataque. Esta decisión le costaría la derrota en la batalla de Midway.

Yamamoto
Spruance
Fletcher
Nagumo

En estos momentos, cuando la indecisión se apoderaba del mando japonés, el almirante Jack Frank Fletcher, al mando de la fuerza especial estadounidense, había lanzado desde las siete de la mañana los aviones del Yorktown contra los portaaviones enemigos. Al contrario de Nagumo, en cuanto los enemigos fueron avistados, en el mando del Enterprise y del Hornet, el almirante Raymond Spruance dio la orden crucial para los aviones que ya habían despegado de atacar inmediatamente los objetivos señalados con todo lo que tuviesen y cómo pudiesen, sin esperar a que toda la flota aérea estuviese en el aire para un ataque conjunto y coordinado, debido al tiempo que tomaba esta organización de escuadrones en el aire. Cada escuadrón, al levantar el vuelo, en vez de circular alrededor de la flota esperando a que toda la fuerza de ataque estuviese en el aire en formación de combate conjunto, se dirigía directamente al enemigo. Esta táctica, a pesar de mermar el volumen del impacto de los ataques contra los japoneses y de acarrearles graves pérdidas a los estadounidenses, tuvo el mérito de desorganizar la capacidad de contraataque de Nagumo y halló a los portaaviones en un momento en el que eran vulnerables. Los primeros aviones enviados para atacar a los japoneses tuvieron dificultades para encontrarlos en la inmensidad del océano, incluso con sus coordenadas ya marcadas por las patrullas de reconocimiento. Al encontrarlos finalmente, se produjo una de los mayores actos de sacrificio en una batalla perdida que se transformaría en victoria en última instancia. A las nueve y veinte de la mañana, la primera oleada de aviones torpederos llega a los objetivos. Eran lentos modelos TDB Devastator, que se lanzarían contra los portaaviones en fila, casi a la altura del mar. Fueron abatidos uno por uno: solo un piloto logró sobrevivir a esta primera incursión. Con aviones iguales, la segunda intentona terminó de igual manera y la flota aérea norteamericana atacante quedó casi toda destruida, mientras que la flota nipona quedó prácticamente intacta. Parecía que la batalla de Midway estaba decidida y que a los japoneses tan solo les quedaba completar su reabastecimiento de aviones y embarcaciones para iniciar su ofensiva final contra la flota americana y contra Midway.

Mientras tanto, el terrible sacrificio de los pilotos de los aviones torpederos americanos tuvo su recompensa, porque indirectamente consiguieron tres resultados relevantes. Primero, obligaron a los portaaviones torpederos a navegar en semicírculos y a hacer maniobras para evitar los torpedos, impidiendo que se posicionaran para el lanzamiento de sus aviones. Segundo, obligaron a los cazas Zero que les atacaban en el aire a gastar casi toda su munición y combustible tratando de derribarlos. Tercero, pusieron a la escolta aérea de los portaaviones fuera de posición para la defensa de cualquier otro ataque. Inmediatamente después de esos ataques, aproximándose a gran altura sin ser molestados por los cazas Zero japoneses que perseguían a los aviones torpederos próximos al mar, dos escuadrones de bombarderos en picado norteamericanos, procedentes del nordeste y del sudoeste, cayeron sobre los portaaviones enemigos, que en aquellos momentos se encontraban con las cubiertas llenas de aviones reabasteciéndose y armándose para iniciar el contraataque, en condiciones de defensa sumamente vulnerables. A las diez y veinte de la mañana, los bombarderos del Enterprise atacan al Kaga y los del Yorktown caen sobre el Soryu y el Akagi. El ataque resultaría devastador: en un tiempo total de seis minutos, tres de los cuatro portaviones de la hasta entonces intacta y vencedora flota nipona estaban en llamas, fuera de juego y hundidos en tiempo récord.

El Hiryu, el único portaviones que seguía intacto, puso rápidamente en el aire a sus aviones para contraatacar a la fuerza especial estadounidense. La primera oleada de bombarderos japoneses dañó gravemente al USS Yorktown, con varios impactos directos. Los daños sufridos por el Yorktown hicieron que este perdiese velocidad, pero en una hora sus equipos dañados ya habían sido arreglados, tan eficazmente que la próxima oleada de pilotos nipones pensarían que estaban atacando otra embarcación, ya que pensaban que habían hundido al USS Yorktown. Así que los pilotos japoneses supervivientes se agruparon todos en el portaviones Hiryu y anunciaron haber hundido dos portaaviones americanos, lo que aumentó la moral de cara a un tercer ataque contra lo que ellos creían era el último portaaviones enemigo.

Pero el Hiryu, repleto de aeronaves supervivientes niponas reabastecidas frenéticamente en una cubierta abarratoda el que se hundiría tras un asalto final de bombarderos en picado que transformó en un amasijo de hierro en llamas al hasta entonces único superviviente de la flota de portaaviones que habían atacado Midway.

Cuando cayó la noche, los dos bandos pensaron respectivamente qué iban a hacer a continuación. El comando operacional aliado pasó entonces al almirante Spruance. Él sabía que Estados Unidos había conseguido una gran victoria, pero seguía inseguro sobre el tipo de fuerzas que los japoneses tenían todavía y estaba determinado a preservar tanto a Midway como a sus portaviones restantes. Para ayudar a sus pilotos, que habían sido mandados al ataque durante el día al límite máximo de alcance posible, siguió moviendo a la flota en dirección a Nagumo. Por su parte, a pesar de las grandes pérdidas sufridas, el almirante Yamamoto decidió inicialmente proseguir con sus esfuerzos para ocupar Midway y envió a sus buques de guerra a buscar a los dos portaviones norteamericanos, al mismo tiempo que destacaba a una fuerza de cruceros para bombardear Midway.

A las dos y cuarto de la madrugada del 5 al 6 de junio de 1942, un submarino estadounidense se percató de la presencia de embarcaciones niponas a 165 kim al oeste del atolón de Midway. El almirante Spruance, que aún no había logrado localizar el grueso de la flota de Yamamoto, dio por sentado que iban a agruparse y partió en su dirección. Sin embargo, era solamente la flota enviada para bombardear Midway, compuesta por cuatro cruceros y dos destructores, que poco después recibió la orden de retirarse de la zona y de juntarse en mar abierto al resto de la flota de batalla del almirante Yamamoto. Por la mañana, el submarino lanzó un ataque de torpedos contra los cruceros, sin éxito, pero en los dos días siguientes la aviación estacionada en Midway y los portaviones hicieron varios ataques contra los cruceros, logrando hundir al Mikuma y dañando gravemente al Mogami.

Por el lado estadounidense, el USS Yorktown, a la deriva y casi abandonado por la tripulación, fue finalmente hundido por tres torpedos del submarino japonés I-168 el 7 de junio de 1942, alcanzando también al destructor USS Hammann, que ayudaba a los efectivos del Yorktown, partiéndolo al medio y matando a ochenta tripulantes. Terminaba así la caótica batalla de Midway, a favor de los estadounidenses.

La pérdida de los cuatro portaaviones enviados por los japoneses a Midway, junto con un gran número de sus pilotos navales bien entrenados e insustituibles, interrumpió la expansión de Japón por el océano Pacífico. Ya solo le quedaban tan solo dos grandes portaaviones a la Marina Imperial japonesa para acciones ofensivas, el Shokaku y el Zuikaku, aparte de otros tres portaaviones de bolsillo, de poco poder ofensivo y que apenas transportaban pequeños aviones y en pequeño número. El 10 de junio, en una conferencia del Alto Mando para planear la continuación de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, la Marina Imperial tapó la extensión real de sus pérdidas en la batalla de Midway. En cuanto se le informó al emperador Hirohito de lo sucedido, prefiriendo mantener el secreto ante el resto del ejército y la propia opinión pública, hizo que los responsables militares de la planificación de la guerra continuasen por algún tiempo pleaneando sus ataques bajo la premisa de que la flota aeronaval japonesa seguía siendo poderosa.

Con frecuencia, los historiadores se refieren a la batalla de Midway como un punto de inflexión fundamental en el teatro de operaciones del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. La Marina Imperial japonesa seguiría luchando con ferocidad hasta que EE. UU. logró una clara supremacía al final de la guerra. La victoria de Midway le dio a los estadounidenses la iniciativa estratégica en lo que quedaba de Segunda Guerra Mundial, le inflingió daños irreparables a la fuerza de portaviones nipones y acortó el tiempo de confrontación en el océano Pacífico.

Por otra parte, el programa de entrenamiento japonés previo a la guerra había producido unos pilotos de un nivel excepcional para la aviación naval japonesa. Estos pilotos de élite eran veteranos preparados y curtidos por los combates en el momento de la ofensiva contra el atolón de Midway. En esta batalla, los japoneses perdieron más aviadores en un solo día que en todo un año durante los entrenamientos previos. Los planificadores militares fallaron a la hora de prever un conflicto de larga duración y por ello no tuvieron capacidad de reponer rápidamente las pérdidas en embarcaciones, marineros y pilotos desde que arrancó la épica batalla de Midway. Lo cierto es que, a mediados de 1943, la aviación naval japonesa había sido arrasada casi por completo.

