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HORACIO PIETRAGALLA Y “SU” VENGANZA

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YO LO ENTIENDO A PIETRAGALLA

 Por CLAUDIO KUSSMAN

Generalmente en tiempos pasados cuando el familiar de un policía era víctima de un hecho delictuoso, no se permitía que este efectivo participara en la investigación del mismo. Le comprendían las “generales de la ley” y este, lógica y humanamente solo buscaría la venganza. Pasaron los años y por razones de transparencia, se fijaron razonables protocolos estableciendo que las pericias en hechos en el que participaba personal de seguridad, debían realizarlas técnicos de una institución ajena a la de él, o los involucrados. Luego llegaron los juicios por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad que implican mayoritariamente uniformados y toda “razonabilidad y prudencia” fueron arrojados por la borda. Se impuso “la política de estado” equivalente a: “para el enemigo ni justicia” en medio de una apatía e indiferencia generalizada de la sociedad, de los mismos adultos mayores imputados, sus familiares y las instituciones a las que pertenecimos. Finalmente, el 10 de diciembre de 2019 se dio un nuevo paso y entonces el actual gobierno designó como Secretario de Derechos Humanos (para algunos) a HORACIO PÍETRAGALLA. Este, al haber tenido la desgracia de ser un hijo de desaparecidos que fue apropiado y luego restituido, carga una indisimulable sed de venganza. Así en las últimas horas, hemos leído sus sesgadas declaraciones (1) sobre los juicios a quienes somos adultos mayores.  Totalmente ciego nos califica de genocidas, sin haber sido sentenciados, favorece los juicios por videoconferencia lo cual es un engaño que facilita el accionar cobarde de los jueces, al no mirar a la cara a quienes condenarán por anticipado y también disimulan las mentiras de falsos testigos. Quizás no se puede cuestionar su vengativo accionar, sí, su designación, ya que se da aquello de “poner el zorro a cuidar a las gallinas”. A él, como a muchos otros, el destino lo eligió como víctima del drama argentino que se vivió en el siglo pasado en una guerra que el “relato” impuso, que NO EXISTIÓ. Imposible que llegue a entender, que tan cruel como pudo ser la represión con sus padres, también lo fueron estos al gestar una nueva vida mientras militando como terroristas, quitaban la de terceros. Traer un nuevo ser al mundo es uno de los hechos más trascendentales del ser humano y quienes lo engendran, están obligados a dedicarse con alegría y sin correr riesgo alguno a este.  Los aventureros deben abstenerse de tener hijos porque como en su caso, su paso por la vida lo comprometieron antes de su nacimiento. Debo decir que entiendo su casi incontenible odio, ya que yo como víctima de una “justicia” manejada por militantes, indiferentes y vagos que injusta e ilegalmente arruinaron mi vida y la de mi familia, siento lo mismo por todos los miembros del poder judicial argentino. Más que evidente, que toda la violencia y dolor del pasado no dejó enseñanza positiva alguna para el presente y futuro de este territorio llamado Argentina.    

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En la actualidad – Alberto Fernández, presidente de la Nación y Horacio Pietragalla Secretario de Derechos Humanos (para algunos)

Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Mayo 23, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

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Septiembre 2019 – Diputado Horacio Pietragalla y el Comisario Mayor Claudio Fernández de la Policía de Chubut (¿el rostro de la obsecuencia?). Simplemente un Milani policial del nuevo siglo, mientras camaradas suyos mueren en prisión a como dé lugar.

“Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas”

Confucio (551 AC-478 AC) 

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(1) https://www.pagina12.com.ar/267203-horacio-pietragalla-no-queremos-que-haya-impunidad-biologica

 

COLABORACIÓN: Doctora Andrea Palomas Alarcón

 


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Mayo 23, 2020


 

HARTO!

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 por Enrique G. Avogadro

 

“Cuando los líderes declaran el estado de emergencia y lo convierten en una situación normal, estamos ante el final de la democracia”.

 

 Byung-Chul Han

 

Ante la insólita extensión del confinamiento (¿por qué no apelar, como Uruguay, a la responsabilidad personal para cuidarse?), que llegará ahora a los 80 días –el más prolongado del mundo, con sólo el 0,001% de los muertos globales- he resuelto decir ¡Basta! al pisoteo de la Constitución, a la tolerancia del H° Aguantadero (Congreso) frente a la prepotencia de Cristina y a la feria que ha paralizado al Poder Judicial, dejando a la ciudadanía sin defensa frente a los avances del Ejecutivo sobre los derechos individuales. A partir de ahora me declaro en desobediencia civil y, si quieren buscarme, saben dónde hacerlo. La prensa amarilla, que dedica al tema kilómetros de columnas en los diarios e infinidad de horas en radio y televisión, es la principal responsable del pánico que cundió en el planeta por la aparición del Covid-19, pero los líderes populistas de todos los signos, aupados al respaldo que surge del pavor generalizado, se subieron a ese carro triunfal que les permite gobernar sin contrapesos; el mundo está lleno de ejemplos. En la Argentina, el infundado terror ha permitido que nuestra democracia haya desaparecido y nos hayan encerrado para imponernos el silencio; hemos delegado el poder total en Fernández, y no nos movilizan siquiera los desvergonzados avances de Cristina Fernández (con el silencio cómplice de su mandado, el presidente) sobre la República. El confinamiento ha permitido al Gobierno “aplanar” las curvas de inflación, del dólar y de la pobreza, y demorar la irrupción del hambre y la desocupación, más la prioridad de la vicepresidente sigue siendo obtener impunidad para sí misma, sus hijos y sus cómplices. Pero es insano ignorar que, tras la niebla de la pandemia, nos arrastra hacia los dorados paraísos del Grupo de Puebla y el Foro de São Paulo; es decir, pretende integrarnos a esa constelación de fracasos que integran Venezuela, Cuba, Nicaragua y apoyan Rusia e Irán. En ese sentido van la delegación de facultades legislativas en el Ejecutivo, la liberación de políticos presos y delincuentes peligrosos, la cesión de más poder a las “organizaciones sociales”, la colonización de las “cajas” y organismos de control del Estado, la ideológica pelea con todos nuestros vecinos y socios, la quiebra de miles de empresas, y la centralidad del Estado, traducida en los proyectos de modificar la Constitución para instalar un nuevo “pacto social”, “reformar” a las fuerzas armadas, confiscar acciones de las empresas que necesitan ayuda, expropiar las distribuidoras de energía, modificar la integración de la Corte y “legitimar” la Justicia, crear nuevos impuestos, castigar a los productores rurales para obligarlos a vender, realizar una reforma agraria, recrear la Junta Nacional de Granos, nacionalizar la banca y el comercio exterior, y todas las otras locuras anunciadas como meros globos de ensayo pero que, en el kirchnerismo, siempre se transforman en prontas realidades. Salga pato o gallareta en la extraña negociación de la deuda, la Argentina ya entró en mora y carecerá, en los próximos años, de financiamiento externo para el sector público; como defaulteadores seriales que somos, el mundo no confía más en nosotros y la falta de pago de los bonos entregados por Axel Kicillof -cuando era Ministro de Economía- al Club de Paris impedirá también que obtengan crédito las empresas y, sobre todo, para las imprescindibles importaciones. Contra la opinión de los expertos –obviamente, no lo soy-, creo que Cristina Fernández no vería con malos ojos que cayéramos en mora con toda la deuda soberana; mi impresión es que, alocadamente, sueña con recostarse en China para obtener fondos que le permitirían sobrevivir a la crisis socio-económica que se viene y que, sin ese apoyo, se llevará puesto al Gobierno. Aunque ya es sabido que el gigante asiático no regala nada y que su ayuda siempre se transforma en cesión de soberanía y saqueo de productos primarios, eso no sería impedimento alguno para las intenciones de la Vicepresidente; basta con recordar la base militar china en la Patagonia. Es por eso que la sociedad no puede esperar a que la oposición, si pretende seguir siéndolo, se digne salir a ejercer su rol –no olvidemos que la votamos el 41% de los argentinos- y parar firmemente los pies al Gobierno, sin importar cuánto mida éste en las encuestas por la gestión de la pandemia; es imprescindible que las instituciones vuelvan a funcionar y que la Justicia cumpla con sus obligaciones constitucionales. Nuestros representantes deben recordar una frase de Juan Perón que viene hoy muy a cuento: “Con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes”. Mientras tanto, ¡feliz Día de la Patria!, observe con atención la situación en el Caribe entre Estados Unidos, por una parte, e Irán y Venezuela, por la otra, y no olvide sumarse al cacerolazo del lunes 25, a las 1800, con el cual manifestaremos nuestro enérgico repudio a la impunidad y al “socialismo del siglo XXI”.

 

Bs.As., 23 May 20

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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LA CARGA DE LA BRIGADA K EN ARGENTINA

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Catilina fue un poroto

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ENTRE CANALLADAS Y CONFIRMACIONES ARGENTINAS

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AMORES PERROS…Y MUCHO MÁS

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¿QUIÉNES ME HAN ROBADO EL MES DE ABRIL?

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Mayo 23, 2020


 

El Rey de Alemania

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Peter Fitzek es el rey de Alemania. A los 54 años, tiene el pelo estilo cola de caballo y la mandíbula cuadrada de un terrorista de la película de los 80, o tal vez un instructor de karate, que en realidad era antes de ascender al trono. Al igual que otros monarcas, Peter tiende a ser identificado por su primer nombre. Su dominio ofrece su propio pasaporte, moneda y plan de atención médica, y cuenta con más de 1.300 sujetos, algunos de los cuales vivieron, hasta hace poco, en un extenso complejo en Wittenberg, a 60 millas al suroeste de Berlín. Lo más importante, se irguió junto a una mujer de los tabloides llamada su reina: Annett Ullmann, una modelo y camarera que era morena y hermosa y vestía camisas de seda color lavanda para sus apariciones en la corte.

Fitzek

Cuando se encuentra con periodistas, Peter trae una carpeta de documentos legales para respaldar su reclamo al trono. Es más pequeño que la pila de un metro de altura que normalmente lleva a la corte, donde se encuentra por violaciones como la velocidad y la posesión ilegal de nunchucks o Nunchakus. Graba sus conversaciones con los periodistas, un hábito desarrollado después de que una compañía de comedia lo enfrentara en el vestíbulo de un hotel de Frankfurt. (Terminó en una pelea a puñetazos). Su micrófono tiene una pegatina que proclama que es propiedad de uno de sus seguidores, colocada allí para que las autoridades fiscales alemanas no la confisquen para compensar a algunos sujetos que alguna vez fueron leales y hoy lo demandan por malversación de más de € 1.3 millones (U$ 1.4 millones).

Presentado con una grabadora, Peter habla y habla. Él habla sobre cómo curó a una ex novia que fue abusada de niña por satanistas, usando solo sus manos. Acerca de cómo una camarilla de élites sombrías, incluidos los Rockefeller y los judíos ortodoxos, difundió Covid-19 para aumentar las ganancias de las drogas y obligar a los alemanes a aceptar chips biosensores implantados. Cómo un francotirador una vez disparó su auto en la autopista, pero la intervención divina causó que la bala solo golpeara el parabrisas. 

Los súbditos del rey Peter son partidarios del movimiento Reichsbürger, cuyos miembros creen que Alemania no existe. Afirman que la república es una compañía de responsabilidad limitada controlada por los vencedores aliados de la Segunda Guerra Mundial y, según los más antisemitas, la familia Rothschild. Los Reichsbürgers imprimen sus propios pasaportes, a menudo se niegan a pagar impuestos y obstruyen los tribunales con panfletos.

Y al igual que sus otros parientes estadounidenses, QAnon, la teoría de la conspiración de extrema derecha que alega un complot de “estado profundo” contra Donald Trump, son productos de la era digital de la sinrazón. Los Reichsbürgers están adoctrinados por los programas de entrevistas de bajo presupuesto de YouTube organizados por personas como Jo Conrad, quien dice que los masones, los lagartos y los cultos asesinos de niños han invadido Alemania. Realiza protestas fuera del Reichstag, que algunos dicen que está protegida por un cañón láser. Por diversión, transmiten el hip-hop Reichsbürger. En 2018, la agencia de inteligencia nacional de Alemania identificó alrededor de 19,000 Reichsbürgers, casi el doble de su estimación de dos años antes. El número verdadero, dicen los funcionarios, es probablemente mucho mayor.

Peter, a pesar de todos sus problemas, es un líder genial. Su optimismo se deriva de una lógica conveniente: cada victoria legal demuestra la solidez de sus argumentos, y cada pérdida prueba la corrupción del sistema alemán. Por los tantos fraudes en los que se vió implicado, el gobierno alemán lo encarceló y confiscó su efectivo, su propiedad, incluso su piano. Luchó en los tribunales, en los medios de comunicación y bajo la custodia policial para defender su tesoro y evitar que el gobierno haga más preguntas.

Ullmann

En 2008, cuando la crisis económica se extendió por Europa, Peter sabía que había llegado su momento. Desde antes de la reunificación alemana, había sido un perdedor. Nacido en Alemania del Este en 1965, era un introvertido sin amigos con un padre alcohólico y una madre dominante que lo hizo limpiar su plato hasta el punto de vomitar. Peter quería ser maestro, pero sus calificaciones eran extremadamente bajas, por lo que trabajó como cocinero. Luego se casó y tuvo dos hijos, comenzó a enseñar karate y se convirtió en empleado de una tienda de videos.

En 1991, un inversionista de Stuttgart, en el próspero oeste, persuadió a Peter para que cofundara un negocio de máquinas tragamonedas con él. Fue su gran oportunidad, hasta que el sueño pereció. Su socio utilizó su conocimiento del sistema legal alemán para quedarse con la compañía. Peter era solo otro desocupado, pobre y poco sofisticado después de casi 50 años de gobierno comunista, superado por un hábil estafador. Él y su esposa se separaron al año siguiente.

A la deriva a principios de la década de 2000, Peter comenzó a leer. Devoraba textos esotéricos y se metía en la magia negra, proclamando visiones de ángeles y demonios. También estudió detenidamente libros de leyes y desarrolló lo que algunos abogados describen como un conocimiento asombrosamente vasto, si no particularmente convincente, del sistema legal. Y encontró una nueva creencia que lo ayudó a entender los fracasos de su vida: Alemania no era un país legítimo.

El primer Reichsbürger (“ciudadano del Reich”) fue Wolfgang Ebel, un trabajador de tránsito de Alemania Oriental. En 1985 notificó a la Embajada de los Estados Unidos y a su ayuntamiento local que un diplomático estadounidense llamado “Señor Kowalski” había confiado un secreto explosivo: debido a que los Aliados y Alemania nunca firmaron un tratado de paz formal después de la Segunda Guerra Mundial, la constitución alemana de 1919 todavía estaba en efecto. Ebel se declaró canciller del verdadero estado y cambió el mensaje de su contestador automático para anunciar el nuevo gobierno. “Sus actividades muestran signos de enfermedad mental”, concluyó la Stasi (Policía secreta de Alemania Oriental) después de vigilarlo durante años.

Cuando cayó el Muro, las ilusiones de Ebel hicieron metástasis. Las verdaderas fronteras del país eran las de 1937, abarcando la mitad de la actual Polonia. El gobierno alemán era una corporación que servía como un frente para los intereses financieros angloamericanos (y sí, judíos). Eran cosas salvajes, que supuraban principalmente en los márgenes políticos.

Después vino internet, y luego la crisis financiera. En todo el país, los alemanes estaban enojados por la economía, la migración y la Unión Europea. A medida que la zona euro se tambaleaba, los hombres, la mayoría de los Reichsbürgers (son hombres mayores de 40 años) comenzaron a aparecer en una tienda en el centro de Wittenberg donde Peter había comenzado a vender libros esotéricos y a promover su opinión de que un gobierno alternativo era posible. Ofreció tarjetas de membresía por € 120 al año y comenzó a aceptar “inversiones” para lo que llamó una “cuenta de ahorros”, recaudando al menos € 61,000 para fines de 2008, según muestran los registros judiciales.

Peter también comenzó a explorar otro tipo de moneda mágica y fiduciaria, lanzando a una nación famosa por su obsesión por el efectivo su brillante y colorido Engelgeld, o “dinero ángel” *Oraciones para atraer dinero). Convenientemente fijó las notas al euro. Las denominaciones incluían un siete, un número que él impregnaba de profundo significado. No había muchas maneras de gastar el dinero, pero Peter, haciéndose eco de los errores de oro en todas partes, dice que tenía valor “como un depósito de poder adquisitivo libre de inflación”.

Conrad

Ahora atrayendo efectivo e intereses, Peter decidió crear NeuDeutschland, o “Nueva Alemania”, un país principalmente de la mente y de YouTube. “Envías a tus hijos a instituciones que los entrenan como esclavos”, dice Peter a un grupo de alemanes de aspecto normal en un video publicado en el canal de su país. “Los sistemas que usas te hacen comportarte como esclavos. Pero tú eliges eso. El grupo participa en algunos trucos de fiesta, incluido el viejo e infantil en el que cuatro personas levantan a alguien de una silla con los dedos. La facilidad con la que realizan la hazaña, dice Peter, confirma la existencia de campos de energía y la maleabilidad de la gravedad. (En realidad, es el tiempo, la distribución del peso y la sorprendente fuerza del dedo humano).

Se vertieron euros. En 2009, Peter recaudó casi 40.000 euros, un quinto de los cuales destinó a una fábrica en ruinas en las afueras de Wittenberg. Al año siguiente recibió más de € 180,000. En 2011 fue de € 852,000. Con sus seguidores que ahora ascienden a miles, sacó una hipoteca de € 650,000 en otra antigua fábrica y comenzó a renovarla (un proyecto que nunca completaría). Pagó a los trabajadores una tarifa por hora de 4 € y 4 € Engelgeld, canjeable en la tienda de salchichas del complejo. En 2012 adquirió una propiedad aún más grande, un hospital abandonado que algún día podría albergar a varios miles de personas.

Los seguidores de Peter eran un grupo mixto: algunos solitarios y perdedores, pero también profesionales consumados como Harry Ziegenhagel, un abogado que estaba aburrido y buscaba respuestas cuando, en febrero de 2012, un conocido le envió uno de los videos de Peter en YouTube. Ziegenhagel estaba lo suficientemente intrigado como para gastar 50 € y conducir seis horas para un seminario de “desarrollo de la personalidad” de dos días en Wittenberg. Encontró un movimiento que había crecido a cerca de 3.500 seguidores: hombres de mediana edad como él, pero también madres solteras, varios alemanes negros y un director de teatro de izquierda de Berlín. Algunos de ellos vivían en el primer complejo que Peter había comprado. Lo llamó Reinsdorf, por el vecindario circundante.

