El “Grand jeté” de Nureyev a Occidente

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Rudolf Hametovich Nureyev nació el 17 de marzo 1938, en Irkutsk, Russia, Unióm Soviética y se convirtió en una estrella del ballet de su país en 1958 cuando, con apenas 20 años, se convirtió en uno de los solistas destacados del Kirov Opera Ballet. Las compañías de ballet Kirov y Bolshoi fueron dos de las joyas de la diplomacia cultural soviética, y sus actuaciones obtuvieron elogios mundiales y respeto por las artes en la URSS. En junio de 1961, la Compañía Kirov terminó una carrera en París.

El 16 de junio, justo cuando la compañía se preparaba para abordar un vuelo a casa, Nureyev se separó del grupo e insistió en que se quedaría en Francia. Según testigos presenciales, otros miembros de la compañía le suplicaron a Nureyev que se reuniera con ellos y regresara a la Unión Soviética. El bailarín se negó y se arrojó a los brazos de la seguridad del aeropuerto, gritando: “¡Protégeme!” Los funcionarios de seguridad detuvieron a Nureyev, por lo que solicitó asilo político. La Compañía Kirov se preocupó por la pérdida de su estrella y los guardias de seguridad soviéticos se enfurecieron por la deserción de Nureyev. Finalmente, la compañía voló de regreso a Rusia sin el bailarín.

La deserción de alto perfil de Nureyev fue un doble golpe para la Unión Soviética. Primero, restó importancia a la calidad de la Compañía Kirov, que había destacado al joven prodigio en sus actuaciones en todo el mundo. Segundo, dañó severamente la propaganda soviética que promocionaba la libertad política y artística en Rusia.

Nureyev continuó con su carrera después de su deserción. Durante los siguientes 30 años bailó con el Royal Ballet de Inglaterra y el American Ballet Theatre. Tenía gran demanda como bailarín y coreógrafo, e incluso hizo algunas películas (incluyendo un giro desastroso como la estrella del cine mudo Rudolf Valentino). En 1983, asumió el cargo de director de ballet de la Ópera de París. En 1989, regresó brevemente a la Unión Soviética para actuar. Murió en París en 1993.

 


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Junio 16, 2020


 

China no está feliz

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El despliegue de tres portaaviones de la Armada de los Estados Unidos de 100.000 toneladas cada uno en el Océano Pacífico por primera vez en años ha provocado una rápida reacción de China, con medios patrocinados por el estado que dicen que Beijing no retrocederá para defender sus intereses en la región.

El USS Ronald Reagan y el USS Theodore Roosevelt patrullan en el Pacífico occidental, mientras que el USS Nimitz está en el este, según comunicados de prensa de la Marina de los EE. UU. con cada buque que contiene más de 60 aviones, representa el mayor despliegue de portaaviones estadounidenses en el Pacífico desde 2017, cuando las tensiones con Corea del Norte sobre el programa de armas nucleares de Pyongyang estaban en su apogeo.

USS Reagan
USS Theodore Roosevelt11
USS Nimitz
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La presencia de las naves se destacó por primera vez en un informe el viernes.

“Los transportistas y los grupos de ataque de portaaviones en grande son símbolos fenomenales del poder naval estadounidense. Realmente estoy muy entusiasmado porque tenemos tres de ellos en este momento”, dijo el contralmirante Stephen Koehler, director de operaciones del Comando Indo-Pacífico en Hawai.

Los despliegues significan que tres de los siete portaaviones activos de la Marina de los EE. UU. están en el Pacífico. Los otros cuatro están en puerto para mantenimiento.

 


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Junio 16, 2020


 

EN LA VIDA, SI CONOCES EL CAMINO SEGURO, SÓLO NECESITAS SEGUIRLO.

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 Por CLAUDIO VALERIO

La noche estaba oscura y tempestuosa. Una señora estaba en un barco que cruzaba el Lago Michigan. A causa de la fuerte lluvia, de los rayos y truenos, ella se sentía muy nerviosa. Con inocultable miedo, al ver las muchas puntas de piedras que descollaban en la superficie del lago,  preguntó al  capitán:
“¿Sabe dónde están todas las piedras del lago?”  “No”, contestó este, “yo no sé. Pero yo conozco el camino seguro”. Mientras “navegamos” por los mares de la vida, encontramos muchas “piedras”. Algunas nosotros sabemos como evitarlas y otras, no. Por eso es posible que seamos atrapados de sorpresa. Lo importante, por tanto, es que sepamos “donde está el camino seguro”. Muchas veces juzgamos que somos capaces de encontrar, solos, la seguridad que tanto necesitamos. Escogemos una dirección y seguimos avanzando. No aceptamos la opinión de nadie y, casi siempre, solo percibimos y reconocemos el error cuando no aguantamos más las angustias y aflicciones. Otras veces nos dejamos envolver por las piedras. Sufrimos, nos quejamos, murmuramos, cuestionamos la existencia de cada una de ellas, maldecimos las luchas y los problemas, pero no buscamos encontrar el camino tranquilo y seguro. Nos quejamos de las piedras y no nos alejamos de ellas. Cuando tomamos en decisión de velejar, manejar, apenas  por caminos seguros, todo es diferente. Vivimos en  paz y alegría, en júbilo y felicidad.  Sabemos dónde estamos y para dónde estamos yendo. Sabemos que las piedras existen y, sin embargo, estamos lejos de los pedruscos y ellos están lejos de nosotros.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo,
y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes
en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

Valerius*

 


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Junio 16, 2020


 

Embargo

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 Por José Saramago

Se despertó con la sensación aguda de un sueño degollado y vio delante de sí la superficie cenicienta y helada del cristal, el ojo encuadrado de la madrugada que entraba, lívido, cortado en cruz y escurriendo una transpiración condensada. Pensó que su mujer se había olvidado de correr las cortinas al acostarse y se enfadó: si no consiguiese volver a dormirse ya, acabaría por tener un día fastidiado. Le faltó sin embargo el ánimo para levantarse, para cubrir la ventana: prefirió cubrirse la cara con la sábana y volverse hacia la mujer que dormía, refugiarse en su calor y en el olor de su pelo suelto. Estuvo todavía unos minutos esperando, inquieto, temiendo el insomnio matinal. Pero después le vino la idea del capullo tibio que era la cama y la presencia laberíntica del cuerpo al que se aproximaba y, casi deslizándose en un círculo lento de imágenes sensuales, volvió a caer en el sueño. El ojo ceniciento del cristal se fue azulando poco a poco, mirando fijamente las dos cabezas posadas en la almohada, como restos olvidados de una mudanza a otra casa o a otro mundo. Cuando el despertador sonó, pasadas dos horas, la habitación estaba clara.

Dijo a su mujer que no se levantase, que aprovechase un poco más de la mañana, y se escurrió hacia el aire frío, hacia la humedad indefinible de las paredes, de los picaportes de las puertas, de las toallas del cuarto de baño. Fumó el primer cigarrillo mientras se afeitaba y el segundo con el café, que entretanto se había enfriado. Tosió como todas las mañanas. Después se vistió a oscuras, sin encender la luz de la habitación. No quería despertar a su mujer. Un olor fresco a agua de colonia avivó la penumbra, y eso hizo que la mujer suspirase de placer cuando el marido se inclinó sobre la cama para besarle los ojos cerrados. Y susurró que no volvería a comer a casa.

Cerró la puerta y bajó rápidamente la escalera. La finca parecía más silenciosa que de costumbre. Tal vez por la niebla, pensó. Se había dado cuenta de que la niebla era como una campana que ahogaba los sonidos y los transformaba, disolviéndolos, haciendo de ellos lo que hacía con las imágenes. Había niebla. En el último tramo de la escalera ya podría ver la calle y saber si había acertado. Al final había una luz aún grisácea, pero dura y brillante, de cuarzo. En el bordillo de la acera, una gran rata muerta. Y mientras encendía el tercer cigarrillo, detenido en la puerta, pasó un chico embozado, con gorra, que escupió por encima del animal, como le habían enseñado y siempre veía hacer.

El automóvil estaba cinco casas más abajo. Una gran suerte haber podido dejarlo allí. Había adquirido la superstición de que el peligro de que lo robasen sería mayor cuanto más lejos lo hubiese dejado por la noche. Sin haberlo dicho nunca en voz alta, estaba convencido de que no volvería a ver el coche si lo dejase en cualquier extremo de la ciudad. Allí, tan cerca, tenía confianza. El automóvil aparecía cubierto de gotitas, los cristales cubiertos de humedad. Si no hiciera tanto frío, podría decirse que transpiraba como un cuerpo vivo. Miró los neumáticos según su costumbre, verificó de paso que la antena no estuviese partida y abrió la puerta. El interior del coche estaba helado. Con los cristales empañados era una caverna translúcida hundida bajo un diluvio de agua. Pensó que habría sido mejor dejar el coche en un sitio desde el cual pudiese hacerlo deslizarse para arrancar más fácilmente. Encendió el coche y en el mismo instante el motor roncó fuerte, con una sacudida profunda e impaciente. Sonrió, satisfecho de gusto. El día empezaba bien.

Calle arriba el automóvil arrancó, rozando el asfalto como un animal de cascos, triturando la basura esparcida. El cuentakilómetros dio un salto repentino a noventa, velocidad de suicidio en la calle estrecha bordeada de coche aparcados. ¿Qué sería? Retiró el pie del acelerador, inquieto. Casi diría que le habían cambiado el motor por otro más potente. Pisó con cuidado el acelerador y dominó el coche. Nada de importancia. A veces no se controla bien el balanceo del pie. Basta que el tacón del zapato no asiente en el lugar habitual para que se altere el movimiento y la presión. Es fácil.

Distraído con el incidente, aún no había mirado el contador de la gasolina. ¿La habrían robado durante la noche, como no sería la primera vez? No. El puntero indicaba precisamente medio depósito. Paró en un semáforo rojo, sintiendo el coche vibrante y tenso en sus manos. Curioso. Nunca había reparado en esta especie de palpitación animal que recorría en olas las láminas de la carrocería y le hacía estremecer el vientre. Con la luz verde el automóvil pareció serpentear, estirarse como un fluido para sobrepasar a los que estaban delante. Curioso. Pero, en verdad, siempre se había considerado mucho mejor conductor que los demás. Cuestión de buena disposición esta agilidad de reflejos de hoy, quizá excepcional. Medio depósito. Si encontrase una gasolinera funcionando, aprovecharía. Por seguridad, con todas las vueltas que tenía que dar ese día antes de ir a la oficina, mejor de más que de menos. Este estúpido embargo. El pánico, las horas de espera, en colas de decenas y decenas de coches. Se dice que la industria va a sufrir las consecuencias. Medio depósito. Otros andan a esta hora con mucho menos, pero si fuese posible llenarlo… El coche tomó una curva balanceándose y, con el mismo movimiento, se lanzó por una subida empinada sin esfuerzo. Allí cerca había un surtidor poco conocido, tal vez tuviese suerte. Como un perdiguero que acude al olor, el coche se insinuó entre el tráfico, dobló dos esquinas y fue a ocupar un lugar en la cola que esperaba. Buena idea.

Miró el reloj. Debían de estar por delante unos veinte coches. No era ninguna exageración. Pero pensó que lo mejor sería ir primero a la oficina y dejar las vueltas para la tarde, ya lleno el depósito, sin preocupaciones. Bajó el cristal para llamar a un vendedor de periódicos que pasaba. El tiempo había enfriado mucho. Pero allí, dentro del automóvil, con el periódico abierto sobre el volante, fumando mientras esperaba, hacía un calor agradable, como el de sábanas. Hizo que se movieran los músculos de la espalda, con una torsión de gato voluptuoso, al acordarse de su mujer aún enroscada en la cama a aquella hora y se recostó mejor en el asiento. El periódico no prometía nada bueno. El embargo se mantenía. Una Navidad oscura y fría, decía uno de los titulares. Pero él aún disponía de medio depósito y no tardaría en tenerlo lleno. El automóvil de delante avanzó un poco. Bien.

Hora y media más tarde estaba llenándolo y tres minutos después arrancaba. Un poco preocupado porque el empleado le había dicho, sin ninguna expresión particular en la voz, de tan repetida la información, que no habría allí gasolina antes de quince días. En el asiento, al lado, el periódico anunciaba restricciones rigurosas. En fin, de lo malo malo, el depósito estaba lleno. ¿Qué haría? ¿Ir directamente a la oficina o pasar primero por casa de un cliente, a ver si le daban el pedido? Escogió el cliente. Era preferible justificar el retraso con la visita que tener que decir que había pasado hora y media en la cola de la gasolina cuando le quedaba medio depósito. El coche estaba espléndido. Nunca se había sentido tan bien conduciéndolo. Encendió la radio y se oyó un diario hablado. Noticias cada vez peores. Estos árabes. Este estúpido embargo.