Apenas dos meses después de la batalla de Midway, los estadounidenses tomaron la iniciativa con el desembarco en Guadalcanal, derrotando una vez más al enemigo y asegurando una línea de suministros aliada para Australia y las Indias Holandesas. A partir de ese momento, la iniciativa ofensiva en el teatro de operaciones del Pacífico pasaría a estar siempre en manos americanas, hasta la capitulación de Japón en 1945, que marcaría el fin de la Segunda Guerra Mundial.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 4, 2020


 

PATRIOTISMO

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Por Yukio Mishima

I
El veintiocho de febrero de 1936, al tercer día del incidente del 26 de febrero, el teniente Shinji Takeyama, del batallón de transportes, profundamente perturbado al saber que sus colegas más cercanos estaban en connivencia con los amotinados, e indignado ante la inminente perspectiva del ataque de unas tropas imperiales contra otras tropas imperiales, tomó su espada de oficial y ceremoniosamente se vació las entrañas en la habitación de ocho tatami de su residencia privada en la sexta manzana de Aoba-cho, en el distrito Yotsuya. Su esposa, Reiko, lo siguió clavándose un puñal hasta morir.
La nota de despedida del teniente consistía en una sola frase: “¡Vivan las Fuerzas Imperiales!”. La de su esposa, luego de implorar el perdón de sus padres por precederlos en el camino a la tumba, concluía: “Ha llegado la hora para la mujer de un soldado”. Los últimos momentos de esta heroica y abnegada pareja hubieran hecho llorar a los dioses. Es menester destacar que la edad del teniente era de treinta y un años; la de su esposa, veintitrés.
Hacía sólo dieciocho meses que se habían casado.
 
II
Los que contemplaron el retrato conmemorativo de los novios no dejaron de admirar, quizá tanto como quienes habían asistido a la boda, el elegante porte de la pareja.
El teniente, de pie junto a su esposa, estaba majestuoso en su uniforme militar. Su mano derecha descansaba sobre el puño de la espada y con la izquierda sostenía la gorra de oficial. Su expresión severa traducía claramente la integridad de su juventud.
En cuanto a la belleza de la novia, envuelta en sus blancas vestiduras, sería difícil encontrar las palabras adecuadas para describirla. Había sensualidad y refinamiento en sus ojos, en las finas cejas y en los labios llenos. Una mano, tímidamente asomada por la manga del vestido, sostenía un abanico, y las puntas de los dedos, agrupados delicadamente, eran como el capullo de una flor de luna.
Luego de consumado el suicidio, muchos tomaron la fotografía y se entregaron a tristes reflexiones acerca de las maldiciones que suelen recaer sobre las uniones sin tacha. Quizá fuera sólo efecto de la imaginación, pero, al observar el retrato, parecía casi que los dos jóvenes, ante el biombo dorado, contemplaran, con absoluta claridad, la muerte que los aguardaba.
Gracias a los buenos oficios de su mediador, el teniente general Ozeki habían podido instalarse en su nuevo hogar de Aoba-cho, en Yotsuya. En realidad, aquel nuevo hogar no era sino una vieja casona alquilada, de tres dormitorios y con un pequeño jardín detrás. Utilizaban la habitación del piso superior, de ocho tatami, como dormitorio y habitación de huéspedes, pues el resto de la casa no recibía la luz del sol.
No tenían sirvientes y Reiko cuidaba del hogar en ausencia de su marido.
El viaje de boda quedó postergado por coincidir con una época de emergencia nacional. El teniente y su esposa pasaron la primera noche de casados en la vieja casa. Muy tieso, sentado sobre el suelo y con su espada frente a él, Shinji había hecho escuchar a su esposa un discurso de corte militar antes de llevarla al lecho nupcial. Una mujer que contraía matrimonio con un soldado debía saber y aceptar sin vacilaciones el hecho de que la muerte de su marido podría llegar en cualquier momento. Quizá al día siguiente. No importaba cuándo. ¿Estaba ella conforme con aceptarlo? Reiko se puso de pie y, abriendo la vitrina, tomó de ella su más preciado bien, un puñal regalado por su madre. Se comprendieron perfectamente sin necesidad de palabras y el teniente no puso nunca más a prueba la resolución de su mujer.
Durante los primeros meses que siguieron a la boda, la belleza de Reiko se hizo cada día más radiante. Brillaba, serena, como la luna después de la lluvia.
Como ambos estaban dotados de cuerpos sanos y vigorosos, su relación era apasionada y no se limitaba a las horas de la noche. En más de una ocasión, al volver a su hogar directamente del campo de maniobras, y aún con el uniforme salpicado de barro, el teniente había poseído a su mujer en el suelo, apenas abierta la puerta de la casa. Reiko le correspondía con el mismo ardor. En aproximadamente un mes, contando con la noche de bodas, Reiko conoció la absoluta felicidad, y el teniente, al comprobarlo, se sintió también muy feliz.
El cuerpo de Reiko era blanco y puro, y de sus pechos turgentes emanaba un rechazo firme y casto que, cuando gozaba, se mudaba en la más íntima y acogedora tibieza. Aun en los momentos de mayor intimidad se mantenían extraordinariamente serios. Conservaban sus corazones sobrios y austeros en medio de las más embriagadoras demostraciones de pasión.
El teniente recordaba a su mujer durante el día en los cortos períodos de descanso entre su entrenamiento y su retorno al hogar, y Reiko no olvidaba a su marido en ningún momento. Cuando estaban separados, les bastaba con mirar solamente la fotografía de su casamiento para ratificar una vez más su felicidad. A Reiko no le sorprendía en lo más mínimo que un hombre que había sido un extraño hasta algunos meses atrás se hubiera convertido en el sol alrededor del cual giraban su vida y su mundo.
Esta relación tenía una base moral y seguía fielmente el mandato de los Principios de la Educación en los que se estipula que “la armonía reinará entre el marido y la mujer”. Reiko no encontró jamás la ocasión de contradecir a su marido, y el teniente no tuvo motivo alguno para reñir a su mujer.
En el nicho, debajo de la escalera, junto a la tablilla del Gran Santuario Ise, habían colocado fotografías de sus Majestades Imperiales, y cada mañana, antes de partir hacia sus obligaciones, el teniente y su mujer se detenían frente a ese lugar santificado y juntos se inclinaban en una profunda reverencia.
La ofrenda de agua se renovaba cada mañana y la rama sagrada de sakasi estaba siempre verde y fresca. Sus vidas se deslizaban bajo la solemne protección de los dioses y estaban colmadas de una felicidad intensa que hacía vibrar cada fibra de sus cuerpos.
 