Ziegenhagel salió del fin de semana tan impresionado que vendió su práctica legal y se mudó a la fábrica. Como el único abogado de NeuDeutschland, tenía habilidades únicas y útiles, y cuando el comportamiento errático de Peter obligó a un asistente principal a renunciar, Ziegenhagel se convirtió en su confidente y chofer.

La vida cotidiana era fácil en los primeros días en Reinsdorf, lo que se adaptaba perfectamente a la mayoría de los residentes. “Eran personas que no encontraban su camino en la sociedad, personas con infancias difíciles, personas extremadamente sensibles”, dice Ziegenhagel. Muchos vieron al grupo como una familia de reemplazo, con Peter presidiendo como padre. 

Pero a medida que la población creció, el ambiente se volvió más estructurado. Peter implementó un estricto horario de trabajo diario. Los seguidores vertieron hormigón, repintaron las paredes grises de una naranja optimista, sembraron un huerto y construyeron un set cinematográfico para sus videos de YouTube. Los ciudadanos tenían miedo de tomar descansos para fumar porque Peter desaprobaba los cigarrillos. Su líder estaba aislado de las molestias de la vida compuesta; Cuando se rompió la caldera, todavía tenía agua caliente para sus duchas en el gran apartamento en el que vivía en el centro. “Tengo la impresión”, dice Ziegenhagel, “de que se estaba convirtiendo cada vez más en un culto”.

A medida que creció la influencia de Peter, desarrolló un patrón histriónico y de violencia. Cuando visitó un juzgado para disputar varias multas por exceso de velocidad, agarró con brusquedad el brazo de una empleada y huyó de la escena, luego regresó con una rosa blanca para pedir perdón. La empleada lo rechazó. (Peter dice que estaba intentando el arresto ciudadano contra un funcionario corrupto). Golpeó al maestro de su hijo por un desacuerdo sobre las clases de educación sexual de la escuela. (El plan de estudios, dice Peter, incluía un “libro de basura escrito por un satanista abierto”). Y en julio de 2012, frente a los espectadores conmocionados, Peter abofeteó a su hija adulta dos veces en la cara. Después de ese incidente, Ziegenhagel se dio cuenta de que era hora de irse. (La afirmación del abogado de que el grupo se convirtió en culto, dice Peter, es la opinión de una sola persona “a quien nos alegramos de decir adiós”).

Otros seguidores también comenzaron a escabullirse, pero YouTube proporcionó un flujo constante de reemplazos. Los videos de Peter regularmente obtuvieron más de 15,000 visitas. No eran virales, pero no necesitaban serlo. El sitio les sirvió a la porción exacta de la población con mayor probabilidad de empacar y mudarse a Wittenberg: alemanes con un gusto por las teorías de la conspiración. Se derivaron de videos que mostraban a otros lanzadores del Reichsbürger, como Conrad, que construyó una gran cantidad de seguidores en línea y les vendió libros sobre extraterrestres, los peligros de la vacunación y las “cualidades intelectuales” especiales de los alemanes. También estaba Jessie Marsson, una vendedora de autos que afirmó ser víctima de las pruebas de control mental de la CIA. Marsson fundó “Germania” en un castillo que había comprado en Brandeburgo, vendiendo suplementos nutricionales y 35 tarjetas de identificación de “druida celta”. Jürgen Elsässer, un periodista de extrema derecha, publicó una revista mensual con 40,000 suscriptores y vendió camisetas con inscrpciones como “Go Home, American!” y “¡Libertad para Alemania!” 

Ebel

En medio de este fermento, las ambiciones de Peter por NeuDeutschland se hicieron más grandes. Quería provocar al gobierno federal, elevar su perfil y ganar más seguidores. Intentaría algo más audaz. Se necesitaría un reino.

El 16 de septiembre de 2012, Peter se paró en la parte trasera de una sala de eventos, jugueteando con su falsa túnica de armiño mientras esperaba convertirse en el primer coronado real en suelo alemán desde Guillermo II en 1888.

“Ha llegado el momento de fundar el nuevo estado”, dijo Thomas Bach, el maestro de ceremonias con capa negra. “Levanta tus corazones mientras esperamos a los soberanos”. Golpeó el escenario con un bastón. También, al mejor estilo Elvis, Zarathustra retumbó en los altavoces cuando Peter dirigió una media docena de sus sujetos más leales a través de una multitud de teléfonos inteligentes parpadeantes. Leyendo desde un pergamino de gran tamaño, declaró a sus 600 nuevos ciudadanos “un hogar gratuito para el pueblo alemán después de más de 60 años”.

 

El truco funcionó. Después de que Mitteldeutsche Zeitung informara sobre la coronación, los periodistas alemanes acudieron en masa al pequeño Wittenberg. Vice envió un equipo de video. Peter se deleitó con la atención. Cuando el periódico Die Welt le preguntó sobre su infancia, se jactó de haber alcanzado la pubertad a los 6 años. 

Comenzó a conducir su BMW financiado por el reino con una licencia de conducir del reino y placas del reino. La policía lo citó por exceso de velocidad siete veces en cinco meses. Como soberano, afirmó, las reglas del camino ya no se aplicaban a él. Convirtió sus “cuentas de ahorro” en una institución más formal llamada Königliche (“Royal”) Reichsbank, que en 2013 había recaudado más de 2,3 millones de euros de aproximadamente 500 inversores. Una compañía de seguros de salud y otros negocios secundarios que había comenzado también estaban recaudando dinero en efectivo.

Sin embargo, en abril de ese año, los reguladores financieros obtuvieron una orden de allanamiento para los compuestos del reino alegando que Peter estaba operando un banco ilegal. En su caja fuerte, encontraron solo varios cientos de euros. Respondió a las autoridades anunciando planes para abrir un banco real en una calle concurrida en Wittenberg, completo con pisos de mármol, accesorios de oro y prometió retornos de hasta el 9%.

En mayo de 2013, el regulador alemán de servicios financieros prohibió las actividades bancarias de Peter y le ordenó que pagara a sus clientes. Al año siguiente, con la mayoría de los depósitos pendientes y las quejas entrantes, los reguladores contrataron al abogado de quiebras Stefan Oppermann para liquidar los activos del banco y recuperar más de € 1.3 millones. 

Para Peter era otra señal de que el gobierno de Alemania le tenía miedo. Les dijo a los depositantes que fueran pacientes, que estaban participando en un ambicioso proyecto de estadidad. Uno de ellos, Richard Gantz, un programador de computadoras, había invertido sus ahorros de 431,000 € en el reino. Cuando suplicó que le devolvieran su dinero, Peter explicó que la liquidez era escasa. Invitó a Gantz a trasladarse al reino y disfrutar de alojamiento y comida gratis. El intercambio se convirtió en una guerra de llamas por correo electrónico. “Richard, trata de no pensar”, escribió Peter. “Los resultados nunca son satisfactorios”. Peter rechazó el pedido de devolución de dinero a otro acreedor enojado, un médico septuagenario que había depositado € 70,000, diciendo que “no estaba bien en la cabeza”.

En marzo de 2014, la policía allanó tres de las propiedades de Peter, un esfuerzo inútil por incautar efectivo. Se difundieron rumores de que tenía una bomba en su banco, lo que llevó a la policía a cerrar las calles circundantes. (Resultó ser un dudoso proyecto de combustible alternativo).

Ese otoño, con las autoridades acercándose, Peter conoció a la mujer que se llamaría su reina. Annett Ullmann era entonces una aspirante a modelo y actriz de 30 años que había hecho algunas sesiones de fotos profesionales y conciertos extra en televisión. Ella asistía a una sesión de la serie de seminarios “El poder del pensamiento” de Peter, basada en un conjunto de cuatro DVD de 116 € que enseñaba técnicas de visualización para perder peso, dejar de beber y recuperarse de las rupturas. 

Annett pudo haber compartido el talento de Peter para la autopromoción. Unos años antes, en un reality show, había demostrado un ejercicio de glúteos favorito, que consistía en retorcerse en el suelo. Su objetivo en la vida, le dijo a un productor, era hacerse famosa. Cuando terminó el seminario, los dos comenzaron a salir como pareja.

Al mes siguiente, Oppermann y la policía táctica con pasamontañas golpearon el banco, con la esperanza de confiscar sus activos. Peter tocaba el piano en el vestíbulo mientras los agentes pululaban. Durante los días siguientes, el equipo de Oppermann encontró 20 cajas fuertes, todas vacías. Utilizó ventosas para levantar las baldosas de mármol. Nada. En todas las propiedades del reino, los elementos principales de la nota fueron el atuendo de un sacerdote y algunas cintas de pornografía en sistema VHS. Oppermann pronto concluyó que Peter había gastado gran parte del dinero en viajes, BMW y bienes raíces. El resto había desaparecido, lavado a través de una red de empresas, incluida la que dirigía el puesto de venta de salchichas del complejo. Algunos fueron a Polonia, donde los funcionarios rechazaron las solicitudes de congelar las cuentas de Peter.

Las provocaciones de Peter se intensificaron una vez más. Para un truco, atravesó barreras de edificios en construcción y posó para fotos en la misma puerta donde Martin Luther había comenzado la Reforma.

Las propias tesis de Peter numeraron 77, incluyendo “salvar a las parteras” (No. 20), “adherirse al orden cósmico” (No. 23) y “apoyar máquinas de energía libre” (No. 77).

En mayo de 2015, Peter voló con Annett a Mallorca, donde una vez había estado filmando un video musical terrible. El sitio web del reino publicó fotos de Peter sonriendo y sosteniendo una tarjeta de embarque a nombre de “Peter I, rey de Alemania”. Afirmó que el viaje demostró la legitimidad del pasaporte del reino, aunque, por supuesto, viajar dentro del Área Schengen no requiere uno.

Berlín tenía un problema en sus manos, y no era solo Peter. Su segmento del movimiento Reichsbürger, al menos, era pacifista, y su presunto delito más grave era simplemente estafar a sus seguidores. Otros se estaban volviendo peligrosos.

En Brandeburgo, el estado que rodea Berlín, los funcionarios llegaron al trabajo una mañana para encontrar el cartucho de tóner de la máquina de fax vacío y cientos de páginas de manifiesto esparcidas por el piso. Casi al mismo tiempo, a 5,000 millas de distancia, una agencia del estado de Washington estaba recibiendo cientos de documentos alegando que funcionarios alemanes, desde la canciller Angela Merkel en adelante, estaban en mora con deudas que iban desde U$ 27,250 a U$ 500 billones. Los miembros de Reichsbürger luego usaron las presentaciones para contratar agencias de cobranza en Malta, lo que teóricamente obligó a Peter a comparecer en la corte maltesa.

Cuando la policía intentó tomar medidas enérgicas contra el movimiento, no estaban preparados para la furia que les esperaba. En agosto de 2016, Adrian Ursache, un ex ciudadano de Alemania que se había convertido en un destacado teórico del Reichsbürger, abrió fuego contra los oficiales que intentaban desalojarlo del Estado Ur, una nación que consistía en su casa y patio trasero. Golpeó a uno antes de recibir un disparo y se detuvo. Dos meses después, en Baviera, uno de los protegidos de Ursache, Wolfgang Plan, disparó contra la policía que había venido a confiscar su arsenal de 31 armas. Un oficial murió y otros dos resultaron heridos antes de que Plan fuera arrestado. Se había radicalizado a sí mismo mientras miraba miles de horas de videos de YouTube, incluidas las diatribas de Peter. (“Engelgeld …”, dice Plan en una entrevista en la cárcel, aparentemente a punto de poner los ojos en blanco al recordar la moneda de Peter. Luego agrega alegremente: “Está bien. ¡Me gusta!”)

Fitzek

La policía tuvo más facilidad para detener a Peter. El mismo mes de la redada en el Estado Ur, asaltaron a Reinsdorf y lo detuvieron. La lista de cargos incluía operar un banco ilegal y malversación de fondos.

Cuando el juicio comenzó el 20 de octubre, Annett estaba presente. El rey lanzó besos de aire en su dirección. Mientras se iniciaba el proceso, interrumpió repetidamente al juez, gritando “¡Escándalo!” y “Mentiras!” La teatralidad continuó durante meses, hasta que el martillo finalmente cayó en marzo siguiente. El juez lo condenó a tres años y ocho meses. El rey de Nueva Alemania iba a prisión. 

La policía nunca encontró el dinero. Gran parte, como supuso Oppermann, se había deslizado a otros países (las cuentas en Polonia, un misterioso cheque por  U$ 1 millón y tierras en Paraguay, especulan los ex seguidores, porque el país carece de un tratado de extradición con Alemania. Se obtuvo el control de las propiedades de Peter y comenzó a liquidarlas, pero la ley decretó que, dado que no había suficiente efectivo para todos los acreedores, nadie obtendría nada. “Es todo o nada”, dice Oppermann. En cambio, el dinero se destinó a los costos de la investigación.

En mayo de 2017, después del juicio, la policía con equipo antidisturbios desalojó a decenas de ciudadanos del mayor de los dos complejos del reino. La convicción de Peter había hecho poco para sacudir la fe de sus seguidores. La mayoría simplemente se quedó en Reinsdorf, viviendo de a cuatro personas en una habitación, mientras que la nueva propiedad trabajó lentamente para desalojarlos. Mientras esperaban la liberación de su rey, colgaron atrapasueños, hablaron sobre estelas químicas y comieron remolacha para la cena y helado vegano para el postre.

En la prisión, Peter meditó, hizo ejercicio y escribió dos libros, una “autobiografía mágica” y un tratado sobre la unificación de la espiritualidad y la ciencia, un resultado impresionante teniendo en cuenta que pasó apenas un año tras las rejas. En abril de 2018, un tribunal de apelaciones revocó su condena. Los recibos de depósito de Peter se parecían más a formularios de donación, dictaminó el tribunal. Y algunos depositantes habían testificado que realmente no esperaban recuperar su dinero. Cuando Peter salió del juzgado, su caso se suspendió formalmente, Annett saltó a sus brazos y los partidarios lo vitorearon y le entregaron flores.

Seguro de nuevo en suelo soberano, se puso a restaurar el orden en el reino. Necesitaría nuevos esquemas para recuperar su mensaje en las noticias y reponer el tesoro real.

El dominio de Peter, cercado en un tranquilo y frondoso suburbio, es fácil de distinguir: la bandera del reino, un sol naciente sobre el tradicional tricolor alemán, ondea desde un poste.

 


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Mayo 23, 2020


 

El último de los amantes ardientes

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Un hombre de Houston de 82 años es acusado de la muerte de su amante después de golpear al hombre de 65 años… a petición suya. Según la policía, Alan Bishof confesó la golpiza en los archivos que se encontraron en su computadora de trabajo y descubiertos por el personal de seguridad donde trabajaba en la Corporación Chevron.

Entre los documentos descubiertos había uno que describía en “gran detalle” la relación de Bischof con Craig LaMell, el hombre al que mató. Según documentos judiciales, Bischof y LaMell “tuvieron una relación sexual, se involucraron en un comportamiento sadomasoquista y antes de un incidente el 7 de noviembre de 2019, LaMell le había pedido a Bischof que lo atacara física y sexualmente”.

LaMell
Bischof

Cuando la policía entrevistó a Bischof, les dijo que él y LaMell habían planeado la golpiza durante muchas semanas y que LaMell quería que Bischof lo golpeara en la cara “repetidamente con los puños”. Bischof dijo que golpeó a LaMell cuatro o cinco veces. Según el informe policial, el hombre de 81 años “dijo que sentía que aunque los golpes fueron duros, no fueron tan duros como realmente dañar a alguien”.

En uno de los archivos, Bischof describió cómo golpeó a LaMell hasta que le abrió una herida en su ojo que sangraba profusamente. Describió a LaMell llorando desnudo como un “bebé indefenso”.

Los registros judiciales muestran que LaMell tenía lesiones no solo en la cara, sino también en la parte superior del cuerpo y los brazos cuando buscó tratamiento médico. Dijo que había sido atacado por varios hombres en un camino cerca de donde vivía. Fue diagnosticado con un hematoma subdural, o una hemorragia cerebral, y ingresó en el hospital el 8 de noviembre. Pasó 11 días en el hospital con cinco o seis días en la unidad de cuidados intensivos. No se realizó ninguna cirugía y fue enviado a casa el 19 de noviembre.

El 29 de noviembre, su hermana, que también era su vecina, Donna LaMell, fue a la casa de su hermano y lo encontró en el suelo. Llamó al 911 y fue readmitido en el hospital donde murió el 2 de diciembre de traumatismo craneal por fuerza contundente, según los registros judiciales.

Otros archivos descubiertos en la computadora de trabajo de Bischof mostraron que él y LaMell acordaron decir que LaMell fue atacado por extraños, sin embargo, la policía dice que sospecharon porque LaMell les había dado tres versiones diferentes de cómo fue atacado. Hubo la versión de los hombres en el camino, otra historia fue que dijo que fue golpeado por el ex marido de una mujer con la que estaba saliendo, y la versión final fue que LaMell dijo que había intervenido en una pelea en una noche. en una discoteca.

La policía entrevistó a Bischoff antes de que los archivos de trabajo fueran expuestos. En ese momento, Bischoff dijo que había visto a LaMell el día que fue golpeado, alegando haber estado en su casa, y luego se fue. Pero Bischoff dijo que LaMell lo llamó para que regresara horas más tarde y fue cuando afirmó que encontró a Lamell herido y sangrando, pero dijo que LaMell no le dijo a Bischof cómo sucedió.

En un archivo llamado “Confesión” que se encontró en la computadora de su trabajo, el Octogenario dijo que iba a quitarse la vida y se disculpó por engañar a la policía. También escribió que era culpable de matar a LaMell, según documentos judiciales. Había escrito notas de suicidio a su propia familia y a la familia de LaMell, junto con una lista de cosas por hacer antes de suicidarse.

El 20 de mayo, Alan Bischof fue acusado de asalto agravado a un miembro de la familia, un delito grave de primer grado. Según la ley de Texas, el asalto contra alguien con quien tiene una relación romántica cae bajo el término general “miembro de la familia”.

No hay otros antecedentes penales para Bischof en el condado de Harris. Fue liberado con una fianza de $ 50,000 el mismo día que fue arrestado.

 


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Mayo 23, 2020


 

Experto de las Naciones Unidas y las ejecuciones de niños en Irán

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Niñas de tan solo nueve años pueden ser sentenciadas a ejecución en Irás; Al menos 73 jóvenes fueron ejecutados entre 2005 y 2015. Y las autoridades no muestran signos de detener esta horrible práctica.