De repente el coche dio una cabezada y se dirigió a la calle de la derecha hasta parar en una cola de automóviles menor que la primera. ¿Qué había sido eso? Tenía el depósito lleno, sí, prácticamente lleno. Por qué este demonio de idea. Movió la palanca de las velocidades para poner marcha atrás, pero la caja de cambios no le obedeció. Intentó forzarla, pero los engranajes parecían bloqueados. Qué disparate. Ahora una avería. El automóvil de delante avanzó. Recelosamente, contando con lo peor, metió la primera. Perfecto todo. Suspiró de alivio. Pero ¿cómo estaría la marcha atrás cuando volviese a necesitarla?

Cerca de media hora después ponía medio litro de gasolina en el depósito, sintiéndose ridículo bajo la mirada desdeñosa del empleado de la gasolinera. Dio una propina absurdamente alta y arrancó con un gran ruido de neumáticos y aceleramientos. Qué demonio de idea. Ahora el cliente, o será una mañana perdida. El coche estaba mejor que nunca. Respondía a sus movimientos como si fuese una prolongación mecánica de su propio cuerpo. Pero el caso de la marcha atrás daba que pensar. Y he aquí que tuvo realmente que pensarlo. Una gran camioneta averiada tapaba todo el centro de la calle. No podía contornearla, no había tenido tiempo, estaba pegado a ella. Otra vez con miedo movió la palanca y la marcha atrás entró con un ruido suave de succión. No se acordaba que la caja de cambios hubiese reaccionado de esa manera antes. Giró el volante hacia la izquierda, aceleró y con un suave movimiento el automóvil subió a la acera, pegado a la camioneta, y salió por el otro lado, suelto, con una agilidad de animal. El demonio de coche tenía siete vidas. Tal vez por causa de toda esa confusión del embargo, todo ese pánico, los servicios desorganizados hubiesen hecho meter en los surtidores gasolina de mucho mayor potencia. Tendría gracia.

Miró el reloj. ¿Valdría la pena visitar al cliente? Con suerte encontraría el establecimiento aún abierto. Si el tránsito ayudase, sí, si el tránsito ayudase tendría tiempo. Pero el tránsito no ayudó. En época navideña, incluso faltando la gasolina, todo el mundo sale a la calle, para estorbar a quien necesita trabajar. Y al ver una transversal descongestionada desistió de visitar al cliente. Mejor sería dar cualquier explicación en la oficina y dejarlo para la tarde. Con tantas dudas, se había desviado mucho del centro. Gasolina quemada sin provecho. En fin, el depósito estaba lleno. En una plaza, al fondo de la calle por la que bajaba, vio otra cola de automóviles esperando su turno. Sonrió de gozo y aceleró, decidido a pasar resoplando contra los ateridos automovilistas que esperaban. Pero el coche, a veinte metros, tiró hacia la izquierda, por sí mismo, y se detuvo, suavemente, como si suspirase, al final de la cola. ¿Qué diablos había sido aquello, si no había decidido poner más gasolina? ¿Qué diantre era, si tenía el depósito lleno? Se quedó mirando los diversos contadores, palpando el volante, costándole reconocer el coche, y en esta sucesión de gestos movió el retrovisor y se miró en el espejo. Vio que estaba perplejo y consideró que tenía razón. Otra vez por el retrovisor distinguió un automóvil que bajaba la calle, con todo el aire de irse a colocar en la fila. Preocupado por la idea de quedarse allí inmovilizado, cuando tenía el depósito lleno, movió rápidamente la palanca para dar marcha atrás. El coche resistió y la palanca le huyó de las manos. Un segundo después se encontraba aprisionado entre sus dos vecinos. Diablos. ¿Qué tendría el coche? Necesitaba llevarlo al taller. Una marcha atrás que funcionaba ahora sí y ahora no es un peligro.

Había pasado más de veinte minutos cuando hizo avanzar el coche hasta el surtidor. Vio acercarse al empleado y la voz se le estranguló al pedir que llenase el depósito. En ese mismo instante hizo una tentativa por huir de la vergüenza, metió una rápida primera y arrancó. En vano. El coche no se movió. El hombre de la gasolinera lo miró desconfiado, abrió el depósito y, pasados pocos segundos, fue a pedirle el dinero de un litro que guardó refunfuñando. Acto seguido, la primera entraba sin ninguna dificultad y el coche avanzaba, elástico, respirando pausadamente. Alguna cosa no iría bien en el automóvil, en los cambios, en el motor, en cualquier sitio, el diablo sabrá. ¿O estaría perdiendo sus cualidades de conductor? ¿O estaría enfermo? Había dormido bien a pesar de todo, no tenía más preocupaciones que en cualquier otro día de su vida. Lo mejor sería desistir por ahora de clientes, no pensar en ellos durante el resto del día y quedarse en la oficina. Se sentía inquieto. A su alrededor las estructuras del coche vibraban profundamente, no en la superficie, sino en el interior del acero, y el motor trabajaba con aquel rumor inaudible de pulmones llenándose y vaciándose, llenándose y vaciándose. Al principio, sin saber por qué, dio en trazar mentalmente un itinerario que le apartase de otras gasolineras, y cuando notó lo que hacía se asustó, temió no estar bien de la cabeza. Fue dando vueltas, alargando y acortando camino, hasta que llegó delante de la oficina. Pudo aparcar el coche y suspiró de alivio. Apagó el motor, sacó la llave y abrió la puerta. No fue capaz de salir.

Creyó que el faldón de la gabardina se había enganchado, que la pierna había quedado sujeta por el eje del volante, e hizo otro movimiento. Incluso buscó el cinturón de seguridad, para ver si se lo había puesto sin darse cuenta. No. El cinturón estaba colgando de un lado, tripa negra y blanda. Qué disparate, pensó. Debo estar enfermo. Si no consigo salir es porque estoy enfermo. Podía mover libremente los brazos y las piernas, flexionar ligeramente el tronco de acuerdo con las maniobras, mirar hacia atrás, inclinarse un poco hacia la derecha, hacia la guantera, pero la espalda se adhería al respaldo del asiento. No rígidamente, sino como un miembro se adhiere al cuerpo. Encendió un cigarrillo y, de repente, se preocupó por lo que diría el jefe si se asomase a una ventana y lo viese allí instalado, dentro del coche, fumando, sin ninguna prisa por salir. Un toque violento de claxon lo hizo cerrar la puerta, que había abierto hacia la calle. Cuando el otro coche pasó, dejó lentamente abrirse la puerta otra vez, tiró el cigarrillo fuera y, agarrándose con ambas manos al volante, hizo un movimiento brusco, violento. Inútil. Ni siquiera sintió dolores. El respaldo del asiento lo sujetó dulcemente y lo mantuvo preso. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Movió hacia abajo el retrovisor y se miró. Ninguna diferencia en la cara. Tan sólo una aflicción imprecisa que apenas se dominaba. Al volver la cara hacia la derecha, hacia la acera, vio a una niñita mirándolo, al mismo tiempo intrigada y divertida. A continuación surgió una mujer con un abrigo de invierno en las manos, que la niña se puso, sin dejar de mirar. Y las dos se alejaron, mientras la mujer arreglaba el cuello y el pelo de la niña.

Volvió a mirar el espejo y adivinó lo que debía hacer. Pero no allí. Había personas mirando, gente que lo conocía. Maniobró para separarse de la acera, rápidamente, echando mano a la puerta para cerrarla, y bajó la calle lo más deprisa que podía. Tenía un designio, un objetivo muy definido que ya lo tranquilizaba, y tanto que se dejó ir con una sonrisa que a poco le suavizó la aflicción.

Sólo reparó en la gasolinera cuando casi iba a pasar por delante. Tenía un letrero que decía “agotada”, y el coche siguió, sin una mínima desviación, sin disminuir la velocidad. No quiso pensar en el coche. Sonrió más. Estaba saliendo de la ciudad, eran ya los suburbios, estaba cerca el sitio que buscaba. Se metió por una calle en construcción, giró a la izquierda y a la derecha, hasta un sendero desierto, entre vallas. Empezaba a llover cuando detuvo el automóvil.

Su idea era sencilla. Consistía en salir de dentro de la gabardina, sacando los brazos y el cuerpo, deslizándose fuera de ella, tal como hace la culebra cuando abandona la piel. Delante de la gente no se habría atrevido, pero allí, solo, con un desierto alrededor, lejos de la ciudad que se escondía por detrás de la lluvia, nada más fácil. Se había equivocado, sin embargo. La gabardina se adhería al respaldo del asiento, de la misma manera que a la chaqueta, a la chaqueta de punto, a la camisa, a la camiseta interior, a la piel, a los músculos, a los huesos. Fue esto lo que pensó sin pensarlo cuando diez minutos después se retorcía dentro del coche gritando, llorando. Desesperado. Estaba preso en el coche. Por más que girase el cuerpo hacia fuera, hacia la abertura de la puerta por donde la lluvia entraba empujada por ráfagas súbitas y frías, por más que afirmase los pies en el saliente de la caja de cambios, no conseguía arrancarse del asiento. Con las dos manos se cogió al techo e intentó levantarse. Era como si quisiese levantar el mundo. Se echó encima del volante, gimiendo, aterrorizado. Ante sus ojos los limpiaparabrisas, que sin querer había puesto en movimiento en medio de la agitación, oscilaban con un ruido seco, de metrónomo. De lejos le llegó el pitido de una fábrica. Y a continuación, en la curva del camino, apareció un hombre pedaleando una bicicleta, cubierto con un gran pedazo de plástico negro por el cual la lluvia escurría como sobre la piel de una foca. El hombre que pedaleaba miró con curiosidad dentro del coche y siguió, quizá decepcionado o intrigado al ver a un hombre solo y no la pareja que de lejos le había parecido.

Lo que estaba pasando era absurdo. Nunca nadie se había quedado preso de esta manera en su propio coche, por su propio coche. Tenía que haber un procedimiento cualquiera para salir de allí. A la fuerza no podía ser. ¿Tal vez en un taller? No. ¿Cómo lo explicaría? ¿Llamar a la policía? ¿Y después? Se juntaría la gente, todos mirando, mientras la autoridad evidentemente tiraría de él por un brazo y pediría ayuda a los presentes, y sería inútil, porque el respaldo del asiento dulcemente lo sujetaría. E irían los periodistas, los fotógrafos y sería exhibido dentro de su coche en todos los periódicos del día siguiente, lleno de vergüenza como un animal trasquilado, en la lluvia. Tenía que buscarse otra forma. Apagó el motor y sin interrumpir el gesto se lanzó violentamente hacia fuera, como quien ataca por sorpresa. Ningún resultado. Se hirió en la frente y en la mano izquierda, y el dolor le causó un vértigo que se prolongó, mientras una súbita e irreprimible ganas de orinar se expandía, liberando interminable el líquido caliente que se vertía y escurría entre las piernas al suelo del coche. Cuando sintió todo esto empezó a llorar bajito, con un gañido, miserablemente, y así estuvo hasta que un perro escuálido, llegado de la lluvia, fue a ladrarle, sin convicción, a la puerta del coche.

Embragó despacio, con los movimientos pesados de un sueño de las cavernas, y avanzó por el sendero, esforzándose en no pensar, en no dejar que la situación se le representase en el entendimiento. De un modo vago sabía que tendría que buscar a alguien que lo ayudase. Pero ¿quién podía ser? No quería asustar a su mujer, pero no quedaba otro remedio. Quizá ella consiguiese descubrir la solución. Al menos no se sentiría tan desgraciadamente solo.

Volvió a entrar en la ciudad, atento a los semáforos, sin movimientos bruscos en el asiento, como si quisiese apaciguar los poderes que lo sujetaban. Eran más de las dos y el día había oscurecido mucho. Vio tres gasolineras, pero el coche no reaccionó. Todas tenían el letrero de “agotada”. A medida que penetraba en la ciudad, iba viendo automóviles abandonados en posiciones anormales, con los triángulos rojos colocados en la ventanilla de atrás, señal que en otras ocasiones sería de avería, pero que significaba, ahora, casi siempre, falta de gasolina. Dos veces vio grupos de hombres empujando automóviles encima de las aceras, con grandes gestos de irritación, bajo la lluvia que no había parado todavía.

Cuando finalmente llegó a la calle donde vivía, tuvo que imaginarse cómo iba a llamar a su mujer. Detuvo el coche enfrente del portal, desorientado, casi al borde de otra crisis nerviosa. Esperó que sucediese el milagro de que su mujer bajase por obra y merecimiento de su silenciosa llamada de socorro. Esperó muchos minutos, hasta que un niño curioso de la vecindad se aproximó y pudo pedirle, con el argumento de una moneda, que subiese al tercer piso y dijese a la señora que allí vivía que su marido estaba abajo esperándola, en el coche. Que acudiese deprisa, que era muy urgente. El niño subió y bajó, dijo que la señora ya venía y se apartó corriendo, habiendo hecho el día.