III
Aun cuando la casa de Saito, señor del Sello Privado, se hallaba en la vecindad, nadie oyó allí el tiroteo de la mañana del 26 de febrero. Aquel fue un ruidoso toque de atención en el amanecer nevado e interrumpió bruscamente el sueño del teniente. Saltó inmediatamente de la cama y, sin pronunciar palabra, se vistió el uniforme, se ajustó la espada que le tendía su mujer y se precipitó a la calle cubierta de nieve en el oscuro amanecer. No regresó a su hogar hasta la noche del día veintiocho.
Algo más tarde, Reiko oyó por la radio las noticias sobre aquella súbita erupción de violencia. Vivió los dos días siguientes en completa y tranquila soledad tras las puertas cerradas.
Reiko había leído la presencia de la muerte en el rostro de su marido al marcharse a toda prisa bajo la nieve. Si Shinji no regresaba, su propia decisión era también muy firme. Moriría con él.
Se dedicó, entonces, a ordenar sus pertenencias personales. Eligió su mejor conjunto de kimonos como recuerdo para sus amigas de colegio y escribió un nombre y una dirección sobre el rígido papel en el que los había doblado y envuelto uno a uno.
Como su marido le recordaba constantemente que no había que pensar en el mañana, Reiko ni siquiera había escrito un diario, y se encontraba ahora en la imposibilidad de releer los pasajes en los que hubiera dado testimonio de su felicidad. Sobre la radio se destacaban un perrito de porcelana, un conejo, una ardilla, un oso y un zorro. Tampoco faltaban allí un jarrón y un recipiente para el agua. Estos objetos constituían la única colección de Reiko. Sin embargo, de nada serviría regalarlos como recuerdos. Tampoco sería apropiado pedir específicamente que fueran incluidos en su ataúd. Mientras estos objetos desfilaban por su mente, Reiko tuvo la sensación de que los animalitos parecían cada vez más tristes y desamparados.
Tomó la ardilla en su mano y la observó. Fue entonces cuando, con sus pensamientos puestos en un reino mucho más alejado que estos afectos infantiles, vio en lontananza los principios, vitales como el sol, que personificaba su marido. Estaba pronta y feliz de terminar sus días en compañía de aquel hombre deslumbrante, pero en ese momento de soledad se permitió refugiarse en el inocente afecto por aquellas bagatelas. Ya había pasado el tiempo en que realmente las había amado.
Ahora solamente acariciaba su recuerdo y el lugar que habían ocupado en su corazón se había colmado definitivamente con pasiones más intensas.
Reiko jamás había supuesto que las turbadoras emociones de la carne fueran sólo un placer. La baja temperatura de febrero y el contacto con la gélida porcelana de la ardilla habían entumecido sus dedos. Sin embargo, bajo los dibujos simétricos de su acicalado kimonomeisen podía sentir, cuando recordaba los poderosos brazos del teniente, una cálida humedad que, desde su piel, desafiaba al frío.
No experimentaba absolutamente ningún temor por la muerte que rondaba en la cercanía. Mientras esperaba sola en su casa, Reiko no dudaba que la angustia y la congoja que estaría experimentando su marido en aquellos momentos la llevarían, con tanta certeza como su intensa pasión, a una muerte agradable. Sentía en lo más hondo que su cuerpo podría disolverse con facilidad y convertirse en una sola cosa con el pensamiento de su marido.
A través de las informaciones de la radio, oyó los nombres de varios colegas de su marido mencionados entre los insurgentes. Eran noticias de muerte. Se preguntaba ansiosamente, a medida que la situación se hacía más difícil, por qué no se emitía una Ordenanza Imperial. El movimiento, que en un principio había parecido ser un intento de restaurar el honor nacional, se había convertido gradualmente en algo llamado motín. El regimiento no había dado ningún comunicado y se suponía que, en cualquier momento, podría comenzar la lucha en las calles aún cubiertas de nieve.
El veintiocho, a la caída del sol, furiosos golpes estremecieron a Reiko. Bajó precipitadamente las escaleras, y mientras, con dedos inexpertos, tiraba del pasador, la silueta apenas delineada tras los vidrios cubiertos de escarcha no emitía sonido alguno. Sin embargo, no dudó de la presencia de su marido. Nunca antes había tenido tanta dificultad en abrir la puerta. Cuando finalmente pudo lograrlo, se encontró frente al teniente enfundado en un capote color caqui y con las botas de campaña salpicadas de barro.
Reiko no comprendió por qué Shinji cerró la puerta y corrió nuevamente el pasador.
-Bienvenido a casa -la joven ejecuta una profunda reverencia a la cual su marido no respondió. Se había quitado la espada y comenzaba a desembarazarse del capote. Ella quiso ayudarlo. La chaqueta, que estaba fría y húmeda y había perdido el olor a estiércol que tenía normalmente cuando se la exponía al sol, le pesaba en el brazo. La colgó de una percha y sosteniendo la espada y el cinturón de cuero entre sus mangas, esperó a que su marido se quitase las botas. Luego, lo siguió hasta el cuarto de estar: la habitación de seis tatami.
Bajo la clara luz de la lámpara, el rostro barbudo y agotado de su marido era casi irreconocible. Las mejillas hundidas habían perdido su brillo y elasticidad.
En circunstancias normales hubiera cambiado su ropa por otra de casa, y le hubiera urgido servir la comida de inmediato. En cambio, aquella noche se sentó frente a la mesa vistiendo el uniforme y con la cabeza hundida sobre el pecho.
Reiko se abstuvo de preguntar si debía preparar la comida.
-Yo no sabía nada -dijo el hombre al cabo de un silencio-. No me pidieron que me uniera a ellos. Quizás no lo hicieron al saberme recién casado. Kano, Homma y, tampoco, Yamaguchi.
Reiko evocó los rostros de los alegres oficiales jóvenes, amigos de su marido, que habían ido a aquella casa en calidad de invitados.
-Quizás mañana se publique una Ordenanza Imperial. Supongo que serán juzgados como rebeldes. Estaré a cargo de la unidad con órdenes de atacarlos… No puedo hacerlo. Sería simplemente imposible -guardó un corto silencio-. Me han dispensado de las guardias y estoy autorizado para volver a casa por una noche. Mañana, a primera hora, deberé unirme al ataque sin proferir una réplica. No puedo hacerlo, Reiko…
Reiko estaba sentada, muy tiesa, con los ojos bajos.
Comprendía muy claramente que su marido hablaba en términos de muerte. El teniente estaba resuelto y, aun cuando todavía planteaba el dilema, en su mente ya no cabían vacilaciones.
Sin embargo, en el silencio que se estableció entre ambos, todo quedó claro con la misma transparencia de un cauce alimentado por el deshielo.
Ya en su casa después de la larga prueba de dos días y contemplando el rostro de su hermosa mujer, el teniente experimentó, por primera vez, una verdadera paz interior. Había intuido de inmediato que su mujer conocía la resolución que ocultaban sus palabras.
-Bien, entonces… -el teniente abrió, grandes, los ojos. Pese al cansancio, su mirada era fuerte y transparente y no la apartó de su esposa-. Esta noche me abriré el estómago.
Reiko no vaciló.
-Estoy preparada -dijo-, permíteme acompañarte.
El teniente se sintió casi hipnotizado por la mirada implorante de su esposa. Sus palabras comenzaron a fluir rápida y fácilmente, como expresadas en delirio.
Otorgó su aprobación a aquella empresa vital en una forma descuidada y negligente que parecía escapar a su entendimiento.
-Bien. Nos iremos juntos. Pero, antes, quiero que seas testigo de mi muerte.
Ya de acuerdo, sus corazones se vieron inundados por una repentina felicidad.
Reiko estaba profundamente conmovida por la confianza que depositaba en ella su marido. Era vital para el teniente que no se cometieran irregularidades en su muerte. Por esta razón era necesario un testigo. Y haber elegido para tal fin a su mujer demostraba una profunda y absoluta confianza. En segundo lugar, y esto era aun más importante, aunque había rogado a Reiko que muriera con él, ni siquiera intentaba matar a su esposa primero, sino que dejaba aquel momento librado al criterio de ella, para cuando él ya no estuviera allí, verificándolo todo. Si el teniente hubiera abrigado la menor sospecha, cumpliendo el pacto de los suicidas, hubiera preferido matarla primero.
Cuando Reiko dijo: “Permíteme acompañarte”, el teniente apreció en estas palabras el fruto final de las enseñanzas impartidas a su mujer desde la noche del casamiento. La había educado en forma tal que, llegado el momento, respondía en los exactos términos que correspondían. Era éste un halago a la confianza en sí mismo que alimentaba Shinji… No era ni tan romántico ni tan presuntuoso como para creer que esas palabras eran dichas espontáneamente, sólo por amor.
Sus corazones estaban tan inundados de felicidad que no podían dejar de sonreír. Reiko se sentía nuevamente en la noche de bodas. Ante sus ojos no existían ni el dolor ni la muerte. Sólo creía ver un ilimitado espacio abierto hacia vastos horizontes.
-El agua está caliente. ¿Te darás un baño ahora?
-Sí, por supuesto.
-¿Y la comida…?
Las palabras fueron pronunciadas en un tono tan tranquilo y doméstico, que, por una fracción de segundo, el teniente creyó haber sido juguete de una alucinación.
-No creo que sea necesario. ¿Podrás calentar un poco de sake?
-Como quieras.
Reiko se levantó y al tomar del ropero un vestido tanzan para después del baño, atrajo deliberadamente la atención de su marido sobre los cajones vacíos. El teniente observó el interior del mueble. Leyó las direcciones sobre los regalos recordatorios. No hubo pena en él frente a la heroica determinación de Reiko. Como un marido a quien su joven esposa enseña con orgullo sus compras pueriles, el teniente, inundado de afecto, abrazó a su mujer cariñosamente por la espalda y le besó el cuello.
Reiko sintió la aspereza de aquel rostro sin afeitar. Esta sensación encerraba para ella toda la alegría del mundo, y ahora -sintiendo que iba a perderla para siempre- contenía una frescura más allá de toda experiencia. Cada momento parecía contener una infinita fuerza vital. Los sentidos se despertaron en todo su cuerpo.
Aceptando las caricias de Shinji, Reiko se alzó sobre la punta de los pies y dejó que aquella vitalidad atravesara su cuerpo.
-Primero, el baño, y luego, después de tomar sake… Prepara las camas arriba, ¿quieres?
El teniente susurró algo en el oído de su mujer, y ella asintió silenciosamente.
El teniente se quitó apresuradamente el uniforme y se dirigió al baño.
Al oír el suave rugido del agua, Reiko llevó carbón hasta el cuarto de estar y empezó a calentar el sake.
Tomó el tanzan, un fajín y su ropa interior. Se dirigió al baño para controlar el calor del agua. En medio de una nube de vapor, el teniente se afeitaba con las piernas cruzadas en el suelo. Ella pudo distinguir los músculos de su fuerte espalda húmeda que respondían a los movimientos de sus brazos.
Nada sugería algún acontecimiento anormal. Reiko se ocupaba diligentemente de sus tareas y preparaba platos improvisados.