Javaid Rehman es un jurista británico-paquistaní y profesor de derecho islámico y derecho internacional en la Universidad Brunel de Londres. 
Nacido: 1967 (53 años), Faisalabad, Pakistán

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Un experto independiente en derechos humanos de la ONU dijo que Irán ejecutó a siete niños delincuentes el año pasado y dos en lo que va del año, a pesar de que las leyes de derechos humanos prohíben la pena de muerte para cualquier persona menor de 18 años.

Javaid Rehman dijo al comité de derechos humanos de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que tiene “información creíble” de que al menos 90 niños delincuentes están ahora en el corredor de la muerte en Irán.

Rehman también expresó su profunda preocupación por el uso general de la pena de muerte en la República Islámica. Dijo que la tasa de ejecución de Irán “sigue siendo una de las más altas del mundo” a pesar de que el número cayó de 507 en 2017 a 253 en el año 2018.

En el año 2019, “las estimaciones conservadoras indican que se han llevado a cabo al menos 173 ejecuciones”, agregó Rehman.

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Rehman dijo que las minorías étnicas y religiosas están representadas desproporcionadamente en las ejecuciones de Irán por cargos relacionados con la seguridad nacional y entre sus presos políticos.

“Están sujetos a arrestos y detenciones arbitrarias por su participación en una variedad de actividades pacíficas como la defensa del uso de idiomas minoritarios, por organizar o participar en protestas pacíficas y por afiliarse a partidos de oposición”, dijo.

Solo tres minorías religiosas son reconocidas en la constitución de Irán: cristianos, judíos y zoroastrianos, dijo Rehman. Instó a enmendar la constitución para permitir que todas las minorías religiosas y aquellos que no tienen ninguna creencia religiosa “disfruten plenamente de sus derechos”.


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Mayo 23, 2020


 

Propuesta de China para imponer legislación de seguridad nacional en Hong Kong

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La Asamblea Nacional Popular de China, que mañana comienza su sesión anual en Beijing, prepara una ley a nivel estatal para salvaguardar la seguridad nacional en Hong Kong, confirmó este jueves el portavoz de ese ente, Zhang Yesui.

Zhang

En la conferencia de prensa previa a la Asamblea, Zhang indicó que la misma, como supremo órgano de poder estatal, debatirá la ley propuesta por su Comité Permanente que claramente requirió establecer y mejorar el marco legal y el mecanismo para reforzar la seguridad nacional en Hong Kong.

Zhang recalcó que “en vista de las nuevas circunstancias y necesidades, la Asamblea está ejerciendo su poder proporcionado por la constitución” para “salvaguardar la seguridad” y defender el principio de “un país, dos sistemas” por el que China concede un supuesto alto grado de autonomía a Hong Kong.

La nueva normativa prohibirá todas las “actividades sediciosas encaminadas a derrocar al Gobierno central”, los “actos terroristas” y la “interferencia externa en los asuntos de Hong Kong”.


REPUDIO

  Por Michael R. Pompeo *

Estados Unidos condena la propuesta del Congreso Nacional del Pueblo de la República Popular China (RPC) de imponer de manera unilateral y arbitraria la legislación de seguridad nacional en Hong Kong. La decisión de eludir los procesos legislativos bien establecidos de Hong Kong e ignorar la voluntad del pueblo de Hong Kong sería una sentencia de muerte para el alto grado de autonomía que Beijing prometió para Hong Kong en virtud de la Declaración Conjunta sino-británica, un acuerdo presentado por la ONU .

Hong Kong ha florecido como un bastión de la libertad. Estados Unidos insta firmemente a Beijing a que reconsidere su desastrosa propuesta, cumpla con sus obligaciones internacionales y respete el alto grado de autonomía, instituciones democráticas y libertades civiles de Hong Kong, que son clave para preservar su estatus especial bajo la ley estadounidense. Cualquier decisión que afecte a la autonomía y las libertades de Hong Kong, tal como está garantizada por la Declaración Conjunta sino-británica y la Ley Básica, impactará inevitablemente nuestra evaluación de Un País, Dos Sistemas y el estado del territorio.

Estamos con la gente de Hong Kong.

 

  • Secretario de Estado de los Estados Unidos de América

 


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Mayo 23, 2020


 

GEOPOLÍTICA EN MEDIO DE LA PANDEMIA

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 Por Alberto Asseff*

   La geopolítica no tomó vacaciones en medio de la pandemia. Es que, como sostenía Napoleón, “la política se halla en la geografía”. Como la pandemia no admite que la política baje las persianas, la geopolítica continúa sin ‘feria’ – como la insólita de nuestro Poder Judicial. Una prueba la ha dado en estos días Australia.

Napoleón

  El enorme país oceánico fue parte de un movimiento crucial en 2018. Cuando Estados Unidos se retiró del Acuerdo del Transpacífico, Australia y otros once países medianos suscribieron un pacto comercial, con implicancias políticas. A la mesa del convenio se sentaron Japón – la tercera economía del mundo -, Canadá, México, Vietnam, Nueva Zelanda, entre otros. Este antecedente cobra relieve en este momento pandémico caracterizado por la declinación norteamericana y una China a la defensiva, con inesperadas dificultades internas y también el frente exterior.

   Los celebrantes de 2018 tienen un común denominador. Todos son países medianos en un planeta que – como la Argentina de antaño – tiene ‘movilidad ascensional’, es decir que países otrora pobres – el mejor ejemplo, Vietnam – hoy son intermedios y mañana podrán incorporarse al podio principal.

Morrison

  En estos días el primer ministro australiano Scott Morrison fue el primero en promover una investigación internacional sobre el origen del coronavirus no obstante que  China es el principal destino de las exportaciones australianas y que sólo por visas estudiantiles Camberra obtiene inmensos beneficios económicos a raíz de que son legión los chinos que van a estudiar en las universidades australianas.

  El premier hizo, además, una videoconferencia con sus pares de Estados de todas partes del mundo. El asunto central fue intercambiar experiencias entre los que habían dado ‘respuesta temprana’ al Covid-19. Así, en la reunión telemática también estuvieron Austria, Dinamarca, Grecia, Israel y Singapur. Cabe preguntarse por qué nuestro país no estuvo presente en esa sala virtual a pesar de que nos ufanamos de haber sido precisamente uno de los países que reaccionaron tempranamente ¿Será el síndrome de insignificancia? Más allá del ‘relato’ interno, parece que afuera han detectado ese morbo vernáculo. Que duele físicamente, pero sobre todo en el alma argentina. Aquel viejo país que se encaminaba – más allá de sus crisis, de su corrupción – hacia el primer escenario mundial, un siglo después cayó en la irrelevancia. Ya no somos modelo ni de los vecinos.

Xi

   Hoy la geopolítica exhibe como nunca el protagonismo del multilateralismo con alto dinamismo. Ciertamente, el globalismo ha ingresado en un tramo de su devenir que se caracteriza por los cuestionamientos y las dudas. Hay interrogantes sobre cómo será el derrotero de acá en más. Empero, creo muy apresuradas las conclusiones como esa de que “se terminó la globalización”. Po el contrario, todo hace pensar que – con otros formatos, donde el rol de las potencias intermedias será crecientemente importante – la mundialización proseguirá su marcha. Seguramente armonizado con un resurgente soberanismo de los Estados. Ensamblar las dos velocidades para imprimirle motricidad al mundo no es una rareza. China, por caso, no dejó ni un minuto de reclamar soberanía en el Mar homónimo, hasta construyendo islas artificiales, mientras revivía la ‘Ruta de la Seda’ con notoria vocación global. Es otro falso dilema eso de globalización vs nacionalismo. Coexisten y convivirán por mucho tiempo. La clave está en saber combinarlos.

   El contraste con la Argentina es tan evidente como hasta inexplicable. Nuestra política exterior – ¿existe? – en este medio año del gobierno asumido el 10 de diciembre logró más que un flamante congelador: enfrió todos los vínculos regionales al punto que no tenemos un buen compañero de ruta en parte alguna de América del Sur. Además, no dimos ni la más mínima señal a nuestra vecina África, no conversamos especialmente con ninguna de las potencias intermedias, amenazamos con retirarnos desopilantemente de las negociaciones comerciales del Mercosur con terceros países y sólo dialogamos con Italia, Alemania, Francia y España para, cual mendicantes en que nos hemos transformado, para suplicarles apoyo para no pagar la deuda.

  La política exterior es tan decisiva como la interior. Integran un solo haz. Y la geopolítica no es solo una disciplina que guía los movimientos hacia afuera. Bien valdría aplicarla para orientar nuestra estrategia interna hacia una demografía más equilibrada, hacia la potenciación de los recursos – como los del mar -, hacia la reorganización político institucional – para encontrar el modo de hacer en serio un país federal y para evitar que diez conglomerados del conurbano que ocupan 2.000 km2 ‘gobiernen’ a una nación de 4 millones de km2 y otros tantos de espacios marítimos. Para, en suma, corregir tantas deformaciones que padecemos, como la pretender y proclamar la ‘soberanía’, pero no tener moneda.

   Flaquean nuestras fuerzas internas, tanto en el plano espiritual como material. La recuperación vendrá de una doble vía: la de adentro y la de afuera. En el interior, apostando al emprendedurismo y ensanchamiento del trabajo privado, auxiliado por un Estado inteligente. En el exterior, forjando alianzas y acuerdos que amplíen el horizonte comercial y reubiquen a la Argentina como nación mediana, con aspiraciones de ascender.

*Diputado nacional

 


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Mayo 23, 2020


 

Una jaula de fieras

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 Por Émile Zola


I

Una mañana, un león y una hiena del Jardin des Plantes lograron abrir la puerta de su jaula cerrada con negligencia. La mañana era blanca y un claro sol lucía alegremente al borde del cielo pálido. Bajo los grandes castaños había un frescor penetrante, el tibio frescor de la incipiente primavera. Los dos honrados animales, que acababan de desayunar copiosamente, se pasearon lentamente por el Jardin, deteniéndose de vez en cuando para lamerse y gozar como buenos chicos de la suavidad de la mañana. Se encontraron al final de un paseo y, después de los saludos de rigor, se pusieron a caminar juntos charlando amigablemente. El Jardin no tardó en resultarles aburrido y en parecerles demasiado pequeño. Entonces se preguntaron a qué otras distracciones podían consagrar su jornada.

-¡Caray! -dijo el león-. Me apetece satisfacer un capricho que tengo desde hace mucho tiempo. Hace años que los hombres vienen como imbéciles a mirarme a mi jaula y yo me he prometido aprovechar la primera ocasión que se me presentara para ir a mirarlos a ellos a la suya, aunque tenga que parecer tan idiota como ellos… Le propongo dar un paseo hasta la jaula de los hombres.

En ese momento, París, que se estaba despertando, se puso a rugir con tal intensidad que la hiena se detuvo escuchando con inquietud. El clamor de la ciudad se elevaba, sordo y amenazante; y ese clamor, formado por el ruido de los coches, los gritos de la calle, por nuestros sollozos y nuestras risas, parecían alaridos de furor y estertores de agonía.

-¡Dios Santo! -susurró la hiena- no hay duda de que se están degollando en su jaula. ¿Oye usted qué airados están y cómo lloran?

-Es cierto que hacen un jaleo horroroso; es posible que los esté atormentando algún domador -contestó el león.

El ruido se incrementaba y la hiena empezaba a tener miedo.

-¿Cree usted que es prudente entrar ahí? -preguntó.

-¡Bah! No nos comerán ¡qué demonios! Venga pues. Deben estar mordiéndose de lo lindo y eso nos hará reír -dijo el león.

II

Por las calles, caminaron modestamente a lo largo de las casas. Cuando llegaron a un cruce, fueron arrastrados por un enorme gentío. Obedecieron a aquel empuje que les prometía un espectáculo interesante. Pronto se encontraron en una gran plaza en la que el pueblo se agrupaba. En medio había una especie de armazón de madera roja y todas las miradas estaban fijas en aquella construcción, con expresión de avidez y de gusto.

-Mire -dijo en voz baja el león a la hiena- eso es sin duda una mesa sobre la que van a servir un buen festín a todas estas personas que ya se están relamiendo de gusto. Aunque la mesa me parece bastante pequeña.

Cuando pronunciaba esas palabras, la masa lanzó un alarido de satisfacción y el león declaró que debían ser los víveres que llegaban, tanto más cuanto que un vehículo pasó al galope por delante de él. Sacaron a un hombre del carruaje, lo subieron al armazón y le cortaron la cabeza con destreza; luego, pusieron el cadáver en otro vehículo y se apresuraron a sustraerlo al apetito feroz del populacho que gritaba, sin duda de hambre.

-¡Anda! ¡No se lo comen! -exclamó el león decepcionado.

La hiena sintió que un pequeño escalofrío recorría su pelo.

-¿En medio de qué fieras me ha traído usted? -dijo-. Matan sin tener hambre… Por amor de Dios, tratemos de salir pronto de aquí.

III

Cuando abandonaron la plaza, tomaron los bulevares exteriores y caminaron después tranquilamente a lo largo de los muelles. Cuando llegaron a la Cité vieron, detrás de Notre-Dame, una casa baja y larga en la que los transeúntes entraban como se entra en una barraca de feria, para ver allí algún fenómeno y salir maravillado. No se pagaba ni al entrar ni al salir. El león y la hiena siguieron al gentío y vieron, sobre grandes losas, cadáveres tendidos, con la carne agujereada de heridas. Los espectadores, mudos y curiosos, miraban tranquilamente los cadáveres.

-¡Eh! ¿Qué decía yo? -comentó la hiena- No matan para comer. Mire cómo dejan que los víveres se estropeen.

Cuando estuvieron de nuevo en la calle, pasaron por delante de una carnicería. La carne colgada de los ganchos de acero estaba muy roja; junto a las paredes había montones de carne, y la sangre corría por las placas de mármol formando pequeños regueros. La tienda entera ardía siniestramente.

-Mire pues, -dijo el león- dice usted que no comen. Ahí tiene carne para alimentar a nuestra colonia del Jardin des Plantes durante ocho días… ¿Será carne de hombre?

La hiena, que como ya dije había desayunado copiosamente, dijo volviendo la cabeza:

-¡Puaf! Es repugnante. Me dan náuseas de ver toda esa carne.

IV

-¿Ve usted esas puertas gruesas y esas enormes cerraduras? -comentó la hiena un poco más lejos-. Los hombres ponen hierro y madera entre ellos para evitar el disgusto de devorarse. Y en cada esquina hay personas con espadas que mantienen las buenas formas ¡Qué animales más ariscos!

En ese momento, un simón atropelló a un niño y la sangre salpicó hasta la cara del león.

-Pero… ¡es repugnante! -exclamó secándose con una mano-; no se puede dar dos pasos tranquilamente. En esta jaula llueve la sangre.

-¡Pardiez! -añadió la hiena- han inventado estas máquinas rodantes para obtener la mayor cantidad de sangre posible; son como el lagar de su innoble vendimia. Desde hace un rato, estoy observando a cada paso, unas cavernas apestadas al fondo de las cuales los hombres beben grandes vasos llenos de un licor rojizo que no puede ser sino sangre. Y beben mucha cantidad de ese licor para darse valor para matar pues, en numerosas cavernas he visto a los bebedores derribarse a puñetazos.

-Ahora comprendo -prosiguió el león- la necesidad del gran arroyo que atraviesa su jaula. Lava todas sus impurezas y arrastra toda la sangre derramada. Son los hombres los que han debido traerlo hasta aquí por miedo a la peste. Arrojan en él a las personas asesinadas.

-No pasaremos por los puentes -interrumpió la hiena temblando- ¿No está usted cansado? Tal vez fuera prudente que regresáramos…

V

No pude seguir paso a paso a los dos honrados animales. El león quería verlo todo y la hiena, cuyo pavor se iba incrementando a cada paso, se sentía obligada a seguirlo porque no se habría atrevido jamás a regresar sola. Cuando pasaron por delante de la Bolsa, logró por medio de ruegos insistentes, no entrar. Salían de aquel antro tales lamentos, tales voces, que ella permanecía en la puerta temblando y con el pelo erizado.

-Vámonos, vámonos rápido -decía tratando de llevarse al león- éste es sin duda el escenario de la matanza general. ¿No oye los gemidos de las víctimas y los gritos de alegría furiosa de los verdugos? Esto es un matadero que debe abastecer a todas las carnicerías de barrio. Alejémonos de aquí, se lo ruego.

El león, del que el miedo se iba apoderando e iba empezando a llevar la cola entre las patas, se alejó gustoso. No huía porque quería conservar intacta su reputación de valentía; pero, en el fondo, se acusaba de temeridad y se decía que los rugidos de París por la mañana, habrían debido impedirle entrar en medio de aquella extraña casa de fieras. Los dientes de la hiena castañeteaban de pavor y ambos caminaban con precaución, buscando el camino para volver a su hogar, creyendo sentir a cada instante las zarpas de los transeúntes clavarse en su cuello.

VI

Y he aquí que, bruscamente, surge un sordo clamor en las esquinas de la jaula. Se cierran las tiendas, el toque a rebato se lamenta con voz anhelante e inquieta. Grupos de hombres armados invaden las calles, arrancan los adoquines, levantan apresuradamente barricadas. Los rugidos de la ciudad han cesado; reina en ella un silencio pesado y siniestro. Las bestias humanas se callan; se deslizan a lo largo de las casas, dispuestas a saltar. Y pronto saltan. La fusilería estalla acompañada por la voz grave del cañón. La sangre corre, los muertos aplastan su cara contra el suelo, los heridos gritan. En la jaula de los hombres se han formado dos bandos y esos animales se divierten degollándose en familia. Cuando el león comprendió de qué se trataba exclamó:

-¡Dios mío! ¡Sálvamos de este pelea! Ya estoy bien castigado por haber cedido al tonto deseo de hacerle una visita a estos temibles carniceros. ¡Qué suaves son nuestras costumbres comparadas con las suyas! Nosotros no nos comemos jamás entre nosotros. -Y dirigiéndose a la hiena prosiguió-: No nos hagamos los valientes. Yo, lo reconozco, tengo los huesos helados de espanto. Tenemos que abandonar de inmediato este país de bárbaros.

Entonces huyeron avergonzados y temerosos. Su carrera se hizo cada vez más furiosa y desbocada porque el miedo los espoleaba y los terroríficos recuerdos de la jornada eran otros tantos aguijones que precipitaban sus saltos. Llegaron al Jardin des Plantes sin aliento y mirando hacia atrás con pánico. Entonces pudieron respirar a gusto y corrieron a refugiarse en una jaula vacía cuya puerta cerraron con energía. Allí se felicitaron con efusión de su regreso.

-¡Ah! -dijo el león-. No volveré a salir de mi jaula para ir a pasearme por la de los hombres. Sólo hay paz y felicidad posibles al fondo de esta celda dulce y civilizada.

VII

Y como la hiena palpaba uno tras otro los barrotes de la jaula:

-¿Qué mira usted, pues? -preguntó el león.

