Ya no hay dudas de que el mundo se ha desquiciado como nunca antes desde la II Guerra Mundial, y pruebas sobran.
En un breve inventario, debemos pensar en los cada vez más calientes conflictos en el Mar de la China por la pretensión de Beijing de incorporar Taiwan a la soberanía territorial y el acoso permanente de las fuerzas armadas chinas a Filipinas; en el acceso desde el Océano Indico al Mar Rojo por los ataques permanentes de las milicias hutíes fieles a Irán y basadas en Yemen al comercio marítimo internacional; en la guerra desatada por el ataque terrorista de Hamás a Israel que derivó en la represión sobre la Franja de Gaza y su probable extensión al Líbano y a Irán; en la prolongada guerra producida por la cruel invasión de Rusia a Ucrania; en la antigua e invisibilizada guerra civil de Sudán; en los incendiarios incidentes que se están generando entre los inmigrantes musulmanes y los ultranacionalistas británicos; en los permanentes episodios de tiroteos y asesinatos de los enloquecidos militantes del Ejército Islámico en todo el mundo; y en la feroz represión de los regímenes tiránicos en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En ese peligroso escenario global, tiene muchísima importancia la campaña electoral en los Estados Unidos, donde una creciente Kamala Harris parece estar superando a Donald Trump en las encuestas, cuando este último ha avisado que, de no triunfar, podría producirse un baño de sangre en la primera potencia del mundo.
Porque de esa definición, en noviembre, dependerá el rol que asumirá el nuevo Presidente ante la OTAN y con relación a la (ex) guerra fría que nuevamente amenaza la paz mundial.
Pero, volviendo a nuestra tan triste realidad local, me sigue haciendo mucho ruido la insistencia en intentar incorporar a Lijo a la Corte, básicamente porque no le encuentro otra explicación que no sea la existencia de un espurio pacto de impunidad, sobre el cual pone aún más sospechosas sombras la clara morosidad del Ejecutivo y sus organismos competentes en denunciar ante la Justicia los mismos escándalos de corrupción que, hasta ahora, se limita a llevar a los medios de comunicación.
En materia económica, sigo compartiendo el optimismo que exhiben algunos de los más prestigiosos académicos y analistas, pero me preocupa la lentitud y lo desparejo de la recuperación.
Es innegable que – la soja siempre confirma que es peronista – los precios de nuestras commodities agropecuarias se han derrumbado, y también que los inquietos mercados financieros internacionales no permiten – el lunes pasado, desde Tokio, llegó un fuerte viento que, a Dios gracias, se calmó al día siguiente – hacerse demasiadas ilusiones a corto plazo, pero el Gobierno debiera dar más claros indicios acerca de su plan económico para tranquilizar a los potenciales inversores que, hasta ahora, se limitan a hacer grandes anuncios.
Por ahora, Milei sigue arropado por una aprobación mayoritaria, mientras que la oposición – sea ésta política o sindical – no consigue hacer pie ni, mucho menos, recuperar la capacidad para organizar una protesta social masiva.
Un querido amigo, el mayor “conurbanólogo” que conozco, me cuenta que la insólita paz que reina, más allá de la inseguridad derivada del narcotráfico que todo lo penetra, se debe a que la informalidad y quienes en ella trabajan y viven permite que las penurias económicas se sientan allí demasiado.
Me he extendido demasiado en esta respuesta, y pido disculpas por ello.
Hasta el sábado, si logramos sobrevivir hasta entonces.
○
Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Ya no hay dudas de que el mundo se ha desquiciado como nunca antes desde la II Guerra Mundial, y pruebas sobran.
En un breve inventario, debemos pensar en los cada vez más calientes conflictos en el Mar de la China por la pretensión de Beijing de incorporar Taiwan a la soberanía territorial y el acoso permanente de las fuerzas armadas chinas a Filipinas; en el acceso desde el Océano Indico al Mar Rojo por los ataques permanentes de las milicias hutíes fieles a Irán y basadas en Yemen al comercio marítimo internacional; en la guerra desatada por el ataque terrorista de Hamás a Israel que derivó en la represión sobre la Franja de Gaza y su probable extensión al Líbano y a Irán; en la prolongada guerra producida por la cruel invasión de Rusia a Ucrania; en la antigua e invisibilizada guerra civil de Sudán; en los incendiarios incidentes que se están generando entre los inmigrantes musulmanes y los ultranacionalistas británicos; en los permanentes episodios de tiroteos y asesinatos de los enloquecidos militantes del Ejército Islámico en todo el mundo; y en la feroz represión de los regímenes tiránicos en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En ese peligroso escenario global, tiene muchísima importancia la campaña electoral en los Estados Unidos, donde una creciente Kamala Harris parece estar superando a Donald Trump en las encuestas, cuando este último ha avisado que, de no triunfar, podría producirse un baño de sangre en la primera potencia del mundo.
Porque de esa definición, en noviembre, dependerá el rol que asumirá el nuevo Presidente ante la OTAN y con relación a la (ex) guerra fría que nuevamente amenaza la paz mundial.
Pero, volviendo a nuestra tan triste realidad local, me sigue haciendo mucho ruido la insistencia en intentar incorporar a Lijo a la Corte, básicamente porque no le encuentro otra explicación que no sea la existencia de un espurio pacto de impunidad, sobre el cual pone aún más sospechosas sombras la clara morosidad del Ejecutivo y sus organismos competentes en denunciar ante la Justicia los mismos escándalos de corrupción que, hasta ahora, se limita a llevar a los medios de comunicación.
En materia económica, sigo compartiendo el optimismo que exhiben algunos de los más prestigiosos académicos y analistas, pero me preocupa la lentitud y lo desparejo de la recuperación.
Es innegable que – la soja siempre confirma que es peronista – los precios de nuestras commodities agropecuarias se han derrumbado, y también que los inquietos mercados financieros internacionales no permiten – el lunes pasado, desde Tokio, llegó un fuerte viento que, a Dios gracias, se calmó al día siguiente – hacerse demasiadas ilusiones a corto plazo, pero el Gobierno debiera dar más claros indicios acerca de su plan económico para tranquilizar a los potenciales inversores que, hasta ahora, se limitan a hacer grandes anuncios.
Por ahora, Milei sigue arropado por una aprobación mayoritaria, mientras que la oposición – sea ésta política o sindical – no consigue hacer pie ni, mucho menos, recuperar la capacidad para organizar una protesta social masiva.
Un querido amigo, el mayor “conurbanólogo” que conozco, me cuenta que la insólita paz que reina, más allá de la inseguridad derivada del narcotráfico que todo lo penetra, se debe a que la informalidad y quienes en ella trabajan y viven permite que las penurias económicas se sientan allí demasiado.
Me he extendido demasiado en esta respuesta, y pido disculpas por ello.
Hasta el sábado, si logramos sobrevivir hasta entonces.
Un abrazo grande.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Agosto 12, 2024
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