La mujer bajó como siempre andaba en casa, ni siquiera se había acordado de coger un paraguas, y ahora estaba en el umbral, indecisa, desviando sin querer los ojos hacia una rata muerta en el bordillo de la acera, hacia la rata blanda, con el pelo erizado, dudando en cruzar la acera bajo la lluvia, un poco irritada contra el marido que la había hecho bajar sin motivo, cuando podía muy bien haber subido a decirle lo que quería. Pero el marido llamaba con gestos desde dentro del coche y ella se asustó y corrió. Puso la mano en el picaporte, precipitándose para huir de la lluvia, y cuando por fin abrió la puerta vio delante de su rostro la mano del marido abierta, empujándola sin tocarla. Porfió y quiso entrar, pero él le gritó que no, que era peligroso, y le contó lo que sucedía, mientras ella, inclinada, recibía en la espalda toda la lluvia que caía y el pelo se le desarreglaba y el horror le crispaba toda la cara. Y vio al marido, en aquel capullo caliente y empañado que lo aislaba del mundo, retorciéndose entero en el asiento para salir del coche sin conseguirlo. Se atrevió a cogerlo por el brazo y tiró, incrédula, y tampoco pudo moverlo de allí. Como aquello era demasiado horrible para ser creído, se quedaron callados mirándose, hasta que ella pensó que su marido estaba loco y fingía no poder salir. Tenía que ir a llamar a alguien para que lo examinase, para llevarlo a donde se tratan las locuras. Cautelosamente, con muchas palabras, le dijo a su marido que esperase un poquito, que no tardaría, iba a buscar ayuda para que saliese, y así incluso podían comer juntos y ella llamaría a la oficina diciendo que estaba acatarrado. Y no iría a trabajar por la tarde. Que se tranquilizase, el caso no tenía importancia, que no tardaba nada.

Pero, cuando ella desapareció en la escalera, volvió a imaginarse rodeado de gente, la fotografía en los periódicos, la vergüenza de haberse orinado por las piernas abajo, y esperó todavía unos minutos. Y mientras arriba su mujer hacía llamadas telefónicas a todas partes, a la policía, al hospital, luchando para que creyesen en ella y no en su voz, dando su nombre y el de su marido, y el color del coche, y la marca, y la matrícula, él no pudo aguantar la espera y las imaginaciones, y encendió el motor. Cuando la mujer volvió a bajar, el automóvil ya había desaparecido y la rata se había escurrido del bordillo de la acera, por fin, y rodaba por la calle inclinada, arrastrada por el agua que corría de los desagües. La mujer gritó, pero las personas tardaron en aparecer y fue muy difícil de explicar.

Hasta el anochecer el hombre circuló por la ciudad, pasando ante gasolineras sin existencias, poniéndose en colas de espera sin haberlo decidido, ansioso porque el dinero se le acababa y no sabía lo que podía suceder cuando no tuviese más dinero y el automóvil parase al lado de un surtidor para recibir más gasolina. Eso no sucedió, simplemente, porque todas las gasolineras empezaron a cerrar y las colas de espera que aún se veían tan sólo aguardaban el día siguiente, y entonces lo mejor era huir para no encontrar gasolineras aún abiertas, para no tener que parar. En una avenida muy larga y ancha, casi sin otro tránsito, un coche de la policía aceleró y le adelantó y, cuando le adelantaba, un guardia le hizo señas para que se detuviese. Pero tuvo otra vez miedo y no paró. Oyó detrás de sí la sirena de la policía y vio también, llegado de no sabía dónde, un motociclista uniformado casi alcanzándolo. Pero el coche, su coche, dio un ronquido, un arranque poderoso, y salió, de un salto, hacia delante, hacia el acceso a una autopista. La policía lo seguía de lejos, cada vez más de lejos, y cuando la noche cerró no había señales de ellos y el automóvil rodaba por otra carretera.

Sentía hambre. Se había orinado otra vez, demasiado humillado para avergonzarse,. Y deliraba un poco: humillado, humillado. Iba declinando sucesivamente alternando las consonantes y las vocales, en un ejercicio inconsciente y obsesivo que lo defendía de la realidad. No se detenía porque no sabía para qué iba a parar. Pero, de madrugada, por dos veces, aproximó el coche al bordillo e intentó salir despacito, como si mientras tanto el coche y él hubiesen llegado a un acuerdo de paces y fuese el momento de dar la prueba de buena fe de cada uno. Dos veces habló bajito cuando el asiento lo sujetó, dos veces intentó convencer al automóvil para que lo dejase salir por las buenas, dos veces en el descampado nocturno y helado donde la lluvia no paraba, explotó en gritos, en aullidos, en lágrimas, en ciega desesperación. Las heridas de la cabeza y de la mano volvieron a sangrar. Y sollozando, sofocado, gimiendo como un animal aterrorizado, continuó conduciendo el coche. Dejándose conducir.

Toda la noche viajó, sin saber por dónde. Atravesó poblaciones de las que no vio el nombre, recorrió largas rectas, subió y bajó montes, hizo y deshizo lazos y desenlazos de curvas, y cuando la mañana empezó a nacer estaba en cualquier parte, en una carretera arruinada, donde el agua de lluvia se juntaba en charcos erizados en la superficie. El motor roncaba poderosamente, arrancando las ruedas al lodo, y toda la estructura del coche vibraba, con un sonido inquietante. La mañana abrió por completo, sin que el sol llegara a mostrarse, pero la lluvia se detuvo de repente. La carretera se transformaba en un simple camino que adelante, a cada momento, parecía perderse entre piedras. ¿Dónde estaba el mundo? Ante los ojos estaba la sierra y un cielo asombrosamente bajo. Dio un grito y golpeó con los puños cerrado el volante. Fue en ese momento cuando vio que el puntero del depósito de gasolina estaba encima de cero. El motor pareció arrancarse a sí mismo y arrastró el coche veinte metros más. La carretera aparecía otra vez más allá, pero la gasolina se había acabado.

La frente se le cubrió de sudor frío. Una náusea se apoderó de él y lo sacudió de la cabeza a los pies, un velo le cubrió tres veces los ojos. A tientas, abrió la puerta para liberarse de la sofocación que le llegaba y, con ese movimiento, porque fuese a morir o porque el motor se había muerto, el cuerpo colgó hacia el lado izquierdo y se escurrió del coche. Se escurrió un poco más y quedó echado sobre las piedras. La lluvia había empezado a caer de nuevo.

 



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Junio 16, 2020



LO MÁS VISTO ♣ Junio 15, 2020

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CUANDO MAJUL FUE MAJUL

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Luis Majul fue amenazado y le reclama al presidente Alberto Fernández que contenga a la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner. Esto se debe a que recibió una serie de mensajes intimidatorios en su teléfono celular y ahora denuncia este peligro para con su persona. Como buen periodista investigativo, Majul señala que estas advertencias podrían haber sido enviadas por “un loquito suelto”, así como también por “algún incondicional de Cristina Kirchner”. Para algunos individuos como Majul -con microfonos disponibles- es fácil llegar al público y dirigentes, pero Majul no se preocupa cuando estas vilezas son sufridas por otras personas. Aquí reproducimos un contacto con el periodista de “La Cornisa” sucedido en Diciembre del año 2016:

 

Zunino, Lopérfido, Majul y Yo

 Por MARÍA FERREYRA KUSSMAN

Edi Zunino nació en 1963, es periodista, jefe de redacción de la revista Noticias (Editorial Perfil) y con motivo de la presentación de su libro “Cerrar la Grieta” se dejó caer por Pinamar, este bello pueblo-ciudad de veinte mil habitantes, distante a casi 400 kilómetros de la Capital Federal. “Cerrar la Grieta” -esta fisura tan en boca de los argentinos, últimamente- es una colección de reportajes con reconocidas autoridades del país.

Junto a su interlocutor, el también periodista Luis Majul, Zunino tomó el centro del escenario para pintar un panorama de la situación política actual e intercambiar opiniones con el público. Entre este, Darío Lopérfido ‘ministro de cultura de la ciudad de Buenos Aires. Cercano a este, yo, ciudadana hambrienta de sabiduría y con un par de preguntas cuyas respuestas ya conocía (Aunque siempre es positivo tener una segunda opinión)

 Para romper el hielo, Zunino descerrajó frases como “La grieta no se hace de un día para el otro, pero siempre hay uno que la profundiza” acerca de la división creada por el gobierno Kirchner. Su análisis pasó por la idea de que el presidente Macri debe demostrar que no es De La Rúa y que los gobiernos no Peronistas tuvieron que utilizar una pizca de autoridad para mantenerse en el poder. Con interés observé que Lopérfido -en su momento de habla- arrojó críticas duras hacia el mandato Kirchner, sus actos de violencia y a la explotación de la década del setenta, exaltándola “Lo cual es una mentira” afirmó.  También firme fue su posición con respecto al Peronismo: “No hay que olvidarse que el peronismo surgió como un golpe de Estado”

Pacientemente aguardé el instante de ruedas de preguntas, en donde dejé en el aire el débil trato del tema de los presos políticos o prisioneros ilegales en Argentina, por parte de la prensa. Zunino pidió la ampliación de mi curiosidad.

-Hay casos como el de Félix Madrid, un policía que participó activamente en un operativo contra ladrones de un banco. El mismo fue ejemplar y constatado por el fallecido fiscal Strassera como ejemplar, fueron sentenciados y encarcelados… hasta que el gobierno Kirchner descubrió que los delincuentes pertenecían a la agrupación Tupamaros y la historia cambió. Ahora, es Madrid quien deambula en una prisión por llevar a cabo -y de manera impecable-  su deber de servidor público.

En este punto, mi retórica no habrá sido de interés para el periodista Luis Majul quién con una seña pidió que el micrófono pasara de mano o cortaran el sonido, por lo que decidí continuar “a capella”

-Mi esposo está en prisión por una causa armada por el ex fiscal Abel Córdoba y el periodista Diego Martínez, de página 12 -continué, y en honor a la verdad, siendo seguida atentamente por Zunino y Lopérfido- Estos, por ejemplo, indujeron a un testigo que ante este ex fiscal mencionó el nombre de mi marido, pero ante un tribunal oral menciona otro nombre.

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Lopérfido fue aplaudido. Y fue aplaudido cuando -sin temor- denunció que los juicios de los mal llamados casos de lesa humanidad “son juicios de venganza” en donde muchos detenidos pasan más de siete años sin ser llevados a un tribunal para dilucidar el pleito.

Tampoco intento crearme el mote de obsesiva y entiendo que otros espectadores poseían otras preguntas y atracción por otras problemáticas, de manera que me llamé a silencio durante el resto de la disertación. Luego de finalizada la misma, tuve oportunidad de asistir a pequeños diálogos como el protagonizado por Zunino y Lopérfido. Este último sostenía el abuso de los Kirchner en cuanto a las actuaciones del Poder Judicial.

-Los Kirchner son los responsables de la detención ilegal de mi esposo -dije sin expresar nada nuevo.

-Los Kirchner no -intentó corregir Zunino.

-Los Kirchners -repitió Loperfido- No nos engañemos…

-La justicia.

-La justicia K -sentenció el ministro de cultura metropolitano.

Sentí que era un momento para invitarme y continuar terciando en la conversación señalando que el periodista Edi Zunino había declarado que en este país No hay perseguidos.

-No -se apresuró Zunino- yo lo dije en otro contexto.

-Está bien -admití con una diplomacia conveniente- En cualquier contexto, hay perseguidos.

-Vos te referís a los militares…

-No, no -traté de aclarar- Me refiero a uniformados. En esta situación hay militares, policías, miembros del servicio penitenciario, etcétera.

Tanto el joven periodista Edi Zunino como el funcionario Darío Lopérfido comentaron que echarían un vistazo al manuscrito sobre la situación de Claudio A. Kussman -el compañero de toda mi vida- Asimismo a PrisioneroEnArgentina.com qué relata las vicisitudes de otros “perseguidos”

-Es un canje -le advertí a un sonriente Edi Zunino- Compro su libro, usted se lo dedica a mi esposo y usted me promete leer estas páginas (Pitch a Periodistas) que son un resumen de las arbitrariedades que sufrió y sufre Claudio Kussman, mi esposo.

Debo decir que la aceptación fue buena, como debería ser siempre entre ciudadanos pensantes. Tal vez un dejo de sombras haya sido la actitud de Majul, a quién le deben seducir historias de vidas más glamorosas que las de un hombre inocente, injustamente encarcelado. Y está en su Derecho.