-Compruebo si estos barrotes son fuertes y nos defienden adecuadamente de la crueldad de los hombres -respondió la hiena.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 23, 2020


 

HOY, NO SERÁ CAMPAÑA DE GUERRA SINO DE PAZ.

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 Por CLAUDIO VALERIO

Todos nosotros deberíamos prepararnos a tomar papel en la política. A lo mejor no vamos a ir a tierras extranjeras. Sin embargo, hay muchas obras para nosotros dentro de la comunidad. Algunos de nosotros podemos ser colaboradores extraordinarios de la asistencia a los ancianos o cumplir otro cargo en la ciudad. Es posible que nuestra misión sea limitada a nuestra propia casa cuidando a un pariente enfermo. Quizás algunos podamos participar en organizaciones públicas trayendo el amor conciudadano al movimiento del medioambiente o a los Scouts. El propósito aquí es decir que nuestro aporte ciudadano tiene que ir más allá que la de un hacer dominical. Tenemos que llevar a cabo la misión que estos tiempos de aislamiento nos convoca y es la de encargarnos  de nuestros adultos mayores… Tenemos que mostrar a todos nuestro amor por el otro y sentido solidario con nuestras obras buenas y ejemplos justos. Todos nosotros en estos días debemos impulsar nuestra esperanza en cuanto a nuestro final y para el presente. Pero la realidad es que la mayoría de las personas están tan atadas a las realidades mundanas, que no se les ocurre mirar hacia el otro lado, donde está la necesidad, donde está quien necesita de una asistencia afectiva que todos nosotros podríamos dar con absoluta perfección. Amor, luz, plena felicidad, gloria, son cosas que muchos de nuestros pares necesitan y que ése debe ser nuestro destino: la realización. Nosotros somos los brazos y las piernas de aquel que nos necesita para llevar a cabo alguna misión. ¡Como quisiera subrayar la importancia de nuestra misión!… Ya no es tiempo para preguntarse de los puestos de poder; ni es tiempo para maravillarse sobre el/los paradero/s de alguno/s. Más bien es tiempo de prepararse para la venida de tiempos de solución. También estemospreparados para todo lo demás. Debemos trabajar aquí; debemos ser testigos de las enseñanzas que nos deja la aparición del Covid-19. Y así sabremos y comprobaremos que la principal enseñanza es el amor. Por eso, aunque pensemos en la ciudad futura, no podemos descuidar el mejoramiento de todo lo relacionado con nuestro planeta. Y por eso debemos buscar el bien del prójimo. El proselitismo no es una posibilidad conveniente. Porque es necesario que las personas crean que lo que se está haciendo es para bien; es decir, que conozcan bien la doctrina del porqué del aislamiento social y vivan la radicalidad, cualidad radical, extremosa, del hacerlo. El proselitismo es también necesario para que el pueblo argentino crezca y todos los hombres de toda ciudad, pueblo y barrio cuiden su salud y sus vidas,  como debe ser. Pero es también una exigencia de la vida: si no se llega ahí, al corazón de las personas y se les plantea el sentido profundo de sus vidas, el transcurrir de las mismas será algo superficial, que no compromete del todo a quien lo hace. El gran obstáculo del proselitismo está en uno mismo, y es el miedo a tocar temas comprometidos porque se teme que los demás sabrán que uno tiene debilidades y cómo piensa sobre los grandes temas. Aprendamos de nuestras cobardías y perezas. De ese miedo a quedar expuestos y vulnerables a la enfermedad… No es un triste espectáculo, porque una de las cosas más grandes que podemos hacer en esta vida es acercarnos más a nosotros mismo y conociéndole a quien tenemos cerca.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe un
abrazo, junto a mi deseo de que dios te Bendiga y prospere en todo lo
que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha
prosperidad.

Claudio Valerio (Valerius)

 


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Mayo 23, 2020


 

LAS NOTICIAS MÁS VISTAS ♣ Mayo 22, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Mayo 18, 2020 00.00 HORAS –
HORA DE CONTROL Mayo 22, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Mayo 21, 2020


 

Pigmalión

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 Por John Updike


Lo que más le gustaba de su primera esposa eran sus dotes de imitadora; después de una fiesta, dada por ellos o por otra pareja, ella imitaba para él lo que habían visto, las caras, las voces, torciendo su linda boca en pequeñas contorsiones que evocaban, durante un sorprendente instante, la presencia de un amigo ausente.

—Bueno, si yo reagmente… ¿no es así como habla Gwen? Si yo reagmente me preocupase de la consergvación

Y él, el marido, se reía a carcajadas, aunque Gwen era, en secreto, su amante y habría de convertirse en su segunda esposa. Lo que le gustaba de ella era su vivacidad en la cama, y lo que le disgustaba de su primera esposa era que le pedía que le frotase la espalda y después, noche tras noche, al contacto de sus manos, se quedaba dormida.

Durante los primeros años de su nuevo matrimonio, cuando él y Gwen volvían de una fiesta, él esperaba inconscientemente que empezasen las imitaciones, la recapitulación. Incluso la incitaba:

—¿Qué te ha parecido el hermano de tu anfitriona?

—¡Oh! —decía simplemente Gwen—. Me pareció muy agradable.

Y percibiendo, con intuición femenina, que él esperaba más, añadió:

—Inofensivo. Tal vez un poco envarado —sus ojos centelleaban al percibir una súplica tácita en su expectante silencio, y con aquel conmovedor e infantil defecto de pronunciación, farfullaba—: ¿Qué quierges reagmente?

—Oh, nada. Nada. Solo es que… Marguerite lo conoció hace unos años, y le chocó lo tonto y pomposo que era. Su manera de chupar su pipa y de terminar todas sus declaraciones con un «¿Me sigues?»

—A mí me pareció muy agradable —dijo fríamente Gwen, volviéndose de espalda para quitarse el plateado y ceñido traje de noche. Mientras lo deslizaba sobre sus caderas, volvió la cabeza y añadió en tono desafiante.

—Tenía mucho que decir sobre la evasión de impuestos.

—No me extraña —se burló débilmente Pigmalión, aturdido por la visión de su esposa que avanzaba desnuda hacia él y su lecho marital—. Es muy tarde —le advirtió.

—¡Oh, vamos! —dijo ella, apagando las luces.

La primera imitación que hizo Gwen fue de Marvin, el segundo marido de Marguerite; se habían conocido inesperadamente en un baile benéfico de Salven las Ballenas, cuyas invitaciones habían sido enviadas indiscriminadamente.

—Oh-jo-jo —vociferó en la intimidad de su dormitorio—. ¡Conque tú eres mi noble predecesor! —Y en un aparte, añadió—: Noble, ¡y un cuerno! ¡Te odia tanto que lo sacaste de quicio!

—¿De veras? —dijo él—. Pensaba que se había mostrado muy agradable en lo que podía haber sido un encuentro violento.

—Sí, cieeertamente —convino ella, imitando al campechano Ed y permitiendo, por un segundo, que la expresión de suave y tranquila benignidad forzada se plasmase en sus propias facciones en general menudas y redondeadas—. No hay nada embarazoso entre nosotros ¡jo-jo! —siguió diciendo, animada por la risa de su marido—. Y dime, viejo amigo, ¿por qué tu cheque para la pensión de tus hijos ya no llega nunca puntualmente?

Él rió y rió, entusiasmado al ver que su esposa adquiría lo que él consideraba característico de la feminidad: una sensibilidad plástica, despierta, del medio humano; una sensibilidad aguda dirigida en un sentido u otro por las corrientes de la propia naturaleza. Él tenía miedo de no poder comprender el mundo a menos que una mujer lo interpretase para él. Ahora, cuando volvieron de una reunión y él le preguntó qué impresión le había causado fulano o mengano, Gwen se irguió, en ropa interior, y declamó como si estuviese en un escenario:

—Bueno, querida —dijo, iniciando de pronto una parodia con voz aflautada—, si no fuese por Portugal, ¡no quedaría realmente un país soportable en Europa!

—¡Oh, vamos! —protestó él, encantado de ver cómo sus lindas facciones se torcían en un extraño y afectado aire caballuno.

—¿Cómo lo hacía? —preguntó Gwen, con interés profesional—. Creo que moviendo la barbilla de un lado a otro manteniendo los dientes apretados.

—¡Exacto! —dijo, aplaudiendo, él.

—Ya saaabes —prosiguió ella, imitando aquella voz—, antes solía ser Grecia, pero ahora, con todos esos horribles árabes…

—Oh, sí, sí —dijo él, brillándole el semblante de reír tan fuerte, orgullosamente.

En la cama, observó ella:

—Es tardísimo.

—¿Quieres que te frote la espalda?

—¡Jumm! Sería realmente estupendo.

Y mientras su mano izquierda trabajaba en la suave, cálida y flexible piel, su esposa, aquella pequeñez que era exclusivamente de ella, se puso fuera de su alcance. Noche tras noche, se quedaba dormida.

 


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Mayo 22, 2020


 

CARLOS PONCE DE LEÓN Y EL ORGULLO DE SER UN ASESINO TERRORISTA EN ARGENTINA

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 Por CLAUDIO KUSSMAN

 

VERBORRÁGICOS TERRORISTAS

En este perverso territorio llamado Argentina, nada sorprende si hablamos de admiración y respeto por los asesinos terroristas que asolaron el país en los años 60 y 70 del siglo pasado, matando a mansalva hombres, mujeres y niños.

Hoy los sobrevivientes, o sus hijos, por el solo hecho de serlo, ocupan cargos gubernamentales, se destacan en los grandes medios de difusión o son dueños de empresas proveedoras del gobierno de turno, cuyos capitales iniciales en algunos casos son inciertos. Por ello no sería descabellado llegar a inferir que provienen de secuestros extorsivos de esa sangrienta época, cuyo dinero nunca fue recuperado. En reiteradas oportunidades y diferentes medios, periódicamente se puede ver y escuchar, a esos depredadores glorificando su lucha.

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En este caso nos referimos a CARLOS PONCE DE LEÓN contando sus “magnas” experiencias como miembro del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), ante la “admiración implícita” del periodista entrevistador.

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Entrevista a Carlos Ponce de Leoón

Envío y colaboración: Dra. ANDREA PALOMAS ALARCÓN

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En el audio que adjuntamos se lo puede escuchar cuando se refirió detalladamente al secuestro y asesinato del director del Grupo FIAT en Argentina, OBERDÁN SALLUSTRO, ocurrido el 10 de abril de 1972.

                                          Abril 10, 1972
Ponce de León

Destacable es que ese mismo día la organización terrorista a la que pertenecía, asesinó en Rosario al General del Ejército Argentino JUAN CARLOS SÁNCHEZ, a su chofer JUAN BARRENECHE, soldado conscripto y a DORA CUCCO DE AYALA, propietaria de un puesto de diarios próximo al lugar, donde los asesinos dispararon a diestra y siniestra para consumar el atentado. El orgulloso PONCE DE LEÓN, tiempo después dirigió la toma del Comando de Sanidad del Ejército, ocurrido el día 6 de septiembre de 1973, donde fuera asesinado el teniente coronel RAÚL JUAN DUARTE ARDOY segundo jefe del lugar y heridos varios efectivos militares. Entre los atacantes también estaban el ahora exitoso periodista EDUARDO ANGUITA y HERNÁN INVERNIZZI (conscripto entregador) actualmente funcionario del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como coordinador operativo de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Defensoría del Pueblo. ¿Los conocen? Ahora bien, todos pudimos ver como días pasados por   manifestaciones fuera de lugar del Teniente Coronel (R) AQUILINO ORTEGA por una red social con amigos, la cúpula militar accionó meteóricamente y fueron ellos mismos los que lo denunciaron ante la justicia, para que se le aplique todo el peso y rigor de la ley. Pero si de verborrágicos asesinos terroristas se trata los leones de uniforme se trasforman en mimosos y dulces gatitos que no dicen ni “miau”. En general TODOS LOS UNIFORMADOS guardaron cómplice silencio y nadie emitió opinión alguna, ni a favor ni en contra. ¿Acaso estas instituciones de Argentina ya están listas para actuar igual que las de Venezuela, donde apoyan incondicionalmente en lo que sea, al impresentable y déspota NICOLAS MADURO? Señores, por si no lo saben, los terroristas no fueron inocentes jóvenes idealistas.

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Oberdán Sallustro, días antes de morir
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Eduardo Anguita, ex terrorista y Martín Balza ex Jefe del Ejército Argentino, una imagen que produce náuseas.
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Hernán Invernizzi, Director de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Defensoría del Pueblo, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, durante la gestión de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.
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Septiembre 6, 1973.

Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

Mayo 22, 2020

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com

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Camión Fiat 673 “Sallustro”. Años después de su asesinato, Fiat Argentina denomina así a uno sus desarrollos. Este vehículo tenia severas deficiencias en su motor (recalentaba), siendo entonces rebautizado por camioneros y mecánicos como “La venganza de Sallustro”. Aún hoy cualquier modelo de esa marca que presenta defectos mecánicos de fabricación, es apodado de ese modo.

 

“Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices”

Edward R. Murrow (1908-1965) 

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Mayo 22, 2020


 

HOY, CERDO A LA PARRILLA

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 Por CLAUDIO VALERIO

La carne de cerdo es una carne versátil y,  sin dudas,  una de las que menos comemos. Tal el caso del lomo de cerdo, una carne  magra que perfectamente se puede hacer a la parrilla. Quizás sea por miedo o por costumbre, pero son muchos los que creen que se precisan técnicas y tiempos particulares para prepararlo; y esto no es así. Asar correctamente el lomo de cerdo no es tarea difícil y ayuda a que pueda conservar sus jugos, cosa importante, ya que la carne se endurece y seca con mucha facilidad. Además, si la  aliñamos con una variedad de condimentos, lograremos una carne bien preparada que nos puede servir tanto sea para comer al plato, para preparar unos ricos sándwiches, o bien hacer un lomo de cerdo envuelto en tocino.

Preparar el lomo de cerdo a la parrilla hará feliz a toda nuestra familia; todo es cuestión de  saber buscar las recetas  adecuadas y tener buena voluntad y tiempo para la cocción. Una cosa sí es cierta, unos deliciosos sándwiches de lomo de cerdo adobado, es una buena entrada, o “previa”, para el asado entre amigos.

Para asar a la carne de cerdo es recomendable cocinarla a medio fuego; así,  de esta manera, se podrá cocinar adecuadamente toda la pieza sin que pierda el sabor,  jugosa y quede tierna.

Como cortes más apropiados para asar, se pueden mencionar:

  • Las costeletas
  • El lomo
  • Los medallones (carré)
  • Las hamburguesas
  • El pechito (las costillas)

Una nota de color referida al punto de cocinado: cuando comienza a aparecer el jugo por la cara superior de la pieza, quiere decir que la carne ya está cocinada en su punto.

Si preparamos un rico adobo se obtendrán unas carnes de cerdo a la parrilla más deliciosas y sabrosas; aunque están aquellos que gustan agregarle a la carne un poco de limón, o de lima,  durante la cocción,  en lugar de condimentarla.

La siguiente receta resulta de  baja dificultad, poco picante, bajo costo y sin necesidad de cocción previa.

Ingredientes:

   4  dientes de ajo grandes

   1  Jugo de limón (el jugo de un limón)

   1 cucharada de vinagre de vino

   2 cucharadas de aceite de oliva o pepita de uva

   1  Ají  verde, como opción

   Sal, pimienta y  orégano a gusto

Preparación:

Se vierte el jugo de limón al bol de una procesadora de alimentos y se añaden los dientes de ajos ya pelados y quitado el brote central de los mismos. Se agrega la sal y pimienta  al gusto (la pimienta puede ser negra en granos o mistura molida). El siguiente paso es  añadir el aceite de oliva (como opción aceite de uva). Finalmente agregar el orégano en cantidad al gusto. Se procesar todo junto hasta que se forme un caldo a salsita para distribuir por encima de la carne de cerdo**. Se la deja reposar unas 6 a 8 horas. Y así, transcurrido ese tiempo,  la carne bien sazonada está lista para asarla a la parrilla.

** Si queremos agregar el ají a nuestro aderezo, el mismo se debe cortar en trozos pequeños e incorporarlos a la preparación.

Si resultó agradable este adobo para carne cerdo a la parrilla, es posible hacer otros también sabrosos  a base de miel y la mostaza que,  combinándolas con jugo de naranja y vinagre de manzana,  logramos un adobo agridulce que resulta perfecto para pintar a la carne de cerdo.

A modo de cierre podemos decir que la carne de cerdo resulta ideal para asarla a la parrilla y su sabor, combina muy bien con la mostaza, la pimienta verde, el tomillo; o bien con sabores exóticos con toques asiáticos.

 


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Mayo 22, 2020


 

Animales de Chernobyl

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Los efectos de la explosión radiactiva en la central nuclear de Chernobyl el 26 de abril de 1986 devastó el medio ambiente. Alrededor de la planta y en la cercana ciudad de Pripyat en Ucrania, la radiación del desastre de Chernobyl provocó que las hojas de miles de árboles se pusieran de color óxido, dando un nuevo nombre a los bosques circundantes: el Bosque Rojo. Los trabajadores eventualmente arrasaron y enterraron los árboles radiactivos. A los escuadrones de reclutas soviéticos también se les ordenó disparar a cualquier animal callejero dentro de la zona de exclusión de Chernobyl (1000 millas cuadradas). Aunque los expertos de hoy creen que partes de la zona seguirán siendo inseguras para los humanos durante otros 20,000 años, numerosas especies animales y vegetales no solo sobrevivieron, sino que prosperaron.

Si bien los humanos tienen estrictamente prohibido vivir en la zona de exclusión de Chernobyl, muchas otras especies se han establecido allí. Los osos pardos, lobos, linces, bisontes, ciervos, alces, castores, zorros, tejones, jabalíes, perros mapaches y más de 200 especies de aves han formado su propio ecosistema dentro del área del desastre de Chernobyl. Junto con los animales más grandes, una variedad de anfibios, peces, gusanos y bacterias hacen del ambiente despoblado su hogar.

Los guías turísticos les dicen a los visitantes que no acaricien a los animales de Chernobyl debido a posibles partículas radiactivas en su pelaje, pero algunos biólogos se han sorprendido de que la incidencia de mutaciones físicas parezca menor de lo que hubiera sugerido la explosión de radiación. Se han registrado algunas rarezas dentro del área, como el albinismo parcial entre las golondrinas de granero, pero los investigadores creen que las mutaciones graves ocurrieron principalmente después de la explosión. Los animales salvajes de hoy en día lucen su número normal de extremidades y no brillan.