Sus manos no temblaban y se mostraba más eficiente y desenvuelta que de costumbre. De tanto en tanto sentía extrañas palpitaciones en el centro del pecho, pero eran como luces distantes. Tenían un momento de gran intensidad y luego se desvanecían sin dejar huellas. Omitiendo esto, no parecía ocurrir nada fuera de lo habitual.
Mientras se afeitaba en el baño, el teniente sintió que su cuerpo tibio se libraba milagrosamente de la desesperada fatiga de aquellos días de incertidumbre y se llenaba de una agradable expectativa pese a la muerte que lo aguardaba. Oía vagamente los ruidos habituales con que su mujer cumplía sus quehaceres, y un saludable deseo físico, postergado durante dos días, se presentó nuevamente.
El teniente confiaba en que no había habido impureza en el goce experimentado mientras resolvían morir.
Ambos habían sentido en aquel momento, aun cuando no de una manera clara y consciente, que esos placeres permisibles estaban nuevamente bajo la protección del Bien y del Poder Divino. Los protegía una moralidad total e intachable. Al mirarse a los ojos descubrieron en su interior una muerte honorable, estaban de nuevo a salvo tras las paredes de acero que nadie podría destruir, enfundados en la impenetrable coraza de la Belleza y la Verdad.
El teniente podía entonces considerar su patriotismo y las urgencias de su carne como un todo.
Acercó más aún la cara al oscuro y agrietado espejo de pared y se afeitó cuidadosamente. Aquel era el rostro que presentaría a la muerte y era importante que no tuviera imperfecciones. Sus mejillas, recién afeitadas, irradiaban nuevamente el brillo de la juventud y parecían iluminar la opacidad del espejo. Sintió que había cierta elegancia en la asociación de la muerte con aquella cara sana y radiante.
Sería su rostro de difunto. En realidad ya había dejado a medias de pertenecerle para convertirse en el busto de un soldado muerto. A título de experimento, cerró fuertemente los ojos y todo quedó envuelto en la oscuridad. Ya no era una criatura viviente.
Al salir del baño, con un tenue reflejo azulado bajo la tersa piel de las mejillas, se sentó junto al brasero de carbón. Advirtió que, pese a hallarse ocupada, Reiko había encontrado el tiempo necesario para retocar su cara. Su rostro estaba fresco y sus labios húmedos. Era imposible encontrar en ella el menor rastro de tristeza, y al observar aquella demostración de la personalidad apasionada de su mujer, el teniente pensó que había elegido la esposa que le correspondía.
Tan pronto como hubo vaciado su taza de sake, se la ofreció a Reiko, que nunca lo había probado. La joven bebió un sorbo, tímidamente.
-Ven aquí -dijo el teniente.
Reiko se acercó a su marido y, mientras él la abrazaba, ella se sintió profundamente conmovida, como si la tristeza, la alegría y el poderoso sake se mezclaran dentro de ella.
El teniente contempló las facciones de su esposa. Era el último rostro que vería en este mundo. Lo estudió minuciosamente con los ojos de un viajero despidiéndose de espléndidos paisajes.
Reiko tenía una cara de rasgos regulares, sin ser fríos, y de labios suaves. El teniente, que no se cansaba de contemplarla, la besó en la boca. Y repentinamente, sin que se alterara su belleza por el llanto, las lágrimas comenzaron a brotar lentamente bajo las largas pestañas y corrieron como hilos brillantes por sus mejillas.
Luego Shinji quiso subir al dormitorio, pero ella le suplicó que le diera tiempo a tomar un baño. El teniente subió, pues, solo, y se acostó con los brazos y las piernas abiertas en la habitación entibiada por la estufa de gas. El tiempo que transcurrió esperando a su mujer no fue más largo de lo habitual.
Colocó las manos bajo la cabeza y observó las vigas del techo. ¿Esperaba la muerte? ¿Un salvaje éxtasis de los sentidos? Ambas cosas parecían sobreponerse, como si el objeto del deseo físico fuera la propia muerte.
El teniente nunca había gozado de una libertad tan absoluta.
Un coche frenó y pudo oír el chirrido de las ruedas patinando sobre la nieve apilada en los bordes de la calle. La bocina repercutió en las paredes cercanas. Al percibir esos ruidos, Shinji pensó que aquella casa se levantaba como una isla solitaria en el océano de una sociedad ocupada incansablemente en los mismos asuntos de siempre. A su alrededor se extendía desordenadamente el país por el cual estaba sufriendo y a punto de dar la vida. No sabía ni le importaba si aquella gran nación reconocería su sacrificio. En su campo de batalla no existía la gloria. Era la trinchera del espíritu.
Los pasos de Reiko resonaron en la escalera. Crujían los empinados escalones de la antigua morada y estos sonidos inundaron al teniente de gratos recuerdos. En cuantas ocasiones los había oído desde la cama. Al reflexionar en que ya no volvería a percibirlos, se concentró en ellos tratando de que cada rincón de aquel tiempo precioso se colmara con el ruido de las suaves pisadas de la vieja escalera. Tales instantes parecieron transformarse en joyas rutilantes de luz interior.
Reiko tenía un fajín sobre el yukatay su rojo estaba atenuado por la media luz. El teniente quiso asirla y la mano de Reiko corrió en su ayuda. El fajín cayó al suelo.
Ella estaba de pie frente a él, vistiendo su yukata.
El hombre hundió las manos en las aberturas laterales bajo las mangas y la abrazó intensamente. El roce de sus dedos sobre la piel desnuda, sentir que las axilas se cerraban suavemente sobre sus manos, encendió aun más su pasión y, pocos instantes más tarde, ambos yacían desnudos frente al brillante fuego de la estufa.
No pronunciaron palabra alguna, pero sus cuerpos y sus corazones se inflamaron al saber que aquel sería el último encuentro. Era como si las palabras “última vez” hubieran sido estampadas con pinceladas invisibles sobre cada centímetro de sus cuerpos.
El teniente atrajo a su mujer y la besó con vehemencia. Sus lenguas exploraron las bocas, adentrándose en su interior suave y húmedo, y fue como si las aún desconocidas agonías de la muerte templaran sus sentidos como el acero al rojo vivo. Los lejanos dolores finales habían refinado su percepción amorosa.
-Es la última vez que te veré -murmuró el teniente-. Déjame mirar… -y tomando la lámpara en su mano, dirigió un haz de luz sobre el cuerpo extendido de Reiko.
Ella había cerrado los ojos. La luz de la lámpara destacaba la majestuosidad de su carne blanca. El teniente, con un rasgo de egocentrismo, se alegró pensando en que jamás vería esa belleza derrumbándose frente a la muerte.
El teniente contempló sin apuro aquel inolvidable espectáculo. Acariciaba la sedosa cabellera, palmeaba suavemente el bello rostro y besaba todos los puntos en donde se detenía su mirada. La frente alta tenía una serena frescura, los ojos cerrados se orlaban de largas pestañas bajo las cejas finamente dibujadas y el brillo de los dientes se entreveía por los labios llenos y regulares… Todo ello configuraba en la mente del teniente la visión de una máscara mortuoria verdaderamente radiante y una y otra vez apretó sus labios contra la blanca garganta en donde la mano de Reiko no tardaría en descargar su certero golpe. El cuello enrojeció bajo los besos y volviendo suavemente a los labios de su amada, apoyó su boca sobre ellos con el fluctuante movimiento de un pequeño bote. Cerrando los ojos, el mundo se convertía, así, en una mecedora.
La boca del teniente seguía fielmente el recorrido de sus ojos. Los pechos altos y turgentes, rematados como en capullos de cerezo silvestre, se endurecían al contacto de sus labios. Los brazos emergían mansamente a ambos lados, afinándose hacia las muñecas, pero sin perder su redondez ni simetría.
Los dedos delicados eran aquellos que habían sostenido el abanico durante la ceremonia nupcial. A medida que el teniente los besaba, se retraían como avergonzados. El hueco natural de esa curva entre el pecho y el estómago tenía en sus líneas no sólo la sugestión de la tersura, sino la fuerza de la elasticidad y anunciaba las ricas curvas que se extendían hasta las caderas. La riqueza y la blancura del vientre y las caderas eran como la leche contenida en un recipiente amplio. El hoyo sombreado del ombligo podía haber sido la huella de una gota de agua recién caída allí. En donde las sombras se hacían más intensas, el vello crecía apretado, dulce y sensible, y a medida que la excitación aumentaba en aquel cuerpo que había dejado de mostrarse pasivo, un aroma de flores ardientes se hacía cada vez más penetrante.
Reiko habló, por fin, con voz trémula:
-Muéstrame… Déjame mirar por última vez…
Shinji no había oído nunca de labios de su mujer un ruego tan firme y definido. Era como si su modestia ya no podía ocultar algo que, ahora, se libraba de las trabas que la oprimían. El teniente se recostó sumisamente para someterse a los requerimientos de su mujer. Ella alzó ágilmente su cuerpo blanco y tembloroso y ardiendo en un inocente deseo de devolverle todo cuanto había hecho por ella, puso los dedos sobre los ojos de Shinji y los cerró suavemente.
Repentinamente inundada de ternura, con las mejillas encendidas por el vértigo de la emoción, Reiko abrazó la cabeza rapada del teniente y el pelo afeitado lastimó su pecho. Aflojando el abrazo, contempló luego el rostro varonil de su marido. Las cejas severas, los ojos cerrados, el espléndido puente de la nariz, los labios bien dibujados y firmes. Reiko comenzó a besarlos, se detuvo en la ancha base del cuello, en los hombros fuertes y erguidos, en el pecho poderoso con sus círculos gemelos semejantes a escudos de ásperos pezones. Un olor dulce y melancólico se desprendía de las axilas profundamente sombreadas por la carne abundante del pecho y de los hombros. En cierto modo, la esencia de la muerte joven estaba contenida en aquella dulzura. La piel desnuda del teniente relucía como un campo de cebada y podía observar los músculos en relieve convergiendo sobre el abdomen alrededor del ombligo pequeño y modesto.
Al mirar el estómago firme y joven, púdicamente cubierto por un vello vigoroso, Reiko pensó que pronto iba a ser cruelmente lacerado por la espada y, reclinando la cabeza, rompió en sollozos y lo cubrió con sus besos.
Al sentir las lágrimas de su mujer, el teniente se sintió capaz de afrontar valerosamente las más crueles agonías del suicidio. Resulta fácil imaginar a qué éxtasis llegaron después de aquellos tiernos intercambios. El teniente se incorporó y rodeó con un potente abrazo a su mujer, cuyo cuerpo estaba exhausto luego de tantas lágrimas y aflicciones. Juntaron sus caras apasionadamente, restregando las mejillas. El cuerpo de Reiko temblaba. Sus pechos húmedos estaban fuertemente apretados y cada milímetro de aquellos cuerpos jóvenes y hermosos se habían compenetrado tanto con el otro que parecía imposible que se separaran jamás.
Reiko gritó.
Desde las alturas se sumergieron en el abismo, y, de allí, una vez más hasta embriagantes alturas. El teniente jadeaba como el portador de un estandarte…
Al terminarse su ciclo, surgía inmediatamente una nueva ola de placer y, juntos, sin muestras de fatiga, se elevaron nuevamente hasta la cima misma de un nuevo movimiento jadeante.
 