 


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Junio 15, 2020 (Nota original Enero 16, 2016)


 

La condena del ciudadano estadounidense Paul Whelan en Rusia

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 Por Michael R. Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos

 

Estados Unidos está indignado por la decisión de un tribunal ruso hoy de condenar al ciudadano estadounidense Paul Whelan después de un juicio secreto, con evidencia secreta y sin los permisos apropiados para los testigos de la defensa.

 

Whelan

Tenemos serias preocupaciones de que el Sr. Whelan se haya visto privado de las garantías de un juicio justo que Rusia debe proporcionarle de conformidad con sus obligaciones internacionales de derechos humanos.

 

El tratamiento de Paul Whelan a manos de las autoridades rusas ha sido terrible.

 

Rusia no proporcionó al Sr. Whelan una audiencia imparcial ante un tribunal independiente e imparcial; y durante su detención ha puesto en riesgo su vida al ignorar su condición médica de larga data; e inconcebiblemente lo mantuvo aislado de familiares y amigos.

 

Exigimos la liberación inmediata de Paul Whelan.

 


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Junio 15, 2020


 

El nuevo brote de coronavirus de China hace que Beijing adopte medidas de ‘tiempo de guerra’

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Beijing está reintroduciendo estrictas medidas de confinamiento y lanzando pruebas masivas después de que surgió un grupo de nuevos casos de coronavirus en el mercado de alimentos al por mayor más grande de la ciudad, lo que generó temores de un resurgimiento del brote mortal.

La capital china reportó 36 nuevos casos de Covid-19 ayer domingo lo que eleva el número total a 79 desde que se informó una infección de transmisión local el 12 de junio por primera vez en casi dos meses, según la Comisión Nacional de Salud.

Los casos están vinculados al mercado de Xinfadi en el suroeste de la ciudad, que abastece a la mayoría de las frutas y verduras frescas de la capital. El mercado, que también vende carne y mariscos, ha estado cerrado desde el sábado.

El brote ya se ha extendido a las provincias de Liaoning y Hebei, donde se encontró que un total de cinco casos nuevos eran contactos cercanos de pacientes en Beijing.

Los medios estatales chinos han promocionado en repetidas ocasiones las medidas efectivas de China para contener el virus a medida que aumentaba el número de infecciones y muertes en el extranjero, en contraste con su éxito con los fracasos de los gobiernos occidentales, especialmente los Estados Unidos.

 


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Junio 15, 2020


 

¿Qué tan bueno era Borges?

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Al preguntar quien es el mejor escritor argentino de todos los tiempos se tiende a contestar Borges, sin dudar. Pero es dudoso que muchos connacionales lo hayan leído. Obviamente no el presidente de su país, que lo catalogó de ‘novelista’. Otra pregunta a contestar es: ¿Qué tan bueno Borges era?

Jorge Luis Borges, el escritor argentino que ayer -treinta y cuatro años atrás- había dejado de existir, fue uno de los narradores latinoamericanos más admirados del siglo XX. También fue uno de los primeros contribuyentes al realismo mágico, un género de literatura en el que lo anormal se presenta a los lectores junto con lo mundano.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo fue un escritor argentino de cuentos, ensayista, poeta y traductor, y una figura clave en la literatura universal y en español. Nacido: 24 de agosto de 1899, Buenos Aires, Argentina. Fallecido: 14 de junio de 1986, Ginebra, Suiza

Borges era un maestro de la técnica. Su especialidad era imaginar novelas enteras, enciclopedias o incluso bibliotecas, y luego revisarlas como para burlarse de los críticos literarios. Uno de sus cuentos más populares, ‘Pierre Menard, autor del Quijote’, se cuenta desde la posición de un hombre que lee la obra del autor ficticio Pierre Menard. Menard creía que al sumergirse a fondo en la vida de Miguel de Cervantes, el poeta español del siglo XVII que escribió Don Quijote, naturalmente producirá obras idénticas. Menard resulta tener razón, pero la era moderna diferencia su prosa de la de Cervantes.

En otra historia, Borges describe un encuentro ficticio con Ireneo Funes, un niño que comienza a percibir las cosas en su totalidad (y recordarlas también) después de caerse de un caballo. Entre otros esfuerzos, Funes desea crear un “sistema de enumeración” en el que cada entero recibe un nombre específico. El narrador de Borges le dice que esto no tiene sentido, pero pronto se da cuenta de que Funes es incapaz de lo que él llama “pensamiento”, y más asombrosamente, que el niño podrá recordar cada palabra y gesto de su reunión.

Quizás lo que separó a Borges de sus contemporáneos fue su alcance creativo. Sus narraciones casaron textos inexistentes con personajes inexistentes y los pusieron a ambos en su mundo “real” cada vez más difícil de definir. Algunos críticos han conjeturado que la ceguera, que lo superó cuando tenía cincuenta años, podría haber tenido algo que ver con su juego intelectual: podría ser que, forzado a vivir en un ambiente de retoques puramente conceptuales, Borges prosperó.

El estilo de Borges suscitó problemas para los biógrafos. ‘Borges: A Life’ de Edwin Williamson implica que los saltos filosóficos del argentino fueron tan importantes para su desarrollo como lo fueron sus experiencias físicas, y esto lo hizo completamente intangible, al igual que las figuras que aparecen en sus historias. Tal vez, al final, así es como le hubiera gustado.

 


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Junio 15, 2020


 

Apoyar a los Azules

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Después de que las protestas pacíficas y los disturbios violentos comenzaron a dominar los titulares y las redes sociales hace un par de semanas, Kristen Krutz comenzó a pensar en una forma de mostrar apoyo a la policía.

Krutz, agente de bienes raíces de Trinity -ciudad cercana a Tampa- ,  consideró enviar rosas azules a las agencias policiales locales o dejar café en las estaciones de policía. Preguntó a algunos de los agentes de la ley que conoce en otros estados cómo podría ayudar.

“Varias personas me dijeron lo mismo, y sigo escuchando las palabras de este sargento en mi cabeza”, dijo Krutz, de 36 años. “” Estos tipos solo necesitan escuchar que Estados Unidos todavía los apoya “.

Así que a Krutz se le ocurrió la idea para el mitin “Back the Blue” (Apoyar a los Azules) llevado a cabo ayer sábado en Tampa.


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Junio 15, 2020


 

Mario Sandoval, cleptocracia y terroristas en el poder

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Zaffaroni, Canicoba Corral, periodistas sedientos de pauta publicitaria, libertad de expresión y otros temas que hacen a la actualidad nacional, abordados por el profesor Mario Sandoval.

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Zaffaroni
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Entrevista a Mario Sandoval

 

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Canicoba Corral
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Junio 16, 2020


 

Casi un Fahrenheit

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La lista de libros prohibidos es enorme, y las razones de su exclusión varían, pero los libros con contenido sexual, uso de drogas o imágenes violentas están prohibidos con mayor frecuencia, independientemente de su valor literario. Aquí están las 10 obras clásicas de ficción más prohibidas en el siglo XX, y un resumen sobre por qué cada una se consideró controvertida.


 

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“El gran Gatsby”, F. Scott Fitzgerald
 Gatsby, el clásico de la era del jazz y el charleston de Fitzgerald, es uno de los libros más prohibidos de todos los tiempos. La historia del playboy Jay Gatsby y el blanco de su afecto, Daisy Buchanan, fue “desafiada” en 1987, por Baptist College en Charleston, Carolina del Sur, debido a “lenguaje y referencias sexuales en el libro”.

“El guardián entre el centeno”, de J.D. Salinger
La historia de la corriente de conciencia de la mayoría de edad de Holden Caulfield ha sido durante mucho tiempo un texto controvertido para los lectores jóvenes. Un maestro de Oklahoma fue despedido por asignar a El Guardián a una clase de inglés de 11 ° grado en 1960, y numerosas juntas escolares lo han prohibido por su idioma (Holden habla en voz alta sobre la palabra “F” en un punto) y el contenido sexual.

“Las uvas de la ira”, de John Steinbeck
La novela ganadora del Premio Pulitzer de John Steinbeck que cuenta la historia de la familia migrante Joad ha sido quemada y prohibida por su idioma desde su lanzamiento en 1939. Incluso fue prohibida por un tiempo por el condado de Kern, California, que es donde terminan los Joad. porque los residentes del condado de Kern dijeron que era “obsceno” y calumnioso. 

“Matar a un ruiseñor”, de Harper Lee
Esta historia de racismo ganadora del Premio Pulitzer en 1961 en el sur profundo, contada a través de los ojos de una joven llamada Scout, ha sido prohibida principalmente por el uso del lenguaje, incluida la palabra “N”. Un distrito escolar en Indiana desafió “Matar a un ruiseñor” en 1981, porque afirmaba que el libro representaba “racismo institucionalizado bajo la apariencia de buena literatura”. Lee relata la historia de una persona de color llevada a juicio por un crimen que no cometió,

“El color púrpura”, de Alice Walker
Las representaciones gráficas de la novela sobre violación, racismo, violencia contra las mujeres y sexo lo han prohibido en las juntas escolares y bibliotecas desde su lanzamiento en 1982. Otro ganador del Premio Pulitzer, “The Color Purple” fue uno de más de una docena de libros. desafiado en Virginia en 2002 por un grupo que se hacía llamar Padres contra los libros malos en las escuelas, nombre rebuscado si los hay…

Lo cierto es que Walker y su libro retratan la opresión a la que fueron sometidas las mujeres negras.

 

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“Ulises”, de James Joyce
La novela épica de la corriente de conciencia, considerada la obra maestra de Joyce, fue inicialmente prohibida por lo que los críticos veían como su naturaleza pornográfica. En 1922, los funcionarios postales de Nueva York confiscaron y quemaron 500 copias de la novela. El asunto terminó en la corte, donde un juez dictaminó que Ulises debería estar disponible, no solo sobre la base de la libertad de expresión, sino porque lo consideró “un libro de originalidad y sinceridad de tratamiento, y que no tiene el efecto de promover lujuria.”

“Amada”, de Toni Morrison
La novela, que cuenta la historia del esclavo liberado Sethe, ha sido desafiada por sus escenas de violencia y material sexual. Toni Morrison ganó el Premio Pulitzer, en 1988, por este libro, que continúa siendo cuestionado y prohibido. Más recientemente, un padre cuestionó la inclusión del libro en una lista de lectura de inglés de la escuela secundaria, alegando que la violencia sexual representada en el libro era “demasiado extrema para los adolescentes”. Como resultado, el Departamento de Educación de Virginia creó una política que requiere la revisión de contenido sensible en los materiales de lectura.

“El señor de las moscas”, de William Golding
Esta historia de escolares varados en una isla desierta a menudo está prohibida por su lenguaje “vulgar” y violencia por sus personajes. Fue desafiado en una escuela secundaria de Carolina del Norte en 1981 porque se consideraba “desmoralizante en la medida en que implica que el hombre es poco más que un animal”. (Los hombres somos animales humanos…)

“1984”, de George Orwell
El futuro distópico en la novela de Orwell de 1949 fue escrito para representar lo que él vio como serias amenazas a las libertades individuales de la entonces Unión Soviética. Sin embargo, fue desafiado en un distrito escolar de Florida en 1981 por ser “pro-comunista” (Por algo Florida es Florida) y tener “asuntos sexuales explícitos”.

“Lolita”, de Vladmir Nabokov
No es de extrañar que la novela de Nabokov de 1955 sobre la relación sexual de Humbert Humbert de mediana edad con la adolescente Dolores, a quien llama Lolita, haya levantado algunas cejas. Se ha prohibido como “obsceno” en varios países, incluidos Francia, Inglaterra y Argentina, desde su lanzamiento hasta 1959, y en Nueva Zelanda hasta 1960.

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Palabra “N” (Nigger) La palabra se originó en el siglo XVIII como una adaptación del negro español, un descendiente del adjetivo latino niger, que significa negro. Hoy es un término considerado despectivo al dirigirse a personas de color.