A diferencia de los grandes carnívoros y otra gran fauna, los insectos y las arañas han visto una gran caída en su número. Un estudio de 2009 en Biology Letters indicó que mientras más radiación haya en ciertos lugares alrededor del área del desastre de Chernobyl, menor será la población de invertebrados. Un fenómeno similar ocurrió después del accidente nuclear de 2011 en la central nuclear de Fukushima. Las poblaciones de aves, cigarras y mariposas disminuyeron, mientras que otras poblaciones de animales no se vieron afectadas.

Puede que no haya vacas de tres cabezas deambulando, pero los científicos han notado cambios genéticos significativos en los organismos afectados por el desastre. Según un estudio de 2001 en Biological Conservation, las mutaciones genéticas causadas por Chernobyl en plantas y animales aumentaron en un factor de 20. Entre las aves reproductoras de la región, las especies raras sufrieron efectos desproporcionados por la radiación de la explosión en comparación con las especies comunes. Se necesita más investigación para comprender cómo el aumento de las mutaciones afecta las tasas reproductivas de las especies, el tamaño de la población, la diversidad genética y otros factores de supervivencia.

El desastre de Chernobyl presenta un experimento involuntario de cómo sería la Tierra sin humanos. La caza es estrictamente ilegal y no se recomienda vivir dentro de la zona de exclusión de Chernobyl. Cuantos menos humanos haya, más la naturaleza puede restablecerse sin verse afectada por la actividad humana. Una reserva natural oficial creada recientemente en el lado bielorruso de la zona afirma ser “el mayor experimento de reconstrucción de Europa”, donde los animales están perdiendo el miedo a los humanos. De hecho, algunas especies viven mejor dentro de la zona de exclusión de Chernobyl que fuera de ella. Se descubrió que los lobos eran siete veces más abundantes en las instalaciones que en otras áreas no radiactivas. Se descubrió que los alces, corzos, ciervos rojos y jabalíes tenían números similares dentro de la zona en comparación con los de tres reservas naturales no contaminadas en Bielorrusia.

Los ecologistas británicos Mike Wood y Nick Beresford, que se especializan en estudiar los efectos de la radiación en la vida silvestre de Chernobyl, observaron que el caballo de Przewalski, una especie salvaje en peligro de extinción que se originó en Mongolia, está prosperando dentro de la zona dontaminada. A fines de la década de 1990, unos 30 caballos de Przewalski fueron liberados en el lado ucraniano de la zona. Wood estimó que algunos de los caballos originales (identificados por las marcas de sus marcas) todavía están vivos. Las fotos de caballos y potros juveniles también indicaron que la población se está expandiendo.

Cientos de perros, los descendientes de perros abandonados por sus dueños durante la evacuación del sitio el 27 de abril de 1986, han hecho del área desolada su hogar. Hasta 2018, era ilegal sacar a cualquier animal de la zona debido al riesgo de contaminación por radiación. Pero ahora, los cachorros libres de radiación tienen la oportunidad de encontrar sus hogares para siempre. Encabezado por Clean Futures Fund y SPCA International, el programa de gestión y adopción garantiza que los perros callejeros sean esterilizados, castrados y vacunados para que estén sanos y listos para la adopción.

 

Fuentes: Wormwood Forest de Mary Mycio . Chernobyl, a story de Hattu Chen

 


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Mayo 22, 2020


 

Lo Más Visto ♣ Mayo 21, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Mayo 18, 2020 00.00 HORAS –
HORA DE CONTROL Mayo 21, 2020 23.23 HORAS

 

 


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Mayo 21, 2020


 

Lula da Silva: “Es bueno que la naturaleza haya creado este monstruo llamado coronavirus”

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Parte de la ideología, Luiz Inácio Lula da Silva, conocido popularmente como Lula, el político brasileño y ex líder sindical que se desempeñó como el 35º presidente de Brasil desde el 1 de enero de 2003 hasta el 31 de diciembre de 2010, expresó que “Es bueno que la naturaleza haya creado este monstruo llamado coronavirus”. 

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“Es bueno que la naturaleza, en contra de la voluntad de la humanidad, haya creado este monstruo llamado coronavirus porque este monstruo está permitiendo a los ciegos ver que sólo el Estado es capaz de dar soluciones a ciertas crisis. Esta crisis del coronavirus sólo el Estado puede resolverla”

De todas maneras, el ex presidente de Brasil trató de enmendarse declarando que:

“Usé una frase totalmente desafortunada, una frase que no cabía. Y si alguna persona se sintió ofendida, la palabra ‘lo siento’ fue hecha para que la usáramos con gran humildad. Si alguno de los 200 millones de brasileños se ofendió, me disculpo. Conozco el sufrimiento que causa la pandemia, el dolor de tener familiares enterrados sin poder acompañarlos”

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La nación sudamericana suma 271.628 contagios, con más de 18,000 muertes, según el último balance oficial, solo por detrás de Estados Unidos y Rusia.

Desear la muerte, utilizar la enfermedad para arañar el poder nuevamente, damas y caballeros… Luiz Inácio Lula da Silva.

 

 

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Mayo 21, 2020

 

Inventora, actríz, provocadora

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Para ser justos, probablemente hayas oído hablar de Hedy Lamarr. Ella era una famosa actriz de Hollywood que una vez fue llamada “la mujer más bella del mundo”. Pero eso no es por lo que debería ser reconocida. 

Pero lo que pocos sabían en la época era que Lamarr también tenía una mente prodigiosa para los inventos y algunos de sus descubrimientos han terminado siendo piezas clave de tecnologías que hoy usamos a diario como el Bluetooth, el WiFi o el GPS.

Lamarr fue una inventora autodidacta. No tuvo nunca educación formal como ingeniera y desde muy joven decidió que su carrera principal sería el mundo del espectáculo. Asistió a clases en la academia berlinesa del director Max Reinhardt y comenzó a actuar con 16 años bajo su auténtico nombre, Hedy Kiesler.

A los 18 años tuvo su primer papel importante como protagonista de la película checa Ecstasy, un film con alto contenido erótico en el que la actriz aparecía completamente desnuda.

Su primer matrimonio la alejó temporalmente de la pantalla. Se casó con el fabricante de armas austriaco Fritz Mandl, 30 años mayor que ella. Mandl era un  proveedor de armas y municiones de los regímenes fascistas de Alemania e Italia.

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Lamarr comenzó a sentirse triste y desencantada por el exceso de control que ejercía en su vida -fue su esposo quien le obligó a dejar de actuar- y sus amistades con Hitler y Mussolini, decidió abandonar a Mandl.

Se disfrazó como una de las asistentes domésticas para escapar de su casa y se fue a Londres para conocer en persona al productor norteamericano Louis B. Mayer, a quien convenció para darle un contrato con la MGM. En EE.UU. cambió su apellido por el de Lamarr en honor a la actriz de cine mudo Barbara La Marr.

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Su primera película en EE.UU., Algiers fue un gran éxito y convirtió a Lamarr en una de las estrellas más conocidas y demandas de Hollywood. En los años sucesivos participó en varias superproducciones como Boom Town o La Dama de los Trópicos.

Reinhard
Barbara La Marr
Mayer

El estallido de la segunda guerra mundial, sin embargo, reavivó su interés por la ingeniería. Lamarr tenía un talento innato para las matemáticas y la física y una enorme creatividad para resolver problemas complejos. Fue ella, por ejemplo, la que dio a Howard Hughes -gran amigo y amante- la idea de evolucionar el diseño de las alas de los aviones, añadiendo curvas y una forma más aerodinámica inspirada en el cuerpo de los peces y las aves.

Lamarr trabajó en ideas tan dispares como nuevas señales de tráfico o pastillas para transformar el agua en refrescos, pero su invento más importante fue un sistema de transmisión de radio con saltos de frecuencia, diseñado para evitar que la señal de control de los torpedos pudieran ser interferida.

Tesla
Antheil

Se le ocurrió durante una charla con su vecino de Hollywood, el compositor George Antheil, en el verano de 1940. La idea de una comunicación a través de una frecuencia en constante cambio sincronizada entre emisor y receptor había pasado por la cabeza de algunos inventores y científicos en el pasado, como Nikola Tesla, pero ninguno había sido capaz de crear un dispositivo capaz de hacerla realidad. Uniendo la experiencia de Antheil en el uso de pianos sincronizados para sus composiciones y el genio matemático de Lamarr, ambos crearon un mecanismo similar a los rollos de pianista que sincronizaba los cambios de emisor y receptor entre 88 frecuencias. Presentaron su aplicación a la oficina de patentes el 10 de junio de 1941, y la patente fue otorgada el 11 de agosto de 1942.

Lamarr cedió la patente a la armada estadounidense con la esperanza de que se usase para crear torpedos que los alemanes no fueran capaces de detener, pero los responsables del ejército concluyeron que el invento resultaba demasiado voluminoso como para ser práctico. Lamarr se había adelantado a su época. El descubrimiento de los transistores a finales de la década de los 40 cambió las cosas y el dispositivo actualizado y en un tamaño más compacto se usó finalmente en 1962 durante la Crisis de los Misiles en Cuba.

La idea de Lamarr de usar frecuencias siempre cambiantes para evitar interferencias ha terminado siendo una pieza clave de muchas de las tecnologías de radio que usamos hoy en día, como las conexiones Bluetooth y WiFi, que utilizan esta técnica para evitar interferencias producidas por otros dispositivos cercanos.

El papel y la importancia de la actriz como inventora fue finalmente reconocido en 1997 por la Electronic Frontier Foundation pero el reconocimiento llegó tarde. Aunque Lamarr falleció tres años después, en 1997 vivía recluida en su casa de Florida y rechazó acudir a la entrega del premio, prefiriendo enviar una grabación de agradecimiento.

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Mayo 21, 2020

Venezuela intenta obligar al Banco de Inglaterra a entregar mil millones de dólares en oro

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El banco central de Venezuela lanzó un reclamo legal en un esfuerzo por obligar al Banco de Inglaterra a entregar £ 830 millones ($ 1.02 mil millones) del oro del país que posee.

Un documento presentado en un tribunal de Londres sigue a una solicitud que Caracas hizo al Banco de Inglaterra en abril para vender parte de sus reservas de oro allí y enviar las ganancias a las Naciones Unidas.

Zaiwalla
Maduro

Venezuela dice que quiere usar el oro para recaudar efectivo para financiar su respuesta al coronavirus, en medio de las sanciones de Estados Unidos.

El colapso de los precios mundiales del petróleo y las medidas de cuarentena diseñadas para sofocar el brote de COVID-19 han paralizado aún más la economía del país bajo la presidencia de Nicolás Maduro, cuyo liderazgo no es reconocido por docenas de naciones, incluidos el Reino Unido y los Estados Unidos.

Presentado en un tribunal comercial y fechado el 14 de mayo, el reclamo dice que el banco central venezolano “busca una orden que requiera que el Banco de Inglaterra cumpla con la instrucción propuesta”.

Una vez transferidos al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, los fondos se utilizarían para comprar equipos de salud, medicamentos y alimentos para abordar la “emergencia COVID-19” de Venezuela.

“El arrastre del Banco de Inglaterra está obstaculizando críticamente a Venezuela y los esfuerzos de la ONU para combatir COVID-19 en el país”, dijo en un comunicado Sarosh Zaiwalla, un abogado con sede en Londres que representa al banco central del país.

El banco ofrece servicios de custodia de oro a muchos países en desarrollo.

Venezuela ha registrado un total de 749 casos de coronavirus y 10 muertes, pero los trabajadores de salud dicen que el casi arruinado sistema médico del país podría ser desbordado si el brote empeora allí.

 


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Mayo 21, 2020


 

EL VACÍO: UN CLÁSICO INFALTABLE EN LAS PARRILLAS DE ARGENTINA

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 Por CLAUDIO VALERIO

Precisamente y para conocimiento de muchos, el costillar de res fue llamado “asado”  por su función; porque era, y es, una parte que terminaba, y termina asada. Era el corte para ser “asado”. En las parrilladas, su compañero indiscutible es el vacío, que se denominó así porque era el corte de carne ”vacío” de hueso. Y cuando de carnes sin hueso hablamos, el vacío entero es el corte más usado para poner sobre la parrilla. Es la parte de la panza del animal, y es una pieza preferida para la parrilla, como también al horno. Es un corte sin hueso del cuarto delantero, que parte de la última costilla hasta el cuarto trasero. Tiene una justa cantidad de grasa y por encima una pequeña capa de cuero. Se lo puede identificar por su forma triangular y, si apelamos a nuestra imaginación, podemos darle similitud a un pico o bien, si se quiere, a una garra.

En Estados Unidos, al vacío se lo conoce como “thin flank”. En México es “aldilla” o “falda”,  en Venezuela “cesina” o “falda”, en Chile “tapa barriga”, en Perú “malaya” o  “falda”, en Ecuador es “falda vacío”, en Colombia, Panamá, Costa Rica y Uruguay es “falda”.

 Cuando compramos vacío, debemos recordar que el tamaño normal de este corte sería entre 1.5 kg y 2.5 kg, lo que alcanzaría en promedio, basándonos en la regla de 1/2 kg por persona, para 3 o 4 comensales. El color de esta pieza debe ser de un rojo digamos tipo cereza, o sea ni muy claro ni muy oscuro; su grasa blanca y no amarillenta. Si tenemos la posibilidad de tocarlo, al tacto la carne se debe sentir húmeda y no pastosa. Prestemos atención a que si nos ofrecen un corte de 2.5kg, se trata de un animal grande y, por lo tanto, llevaría a que posiblemente, luego de cocido, no nos salga tan tierno.

El vacío es un corte clásico de toda parrilla. Si lo debe preparar con paciencia, dedicándole el tiempo necesario, no pasándonos con el fuego y otros puntos. Se lo recomienda ubicar primero del lado de la membrana que protege a la carne.

Cuando llegue el momento de llevarlo a la parrilla, hay algunas cosas que debemos tener en cuenta. Como primera medida debemos asegurarnos que la parrilla ya debería estar caliente, con cantidad de brasas distribuida uniformemente, de modo que no se arrebate y en estas condiciones colocamos la pieza bien estirada del lado del cuero hacia abajo. La cocción se hace a fuego moderado durante unos 30 a 40 minutos. Luego podemos darlo vuelta, tomándolo con una pinza parrillera, evitando pinchar para que no se pierdan los jugos que hace sabroso a este corte; lo dejamos en esta posición más o menos unos 20 minutos, dependiendo este lapso del grosor que tenga el vacío que estamos cocinando.
Al ser carne sin hueso y con un porcentaje medio/alta de grasa, al cocerlo lentamente se logra que se desgrase y así tiernizar su carne.

Se suele sacar a punto para que resulte tierno y jugoso y, cuando esté listo, usemos una tabla de madera, y cortamos en loncha de aproximadamente unos 2 cm de ancho.

Respecto del tema de salar la carne,  tema de discusión,  algunos la salan antes de colocarla sobre la parrilla, y están los otros que agregan sal una vez cocinada. Sobre la primera opción no se recomienda, pues la sal deshidrata a la carne. O sea, lo ideal sería que,  cuando el vacío está en la parrilla y comenzó a cocinarse, en ese momento agregar. En fin, gustos son gustos, y distintos los puntos de vista; lo que sí, cada uno debe buscarle la vuelta a su gusto y probar las diferentes formas.

¿Cómo hacer un vacío entero a la parrilla?

Ingredientes para el vacío a la parrilla

  • 1 vacío de 4 kg
  • Sal gruesa

Con esta pieza nos aseguramos unas 8  a 10 porciones con un tiempo de cocedura de aproximadamente una hora aproximadamente. Es ésta la típica receta de carne asada de baja dificultad.

Preparación de un vacío entero

  1. En primer lugar encender el fuego
  2. Cocinar la pieza entera y cortarla cuando esté lista (para que no se pierda el jugo)
  3. Cuando la parrilla esté caliente, extender el vacío sobre los hierros con el cuero del lado del fuego.
  4. Sin confiarse en el reloj, apoyar la mano sobre la carne. Si la parte superior está tibia, proceder a darla vuelta. Como referencia, la cocción entre un lado y el otro lleva aproximadamente 1 hora en total.
  5. Poner sal gruesa sólo del lado del cuero una vez iniciada la cocción.
  6. No volver a salar y dejar que continúe la cocción. Recordar que es mejor mirar la carne que tocarla.
  7. Es importante lograr que la intensidad de la brasa, de lo que depende la cocción, se mantenga caliente y así lo esté tiempo necesario.
  8. Retirar un poco de brasa con el atizador para que, de necesitarse, la cocción se haga más lenta
  9. Una vez logrado el cocimiento, colocar el vacío entero en la tabla para servir; retirar el cuero y cortar en rebanadas.
  1. Se lo puede comer a la tabla acompañada por una guarnición de verduras, o en un sandwich con chimichurri, lo que hará que no pierda sabor.
  1. Lo conveniente es que cada comensal tenga un plato para la carne y otro para la ensalada.

Al vacío entero a la parrilla también se lo puede acompañar  con tomates a la provenzal. Eso sí,  sea como sea la forma en que se lo coma, el vacío será completamente apetitoso por tratarse de una carne sabrosa.

Vacío al horno con papas

Por excelencia, el vacío es un corte que se suele preparar a la parrilla. No obstante, también es posible cocinarlo al horno. El vacío al horno resulta sabroso, jugoso y tierno y, acompañado con papas, resulta nutritivo, natural y fácil de preparar. Para esos días fríos del año, donde no es posible hacerlo a la parrilla al aire libre, es una alternativa de preparación muy apetecible.

Ingredientes para el vacío al horno (para 4 o 5 porciones)

  • 1 pieza de vacío de 1,5 kg. aproximadamente.
  • 2 2 cebollas grandes cortadas en aros gruesos.
  • 3 1 Kg. de papas grandes cortadas en rodajas de 1 cm. de grosor aproximadamente.
  • 4 1/2 morrón verde cortado en tiras.
  • 5 1/2 morrón verde cortado en tiras.
  • 6 aceite de girasol.
  • 7 ají molido a gusto.
  • 8 salpimentar a gusto.
  • 9 orégano a gusto.

A continuación los pasos a seguir para la elaboración.

  • Limpiar el Vacío quitando la grasa periférica cortándolo por la mitad.
  • Frotar la carne de ambos lados con abundante sal gruesa.
  • Colocarlo bien extendido y con el cuerito/membrana hacia abajo dentro de una asadera.
  • Acomodarlo en el medio y colocar por los costados las papas, luego salar estas últimas.
  • Por encima distribuir los morrones cortados en juliana y las cebollas en aros.
  • Agregar a gusto tanto el orégano como el ají molido.
  • Hacer que la carne y demás ingredientes se absorban de aceite.
  • Cocinar toda la preparación en horno fuerte por un lapso de una hora y media (Aprox.).
  • Comprobar que la carne y papas ya están en su punto y doraditas. Para verificar que la carne está cocida, se pincha con el tenedor en el lugar más grueso; si sale un jugo  transparente, se llegó al punto.
  • Apagar el horno y dejar que repose todo dentro por algunos minutos. Con esto se consigue que todos los jugos de la carne se asientan y no se pierden al cortarla.
  • Servir cada porción con una rebanada de carne acompañada con rodajas de papas.