IV
Cuando Shinji se volvió finalmente no fue por cansancio. No quería agotar la considerable fuerza física que necesitaría para llevar a cabo el suicidio. Además, hubiera lamentado enturbiar la dulzura de aquellos últimos momentos abusando de esos goces.
Con su habitual complacencia, Reiko siguió el ejemplo de su marido. Los dos yacían desnudos, con los dedos entrelazados, mirando fijamente el oscuro cielo raso. La habitación estaba caldeada por la estufa y en la noche silenciosa no se oía el tránsito callejero. Ni siquiera llegaba hasta ellos el fragor de los trenes y autobuses de la estación Yotsuya, que se perdía en el parque densamente arbolado frente a la ancha carretera que bordea el Palacio Akasaka. Resultaba difícil pensar en la tensión existente en el barrio en donde las dos facciones del Ejército Imperial se preparaban para la lucha.
Deleitándose en su propio calor, los jóvenes rememoraron en silencio los éxtasis recientes. Revivieron cada momento de la pasada experiencia, recordaron el gusto de los besos nunca agotados, el contacto de la piel desnuda, tanta embriagante felicidad. Pero ya entonces, el rostro de la muerte acechaba desde las vigas del techo. Aquellos habían sido los últimos placeres de los que sus cuerpos no disfrutarían nunca más. Ambos pensaron que, aun cuando vivieran hasta una edad avanzada, no volverían a disfrutar de un goce tan intenso.
También se desprenderían sus dedos entrelazados. Hasta los dibujos de las oscuras vetas de la madera, desaparecerían pronto. Era posible detectar el avance de la muerte. En aquel momento ya no cabían dudas. Era menester tener el coraje necesario, salirle al encuentro y atraparla.
-Podemos prepararnos -dijo el teniente.
La determinación que encerraban sus palabras era inconfundible, pero tampoco había habido nunca tan cálidas y tiernas inflexiones en su voz.
Varias tareas les aguardaban. El teniente, que no había ayudado nunca a recoger las camas, empujó la puerta corrediza del armario, alzó el colchón y lo depositó dentro de él.
Reiko apagó la estufa y la luz. En ausencia del teniente lo había aseado todo cuidadosamente, y ahora aquella habitación de ocho tatami presentaba la apariencia de una sala lista para recibir a importantes invitados.
-Aquí bebieron Kano y Homma y Noguchi…
-Sí, eran todos grandes bebedores.
-Nos reuniremos pronto con ellos en el otro mundo. Se burlarán de nosotros cuando adviertan que te llevo conmigo.
Al bajar la escalera, el teniente se volvió para contemplar la limpia y tranquila habitación iluminada por la lámpara. En su mente flotaba el recuerdo de los jóvenes oficiales que allí habían bebido y bromeado inocentemente. Nunca había imaginado, entonces, que en aquella habitación se abriría el estómago.
El matrimonio se ocupó despacio y serenamente de sus respectivos preparativos en las dos habitaciones de la planta baja. El teniente fue primero al retrete, y luego, al baño a lavarse. Mientras tanto, Reiko doblaba y guardaba la bata acolchada de su marido; ordenaba la túnica del uniforme, los pantalones y un calzón blanco recién cortado; disponía unas hojas de papel sobre la mesa del comedor para las notas de despedida. Luego, tomó la caja que contenía los instrumentos para escribir, y comenzó a raspar la tableta para hacer tinta. Ya había decidido el contenido de su última misiva.
Los dedos de Reiko apretaron fuertemente las frías letras doradas de la tableta y el agua del tintero se tiñó inmediatamente como si una oscura nube hubiera pasado sobre él. Todo aquello no era sino una solemne preparación para la muerte. La rutina doméstica o una forma de pasar el tiempo hasta que llegara el momento del enfrentamiento definitivo. Una inexplicable oscuridad brotaba del olor de la tinta al espesarse.
El teniente salió del baño. Vestía el uniforme sobre la piel. Sin pronunciar una palabra, tomó asiento frente a la mesa y, empuñando el pincel, permaneció indeciso frente al papel que tenía delante.
Reiko tomó un kimono de seda blanca y, a su vez, entró en el baño. Cuando reapareció en la habitación, ligeramente maquillada, la misiva ya estaba terminada. El teniente la había colocado bajo la lámpar .Las gruesas pinceladas solo decían:
“¡Vivan las fuerzas imperiales! Teniente del ejército, Takeyama Shinji”.
El teniente observó en silencio los controlados movimientos con que los dedos de su mujer manejaban el pincel.
Con sus respectivas esquelas en la mano -la espada del teniente ajustada sobre su costado y la pequeña daga de Reiko dentro de la faja de su kimono blanco-, ambos permanecieron frente al santuario, rezando en silencio. Luego, apagaron todas las luces de la planta baja. Mientras subían, el teniente volvió la cabeza y observó la llamativa silueta de su mujer que, toda vestida de blanco y los ojos bajos, iba tras él.
Acomodaron las notas de despedida una junto a la otra en la alcoba de la planta baja.
Por un momento pensaron en descolgar el pergamino, pero como había sido escrito por su mediador el teniente general Ozzeki y consistía en dos caracteres chinos que significaban “Sinceridad”, lo dejaron en donde estaba. Pensaron que, aunque se manchara de sangre, el teniente general no se ofendería.
Shinji tomó asiento de espaldas a la habitación y, muy erguido, colocó su espada frente a él. Reiko se sentó frente a él, a un tatami de distancia. El toque de pintura en sus labios parecía aun más seductor sobre el severo fondo blanco.
Se miraron intensamente a los ojos a través de la distancia de un tatami que los separaba. La espada del teniente casi tocaba sus rodillas. Al verla, Reiko recordó la primera noche de casada, y se sintió abrumada de tristeza.
Finalmente, el teniente habló con voz ronca:
-Como no voy a tener quién me ayude, me haré un corte profundo. Puede que sea desagradable. Por favor, no te asustes. La muerte es algo horrible de presenciar, en cualquier circunstancia. No debes dejarte atemorizar, ¿comprendes?
Reiko asintió con una profunda inclinación de cabeza.
Al mirar la figura esbelta de su mujer, el teniente experimentó una extraña excitación. Estaba a punto de llevar a cabo un acto que requería toda su capacidad de soldado, algo que exigía una resolución similar al coraje que se necesita para entrar en combate. Sería una muerte no menos importante ni de menor calidad que si hubiera muerto en el frente de batalla.
Por unos instantes el pensamiento llevó al teniente a elaborar una rara fantasía. Una muerte solitaria en el campo de batalla, una muerte ante los ojos de su hermosa esposa… Una dulzura sin límites lo invadió al experimentar la sensación de que iba a morir en aquellas dos dimensiones, conjugando la imposible unión de ambas.
“Este debe ser el pináculo de la buena fortuna”, pensó. El hecho de que aquellos hermosos ojos observaran cada minuto de su muerte equivaldría a ser llevado al más allá en alas de una brisa fragante y sutil.
Presentía en aquella circunstancia una suerte de merced especial, vedada a los demás, a él solo dispensada. El teniente creyó ver en su radiante esposa, ataviada como una novia, el compendio de todo lo amado por lo cual iba, ahora, a entregar la vida. La Casa Imperial, la Nación, la bandera del Ejército. Todas ellas eran presencias que, como su esposa, lo observaban atentamente con ojos transparentes y firmes. Reiko también contemplaba a su marido que tan pronto habría de morir, pensando que jamás había visto algo tan maravilloso en el mundo.
El uniforme siempre le sentaba bien, pero ahora, mientras se enfrentaba a la muerte con cejas severas y labios firmemente apretados, irradiaba lo que podría llamarse una esplendorosa belleza varonil.
-Es hora de partir -dijo, por fin.
Reiko dobló su cuerpo hasta el suelo en una profunda reverencia. No podía alzar el rostro. No quería estropear su maquillaje con las lágrimas que le resultaba imposible contener.
Cuando finalmente alzó la mirada, vio borrosamente, a través de las lágrimas, que su marido había enroscado una venda blanca alrededor de su espada ahora desenvainada; sólo dejaba en la punta doce o quince centímetros de acero al desnudo.
Apoyando la espada en el tatami que tenía frente a él, el teniente se alzó sobre las rodillas, se sentó nuevamente con las piernas cruzadas y desabrochó el cuello del uniforme. Sus ojos no verían ya a su mujer. Lentamente, se desprendió uno por uno los botones chatos de metal. Observó primero su pecho oscuro y, luego, su estómago. Desató el cinturón y se desabrochó los pantalones. Tomó el taparrabos con ambas manos y lo tiró hacia abajo para dejar más libre al estómago. Luego empuñó la espada con la venda blanca en su filo, mientras que, con la mano izquierda, masajeaba su abdomen. Conservaba la mirada baja.
Para verificar el filo, el teniente abrió la parte izquierda del pantalón, dejando parte del muslo a la vista, y deslizó el filo sobre la piel. La sangre brotó inmediatamente de la herida y varias gotas brillaron a la luz.
Era la primera vez que Reiko veía la sangre de su marido y experimentó violentas palpitaciones en el pecho. Observó el rostro del teniente y vio que estudiaba con calma su propia sangre. Pese a que aquel era un consuelo superficial, Reiko sintió cierto alivio.
Los ojos del hombre se fijaron en ella con una mirada penetrante como la de un halcón. Colocando la espada frente a él, se alzó ligeramente sobre sus músculos e inclinó la parte superior del cuerpo sobre la punta de la espada. La excesiva tensión que presentaba la tela del uniforme indicaba a las claras que estaba reuniendo todas sus fuerzas. Se proponía asestar un profundo golpe en la parte izquierda del estómago y su grito agudo traspasó el silencio de la habitación.
Pese al esfuerzo, el teniente tuvo la sensación de que era otro quien había golpeado su estómago como con una gruesa barra de hierro. Durante algunos segundos su cabeza giró vertiginosamente y no recordó cuánto había sucedido. Los doce o quince centímetros de punta desnuda habían desaparecido completamente en su carne, y el vendaje blanco, fuertemente sujeto por su puño cerrado, le presionaba directamente el estómago.
Recuperó la conciencia. Pensó que el filo debía haber atravesado las paredes del abdomen. Su respiración era dificultosa, el pecho le palpitaba violentamente y, en alguna zona remota, aparentemente desligada de su persona, un dolor terrible e insoportable se alzaba en forma avasalladora como si la tierra se abriera para vomitar un cauce de rocas hirvientes. El dolor se acercó, de pronto, a una velocidad vertiginosa. El teniente se mordió el labio inferior y sofocó un lamento instintivo.
“¿Es esto el seppuku?”, pensó.
Experimentaba una sensación de caos total, como si el cielo se hubiera desplomado sobre él y todo el universo girara como bajo el efecto de una enorme embriaguez. Su fuerza de voluntad y coraje, que tan fuertes se habían manifestado antes de la incisión, se habían reducido ahora a una fibra de acero del grosor de un cabello. Lo asaltó la incómoda sensación de que tendría que avanzar asido a esa fibra con toda su desesperación.
Algo humedecía su puño y, bajando la mirada, vio que, tanto su mano como el paño que envolvía la hoja, estaban empapados en sangre. También su calzón estaba teñido de un rojo intenso. Le pareció increíble que en medio de aquella agonía, las cosas visibles pudieran ser todavía vistas y las cosas existentes, existir.
Reiko luchó por no correr al lado de su esposo al observar la mortal palidez que invadía sus rasgos después de clavarse la espada. Sucediera lo que sucediera, su misión era la de observar. Ser testigo. Tal era la obligación contraída con el hombre amado. Frente a ella, a un tatami de distancia, podía ver cómo su marido se mordía los labios para ahogar el dolor.
Reiko no contaba con ningún medio para rescatarle.
El sudor brillaba en su frente. Shinji cerró los ojos para abrirlos luego, nuevamente, como quien hace un experimento. Su mirada había perdido todo brillo y los suyos parecían los ojos inocentes y vacíos de un animalito.
La agonía que se desarrollaba frente a Reiko la quemaba como un implacable sol de verano, pero era algo totalmente alejado de la pena que parecía estar partiéndola en dos.
El dolor crecía con regularidad. Reiko sentía que su marido se había convertido en un ser de un mundo aparte, en un hombre íntegramente disuelto en el dolor, en un prisionero en una jaula de sufrimiento, y mientras pensaba, comenzó a sentir como si alguien hubiera levantado una cruel muralla de cristal entre ellos.
Desde su matrimonio, la existencia de su marido se había convertido en la suya propia, y cada respiración de Shinji parecía pertenecer a Reiko. En cambio, ahora, mientras que la existencia de su marido en el dolor era una realidad viviente, Reiko no podía encontrar en su pena ninguna prueba concluyente de su propia existencia.
Usando solamente la mano derecha, el teniente comenzó a cortarse el vientre de un lado a otro. Pero a medida que la hoja se enredaba en las entrañas, era rechazada hacia fuera por la blanda resistencia que encontraba allí. El teniente comprendió que sería menester usar ambas manos para mantener la punta profundamente hundida en su cuerpo. Tiró hacia un costado, pero el corte no se produjo con la facilidad que había esperado. Concentró toda la energía de su cuerpo en la mano derecha y tiró nuevamente. El corte se agrandó ocho o diez centímetros.
El dolor se extendió como una campana que sonara de forma salvaje. O como mil campanas tocando al unísono con cada respiración y con cada latido, estremeciendo todo su ser. El teniente no podía contener los gemidos. Pero la hoja ya se había abierto camino hasta debajo del ombligo. Al advertirlo, Shinji sintió un renovado coraje.
El volumen de la sangre no había dejado de aumentar y ahora manaba por la herida como originado por el latir del pulso. La estera estaba empapada de sangre, que seguía renovándose con aquella que chorreaba de los pliegues del pantalón caqui del teniente. Una salpicadura, semejante a un pájaro, voló hacia Reiko y manchó la falda de su kimonode seda blanca. Cuando el teniente pudo, por fin, desplazar la espada hacia el costado derecho, ésta ya cortaba superficialmente y era posible contemplar su punta desnuda resbalándose sobre la sangre y la grasa. Atacado súbitamente por terribles vómitos, el teniente gritó roncamente. Los vómitos volvieron aún más horrendo el dolor, y el estómago, que hasta aquel momento se había mantenido firme y compacto, explotó de repente, dejando que las entrañas reventaran por la herida abierta. Ignorantes del sufrimiento de su dueño, las entrañas de Shinji causaban una impresión de salud y desagradable vitalidad que las hacía escurrirse blandamente y desparramarse sobre la estera. La cabeza del hombre se abatió, sus hombros se estremecieron y un fino hilo de saliva goteó de su boca. Las insignias doradas brillaban a la luz.
Todo estaba lleno de sangre. El teniente estaba empapado de ella hasta las rodillas, y ahora se sentaba en una posición encogida y desamparada con una mano en el suelo. Un olor acre inundaba la habitación. La cabeza del hombre colgaba en el vacío y su cuerpo se sacudía en interminables arcadas. La hoja de la espada, expulsada de sus entrañas, estaba totalmente expuesta y aun sostenida por la mano derecha del teniente.
Sería difícil imaginar una visión más heroica que la del teniente reuniendo sus fuerzas y echando la cabeza hacia atrás. La violencia del movimiento hizo que la cabeza del teniente chocara contra uno de los pilares de la alcoba.
Hasta aquel momento, Reiko había permanecido sentada con la mirada baja, como encandilada por el flujo de la sangre que avanzaba hacia sus rodillas, pero el golpe la sorprendió y tuvo que alzar la vista.
El rostro del teniente no era el del hombre con vida. Los ojos estaban vacíos, la piel lívida, las mejillas y los labios tenían el color de la tierra seca. Sólo la mano derecha se movía aun sosteniendo laboriosamente la espada. Se agitó convulsamente en el aire, como la mano de un títere, y luchó por dirigir la punta de la espada hasta la base del cuello.
Reiko contempló cómo su marido intentaba este último, conmovedor y fútil esfuerzo. Brillando de sangre y de grasa, la punta se descargaba una y otra vez sobre la garganta. Siempre fallaba. No le quedaban fuerzas para guiarla y sólo chocaba contra las insignias del cuello del uniforme que se había cerrado nuevamente y protegía la garganta.
Reiko no soportó aquella visión por más tiempo. Intentó ir en ayuda de Shinji, pero le resultaba imposible ponerse en pie. Se arrastró de rodillas y su falda se tiñó de un rojo intenso. Se colocó detrás de su marido y lo ayudó abriendo solamente el cuello del uniforme. La hoja vacilante tomó finalmente contacto con la piel desnuda de la garganta. Reiko tuvo la sensación de haber empujado a su marido hacia adelante.
No fue así. El teniente había dado una última demostración de fortaleza. Echó su cuerpo violentamente contra la hoja y el filo perforó su cuello, apareciendo luego por la nuca. El teniente permaneció inmóvil mientras un tremendo chorro de sangre lo inundaba todo.
 