Palabra “F” (Fuck) La palabra tiene cognados probables en otros idiomas germánicos, como el alemán ficken (a la mierda); Fokken holandés (criar, engendrar); fukka noruego dialectal (para copular) y focka sueca dialectal (para golpear, copular)

 

 


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Junio 15, 2020


 

Gloria al Regimiento de Infantería Mecanizado 8 – Libertos

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Libertos

Soldados de la Patria naciente

Alma insigne en la gesta de los Andes

Que creíste en la libertad americana

Nacida del valor

En oda magnífica de Libertad

Así dejaste tu vida en manos del Gran Capitán

Valiente pecho y rostro moreno

Redoblaste el paso

Desde tu varonil entraña

Consciente de una naciente tierra

Que emancipar

Con paso firme desfilaste con honor

Al son de pífanos tambor y corneta

No mezquinaste

La vida toda, en su solo bastión

Con tu sangre ardiente

No trepidaste al empuñar el fusil y calar tu bayoneta

No te inmuto el tronar del godo cañón

Ni sangre derramar

Con el amor al terruño absuelto

Erguido diste vista ante el San Martín de Chacabuco

Y con tú surco ardiente llegaste el Perú

 Salió el Sol de la redención

¡¡LIBERTO!!

por el amor a una Patria nueva

Y para siempre de todos

Fuera los godos estallaron tu grito

Y a la América diste tu cuota de emancipación

La historia te reclama de norte a sur

Hoy otros y mismos Libertos

Se consagraron como tu hiciste

En las irredentas Malvinas, tras también

El rugiente cañón del enemigo

como sus ancestros y amor patricio

sus pechos henchidos de valor y tus glorias

dieron cara por la Libertad en el campo del honor

LIBERTO

Tu esencia es no claudicar ante el revés

Siempre adelante, y paso firme al son del tambor

Fuiste justo al llamado de la Patria y su Libertad

Tu oscuro rostro da claridad a la patriada

LIBERTO

Diste por un Valor todos tus Valores

Incluyendo la Vida

LA LIBERTAD

Liberto Carlos del Señor Hidalgo Garzón

13 de junio de 2010


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Junio 15, 2020


 

La mujer más pequeña del mundo

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♥ 

 Por Clarice Lispector


En las profundidades del África Ecuatorial, el explorador francés Marcel Petre, cazador y hombre de mundo, se encontró con una tribu de pigmeos de una pequeñez sorprendente. Más sorprendido, pues, quedó al ser informado de que un pueblo de tamaño aún menor existía más allá de florestas y distancias. Entonces, él se adentró aún más.

En el Congo Central descubrió, realmente, a los pigmeos más pequeños del mundo. Y —como una caja dentro de otra caja, dentro de otra caja— entre los pigmeos más pequeños del mundo estaba el más pequeño de ellos, obedeciendo, tal vez, a una necesidad que a veces tiene la naturaleza de excederse a sí misma.

Entre mosquitos y árboles tibios de humedad, entre las hojas ricas de un verde más perezoso, Marcel Petre se topó con una mujer de cuarenta y cinco centímetros, madura, negra, callada. «Oscura como un mono», informaría él a la prensa, y que vivía en la copa de un árbol con su pequeño concubino. Entre los tibios humores silvestres, que temprano redondean los frutos y les dan una casi intolerable dulzura al paladar, ella estaba embarazada.

Allí en pie estaba, pues, la mujer más pequeña del mundo. Por un instante, en el zumbido del calor, fue como si el francés hubiese, inesperadamente, llegado a la conclusión última. Con certeza, solo por no ser loco, es que su alma no desvarió ni perdió los límites. Sintiendo la necesidad inmediata de orden y de dar nombre a lo que existe, la apellidó Pequeña Flor. Y para conseguir clasificarla entre las realidades reconocibles, pasó enseguida a recoger datos relacionados con ella.

Su raza está, poco a poco, siendo exterminada. Pocos ejemplares humanos restan de esa especie que, si no fuera por el disimulado peligro de África, sería un pueblo muy numeroso. A más de la enfermedad, el infectado hálito de aguas, la comida deficiente y las fieras que rondan, el gran riesgo para los escasos likoualas está en los salvajes bantúes, amenaza que los rodea en silencioso aire como en madrugada de batalla. Los bantúes los cazan con redes, como lo hacen con los monos. Y los comen. Así, tal como se oye: los cazan con redes y los comen. La pequeña raza de gente, siempre retrocediendo y retrocediendo, terminó acuartelándose en el corazón del África, donde el afortunado explorador la descubriría. Por defensa estratégica, habitan en los árboles más altos. De allí descienden las mujeres para cocinar maíz, moler mandioca y cosechar verduras; los hombres, para cazar. Cuando un hijo nace, se le da libertad casi inmediatamente. Es verdad que, muchas veces, la criatura no aprovechará por mucho tiempo de esa libertad entre fieras. Pero también es verdad que, por lo menos, no lamentará que, para tan corta vida, largo haya sido el trabajo. Incluso el lenguaje que la criatura aprende es breve y simple, apenas esencial. Los likoualas usan pocos nombres, llaman a las cosas por gestos y sonidos animales. Como avance espiritual, tienen un tambor. Mientras bailan al son del tambor, mantienen una pequeña hacha de guardia contra los bantúes, que aparecerán no se sabe de dónde.

Fue así, pues, que el explorador descubrió, toda en pie y a sus pies, la cosa humana más pequeña que existe. Su corazón latió, porque esmeralda ninguna es tan rara. Ni las enseñanzas de los sabios de la India son tan raras. Ni el hombre más rico del mundo puso ya sus ojos sobre tan extraña gracia. Allí estaba una mujer que la golosina del más fino sueño jamás pudiera imaginar. Fue entonces que el explorador, tímidamente, y con una delicadeza de sentimientos de la que su esposa jamás lo juzgaría capaz, dijo:

—Tú eres Pequeña Flor.

En ese instante, Pequeña Flor se rascó donde una persona no se rasca. El explorador —como si estuviese recibiendo el más alto premio de castidad al que un hombre, siempre tan idealista, osara aspirar—, tan vivido, desvió los ojos.

La fotografía de Pequeña Flor fue publicada en el suplemento a colores de los diarios del domingo, donde cupo en tamaño natural. Envuelta en un paño, con la barriga en estado adelantada, la nariz chata, la cara negra, los ojos hondos, los pies planos. Parecía un perro.

En ese domingo, en un departamento, una mujer, al mirar en el diario abierto el retrato de Pequeña Flor, no quiso mirarlo una segunda vez «porque me da aflicción».

En otro departamento, una señora sintió tan perversa ternura por la pequeñez de la mujer africana que —siendo mucho mejor prevenir que remediar— jamás se debería dejar a Pequeña Flor a solas con la ternura de aquella señora. ¡Quién sabe a qué oscuridad de amor puede llegar el cariño! La señora pasó el día perturbada, se diría que poseída por la nostalgia. A propósito, era primavera, una bondad peligrosa rondaba en el aire.

En otra casa, una niña de cinco años, viendo el retrato y escuchando los comentarios, quedó espantada. En aquella casa de adultos, esa niña había sido hasta ahora el más pequeño de los seres humanos. Y si eso era fuente de las mejores caricias, era también fuente de este primer miedo al amor tirano. La existencia de Pequeña Flor llevó a la niña a sentir —con una vaguedad que solo años y años después, por motivos bien distintos, habría de concretarse en pensamiento—, en una primera sabiduría, que «la desgracia no tiene límites».

En otra casa, en la consagración de la primavera, una joven novia tuvo un éxtasis de piedad:

—¡Mamá, mira el retratito de ella, pobrecita!, ¡mira como ella es tristecita!

—Pero —dijo la madre, dura, derrotada y orgullosa—, pero es tristeza de bicho, no es tristeza humana.

—¡Oh, mamá! —dijo la joven desanimada.

En otra casa, un niño muy despierto tuvo una idea inteligente:

—Mamá, ¿y si yo colocara esa mujercita africana en la cama de Pablito mientras él está durmiendo? Cuando despierte, qué susto, ¿eh? ¡Qué griterío, viéndola sentada en su cama! Y nosotros, entonces, podríamos jugar tanto con ella, haríamos de ella nuestro juguete, ¿sí?

La madre de este niño estaba en ese instante enrollando sus cabellos frente al espejo del baño y recordó lo que una cocinera le contara de su tiempo de orfanato. Al no tener una muñeca con qué jugar, y ya la maternidad pulsando terrible en el corazón de las huérfanas, las niñas más despiertas habían escondido de la monja la muerte de una de las chicas. Guardaron el cadáver en un armario hasta que salió la monja, y jugaron con la niña muerta, le dieron baños y comiditas, le impusieron un castigo solamente para después poder besarla, consolándola. De eso se acordó la madre en el baño y dejó caer las manos, llenas de horquillas. Y consideró la cruel necesidad de amar. Consideró la malignidad de nuestro deseo de ser felices. Consideró la ferocidad con que queremos jugar. Y el número de veces en que habremos de matar por amor. Entonces, miró al hijo sagaz como si mirase a un peligroso desconocido. Y sintió horror de su propia alma que, más que su cuerpo, había engendrado a aquel ser apto para la vida y para la felicidad. Así fue que miró ella, con mucha atención y un orgullo incómodo, a aquel niño que ya estaba sin los dos dientes de adelante: la evolución, la evolución haciéndose diente que cae para que nazca otro, el que muerda mejor. «Voy a comprar una ropa nueva para él», resolvió, mirándolo, absorta. Obstinadamente adornaba al hijo desdentado con ropas finas, obstinadamente lo quería bien limpio, como si la limpieza diera énfasis a una superficialidad tranquilizadora, obstinadamente perfeccionando el lado cortés de la belleza. Obstinadamente apartándose y apartándolo de algo que debía ser «oscuro como un mono». Entonces, mirando al espejo del baño, la madre sonrió intencionadamente fina y pulida, colocando entre aquel su rostro de líneas abstractas y la cruda cara de Pequeña Flor, la distancia insuperable de milenios. Pero, con años de práctica, sabía que este sería un domingo en el que tendría que disfrazar de sí misma la ansiedad, el sueño y los milenios perdidos.

En otra casa, junto a una pared, se dieron al trabajo alborotado de calcular, con cinta métrica, los cuarenta y cinco centímetros de Pequeña Flor. Y fue allí mismo donde, deleitados, se espantaron: ella era aún más pequeña de lo que el más agudo en imaginación la inventaría. En el corazón de cada uno de los miembros de la familia nació, nostálgico, el deseo de tener para sí aquella cosa menuda e indomable, aquella cosa salvada de ser comida, aquella fuente permanente de caridad. El alma ávida de la familia quería consagrarse. Y, entonces, ¿quién ya no deseó poseer un ser humano solo para sí? Lo que es verdad no siempre sería cómodo, hay horas en que no se quiere tener sentimientos:

—Apuesto a que si ella viviera aquí, terminaba en pelea —dijo el padre sentado en la poltrona, virando definitivamente la página del diario—. En esta casa todo termina en pelea.

—Tú, José, siempre pesimista —dijo la madre.

—¿Ya has pensado, mamá, de qué tamaño será el bebé de ella? —dijo ardiente la hija mayor, de trece años.

El padre se movió detrás del diario.

—Debe ser el bebé negro más pequeño del mundo —contestó la madre, derritiéndose de gusto—. ¡Imaginadla a ella sirviendo a la mesa aquí en casa! ¡Y con la barriguita grande!

—¡Basta de esas conversaciones! —dijo confusamente el padre.

—Tú has de concordar —dijo la madre inesperadamente ofendida— que se trata de una cosa rara. Tú eres el insensible.

¿Y la propia cosa rara?

Mientras tanto, en África, la propia cosa rara tenía en el corazón —quién sabe si también negro, pues en una naturaleza que se equivocó una vez ya no se puede confiar más—, algo más raro todavía, algo como el secreto del propio secreto: un hijo mínimo. Metódicamente, el explorador examinó, con la mirada, la barriguita madura del más pequeño ser humano. Fue en ese instante que el explorador, por primera vez desde que la conoció, en lugar de sentir curiosidad o exaltación o victoria o espíritu científico, sintió malestar.

Es que la mujer más pequeña del mundo estaba riendo.

Estaba riéndose, cálida, cálida. Pequeña Flor estaba gozando de la vida. La propia cosa rara estaba teniendo la inefable sensación de no haber sido comida todavía. No haber sido comida era algo que, en otras horas, le daba a ella el ágil impulso de saltar de rama en rama.

Pero, en este momento de tranquilidad, entre las espesas hojas del Congo Central, ella no estaba aplicando ese impulso a una acción —y el impulso se había concentrado todo en la propia pequeñez de la propia cosa rara—. Y entonces ella se reía. Era una risa de quien no habla pero ríe. El explorador incómodo no consiguió clasificar esa risa, y ella continuó disfrutando de su propia risa apacible, ella que no estaba siendo devorada. No ser devorado es el sentimiento más perfecto. No ser devorado es el objetivo secreto de toda una vida. En tanto ella no estaba siendo comida, su risa bestial era tan delicada como es delicada la alegría. El explorador estaba perturbado.

En segundo lugar, si la propia cosa rara estaba riendo era porque, dentro de su pequeñez, una gran oscuridad se había puesto en movimiento.