 


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Mayo 21, 2020


 

Nación Navajo

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La Nación Navajo es actualmente el espacio habitado que más casos de coronavirus tiene por cápita en el país.

El número de contagios allí, en comparación con su población, está por encima de Nueva York y Nueva Jersey y es superior, incluso, al número total de contagios de países enteros.

Hasta este lunes unos 4.000 navajos se habían contagiado y más de 170 habían muerto de covid-19.

“Aquí hay gente que ha perdido padre, madre, hermano en solo un par de semanas. Nos está golpeando fuerte, muy fuerte”, lamenta uno miembro de los nativos.

Si la nación navajo fuera un país, tendría tres veces el tamaño de El Salvador. Si fuera una isla, en ella cabrían apretados Haití y República Dominicana.

Es la reserva india que mayor superficie ocupa en Estados Unidos: cubre áreas de tres estados (Arizona, Utah y Nuevo México), aunque es solo una parte de las tierras que un día tuvieron y de las que les despojó el gobierno de EE.UU.

Actualmente solo viven en ella unas 170.000 personas, descendientes de uno de los grandes pueblos originarios del Lejano Oeste.

nvajos

Aunque viven de la minería o de los hoteles y casinos, como muchas otras reservas indias, los navajos también sufren un elevado índice de pobreza, abuso de sustancias, violencia sexual, bajos niveles de educación, desempleo, servicios de salud deficientes y viviendas precarias. De hecho, según varios estudios, si se consideraran un estado, serían el más pobre de todo EE.UU.

Datos del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano indican que más de un tercio de los hogares Navajo están sobrepoblados o carecen de agua, inodoro, electricidad, calefacción, refrigeradores u otras necesidades básicas.

Es también la reserva india más tóxica: alberga 521 minas de uranio abandonadas, cuatro procesadores inactivos de ese metal y más de 1.100 sitios de desechos radioactivos que han contaminado el agua, de acuerdo con investigaciones de la Agencia de Protección Ambiental.

En cuanto a los contagios por coronavirus, al parecer, todo comenzó con una celebración religiosa.

Los navajos, que tienen sus ritos ancestrales, también se han visto influidos por congregaciones evangélicas que les prometen una mejor vida tras los numerosos sufrimientos en el reino de este mundo. Al parecer, estos evengelistas no solo no cumplen sus promesas, sino que empeoran su nivel de vida. Colón, los resfríos europeos y los espejitos de coloros, de vuelta. Varias personas de diferentes lugares se reunieron a mediados de marzo para un culto en la comunidad de Chilchinbeto, en Arizona.

Alguien enfermo con covid-19 también estuvo allí para cantar alabanzas y desde entonces, la enfermedad se ha esparcido por toda la reserva como una maldición.

“Creo que la forma en la que la enfermedad se ha diseminado tan rápido allí tiene que ver con las propias condiciones en las que viven las comunidades”, expresa la doctora Carolina Batista, que acudió a prestar ayuda a la reserva como parte de un equipo de Médicos Sin Fronteras.

Mujeres navajo preparándose para un baile tradicional.

La doctora señala que la falta de acceso al agua potable, el hecho de que muchas generaciones convivan en la misma vivienda y la escasa infraestructura médica dentro de la comunidad son algunos de los factores que explican los terribles números del covid-19 en la reserva.

“En estas comunidades a veces tienen cuatro generaciones en la misma casa, por lo que si uno se enferma, los demás miembros de la familia también lo harán”, señala.

“Los hospitales son escasos y carentes de recursosy de personal, pero además, ¿cómo puedes implementar la básica y elemental medida de lavarte las manos cuando no tienes agua corriente?”, agrega la médica oriunda de Brasil.

Batista, que como parte de su trabajo ha estado en alguna de las naciones más pobres del mundo en medio de crisis humanitarias, asegura que la Nación Navajo tiene muchos de los problemas que Médicos Sin Fronteras ve en muchos de los países en los que colabora.

“Lo que muchos no se esperarían es que circunstancias que son frecuentes en naciones de África o naciones pobres de Asia o América Latina incluso  países como Brasil, Colombia y Argentina también puedan encontrarse en el país más desarrollado del mundo”, dice.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 21, 2020


 

El ladrón de cadáveres

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 Por Robert Louis Stevenson


Todas las noches del año nos sentábamos los cuatro en el pequeño reservado de la posada George en Debenham: el empresario de pompas fúnebres, el dueño, Fettes y yo. A veces había más gente; pero tanto si hacía viento como si no, tanto si llovía como si nevaba o caía una helada, los cuatro, llegado el momento, nos instalábamos en nuestros respectivos sillones. Fettes era un viejo escocés muy dado a la bebida; culto, sin duda, y también acomodado, porque vivía sin hacer nada. Había llegado a Debenham años atrás, todavía joven, y por la simple permanencia se había convertido en hijo adoptivo del pueblo. Su capa azul de camelote era una antigüedad, igual que la torre de la iglesia. Su sitio fijo en el reservado de la posada, su conspicua ausencia de la iglesia y sus vicios vergonzosos eran cosas de todos sabidas en Debenham. Mantenía algunas opiniones vagamente radicales y cierto pasajero escepticismo religioso que sacaba a relucir periódicamente, dando énfasis a sus palabras con imprecisos manotazos sobre la mesa. Bebía ron: cinco vasos todas las veladas; y durante la mayor parte de su diaria visita a la posada permanecía en un estado de melancólico estupor alcohólico, siempre con el vaso de ron en la mano derecha. Le llamábamos el doctor, porque se le atribuían ciertos conocimientos de medicina y en casos de emergencia había sido capaz de entablillar una fractura o reducir una luxación, pero, al margen de estos pocos detalles, carecíamos de información sobre su personalidad y antecedentes.

Una oscura noche de invierno —habían dado las nueve algo antes de que el dueño se reuniera con nosotros— fuimos informados de que un gran terrateniente de los alrededores se había puesto enfermo en la posada, atacado de apoplejía, cuando iba de camino hacia Londres y el Parlamento; y por telégrafo se había solicitado la presencia, a la cabecera del gran hombre, de su médico de la capital, personaje todavía más famoso. Era la primera vez que pasaba una cosa así en Debenham (hacía muy poco tiempo que se había inaugurado el ferrocarril) y todos estábamos convenientemente impresionados.

—Ya ha llegado —dijo el dueño, después de llenar y de encender la pipa.

—¿Quién? —dije yo—. ¿No querrá usted decir el médico?

—Precisamente —contestó nuestro posadero.

—¿Cómo se llama?

—Doctor Macfarlane —dijo el dueño.

Fettes estaba acabando su tercer vaso, sumido ya en el estupor de la borrachera, unas veces asintiendo con la cabeza, otras con la mirada perdida en el vacío; pero con el sonido de las últimas palabras pareció despertarse y repitió dos veces el apellido «Macfarlane»: la primera con entonación tranquila, pero con repentina emoción la segunda.

—Sí —dijo el dueño— así se llama: doctor Wolfe Macfarlane.

Fettes se serenó inmediatamente; sus ojos se aclararon, su voz se hizo más firme y sus palabras más vigorosas. Todos nos quedamos muy sorprendidos ante aquella transformación, porque era como si un hombre hubiera resucitado de entre los muertos.

—Les ruego que me disculpen —dijo—; mucho me temo que no prestaba atención a sus palabras. ¿Quién es ese tal Wolfe Macfarlane?

Y añadió, después de oír las explicaciones del dueño:

—No puede ser, claro que no; y, sin embargo, me gustaría ver a ese hombre cara a cara.

—¿Le conoce usted, doctor? —preguntó boquiabierto el empresario de pompas fúnebres.

—¡Dios no lo quiera! —fue la respuesta—. Y, sin embargo, el nombre no es nada corriente, sería demasiado imaginar que hubiera dos. Dígame, posadero, ¿se trata de un hombre viejo?

—No es un hombre joven, desde luego, y tiene el pelo blanco; pero sí parece más joven que usted.

—Es mayor que yo, sin embargo; varios años mayor. Pero —dando un manotazo sobre la mesa—, es el ron lo que ve usted en mi cara; el ron y mis pecados. Este hombre quizá tenga una conciencia más fácil de contentar y haga bien las digestiones. ¡Conciencia! ¡De qué cosas me atrevo a hablar! Se imaginarán ustedes que he sido un buen cristiano, ¿no es cierto? Pues no, yo no; nunca me ha dado por la hipocresía. Quizá Voltaire habría cambiado si se hubiera visto en mi caso; pero, aunque mi cerebro —y procedió a darse un manotazo sobre la calva cabeza—, aunque mi cerebro funcionaba perfectamente, no saqué ninguna conclusión de las cosas que vi.

—Si este doctor es la persona que usted conoce —me aventuré a apuntar, después de una pausa bastante penosa—, ¿debemos deducir que no comparte la buena opinión del posadero?

Fettes no me hizo el menor caso.

—Sí —dijo, con repentina firmeza—, tengo que verlo cara a cara.

Se produjo otra pausa; luego una puerta se cerró con cierta violencia en el primer piso y se oyeron pasos en la escalera.

—Es el doctor —exclamó el dueño—. Si se da prisa podrá alcanzarle.

No había más que dos pasos desde el pequeño reservado a la puerta de la vieja posada George; la ancha escalera de roble terminaba casi en la calle; entre el umbral y el último peldaño no había sitio más que para una alfombra turca; pero este espacio tan reducido quedaba brillantemente iluminado todas las noches, no solo gracias a la luz de la escalera y al gran farol debajo del nombre de la posada, sino también debido al cálido resplandor que salía por la ventana de la cantina. La posada llamaba así convenientemente la atención de los que cruzaban por la calle en las frías noches de invierno. Fettes se llegó sin vacilaciones hasta el diminuto vestíbulo y los demás, quedándonos un tanto retrasados, nos dispusimos a presenciar el encuentro entre aquellos dos hombres, encuentro que uno de ellos había definido como «cara a cara». El doctor Macfarlane era un hombre despierto y vigoroso. Sus cabellos blancos servían para resaltar la calma y la palidez de su rostro, nada desprovisto de energía por otra parte. Iba elegantemente vestido con el mejor velarte y la más fina holanda, y lucía una gruesa cadena de oro para el reloj y gemelos y anteojos del mismo metal precioso. La corbata, ancha y con muchos pliegues, era blanca con lunares de color lila, y llevaba al brazo un abrigo de pieles para defenderse del frío durante el viaje. No hay duda de que lograba dar dignidad a sus años envuelto en aquella atmósfera de riqueza y respetabilidad; y no dejaba de ser todo un contraste sorprendente ver a nuestro borrachín —calvo, sucio, lleno de granos y arropado en su vieja capa azul de camelote— enfrentarse con él al pie de la escalera.

—¡Macfarlane! —dijo con voz resonante, más propia de un heraldo que de un amigo.

El gran doctor se detuvo bruscamente en el cuarto escalón, como si la familiaridad de aquel saludo sorprendiera y en cierto modo ofendiera su dignidad.

—¡Toddy Macfarlane! —repitió Fettes.

El londinense casi se tambaleó. Lanzó una mirada rapidísima al hombre que tenía delante, volvió hacia atrás unos ojos atemorizados y luego susurró con voz llena de sorpresa:

—¡Fettes! ¡Tú!

—¡Yo, sí! —dijo el otro—. ¿Creías que también yo estaba muerto? No resulta tan fácil dar por terminada nuestra relación.

—¡Calla, por favor! —exclamó el ilustre médico—. ¡Calla! Este encuentro es tan inesperado… Ya veo que te has ofendido. Confieso que al principio casi no te había conocido; pero me alegro mucho… me alegro mucho de tener esta oportunidad. Hoy solo vamos a poder decirnos hola y hasta la vista; me espera el calesín y tengo que coger el tren; pero debes… veamos, sí… debes darme tu dirección y te aseguro que tendrás muy pronto noticias mías. Hemos de hacer algo por ti, Fettes. Mucho me temo que estás algo apurado; pero ya nos ocuparemos de eso «en recuerdo de los viejos tiempos», como solíamos cantar durante nuestras cenas.

—¡Dinero! —exclamó Fettes—. ¡Dinero tuyo! El dinero que me diste estará todavía donde lo arrojé aquella noche de lluvia.

Hablando, el doctor Macfarlane había conseguido recobrar un cierto grado de superioridad y confianza en sí mismo, pero la desacostumbrada energía de aquella negativa lo sumió de nuevo en su primitiva confusión. Una horrible expresión atravesó por un momento sus facciones casi venerables.

—Mi querido amigo —dijo—, haz como gustes; nada más lejos de mi intención que ofenderte. No quisiera entrometerme. Pero sí que te dejaré mi dirección…

—No me la des… No deseo saber cuál es el techo que te cobija —le interrumpió el otro—. Oí tu nombre; temí que fueras tú; quería saber si, después de todo, existe un Dios; ahora ya sé que no. ¡Sal de aquí!

Pero Fettes seguía en el centro de la alfombra, entre la escalera y la puerta; y para escapar, el gran médico londinense iba a verse obligado a dar un rodeo. Estaban claras sus vacilaciones ante lo que a todas luces consideraba una humillación. A pesar de su palidez, había un brillo amenazador en sus anteojos; pero, mientras seguía sin decidirse, se dio cuenta de que el cochero de su calesín contemplaba con interés desde la calle aquella escena tan poco común y advirtió también cómo le mirábamos nosotros, los del pequeño grupo del reservado, apelotonados en el rincón más próximo a la cantina. La presencia de tantos testigos le decidió a emprender la huida. Pasó pegado a la pared y luego se dirigió hacia la puerta con la velocidad de una serpiente. Pero sus dificultades no habían terminado aún, porque antes de salir Fettes le agarró del brazo y, de sus labios, aunque en un susurro, salieron con toda claridad estas palabras:

—¿Has vuelto a verlo?

El famoso doctor londinense dejó escapar un grito ahogado, dio un empujón al que así le interrogaba y con las manos sobre la cabeza huyó como un ladrón cogido in fraganti. Antes de que a ninguno de nosotros se nos ocurriera hacer el menor movimiento, el calesín traqueteaba ya camino de la estación La escena había terminado como podría hacerlo un sueño; pero aquel sueño había dejado pruebas y rastros de su paso. Al día siguiente la criada encontró los anteojos de oro en el umbral, rotos, y aquella noche todos permanecimos en pie, sin aliento, junto a la ventana de la cantina, con Fettes a nuestro lado, sereno, pálido y con aire decidido.

—¡Que Dios nos tenga de su mano, señor Fettes! —dijo el posadero, al ser el primero en recobrar el normal uso de sus sentidos—. ¿A qué obedece todo esto? Son cosas bien extrañas las que usted ha dicho…

Fettes se volvió hacia nosotros; nos fue mirando a la cara sucesivamente.

—Procuren tener la lengua quieta —dijo—. Es arriesgado enfrentarse con el tal Macfarlane; los que lo han hecho se han arrepentido demasiado tarde.

Después, sin terminarse el tercer vaso, ni mucho menos quedarse para consumir los otros dos, nos dijo adiós y se perdió en la oscuridad de la noche después de pasar bajo la lámpara de la posada.

Nosotros tres regresamos a los sillones del reservado, con un buen fuego y cuatro velas recién empezadas; y, a medida que recapitulábamos lo sucedido, el primer escalofrío de nuestra sorpresa se convirtió muy pronto en hormiguillo de curiosidad. Nos quedamos allí hasta muy tarde; no recuerdo ninguna otra noche en la que se prolongara tanto la tertulia. Antes de separarnos, cada uno tenía una teoría que se había comprometido a probar, y no había para nosotros asunto más urgente en este mundo que rastrear el pasado de nuestro misterioso contertulio y descubrir el secreto que compartía con el famoso doctor londinense. No es un gran motivo de vanagloria, pero creo que me di mejor maña que mis compañeros para desvelar la historia; y quizá no haya en estos momentos otro ser vivo que pueda narrarles a ustedes aquellos monstruosos y abominables sucesos.

De joven, Fettes había estudiado medicina en Edimburgo. Tenía un cierto tipo de talento que le permitía retener gran parte de lo que oía y asimilarlo en seguida, haciéndolo suyo. Trabajaba poco en casa; pero era cortés, atento e inteligente en presencia de sus maestros. Pronto se fijaron en él por su capacidad de atención y su buena memoria; y, aunque a mí me pareció bien extraño cuando lo oí por primera vez, Fettes era en aquellos días bien parecido y cuidaba mucho de su aspecto exterior. Existía por entonces fuera de la universidad un cierto profesor de anatomía al que designaré aquí mediante la letra K. Su nombre llegó más adelante a ser tristemente célebre. El hombre que lo llevaba se escabulló disfrazado por las calles de Edimburgo, mientras el gentío, que aplaudía la ejecución de Burke, pedía a gritos la sangre de su patrón. Pero el señor K estaba entonces en la cima de su popularidad; disfrutaba de la fama debido en parte a su propio talento y habilidad, y en parte a la incompetencia de su rival, el profesor universitario. Los estudiantes, al menos, tenían absoluta fe en él y el mismo Fettes creía, e hizo creer a otros, que había puesto los cimientos de su éxito al lograr el favor de este hombre meteóricamente famoso. El señor K era un bon vivant además de un excelente profesor; y apreciaba tanto una hábil ilusión como una preparación cuidadosa. En ambos campos Fettes disfrutaba de su merecida consideración, y durante el segundo año de sus estudios recibió el encargo semioficial de segundo profesor de prácticas o subasistente en su clase.

Debido a este empleo, el cuidado del anfiteatro y del aula recaía de manera particular sobre los hombros de Fettes. Era responsable de la limpieza de los locales y del comportamiento de los otros estudiantes y también constituía parte de su deber proporcionar, recibir y dividir los diferentes cadáveres. Con vistas a esta última ocupación —en aquella época asunto muy delicado—, el señor K hizo que se alojase primero en el mismo callejón y más adelante en el mismo edificio donde estaban instaladas las salas de disección. Allí, después de una noche de turbulentos placeres, con la mano todavía temblorosa y la vista nublada, tenía que abandonar la cama en la oscuridad de las horas que preceden a los amaneceres invernales, para entenderse con los sucios y desesperados traficantes que abastecían las mesas. Tenía que abrir la puerta a aquellos hombres que después han alcanzado tan terrible reputación en todo el país. Tenía que recoger su trágico cargamento, pagarles el sórdido precio convenido y quedarse solo, al marcharse los otros, con aquellos desagradables despojos de humanidad. Terminada tal escena, Fettes volvía a adormilarse por espacio de una o dos horas para reparar así los abusos de la noche y refrescarse un tanto para los trabajos del día siguiente.