V
Reiko descendió lentamente la escalera. Sus medias estaban impregnadas de sangre. En la habitación superior reinaba ahora la más absoluta calma.
Encendió las luces de la planta baja, verificó los quemadores y la llave principal del gas. Echó agua sobre el carbón humeante y semi-apagado del brasero. Se detuvo frente al espejo de la habitación de cuatro tatami, y medio alzó su falda. Las manchas de sangre parecían un alegre dibujo estampado en la parte inferior de su kimonoblanco. Al instalarse frente al espejo, sintió la fría humedad de la sangre de su marido en los muslos y tuvo un estremecimiento. Se entretuvo largamente en el baño. Aplicó una generosa capa de colorete sobre sus mejillas y también abundante rouge en los labios. Este maquillaje ya no estaba destinado a agradar a su marido. Se maquillaba para el mundo que estaba a punto de abandonar. Había algo espectacular y magnífico en los toques de su pincel. Al levantarse, advirtió que la sangre había mojado la estera dispuesta frente al espejo. Reiko no lo tuvo ya en cuenta.
La joven se detuvo al pisar el corredor de cemento que llevaba a la galería. Su marido había cerrado el pestillo de la puerta la noche anterior en un acto de preparación a la muerte, y durante un instante se sumió en la consideración de un problema simple: ¿dejaría el cerrojo echado? De hacerlo así, podrían transcurrir varios días antes de que los vecinos advirtieran el suicidio. A Reiko no le agradó la idea de dos cadáveres descomponiéndose antes de ser descubiertos. Después de todo, sería mejor dejar la puerta abierta…
Abrió el cerrojo y dejó la puerta de vidrios cubiertos de escarcha ligeramente entreabierta. El viento helado se coló de inmediato en la habitación. Nadie pasaba por la calle, era medianoche y las estrellas resplandecían tan frías como el hielo.
Reiko dejó la puerta entornada y subió las escaleras. Durante varios minutos caminó de un lado a otro. La sangre de sus medias ya se había secado. De pronto, un olor peculiar llegó hasta ella.
El teniente yacía, boca abajo, en un mar de sangre. La punta de la espada, que sobresalía de su nuca, parecía haberse hecho más prominente aún. Reiko anduvo negligentemente sobre la sangre y se sentó al lado del cadáver de su marido. Lo observó atentamente. Tenía la mejilla apoyada en la alfombra, los ojos estaban muy abiertos, como si algo hubiera despertado su atención. Ella alzó la cabeza, la apoyó sobre su manga y, limpiándose la sangre de los labios, lo besó por última vez.
Luego tomó del armario una bata blanca y un cordón. Para evitar que su falda se desordenara, ciñó la manta alrededor de su cintura y la sujetó firmemente con el cordón.
Reiko se sentó muy cerca de Shinji. Extrajo la daga de su faja, examinó el brillo opaco de la hoja y la acercó a su lengua. El gusto del acero bruñido era ligeramente dulce.
Reiko no perdió tiempo. Pensó que el dolor que la había separado de su marido moribundo iba ahora a formar parte de su propia experiencia. Sólo vislumbró ante sí el gozo de penetrar en un reino que el amado Shinji ya había hecho suyo.
Había percibido algo inexplicable en la fisonomía agonizante de su marido. Algo nuevo. Le sería dado, pues, resolver el enigma.
Reiko sintió que, por fin, también podría participar de la verdadera y amarga dulzura del gran principio moral en que había creído el teniente.
Empujó entonces la punta de la daga contra la base de su garganta. La empujó fuertemente. La herida resultó poco profunda. Le ardía la cabeza y sus manos temblaban de manera incontrolable. Forzó la hoja hacia un costado y una sustancia caliente le inundó la boca. Todo se tiñó de rojo frente a sus ojos como el fluir de un río de sangre. Reunió todas sus fuerzas y hundió aún más profundamente la daga en su garganta.