Es que la propia cosa rara sentía el pecho tibio de aquello que se puede llamar Amor. Ella amaba a aquel explorador amarillo. Si supiera hablar y le dijese que lo amaba, él se inflaría de vanidad. Vanidad que disminuiría cuando ella añadiera que también amaba mucho el anillo del explorador y que amaba mucho la bota del explorador. Y cuando este se sintiera desinflado, Pequeña Flor no entendería por qué. Pues, ni de lejos, su amor por el explorador —puédese incluso decir su «profundo amor», porque, no teniendo otros recursos, ella estaba reducida a la profundidad—, habría de quedarse desvalorizado por el hecho de que ella también amaba su bota. Hay un viejo equívoco sobre la palabra amor y, si muchos hijos nacen de ese equívoco, muchos otros perdieron la única posibilidad de nacer solamente por causa de una susceptibilidad que exige que sea de mí, ¡de mí!, que el otro guste. Pero en la humedad de la floresta no existen esos refinamientos crueles y amor es no ser comido, amor es hallar bonita una bota, amor es gustar del color raro de un hombre que no es negro, amor es reír del amor a un anillo que brilla. Pequeña Flor guiñaba sus ojos de amor y rió, cálida, pequeña, grávida, cálida.

El explorador intentó sonreírle en retribución, sin saber exactamente a qué abismo su sonrisa contestaba, y entonces se perturbó como solamente un hombre de tamaño grande se perturba. Disfrazó, acomodando mejor su sombrero de explorador, y enrojeció púdico. Se tornó de un color lindo, el suyo, de un rosa-verdoso, como el de un limón de madrugada. Él debía de ser agrio.

Fue, probablemente, al acomodar el casco simbólico cuando el explorador se llamó al orden, recuperó con severidad la disciplina de trabajo y recomenzó a hacer anotaciones. Había aprendido a entender algunas de las pocas palabras articuladas de la tribu y a interpretar sus señales. Ya lograba hacer preguntas.

Pequeña Flor le respondió que «sí». Que era muy bueno tener un árbol para vivir, suyo, suyo mismo. Pues —y eso ella no lo dijo, pero sus ojos se tornaron tan oscuros que ellos lo dijeron—, es bueno poseer, es bueno poseer, es bueno poseer. El explorador pestañeó varias veces.

Marcel Petre tuvo varios momentos difíciles consigo mismo. Pero, al menos, pudo ocuparse de tomar notas. Quien no tomó notas, tuvo que arreglarse como pudo:

—Pues mire —declaró de repente una vieja cerrando con decisión el diario—, yo solo le digo una cosa: Dios sabe lo que hace.

 


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Junio 14, 2020


 

LO MÁS VISTO DE LA SEMANA ☻ Junio 14, 2020

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Las noticias más leídas en PrisioneroEnArgentina.com. Las más comentadas, las más polémicas. De que está la gente hablando…

REINICIO Junio 8, 2020 00.00 HORAS 
HORA DE CONTROL Junio 14, 2020 23.23 HORAS

 


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ADIÓS, CIGÜEÑA, ADIÓS

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La administración Trump avanzó con sus planes de reducir una ley centenaria que protege a la mayoría de las especies de aves silvestres estadounidenses, a pesar de las advertencias de que miles de millones de aves podrían morir como resultado. Las autoridades dijeron en un borrador de estudio de la propuesta que podría provocar más muertes de aves que aterrizan en pozos de petróleo o chocan con líneas eléctricas u otras estructuras. Más de 1,000 especies están cubiertas por la ley, y los cambios han provocado una fuerte reacción de las organizaciones que representan un estimado de 46 millones de observadores de aves estadounidenses.

El estudio no identificó cuántas aves más podrían morir, pero reveló que algunas especies vulnerables podrían declinar hasta el punto de requerir protección bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción.

El ex director del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, Dan Ashe, y científicos independientes han dicho que el cambio podría causar un gran aumento en la muerte de aves, potencialmente miles de millones de aves en las próximas décadas, en un momento en que las especies en América del Norte ya están en fuerte declive.

La propuesta pondría fin a la práctica gubernamental de décadas, de tratar las muertes accidentales de aves causadas por la industria como posibles violaciones criminales bajo la Ley del Tratado de Aves Migratorias. Las fuentes de la industria matan aproximadamente de 450 millones a 1.100 millones de aves al año, de un total de 7.200 millones de aves en América del Norte, según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. Y estudios recientes.

La ley de aves migratorias de 1918 se produjo después de que muchas poblaciones de aves de EE. UU. Habían sido diezmadas por la caza y la caza furtiva, en gran parte por plumas para los sombreros de las mujeres. Fue una de las primeras leyes ambientales federales importantes del país, promulgada justo después de que el movimiento de conservación encarnado por el presidente Teddy Roosevelt surgiera como una nueva fuerza en la política estadounidense.

Ashe
Yarnold

Durante el último medio siglo, a medida que surgieron nuevas amenazas para las aves, la ley también se aplicó contra compañías que no pudieron evitar la muerte previsible de aves, como las compañías petroleras que no colocaron redes sobre pozos de desechos tóxicos a pesar de las advertencias de los funcionarios federales. Sin embargo, la administración Trump ha dicho que las muertes de aves que vuelan a pozos de petróleo, sitios mineros, torres de telecomunicaciones, turbinas eólicas y otros peligros deben tratarse como accidentes no sujetos a enjuiciamiento.

Una decisión legal del Departamento del Interior, en 2017, ya había puesto fin efectivamente a la aplicación de la ley penal durante la presidencia de Trump. La propuesta pendiente, consolidaría esa interpretación de la ley en la regulación del gobierno, lo que dificultaría la reversión por parte de las administraciones posteriores.

Funcionarios estadounidenses de Pesca y Vida Silvestre dijeron que la propuesta estaba destinada a coincidir con la decisión legal de 2017.

“Creemos que esta es la única alternativa viable en línea con esta conclusión legal”, dijo la agencia en un comunicado.

El presidente de la Sociedad Nacional Audubon, David Yarnold, dijo que la administración estaba ignorando la devastación potencial para algunas especies, de reducir las protecciones y ponerse del lado de las corporaciones sobre el medio ambiente.

“Mientras Estados Unidos está en crisis, la administración Trump continúa su guerra implacable contra la naturaleza”, dijo Yarnold.

Ocho estados liderados por Nueva York y numerosos grupos conservacionistas, incluido Audubon, han impugnado la decisión de 2017 en el Tribunal de Distrito de EE. UU.

Afirman que las políticas de la administración ya están perjudicando a las aves, especialmente en la destrucción el otoño pasado de las zonas de anidación de 25,000 aves playeras, en Virginia, para dar paso a un proyecto de carretera y túnel. Los funcionarios estatales habían terminado las medidas de conservación para las aves, después de que los funcionarios federales informaron que tales medidas eran voluntarias bajo la nueva interpretación de la ley.

El caso de cumplimiento de más alto perfil comprado bajo la ley de aves migratorias resultó en un acuerdo de U$ 100 millones por parte de BP, luego de que el derrame de petróleo del Golfo de México en 2010 matara aproximadamente 100,000 aves.

Los tribunales federales se han dividido sobre si las empresas pueden ser procesadas, y los tribunales de apelaciones fallan a favor de la industria tres veces y se oponen a las empresas dos veces.

 


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Junio 14, 2020


 

ÁNGELES GUARDIANES

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Un nuevo video impactante muestra a presuntos saqueadores arrojando una bicicleta mientras atacaban a los Ángeles Guardianes que estaban protegiendo una tienda Foot Locker en Manhattan la semana pasada.

El grupo ciudadano de lucha contra el crimen había manejado las entradas a las tiendas en todo el vecindario de SoHo después de que se vio a saqueadores irrumpiendo en medio de las protestas en curso por la muerte de George Floyd.

El fundador del grupo, Curtis Sliwa, de 66 años, afirma que se dirigieron a cientos de saqueadores el 2 de junio, cuando el Foot Locker fue atacado en tres oleadas durante toda la noche.

 

Sliwa alegó ser la segunda ola la que golpeó alrededor de las 10 p.m., mostrando a los Guardian Angels yendo cara a cara en una pelea con los que se acercaban a la tienda.

El grupo de presuntos saqueadores se ve al comienzo del video empujando a los Ángeles Guardianes mientras otros manifestantes pacíficos pasan.

Luego se arroja una bicicleta a uno de los Ángeles Guardianes antes de que un manifestante que pasa se interponga en el camino para evitar esos objetos arrojados a los Ángeles Guardianes.

El primer grupo de alborotadores avanza rápidamente a medida que más manifestantes se paran frente a los Ángeles Guardianes para protegerlos.

Los ángeles guardianes se han integrado en el tejido de la comunidad. Desde 1979, el grupo sin fines de lucro, con sede en la ciudad de Nueva York, ha sido responsable de crear cientos de capítulos de patrullas de seguridad en todo Estados Unidos y en todo el mundo. Formado por Curtis Sliwa y 12 voluntarios dedicados en la ciudad de Nueva York, los “13 Magníficos” viajaron en el metro para patrullar la seguridad. Durante 37 años, miles de personas se han unido a los Ángeles Guardianes y han creado capítulos en más de 130 ciudades en 13 países para proteger sus comunidades y mejorar sustancialmente la calidad de vida.

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El programa Guardian Angels Animal Protection avanza a toda velocidad. Iniciado por Nancy Regula Esq., Una cuidadora de colonias de gatos durante más de 10 años en Sunset Park, Brooklyn, este programa se inició para ayudar a algunos de los miembros más vulnerables y sin voz de nuestra sociedad: los animales. Estudio tras estudio ha demostrado que quienes abusan de los animales tienen más probabilidades de abusar de las personas. Entonces, una de las primeras formas de combatir el aumento del crimen en la sociedad contra las personas es detener el abuso contra los animales.

La Protección Animal es una extensión natural de la filosofía de los Ángeles Guardianes: NOSOTROS, NO YO. Este eslogan reconoce que las personas que actúan solas no pueden proporcionar una solución efectiva y duradera. El enfoque siempre debe estar en la creación de asociaciones con grupos motivados de manera similar y trabajar colectivamente para lograr esos objetivos.

 


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Atlanta en llamas

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Un oficial de policía blanco de Atlanta le disparó fatalmente a un padre afroamericano de varios niños pequeños la noche del viernes después de una lucha afuera de un restaurante Wendy’s en el lado sur de la ciudad, lo que provocó llamados a la reforma y manifestaciones que llevaron a actos de vandalismo y arrestos.

El tiroteo aumentó aún más las tensiones por el uso policial de la fuerza y la injusticia racial que ha sacudido a Atlanta y las ciudades de todo el país desde la muerte del Día de los Caídos de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis. Al anochecer, Wendy’s estaba en llamas y los manifestantes habían cerrado el concurrido Downtown Connector de Atlanta.

En el video de la izquierda se observa ya al sospechoso corriendo de la policía, y apuntando a estos últimos. No se sabe con seguridad si era un arma mortal ya que algunas versiones indican que habría sido una pistola taser que le arrebató a uno de los oficiales minutos antes. A la derecha, las consecuencias del incendio del restaurante Wendy’s, que poco tenia que ver con el incidente en cuestión, pero lamentablemente estos destrozos son plato común para aquellos que poco les interesan los derechos humanos y si promover violencia.  

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El muerto fue identificado como Rayshard Brooks, de 27 años, quien se había quedado dormido en su automóvil y bloqueó el paso del restaurante.

La alcaldesa Keisha Lance-Bottoms y el Ayuntamiento han establecido un grupo de trabajo para revisar el uso policial de la fuerza y hacer recomendaciones para las reformas.

Shields
Lance-Bottoms
Brooks

Los manifestantes que marchaban por tercer fin de semana en Atlanta por justicia para George Floyd y otros hombres y mujeres negros ultimados por la policía rápidamente exigieron una investigación completa el sábado del tiroteo en el que fue abatido Brooks, y el NAACP (Asociación Nacional para e Avance de Personas de Color) de Georgia pidió la terminación de la jefe de policía de Atlanta, Erika Shield.

Después del tiroteo, la alcaldesa Keisha Lance-Bottoms anunció durante una breve conferencia de prensa que Shields había decidido retirarse como jefe de policía. Shields seguirá siendo empleado por la ciudad en un papel por determinar, y el ex jefe de policía asistente, Rodney Bryant, servirá como jefe interino mientras la ciudad realiza una búsqueda nacional.

“Si bien puede haber debate sobre si este fue un uso apropiado de la fuerza letal, creo firmemente que existe una clara distinción entre lo que puede hacer y lo que debe hacer”, dijo Keisha Lance-Bottoms. “No creo que haya sido un uso justificado de la fuerza letal y he pedido la terminación inmediata del oficial”.

 


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Junio 14, 2020


 

EL FUNCIONAMIENTO DEL PODER JUDICIAL DEBE SER RESTABLECIDO 

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 por Juan José Guaresti (nieto).