Pocos muchachos podrían haberse mostrado más insensibles a las impresiones de una vida pasada de esta manera bajo los emblemas de la moralidad. Su mente estaba impermeabilizada contra cualquier consideración de carácter general. Era incapaz de sentir interés por el destino y los reveses de fortuna de cualquier otra persona, esclavo total de sus propios deseos y rastreras ambiciones. Frío, superficial y egoísta en última instancia, no carecía de ese mínimo de prudencia, a la que se da equivocadamente el nombre de moralidad, que mantiene a un hombre alejado de borracheras inconvenientes o latrocinios castigables. Como Fettes deseaba además que sus maestros y condiscípulos tuvieran de él una buena opinión, se esforzaba en guardar las apariencias. Decidió también destacar en sus estudios y día tras día servía a su patrón impecablemente en las cosas más visibles y que más podían reforzar su reputación de buen estudiante. Para indemnizarse de sus días de trabajo, se entregaba por las noches a placeres ruidosos y desvergonzados; y cuando los dos platillos se equilibraban, el órgano al que Fettes llamaba su conciencia se declaraba satisfecho.

La obtención de cadáveres era continua causa de dificultades tanto para él como para su patrón. En aquella clase con tantos alumnos y en la que se trabajaba mucho, la materia prima de las disecciones estaba siempre a punto de acabarse; y las transacciones que esta situación hacía necesarias no solo eran desagradables en sí mismas, sino que podían tener consecuencias muy peligrosas para todos los implicados. La norma del señor K era no hacer preguntas en el trato con los de la profesión. «Ellos consiguen el cuerpo y nosotros pagamos el precio», solía decir, recalcando la aliteración; «quid pro quo». Y de nuevo, y con cierto cinismo, les repetía a sus asistentes que «No hicieran preguntas por razones de conciencia.»

No es que se diera por sentado implícitamente que los cadáveres se conseguían mediante el asesinato. Si tal idea se le hubiera formulado mediante palabras, el señor K se habría horrorizado; pero su frívola manera de hablar tratándose de un problema tan serio era, en sí misma, una ofensa contra las normas más elementales de la responsabilidad social y una tentación ofrecida a los hombres con los que negociaba. Fettes, por ejemplo no había dejado de advertir que, con frecuencia, los cuerpos que le llevaban habían perdido la vida muy pocas horas antes. También le sorprendía una y otra vez el aspecto abominable y los movimientos solapados de los rufianes que llamaban a su puerta antes del alba; y, atando cabos para sus adentros, quizá atribuía un significado demasiado inmoral y demasiado categórico a las imprudentes advertencias de su maestro. En resumen: Fettes entendía que su deber constaba de tres apartados: aceptar lo que le traían, pagar el precio y pasar por alto cualquier indicio de un posible crimen.

Una mañana de noviembre esta consigna de silencio se vio duramente puesta a prueba. Fettes, después de pasar la noche en blanco debido a un atroz dolor de muelas —paseándose por su cuarto como una fiera enjaulada o arrojándose desesperado sobre la cama—, y caer ya de madrugada en ese sueño profundo e intranquilo que con tanta frecuencia es la consecuencia de una noche de dolor, se vio despertado por la tercera o cuarta impaciente repetición de la señal convenida. La luna, aunque en cuarto menguante, derramaba abundante luz; hacía mucho frío y la noche estaba ventosa, la ciudad dormía aún, pero una indefinible agitación preludiaba ya el ruido y el tráfago del día. Los profanadores habían llegado más tarde de lo acostumbrado y parecían tener aún más prisa por marcharse que otras veces. Fettes, muerto de sueño, les fue alumbrando escaleras arriba. Oía sus roncas voces, con fuerte acento irlandés, como formando parte de un sueño; y mientras aquellos hombres vaciaban el lúgubre contenido de su saco, él dormitaba, con un hombro apoyado contra la pared; tuvo que hacer luego verdaderos esfuerzos para encontrar el dinero con que pagar a aquellos hombres. Al ponerse en movimiento sus ojos tropezaron con el rostro del cadáver. No pudo disimular su sobresalto; dio dos pasos hacia adelante, con la vela en alto.

—¡Santo cielo! —exclamó—. ¡Si es Jane Galbraith!

Los hombres no respondieron nada pero se movieron imperceptiblemente en dirección a la puerta.

—La conozco, se lo aseguro —continuó Fettes—. Ayer estaba viva y muy contenta. Es imposible que haya muerto; es imposible que hayan conseguido este cuerpo de forma correcta.

—Está usted completamente equivocado, señor—dijo uno de los hombres.

Pero el otro lanzó a Fettes una mirada amenazadora y pidió que se les diera el dinero inmediatamente.

Era imposible malinterpretar su expresión o exagerar el peligro que implicaba. Al muchacho le faltó valor. Tartamudeó una excusa, contó la suma convenida y acompañó a sus odiosos visitantes hasta la puerta. Tan pronto como desaparecieron, Fettes se apresuró a confirmar sus sospechas. Mediante una docena de marcas que no dejaban lugar a dudas identificó a la muchacha con la que había bromeado el día anterior. Vio, con horror, señales sobre aquel cuerpo que podían muy bien ser pruebas de una muerte violenta. Se sintió dominado por el pánico y buscó refugio en su habitación. Una vez allí reflexionó con calma sobre el descubrimiento que había hecho; consideró fríamente la importancia de las instrucciones del señor K y el peligro para su persona que podía derivarse de su intromisión en un asunto de tanta importancia; finalmente, lleno de angustiosas dudas, determinó esperar y pedir consejo a su inmediato superior, el primer asistente.

Era este un médico joven, Tolfe Macfarlane, gran favorito de los estudiantes temerarios, hombre inteligente, disipado y absolutamente falto de escrúpulos. Había viajado y estudiado en el extranjero. Sus modales eran agradables y un poquito atrevidos. Se le consideraba una autoridad en cuestiones teatrales y no había nadie más hábil para patinar sobre el hielo ni que manejara con más destreza los palos de golf; vestía con elegante audacia y, como toque final de distinción, era propietario de un calesín y de un robusto trotón. Su relación con Fettes había llegado a ser muy íntima; de hecho sus cargos respectivos hacían necesaria una cierta comunidad de vida; y cuando escaseaban los cadáveres, los dos se adentraban por las zonas rurales en el calesín de Macfarlane, para visitar y profanar algún cementerio poco frecuentado y, antes del alba, presentarse con su botín en la puerta de la sala de disección.

Aquella mañana Macfarlane apareció un poco antes de lo que solía. Fettes le oyó, salió a recibirle a la escalera, le contó su historia y terminó mostrándole la causa de su alarma. Macfarlane examinó las señales que presentaba el cadáver.

—Sí —dijo con una inclinación de cabeza—; parece sospechoso.

—¿Qué te parece que debo hacer? —preguntó Fettes.

—¿Hacer? —repitió el otro—. ¿Es que quieres hacer algo? Cuanto menos se diga, antes se arreglará, diría yo.

—Quizá la reconozca alguna otra persona —objetó Fettes—. Era tan conocida como el Castle Rock.

—Esperemos que no —dijo Macfarlane—, y si alguien lo hace… bien, tú no la reconociste, ¿comprendes?, y no hay más que hablar. Lo cierto es que esto lleva ya demasiado tiempo sucediendo. Remueve el cieno y colocarás a K en una situación desesperada; tampoco tú saldrías muy bien librado. Ni yo, si vamos a eso. Me gustaría saber cómo quedaríamos, o qué demonios podríamos decir si nos llamaran como testigos ante cualquier tribunal. Porque, para mí, ¿sabes?, hay una cosa cierta: prácticamente hablando, todo nuestro «material» han sido personas asesinadas.

—¡Macfarlane! —exclamó Fettes.

—¡Vamos, vamos! —se burló el otro—. ¡Como si tú no lo hubieras sospechado!

—Sospechar es una cosa…

—Y probar otra. Ya lo sé; y siento tanto como tú que esto haya llegado hasta aquí —dando unos golpes en el cadáver con su bastón—. Pero colocados en esta situación, lo mejor que puedo hacer es no reconocerla; y —añadió con gran frialdad— así es: no la reconozco. Tú puedes, si es ese tu deseo. No voy a decirte lo que tienes que hacer, pero creo que un hombre de mundo haría lo mismo que yo; y me atrevería a añadir que eso es lo que K esperaría de nosotros. La cuestión es ¿por qué nos eligió a nosotros como asistentes? Y yo respondo: porque no quería viejas chismosas.

Aquella manera de hablar era la que más efecto podía tener en la mente de un muchacho como Fettes. Accedió a imitar a Macfarlane. El cuerpo de la desgraciada joven pasó a la mesa de disección como era costumbre y nadie hizo el menor comentario ni pareció reconocerla.

Una tarde, después de haber terminado su trabajo de aquel día, Fettes entró en una taberna muy concurrida y encontró allí a Macfarlane sentado en compañía de un extraño. Era un hombre pequeño, muy pálido y de cabellos muy oscuros, y ojos negros como carbones. El corte de su cara parecía prometer una inteligencia y un refinamiento que sus modales se encargaban de desmentir, porque nada más empezar a tratarle, se ponía de manifiesto su vulgaridad, su tosquedad y su estupidez. Aquel hombre ejercía, sin embargo, un extraordinario control sobre Macfarlane; le daba órdenes como si fuera el Gran Bajá; se indignaba ante el menor inconveniente o retraso, y hacía groseros comentarios sobre el servilismo con que era obedecido. Esta persona tan desagradable manifestó una inmediata simpatía hacia Fettes, trató de ganárselo invitándolo a beber y le honró con extraordinarias confidencias sobre su pasado. Si una décima parte de lo que confesó era verdad, se trataba de un bribón de lo más odioso; y la vanidad del muchacho se sintió halagada por el interés de un hombre de tanta experiencia.

—Yo no soy precisamente un ángel —hizo notar el desconocido—, pero Macfarlane me da ciento y raya… Toddy Macfarlane le llamo yo. Toddy, pide otra copa para tu amigo.

O bien:

—Toddy, levántate y cierra la puerta.

—Toddy me odia —dijo después—. Sí, Toddy, ¡claro que me odias!

—No me gusta ese maldito nombre, y usted lo sabe —gruñó Macfarlane.

—¡Escúchalo! ¿Has visto a los muchachos tirar al blanco con sus cuchillos? A él le gustaría hacer eso por todo mi cuerpo —explicó el desconocido

—Nosotros, la gente de medicina, tenemos un sistema mejor —dijo Fettes—. Cuando no nos gusta un amigo muerto, lo llevamos a la mesa de disección.

Macfarlane le miró enojado, como si aquella broma fuera muy poco de su agrado.

Fue pasando la tarde. Gray, porque tal era el nombre del desconocido, invitó a Fettes a cenar con ellos, encargando un festín tan suntuoso que la taberna entera tuvo que movilizarse, y cuando terminó le mandó a Macfarlane que pagara la cuenta. Se separaron ya de madrugada; el tal Gray estaba completamente borracho. Macfarlane, sereno sobre todo a causa de la indignación reflexionaba sobre el dinero que se había visto obligado a malgastar y las humillaciones que había tenido que soportar. Fettes, con diferentes licores cantándole dentro de la cabeza, volvió a su casa con pasos inciertos y la mente totalmente en blanco. Al día siguiente Macfarlane faltó a clase y Fettes sonrió para sus adentros al imaginárselo todavía acompañando al insoportable Gray de taberna en taberna. Tan pronto como quedó libre de sus obligaciones, se puso a buscar por todas partes a sus compañeros de la noche anterior. Pero no consiguió encontrarlos en ningún sitio; de manera que volvió pronto a su habitación, se acostó en seguida y durmió el sueño de los justos.

A las cuatro de la mañana le despertó la señal acostumbrada. Al bajar a abrir la puerta, grande fue su asombro cuando descubrió a Macfarlane con su calesín y dentro del vehículo uno de aquellos horrendos bultos alargados que tan bien conocía.

—¡Cómo! —exclamó—. ¿Has salido tú solo? ¿Cómo te las has apañado?

Pero Macfarlane le hizo callar bruscamente, pidiéndole que se ocupara del asunto que tenían entre manos. Después de subir el cuerpo y de depositarlo sobre la mesa, Macfarlane hizo primero un gesto como de marcharse. Después se detuvo y pareció dudar.

—Será mejor que le veas la cara —dijo después lentamente, como si le costara cierto trabajo hablar—. Será mejor —repitió, al ver que Fettes se le quedaba mirando lleno de asombro.

—Pero ¿dónde, cómo y cuándo ha llegado a tus manos? —exclamó el otro.

—Mírale la cara —fue la única respuesta.

Fettes titubeó; le asaltaron extrañas dudas. Contempló al joven médico y después el cuerpo; luego volvió otra vez la vista hacia Macfarlane. Finalmente, dando un respingo, hizo lo que se le pedía. Casi estaba esperando el espectáculo con que se tropezaron sus ojos, pero de todas formas el impacto fue violento. Ver, inmovilizado por la rigidez de la muerte y desnudo sobre el basto tejido de arpillera, al hombre del que se había separado dejándolo bien vestido y con el estómago satisfecho en el umbral de una taberna, despertó, hasta en el atolondrado Fettes, algunos de los terrores de la conciencia. El que dos personas que había conocido hubieran terminado sobre las heladas mesas de disección era un cras tibi que iba repitiéndose por su alma en ecos sucesivos. Con todo, aquellas eran solo preocupaciones secundarias. Lo que más le importaba era Wolfe. Falto de preparación para enfrentarse con un desafío de tanta importancia, Fettes no sabía cómo mirar a la cara a su compañero. No se atrevía a cruzar la vista con él y le faltaban tanto las palabras como la voz con que pronunciarlas.

Fue Macfarlane mismo quien dio el primer paso. Se acercó tranquilamente por detrás y puso una mano, con suavidad pero con firmeza, sobre el hombro del otro.

—Richardson —dijo— puede quedarse con la cabeza.

Richardson era un estudiante que desde tiempo atrás se venía mostrando muy deseoso de disponer de esa porción del cuerpo humano para sus prácticas de disección. No recibió ninguna respuesta, y el asesino continuó:

—Hablando de negocios, debes pagarme; tus cuentas tienen que cuadrar, como es lógico.

Fettes encontró una voz que no era más que una sombra de la suya:

—¡Pagarte! —exclamó—. ¿Pagarte por eso?

—Naturalmente; no tienes más remedio que hacerlo. Desde cualquier punto de vista que lo consideres —insistió el otro—. Yo no me atrevería a darlo gratis; ni tú a aceptarlo sin pagar, nos comprometería a los dos. Este es otro caso como el de Jane Galbraith. Cuantos más cabos sueltos, más razones para actuar como si todo estuviera en perfecto orden. ¿Dónde guarda su dinero el viejo K?

—Allí —contestó Fettes con voz ronca, señalando al armario del rincón.

—Entonces, dame la llave —dijo el otro calmosamente, extendiendo la mano.

Después de un momento de vacilación, la suerte quedó decidida. Macfarlane no pudo suprimir un estremecimiento nervioso, manifestación insignificante de un inmenso alivio, al sentir la llave entre los dedos. Abrió el armario, sacó pluma, tinta y el libro diario que descansaban sobre una de las baldas, y del dinero que había en un cajón tomó la suma adecuada para el caso.

—Ahora, mira —dijo Macfarlane—; ya se ha hecho el pago, primera prueba de tu buena fe, primer escalón a la seguridad. Pero todavía tienes que asegurarlo con un segundo paso. Anota el pago en el diario y estarás ya en condiciones de hacer frente al mismo demonio.

Durante los pocos segundos que siguieron la mente de Fettes fue un torbellino de ideas; pero al contrastar sus terrores, terminó triunfando el más inmediato. Cualquier dificultad le pareció casi insignificante comparada con una confrontación con Macfarlane en aquel momento. Dejó la vela que había sostenido todo aquel tiempo y con mano segura anotó la fecha, la naturaleza y el importe de la transacción.

—Y ahora —dijo Macfarlane—, es de justicia que te quedes con el dinero. Yo he cobrado ya mi parte. Por cierto, cuando un hombre de mundo tiene suerte y se encuentra en el bolsillo con unos cuantos chelines extra, me da vergüenza hablar de ello, pero hay una regla de conducta para esos casos. No hay que dedicarse a invitar, ni a comprar libros caros para las clases, ni a pagar viejas deudas; hay que pedir prestado en lugar de prestar.

—Macfarlane —empezó Fettes, con voz todavía un poco ronca—, me he puesto el nudo alrededor del cuello por complacerte.

—¿Por complacerme? —exclamó Wolfe—. ¡Vamos, vamos! Por lo que a mí se me alcanza no has hecho más que lo que estabas obligado a hacer en defensa propia. Supongamos que yo tuviera dificultades, ¿qué sería de ti? Este segundo accidente sin importancia procede sin duda alguna del primero. El señor Gray es la continuación de la señorita Galbraith. No es posible empezar y pararse luego. Si empiezas, tienes que seguir adelante; esa es la verdad. Los malvados nunca encuentran descanso.

Una horrible sensación de oscuridad y una clara conciencia de la perfidia del destino se apoderaron del alma del infeliz estudiante.

—¡Dios mío! —exclamó—. ¿Qué es lo que he hecho? y ¿cuándo puede decirse que haya empezado todo esto? ¿Qué hay de malo en que a uno lo nombren asistente? Service quería ese puesto; Service podía haberlo conseguido. ¿Se encontraría él en la situación en la que yo me encuentro ahora?

—Mi querido amigo —dijo Macfarlane—, ¡qué ingenuidad la tuya! ¿Es que acaso te ha pasado algo malo? ¿Es que puede pasarte algo malo si tienes la lengua quieta? ¿Es que todavía no te has enterado de lo que es la vida? Hay dos categorías de personas: los leones y los corderos. Si eres un cordero terminarás sobre una de esas mesas como Gray o Jane Galbraith; si eres un león, seguirás vivo y tendrás un caballo como tengo yo, como lo tiene K; como todas las personas con inteligencia o con valor. Al principio se titubea. Pero ¡mira a K! Mi querido amigo, eres inteligente, tienes valor. Yo te aprecio y K también te aprecia. Has nacido para ir a la cabeza, dirigiendo la cacería; y yo te aseguro, por mi honor y mi experiencia de la vida, que dentro de tres días te reirás de estos espantapájaros tanto como un colegial que presencia una farsa.