PrisioneroEnArgentina.com
Junio3,2020


LAS NOTICIAS MÁS CONSULTADAS ♣ Junio 3, 2020

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REINICIO Junio 1, 2020 00.00 HORAS –
HORA DE CONTROL Junio 3, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Junio 3, 2020


 

¿El Ejército entra en acción en Estados Unidos?

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Tropas del Ejército de Estados Unidos comenzaron a reunirse fuera de la capital de la nación ayer por la noche en anticipación de una orden inusual del Presidente de la Ley de Insurrección.

El Departamento de Defensa ha comenzado a posicionar a las tropas en servicio activo en el área de Washington en anticipación del presidente Donald Trump para continuar con su amenaza histórica de usar el ejército para sofocar protestas generalizadas y, a veces, violentas en todo el país, incluso en la capital de la nación, si las autoridades locales no hicieron más para detenerlos.

La policía militar en servicio activo y los ingenieros de combate no habían ingresado al Distrito de Columbia pero, a partir del ayer por la noche, estaban organizando en la región, probablemente en una de las bases militares cercanas, “para garantizar un empleo más rápido si es necesario”, según una defensa de alto nivel.

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Un oficial bajo condición de anonimato, informó que algunos provenían de unidades ubicadas en otras partes del país, pero el funcionario se negó a ofrecer detalles. Otros medios de comunicación informaron que los soldados del 18 ° Cuerpo Aerotransportado en Fort Bragg en Carolina del Norte se encontraban entre las fuerzas que se habían desplegado.

En el primer discurso nacional de Trump desde la protesta generalizada tras la muerte de George Floyd en Minneapolis, el presidente amenazó con usar el ejército para “resolver rápidamente el problema” si los gobernadores estatales y las autoridades locales no hacían más esfuerzos para “dominar las calles”. y detener el movimiento de protesta “que se ha extendido por todo nuestro país”.                                 PrisioneroEnArgentina.com

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¿Qué es la Ley de la insurrección?

Jefferson

Firmado en ley por el presidente Thomas Jefferson en 1807, la Ley de Insurrección faculta al presidente y al comandante en jefe de los Estados Unidos para desplegar tropas militares dentro de los EE. UU. En circunstancias particulares, si creen que es necesario sofocar una “insurrección” que amenaza a un estado o su residentes

Es esencialmente una clave legal que abre la puerta para usar las fuerzas militares federales, ya sea federalizando la Guardia Nacional o llamando a las “fuerzas del Título X” para resolver los disturbios civiles. La excepción es la Ley Posse Comitatus de 1878, que prohíbe el despliegue de tropas en servicio activo en los Estados Unidos para su uso rutinario como fuerzas policiales, es un poder importante y expansivo otorgado al presidente.

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¿Cuándo ha sido invocada?

Einsenhower

La Ley de la Insurrección rara vez se ha invocado en los 213 años que ha estado en los libros, pero en los tiempos modernos, los presidentes generalmente han asumido el poder de lidiar con la agonía estadounidense del conflicto racial, incluso confiando en la disposición para defender los derechos civiles federales en El sur profundo.

En 1957, el presidente Dwight D. Eisenhower hizo un llamado a la 101a División Aerotransportada del Ejército de EE. UU. Para que escoltara con seguridad a nueve estudiantes negros a Little Rock Central High School después del gobernador de Arkansas Orval Faubus, usando la Guardia Nacional de Arkansas con el pretexto de mantener la paz, trató de evitar que los alumnos ingresen a la escuela.

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¿Cómo se puede invocar?

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La Ley de Insurrección puede invocarse a solicitud de un estado. Una legislatura o gobernador estatal podría solicitar asistencia del presidente para “reprimir [una] Insurrección”.

La ley establece: “Si hay una insurrección en un Estado, el Presidente, a solicitud de la legislatura del Estado, o el Gobernador si la legislatura no puede ser convocada, puede llamar a la Guardia Nacional de otros Estados al servicio federal, así como utilizar el Federal militares para reprimir la insurrección “.

 

PrisioneroEnArgentina.com

Junio 3, 2020

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Una disposición permite que se invoque si el presidente lo considera necesario “para reprimir una insurrección, violencia doméstica, combinación ilegal o conspiración”.

La ley establece: “Siempre que el Presidente considere que las obstrucciones ilegales, las combinaciones, las asambleas o la rebelión contra la autoridad de los Estados Unidos impiden hacer cumplir la ley de los Estados Unidos en cualquier Estado o territorio mediante procedimientos judiciales, el Presidente puede recurrir prestar servicio a la milicia de cualquier estado y utilizar el ejército federal para hacer cumplir las leyes o reprimir la rebelión “.

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Una tercera opción, la disposición más generalizada, dice que el presidente puede usar las fuerzas armadas cuando hay una interferencia con la ley federal o estatal. El presidente puede utilizar el ejército para reprimir la insurrección, la violencia doméstica, la combinación ilegal o la conspiración si “(a) obstaculiza la ejecución de la ley de ese Estado y de los Estados Unidos y priva a los ciudadanos de los derechos constitucionales (por ejemplo, debido proceso); o (b) se opone u obstruye la ejecución de las leyes o impide el curso de la justicia. En caso de privación de derechos, se considera que el Estado ha denegado a sus ciudadanos la igualdad de protección de las leyes “.

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Fuentes: U.S. Federal Laws, Library of the Congress . The Use of Federal Troops by Jennifer K. Elsea . The Role of Federal Military Forces in Domestic Disorders de Laurie Cole


 


 

AROMAS Y AMORES PERROS

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 Por MARÍA FERREYRA KUSSMAN

Solo pensando que mi perro me ama más de lo que yo lo amo, siento vergüenza.
Konrad Lorenz

Para entender el comportamiento de los perros hay que entender su historia. Los lobos empezaron a juntarse con los humanos hace unos 10.000 o 20.000 años, formando una nueva especie cuya principal característica es, precisamente, su relación con el hombre.

Los perros ancestrales que merodeaban en torno a los humanos debían ser los lobos más sociales, se juntaron con los humanos y evolucionaron para convertirse en perros. Lo que quedó de la población de lobos eran los especímenes más antisociales, que prefirieron conservar su especie y vivir en manadas.

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Hay investigaciones importantes para respaldar la afirmación de que los perros realmente adoran a sus dueños. Expertos en conducta animal confirman que hay todo tipo de bondad química en los cerebros de los cachorros cuando nos rodean.  Si bien no sabemos exactamente cuánto tiempo hace que los humanos comenzaron a adoptar perros, algunos científicos creen que nuestra amistad podría remontarse a miles de años.

Los perros han seguido creciendo junto a la humanidad, desde ayudar a cazar mamuts hasta perseguir palos como medio de entretenimiento. Si bien el animal humano no siempre se comporta correctamente, se ha amado a los perros durante mucho tiempo, y aparentemente, el sentimiento es mutuo. Los expertos señalan que la hormona oxitocina se libera (tanto en perros como en personas) cuando interactúan o tienen contacto con alguien que les gusta. Esta “hormona del amor” ayuda a consolidar y aumentar el vínculo que compartimos … también es la hormona que inunda el sistema de las nuevas madres para aumentar el apego a los nuevos bebés. Solo el aroma de una persona es suficiente para hacer feliz a un perro.

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Un estudio de 2015 encontró que los perros conectan el olor único de su dueño con el placer. Al utilizar escaneos de resonancia magnética funcional (fMRI), que miden los niveles de las células nerviosas del cerebro, los investigadores observaron cómo los perros respondieron al olor de sus amigos humanos frente a los de perros familiares, perros desconocidos y personas desconocidas. El equipo descubrió que cuando los cachorros olían a sus dueños, activaban una especie de centro de recompensa en su cerebro llamado núcleo caudado. No reaccionaron igual a ningún otro aroma.

También se entiende que los perros responden positivamente cuando les hablamos con esa ridícula voz aguda que todos hacemos. Los investigadores de la Universidad de York descubrieron recientemente que los perros responden más positivamente al habla dirigida al perro (DDS) que cuando les hablamos como personas. Los científicos hicieron que 37 perros escucharan a personas que les hablaban en “habla de perros”, esa voz aguda, junto con frases “relevantes para perros” (por ejemplo, “¿Quién es ese buen perrito? ¡Vos sos ese perrito bueno!”) Luego, los participantes conversaron con los perros en un piso sobre cosas comunes (p. Ej., “Fui al cine anoche”). Los perros prefirieron abrumadoramente hablar con otros perros, lo que los investigadores compararon con la forma en que las personas hablan con los bebés.

De todas formas, los canes pueden crear vínculos cercanos con otros perros u otros animales.

Es posible que nunca entendamos todos los misterios que giran en la mente de nuestros cachorros. Pero sí sabemos una cosa con certeza: los perros son buenos y somos mejores humanos gracias a ellos.

 

Fuentes: Cuando el Hombre encontró al Perro de Konrad Lorenz . La Vida Emocional de los Animales de Marc Bekoff . El Mono Desnudo de Desmond Morris .

 


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Junio 3, 2020


 

EL ANÁLISIS DEL PROFESOR MARIO SANDOVAL ♣ Junio 3, 2020

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El profesor Mario Sandoval y su opinión acerca de la Carta de los Intelectuales, donde señalan estar viviendo una “Infectadura”

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Santiago Cafiero
Sebrelli
Kovadloff
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Sandoval
Brandoni
Sabsay
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La Opinión de Mario Sandoval

La Democracia Está en Peligro

(Carta Completa)

El mundo enfrenta un momento especial a raíz de la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2, conocida como COVID 19. Si bien ningún país estaba preparado para esto, la primera reacción del gobierno argentino fue negar la existencia del problema, a pesar de las advertencias desde un sector independiente de la comunidad científica y de la política.