Alberto Fernández

En las líneas siguientes el suscripto va a explicar porque el  día 5 de Junio  de 2020 solicitó a la Corte Suprema de Justicia de la República Argentina que dejara sin efectos la decisión que tomara por acordada Nro.6 del 20 de Marzo de 2020 de disponer una feria extraordinaria  desde el 20 al 31 de  Marzo de 2020 respecto de todos los tribunales federales y nacionales.  Esa medida  se adoptó en  consonancia con lo decidido por el Poder Ejecutivo  Nacional que había resuelto por el decreto de ”necesidad y urgencia” Nro. 297/20 el ”aislamiento social, preventivo y obligatorio” de toda la población, menos quienes resultaran específicamente exceptuados. Ese decreto sustancialmente disponía que la población debería permanecer  en sus residencias  habituales día y noche y no podía concurrir a sus lugares de trabajo ni desplazarse por rutas, vías y  espacios públicos desde el  20  de Marzo hasta el 31 de Marzo de este año. En caso de no hacerlo se daría actuación a la autoridad competente, en el marco de los artículos 205, 239 y concordantes  del Código Penal. El motivo de la medida era proteger la salud pública y evitar la propagación de una enfermedad  denominada “corona virus Covid 19”.

La Corte Suprema de Justicia estableció que la “feria extraordinaria ” que había decidido realizar debido al decreto del Poder  Ejecutivo   eventualmente se extendería por igual plazo que el que el Poder Ejecutivo Nacional pudiera disponer la prórroga del ”aislamiento social, preventivo y obligatorio” de toda la población, menos quienes resultaran específicamente exceptuados, como  hemos expresado. Así ha ocurrido desde el 20 de Marzo de 2020 hasta la fecha (8 de Junio de 2020)  o sean  79  días. Aparentemente esto terminaría el  21 de  Junio… La decisión de la Corte Suprema que implícitamente  aprobaba el  decreto del Poder Ejecutivo  de tan inmensa trascendencia que implicaba virtualmente que dejara de funcionar el Poder Judicial de la Nación por primera vez  en la  historia constitucional argentina o sea desde  1853, fue tomada al día siguiente por tres de sus miembros porque los dos restantes estaban de licencia. Aparentemente brindaron su conformidad, sin  aclararse porque medio  ni si leyeron el decreto. No hubo debate presencial examinando la gravedad y consecuencias de la medida  como debería haber habido con la Corte en pleno.  

TANTO PARA EL PODER EJECUTIVO COMO PARA LA  CORTE  SUPREMA EL PODER  JUDICIAL NO FORMA PARTE DE LOS SERVICIOS ESENCIALES  QUE ESTAN EXCEPTUADOS DEL AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO Y OBLIGATORIO:

 En efecto el artículo 6, inciso 3 del decreto 297/20  solamente deja afuera de su cumplimiento al “personal de los servicios de  justicia de  turno”. El resto de los Tribunales NO SON SERVICIOS ESENCIALES.Quiere decir  que  basta un decretazo, una acordada de la Corte Suprema, y luego una ley del Congreso, para destrozar el orden institucional argentino, que otrora le garantizara un lugar entre las naciones más  ricas, cultas y respetadas de la tierra. Cualquiera sabe que no hay libertad sin justicia y no hay economista que realmente sepa su materia que  no diga que sin un Poder Judicial de alta calidad, no hay desarrollo económico.  Sin la Justicia la libertad será imposible.

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A partir de Charles  de Secondat, Baron de la Brede y Montesquieu- sabemos que para resguardar la libertad,  hay que dividir los poderes del Gobierno en Ejecutivo, Legislativo y Judicial y a partir de 1803 con el fallo redactado por John Marshall presidente  de la Suprema Corte de los Estados Unidos  en el litigio Marbury vs.Madison, el Poder Judicial adquirió una formidable envergadura política y real  paridad  con los otros dos poderes,  porque se estableció  que en causas  judiciales  podía anular leyes y decretos federales y estaduales toda vez que  violaran la Constitución…

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EL ABOGADO PARTICULAR JUAN JOSE GUARESTI (NIETO) HABLÒ EN RADIO SOBRE LA DENUNCIA QUE FORMALIZÒ CONTRA LA CORTE SUPREMA POR LA PARALIZACIÒN DE LA JUSTICIA

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Aquí no puede ser porque debido al decreto  297/20 , la acordada 6/20 dela Corte  Suprema  y las leyes del actual Congreso Nacional, los Jueces no están en Tribunales…Los abogados  que lean este articulo saben que el grueso del trabajo de la Corte Suprema es por causas que llegan desde 2da.Instancia pero ahora como no hay   jueces que dicten sentencia de 2da. Instancia, estas no pueden ser anuladas  en caso en que se funden en una ley que viole la Constitución…

MUERTE POR HAMBRE DE ABOGADOS,  SUS  EMPLEADOS  Y  OTRAS AUXILIARES DE LA JUSTICIA:

Dado que no hay Tribunales hacen  79 días, los abogados carecen de ingresos,  lo cual hace muy difícil pagarle a sus empleados  y la multitud de gastos de la profesión. Supongamos que en la Capital de la República haya unos 60.000 abogados y supongamos que tengan un  empleado/a por barba. Esta será una gigantesca empresa que irá a la quiebra. En  esta profesión se cumple a rajatabla el precepto bíblico que dice: ”El que no trabaja no come”. Los abogados no son como los empleados públicos que si no  trabajan igual les pagan…

¿CUAL ERA LA EXPERIENCIA ARGENTINA EN ESTE TIPO DE ENFERMEDADES?

En el siglo pasado se recuerda a la denominada “gripe española”  de 1918/9 como la más terrible por la cantidad de muertes que ocasionó: hubo por lo  menos unas 40 millones de víctimas en todo el mundo.  En la Argentina se calcula que hubo unas  22000 muertes. A la sazón la Argentina tenía  unos 8 millones de habitantes, si tomamos la cifra del censo de 1914 que dio una cifra de 7.885.237  habitantes.   La tasa de mortalidad  fue en porcentaje de la población que es el resultado de dividir los  8.000.000 de habitantes por 22.000: 0,363 %. En el caso del “corona virus” suponiendo que seamos 44.000.000  de habitantes, dado que a la fecha de hoy- 8 de  Junio–la  cantidad de decesos haya sido de unos  600  la  proporción de fallecidos es alrededor del 2,6%  los muertos por  la “gripe española,” cuando la Argentina tiene el  quíntuplo de la población de 1918/19.  Esto quiere decir que tomando en comparación la mortalidad  de uno y otro caso, el “corona virus” tiene muchísima menor gravedad que aquel antecedente. Dado que normalmente los  fallecidos  por “corona virus” tienen generalmente otras enfermedades importantes, está claro que las personas sanas, sin debilidades físicas, difícilmente no serán presa de aquel. En la Argentina en 2019 hubo 18 muertos por día en accidentes de tránsito  o sea 6627 en el año. Parece imposible que  el “corona virus” alcance esa  cifra en un año. El año pasado -2019- sumadas la gripe y la neumonía hubo en  Argentina  alrededor de 33.000 muertos. A nadie se le ocurrió cerrar el Poder Judicial. En el caso  es peor porque la “cuarentena” va durar  más de  90 días. La Corte Suprema debe reestablecer de inmediato el funcionamiento del Poder Judicial. No  debió clausurarlo y menos en un país virtualmente en quiebra, que si necesita algo es Justicia.

Lector: Esto es lo que aproximadamente se  dijo en la presentación efectuada el día 5 de  Junio pasado  en la mesa de entradas  de la Corte Suprema en la  que le solicitábamos que revocara la “feria  judicial” donde estuviera vigente.  Espero  que esté  de  acuerdo en que la  ausencia del Poder Judicial va a causar mas muertes que el “corona virus” porque la  ruptura del orden institucional nos garantizará  el caos”. 

 

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Junio 14, 2020


 

¿Tenía razón el doctor Spock?

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Mucho tiempo después de la exposición de sus ideas, ¿cuál es el aporte real del Dr. Benjamin McLane Spock a la crianza de los niños hoy en día?

El Dr. Benjamin Spock ha estado a la vanguardia del cuidado infantil desde que causó sensación por primera vez hace casi ocho décadas. Su consejo ha sido seguido religiosamente por algunos, y otros lo han descartado; La controversia ha girado en torno a sus ideas durante casi un siglo. Pero a pesar de la controversia, hoy, años después de su muerte el 15 de marzo de 1998, los nuevos padres siguen sus consejos. Es posible que no se den cuenta de que lo hacen.

Dr. Spock

Cuando se publicó el libro del Dr. Spock Baby and Child Care (En español conocido como El libro del sentido común del cuidado de bebés y niños) en 1946, su mensaje central simple fue revolucionario: “No tenga miedo de confiar en su propio sentido común”. Entre eso y su insistencia en que los padres deben mostrar amor y afecto a sus hijos en lugar de una disciplina estricta y constante, el Dr. Spock desafió la sabiduría convencional de la crianza de niños de principios del siglo XX como ninguna otra persona.

Hoy, los principios básicos de la filosofía de cuidado infantil del Dr. Spock pueden parecer obvios para la mayoría de los padres. Abraza a tu hijo. Dile que es una criatura especial, amada y única. Aliméntalo cuando tenga hambre. Disciplina con palabras, no castigo corporal. Pero en 1946, esto era nuevo. Durante mucho tiempo se había alentado a los padres a no bañar a sus hijos con afecto, ya que esto los debilitaría y no estaría preparado para el mundo. La alimentación y las siestas debían realizarse en un horario estricto, independientemente de las necesidades inmediatas del bebé. Y un niño que acaba de recibir una leve paliza por una travesura era algo corriente: el castigo físico era la norma. Spock cambió todo eso con su aliento para que los padres sigan sus instintos, estén atentos a las necesidades del bebé y sean generosos con afecto.

Si bien muchos de los consejos del Dr. Spock todavía se siguen hoy, algunos han sido reemplazados e incluso desacreditados. Un ejemplo notable es su llamado de 1958 para que los bebés duerman boca abajo. Su razonamiento era que si un bebé vomitara, sería más probable que se ahogara con el vómito si lo colocaban sobre su espalda. Es una preocupación legítima, pero un peligro aún mayor que la asfixia es el síndrome de muerte súbita infantil. Investigaciones posteriores mostraron que dormir en el estómago es una de las principales causas de síndrome, y estas muertes se reducen en gran medida cuando los bebés duermen boca arriba. La filosofía del sueño estomacal fue parte del consejo del Dr. Spock durante algunos años después de que los estudios comenzaron a hacerlo sospechoso. Si bien las ediciones posteriores de Baby and Child Care ya no abogan por el sueño estomacal, los malos consejos afectaron la reputación de Spock como experto infalible.

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En otras áreas, el Dr. Spock fue más receptivo a las tendencias cambiantes y más rápido para ajustar sus consejos. En sus primeras ediciones, apoyaba la circuncisión de bebés varones, lo cual era común y rara vez se cuestionaba.

En la década de 1980, había invertido su posición y ya no abogaba por la circuncisión, afirmando: “La circuncisión de los hombres es traumática, dolorosa y de valor cuestionable”. Hoy, mientras la circuncisión todavía se practica comúnmente, cada vez más padres comienzan a cuestionarla y optar por no participar.

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En 1968, el Dr. Benjamin Spock fue condenado a veinticuatro meses de cárcel, que nunca cumplió, por luchar contra el servicio militar.
También recibió amenazas de muerte y su libro fue atacado por partidarios de la guerra de Vietnam, que culpaban firmemente a sus consejos liberales de criar a una generación permisiva e indulgente. Es una crítica que Spock abordó de manera decidida en una entrevista con la BBC en 1971.
“Yo soy acusado por ciertos tipos de políticos, como el vicepresidente Spiro Agnew, quien anduvo por todo EE.UU. diciendo que los jóvenes están arruinados porque yo doy consejos permisivos”, dijo. El 27 de noviembre, un nuevo movimiento izquierdista contra la guerra, el Partido Popular, nominó a Spock como su candidato a presidente en las elecciones presidenciales de 1972. Aunque no ganó las elecciones, Spock siguió siendo un destacado activista contra la guerra hasta que Estados Unidos se retiró del sudeste asiático.

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Pero no fueron estas reversiones de posición las que causaron la mayor controversia para el Dr. Spock. Fue su consejo sobre tratar a los niños con amor y afecto lo que hizo que una generación de padres conservadores cuestionara lo que él enseñaba.

Cuando estalló la Guerra de Vietnam, el Dr. Spock estaba abiertamente en contra. Su oposición lo colocó en el campo de las legiones de jóvenes que protestaron contra la guerra, jóvenes que a menudo se percibía que vivían vidas peligrosamente libres y fáciles. El ministro conservador y autor Norman Vincent Peale decidió que el consejo del Dr. Spock: abrazar a sus hijos, alimentarlos cuando tienen hambre, dormirlos cuando estén cansados, era la raíz de ese problema. Alegó que “Estados Unidos estaba pagando el precio de dos generaciones que siguieron el plan del bebé del Dr. Spock de satisfacción inmediata de las necesidades”.