Y con esto Macfarlane se despidió y abandonó el callejón con su calesín para ir a recogerse antes del alba. Fettes se quedó solo con los remordimientos. Vio los peligros que le amenazaban. Vio, con indecible horror, el pozo sin fondo de su debilidad, y cómo, de concesión en concesión, había descendido de árbitro del destino de Macfarlane a cómplice indefenso y a sueldo. Hubiera dado el mundo entero por haberse mostrado un poco más valiente en el momento oportuno, pero no se le ocurrió que la valentía estuviera aún a su alcance. El secreto de Jane Galbraith y la maldita entrada en el libro diario habían cerrado su boca definitivamente.

Pasaron las horas; los alumnos empezaron a llegar; se fue haciendo entrega de los miembros del infeliz Gray a unos y otros, y los estudiantes los recibieron sin hacer el menor comentario. Richardson manifestó su satisfacción al dársele la cabeza; y, antes de que sonara la hora de la libertad, Fettes temblaba, exultante, al darse cuenta de lo mucho que había avanzado en el camino hacia la seguridad. Durante dos días siguió observando, con creciente alegría, el terrible proceso de enmascaramiento.

Al tercer día Macfarlane reapareció. Había estado enfermo, dijo; pero compensó el tiempo perdido con la energía que desplegó dirigiendo a los estudiantes. Consagró su ayuda y sus consejos a Richardson de manera especial, y el alumno, animado por los elogios del asistente, trabajó muy deprisa, lleno de esperanzas, viéndose dueño ya de la medalla a la aplicación.

Antes de que terminara la semana se había cumplido la profecía de Macfarlane. Fettes había sobrevivido a sus terrores y olvidado su bajeza. Empezó a adornarse con las plumas de su valor y logró reconstruir la historia de tal manera que podía rememorar aquellos sucesos con malsano orgullo. A su cómplice lo veía poco. Se encontraban en las clases, por supuesto; también recibían juntos las órdenes del señor K. A veces intercambiaban una o dos palabras en privado y Macfarlane se mostraba de principio a fin particularmente amable y jovial. Pero estaba claro que evitaba cualquier referencia a su común secreto; e incluso cuando Fettes susurraba que había decidido unir su suerte a la de los leones y rechazar la de los corderos, se limitaba a indicarle con una sonrisa que guardara silencio.

Finalmente se presentó una ocasión para que los dos trabajaran juntos de nuevo. En la clase del señor K volvían a escasear los cadáveres; los alumnos se mostraban impacientes y una de las aspiraciones del maestro era estar siempre bien provisto. Al mismo tiempo llegó la noticia de que iba a efectuarse un entierro en el rústico cementerio de Glencorse. El paso del tiempo ha modificado muy poco el sitio en cuestión. Estaba situado entonces, como ahora, en un cruce de caminos, lejos de toda humana habitación y escondido bajo el follaje de seis cedros. Los balidos de las ovejas en las colinas de los alrededores; los riachuelos a ambos lados: uno cantando con fuerza entre las piedras y el otro goteando furtivamente entre remanso y remanso; el rumor del viento en los viejos castaños florecidos y, una vez a la semana, la voz de la campana y las viejas melodías del chantre, eran los únicos sonidos que turbaban el silencio de la iglesia rural. El Resurreccionista —por usar un sinónimo de la época—no se sentía coartado por ninguno de los aspectos de la piedad tradicional. Parte integrante de su trabajo era despreciar y profanar los pergaminos y las trompetas de las antiguas tumbas, los caminos trillados por pies devotos y afligidos, y las ofrendas e inscripciones que testimonian el afecto de los que aún siguen vivos. En las zonas rústicas, donde el amor es más tenaz de lo corriente y donde lazos de sangre o camaradería unen a toda la sociedad de una parroquia, el ladrón de cadáveres, en lugar de sentirse repelido por natural respeto agradece la facilidad y ausencia de riesgo con que puede llevar a cabo su tarea. A cuerpos que habían sido entregados a la tierra, en gozosa expectación de un despertar bien diferente, les llegaba esa resurrección apresurada, llena de terrores, a la luz de la linterna, de la pala y el azadón. Forzado el ataúd y rasgada la mortaja, los melancólicos restos, vestidos de arpillera, después de dar tumbos durante horas por caminos apartados, privados incluso de la luz de la luna, eran finalmente expuestos a las mayores indignidades ante una clase de muchachos boquiabiertos. De manera semejante a como dos buitres pueden caer en picado sobre un cordero agonizante, Fettes y Macfarlane iban a abatirse sobre una tumba en aquel tranquilo lugar de descanso, lleno de verdura. La esposa de un granjero, una mujer que había vivido sesenta años y había sido conocida por su excelente mantequilla y bondadosa conversación, había de ser arrancada de su tumba a medianoche y transportada, desnuda y sin vida, a la lejana ciudad que ella siempre había honrado poniéndose, para visitarla, sus mejores galas dominicales; el lugar que le correspondía junto a su familia habría de quedar vacío hasta el día del Juicio Final; sus miembros inocentes y siempre venerables habrían de ser expuestos a la fría curiosidad del disector.

A última hora de la tarde los viajeros se pusieron en camino, bien envueltos en sus capas y provistos con una botella de formidables dimensiones. Llovía sin descanso: una lluvia densa y fría que se desplomaba sobre el suelo con inusitada violencia. De vez en cuando soplaba una ráfaga de viento, pero la cortina de lluvia acababa con ella. A pesar de la botella, el trayecto hasta Panicuik, donde pasarían la velada, resultó triste y silencioso. Se detuvieron antes en un espeso bosquecillo no lejos del cementerio para esconder sus herramientas; y volvieron a pararse en la posada Fisher’s Tryst para brindar delante del fuego e intercalar una jarra de cerveza entre los tragos de whisky. Cuando llegaron al final de su viaje, el calesín fue puesto a cubierto, se dio de comer al caballo y los jóvenes doctores se acomodaron en un reservado para disfrutar de la mejor cena y del mejor vino que la casa podía ofrecerles. Las luces, el fuego, el golpear de la lluvia contra la ventana, el frío y absurdo trabajo que les esperaba, todo contribuía a hacer más placentera la comida. Con cada vaso que bebían su cordialidad aumentaba. Muy pronto Macfarlane entregó a su compañero un montoncito de monedas de oro.

—Un pequeño obsequio —dijo—. Entre amigos estos favores tendrían que hacerse con tanta facilidad como pasa de mano en mano uno de esos fósforos largos para encender la pipa.

Fettes se guardó el dinero y aplaudió con gran vigor el sentir de su colega.

—Eres un verdadero filósofo —exclamó—. Yo no era más que un ignorante hasta que te conocí. Tú y K… ¡Por Belcebú que entre los dos harán de mí un hombre!

—Por supuesto que sí —asintió Macfarlane—. Aunque si he de serte franco, se necesitaba un hombre para respaldarme el otro día. Hay algunos cobardes de cuarenta años, muy corpulentos y pendencieros, que se hubieran puesto enfermos al ver el cadáver; pero tú no…. tú no perdiste la cabeza. Te estuve observando.

—¿Y por qué tenía que haberla perdido? —presumió Fettes—. No era asunto mío. Hablar no me hubiera  producido más que molestias, mientras que si callaba podía contar con tu gratitud, ¿no es cierto? —y golpeó el bolsillo con la mano, haciendo sonar las monedas de oro.

Macfarlane sintió una punzada de alarma ante aquellas desagradables palabras. Puede que lamentara la eficacia de sus enseñanzas en el comportamiento de su joven colaborador, pero no tuvo tiempo de intervenir porque el otro continuó en la misma línea jactanciosa.

—Lo importante es no asustarse. Confieso, aquí, entre nosotros, que no quiero que me cuelguen, y eso no es más que sentido práctico; pero la mojigatería, Macfarlane, nací ya despreciándola. El infierno, Dios, el demonio, el bien y el mal, el pecado, el crimen, y toda esa vieja galería de curiosidades… quizá sirvan para asustar a los chiquillos, pero los hombres de mundo como tú y como yo desprecian esas cosas. ¡Brindemos por la memoria de Gray!

Para entonces se estaba haciendo ya algo tarde. Pidieron que les trajeran el calesín delante de la puerta con los dos faroles encendidos y una vez cumplimentada su orden, pagaron la cuenta y emprendieron la marcha. Explicaron que iban camino de Peebles y tomaron aquella dirección hasta perder de vista las últimas casas del pueblo; luego, apagando los faroles, dieron la vuelta y siguieron un atajo que les devolvía a Glencorse. No había otro ruido que el de su carruaje y el incesante y estridente caer de la lluvia. Estaba oscuro como boca de lobo aquí y allí un portillo blanco o una piedra del mismo color en algún muro les guiaba por unos momentos; pero casi siempre tenían que avanzar al paso y casi a tientas mientras atravesaban aquella ruidosa oscuridad en dirección hacia su solemne y aislado punto de destino. En la zona de bosques tupidos que rodea el cementerio la oscuridad se hizo total y no tuvieron más solución que volver a encender uno de los faroles del calesín. De esta manera, bajo los árboles goteantes y rodeados de grandes sombras que se movían continuamente, llegaron al escenario de sus impíos trabajos.

Los dos eran expertos en aquel asunto y muy eficaces con la pala; y cuando apenas llevaban veinte minutos de tarea se vieron recompensados con el sordo retumbar de sus herramientas sobre la tapa del ataúd. Al mismo tiempo, Macfarlane, al hacerse daño en la mano con una piedra, la tiró hacia atrás por encima de su cabeza sin mirar. La tumba, en la que, cavando, habían llegado a hundirse ya casi hasta los hombros, estaba situada muy cerca del borde del camposanto; y para que iluminara mejor sus trabajos habían apoyado el farol del calesín contra un árbol casi en el límite del empinado terraplén que descendía hasta el arroyo. La casualidad dirigió certeramente aquella piedra. Se oyó en el acto un estrépito de vidrios rotos; la oscuridad les envolvió; ruidos alternativamente secos y vibrantes sirvieron para anunciarles la trayectoria del farol terraplén abajo, y las veces que chocaba con árboles encontrados en su camino. Una piedra o dos, desplazadas por el farol en su caída, le siguieron dando tumbos hasta el fondo del vallecillo; y luego el silencio, como la oscuridad, se apoderó de todo; y por mucho que aguzaron el oído no se oía más que la lluvia, que tan pronto llevaba el compás del viento como caía sin altibajos sobre millas y millas de campo abierto.

Como casi estaban terminando ya su aborrecible tarea, juzgaron más prudente acabarla a oscuras. Desenterraron el ataúd y rompieron la tapa; introdujeron el cuerpo en el saco, que estaba completamente mojado, y entre los dos lo transportaron hasta el calesín; uno se montó para sujetar el cadáver y el otro, llevando al caballo por el bocado fue a tientas junto al muro y entre los árboles hasta llegar a un camino más ancho cerca de la posada Fisher’s Tryst. Celebraron el débil y difuso resplandor que allí había como si de la luz del sol se tratara; con su ayuda consiguieron poner el caballo a buen paso y empezaron a traquetear alegremente camino de la ciudad.

Los dos se habían mojado hasta los huesos durante sus operaciones y ahora, al saltar el calesín entre los profundos surcos de la senda, el objeto que sujetaban entre los dos caía con todo su peso primero sobre uno y luego sobre el otro. A cada repetición del horrible contacto ambos rechazaban instintivamente el cadáver con más violencia; y aunque los tumbos del vehículo bastaban para explicar aquellos contactos, su repetición terminó por afectar a los dos compañeros. Macfarlane hizo un chiste de mal gusto sobre la mujer del granjero que brotó ya sin fuerza de sus labios y que Fettes dejó pasar en silencio. Pero su extraña carga seguía chocando a un lado y a otro; tan pronto la cabeza se recostaba confianzudamente sobre un hombro como un trozo de empapada arpillera aleteaba gélidamente delante de sus rostros. Fettes empezó a sentir frío en el alma. Al contemplar el bulto tenía la impresión de que hubiera aumentado de tamaño. Por todas partes, cerca del camino y también a lo lejos, los perros de las granjas acompañaban su paso con trágicos aullidos; y el muchacho se fue convenciendo más y más de que algún inconcebible milagro había tenido lugar; que en aquel cuerpo muerto se había producido algún cambio misterioso y que los perros aullaban debido al miedo que les inspiraba su terrible carga.

—Por el amor de Dios —dijo, haciendo un gran esfuerzo para conseguir hablar—, por el amor de Dios, ¡encendamos una luz!

Macfarlane, al parecer, se veía afectado por los acontecimientos de manera muy similar y, aunque no dio respuesta alguna, detuvo al caballo, entregó las riendas a su compañero, se apeó y procedió a encender el farol que les quedaba. No habían llegado para entonces más allá del cruce de caminos que conduce a Auchenclinny. La lluvia seguía cayendo como si fuera a repetirse el diluvio universal, y no era nada fácil encender fuego en aquel mundo de oscuridad y de agua. Cuando por fin la vacilante llama azul fue traspasada a la mecha y empezó a ensancharse y hacerse más luminosa, creando un amplio círculo de imprecisa claridad alrededor del calesín, los dos jóvenes fueron capaces de verse el uno al otro y también el objeto que acarreaban. La lluvia había ido amoldando la arpillera al contorno del cuerpo que cubría, de manera que la cabeza se distinguía perfectamente del tronco, y los hombros se recortaban con toda claridad; algo a la vez espectral y humano les obligaba a mantener los ojos fijos en aquel horrible compañero de viaje.

Durante algún tiempo Macfarlane permaneció inmóvil, sujetando el farol. Un horror inexpresable envolvía el cuerpo de Fettes como una sábana humedecida, crispando al mismo tiempo sus lívidas facciones, un miedo que no tenía sentido, un horror a lo que no podía ser se iba apoderando de su cerebro. Un segundo más y hubiera hablado. Pero su compañero se le adelantó.

—Esto no es una mujer —dijo Macfarlane con voz que no era más que un susurro.

—Era una mujer cuando la subimos al calesín —respondió Fettes.

—Sostén el farol —dijo el otro—. Tengo que verle la cara.

Y mientras Fettes mantenía en alto el farol, su compañero desató el saco y dejó la cabeza al descubierto. La luz iluminó con toda claridad las bien moldeadas facciones y afeitadas mejillas de un rostro demasiado familiar, que ambos jóvenes habían contemplado con frecuencia en sus sueños. Un violento alarido rasgó la noche; ambos a una saltaron del coche; el farol cayó y se rompió, apagándose; y el caballo, aterrado por toda aquella agitación tan fuera de lo corriente, se encabritó y salió disparado hacia Edimburgo a todo galope, llevando consigo, como único ocupante del calesín, el cuerpo de aquel Gray con el que los estudiantes de anatomía hicieran prácticas de disección meses atrás.

 


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Mayo 21, 2020


 

ARGENTINA Y LA CORRUPCIÓN NUESTRA DE CADA DÍA

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 Por FRANCISCO BENARD

Hace poco más  de un año Cristina Fernández  tomo la decisión de no candidatearse a las elecciones como Presidenta sino ofrecerle el cargo al actual Jefe de Estado el Dr. Alberto Fernández – estrategia inteligente- para acceder a la impunidad ella y sus hijos con el fin de lograr que el Estado no fuera querellante en las numerosas y comprometedoras causas que tiene pendiente en la Justicia Federal. Algunas podrían tener un dejo de tiente político pero hay dos que son  parte del derecho penal y me refiero a Hotesur y a los contratos con Lázaro Baez proveedor del Estado. Hoy sus hoteles están al borde de la bancarrota y Lázaro Báez preso y bien calladito. ¿Hablara en algún momento? Es una incógnita. Cristina nombro a varios de sus alfiles en puestos claves con el fin de evitar que el Estado actúe como querellante en las causas que hay contra ella y sus hijos, como parte de esa estrategia para lograr la impunidad. Un juez adicto al kirchnerismo está promoviendo levantarle los embargos, todo esto previsible y así estimado por la mayoría de los observadores políticos. La Justicia Federal ha liberado a varios de su sequito de la cárcel.  Alberto callado es el precio que tuvo y tiene que pagar por el hecho de haber logrado ser Presidente de todos y todas los argentinos/as. El diputado Sergio  Massa  habla de muchas cosas pero nada de lo que debería hablar y es la recuperación de los cuantiosos bienes robados, asaltados  por una verdadera mafia que opero durante muchísimos años  desde Santa Cruz y luego en el Gobierno Nacional,  El premio es el de presidir la Cámara de Diputados de la Nación. Un ex-Ministro clave De Vido con  prisión domiciliaria. Todo cuanto digo era previsible y confirmado por decisiones políticas y judiciales que se toman al compás de los tiempos políticos.

Todo cuanto manifiesto es sumamente negativo para la imagen Argentina en el exterior en momentos en que se negocia la deuda externa.  No es visible a los ojos de los millones de votantes de las villas miserias en la Provincia de Buenos Aires que solo esperan vivir de las dadivas del Estado Nacional. Si el macrismo ha cometido delitos debe recaer sobre el todo el peso de la ley y los culpables ir a la prisión como corresponda. La Justicia tiene  la palabra. El Gobierno actual debe hacer las denuncias que correspondan según los casos. Justicia para todos es JUSTICIA.

 

Doctor Francisco Benard

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 21, 2020


 

El Problema de las mascaras

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Kelvin Desean Watson, de 27 años, fue arrestado por el Departamento de Policía de Aurora y acusado de intento de asesinato en primer grado después de que los empleados de Aurora Waffle House se negaron a servirlo sin máscara.

Un empleado fue hospitalizado por sus heridas y desde entonces ha sido dado de alta del hospital, según un portavoz de Waffle House. El tiroteo tuvo lugar temprano en la mañana del 15 de mayo en medio de crecientes tensiones en torno a los procedimientos de reapertura y las pautas de seguridad en los EE. UU.

Los empleados le dijeron a la policía en una declaración jurada que Watson fue a Waffle House en las primeras horas del 14 de mayo, pero se le negó el acceso porque no llevaba una máscara. Según el informe, Watson regresó más tarde esa noche con una máscara en la mano (no llevaba puesta) y fue objetado nuevamente. La policía informa que después de ser rechazado por segunda vez, Watson colocó una pequeña pistola en el mostrador y le dijo a un empleado que podía “volarle los sesos”.

Watson regresó justo después de la medianoche de la tarde siguiente, donde nuevamente se le negó el servicio debido que nuevamente no llevaba máscara una vez más. Según la declaración jurada, Watson abofeteó al cocinero antes de perseguirlo fuera de Waffle House y dispararle. Watson fue arrestado el lunes en Aurora, y está representado por la oficina del defensor público del condado de Arapahoe.

 

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Mayo 20, 2020