Del mismo modo, se desestimó el planteo de testear, rastrear y aislar casos, no controló a tiempo las fronteras y decretó una cuarentena en forma improvisada, sin presentar ningún plan ni una posible fecha de finalización. Como única explicación se exhibieron logros parciales, al compararse erróneamente con otros países, y mostrando con anticipación supuestos éxitos, cuando debería predominar la cautela y el realismo.

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El presidente Fernández anunció que comenzaba “la hora del Estado”, una expresión que recuerda a la famosa frase de Leopoldo Lugones y describe un fenomenal avance en la concentración del poder para eludir cualquier tipo de control institucional.

En nombre de la salud pública, una versión aggiornada de la “seguridad nacional”, el gobierno encontró en la “infectadura” un eficaz relato legitimado en expertos, seguramente acostumbrados a lidiar con escenarios que se asemejan a situaciones de laboratorio y ratones de experimentación, pero ignorantes de las consecuencias sociales de sus decisiones.

En dos meses, hubo un número alarmante de detenidos y sancionados en nombre de su propia salud. La detención, seguida de muerte, de Magalí Morales y Luis Espinoza se convierte en responsabilidad del gobierno nacional, que ha creado las condiciones para que esto suceda. Miles de argentinos quedaron varados en el exterior y en el interior, mientras provincias y ciudades se han cerrado como condados medievales. Clases suspendidas, enfermos que no pueden seguir sus tratamientos, familias separadas, muertos sin funerales y, ahora, la militarización de los barrios populares.

El desdén por el mundo productivo no tiene antecedente y su consecuencia es la pérdida de empleos, el cierre de comercios minoristas, empresas y el aumento de la pobreza. Los créditos para monotributistas y autónomos y la asistencia a las PYME fueron tácticas publicitarias con requisitos casi inalcanzables para la mayoría de los afectados.                      PrisioneroEnArgentina.com

La democracia está en peligro. Posiblemente como no lo estuvo desde 1983. El equilibrio entre los poderes ha sido desmantelado. El Congreso funciona discontinuado y la Justicia ha decidido una insólita extensión de la feria, autoexcluyéndose de la coyuntura que vive el país.

Nosotros, ciudadanos que pertenecemos a varias áreas de la ciencia, al mundo académico, profesional y la cultura general, manifestamos nuestra preocupación y llamamos a grupos y organizaciones de la sociedad civil, partidos, sindicatos, formadores de opinión y medios de comunicación independientes a redoblar una actitud crítica y vigilante hacia al poder gubernamental, aumentando la deliberación y la conversación social sobre las consecuencias del aislamiento obligatorio y exigiendo la presentación de un plan de salida para esta situación anormal.

La sociedad argentina ha mostrado ser responsable a la hora de enfrentar la amenaza de la pandemia. Acató las normas, cumplió los consejos sanitarios y se mostró respetuosa de la ley y sus representantes. Es hora que el presidente haga lo mismo.

Firmantes

Pitta
Gasulla
Mandelbaum

– Investigadores del Conicet y científicos en instituciones extranjeras: Sandra Pitta (CONICET-UBA) Ricardo Gil-Hutton (CONICET – UNSJ) Darío Cabezas (CONICET) Marcela Cañada-Assandri (CONICET – UNSJ) Gabriela Niemirowicz (CONICET) Mario Reta (CONICET Facultad de Ciencias Exactas, UNLP) Carlos Alfredo Scarabino ex Director del CERIDE (Conicet-Santa Fe) Luis Quesada (CONICET) Liliana Fernández (CONICET. UNSL) Eduardo Federico Schaefer (CONICET) Sebastián Linares Lejarraga (CONICET-Universidad Nacional del Sur) Julio Montero (CONICET) Gabriela Barrientos (CONICET) Vicente Palermo (CONICET) Darien Prado (CONICET Docente e investigador, IICAR-UNR) Silvina Regenhardt (CONICET – UNL) María Victoria Coll (Investigadora CONICET) María Rosana Ramírez (CONICET) Verónica Martínez Marignac (CONICET – Biologia) Nicolás Cordini (CONICET, Instituto Gioja, Facultad de Derecho – Universidad de Buenos Aires) Jorge Oyhenart (CONICET. Universidad Nacional De La Pampa) Jorge Martínez (Docente-Investigador CONICET-UNT) Álvaro Martel (CONICET/UNT) Gustavo Cointry (Investigador Independiente, CONICET) Hugo Méndez (CEQUINOR UNLP CONICET) Mercedes Alemán (CONICET Bióloga. Academia Nacional de Medicina) Elvira Maria Hebert (CONICET – Investigadora principal-CERELA- Tucumán) Rosanna N Pioli (IICAR (CONICET). FCA UNR) Juan Pablo Bolletta (Centre National de la Recherche Scientifique – Francia) Sergio Litewka (Instituto de Bioética – Universidad de Miami) Viviana Álvarez Schueller (Politóloga, historiadora. Ex Jefa de RRII-CONICET).

De Mare
Loperfido
Fargosi

– Personalidades e intelectuales: Juan José Sebreli Santiago Kovadloff Luis Brandoni Daniel Sabsay Vicente Palermo Fanny Mandelbaum María José Demare Jorge Sigal Marcelo Mazzarello Silvina Martínez (Abogada causas contra la corrupción) Darío Lopérfido Emilio Perina Konstantinovsky (Periodista y ex Director del Archivo General de la Nación) Ricardo Laferriere María Fabiana Tuñez (Ex Secretaria del Consejo Nacional de las Mujeres) Liliana De Riz Alejandro E. Fargosi Federico Andahazi.

– Profesionales e investigadores de universidades: Aldo Isuani (Universidad de San Andrés) Luis Tonelli Profesor Titular de Política Argentina. Carrera de Ciencia Política. UBA Lilia Puig (Profesora Universidad Nacional del Litoral) Susana Mirande (Ex Vicerrectora de la Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas UBA) Osvaldo Pérez Sammartino (Profesor de Derecho Constitucional Universidad de Buenos Aires) Luis Quevedo (EUDEBA UBA) Susana Feldman (Profesora e Investigadora Departamento de Biología, Universidad Nacional de Rosario) Daniel Nieto (Profesor Regular Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas) Maria Liliana Serra (Universidad Nacional del Litoral) Claudio Iglesias (Universidad de Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, Universidad de Belgrano) Gabriel Palumbo (escritor, crítico de arte, profesor Universidad de Buenos Aires) Fernando Pedrosa (Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires) Rubén Noiosi (Docente. Universidad de Buenos Aires) Claudio Parica (Geólogo, Universidad Nacional San Martín) Diego A. Valiente (Docente, Universidad Nacional del Litoral) William B Batista (Profesor Facultad de Agronomía Universidad de Buenos Aires) María Noel Campagna (Docente Universidad Nacional de Rosario) Cecilia Noce (Docente e Investigadora Universidad de Buenos Aires) Ricardo López Góttig (Historiador, docente Universidad de Belgrano) Diego Bernardini (Profesor Titular de Medicina, Universidad Nacional de Mar del Plata) Antonio Federico (Docente Universidad de Buenos Aires) José Antonio Artusi (Profesor, Universidad de Concepción del Uruguay) Esteban Lo Presti (Editor y profesor Universidad de Buenos Aires) Luis García Valiña (Docente, Investigador. Universidad de Buenos Aires) Blas Hoyos (Docente universitario, Universidad Nacional de Formosa) Juan M.C. Larrosa (Profesor Asociado, Universidad Nacional del Sur) Maximiliano Carrillo (Ingeniero agrónomo, docente Universidad Abierta Interamericana) Max Povse (Investigador, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos) Marco Gomboso (Docente. Universidad de Buenos Aires) Damián Gulich (Físico, CIOP y Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional de La Plata) Lucas Luchilo (Profesor universitario, Universidad de Buenos Aires) Nicolás Simone (Docente. Universidad de Buenos Aires) Elena Rodríguez Carmelich (Docente. Universidad de Buenos Aires) Fernando Daniel Folcher Departamento de Filosofía-Universidad Nacional de Mar del Plata Mercedes Boschi (Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires) Darío Weitz (Profesor universitario jubilado UTN/Universidad Nacional de Rosario) Gladis Pinarello (Médica Universidad Barceló) Adela Cecilia Martinez Cerana (Médica y docente Universidad de Buenos Aires) María Elena Rodríguez Gutiérrez (Master en Historia U.T.N y Universidad Nacional de Tucumán).

– Periodista: Néstor Sclauzero Rosario Agostini (Jujuy) Nicolas Lucca Eduardo Antin (Quintín) Marcelo Panozzo (Periodista, editor y gestor cultural) Javier Navia Luis Gasulla (Periodista Periodismo y Punto) Rogelio Alaniz Sandra de la Fuente (Periodista cultural) Patricia Sierra (Periodista en Ciencia y Tecnología) Marcelo Gioffre Ricardo Raúl Benedetti (Periodista – Radio Rivadavia) Rodolfo Pousá Emilio Lafferriere (Director Radio y Televisión Argentina) Leonardo D’Espósito José Ignacio Sbrocco (Periodista, San Miguel de Tucumán) Fernando Dalvit (Periodista/ Bariloche) Julián Sato Pablo Ciarliero Jorge Purciariello (Periodista El Federal Noticias) German Dittler (Periodista El Federal Noticias) Orlando Rafael Ramirez (Periodista de El Federal Noticias) Jose Luis Olave (Periodista de El Federal Noticias) Diego Mintz, Florencia Pedraza (Medios de comunicación y agro).

 


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Junio 3, 2020