El Dr. Spock contrarrestó esto con una defensa de su metodología: no había, dijo, ninguna gratificación instantánea recomendada en sus libros. Había pedido a los padres que expresaran su amor por sus hijos al tiempo que proporcionaban “una disciplina clara y firme”. Y sospechaba que estaba siendo castigado por su política liberal más que por su filosofía de crianza. Pero hasta cierto punto, el daño ya estaba hecho. Ahora tenía fama de ser un experto en crianza excesivamente permisivo. Muchos padres ya no estaban interesados ​​en seguir ninguno de sus consejos, viéndolo como el corruptor de una generación.

El Dr. Spock se recuperó un poco en las décadas que siguieron a la guerra, aunque su consejo continuó generando controversia: solo unos meses antes de su muerte, sorprendió a padres y expertos al recomendar una dieta vegana para niños después de los dos años. Es una idea que puede aparecer algún día, pero por el momento, la mayoría todavía la ve como una de sus ideas más radicales.

Aunque los libros del Dr. Spock ya no son la sensación masiva que tenían en las décadas de 1940 y 1950, influyeron en generaciones de padres y en los expertos en cuidado de niños de hoy y de mañana. E incluso si un nuevo padre en este año presente 2020 no lee su Baby and Child Care, es probable que su consejo aún los influya. Cualquier padre que abrace y bese a sus hijos, mostrando su amor y alentando a sus hijos a expresar su individualidad, debe agradecer al Dr. Spock.

 


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Junio 14, 2020


 

Trump, la Corte Penal Internacional y Crímenes de Guerra

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Trump

La Corte Penal Internacional (CPI) condenó la orden ejecutiva del presidente Trump que sanciona a los funcionarios de la corte que investigan presuntos crímenes de guerra cometidos por tropas estadounidenses en Afganistán.

Trump firmó el jueves la orden que impone restricciones a cualquier persona que se cree que está involucrada en los esfuerzos para investigar, detener o enjuiciar a los estadounidenses por crímenes de guerra.

La CPI dijo en un comunicado el jueves que “expresa un profundo pesar por el anuncio de nuevas amenazas y acciones coercitivas, incluidas medidas financieras, contra la Corte y sus funcionarios, realizadas hoy por el Gobierno de los Estados Unidos”.

“Estos ataques constituyen una escalada y un intento inaceptable de interferir con el estado de derecho y los procedimientos judiciales de la Corte. Se anuncian con el objetivo declarado de influir en las acciones de los funcionarios de la CPI en el contexto de las investigaciones independientes y objetivas de la Corte y los procedimientos judiciales imparciales “, continuó la declaración.

La orden del jueves de Trump también autoriza sanciones contra el personal de la CPI que investiga a funcionarios de inteligencia estadounidenses y funcionarios de países aliados, incluido Israel. La orden bloquearía los activos financieros de los empleados de la corte, además de prohibirles ingresar a los EE. UU.

El tribunal, con sede en La Haya, investiga cuestiones como los crímenes de guerra y el genocidio. Sin embargo, su jurisdicción se limita a las naciones que han firmado el Estatuto de Roma, lo que Estados Unidos no ha hecho.

McEnany
Pompeo

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, acusó a la CPI en una declaración del jueves de “no tomar medidas para reformarse a sí misma y continúa investigando por motivos políticos contra nosotros y nuestros aliados, incluido Israel”.

“Nos preocupa que las naciones adversarias estén manipulando la Corte Penal Internacional al alentar estas acusaciones contra el personal de los Estados Unidos”, continuó McEnany.

El secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, calificó al tribunal como un “tribunal de canguros” y dijo que “no podemos permitir que los funcionarios de la CPI y sus familias vengan a los Estados Unidos a comprar y viajar y, de lo contrario, disfrutar de las libertades estadounidenses, ya que estos mismos funcionarios buscan enjuiciar al defensor de esas mismas libertades “.

Altos funcionarios de las Naciones Unidas y la Unión Europea advirtieron contra la decisión de Trump el jueves.

Kwon
Gutierres
Borrell

El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, calificó la orden de Trump como “un asunto de grave preocupación”.

Un portavoz del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo que el organismo internacional ha “tomado nota con preocupación” sobre la orden de Trump.

O-Gon Kwon, presidente de la Asamblea de Estados Parte, el mecanismo de gestión y supervisión de la CPI, también llamó la orden en un comunicado el jueves.

“Estas medidas no tienen precedentes. Socavan nuestro esfuerzo común para combatir la impunidad y garantizar la responsabilidad por las atrocidades masivas. Lamento profundamente las medidas dirigidas a los funcionarios de la Corte, el personal y sus familias ”, dijo.

 


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Controversial designación del Tribunal Supremo de Venezuela de un nuevo Consejo Electoral

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El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela anunció este viernes la designación de los cinco miembros del nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) pese a las protestas de la oposición, lo que agrava el conflicto político que desde hace años vive el país.

La designación del CNE por parte del TSJ, tarea que la Constitución encomienda a la Asamblea Nacional (Parlamento), se interpreta como un intento del oficialismo de avanzar hacia las elecciones parlamentarias y es vista por la oposición como un atentado a la Constitución.

Guaido
Maduro

Pese a que la oposición y los países que reconocen al líder opositor, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela le reclaman a Nicolás Maduro elecciones presidenciales justas, el gobierno insiste en que las elecciones que se celebrarán este año serán las parlamentarias, como corresponde en el calendario.

Poco antes de conocerse la decisión del TSJ, Guaidó le dijo a la prensa: “Nadie les va a validar ni a ratificar la locura que pretenden hacer”. Y respecto a una posible convocatoria electoral comentó: “Para ninguna farsa nos vamos a prestar”.

Eso abre un nuevo debate sobre si la oposición debe o no participar en unos comicios para los que aún no hay fecha.

La Constitución venezolana establece que los integrantes del CNE deben ser designados por la Asamblea Nacional, institución presidida por Guaidó y en la que la oposición conserva la mayoría.

Las últimas elecciones a la Asamblea Nacional, en las que la oposición se hizo con la victoria, se celebraron en diciembre de 2015, por lo que este año corresponde celebrar unas nuevas elecciones parlamentarias.

Miembros del CNE.
La Constitución dice que los miembros del CNE son elegidos por la Asamblea Nacional, no por el TSJ.

El CNE es una institución clave, encargada de organizar y supervisar los procesos electorales. Chavismo y oposición llevan años enfrentados por su composición y funcionamiento.

Desde noviembre de 2019 negociaban su nueva composición en el Comité de Postulaciones Electorales de la Asamblea Nacional, pero no habían alcanzado un acuerdo.

El pasado 4 de junio se produjo un giro inesperado, cuando partidos minoritarios de oposición solicitaron al TSJ que declarara la llamada “omisión legislativa” ante la falta de acuerdo en el Parlamento y designara él mismo a los nuevos miembros del CNE.

Este jueves el TSJ dio a la Asamblea Nacional un plazo de 72 horas para que le entregara su lista de candidatos a formar parte del Consejo.

Casi desde su elección, el TSJ declaró el desacato a la Asamblea e invalidó todos sus acuerdos y leyes.

Antes de cumplirse ese plazo, el TSJ, conformado por jueces elegidos por el oficialismo y siempre cercano a las tesis de Maduro, ha designado a los nuevos miembros del CNE. No explicó los criterios que siguió para la elección de los nuevos consejeros, cuya juramentación se celebró este viernes en la sede del tribunal en Caracas.

CNE
El CNE es el ente que supervisa las elecciones.

Los nuevos integrantes son Indira Alfonzo Tania D’amelio, Rafael Simón Jiménez, José Luis Gutiérrez, y Gladys Gutiérrez. Los analistas coinciden en que en el nuevo Consejo predominan los cercanos al gobierno.

Destacados dirigentes opositores se manifestaron en contra de la inesperada designación al poco de conocerse.


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Ajedrez

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 Por Kjell Askildsen


El mundo ya no es lo que era. Ahora, por ejemplo, se vive más tiempo. Yo tengo ochenta y muchos, y es poco. Estoy demasiado sano, aunque no tenga razones para estar tan sano. Pero la vida no quiere desprenderse de mí. El que no tiene nada por qué vivir tampoco tiene nada por qué morir.

Tal vez sea ese el motivo.

Un día hace mucho, antes de que mis piernas empezaran a flaquear seriamente, fui a visitar a mi hermano. No lo había visto desde hacía más de tres años, pero seguía viviendo donde fui a visitarlo la última vez.

-Sigues vivo -dijo, aunque él era mayor que yo.

Me había llevado un bocadillo y él me ofreció un vaso de agua.

-La vida es dura -dijo-, no hay quién la aguante.

Yo estaba comiendo y no contesté. No había ido allí a discutir. Acabé el bocadillo y me bebí el agua. Mi hermano miraba fijamente hacia algún punto situado por encima de mi cabeza. Si me hubiera levantado y él no hubiese desviado la mirada antes, se habría quedado mirándome directamente, pero sin duda la habría desviado. Mi hermano no se encontraba a gusto conmigo. O dicho de otro modo, no se encontraba a gusto consigo mismo cuando estaba conmigo. Creo que tenía mala conciencia o, al menos, no buena. Escribió una veintena de novelas muy largas. Yo solo he escrito unas pocas, que además son breves. A él se le considera un escritor bastante bueno, aunque un poco obsceno. Escribe mucho sobre el amor, sobre todo el amor físico, no pregunto dónde lo habrá aprendido.

Mi hermano seguía con la mirada clavada en algún punto situado por encima de mi cabeza, supongo que se sentía en su derecho por las veinte novelas que tenía en sus nalgas fofas. Me estaban entrando ganas de largarme sin decirle el motivo de mi visita, pero pensé que después de la caminata que me había dado sería de tontos, así que le pregunté si le apetecía jugar una partida de ajedrez.

-Eso lleva mucho tiempo -dijo-, y yo ya no tengo mucho tiempo que perder. Podrías haber venido antes.

Debí levantarme y largarme en ese momento, se lo habría merecido, pero soy demasiado cortés y considerado, esa es mi gran debilidad, o una de ellas.

-No lleva más de una hora -dije.

-La partida sí -contestó-, pero a eso habría que añadir la excitación posterior o el cabreo si la perdiera. Mi corazón, sabes, ya no es lo que era. Y el tuyo tampoco, supongo.

No contesté, no tenía ganas de discutir con él sobre mi corazón, así que dije:

-De modo que tienes miedo a morir. Vaya, vaya.

-Tonterías. Lo que pasa es que mi obra aún no está concluida.

Así de pretencioso estuvo, me entraron ganas de vomitar. Yo había dejado el bastón en el suelo, y me agaché a recogerlo, quería que dejara de presumir.

-Cuando morimos, al menos dejamos de contradecirnos -dije, aunque no esperaba que entendiera el sentido de mis palabras. Pero él era demasiado soberbio para preguntar.

-No ha sido mi intención herirte -dijo.

-¿Herirme? -contesté levantando la voz. Era razonable que me irritara-. Me importa un bledo lo poco que he escrito y lo poco que no he escrito.

Me puse de pie y le solté un discurso:

-Cada hora que pasa, el mundo se libra de miles de tontos. Piénsalo. ¿Te has parado alguna vez a pensar en la cantidad de estupidez almacenada que desaparece en el transcurso de un día? Imagínate todos los cerebros que dejan de funcionar, pues es ahí donde se almacena la estupidez. Y sin embargo, todavía queda mucha estupidez, porque algunos la han perpetuado en libros, y así se mantiene viva. Mientras la gente siga leyendo novelas, ciertas novelas de las que tanto abundan, la estupidez seguirá existiendo.

Y añadí, un poco vagamente, lo confieso:

-Por eso he venido a jugar una partida de ajedrez.

Permaneció callado un buen rato, hasta que hice ademán de marcharme, entonces dijo:

-Demasiadas palabras para tan poca cosa. Pero les sacaré partido, las pondré en boca de algún ignorante.

Exactamente así era mi hermano. Por cierto, murió ese mismo día, y no es improbable que me llevara sus últimas palabras, pues me marché sin contestarle, y eso no debió de gustarle nada. Quería tener la última palabra y la tuvo, aunque supongo que habría querido decir algo más. Cuando recuerdo lo que se irritó, me viene a la memoria que los chinos tienen un símbolo en su grafía que representa la muerte por agotamiento en el acto sexual.

Al fin y al cabo éramos hermanos.

 


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Junio 14, 2020


 

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